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Me piden que regrese, una novela de Andrés Trapiello

Miércoles, Julio 9th, 2025

“- Anduvo un mes escondido, tratando de salir de Madrid –siguió diciendo Sol–. Una de las muchachas de la casa le pidió a su novio, que era de la Uhp, un sitio donde esconderlo. Le dijo: “De acuerdo, yo le escondo”. Lo llevó a una casa y a la media hora fueron por él y lo metieron en Bellas Artes, y en Fomento se le perdió la pista. No le valió ser republicano. Pedimos ayuda a amigos suyos, algunos del gobierno. Unos no quisieron hacer nada, y otros se desentendieron. Decían que lo habían visto en lo del Cuartel de la Montaña; lo decía uno. No sabemos donde lo mataron ni dónde tiraron su cuerpo ni dónde estará enterrado. No había hecho mal a nadie”.

“Dicen que Falange es el gobierno de los poetas; es el gobierno de los cursis”.

Me piden que regrese (Andrés Trapiello, Destino, 2025)

Tras Las armas y las letras, voluminoso ensayo sobre los escritores/as que convirtieron en trinchera su literatura durante la Guerra Civil fueran del bando que fueran, Andrés Trapiello se ha convertido en un escritor incómodo para los lectores de derechas como de izquierdas. En este aspecto, debe ser uno de los pocos españoles que nos quedan que intenta contemplar aquella guerra con perspectiva, sin caer en emociones y manteniendo una honestidad con estos temas que exige el paso del tiempo. Esto hace que su mirada a esa España que se reventó por dentro y que atravesó una infernal postguerra, resulte tan interesante en novelas como Ayer no más, una a ratos ácida reflexión sobre la memoria histórica y La noche de los Cuatro Caminos, libro del que bebe Me piden que regrese, porque, escribe Trapiello, fue mientras investigaba en ese libro donde encontró por primera vez el nombre de Smith.

Y Benjamín Smith, o Cortés, es un ciudadano norteamericano de origen español que sabe tratar a la gente. Este es el protagonista de Me piden que regrese, y como tal regresa a España para realizar una peligrosa misión en la que está implicado un importante militar del régimen franquista.

Suena en las páginas de la novela el eco del atentado comunista a un local de Falange en aquel Madrid de 1945, año que declina la balanza de otra guerra, la II, del lado de los aliados. El ambiente del Madrid al que llega Benjamin Smith está muy tenso. También radicalmente dividido entre quienes lo pasan mal, que es la mayoría, y los que lo pasan bien, algunos pocos multimillonarios y aristócratas que, en medio de toda aquella indigencia, no renuncian a pasarlo bien.

Por otro lado, la capital de España es un enjambre de espías, aunque en unos pocos días los miembros de la embajada alemana lo dejan todo para huir a Sudamérica. Pocos, muy pocos, son los que regresarán a una Alemania incapaz de detener por el este el avance del ejército soviético.

El escritor se ha servido de este personaje y de ese año para completar un fresco que desarrolló en La noche de los Cuatro Caminos o Madrid 1945. La fotografía de un tiempo extremadamente peligroso. Con un país que aún no se ha recuperado de la Guerra Civil y que sufre hambre y penuria mientras medio mundo se destroza en campos de batalla aunque esa guerra, la II Guerra Mundial, vive sus últimos pálpitos.

En la novela Benjamín Smith o Benjamín Cortés conoce y se enamora de Sol Neville, que pertenece a la buena sociedad aunque tiene un carácter adelantado a su tiempo. Debe ser porque es familia de Edgar Neville, un gigantesco cineasta que esos días vivía en pecado con la actriz Conchita Montes, la gran compañera de su vida.

Escrito con ritmo, un castellano que recuerda al que se hablaba en los años cuarenta, y un eficaz retrato casi al natural de aquel Madrid de la postguerra, Me piden que regrese se disfruta y hace creíble lo que en manos de otro escritor resultaría increíble. Al personaje de Benjamin Cortés le pasa de todo aunque tiene un amigo, Chito, de solo trece años que es capaz de poner su vida al borde la muerte por honor. No les cuento el final que tiene este chiquillo, ya que pone los pelos de punta. También como despacha Trapiello a todos sus protagonistas: casi a vuela pluma. Sin embargo, más que molestar lo que consigue es agradecer en silencio que les cuente cómo terminó su vida cada uno de los personajes. En unos renglones, todo eso después de haber estado con ellos recorriendo calles y plazas del viejo Madrid, visitando la embajada de los Estados Unido, yendo de caza con el mismísimo Francisco Franco o bailando en algunas de las fiestas que organizaba el Madrid bien como el Madrid al que le costaba sobrellevar el día a día.

