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Réquiem por el Cine Víctor

Viernes, Febrero 7th, 2025

Se nos van estos días Manuel Ojeda, galerista, y Pepe Abad, escultor tinerfeño. Uno lee en los papeles obituarios sentidos y otros no tanto. Este y no otro es el signo de los tiempos. Lo que me resulta hartamente curioso es que los que no están escritos con sentimiento son los primeros que afirman que conocían de toda la vida al galerista y al artista… Noto el sabor amargo de la falsedad en la boca. Un regustito desagradable mientras que al mismo tiempo me asalta la idea de acabar con todo de una vez. A medida que uno cumple años si se da cuenta de una cosa es que el tiempo se le escabulle, con una facilidad que pasma, de entre los dedos. Hoy es invierno y mañana, ya, verano…

La ciudad en la que vivo y en la que nací cambia también a una velocidad que si no es la misma, casi, aunque las obras municipales parezcan que se anclan en algún lugar del tiempo. El caso es que el estanco Conchita ya no está frente al kiosco de La Paz sino en la rambla de Pulido, casi haciendo esquina con el cine Víctor. Ay, mi cine Víctor, mira que di la cara por él hace eones, cuando el Cabildo se desprendió de él como quien se desprende de una cucaracha asustada que se le ha subido al hombro. Claro que en aquellos días, que ahora recuerdo fríos y no sé la razón, quien llevaba los destinos de Cultura en esa santa casa era Cristóbal de la Rosa, que ocupa estos días tras años de silencio un nuevo cargo público que parece diseñado para él, la misteriosa dirección general de Innovación Cultural e Industrias Creativas (¿?) del Gobierno regional, que en lo que lleva de existencia no ha hecho, lo que se dice, nada de nada aunque alguno se empeñe en celebrar éxitos del cine canario donde no hay éxito y mucho menos cine canario…

Se decía que entonces hacía que maniobraba la gestión cultural del Cabildo tinerfeño el tal Cristóbal, que escondió aquellos días la cabeza y animó a un par de periodistas por llamarlos de alguna forma a respaldar el abandono del único cine de pantalla única que quedaba entonces y ahora en la isla de Tenerife y si me apuran de todo este archipiélago lleno de desgraciados.

Y se cerró, pese a la protesta de unos pocos que fuimos poco a poco convirtiéndonos en unos muchos al grito de NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR

Si no es por Eladio Fraga, empresario de cine en la isla, lo más probable es que el Víctor hubiera terminado por convertirse en un supermercado. Por fortuna no fue así aunque ahora sospeche, tras lo que parece ser su cierre definitivo, que será así, pero es una pena, y me invade la congoja que la capital tinerfeña, y la isla y este archipiélago de canallas pierda la oportunidad de contar con un cine de los de antes que además de ser de los de antes era un palacio por dentro, obra y gracia del arquitecto José Enrique Marrero Regalado.

El caso es que Eladio tira la toalla. Y cierra el Víctor y, presumiblemente, haga lo mismo un día de estos con los Price Prime y otros que gestiona en varios puntos de la isla. La crisis del cine es una realidad, dicen los agoreros, y empiezo a pensar que es verdad cuando constato el cierre del Víctor, que con sus puertas ahora cerradas a cal y canto me hace recordar la de cine que tuvimos en esta ciudad, luego la de multicines y cuando aparecieron los vídeo club como se frenó aquel entusiasmo por ver películas rodeado de desconocidos en una sala a oscura. En el Víctor, por cierto, mientras se desplegaba un cortinón para dejar paso a la pantalla donde se estamparía la luz del proyector para comenzar a revelarnos los sueños…

Malos tiempos para las salas de cine. Y más allá del efecto devastador que han hecho las plataformas, qué pena que como pasa siempre no contemos con políticos que estén a la altura de las circunstancias sino con un ejército de mediocres que lo único que procura es mantenerse en el cargo para cobrar el sueldazo. Pero es lo que nos ha tocado lidiar.

¿Una historia del Víctor? Búsquenla en la red de redes. Me niego a contar cómo nació y cómo terminó formando parte del paisaje de la plaza de La Paz. Una seña de identidad que ahora se desintegra con su desaparición definitiva, me temo. Así que de este cine solo puedo contar el estrecho vínculo que forjé desde que tengo uso de razón y el recuerdo de un puñado de películas que allí vi hace tanto tiempo que ahora se confunden en mi memoria: Forajidos de leyenda, por la película en sí y por evocar cómo mi padre obligó al severo portero (*) que custodiaba la puerta a dejarme entrar; Supermán, la original, la que lo puso todo patas arriba y otras tantas y tantas que, como dije, aparecen y desaparecen de mi cabeza como centellas enloquecidas.

Cierra el cine Víctor y no sé qué será de él. Quizá el cada día menos espabilado consejero de Cultura del Cabildo de Tenerife, José Carlos Acha, podría pensar algo, aunque me consta que en esto de pensar la cosa resulte bastante difícil, sobre todo si los que lo rodean son funcionarios/as que no quieren que nadie altere una manera de trabajar que les haga recordar que, efectivamente, tienen que ponerse a trabajar… Pero olvidemos esta posibilidad, uno los conoce y uno hace tiempo que dejó de confiar en estos profesionales aficionados a mirar hacia otra parte.

No recuerdo cuando fue la última vez que me metí en el Víctor. ¿Sería con Napoleón, ese atractivo espanto que dirige Ridley Scott? Me resulta muy triste tener que escribir estas líneas apresuradas pero entiéndame, con el cierre del cine y tal y como dice la canción, algo se me ha perdido en el alma.

Y con tantas ya, con tantas y demasiadas ausencias, esto, amigo, no tiene vuelta atrás.

(*) El cine Víctor se caracterizó en mis años mozos por ser prácticamente infranqueable cuando la película era para mayores de 18 años y gran parte de la culpa la tiene aquel portero que cumplía su trabajo, no dejar entrar a la pibada para ver películas de mayores de 18 años que entonces, ay, inocente niñez, me parecía una edad de viejos.

