Carlos Rivero: “Esta exposición habla de deseo y libinosidad, pero también de espiritualidad y sosiego”
Martes, Diciembre 3rd, 2024Dulces sueños es el título de la exposición que Carlos Rivero (Santa Cruz de Tenerife, 1964) presentó en TEA Tenerife Espacio de las Artes hasta el pasado domingo, 1 de diciembre. La muestra, que formó parte del ciclo Filtraciones, reunió un centenar de piezas, entre dibujos, pinturas y esculturas, que el artista viene realizando desde hace unos “dos o tres años”, dice. Obras, en conjunto, que revelan las contradicciones de un artista que vuelca lo que le nace de dentro en unas producciones que tienen señas de identidad propia.
Esta mirada, única e intransferible, hace que Dulces sueños alcance dimensiones muy atractivas para explorar y, al mismo tiempo, conmover el ánimo del espectador. Para el artista, el título se trata, en este aspecto, de “casi una paradoja” ya que por un lado “existe la necesidad de encontrar un lugar plácido” y, por el otro, encontrarse con “conflictos evidentes que nos recuerdan que el mundo es lucha y batalla”.
Carlos Rivero estudió Bellas Artes en la de Universidad de La Laguna y terminó sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid por la especialidad de Grabado. Ha expuesto individuales en galerías y salas de arte de Madrid como la Galería Estampa o Tercer Espacio, lo mismo que colectivas en esta misma ciudad, como es el caso de la Galería Fernando Pradilla. Actualmente reside en Tenerife en donde expone regularmente. Carlos Rivero es también editor de libros de artistas, como muestra la serie Carne, con más de una decena de entregas. Además de su incansable experimentación en el terreno de la pintura y del dibujo, Carlos Rivero ha desarrollado desde hace varios años trabajos de vídeo-creación, estableciendo vasos comunicantes entre las obsesiones y los seres que habitan su pintura. Cinco de estos trabajos se exhibirán el próximo martes, 26 de noviembre, en TEA Tenerife Espacio de las Artes a partir de las 19.00 horas, experiencias que califica como películas “íntimas, mínimas” y proyectos pequeño y de “casi inexistente presupuesto”.
- ¿Cuándo comienza a notar interés por el arte?
“Yo vengo de una familia que no está relacionada con el mundo artístico, solo existía el deseo por parte de mis padres que sus hijos llegaran a un lugar superior al que habían llegado ellos, darnos estudios. Yo elegí hacer Bellas Artes y desde el principio me di cuenta que tenía facilidad para ciertas disciplinas como la pintura y el dibujo. Desde ahí he seguido trabajando y formándome en una profesión que cada día me parece o muy fácil o muy compleja”.
- ¿Y qué influencias reconoce en sus creaciones plásticas?
“Creo que muchas de mis primeras influencias lo siguen siendo aún hoy en día, por ejemplo Zurbarán o Dalí, que me parecen artistas muy complejos y auténticos, llenos de matices que a través de los años han hecho crecer sus figuras. Al mismo tiempo y durante un largo periodo me interesó la pintura de George Condo o compañeros más cercanos como el asturiano Luis Vigil”.
- ¿Por qué Dulces sueños?
“Dulces sueños es casi un título paradoja, por una parte existe la necesidad de encontrar un lugar plácido, es un deseo o una invocación, y al mismo tiempo en la exposición nos encontramos ante conflictos evidentes que nos recuerdan que el mundo es lucha y batalla”.
- ¿Cómo se ha dispuesto el espacio expositivo en TEA y qué tal ha sido la relación con el comisario de la muestra?
“Mateo Maté es amigo desde los tiempos de la facultad, él es artista y ha tenido la deferencia, desde ese lugar, de comisariar esta exposición y la anterior en el espacio Nadie nunca nada no. Mateo seleccionó imágenes y me sugería que las siguiera desarrollando, entre lo que se proponía y los resultados que yo terminaba trabajando hubo una distancia que al final era la propuesta. Ese era el juego, sugerir e intuir y desde ahí se fue creando la trama que vemos en esta exposición de TEA. El director del montaje Ramón Mateo planteó una disposición ortogonal de las piezas creando un espacio de orden y armonía”.
- ¿Y qué pretende transmitir con las obras que reúne en esta exposición?
“Las obras fueron creadas en diferentes fases, cuando se prepara una exposición así nos encontramos con trabajos ya acabados y otros que nos permiten las variables para que todo tenga otro sentido. Por lo tanto las acuarelas de gran formato, que fue el trabajo último, permitió jugar, como en una contraposición, con zonas de oscuridad y otras de luz, imágenes en las que el deseo se muestra desde la sombra a otras en las que hay una relación con las ilustraciones o incluso con el manga. Creo que esta exposición habla de deseo y libinosidad, pero también de espiritualidad y sosiego”.
- Dulces sueños reúne obras en las que ha ido trabajando en los tres últimos años. ¿Aprecia cambios con respecto a su producción anterior?, ¿reconoce una evolución en su trabajo?
“En mi trabajo han habido fases, etapas, incluso algunas series muy amplias muy poco vistas en público. No sé si ahora estoy entrando en una etapa de madurez o sencillamente de un nuevo fin de ciclo. Me ha pasado varias veces en mi vida y siempre he terminado reinventándome. No creo que en mi trabajo haya evolución, solo cambios por la inspiración de nuevos temas u obras de otros artistas”.
- Dicen que las crisis internas ayudan a la creación artística. En su caso, ¿ha contribuido a que liberase sus demonios internos?
