Archive for Octubre, 2009

“Tienes una voz muy bonita”

Sábado, Octubre 31st, 2009

  peeping.jpg

* Me cuentan que el espacio radiofónico de opinión del periodista Carmelo Rivero de ayer, viernes, hizo referencia al cine que se está realizando en Canarias. Quien me informa,  dice que habló de lo bien que se está vendiendo Óscar. Una pasión surrealista en los mercados internacionales y del trabajo que están realizando Dunia Ayaso y Félix Sabroso pero que omitió –imagino que por despiste y desconocimiento— a otros cineasta nacidos en las islas ya consagrados (todos sabemos sus nombres ¿verdad?) o que se están abriendo camino como buenamente pueden lejos de los repartos que concede la cada día más devórame otra vez Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias en materia audiovisual. Departamento este, demasiado acostumbrado a obviar a los de siempre, por muchas (des)comisiones que nombre y cursos que organice.

Mientras tanto, la realidad del cine canario sigue siendo la misma. Si exceptuamos las paradas y fondas a las que tanto se ha aficionado por San Sebastián, Cannes, Berlín y donde me lleve el fabuloso mundo del audiovisual para no herir susceptibilidades, todo lo relacionado con el cine o el audiovisual subvencionado canario sigue sin dar frutos y sí fuegos artificiales. Pero sin su característico colorido y sonoridad.

Salvando de la traca los cortometrajes con o sin el sello del Gobierno regional y algunos intentos valientes por independientes, la política cinematográfica en el archipiélago continúa ajena a la realidad dando luz verde a proyectos que (padre nuestro que estás en los cielos) todos esperamos que algún día puedan estrenarse (más que sea en los multicines de las islas).

Ante este panorama, es una buena noticia que un cortometraje como Algo que aprender se haya hecho con el premio del Festival Internacional Boca del Lobo de Madrid en la categoría de Erótico. Precisamente escuchaba atónito ayer en la radio una entrevista con su directora, María Eugenia Arteaga, quien pese a repetirle al presentador que ya llevaba como quince años trabajando en cine y audiovisuales, sólo obtuvo como respuesta que el locutor le repitiera como un mantra que “un oyente nos acababa de envíar un mensaje donde se lee: tienes una voz muy bonita”.

Me partí de la risa. No por la directora, ni siquiera por la insistencia del conductor del programa radiofónico. Me partí de la risa por la “seriedad” con la que algunos profesionales de la comunicación se toman esto que llaman cine. Casi la misma que asume el Gobierno canario a través del departamento correspondiente.

* Una buena noticia, que no todo tiene que ser gris. La programación de cine del Otoño Cultural de CajaCanarias en noviembre dedica un ciclo al gran director británico Michael Powell. Lástima que entre las obras seleccionadas no se encuentre su obra maestra El fotógrafo del pánico, aunque sí joyas como Las zapatillas rojas, I know where I’m going, A vida o muerte y Narciso negro.

Como deben de verse, las películas se proyectarán en versión original con subtítulos en español, y los pases tendrán lugar todos los lunes en el Espacio Cultural de la entidad de ahorro en Santa Cruz de Tenerife, a las 20:30 horas. Inicia el ciclo, Las zapatillas rojas (1948), una adaptación del cuento del mismo nombre escrito por Hans Christian Andersen y que codirigió junto a Emeric Pressburger.

Saludos, en plan no hay mal que por bien no venga, desde este lado del ordenador.

¡¡¡Ved y leed, malditos!!!

Viernes, Octubre 30th, 2009

 fauno.jpg

* La revista Dirigido por… dedica portada y reportaje especial en su número de octubre al Nuevo cine fantástico español. En el análisis, firmado por Tonio L. Alarcón, se menciona a tres cineastas de las islas, un síntoma de que la presencia de nombres canarios (dos de ellos sin contar con el respaldo del cada día más estrábico y viajero departamento de Audiovisuales de Canarias Cultura en Red) comienza a ser habitual en el panorama cinematográfico nacional.