Saludos, NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR, desde este lado del ordenador

Siete novedades literarias con acento canario

Jueves, Febrero 6th, 2025

Este 2025 que recién ha comenzado (parece que fue ayer sería la frase manida que por una vez se ajusta como un guante a lo que quiere decir) viene fuerte en cuanto a la aparición de publicaciones de autores/as nacidos o residentes en estas islas a la deriva en el Atlántico. En este paquete hay de todo, y dentro de ese todo, un poco que puede llamar la atención del lector despistado o del que muestra algo de interés en cuanto a lo que está apareciendo narrativamente con cierto acento de aquí.

Esta selección de títulos y nombres solo pretende, en este sentido, ser orientativa, pero quiere ser también una llamada de atención para los que pergeñan (eso dicen, la verdad) las políticas canarias en torno al libro. Por un lado, el Gobierno regional que no sabe lo qué hacer con este sector salvo dar palos de ciego con la esperanza de reventar la piñata o el Cabildo de Tenerife, que en vez de mirar (e imitar ya que sus técnicos carecer de ideas) el trabajo que está haciendo Cabildo de Gran Canaria en esta área, se pierde ahora en la confusa selva de lo digital y subvenciona estudios sobre el libro y lo que lo rodea en Tenerife que no sirven para nada salvo para dar un óbolo a las señoras/es de todos conocidos. Y desde esta atalaya y que conste en acta, sabemos muy bien lo que hablamos. Tanto, que no descartamos sacar más adelante un trabajo sobre esta investigación que es sinónimo de tirar el dinero, algo a lo que se está acostumbrando el Cabildo Insular de Tenerife, y en concreto en el área de Cultura donde además de organizar exposiciones año tras año dedicadas al pobre de Óscar Domínguez (lo de pobre se escribe porque ya no saben qué inventar para que su nombre esté ahí aunque no esté); respaldar conferencias con gente a los que se conoce en su casa, poco o nada más hace. Salvo, eso sí, inundar las redes sociales con imágenes del actual consejero allí donde lo llamen. Lo mismo da que una exposición dedicada al uso del papel higiénico del ya mentado Óscar, a presidir un jurado de juegos florales en un municipio del Tenerife más profundo. De paso, alguien se saca de la manga las orientaciones de un Observatorio de la Cultura que conocen los cuatro que forman parte de esta banda, y aquí todos contentos.

En fin, pero no era de eso de lo que se quería informar sino de la aparición de novelas escritas por paisanos de las islas en editoriales del país canario que habitamos o las que se encuentran en territorio peninsular… Aquí va una pequeña muestra y, como siempre, que nos disculpen los que no aparecen pero si no tenemos noticias de las obras no podemos hacernos eco de su, esperamos, larga vida en bibliotecas y librerías.

La mitad de un Credo (Alrevés), de Emilio González Déniz. Esta pequeña editorial barcelonesa, especializada en novelas negras que se desarrollan en distintos puntos de España y que sigue siendo en la actualidad la editorial peninsular que más autores canarios tiene en su catálogo (Alexis Ravelo, Carmen J. Nieto y ahora Emilio González Déniz) recupera un título publicado por su autor en 1989 y que está inspirado en la trágica vida de El Corredera, todo un personaje en la isla de Gran Canaria, pasto de leyendas por andar fugitivo en la postguerra mientras era perseguido por las autoridades franquistas.

Parabere (Siruela), Andrea Cabrera Kñallinsky y Aldo García Arias. Nacida en Argentina pero canaria de adopción, Cabrera Kñallinsky es coautora de una novela que está inspirada en la vida de un personaje real, María Mestayer de Echagüe, conocida con el pseudónimo de Marquesa de Parabe, y que hizo carrera y ocupó una importante posición de influencia en la España de la segunda mitad del XIX con su oficio pero sobre todo su olfato para la cocina.

Las tres muertes de Sara Colbert (Duomo Editorial), Arantxa Rufo.- Si hasta el día de ayer su autora era conocida por una serie de novelas autoeditadas por ella misma y que alcanzaron un relativo éxito, Rufo, Arantxa, ficha ahora por una editorial nacional con una historia que se desarrolla en otros ámbitos pero no sé si con otras voces a la que nos tenía acostumbrados.

El bebedor de coñac (Alba), José Luis Correa. Ha terminado por convertirse en una tradición que todo enero que empieza se publique una novela de José Luis Correa dedicada a su detective privado Ricardo Blanco. Correa, que no mira de medio lado al género, firma la novela número quince de una serie que debe ser de las más longevas en el mundillo literario español, y todo gracias a la chispa de un detective remolón al que le gusta comer como un marajá mientras se mueve como pez en el agua por las calles y plazas de la capital granacanaria.

El turista sin equipaje (Confluencias Editorial), Nicolás Melini. llega a librerías el 24 de febrero y significa, a tenor de la sinopsis leída, una aproximación al género policíaco de un autor que siempre ha mirado de refilón lo de cultivar las literaturas de género porque, sabe usted, eso resulta demasiado fácil. El mismo Melini dice, en algún sitio, que se trata de un guion de una película que nunca se hizo y que podría haber protagonizado el actor argentino Federico Lupi.

El secreto de la salamandra dorada (Espasa), Luis Carlos Castañeda. El escritor comenzó a hacer carrera en el universo de las letras con dos novelas autoeditadas, una de ellas premio Amazon, por cierto, que lo colocaron en el mapa narrativo aunque este año da el salto a una editorial del prestigio y alcance nacional con El misterio de la salamandra dorada, que se pondrá en circulación el 19 de marzo del presente año.

A todos los que entran (Ediciones La Palma), Alejandro Krawietz. Aunque publicada el año pasado vamos a decir que su carrera comercial comienza este 2025 para mostrarnos el lado narrativo de un escritor que es más conocido por su poesía y algún ensayo. Con todo, no deja de sorprender la lectura (recién, aún sin finalizar) de este libro muy bien escrito aunque no sepa todavía qué cuenta o qué quiere contarnos su narrador.