“Los periodos de crisis personales han sido momentos creativos y fructíferos en el estudio. Un lugar desde el que buscar una solución y una apuesta a través del lenguaje. Como una respuesta a través de las formas para encontrar una redención, la posibilidad de ser otro. En mi ha habido un íntimo desprecio que ha sido útil como acicate para seguir trabajando y buscando otras realidades en las que representarme”.
- ¿Cree que los proyectos que son propios están condenados a decepcionar a su creador?
“No entiendo del todo la pregunta. Yo suelo trabajar con proyectos propios porque soy mi propio jefe, pero no tengo tampoco unas expectativas claras sobre cómo tienen que terminar o en que espacio se verán. Eso me permite ser muy flexible conmigo mismo”.
- ¿Qué temas le inspiran?
“Trabajo sobre ideas básicas de la cultura, la culpa, el mal, el deseo, la muerte. Estas ideas están presentes a lo largo de la historia del arte. Una de mis principales referencias es el Museo del Prado que visito con frecuencia. Ahí veo muchas veces en la pintura religiosa como se ha reflejado la compasión, pese a que esos artistas trabajasen para un estamento de poder que lo ejercía a veces con violencia”.
- ¿Cuál es su método de trabajo?
“Trabajo construyendo, destruyendo y volviendo a levantar las pinturas de nuevo desde esos restos que a veces quedan. Eso me permite tener nuevas perspectivas, nuevas miradas más limpias para cambiar y aportar ideas más interesantes a lo que había propuesto inicialmente. Es como dibujar y emborronar un dibujo para desde ahí ver unas nuevas caras y cuerpos y así que el misterio vuelva resurgir en esa fase final”.
- ¿Qué echa de menos del arte canario de ayer y de hoy?
“Vivo el presente, no tengo ninguna nostalgia de ninguna época vivida o solo conocida a través de la documentación. Creo que en este oficio cada cierto tiempo surgen generaciones con mucho brío que a través de la camaradería y la amistad logra crecer y potenciarse. Así sucedió con la generación de los 70 o incluso con la de los 90 o 2000. Tal vez en artes plásticas estamos viviendo un momento menos colectivo en ese sentido o al menos yo lo percibo así”.
- ¿Qué artistas canarios destacaría, y por qué?
“Pues te nombraría a tres: Néstor De la Torre, Cándido Camacho y José Martín. Creo que son artistas en los que el deseo está presente, el sexo e incluso lo queer pese a que en aquellos días no tuviera aún ese nombre”.
- ¿Fue clave en su producción los años que pasó en Madrid?
“Fueron años de formación y a nivel personal de crisis. Aprendí mucho de todas las exposiciones que se traían a la ciudad entre las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. Creo que en la pintura, en el conocimiento de la pintura, el ver la obra en directo es una experiencia fundamental”.
-¿Cómo definiría su arte?
“Como un artificio innecesario”.
- ¿Y cree que es positivo que el arte se haya democratizado?
“Que todos creemos imágenes a través de los medios disponibles no significa que todos accedamos a la complejidad de una iconografía. Cada vez estamos más saturados de fotografías y formas que nunca y sin embargo cada vez es más complejo entender su significado último. Lo banal se impone, pero siempre queda un reducto de excelencia”.
- ¿Qué temas son los que le gusta mostrar en su trabajo?
“En mis obras hay una mezcla entre la alta y baja cultura, si es que eso existe. Al menos sí me interesa la cultura popular que es para mí muchas veces alta cultura”.
- Y en este sentido, ¿que fines persigue cuándo trabaja con elementos de esa cultura popular
?
“Desde pequeño admiraba las imágenes de cromos que mi madre coleccionaba a finales de los años cincuenta. Los elementos muy saturados, la mezcla de dibujos caricaturescos con estampas camp, me han fascinado. En todo eso hay un deseo delirante y altamente excesivo que me sigue marcando como artista. Cuando creas una ficción tan artificial es porque la vida nunca está a la altura de lo que deseas”.
- Dice que trabaja la violencia aunque en esta exposición hay un lugar también para el silencio.
“Tiene que ver con cambios que se han producido en mi. Mientras he estado en crisis he trabajado desde lo violento, de lo agresivo conmigo mismo. La postcrisis exige el desencanto, impone el final de la euforia. Desde ahí ha surgido un silencio que aún estoy intentando comprender y trabajar con él”.
- El martes 26 de noviembre y a las 19 horas se exhibirán en TEA cinco películas suyas, ¿qué va a ver y encontrar el espectador en estas experiencias audiovisuales?
“Son experiencias íntimas, mínimas, proyectos de pequeño o casi inexistente presupuesto. Todo ha surgido por la fascinación por la imagen en movimientos, por los dibujos animados. Desde ahí he ido construyendo proyectos en los que siempre retrato lo muy cercano: una casa en la que vivo una crisis psicótica, el trabajo de un vecino costurero, la admiración por una estrella de la música electrónica….”
- ¿Hay un mercado del arte canario?
“Creo que es muy complicado hablar de un mercado del arte en las islas, al menos para artistas vivos aunque sí que existen compradores de trabajos de artistas fallecidos cuya obra ya está catalogada”.
- ¿Trabaja en algún nuevo proyecto y en qué consistirá?
“En diciembre expondré en La limonera, un espacio alternativo. Mostraré obras que han sido series b de estos últimos tres años, piezas que me han permitido experimentar con otros materiales, sobre todo textiles, gasas, cortinas, algodones de grandes dimensiones. Me parecía interesante pasar a otro formato y que éste fuera diferente al del museo. Me gusta correr riesgos y mostrar otras caras de mi producción.
Saludos, ay, ay, ay, desde este lado del ordenador