En este aspecto, tomaría Me piden que regrese como un divertimento literario con aires a novela de Pío Baroja y dejaría de lado preguntas inevitables por saber si lo que cuenta es verdad o mentira. Mentira entendida como ficción, aunque no niego que merece la pena buscar algún nombre de los que menciona el escritor para comprobar si todo en esta novela está basado en rigurosos hechos reales. Nosotros tenemos nuestra opinión, ahora les toca a ustedes encontrarla. Porque Me piden que regrese es una novela de encuentros. El más afortunado, cuando Benjamín Cortés se encuentra con Sol Neville. Ambos personajes están descritos como si fueran los protagonistas de una película ambientada en aquellos años. Benjamín es un hombre íntegro, un soldado que viste de paisano aunque también vistió el uniforme del ejército norteamericano en la liberación de Francia; Sol es una mujer adelantada a su tiempo y en la novela no pierde su delicado sentido del humor, más próximo al de cualquiera de las protagonistas de una película de Howard Hawks que a las heroína del cine español de aquellos años. Así que, dicho esto, merece la pena Me piden que regrese. Y mucho.

Saludos, leamos, leamos, leamos, desde este lado del ordenador

La galería Artizar presenta en Artesantander un proyecto monográfico de Ángel Padrón

Martes, Julio 8th, 2025

La Galería Artizar estará presente del 11 al 15 de julio en una nueva edición de Artesantander, una de las citas más destacadas del calendario artístico nacional durante el verano. Con esta, ya son doce las ediciones en las que Artizar participa en la feria, reafirmando su compromiso para el encuentro entre galerías, artistas, coleccionistas y profesionales del arte contemporáneo.
 
La feria, que se celebra en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander, continúa apostando por una cuidada selección de propuestas procedentes de distintas partes del país y el extranjero, con un marcado carácter profesional y una creciente proyección hacia nuevos públicos. Para Artizar, “Artesantander representa una oportunidad de visibilizar el trabajo de nuestros artistas en un contexto que favorece tanto la difusión como el diálogo con otros agentes del sector”, destaca una nota informativa que firma la galería lagunera.
 
En esta edición, Artizar presenta un proyecto monográfico del artista canario Ángel Padrón (El Hierro, 1969), con una selección de obras de distintas etapas de su carrera. Ángel Padrón reside en la actualidad en Tenerife, y forma parte del grupo de artistas que la galería representa de forma continuada desde hace décadas.

Como parte de las actividades de la feria, se realizará la presentación del nuevo catálogo monográfico de Ángel Padrón, de su exposición _raya_, realizada recientemente en CIC El Almacén (Lanzarote) y comisariada por Dalia de la Rosa. La presentación correrá a cargo del artista y la comisaria.

Saludos, cantabria, desde este lado del ordenador
 

Kevin Legrá: “Mi novela se lee en Cuba de forma clandestina”

Lunes, Julio 7th, 2025

Kevin Legrá nació en Guantánamo pero se crió en Santiago de Cuba, por eso se define como santiaguero, y en concreto del barrio en el que vivió y aprendió a hacerse mayor: Rajayoga, casas y calles que aparecen en la novela El precio de un ideal (Galaxia Gutenberg, 2025) y por la que obtuvo el XVIII premio Málaga de Novela, dotado con 18.000 euros más la edición de la obra.

El precio de un ideal da voz a uno de los tantos miles de jóvenes cubanos que estuvieron confinados en los campos de trabajo de las tristemente llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción, más que reconocibles por sus siglas: UMAP, campos de trabajo que estaban ubicados en la provincia de Camagüey y que hoy por fortuna ya no existen. Kevin Legrá escribió esta historia en el exilio, entre 2022 y 2024, Primero en Arucas y ahora en Telde donde trabaja cargando y descargando este licenciado en Telecomunicaciones. Kevin Legrá dice que tiene dos grandes pasiones, aunque es probable que haya alguna más. De momento, reconoce que una de ellas es la literatura y la otra la música. De hecho es multuinstrumentista y le encanta la música indie.

- Llega a la historia de El precio de un ideal a través del testimonio de alguien que lo sufrió.

“Me llega a través de Orestes Rivero que en la novela tiene otro nombre. La novela cuenta, no obstante, con elementos de ficción ya que tuve que rodear su testimonio con situaciones y circunstancias ficticias aunque mayoritariamente lo que ocurre es real pero no todo lo que le pasa al protagonista sucedió así”.

- ¿Cuándo tiene noticias de la existencia de las UMAP?

“Las UMAP ya no existen. De hecho, se disolvieron en 1967, tres años después de su creación. El artífice de su desmantelamiento fue obra del comandante Felipe Guerra Matos. En mi caso, supe de la existencia de estos campos cuando tenía 18 años y a través del testimonio de Orestes Rivero, que era amigo de la familia. No sabía antes la historia de horrores que se habían practicado en estos campos hasta que comencé la investigación, donde me enteré de las torturas y humillaciones que sufrieron los jóvenes que fueron internados en estos campos”.

- ¿Cuáles fueron las causas que motivaron el cierre de las UMAP?

“El detonante fue un periodista canadiense, que es además el autor de la fotografía de la portada del libro, Paul Kidd, que estuvo aquellos años en las isla con el fin de informar al mundo del proceso de cambio hacia el comunismo de Cuba. Los periodistas eran vigilados por la Seguridad del Estado pero Paul Kidd pudo saltar esa barrera y, estando en Camagüey, sacar la fotografía que se reproduce en la portada de El precio de un ideal”.

- ¿Por qué razones podía alguien terminar en la UMAP?