Saludos, lo prometido es deuda, desde este lado del ordenador

Esteve Riambau: “No a la cinefilia endogámica y excluyente y sí al cine como vehículo de diálogo”

Miércoles, Febrero 5th, 2025

Esteve Riambau (Barcelona,1955) tuvo la enorme suerte de nacer en una familias que contaba con una gran biblioteca aunque era aficionada a otras artes antes que al cine. Su padre, explica, fue un buen traductor, y de él quizá proceda que en la actualidad sepa hablar varios idiomas, como el inglés,el francés y el italiano. Recuerda que muy joven organizó un cine club y que fue a partir de ahí cuando comenzó a conocer gente porque el cine “es un excelente medio de relación con la vida, con el mundo, con la historia y la literatura”.

Historiador, crítico y realizador cinematográfico así como doctor en Ciencias de la Comunicación y licenciado en Medicina y Cirugía, Riambau fue durante catorce años director de la Filmoteca de Cataluña, responsabilidad que dejó en junio del 2023. Es autor de varios estudios, como Orson Welles. El espectáculo sin límites, Orson Welles. Una España inmortal, Francis Ford Coppola y Guionistas en el cine español. Quimeras, picarescas y pluriempleo, por el que recibió el Premio Muñoz Suay de la Academia del Cine Español. Esteve Riambau impartió meses pasados en la capital tinerfeña la conferencia Conservar y difundir el Patrimonio Cinematográfico en el siglo XXI. Esta entrevista se desarrolló en la cafetería Strasse Park semanas antes de que cerrara definitivamente sus puertas.

- ¿Conservar y difundir el Patrimonio Cinematográfico en el siglo XXI. Filmotecas frente al dilema digital?

“Es una conferencia en la que planteo esa paradoja que se vive contemporáneamente desde la aparición del digital y los cambios tecnológicos que han provocado que lo que no está digitalizado no se ve. La película que proyectamos, Tren de sombras, es una película rodada en analógico en el año 1997 y al no haber proyectores de 35 mm se tiene que pasar la versión digitalizada. La paradoja es que hay películas estupendas muy bien conservadas pero que si no están digitalizadas no se pueden ver. Y en cambio el digital es un medio de conservación muy incierto, nadie sabe dónde vamos a terminar y es mucho más caro y efímero que lo analógico y esto sí que lo tenemos calculado. Pongo siempre el ejemplo de aquellos aparatos que se ponían en el lateral de los portátiles y que teníamos como en oro en paño por toda la documentación que guardaban y en estos momentos ya no hay sistema posible en ningún ordenador para reproducir esos discos. Lo único que se puede hacer es insertar toda la información profesional de las películas en un ordenador, hacer copias de seguridad, pagar las facturas informáticas que correspondan y cruzar los dedos. Estamos viviendo en una paradoja que los colegas norteamericanos del archivo de la Academia de Hollywood ya analizaron en un documento de referencia que se llama El dilema digital de 2005”.

- ¿Entonces lo digital no es una panacea como se pensaba?

“Es que no sé quién lo pensó, yo creo que el que lo pensó fue el que hizo negocio con ello pero desde el punto de vista de los archivos no es una panacea. Es decir, yo hice los cálculos y conversando con informáticos llegamos a la conclusión que si se digitalizara todo el archivo de la Filmoteca de Cataluña, que tiene unas 40.000 películas, ocuparía el 40% de la memoria informática de toda la Ciudad del Ter, incluidos hospitales, escuelas, justicia. Eso es una barbaridad y no solamente es inasumible desde el punto de vista económico, porque esto es caro, sino que es incierto desde el punto de vista de que ahora estamos digitalizando a 4K e igual pasado mañana vienen los americanos y dicen que si no es a 8K no sirve para nada. Entonces lo que se hace es digitalizar selectivamente aquellas películas importantes que están bien conservadas analógicamente, pero que si no las digitalizamos son invisibles”.

- ¿Se han planteado alternativas y otros sistemas más económicos?

“No, es decir, se han planteado evidentemente, pero no los hay. Sí hay una alternativa en estudio y se han hecho pruebas satisfactorias pero todavía es mucho más caro, suena a ciencia ficción, pero es así, y que consiste en almacenar fotogramas en moléculas de ADN. Esto lo ha hecho la Cinemateca Suiza y funciona. Hicieron la prueba con la llegada del tren a la estación de los hermanos Lumière pero claro, hoy por hoy parece de ciencia ficción. Hay que tener en cuenta que un largometraje digitalizado, es decir, el almacenamiento de un largometraje son de entre 4 y 6 Terabyte. Hemos calculado el coste de la preservación digital frente a la analógica y preservar la misma película en digital cuesta seis veces más que preservarla en analógico”.

- ¿Cómo?

“Yo hice los cálculos con el equipo y se lo comenté a la directora del Centro Nacional de Cinematografía francés, que me dijo que también lo había hecho aunque allí sale a 6 y a mí a 10 así que todos vamos en la misma dirección. En estos momentos, creo que estamos en una etapa claramente de transición. Llámame pesimista, pero pienso que en este periodo se van a perder películas porque es inevitable que filmes que están preservados en un ordenador sufran algún tipo de accidente informático que los perjudique y esto suponiendo que estén bien conservadas las películas. Por ejemplo, en Cataluña y también en Filmoteca española hay en estos momentos un depósito obligatorio, es decir, cualquier película que tiene subvención pública tiene la obligación de depositar, no una copia, sino los materiales de preservación de cualquier producción española en una de las dos filmoteca públicas, la de Cataluña y la nacional, para garantizar la preservación de estos materiales”.

- De 2010 a 2023 fue director de la Filmoteca de Cataluña, ¿qué recuerdos tiene de aquella etapa?

“Me lo pasé muy bien y fue un reto muy importante. Yo gané un concurso internacional y el reto comenzaba por inaugurar las dos nuevas sedes, una pública en el barrio del Raval, con dos salas, exposiciones y demás, y también un nuevo centro de conservación con toda la instalación para la preservación analógica y digital. Y a partir de aquí vivimos momentos extraordinarios ya que organizamos el Congreso Mundial de Filmotecas en 2013 donde pasaron una galería de cineastas internacionales de primerísima división, y hemos intervenido, exportado y programado nuestros materiales en muchas cinematecas como el MoMA de Nueva York, en la Universidad de California, en la Cinemateca de México… La difusión internacional fue muy importante”.

- ¿Y algunas espinas clavadas durante ese itinerario?