Para los aficionados el reportaje aporta algunas ideas interesantes, aunque cuestionables, sobre la escasa afición que ha despertado el género en el cine español de todos los tiempos. El autor concluye que una de esas razones podrían ser los casi tres siglos de supervivencia de la Inquisición en España ya que “demonizó las temáticas fantásticas y las apartó de las manifestaciones culturales de nuestro país”.

En cuanto al estudio que propone, nos interesa las referencias que hace al trabajo de tres cineasta canarios –Juan Carlos Fresnadillo, Elio Quiroga y Mateo Gil–.  Alarcón dedica palabras elogiosas a los dos largometrajes de Fresnadillo, Intacto y 28 semanas después. De este último filme escribe además: “Quizá sea porque el original de Dany Boyle nunca me ha parecido tan extraordinario como se dice por ahí,  creo que, como secuela, resulta bastante más compleja y más madura que su antecesora, a lo que seguramente contribuye el hecho de que hace algo más que seguir el camino previamente marcado por John Wyndham. El precio a pagar es un montaje entrecortado, plagado de planos brevísimos, que sin embargo no empaña la capacidad de Fresnadillo para ofrecer un espectáculo mucho más intenso y más rabiosamente genérico que el de la primera película”.

En cuanto a Elio Quiroga señala: “olvidado desde su polémico debut con Fotos (1996) y que ha vuelto al ruedo cultivando, respectivamente, la ciencia ficción y la ghost stories con la debilucha La hora fría (2006) y No-Do (2009) –que demuestran, por la distancia con la que trata los detalles fantásticos, la poca querencia del director hacia el género–. La primera es un simple exploit de las películas de zombis surgidas tras el éxito de 28 días después (28 Days Later, Danny Boyle, 2002), que emplea todos y cada uno de los tópicos del género sin intentar innovar en lo más mínimo, desperdiciando de forma sistemática las ideas más interesantes –como la anecdótica metáfora cristiana de los nombres de los personajes–, siendo lo único salvable ese final sorpresivo que parece salido de Weird Science. Claro que su segundo intento de remontar el gran bache que es su filmografía lo hunde todavía más profundamente. Sobre todo, debido a la torpeza con la que Quiroga intenta reutilizar los mimbres de su evidente referencia, El orfanato, acumulando una aburridísima sucesión de sustos y apariciones que ni inquietan ni interesan; pero también debido a cómo vuelve a desaprovechar la mejor de sus ideas: el papel de la institución eclesiástica como guardiana frente a criaturas lovecraftianas”.

La mención de Mateo Gil en este extenso (e insistimos que discutible) reportaje es a colación de su colaboración en la serie Historias para no dormir, de la que emite el siguiente juicio: “Para ser justo, hay que reconocer que los resultados fueron bastante irregulares. Desde luego ni Regreso a Moira (Mateo Gil, 2006) ni Adivina quién soy (Enrique Urbizu, 2006) están a la altura de lo esperado en un proyecto de esta envergadura –algo comprensible en el caso del coguionista habitual de Alejandro Amenábar, pero sorprendente respecto a Urbizu”. 

* Les animo a que lean el artículo que firma el periodista Daniel Millet y que ayer publicó La Opinión de Tenerife a propósito del rodaje de un documental sobre Antonio Cubillo. Producido por La Gaveta Producciones, La Mirada Producciones y Vértigo Laberíntico, y dirigido por el sobrino del líder separatista, Eduardo Cubillo, uno de los momentos fuertes de este retrato biográfico es que enfrenta a Cubillo con uno de sus agresores, Juan Antonio Alfonso, aquel nefasto 5 de abril de 1978. Todavía no hay fecha de estreno pero un trailler se exhibirá en el festival MiradasDoc. Guste o disguste, Antonio Cubillo es uno de los personajes más relevantes de la segunda mitad del siglo XX en Canarias. Todavía guardo muy fresca en la memoria a mi padre escuchando en la más absoluta clandestinidad las emisiones radiofónica que emitía desde Argel. Y de cómo se partía de la risa, porque en aquellos tiempos en blanco y negro Cubillo era el único que llamaba por su nombre a la cochambre política que dirigía los destinos de estas siete islitas abandonadas de la mano de los dioses. Para los que tengan interés en conocer un poco más al personaje, les recomiendo la lectura de los dos primeros tomos de sus memorias (en principio iban a ser tres) pese a su tono pastoral: Los años verdes y Trópico gris.