“Según lo que cuentan los ensayos que consulté para apoyar históricamente la novela podías terminar en estos campos por causas religiosas, orientación sexual, como ser homosexual; que fueras un opositor al gobierno y ser hijo de la burguesía y conservaras una “mentalidad capitalista”. También terminaban en estos campos la gente que no trabajaba y que no tuviera su rol en la sociedad. Este tipo de gente es la que terminaba en estos campos, los que no cumplían con el patrón de rectitud impuesto por los dirigentes y, por supuesto, los que no respondían al concepto del hombre nuevo que proclamó Ernesto Guevara, el Che, que pensaba que una persona íntegra es la que era capaz de matar por una idea, así que todo el que se desviaba de esa idea terminaba en estos campos con el fin de ser reformado”.

- ¿A quién se le ocurrió la idea de crear la UMAP?

“No se sabe realmente. Fidel Castro ya había lanzado una pequeña advertencia dos años antes de que se crearan, cuando en un discurso anunció a los cubanos un preludio de lo que venía. En su intervención habla de jóvenes y vagos, de jóvenes que no siguen los patrones revolucionarios porque están imbuidos en lo que llama actitudes elvispresleriana, un concepto de su invención y con el que señalaba a todos esos “vagos” que, intuye, están logrando cambiar a la juventud cubana”.

- Pablo Milanés, de la Nueva Trova Cubana, pasó también por estos campos de trabajo.

“Efectivamente, Pablo Milanés estuvo también. Muchos no se dieron cuenta y sufrieron esa persecución incluso cuando se reintegraron en la sociedad. Es decir, que su reinserción fue extremadamente dura porque hubo casos de suicidio post UMAP ya que al salir de los campos se encontraban ante una sociedad que los discriminaba. No te daba trabajo y si te lo daba, era de los peores. Y con el paso de los años el control, en vez de atenuarse se hizo más férrero”.

- ¿Este es el primer libro que se ocupa de las UMAP?

“Es la primera novela. Existe un ensayo de Abel Sierra Madero, ensayo en el que me apoyé mucho para escribir el libro. Dediqué muchos años en investigar a la UMAP con el fin de cerciorarme que todo eso realmente pasó. Existe además una novela que jamás se publicó pero que me consta que existe porque la cita Abel Sierra Madero en su ensayo. Sé que el autor es José Mario Rodríguez, director de Ediciones El Puente, que escribió una trilogía que como dije no se ha publicado”.

- ¿Que fue lo que le motivó a escribir la novela?

“Me emocionó el tema. Cuando uno sale de Cuba y cuenta con esa pequeña libertad de hacer las cosas sin miedo, quise rendir un homenaje a Orestes y se me ocurrió escribir el libro y contar la historia que él quiso contar pero no pudo. Se trata de una historia con mucha crítica pero también enaltece a los cubanos. Intenté entender cómo cambia una sociedad quizá para explicármelo a mi mismo y a quien lea el libro”.

- En El precio de un ideal habla también del exilio.

“Hay un autor cubano que admiro mucho que es Leonardo Padura, Padura tiene una novela, Como polvo en el viento, en la que habla de todo eso y trata un concepto que llama la gran dispersión. El cubano ya tiene arraigado marcharse por motivos económicos y políticos porque en la isla no hay futuro. Es decir, que nadie se quiere ir de donde es feliz. Yo no quise salir de Cuba pero no tenía futuro si me quedaba. Además, cambiar la situación política de un país requiere muchos sacrificios y para hacer ese cambio el cubano tiene que sentarse y conocer qué es lo que quiere porque no hemos tenido tiempo de hacerlo ya que tienes que ocuparte de la vida diaria, de llevar todos los días un plato de comida a la mesa y rezar para que no se corte la luz eléctrica, entre otros problemas que hay que resolver diariamente. Los cubanos no nos hemos sentado a preguntar qué queremos realmente y, a partir de ahí, trabajar. Han aparecido líderes de la oposición pero no se ha creado un organismo firme que represente lo que el cubano quiere. Siempre están las dos orillas, a un lado los que aman a Fidel a muerte y al otro los anticomunistas, algunos de los cuales animan a que se invada militarmente Cuba. Son personas que solo ven en blanco y negro cuando lo que hay que hacer es sentarse y pensar qué es lo que queremos para el país y organizarse.”

- Pero los jóvenes cubanos de ambas orillas estarán cansados ya de ese discurso maniqueo.

“Puede haber futuro pero depende de la cultura de los jóvenes y cuanto están dispuestos a sacrificar. Les falta organización. Hay jóvenes que apoyan al gobierno revolucionario por el mero hecho de obtener ventajas porque si perteneces a una organización del Partido Comunista Cubano recibes ventajas, solo que ahora, y conozco a muchos que apoyan al gobierno, empiezan a tener las mismas dificultades que cualquier cubano. Se ha llegado a un punto en el que los jóvenes se alzan en las universidades y tuvo lugar el 11 de julio, cuando el pueblo se lanzó a la calle pero aquel movimiento no estuvo organizado. Hacen falta personas que sepan ver los matices y no solo en blanco y negro . En los Estados Unidos están muy condicionados por el anticomunismo y eso anima a unos a incitar a que se envíen armas a Cuba para iniciar una guerra. Esa gente olvida que sus familiares viven en Cuba”.

- ¿Conocen los cubanos la existencia de las UMAP?