“Espinas, básicamente tengo una, y fue justamente no poder salvar, no poder rescatar el último laboratorio analógico que quedaba en España, un laboratorio privado, que estaba en Barcelona y que tenía maquinaria y personal. El proyecto era absorber este dispositivo para poder seguir operando químicamente con el material analógico, y esto en aquellos momentos, hace siete u ocho años, los políticos no lo entendieron. O entendieron que era una cosa del pasado pero sin entender que la verdadera preservación es el formato analógico y no el digital”.

- Leí en una entrevista que nunca se sintió un cinéfilo.

“Creo que se me malinterpretó. Cuando digo que no soy nada cinéfilo lo que estoy diciendo es que para mí el cine tiene unas perspectivas mucho más amplias que las estrictamente cinematográficas. En lo que estoy en contra es de la cinefilia endogámica. Es decir, el típico cinéfilo que sólo habla de cine, sólo ve películas pero no lee libros, no lee la prensa, no tiene ni idea de pintura, no sabe lo que está pasando en el mundo. Entonces, yo lo que estoy es colocando el cine justamente como vehículo de interlocución de todos estos elementos. Esto es lo que yo quería decir y es lo que pienso y es lo que he hecho programando la Filmoteca de Cataluña donde hubo claramente una línea de clásicos de la historia del cine pero también una línea de diálogo con todos los equipamientos artísticos de Cataluña. Con el Museo Nacional de Arte, con el Liceo, con el Museo de Arte Contemporáneo, es decir, buscando siempre esa interlocución. Lo que quería decir es no a la cinefilia endogámica y excluyente y sí al cine como vehículo de diálogo y de transversalidad”.

- Ha ejercido la crítica cinematográfica y es autor de varios libros de cine. Muchos piensan que ya no se hace una crítica solvente intelectualmente así que ¿hacia dónde cree que va la crítica de cine en España?

“La verdad es que no lo sé muy bien y la verdad es que yo he vivido muy tranquilo fuera de esta inmediatez de la crítica entendida como un pulgar hacia arriba o un pulgar hacia abajo. Es decir, yo trabajé como crítico mayoritariamente en revistas especializadas y mis críticas siempre eran análisis razonados, es decir, no solamente me gusta o no me gusta sino que explicaba el porqué. El porqué y el análisis y demás. Entonces, yo siempre me he sentido más historiador que crítico y me siento más cómodo en el formato grande de un libro o un artículo largo que con una crítica corta. Yo hice unos cuantos años críticas en Fotogramas y las críticas tenían 30 líneas y no te podías pasar, ya sabes cómo van estas cosas, y a veces te sentías un poco incómodo, es decir, según qué películas. Ahora, con el gran zoco de las redes sociales y donde todo el mundo se cree con derecho a opinar y para decir barbaridades estamos mezclando las cosas. Esto es lo que dijo François Truffaut en su momento, que en este mundo todo el mundo tiene dos profesiones, la suya y la de crítico de cine y esto es cada vez más así. Recientemente tuvimos un ejemplo clarísimo con el estreno de Megalopolis, la última película de Coppola, de la que se han dicho auténticas sandeces. Yo tengo un libro sobre Coppola, he ido siguiendo el proceso de Megalopolis durante muchos años y he visto la película dos veces, así que te gustará más o menos. Estarás más o menos de acuerdo, será más o menos disparatada pero allí hay un poso, un calado de elementos cinematográficos, literarios, históricos, pictóricos, arquitectónicos, etcétera que no te lo puedes ventilar con cuatro frases de me gusta o no me gusta, me lo he pasado bien o me he aburrido, lo que me parece terriblemente no ya injusto sino fuera de lugar y a mí esto no me interesa, y si esto es la cinefilia no soy un cinéfilo. Si hablamos, hablamos en serio porque hay películas que merecen que se hablen de ellas”.



- ¿Sigue yendo al cine?

“Sí, por supuesto”.

- ¿Y le sorprende lo que ve?

“Hay cosas muy interesantes y otras que son mucho más superficiales, mucho más efímeras, pero durante los catorce años que dirigí la Filmoteca, el lunes, que era el día que cerrábamos al público, yo sistemáticamente me iba a un cine comercial a ver alguna película de estreno, justamente para estar al día. No me siento con la presión de verlo todo, pero sí creo que al final de año he visto aquellas películas que tienen un cierto peso y que se tienen que haber visto para estar un poco en la onda y al día”.

- ¿Todavía mantiene las esperanzas?

“Absolutamente”.

- ¿No cree que estamos asistiendo no sé si a la muerte pero sí a la agonía del cine con la aparición de las plataformas?

“Aquí hay dos cosas. Una es la forma de ver el cine. Y ahí las Filmotecas, y esto lo he repetido desde el primer día que llegué a la Filmoteca de Cataluña, las Filmotecas no solamente preservan las películas sino que están preservando la forma en la que el cine se vio durante el siglo XX cuando fue el espectáculo más popular con mucha diferencia del siglo XX, sobre todo en la segunda mitad. Y por lo tanto, la ceremonia de la reunión colectiva de un grupo de personas dentro de una sala a oscuras para ver una película en las mejores condiciones posibles de proyección, versión original, etc., creo que es una experiencia que hay que conservar y las Filmotecas lo hacen. Hay cines que también lo hacen pero son espacios muy selectivos para verlo como se veía en su momento. Este es un asunto, y el otro es si el cine contemporáneo tiene el mismo interés que había tenido el cine anteriormente, como películas, como productos culturales”.

- ¿Y?

“Yo creo que el cine tiene unos orígenes muy plebeyos, viene de la barraca de feria. En los años 20, cuatro locos que hacían cine experimental consiguieron interesar a los surrealistas, a Picasso, a los vanguardistas, etc. Hubo un momento de gloria, absolutamente de gloria que fueron los años 60-70, con cineastas como Orson Welles, como Godard, como Bergman, como Fellini que se pusieron al mismo nivel que Gabriel García Márquez, que Stravinsky, que Kandinsky, que Picasso, y otras manifestaciones artísticas. El cine era un arte, o determinado cine era un arte. A partir de mediados de los 70 aparece el nuevo Hollywood, La guerras a las galaxias, los tiburones, etc., y se volvió a la barraca de feria. Y hoy estamos más cerca de la barraca de feria pero no sé si las otras artes también. Pero que el cine, en general, no tiene el mismo peso cultural que tuvo con esa generación irrepetible de los 60-70, es evidente. Lo que no quita, y no quiero ser apocalíptico, lo que no quita que, de vez en cuando, hayan películas absolutamente extraordinarias como por ejemplo La zona de interés que plantea el Holocausto de una manera absolutamente innovadora y en la que sales con la cabeza hecha una centrifugadora. Eso es una película. No hay muchas ahora pero todavía quedan. Lo que me hace mantener la esperanza de que el cine sigue siendo el cine y que aún se pueden hacer muy buenas películas”.