* Y ya que hablamos de cine ¿para cuándo el estreno en las pantallas tinerfeñas de filmes como El imaginario del doctor Parnassus o Katyn, de Terry Gilliam y Andzej Vajda, respectivamente? Para combatir el mono y disfrutar de otro cine que no sea el que actualmente monopoliza nuestras multisalas, les recomiendo que se den un paseo por el Corte Inglés y adquieran (¡a mitad de precio! que son tiempos de crisis cirrótica) títulos imprescindibles como Siberiada, Novecento, Nosferatu, El Gabinete del doctor Caligari y Ojos negros en lujosas ediciones especiales. Están avisados.    

* Y una buena noticia para los lectores de todo pelaje. La santacrucera librería Canarias cuenta con un amplio departamento de libros, tebeos y figurillas a mitad de precio. Pueden encontrar un poco de todo, desde ejemplares de la editorial El Andén (publicó en español dos excelentes novelas policiales del escritor norteamericano William Landay: La puerta roja y El estrangulador); así como de Caralt y Noguer (Mishima, Hemingway) y sobre historia bélica, entre otros. Muy recomendable. Absolutamente recomendable en estos tiempos de crisis y otras perversiones para nada discretas.

* Hace ya mucho tiempo que leí en una edición del Círculo de Lectores El barco de la muerte, novela de B. Traven, inquietante escritor al que pretendimos rendir homenaje en este mismo blog. Pues bien, editorial Acantilado anuncia una nueva edición con traducción de Roberto Bravo de la Varga. En este novela Traven critica la política al servicio de los poderosos, y cuenta las aventuras del marinero Gerard Gales en el Yorikke, un barco tripulado por marginados sociales. Les aseguro que tiene el mismo aliento desesperado de su obra maestra El tesoro de la Sierra Madre.

Saludos, revelando mi peculiar imaginario literario y cinematográfico, desde este lado del ordenador.

Feliz aniversario y que sean muchos más

Jueves, Octubre 29th, 2009

TEA, como casi todo lo que nace en Tenerife, no tuviste un parto sencillo. Demasiados padres y madres para una sola criatura. Tantos progenitores que los nuevos apostaron incluso por cambiarte el nombre. Antes te llamabas Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea (IOADCC) y ahora Tenerife Espacio de las Artes (TEA).

Pero bueno aún con esas, mi niño, has podido abrir los ojos en una capital de provincia empeñada en cambiarlo todo. Aunque eso le costase la vida a algunos de los muchos abuelos que tuviste.

No llores, nené, es que vinistes al mundo en plena crisis y tus papás postizos pensaron que además de museo, biblioteca y sala de estudio y de exposiciones, centro de fotografía y salón de conferencias… podías almacenar también otras cosas. No pensaron que igual resultabas un marciano, por lo que tendrás que tomártelo con calma. Disfruta de la tarta de tu primer aniversario.

Has contado desde que fuiste parido –en una fiesta delirante y olvidable– con un señor que debe de quererte bien. Se llama Javier González de Durana. Parece un hombre que mira hacia adelante y ha demostrado a lo largo de este año contar con una capacidad de resistencia abrumadora. Y no es cuestión de raza sino de espíritu, así como de saber mover la cintura y de adaptarse al medio. O la de pillar de que pie cojea quienes le han colocado por encima como comisarios políticos.