“Hay cubanos que sí lo saben. Cuando investigaba pude encontrarme con gente que me ayudó a contrastar los datos que iba recabando. Realicé un vídeo promocional de la novela para las redes sociales y una chica se puso en contacto conmigo para decirme que su padre estuvo allí. Ella vive en los Estados Unidos. La UMAP se conoce en Cuba pero no es un conocimiento generalizado aunque existan personas que pasaron por estos campos”.

- ¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela?

“Fue muy duro porque hay que investigar mucho la historia de la UMAP, leer los discursos y los testimonios de personas que pasaron por estos campos de trabajo. Y todo ese conocimiento que fui acumulando me transformó porque no se sale ileso de un viaje así. Y está escrita de esta manera porque anhelé transmitir el dolor que siente el protagonista. Paralelamente, quise rendir homenaje a mi tierra. Hablo en la novela de la música cubana, de las tradiciones, de toda esa parte de Cuba que amo y que todos los cubanos amamos. El libro empieza justo antes de 1959 y termina en los 90 con una de la mayores crisis que se ha vivido en Cuba. Como escritor sentí empatía por el personaje. Y de ahí salió el tema del exilio y la identidad que nos toca a los cubanos y aproveché para dar mis impresiones sin restricciones”.

- ¿El precio de un ideal puede leerse en Cuba?

“Se va a poder leer pero de forma clandestina, el gobierno cubano no va a distribuir el libro porque sabe el tema que trata. Tema que encima permanece oculto”.

- Tengo la sensación, sin embargo, que en Cuba está comenzando a perderse el miedo a la protesta.

“Empieza a perderse el miedo. Ahí están las Damas de blanco, que existen desde hace muchos años y abogan por los presos políticos. El movimiento San Isidro fue duramente reprimido y el 11 de julio, en 2021, Yunior García funda la plataforma cívica Archipiélago, pero su fundador desapareció cuando quiso hacer una marcha en honor de José Martí que no pudo celebrarse porque la policía rodeó su domicilio y lo acusó de trabajar para los norteamericanos, lo que le obligó a exiliarse. Desde entonces no hemos vuelto a saber nada de él”.

NUEVA NOVELA

Ganar la XVIII edición del premio Málaga de Novela ha estimulado a Kevin Legrá, que asegura que su próxima historia será también sobre Cuba. “Es el tipo de literatura que quiero hacer”, dice. “Hay muchas novelas que hablan de Cuba y yo quiero dar mi voz e impresiones sobre la historia de mi país”. Avanza que en esta novela habrá un espacio para Canarias en agradecimiento por acogerlo con los brazos abiertos, brindarle su cultura y un nuevo hogar. “Pienso en una novela en la que hablaré también de Canarias y de las mujeres canarias y cubanas. Y del exilio y la emigración, de la que también hablo en El precio de un ideal pero ahora de una manera más profunda”. Entre sus referentes literarios cita a Leonardo Padura, Eduardo del Chano, Raúl Aguiar, Pedro Juan Gutiérrez, aunque menos pese a reconocer que se trata de un escritor magnífico; Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Dulce María Loynaz, esta última porque, revela, lleva “su poesía en el corazón”.

Saludos, olor a mar, desde este lado del ordenador

Y la nave va

Miércoles, Julio 2nd, 2025

Paisajes del alma. Canarias, cine e identidad me está dando muchas alegrías y me empuja a escribir esa anhelada segunda parte en la que una vez más no estarán todos pero sí, al menos, casi todos. En agenda tenemos algunas presentaciones. De momento, y confirmadas, en septiembre y octubre. Serán en el Puerto de la Cruz y La Laguna. En el Puerto de la Cruz estaré acompañado de Carmen del Puerto, que fue mi maestra de ceremonias en la primera presentación del libro, el pasado 23 de abril de este año. Como recordarán algunos, el acto tuvo lugar en el Museo de las Ciencias y el Cosmos y allí estuve rodeado de muchos amigos/as, entre otros mi añorado camarada Jaime Mir Payá, y desconocidos que ya son amigos que se quedaron de asombrados ante el impresionante trabajo de presentación que realizó Carmen para este libro que, como se ve en la fotografía, está en librerías.

La librería de la imagen es Islátika, en Santa Cruz de Tenerife, a cuyo equipo y desde aquí le doy las gracias por el constante apoyo que prestan a las literaturas canarias desde que abrieron sus puertas.

Estamos estudiando además la posibilidad de hacer una presentación en Madrid, que es una ciudad a la que no voy desde hace mucho tiempo y de la que guardo especial cariño porque fue allí donde me forjé vamos a decir en materias que son las que uno arrastra más tarde cuando llega a esa edad que dicen es ser adulto.

Hay un paquete de noticias más que, de momento y por compromiso (me han dicho que chitón hasta nuevo aviso) no puedo revelar pero que a mi, pese a las zancadillas que te hacen en este sendero que es la vida, me hace feliz. Muy feliz. Ya les contaré, cuando me dejen decirlo, de que va la cosa pero les garantizo que más de uno se va a quedar clavadito en tierra pero habrá otros que, supongo, me felicitarán.