- ¿Y las salas de cine? ¿Confía en que sigan abiertas o están condenadas a desaparecer?

“Yo ya vi cómo se enterraba el cine por el centenario, y de esto hace ya 25 años. Decían que la televisión lo enterraba, luego el vídeo… Entierros del cine hay unos cuantos y siempre levanta la cabeza. El fenómeno que provoca ver una película en sus condiciones originales, en una sala… Yo viví una experiencia en la Filmoteca de Cataluña cuando invitamos a Béla Tarr y bueno, Béla Tarr no hace un cine precisamente fácil pero aquello fue una experiencia irrepetible ya que se ocuparon las 360 butacas y cuando exhibimos Satántangó un domingo, una película que dura siete horas y cuarenta minutos, todo estaba vendido y muchos espectadores, la mayoría jóvenes, se quedaron hasta el final de la proyección y Béla Tarr les dijo ‘la mayoría de ustedes no había nacido cuando hice la película, hace 25 años’ y esto no te lo da ninguna plataforma, ni ningún otro soporte. Hay que vivirlo y sentirlo”.

- Ha codirigido dos películas y creo que también tiene varios documentales y cortos.

“Bueno, yo codirigí dos largometrajes semidocumentales: La doble vida del faquir en 2005, y Máscaras en 2009 o 2010. Y después codirigí una serie de televisión sobre la historia del cine catalán. Y hace tres años dirigí un pequeño cortometraje con un tema familiar, personal”.

- ¿Y cómo fue la experiencia de ponerse detrás de las cámaras?

“Resultó muy interesante, primero porque fue descubrir un mundo que yo intuía y del que tenía referencias pero no lo había vivido en primera persona. Muchos compañeros de la crítica y del periodismo me preguntaron cómo podía valorar y cómo podía ver las películas después de haber dirigido. Y respondí que muy fácil ya que tras dirigir entiendes que las buenas películas son mucho mejores y las malas mucho peores. Ahora sé cómo se hace. Y ves enseguida lo que está bien y lo que no está bien”.

- ¿Cómo reaccionó a las críticas que los compañeros le hicieron a sus películas?

“Fue muy curioso ahora que lo preguntas porque no me lo había planteado. Algunas de las críticas reproducían exactamente el discurso que estaba en el dosier de prensa, sin ningún tipo de aportación personal así que salvo tres o cuatro críticas de gente muy concreta y con nombres y apellidos, no hubo nadie más que realmente aportara un punto de vista personal que es muy útil para iluminarte zonas de la película que intuías pero que no habías valorizado”.

- ¿Volvería a la dirección?

“Si encontrara un tema que me interesara como estos dos y se dieran las circunstancias favorables…. Pero ponerme ahora a buscar un productor para hacer cualquier cosa no”.

- Antes hablaba de cineastas como Godard, Orson Welles, Fellini, Bergman pero me llamó la atención que no me citara a clásicos como Renoir, Buñuel, Fritz Lang, Ford, Hitchcock, Hawks…

“Ya, pero yo estoy hablando del ese momento… En aquel momento Ford, Lang, Renoir estaban en el ocaso y en cambio estos otros estaban en plena madurez”.

- La pregunta de todas maneras era ¿cree que estos cineastas podrían hacer lo que hicieron tal y como está hoy el estado de las cosas? ¿Se les entendería?

“Hay películas con la misma complejidad, riqueza y capas, de esto no tengo ninguna duda. Por desgracia, en las secciones de los periódicos, no sé en el tuyo, hay una sección de Cultura y hay una sección de Espectáculo. Los libros están en la de Cultura y el cine en la de Espectáculo. ¿Por qué? Hay un prejuicio previo que le niega al cine su dimensión cultural. Lo cual es profundamente injusto”.

- Ha escrito libros sobre Coppola, Chaplin y Orson Welles, entre otros. Me imagino que los escribió porque sentía debilidad por la obra que han hecho estos cineastas. ¿Le quedó alguno que no pudiera escribir y del que ahora piense que aún está a tiempo de hacerlo?

“Algunos libros son propuestas mías y otros son encargos. Pero lo que nunca he escrito es un libro sobre un cineasta que se expresara en una lengua que no entiendo. Cuando me lo proponen, digo que no por ese miedo a que se me escapen cosas. Yo hablo francés, inglés e italiano y me siento muy cómodo con estos idiomas. A muchos de los cineastas los he conocido, los he entrevistado y algunos son muy buenos amigos o han sido muy buenos amigos porque ya no están. Pero meterme en un nuevo libro, por ejemplo dedicado a Wong Kar-wai no me atrevo. Y no me atrevo ante el miedo de no tener todos los elementos a mano”.

- ¿Cómo era Esteve Riambau como crítico?

“Era un crítico analista, yo siempre explicaba el por qué. Las que escribí para Dirigido por y Fotogramas se encuentran en digital en la Filmoteca de Cataluña y son de acceso público. Se pueden leer y se pueden compulsar y demás. Hay películas de las que no me acuerdo ni que las haya visto. Pero en su momento las vi y en su momento escribí sobre ellas y ahí está mi testimonio. Yo siempre jugué con la baza del razonamiento pero nunca con la del exabrupto o la descalificación arbitraria”.

- ¿Tienes algún género por el que sienta especial predilección?

“No me gusta el terror pero sí el fantástico. Los sustos, monstruos y puñaladas detrás de la puerta me incomodan y me hacen pasar un mal rato y no me interesan casi nada”.

- Tengo entendido que es médico.

