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‘Kafka y lo kafkiano en el cine’ recuerda al autor de ‘La Metamorfosis’ en el centenario de su fallecimiento

Miércoles, Julio 24th, 2024

El Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna Isla Calavera conmemora junto a la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Sebastián el centenario del fallecimiento del escritor checo Franz Kafka (1883-1924) con la publicación de un ensayo escrito por el filólogo canario Jonathan Allen y el escritor y crítico de cine madrileño Jesús Palacios, quien recogió el Premio Isla Calavera a la Difusión del Fantástico en 2022.

Editado por Hermenaute, Kafka, lo kafkiano y el cine fantástico se acerca a la enorme influencia del autor al género a lo largo de la historia, no solo a través de adaptaciones de sus obras, sino por el influjo que su trabajo ha ejercido en innumerables cineastas. Orson Welles (El proceso, 1962), David Hugh Jones (El proceso de Kafka, 1993), Michael Haneke (El castillo, 1997) o Valeri Fokin (Metamorfosis, 2002) son algunos de los directores que han llevado sus novelas y relatos a la pantalla. El libro estará disponible durante la celebración de sendos festivales especializados, del 25 de octubre al 1 de noviembre la Semana de San Sebastián, y del 8 al 17 de noviembre el Festival Isla Calavera, y a la venta en librerías especializadas.

En palabras de Jonathan Allen y Jesús Palacios: “En pleno centenario de la muerte de Franz Kafka, uno de los autores más relevantes de la literatura y el pensamiento universales, queremos destacar en esta pequeña aportación al extenso corpus de estudios sobre su obra la singular, fundamental y fundacional importancia de la misma para el género fantástico cinematográfico. “Partiendo del carácter netamente simbólico, alegórico y surrealista de la propia obra de Kafka, esta construye un modelo de lo fantástico singular y poderoso, que ha moldeado nuestra visión del universo, así como nuestra relación con lo real, con la ficción y la condición humana. Y si un género ha sentido ese poderoso influjo más que ningún otro, por su propia naturaleza y coincidencia con el pensamiento kafkiano, es el fantástico”, añaden.

Kelly Martínez-Grandal: “Le tengo alergia a lo panfletario”

Martes, Julio 23rd, 2024

La vida de Kelly Martínez-Grandal (La Habana, 1980) comenzó en Cuba y continuó a las edad de trece años en Venezuela para terminar en Miami, Estados Unidos. Esta vocación de trotamundos no nació natural sino forzada por un exterior incontrolable que ella define como “tránsito”, una percepción que ha fijado su visión literaria y especialmente poética.

La escritora pasó unos días en Tenerife, donde aprovechó para presentar su libro de poesía Zugunruhe en el espacio La Poeteca, en La Laguna. De la isla se lleva una impresión “tremenda” del mar que baña sus costas y cuya evocación formará parte de un trabajo en el que reflexiona –en una especie de híbrido entre ensayo y poesía– sobre las playas y el mar que han marcado su vida.

En la actualidad, Kelly Martínez-Grandal trabaja como editora y formó parte de Funcionarte Corp., una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a las sobrevivientes de violencia doméstica a través de talleres de literatura y arte. Desde el 2019 trabaja como Editora de Producción para Penguin Random House Grupo Editorial y en 2024 recibió la Cintas Foundation Fellowship in Creative Writing.

- ¿Cuándo empieza acariciar usted la idea de escribir poesía?

“Nací en un ambiente propicio, mis padres eran fotógrafos y desde pequeña estuve rodeada de artista y escritores aunque empecé a coquetear con la poesía cuando estudiaba en la universidad pero entonces me dedicaba sobre todo al ensayo, más a la escritura académica que a la poesía. Tomármelo en serio empieza en Miami ya con una edad tardía, los treinta y tantos, en la que me doy cuenta que no está todo lo que me era conocido y que lo único que me pertenecía era la escritura”.

- Cuba, Venezuela y ahora Estados Unidos. ¿El hecho de haber estado en estos tres países condicionó su manera de entender el mundo?, ¿cómo cree que afectó a su poesía?