El caso es que Paisajes del alma. Canarias: cine e identidad ha tomado velocidad de crucero y que como pasa casi siempre, uno tiene la sensación de que el libro ha dejado de pertenecerle para pertenecer a los lectores. Es decir, que esta experiencia ya no es mía sino de los lectores, algunos de los cuales me agradecen su espíritu didáctico, sí, lo que leen, didáctico eso me han dicho; y su vocación periodística no solo por el formato escogido que es el de la entrevista sino por incorporar comentarios más que críticas de algunas de las películas dirigidas por los cineastas con quienes conversé, y una galería de imágenes en la que procuramos que aparecieran todos ellos.

Pero si me emocionan algunos de los piropos que han lanzado a este volumen que nació sin pretensiones es el que me dijo el otro día uno de esos amigos que ya casi son hermanos. Gracias a este libro, resaltó, había llegado a ver Rendir los machos y Matar cangrejos, de David Pantaleón y Omar Razzak, respectivamente, películas de las que no tenía noticia hasta que leyó Paisajes del alma y largometrajes que, por otro lado, le habían encantado. Así que lo que comenzó siendo una pequeña sorpresa cuando presenté hace casi un año el libro, se ha ido magnificando con el paso del tiempo, y que en todo ese período de días, semanas y meses, no ha sido solo ese amigo/hermano sino también gente a la que conozco solo de vista, la que me han agradecido y me agradece la publicación de una obra en la que, y cito textualmente, “he descubierto que se hacía cine en Canarias”. Una frase esta última que tiene su aquél ya que demuestra que si bien el Gobierno regional hace su tarea con el reparto de subvenciones (aunque los filmes afortunados a mi me resulten los mismos, casi siempre) no lo está haciendo nada bien con el de promoción. Uno de los casos más sangrantes es el catálogo Canarias en corto, y no solo porque dos (¿o resultaron tres?) de sus ediciones nunca las hayamos podido ver porque misterios y oscuridades hay en todas partes, sino porque la gente, los canarios y los residentes en Canarias, no se han enterado de que, efectivamente, hay un cine que vamos a llamar canario.

Parte de la culpa la tiene la labor que desarrolla la Televisión Canaria, órgano que debería estar ahí para dar a conocer lo nuestro y no solo las bufonadas de los monologuistas y la de la gente que hace En clave de ja. En todo caso, lo que no se sostiene es que la televisión pública que pagamos todos los que vivimos aquí no respalde “nuestro” cine, más allá de que no cuente con un programa dedicado a la Cultura, lo que ya es sangrante pero en fin, así funciona esa casa que es de todo menos santa.

Y esto es todo, de momento, aprovechen y háganse con un ejemplar de Paisajes del alma. Canarias, cine e identidad. Y si cuadra, aquí estamos por si quieren una firmita.

Y no, pese a que les ventas sean buenas, no me he hecho rico. Más bien al contrario. Éste y no otro es el precio de la Cultura.

Saludos, dijimos, desde este lado del ordenador.

Regreso a Dunkerque, una novela de Pascual Buniet

Martes, Julio 1st, 2025

Pascal Buniet nació en Francia aunque lleva mucho tiempo residiendo en el sur de Tenerife, donde ha construido una familia y continuado una carrera literaria que escoró primero a la novela negra y criminal a través de una serie de títulos que se desarrollan en su mayoría, precisamente, en el sur de Tenerife, y en concreto en los universos que han creado los residentes extranjeros que viven en las islas.

Estos pequeños universos, con sus grandezas y miserias, los conoce muy bien Pascal Buniet, quien los describe como si se trataran de pequeñas cápsulas, círculos que forman como pompas de jabón extranjeros según el país del que procedan. Es decir, que estos microcosmos que han terminado por reproducirse en toda Canarias, lo forman británicos, alemanes, franceses, italianos… Y cada uno de ellos ha reconstruido a una escala pequeña las constantes que los definen, sean ingleses, alemanes, franceses o italianos.

Dándose el caso que muchos de ellos viven e incluso mueren en las islas sin haber salido de esos ambientes, y sin haber aprendido, salvo las necesarias, una palabra de español ya que su vida (un retiro dorado a orillas del océano Atlántico) se ha circunscrito en Canarias a hablar y salir con compatriotas pero nunca con locales y muchísimo menos con otros extranjeros que no sean de su mismo país.

Si en la novela negra Pascal Buniet ha consolidado una bibliografía cuanto menos interesante e insisto que no tanto por el caso a resolver, aunque también y ahí está para demostrarlo La muerte sabía a chocolate, a mi juicio su mejor noir hasta la fecha, el escritor de origen francés sorprende ahora a propios y extraños con Regreso a Dunkerque, que no tiene nada que ver con el género que escribe sino más bien con la Historia, con H mayúscula, y una necesidad por descubrir de dónde viene y de cómo ese sentimiento ha ido mutando dentro de él. Ahora, el protagonista intenta reconciliarse con su pasado y la tierra donde nació.

No es el caso de Pascal Buniet, quien ha terminado por integrarse en la sociedad tinerfeña con relativa comodidad. Fue aquí, además, donde apostó por seguir una carrera literaria que tiene el osado atrevimiento y el riesgo de estar escrita en español que no es la lengua materna del escritor. De hecho, es el mismo escritor quien traduce al francés muchos de sus títulos, títulos entre los que se encuentra Regreso a Dunkerque, que publica M.A.R. Editor, que es el sello que, prácticamente, ha ido presentando sus novelas negras y, ahora, su último trabajo literario: Regreso a Dunkerque.