“Ejercí la medicina durante diez años. En el primer curso de la carrera ya llevaba el cine club porque me gustaba el cine, y durante quince años fui algo así como el doctor Jekyll y el señor Hyde, por un lado por mi profesión, la medicina, y por el otro por el cine. Por circunstancias profesionales terminé colgando la bata blanca y me dediqué al cine pero sigo teniendo amigos médicos y leo cosas de medicina”.

- En su caso, triunfó el señor Hyde.

“Como pasa siempre, solo que en esta ocasión el señor Hyde era el bueno”.

¿COMPRAR REVISTAS DE CINE?

Esteve Riambau no ha perdido la afición por comprar revistas de cine aunque confiesa que ya “no le caben más papeles en casa”. Cuando fue director de la Filmoteca de Cataluña solía bajar a la biblioteca para ponerse al día aunque en la actualidad ya no se gasta tanto dinero en este tipo de publicaciones aunque ocasionalmente sí que lo hace con la adquisición de algún libro, especialmente, resalta, los que recogen fuentes primarias como son las autobiografías y las reflexiones personales de los agentes que participan en la industria del cine. En estos momentos, dice, se encuentra leyendo las memorias de Costa Gavras, un cineasta que conoce bien y sobre el que ha escrito.

Saludos, funde a negro, desde este lado del ordenador

Escuchar la sombra, un ensayo documental que firma el cineasta tinerfeño Miguel G. Morales

Martes, Febrero 4th, 2025

Titulo Principal: Escuchar la sombra / Dirección: Miguel G. Morales / Nacionalidad: España / Duración: 29 min. / Guion: Atilio Caballero / Dirección de fotografía: Miguel G. Morales / Música: Fajardo.

Antes de que comience esta experiencia sensorial, este documento extremadamente personal sobre un momento de la Historia de España y la de Cuba, se sobreimpone en la pantalla la siguiente frase:

“Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”.

La firma Emma Goldman, y viene a cuento de lo que como espectadores veremos a continuación. Un desfile de imágenes y un puñado de testimonios que forman parte de un ensayo fílmico que no va a dejar indiferente a nadie. Esa y no otra debe ser la estrategia de su director, el tinerfeño Miguel G. Morales, que se sirve de un guion escrito por Atilio Caballero que, como la serie de imágenes que desfilan en pantalla, construyen una película que fascina a ratos. Y que también enseña el probado valor de una generación que fue capaz de abandonarlo todo para luchar en otra tierra donde la gente hablaba la misma lengua solo que con otro acento.

Escuchar la sombra se llama esta apuesta cinematográfica que, reiteramos, va un poco más allá de recuperar la memoria de los cubanos y cubanas que vinieron a España para defenderla del fascismo durante la Guerra Civil. Se trata así de un trabajo muy personal sobre aquellos hombres y mujeres pero también de una reflexión sobre un tiempo en el que casi todo no estaba tan confuso ni mezclado como ahora.

No se debe entender por eso Escuchar la sombra como un documental histórico, sino como una interpretación de unos hechos ante los que cae rendido su autor. Además, se trata de un homenaje extremadamente emocionado a un país, Cuba, que fue capaz de ceder algunos de sus hijos –treinta años después de haber dejado de ser colonia de España– para que marcharan a la madre patria con el fin de salvarla de la oscuridad.

Escuchar la sombra cuenta con entrevista a cubanos que vinieron a combatir a España. Testimonios que Miguel G. Morales extrae de España en el corazón (Belkis Vega, 1991), pero también mezcla imágenes de la Guerra española, y grabaciones de algunos de los protagonistas de aquellos días como la comunista Dolores Ibárruri, La Pasionaria, y la anarquista Federica Montseny. Más que información, lo que muestra el documental son chispazos de momentos muy intensos en una película que no pretende contar lo que pasó sino mostrar lo desprendido y solidario que fue una generación irrepetible.

El documento, el ensayo fílmico, no se trata de propaganda, aunque más de uno querrá sacar esa lectura, sino de una interpretación de unos días cuajados de gloria, también de mucha miseria, a través de unos cubanos que cruzaron el Atlántico para implicarse en la defensa de una causa en la que muchos de ellos encontraron la muerte. Este es el caso del periodista Pablo de la Torriente Brau, a quien el poeta Miguel Hernández le dedicó la Elegía segunda, y que dice: “em>Pablo de la Torriente / has quedado en España / y en mi alma caído”.

Pero Escuchar la sombra no solo enseña que hubo cubanos que vinieron a España para defenderla con las armas sino también con la palabra, como fue el caso de los que asistieron al II Congreso de Escritores Antifascistas celebrado en Valencia en julio de 1937 y que contó con la presencia de Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Juan Marinelo y Félix Pita. También visitaron esa España dividida y en guerra artistas como Wilfredo Lam y Julio Cueva, entre otros.

El documental resume muy bien aquella gesta, y resalta lo que pudo ser a través de unos combatientes y unos artistas que representaron lo más noble de su país.

La pieza se ve bien, y si se tiene suficiente información sobre aquel tiempo y de los cubanos que estuvieron en España, se convierte en una gozosa experiencia sensorial más que intelectual. Miguel G. Morales juega muy bien con sus cartas, y, lo que es mejor, conoce las reglas y no hace trampas. El filme presenta así una sucesión de imágenes que más que en la guerra, se detiene en el rostro de los combatientes y en las milicianas que marcharon al frente.

Hay algo extraño, que raya lo heroico, en esas fotografías o películas en las que mujeres de edades diversas comparten la trinchera y el rancho con hombres que, como ellas, están en el frente para detener la avalancha del ejército rebelde. La mujer cobra en este documento un protagonismo muy especial, y a través de ella se revela cómo estaban cambiando los tiempos, cambios que por desgracias se terminaron con el triunfo del ejército golpista en 1939.