Pero lo ha hecho bien. Muy bien, nené. Con muchos aciertos pese a las cotidianas zancadillas y tradicionales capillas culturetas que ya irás conociendo a medida que vayas creciendo. Si te dejan crecer, que espero.

Ahora que tienes un año y que has abierto tus tripas, depende de quienes te cuidan a que dejes de ser “la biblioteca pública que abre las 24 horas del día” para que todos, absolutamente todos, te conozcamos realmente. Sé que no es nada fácil, y que Durana y su equipo lo intentan… pero ¡ay! tienes a tantos majaderos pululando por tu alrededor que todavía no terminas por asumir el protagonismo que te mereces. Ya te darás cuenta cuanto te hagas mayor de lo complejo que es abrirse paso en esta rancia realidad chicharrera. Territorio de magos gritones, que es como llamamos en esta tierra a los garrulos y gañanes.

Pero ten fe, mi niño. En este añito con nosotros ya cuentas con un ejército de amiguitos. Para unos, incluso, te has convertido en un refugio. En un espacio donde no tienes la sensación de que habitas en Tenerife y mucho menos en esa Canarias aficionada a mirarse el ombligo. Lo peor del caso es que todavía no se lo ha encontrado, nené. Y así nos va a los que tenemos otras preocupaciones.

Pensaba cantarte un arroró a modo de despedida pero creo que no es lo mejor. Un arroró es una canción de cuna que invita a los niños como tú a que se duerman y TEA ¿me permites llamarte Teita? si algo necesitas en este momento no es, precisamente, dormirte. ¡Sigue despierto! Llora y da patadas si es necesario pero por tus mil padres y madres no te me duermas porque si te duermes llega lo innombrable y ¡zas! se acabó.

Se acabó todo. Y eso, mi niño, no creo que lo que quiera nadie. Incluso alguno de tus miles de padres y madres.

Que los dioses te bendigan, pequeño. Feliz aniversario y que sean muchos más.

Saludos, paterno filiales, desde este lado del ordenador.  

Cosas mías desde la dimensión desconocida

Miércoles, Octubre 28th, 2009

 twilight-zone.jpg

No está nada bien que uno tenga la sensación de que camina sobre la delgada línea roja que separa a la euforia de la desesperación. Tampoco está bien que se tome un refresco con un amigo que ya no es un amigo sino un hermano y termine la charla con un asomo de tristeza por el panorama a lo en La Carretera de Cormac McCarthy que le retrata. Y mucho menos está bien que cuando sube la Rambla de Pulido y se detiene en el paso de cebra del ya desaparecido Cine Víctor, una de esas ratas del aire (como llamaba el garrulo de Marciaaaaal a las palomas en Muchachada Nui) derrame sobre su cabeza lo que todos pueden imaginar que derrama en su cabeza.

Así que llega a su casa, enciende el ordenador, repasa el correo y bucea en las ediciones digitales de la prensa local y nacional buscando una noticia que le alegre el día. Desgraciadamente, no encuentra nada. Salvo las mismas historias de siempre sólo que contadas de manera diferente. Entonces, y piensa que de manera casual, uno de esos pesados y pesadas que pululan por ese invento diabólico que es el facebook, le invita a que se una “a la gran familia del bookcrossing”. Y como no sabe muy bien si es que hoy han querido confabular todas esas fuerzas oscuras que nos impiden ver, recuerda algunas de esas ocasiones en las que, involuntariamente, ha formado parte de ese club donde nunca me haría socio porque aceptan a gente como yo.

Así que este escrito es un aviso a los navegantes. De llamada por si alguno de los que leen se han encontrado con esos volúmenes que perdí en momentos de despiste y por la costumbre de llevar uno a cuesta vaya donde vaya.