El ritmo de la novela es paciente, y más que en los escenarios se preocupa por hurgar en la mente del protagonista, un personaje estupefacto.

Regreso a Dunkerque comienza con la llegada de Jean Paul a la casa donde nació muchos años después de irse a vivir a Tenerife donde. como es el caso del mismo escritor, el protagonista ha terminado de integrarse en la isla.

El primer capítulo narra las sensaciones que asaltan al protagonista ante la casa de su padre. Parece que no queda nada que vincule a Jean Paul con su ciudad natal. Tampoco con su padre. Después de tantos años su relación sigue siendo igual de fría. Como fría y con cielos plomizos es Dunkerque. Nada que ver con la tierra de la que viene y a la que ya se ha hecho: Tenerife.

El escritor aprovecha este regreso para describir la vida de la familia de Jean Paul durante la ocupación alemana en la II Guerra Mundial, pero lo que hace más interesante esta mirada no es que esté teñida de nostalgia ni entusiasmo reivindicador sino que cuenta el día a día de una familia bajo la ocupación de un ejército extranjero.

De hecho, en estos capítulos, aunque la novela se centra más en la actualidad (2024), se describen las rutinas del día a día en 1942 y 1945, y la capacidad que tuvo la población civil de convivir en tiempos de guerra sin haber aprendido a reparar sus fracturas familiares.

Dunkerque ocupa un capítulo importante en la historia de la II Guerra Mundial por varias razones. La más conocida es que por sus playas se escaparon de los alemanes las fuerzas expedicionarias británicas y las francesas entre mayo y junio de 1940. Pero también fue la última ciudad de Francia en quedar liberada por los aliados el último año de aquella guerra que enfrentó a medio mundo.

La novela no insiste en estos hechos, pero están ahí porque son los responsables de muchos de los traumas de sus protagonistas. Ese miedo no superado que ha ido pasándose de generación a generación y ante el que Jean Paul queda estupefacto. Desconoce Dunkerque, y su padre, su padre es el de siempre y no lo es. Jean Paul descansará en su dormitorio de adolescente. La cama, los libros, algunos pósters.

Regreso a Dunkerque supone un interesante paso adelante en la carrera literaria de Pascal Buniet. No sé por donde lo llevarán los vientos del destino ni las negras tormentas que no nos dejan ver, pero la senda que ha iniciado con esta novela nos presenta a un autor al que merece, y mucho, la pena seguir el rastro.

Saludos, vive le fantastique, desde este lado del ordenador

Germán Roda: “Borau encontró el sentido de su vida en el cine”

Lunes, Junio 30th, 2025

Germán Roda nació en Granada en 1975 pero su vida y sus quehaceres profesionales los desarrolló en Zaragoza, por lo que se siente aragonés por los cuatro costados. Se le nota, dice, por ser tan cabezón y meterse de lleno en los proyectos en los que se involucra. Su último trabajo cinematográfico se trata de un documental, Borau y el cine, que el viernes pasado se estrenó en cines y en el que explora la profunda relación que a lo largo de su vida mantuvo el director de Furtivos con el séptimo arte.

Y cine, y del bueno, es el que se aprecia en Borau y el cine, una película en la que Germán Roda despliega un emocionado y más que merecido homenaje a un hombre del que no se conoce vida privada sino su relación con las películas, vinieran de donde vinieran. Así lo atestiguan Manuel Gutiérrez Aragón, Iciar Bollaín y Fernando Méndez-Leite, entre otros, en este documental que recupera para la olvidadiza memoria del cine español el trabajo de uno de sus más estimables cineastas: José Luis Borau, una de las grandes B del cine español (las otras son Buñuel, aragonés como Borau y Roda; Berlanga y Bardem).

- ¿Cómo nace Borau y el cine?

“Nace del hecho de que no existiera ninguna película documental de larga duración sobre Borau y la necesidad de hacer una reflexión de su cine porque los cineastas de mi generación le deben mucho. A mi me influenció aunque en mi caso se une también una experiencia personal y es que siendo muy pequeño vi Furtivos y esa película me marcó profundamente”.

- Tuvo claro entonces cómo iba a concebir el documental?

“Desde el principio tuve claro una historia y a final la llevé a cabo. Lo que tiene diferente Borau de otros cineastas es que participó en todos los oficios del cine, no recuerdo ahora ninguna figura que haya pasado y con maestría por todos los oficios de cine pero Borau sí, incluso fue actor, por eso llamo el documental Borau y el cine, porque va sobre él y su relación con el cine, que empezó en los años 60 hasta su muerte. En el documental, aparecen película de otros cineastas, como Fernando Fernán Gómez, Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem, Luis Buñuel, Víctor Erice, obras de grandes cineastas que, a mi juicio, cambiaron el cine español de esa época”.

- ¿Hay ideas que se repiten a lo largo de la carrera como cineasta de Germán Roda?