Resulta difícil encasillar Escuchar la sombra ya que no se trata de un documental al uso sino más bien y como se dijo con anterioridad de un ensayo sobre un determinado acontecimiento histórico. Entre los pocos inconvenientes que le encuentro a la película es que está destinada a espectadores con cierta información sobre aquel tiempo y sobre aquella gente que dejó el sol del Caribe para sumergirse en una España congelada por una guerra, y en la que muchos cubanos, como alguien comenta en el filme, perdieron su vida en una nieve que hasta ese día desconocían. Con todo, y pese a que no se esté informado, Escuchar la sombra genera una emoción que va en aumento y que termina casi como un redoble de tambor con un grito: ¡viva el pueblo de Cuba! Que a mi, al menos, me erizó la piel porque, efectivamente, viva un pueblo que fue capaz de tan generoso acto, de entregar a otro país lo mejor de una generación que si por algo se caracterizó fue por su generoso desprendimiento y ahora, y gracias a este interesante experimento visual, esa sombra, esas sombras, tienen por fin voz. Ya es hora de escucharlas y aprender de ellas.

Saludos, la vimos, desde este lado del ordenador

Muerto el viejo se acabó la rabia, una novela de Guillermo Alemán

Viernes, Enero 31st, 2025

“Nunca había matado a nadie. Y supongo que te sorprenderá que esté así, tranquilo. A mí también. No lo sé, puede que el hecho de que fuese en defensa propia, él o yo, me nuble la percepción de todo lo que me enseñaron: no matarás. Pero aquí estoy, sin nada que me distraiga de mi imagen frente al espejo, sin un pensamiento ni un sueño”.

Muerto el viejo se acabó la rabia.- Guillermo Alemán, Fatiga Books, 2024)

Muerto el viejo se acabó la rabia
se publicó a finales del año pasado así que inicia en 2025 su verdadero recorrido. Un recorrido que espero obtenga la respuesta que se merece su autor, Guillermo Alemán, ya que se aprecia en esta novela cómo ha ido evolucionando el estilo y las formas como escritor, apenas en ciernes cuando puso en circulación El fantasma del viejo arlequín, más consolidado tras Paté de Foie, un relato negro criminal; la fantástica LaLa Z, en la que mezclaba con notables resultados la novela policíaca con la de terror para armar una explosiva parodia de nosotros mismos que discurre entre una La Laguna y un Santa Cruz al borde del colapso y en un escenario a lo fin del mundo y ahora Muerto el viejo se acabó la rabia, que se trata de una novela negra, muy negra y criminal, narrada con una sencillez que desarma y en la que sobrevuela –ya lo dice sin decirlo desde la cita que encabeza la novela– la literatura de Jim Thompson, un escritor forjado en colecciones de novelas de kiosco y uno de los indiscutibles maestros del género. Y cuando se escribe maestro, se refiere a la influencia que despliega todavía su obra en muchos escritores y escritoras.

En este aspecto, que la novela de Guillermo Alemán evoque las entendederas literarias de Thompson suman más que restan porque si algo recoge del espíritu del autor de El asesino dentro de mi es la mirada que tiene de su alrededor y de sí mismo el protagonista de la novela, Moisés, Moi para amigos y enemigos. Un tipo que vive tirado en la calle y que se gana la vida, cuando se la gana, gracias a los trabajillos que le encarga El Viejo, un personaje turbio, el mandamás de esta especie de corte de los milagros en la que se hace toda clase de negocios en una ciudad que nunca se reconoce pero en la que transita un tranvía y tiene auditorio.

Moi, que tiene serios problemas con el alcohol y el tabaco, sale ileso de un intento de asesinato en el que no tenía que salir ileso sino muerto y emprende una investigación para descubrir quién demonios quiso enviarlo al otro barrio sin preguntarle. De paso, iremos conociendo un poco el universo en el que se mueve, aunque Guillermo Alemán no da suficiente pistas, deja al lector que llene los huecos necesarios para que se haga una idea –si así lo precisa– de la geografía urbana en la que se mueve, y que en mi imaginario recreo nocturna porque pese al tono guasón con el que está escrita, con la ironía con la que Moi nos va contando la historia, Muerto el viejo se acabó la rabia es una novela muy amarga.

Moisés, Moi, resulta en este sentido un antihéroe que no se arrepiente de serlo. De hecho, incluso cuando lo vemos en lo más bajo (se mea en los pantalones, no deja de fumar y beber porque huye de algo, yo diría que de sí mismo) no es autocomplaciente sino todo lo contrario.
La credibilidad del personaje se da porque su creador no se regodea en la descripción de su caída, y es que según parece a Moi ya no le sorprende casi nada.

Por el camino se irá encontrando con personajes de toda condición, algunos tan fascinantes como El Gitano, y otros que casi pertenecen a otro universo como son las mujeres, en la novela bellísimas pero inalcanzables. También personajes a los que no le tiemblan el pulso.
Bajo el disfraz de la novela negra y criminal, Guillermo Alemán se sirve del género para hablar de otras cosas. Y entre esas cosas una que me parece fundamental como es la muerte del padre. O más que del padre, de algo así como de un guía. Si leen el libro lo entenderán. Como se dijo, Moi no es un héroe sino todo lo contrario, que eclosiona en un final con sorpresa que para mi tiene indiscutible aliento poético.

La novela tiene también acento de rebelión. La rebelión de un don nadie para seguir siendo un don nadie que no entiende por qué quieren matarlo. Y todo esto y mucho más en una novela que no llega a las 150 páginas. Las suficientes para contar esto y más. Como el descenso y el ascenso sin vocación de redención de su protagonista.

La novela no está estructurada en capítulo sino en un monólogo interior que nos hace seguir al personaje hasta las últimas páginas. Se agradece que pese a terminar siendo un recadero del Viejo, haga risitas con su decadencia.

O que se tome con humor algo tan serio. Tiene mucho de nihilista, también de tener conciencia que camina por un mundo que da mucho asco, la verdad, aunque la clave de la novela sea la que ya nos anuncia en el título, que muerto el viejo se acabó la rabia.

Saludos, leamos, leamos, leamos, carajo, desde este lado del ordenador

La décima edición de Tenerife Noir recibe al legendario guionista y dibujante Frank Miller

Jueves, Enero 30th, 2025

El Festival Atlántico de Género Negro recibe a Frank Miller en la celebración de su décima edición. El célebre dibujante y guionista de cómics y cine norteamericano, que aporta un extraordinario legado artístico a la novela gráfica y al cine, estará presente en el Espacio Cultural CajaCanarias, en la plaza del Patriotismo de Santa Cruz de Tenerife, durante el primer fin de semana de la décima edición de Tenerife Noir, desde el viernes 21 de marzo al domingo 23. Miller estará en Tenerife acompañado por la directora del documental dedicado a su vida y a su obra, Silenn Thomas. Las entradas para asistir a los actos en el Espacio Cultural CajaCanarias ya están a la venta.