El último libro que se fue sin decirme nada era una colección de relatos de Dashiell Hammett, editada por Alianza Editorial. El vacío que me produjo su marcha sólo pudo ser sustituido por el castigo al que sometí a Hammet durante unos meses, aunque luego hice las paces releyendo una vez más La llave de cristal y Cosecha roja. En otra ocasión dejé en el aeropuerto de Barajas un ensayo sobre movimientos políticos del siglo XX que me amargó el vuelo de vuelta a Tenerife, por mucha prensa que por aquel entonces repartieran en los aviones.

Hay otros libros que se fueron a la francesa. Que me abandonaron miserablemente, pero si ahora no los recuerdo es porque tampoco significaron demasiado para mi conciencia lectora. Es cierto, no obstante, que también me he encontrado en alguna ocasión con esos viejos rebeldes en los lugares más insospechados. Así, en el ya legendario cine de verano de la plaza de Toros de la capital tinerfeña me encontré con un Von Däniken que terminó en algún lugar de mi casa. Recuerdo haberlo ojeado, haber pasado las páginas, contemplado las fotografías, pero esas historias de que no estamos solos la verdad es que nunca me han convencido demasiado. Lo mismo me pasa con el programa Cuarto Milenio que presenta el excesivo de Iker Jiménez, ya que lo veo como el que no lo ve, preguntándome cómo puede haber personas que se preocupen de la existencia de los extraterrestres cuando de todos es sabido que ya andan entre nosotros. Basta con mirar como está el patio. La invasión, efectivamente, ha comenzado.

Me he pasado los últimos días viendo por Internet viejos episodios de Twilight Zone, algunos conmovedoramente buenos. Otros, no tanto. Sin embargo, y mientras perdía el tiempo con esas historias inquietantes que presentaba Rod Serling cigarrillo en mano, no dejaba de decirme que incluso los más envejecidos episodios contaban cosas. Y que muchas de esas cosas son perfectamente trasladables a estos tiempos que corren.

Pero este no era el objeto de este post. Sino el de los libros perdidos para siempre. O no. A veces tengo la sensación de que volveré a reencontrarme con alguno de ellos. De hecho, y podría dar origen a un capítulo más de en La dimensión desconocida, hace unos días descubrí, mientras reorganizaba la biblioteca un título ¿o fueron dos? que creía perdidos.

No, no estaban los cuentos de Dashiell Hammett. Mucho me temo que ese, precisamente ese, sí que lo perdí para siempre.

Saludos, ¡siempre fieles!, desde este lado del ordenador. 

Cuanto odio el “Cine, cine, cine, más cine por favor” del Aute

Martes, Octubre 27th, 2009

 cine.jpg

* Hace mucho, mucho tiempo… este que les escribe participó en el monte de Las Mercedes (Tenerife) en el rodaje de una película (¡¡¡en súper 8 milímetros!!!) de lo que iba a ser un mediometraje inspirado en las hazañas de Indiana Jones. Su director, obviamente, no era Steven Spielberg. De hecho, no sé si la película llegó a estrenarse en casa de los amigos, pero sí que fue una experiencia lo suficientemente gratificante como para que no se me haya borrado aún del disco duro de la memoria. Pasados los años, y con aquella experiencia de extra disfrazado de soldado alemán del Afrika Korps, descubro leyendo en loquepasaentenerife que Fran Casanova ha conseguido un premio en el festival Try-City Independent en la categoría de fan film con un cortometraje basado en las aventuras de Indiana Jones. Así que leo el artículo con las gafas puestas, y contemplo imágenes de este trabajo y de otro corto de Casanova (Campo de batalla) y me sorprende, vista la factura, lo profesional de sus resultados.