“La mayoría de mis documentales tienen que ver con mi relación con Aragón, donde cuesta sacar a la luz esas grandes figuras de la cultura, sobre todo si están unidas al cine. Borau no es un cineasta amable, que se entienda. He visto todas sus películas y leído lo que se ha escrito sobre su cine. Un cine que tienen muchas capas y que resulta complicado acceder a su universo. Por eso me tomé el proyecto como un reto personal porque no es un cineasta nada fácil”.

- En esta preocupación por reivindicar a cineastas como Borau y con los éxitos que está cosechando el cine español en los últimos años, ¿piensa que el público que va a las salas ha superado ya la etapa de las españoladas?

“Creo que sí y si no debería de ser así. Tienen que pasar generaciones para ver a los que ya no están con distancia y Borau es un cineasta relativamente joven porque murió en 2012. Me encantaría ver hoy otros documentales sobre Carlos Saura, y no esperar 40 años de su muerte para que se haga esa película porque, se mire como se mire, tenemos que mirar atrás, conocer cómo lo hizo toda esa gente que cambió el cine de nuestro país”.

- En el documental se destaca que Zaragoza es una ciudad muy cinéfila.

“Siempre se ha dicho de Zaragoza pero no sé por qué. Mucha gente dice que es por el territorio: árido. Y por la forma de ser, se habla de nuestra cabezonería y cabezonería es lo que se necesita para hacer cine. Tienes que ser cabezón y muy constante. Otra de las características que tenemos los aragoneses es la de arriesgar. En mi caso arriesgar para sacar adelante las producciones”.

- Tras rodar el documental, ¿qué opinión tiene ahora de José Luis Borau?

“Ha tenido muchos altibajos. En los personal me di cuenta que es como el protagonista de La vida es bella, un personaje en el que encuentras muchas alegrías y tristezas aunque creo que Borau encontró el sentido de su vida en el cine y, al no tener un plan B, las alegrías fueron grandes pero las caídas igual de profundas. Para Borau lo primero era el cine y el resto le resultaba secundario. No tuvo pareja ni familia. Tuvo amigos, sí, pero su vida fue cine, cine y cine. Viendo sus películas y releyendo libros y artículos escritos sobre él me di cuenta que al ser una persona tan inteligente quiso ponerlo todo en sus historias por esos sus películas tienen tantas capas y por eso cuando las ves otra vez descubres otras capas. Para ver el cine de Borau hace falta poner mucho de ti mismo”.

- ¿Qué películas escogería de su filmografía?

Furtivos y El ángel exterminador de Luis Buñuel fueron películas que vi sin saber lo que estaba viendo y no pude quitar mi vista de la televisión. Y no era por la narrativa sino por unas imágenes en la que los protagonistas se comportaban de manera tan diferente. Y quedé atrapado. Entre mis películas favoritas de Borau están Furtivos y Río abajo, en la que aborda la frontera, que es un tema que me interesa mucho como lo trata en esta película. Una película en la que no quedan bien los norteamericanos y que casi no termina por problemas económicos pero cuando la ves no te imaginas el calvario que atravesó para rodarla”.

- ¿Y Leo?

Leo me parece un cierre perfecto para su carera como cineasta. Borau le daba mucha importancia poner en su lugar a la sociedad y eso es lo que hace en Leo, la vida en el extrarradio, la inmigración. Furtivos, Río abajo y Leo son las tres películas que más me han influenciado de Borau”.

- Y al margen del cineasta, ¿cómo valoraría la gestión de Borau entre 1994 y 1998 al frente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (AACCE)?

“José Luis Borau estuvo en muchas academias y en muchas de ellas ocupó cargos en sus juntas directivas. Formó parte de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE); de la Real Academia Española; de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando… Su trabajo como presidente de la Academia de Cine es elogiado por la mayoría. Basta recordar que bajo su mandato se invitó a la gente joven a ingresar en la Academia y se preocupó por buscarle un espacio físico, lo que creó unión entre los profesionales del cine español. Borau fue una persona que conocía a todo el mundo, por lo que abrió puertas al mismo tiempo que asumía el perfil perfecto de presidente de esta institución. Algo parecido a lo que está haciendo Fernando Méndez-Leite, que fue por cierto gran amigo de Borau”.

- ¿Por qué se ha especializado en el cine documental?

“Mi primera película, El encamado, es de ficción aunque fue rodada como un falso documental. El documental siempre ha estado en mi y de alguna manera me pasó un poco como a Borau porque no quería esperar cinco o seis años a que un productor respaldase uno de mis proyectos porque lo que yo quería era rodar y no podía esperar tanto tiempo a que me financiasen la película. El documental es una manera de contar historias. He realizado cortometrajes de ficción y soy montador de películas de otros directores pero encontré en el documental el sentido de mis obras artísticas. Es decir, que me siento muy realizado practicando este género, y muy libre también porque son producciones que controlo desde mi propia productora, lo que me da la oportunidad de contar las historias que quiero contar. No sigo las modas”.

- ¿Y qué historias son las que le gusta contar?

“Todas aquellas que están centradas en la cultura, que es donde creo que puedo contarlas mejor”.

- ¿De dónde le vienen las ideas?