Las entradas para asistir al acto pueden adquirirse presencialmente en la taquilla de este espacio cultural y, por Internet, en el enlace de la pasarela de venta de tickets. La taquilla del Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife abre de martes a viernes de 8.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00, así como los sábados de 8 a 14 horas. Los domingos, lunes y festivos permanece cerrada. De esta manera, coincide con el horario de la apertura de la sala de exposiciones de este espacio cultural.

La agenda de Miller en Tenerife Noir incluye su participación en varias sesiones de firma de sus obras: el viernes 21 de marzo, de 18.00 a 18.45 horas, en la sala de conferencias del Espacio Cultural CajaCanarias. El sábado 22 de marzo, el programa prevé presentar la première en España de esta película documental. La proyección del documental Frank Miller: American Genius (2021/109’/ Frank Miller Ink /EE.UU.), de la directora Silenn Thomas; ambos, Miller y Thomas, participarán en el coloquio con el público tras la proyección. Será de 16.00 a 19.00 en el Auditorio del citado espacio; una vez concluida la sesión cinematográfica, de nuevo, de 20.00 a 20.45, Miller firmará obras suyas para el público. Finalmente, el domingo 23 de marzo, también en el Auditorio del Espacio Cultural CajaCanarias, se proyectará la película Sin City, seguida de coloquio y, posteriormente, media hora de firmas por parte del artista. Todas las sesiones de firmas de Miller serán numeradas y con un máximo de cómics firmados por persona.

El último día de Frank Miller en Tenerife Noir es el escogido por el equipo que organiza el festival decano del género negro en Canarias para entregarle su Premio Negra y Criminal, por su trayectoria. Consiste en un sombrero borsalino tan característico de los gánsteres que protagonizaron las películas del cine negro clásico. El nombre del galardón es un homenaje a la mítica librería fundada por Paco Camarasa en Barcelona, meca del género negro en España durante décadas.

Biografía y obras

Frank Miller es uno de los creadores más premiados e influyentes en el campo del entretenimiento global. El legendario autor comenzó su carrera en el cómic a finales de los años 70. Ganó notoriedad primero como dibujante y posteriormente como autor completo de Daredevil para Marvel Comics. Después llegó Ronin, seguido por el innovador Batman: The Dark Knight Returns y Batman: Year One este último con los dibujos David Mazzuchelli, con el que ya había colaborado en la obra maestra Daredevil: Born Again. Tras estos trabajos seminales, Miller cumplió un sueño de toda la vida al hacer una serie puramente noir, Sin City, que obtuvo un éxito instantáneo y generó dos películas de gran éxito que codirigió con Robert Rodriguez. La novela gráfica ganadora de múltiples premios de Miller, 300, también fue adaptada en una película de gran éxito por Zack Snyder. Miller fue incluido en el Salón de la Fama del Premio Will Eisner por sus contribuciones a la industria en 2015.

Silenn Thomas es directora y productora de cine y televisión, además de directora ejecutiva de Frank Miller Ink, productora fundada por el legendario creador de cómics. El documental es su ópera prima como directora. Thomas ya había trabajado con Miller como productora asociada en la adaptación cinematográfica de su obra 300. Thomas ha trabajado en diversas funciones con muchos cineastas de la industria: Luc Besson, George A. Romero, Kathleen Kennedy, Marc Canton, Mike Figgis y Robert Rodriguez, entre otros.

Las películas

En Frank Miller: American Genius, Silenn Thomas documenta el viaje personal de Miller, artista estadounidense sin igual, al explorar su carrera de casi medio siglo de vida y creación y da una visión sobre la influencia radical y decisiva de su obra en el arte narrativo, en particular, y la cultura global. Thomas concibió la película como una respuesta a las peticiones de los aficionados después de que Miller sobreviviera a una experiencia cercana a la muerte. La película recibió los premios al mejor documental en el London Independent Film Festival en 2021 y a la mejor directora en el LA Independent Women Film Awards el mismo año. Además, fue seleccionado por la Fondazione Cinema per Roma para participar en la 16ª edición del Rome Independent Cinema Festival (RICF).

El lugar donde se desarrollan las historias de Sin City (2005/124’/Dimension Films y Troublemaker Studios/EEUU) es Basin City, un nombre que el autor acortó para acercar esta denominación al sentido que da unidad a la serie neo-noir que primero narró en cómic, cuyo título en castellano sería Ciudad del pecado. En la película se seleccionan cuatro de las historias que Miller situó en este ficticio lugar de perdición, de las que se han publicado siete volúmenes hasta la actualidad. Los relatos seleccionados para el film son El duro adiós, La gran masacre, Ese bastardo amarillo y El cliente siempre tiene la razón, un relato que forma parte de La chica vestía de rojo y que aparece como corto al principio de la película. Codirigida por Miller con Robert Rodriguez, también cuenta con Quentin Tarantino como director invitado.

Sin City inspira el cartel de la décima edición de Tenerife Noir, que rinde homenaje en su gráfica de este año a esta historia mítica con motivo de la celebración del 20 aniversario del estreno de la película, que Frank Miller dirigió para la gran pantalla junto a Robert Rodriguez y Quentin Tarantino.

En el hall del auditorio de CajaCanarias se mostrará al público de Tenerife una exposición sobre Sin City y la obra de Frank Miller, comisariada por Julio Peces y diseñada por la Asociación Cultural y Cinematográfica de la Costa del Sol “Unicornio”, a la que se ha sumado recreaciones de varias piezas del film, gracias a la colaboración de Construcciones Berna. Por su parte, la alianza entre Tenerife Noir y el organizador de eventos temáticos del Noveno Arte, David Macho Gómez es lo que ha hecho posible la visita de Miller a Tenerife.

Saludos, esto no hay quien se lo pierda, desde este lado del ordenador