Tomás Salvador
Sábado, Enero 31st, 2009Uno de los primeros escritores serios que leí y por el que desde entonces tengo una extraño y si quieren bobo agradecimiento es Tomás Salvador. Probablemente no les diga a muchos este nombre. También es probable que los lectores serios se lleven una vez más las manos a la cabeza, pero creánme si les digo que a mí me abrió los ojos, y me enseñó algo muy importante. Que en este país de pasiones desatadas había otra clase de narradores en plena postguerra…
La primera novela que leí de Salvador fue Cabo de vara, una intensa historia carcelaria que fue llevada al cine con resultados espantosos. Más tarde cayó en mis manos, en las inolvidables ediciones Reno (les debo tanto a estas entrañables ediciones de bolsillo) La nave, una novela de ciencia ficción cuando en este país todos los escritores (los serios y menos serios) huían como de la peste del género.
Más tarde, trabajandómelo en rastros, fui compilando algunos libros más del escritor. Muchos excelentes, otros no tanto. Garimpo, co escrita con su cuñado José Vergés, El atentado y Los garimpeiros, pero si hay una novela o testimonio que me llegó al alma de todas cuantas escribió esa es la impresionante División 250, novela coral en la que rememora sus experiencias como soldado de la División Azul, aquel grupo de estrafalarios entusiastas españoles que se marcharon a Rusia pensando acabar con el dichoso comunismo. En fin, eran otros tiempos.
Lo mejor de esta novela son las experiencias que recoge Salvador, y las miserias de ese grupo de hombres perdidos en lo arrabales de Leningrado. Yo la entiendo todavía como una prodigiosa novela de iniciación que mandó al traste las esperanzas de una generación de españoles que, equivocados o no, sacrificaron los mejores años de su vida librando un combate no ya sólo contra el enemigo sino contra ellos mismos.
Desde siempre me he preguntado porque nadie se ha atrevido en este país a rodar una gran película sobre esta experiencia, quitando el polvo ideológico para rendir juticia a ese puñado de españoles que parecen sacado de otra época.
Un gran actor como Luis Ciges y un gran director como Luis García Berlanga fueron testigos de aquella terrible experiencia. Berlanga despacha su intervención en Rusia asegurando que él estaba en retaguardia, con los suministros, pero es imposible que se le borre de los ojos esa mirada teñida de tristeza cuando se le pregunta sobre aquello…
Bueno, háganme caso, y lean a Tomás Salvador. Sin tontos prejuicios en la cabeza, queda claro.
Saludos hoy literarios a este lado de ordenador.