* Leo en El Día una entrevista con el coleccionista canario Andrés Padrón, quien se queja de que las islas carezcan de “sensibilidad a la cultura del cine”. Padrón, que cuenta con una extraordinaria colección de imágenes cinematográficas con retratos de grandes estrellas de Hollywood de todos los tiempos, quiere ahora desembararzarse de ella. Tiene 69 años y ya no puede con las casi tres millones de fotografías, diapositivas y negativos que tiene repartidos en tres casas, ubicadas en la capital grancanaria y el Puerto de la Cruz. Obviamente, el llamamiento que hace Padrón en las páginas de este periódico tiene doble lectura. Así que pienso, luego existo, que acostumbrado a la capacidad de nuestro Ejecutivo regional de no mirar, no hablar y no oír, esa colección terminará siendo subastada en Internet. Tengan ustedes en cuenta que la proverbial capacidad del Gobierno de Canarias para apuntarse tantos y su dudoso gusto para tirar el dinero de todos nosotros, una cosilla como la colección Padrón tiene lo que se dice sus días contados.

* En La Opinión de Tenerife se publica hoy una entrevista con el guionista de Hierro, Javier Gullón. El filme, que dirige Gabe Ibáñez, está protagonizado por Elena Anaya y como su mismo título indica fue rodada en la isla del Meridiano. Se trata de una historia de suspenso que promete. Basta con mirar el trailler.

* Mientras pasan estas cosas, el departamento de audivisuales de Canarias Cultura en Red promociona el cine canario por esos mundos de Dios con “aplastantes” éxitos según nos cuentan las notas de prensa con las que nos nutre su departamento de comunicación. La última parada y fonda fue en Berlín, donde se proyectó, entre otras, Óscar. Una pasión surrealista. Cuentan en la capital alemana que tras ver este clásico canario los habitantes de la zona del Este están planteándose seriamente volver a levantar el Muro.

En fin.

Saludos, y castigado a oír el “Cine, cine, cine, más cine por favor“, desde este desesperado lado del ordenador.  

Errores (¿des?)afortunados de un pequeño burgués

Lunes, Octubre 26th, 2009

 riesgo.jpg

La semana pasada adquirí en una librería de Santa Cruz de Tenerife la novela Motín en la Bounty, del hoy popularísimo escritor John Boyne gracias al éxito de El niño del pijama de rayas. Debo de confesar, como más o menos intuirán lo que siguen este blog que tengo debilidad, entre otros géneros, por las novelas de aventuras. Y si son marineras mejor que mejor, pese a que sólo sepa de barcos lo que es la proa y la popa, supongo.

El domingo, por ayer mismo, abrí el libro y me puse a leerlo con la esperanza de evadirme de la torpe realidad que me envuelve. Y tras intrigarme que la historia comenzase en Persia y estuviera protagonizada por una niña que confecciona alfombras, continué con la lectura preguntándome cuando aparecería la mar y la dichosa Bounty. Es verdad que con la mosca detrás de la oreja, celebrando ingenuo la capacidad de Boyne para que fuera un personaje femenino quién precisamente contase la que fue desventura del velero armado de su ¿graciosa? majestad.

A medida que iba avanzando en la lectura se fueron despertando las alarmas. Ya que en lo que leía no aparecía la Bounty y mucho menos la mar. Sólo el paisaje árido de Persia en una narración que intercalaba cuentos del tipo Las mil y una noches. Bien es verdad que seguí con la lectura, aunque bastante mosqueado por lo que suponía era una broma del señor Boyne. ¿Dónde estaba el capitán William Bligh? ¿y su protegido Fletcher Chirstian? Caramba, que tengo en casa las dos versiones que dirigieron Frank Lloyd y Lewis Milestone protagonizadas respectivamente por Clark Gable y Charles Laughton y Marlon Brando y Trevor Howard, y ahí sólo estaba la Bounty, un velero gobernado con muy mala hostia y cargado de frutos de pan. Y más tarde el celebérrimo motín y la isla de Tahití. O el paraíso en forma de mujer. Hay otra versión dirigida por el australiano Roger Donaldson con Mel Gibson y Anthony Hopkins en los roles de Christian y Bligh, una cinta que si bien vi en su día, y no es una mala película, se queda muy corta frente a las otras dos versiones reseñadas.