“En un 75 por ciento las busco yo pero en un 25 me llegan. Pero sobre todo soy yo el que busca la historia. Lo que más me gusta, como ya te dije, es montar documentales sobre cultura, en especial los que están vinculados a la música”.

- Tengo la impresión que no es un género fácil de vender.

“Es complicado de explicar porque con las plataformas da la sensación que el panorama es bueno pero sin embargo es todo lo contrario, ya que cuentan con muchos documentales, sí, pero que esos documentales sean españoles hay uno o dos al año porque el resto no se compran. No se compran documentales españoles y eso que como género se extiende cada vez más en el cine español, pero siguen siendo muy complicados de vender”.

- Usted nace en Granada pero ha pasado la mayor parte de su vida en Zaragoza, una ciudad con una fortísima vinculación al cine. ¿Cómo se convierte en cineasta un chiquillo de provincias?

“Me pasó un poco como a Borau, aunque en mi caso comencé a través de la música, con la que sentía que me pasaba algo, una emoción que no sentía con otras cosas. Estudié Ciencias de la Comunicación y más tarde realización, y fue ahí donde me di cuenta que si quería levantar mi primera película de ficción tenía que esperar como mínimo unos seis años para rodarla cuando mi necesidad era la de contar historias y hacerlas inmediatamente. Creo que si me hubiera quedado en Granada me hubiera pasado lo mismo”.

- En la actualidad vive en Zaragoza.

“Vivo entre Zaragoza y Madrid. La productora la llevamos mi hermana y yo”.

- Parece que son buenos tiempos para el cine aragonés. De hecho, arrasaron en la última edición de los premios Goya.

“Está pasando un poco lo mismo con la televisión autonómica, que es de las que, a pesar que tiene menos presupuesto, es de las más vistas de España. El triunfo del cine aragonés en los Goya, recibió 24 nominaciones este año, se debe a la cabezonería que antes te contaba. Y al talento, por supuesto. Algo parecido pasa con la música”.

- ¿Le gustaría llevar al cine la vida de otros cineastas españoles?

“Son muchos aunque el que más me gustaría, y si me metí en esto del cine fue por él, es rodar uno sobre Luis Buñuel, pero claro, se han hecho tantos documentales y como es un personaje al que respeto tanto –a mi me parece el mejor director de la historia– ese respeto me paraliza. Es un reto muy grande, pero es un reto que tengo que hacer. No sé cuándo ni cómo pero no puedo morirme sin hacer un documental sobre Luis Buñuel. Un documental que tendría que ser algo muy diferente a lo antes visto y creo que lo haré. Lo mismo me ocurrió con Lorca, de quien rodé hace dos años un documental junto a Carmelo Gómez titulado De Lorca a Lorca, que fue algo que tenía en mente desde hacía mucho tiempo hasta que pude hacerlo. Tanto, que fluyó de manera natural”.

- En sus películas ¿Aragón tiene presencia? ¿Y en el de Borau, aparece Aragón en el cine que rodó?

“En el caso de José Luis Borau puede que incluso con elementos más claros que en mi filmografía. En Tata mía, Imperio Argentina canta una jota aragonesa y cuando Borau habla de la infancia, Aragón es inseparable en su cine. Titula Tata mía porque tuvo una tata que le cuidaba cuando era muy joven y hay una cajita en Furtivos que muestra Alicia Sánchez, que era la misma cajita que tuvo Borau en su infancia. En mi caso al hacer documentales cuesta más introducir esos elementos porque no dependen tanto de la historia que quieres contar sino de los personajes que escoges, pero es en esos personajes que escojo donde se encuentra mi relación con Aragón. Pasó con Marcelino, el mejor payaso del mundo, en la que cuento la vida de este payaso nacido en Jaca, y en Juego de espías, que se desarrolla en el paso fronterizo de la Estación Internacional de Canfranc (Huesca). También he rodado un documental sobre Goya, Goya Siglo XXI, porque es un artista cuyas pinturas me han influenciado mucho y del que veo reflejadas sobre todo sus pinturas negras en Furtivos pero es una opinión muy personal”.

- ¿Y tras Borau y el cine?

“Estoy en proceso de rodar un documental sobre una banda de rock aragonesa, Sick Brains (Cerebros enfermos), que es muy poco conocida y que me sirve para contar una historia de gente con mucho talento pero que por lo que sea no acabó de triunfar y he comenzado a preparar con mi hermana una película sobre el hallazgo de una necrópolis del siglo XI aparecida en Zaragoza hace un año y medio”

ALFREDO KRAUS

Kraus, el último romántico (2024) es una película que Germán Roda recuerda con mucho cariño ya que además de invitarlo a entrar en el mundo de la ópera le hizo descubrir al tenor grancanario Alfredo Kraus, un hombre que no se parece en nada al que le habían vendido, dice. “Me había llegado, imagino que como a todo el mundo, que se trataba de una persona fría a la que no le gustaba hablar y que como cantante era muy técnico pero me puse a investigar y descubrí un personaje que era todo lo contrario”. El tenor no interpretaba cualquier obra sino que apostó por hacer las que él sabía que iban a salirle bien. “Sus sentimientos y emociones eran muy importantes, tanto, que supo transmitirlo para emocionar al público”, concluye.

Saludos, hermanos y hermanas, desde este lado del ordenador