Así que frustrado porque lo que me apetecía leer era una novela de aventuras donde el malo ya no es malo (oséase el capitán Bligh), consulté la primera página de la novela para  descubrir con estupor que ahí lo que se leía era El rojo de las flores, de Anita Amirrezvani y no Motín en la Bounty, de John Boyne, aunque la portada demostrara lo contrario.

Como es natural, devolví esta misma mañana el libro. La librera, muy amable y probablemente más sorprendida y molesta que quien les escribe, me prometió que cuando le llegase un ejemplar correcto me lo haría llegar. Y eso que tenía otro en la librería:  Motín en la Bounty, pero al abrir el libro leías la primera página y aparecía El rojo de las flores.

Al salir meridianamente satisfecho del establecimiento (librería Canarias, una de las que mejor trabaja en esta ciudad todo sea dicho de paso), pensé la de veces que por una equivocación he visto películas que, inicialmente, no me apetecía haber visto. Una de esas fue Tierras de penumbra. Recuerdo que entré en unos multicines (los Price antes de Price Renoir) dispuesto a ver otra: El cielo y la tierra de Oliver Stone, y que cuando comenzó el ya clásico de Richard Attenborugh (y probablemente también su mejor película como director) maldije en silencio por lo que imaginaba había sido una fatal equivocación para mi entretenimiento pequeño burgués. Aún con esas, me quedé a verla resignado como pequeño burgués. Y fue lo mejor que me pudo haber pasado, porque solté la lágrima y hoy esa conmovedora película se ha convertido en un título de referencia en mi memoria gazpachera cinematográfica.

Cuando la descubrí (porque fue así, un descubrimiento tan idiotamente casual) lloré, y no hay nada más estúpidamente idiota que llorar viendo una película. ¡Si hasta se me quedó grabada en la cabeza una frase que pronuncia un inmenso Hopkins en el filme!

“El dolor de ahora es la felicidad de entonces”.

En cuanto a libros, y además de la anécdota que me pasó con Motín en la Bounty, les cuento la de un amigo entrañable al que una vez pesqué en la Rambla leyendo un libro al que le faltaban las cien primeras páginas.

- ¿Cómo puedes leerlo? le pregunté asombrado.
- Me encanta.
- Pero sí no sabes cómo empieza. Ni como se llama la novela, ni el autor…
- Y eso qué importa. Probablemente lo mejor del libro es donde comencé a leerlo.- me respondió el muy gañán.

Pasado el tiempo, y tras conocer de qué iba esa historia, descubrí de qué volumen se trataba. El escritor no dirá nada a los especialistas en literaturas de caza mayor pero para los que masticamos toda clase de cosas les informo que su autoría es de Wilbur Smith.

Les confieso que en una ocasión casi hago lo mismo. Me pasó con una edición de Las fortunas y desdichas de Moll Flades de mi admirado Danidel Defoe, y que compré hace años en el Rastro de la capital tinerfeña. Se trataba de una edición de Bruguera, e incluía fotografías de la versión cinematográfica que dirigió Terence Young con mi venerada (bésame estúpido) Kim Novak como protagonista.

Al llegar a casa con el libro, comprobé que le faltaba no el inicio sino el final. Arranqué las fotografías, que guardé en una carpeta, e imitando a los bomberos de Faranheit 451 quemé el ejemplar en el fregadero de la cocina, escuchando de fondo la banda sonora del filme de Truffaut compuesta por Bernard Hermann.

Y mira que me gusta Defoe. Verdad es, sin embargo, que teniendo su Diario de la peste, Robinson Crusoe, Historia del diablo, La vida del capitán Singlenton, entre otras, aún falta en mi biblioteca su Moll Flanders.

Pequeño burgués que es uno.

Saludos, en plan anécdotas animadas de ayer y hoy, desde este lado del ordenador.