“No me detengo a pensar en eso porque es mi vida y no la veo desde una distancia contemplativa pero todo lo que escribo está marcado por la imagen del tránsito más que por la emigración. Mi vida, incluso en Cuba, ha sido un poco nómada. Está la imagen de lo escindido, del tránsito, de lo escindido en tres culturas y eso se refleja en mi escritura. Me gusta mucho lo permeable y que choquen los géneros literarios como la poesía y el ensayo. Cuando en mi caso coinciden, coinciden por esa obsesión por el tránsito. Mi poesía es una poesía festiva pero también dolorosa y resignada porque he aprendido a ser muy práctica con esas cosas: lo que pasó, pasó. Fue lo que me tocó, no hay lágrimas por el pasado”.

- Escribe en español.

“Sí, pero no descarto hacerlo en algún momento en inglés aunque me gusta mucho el español por su estructura”.

- ¿Qué otros temas aparecen en su obra poética?

“La ciudad es importante para mi. Todas las ciudades donde he estado. Lo urbano, el tránsito de los espacios urbanos, el tránsito otra vez. Y el mar, no puedo escapar de mi insularidad. El mar aparece sin que me de cuenta en mi trabajo. Ahora estoy con un proyecto precisamente sobre el mar. En cuanto otros temas, destacaría la muerte, que es el último gran tránsito. Mi poesía está marcada por ella. La muerte de mi padre y las muertes en el exilio. El proyecto del mar es una mezcla de ensayo y poesía sobre mi vida a través de las playas aunque en Tenerife me ha inspirado mucho más el mar”.

- Es distinto al del Caribe.

“Totalmente distinto, por eso me ha impactado. No es el mar calmo de Cuba, el de Tenerife me recuerda un poco al de Venezuela pero magnificado por la presencia monumental del Teide. Es apabullante”.

- Estuvo en Tenerife y presentó su último libro de poesía Zugunruhe. ¿qué es Zugunruhe?

“Es una palabra en alemán que significa ansiedad migratoria que es lo que le entra a los pájaros cuando tienen que emigrar. Esta palabra alemana es la única que lo define”.

- ¿Qué elementos cubanos y venezolanos cree que se encuentran en su poesía?

“La memoria. La memoria es importante para mi. La memoria de la infancia está vinculada con Cuba y asoma constantemente Cuba en ese sentido aunque es más tema que voz. Me formé en Venezuela y dentro de la tradición poética venezolana en su manera de decir y, es gracioso que te diga esto porque me doy cuenta ahora que mi interior es cubano pero toda la fachada es venezolana porque crecí allí”.

- ¿Su poesía es más venezolana que cubana?

“En la manera de decirlo sí porque la poesía cubana es más experimental con el lenguaje, eso lo marca Lezama que fue el monstruo de la experimentación del lenguajes mientras la poesía venezolana es más directa, seca, más de imagen y yo soy más de imagen aunque construir una a través del lenguaje es muy complicado pese a que parezca escrita con un lenguaje directo. En todo caso, mi poesía no tienen el tono marino de la poesía cubana. Reconozco también influencias de la poesía estadounidense, de la generación Beat. Mi tesis fue sobre Jack Kerouac, así que me tocó leerme no solo a los Beat y toda la poesía anterior sino también la posterior a ellos. Y me gusta mucho. Me gusta esa aparente sencillez de la literatura norteamericana donde todo está escrito muy limpiamente porque en el contenido está lo que subyace”.

- ¿Vivir en Miami no ha influenciado en su trabajo literario?

“Sí lo ha hecho. Significó el reencuentro con mi propia cubanía y recordar palabras que había olvidado. Ha influenciado no solo en lo que soy para bien o para mal”.

- ¿Mantiene contacto con los escritores y poetas cubanos que viven en la isla?

“No tanto como quisiera pero ya casi todo el mundo está fuera porque dentro queda muy poca gente. Los jóvenes se están yendo en desbandada”.

- ¿Su poesía es política?

“No es panfletaria ni abiertamente política aunque creo que todo acto humano es político. Política es una palabra hermosa y muy amplia. Y sí, sí hay momentos en que mi poesía puede ser política en cuatro o cinco poemas que abiertamente lo son pero trato que no sea evidente. Lo panfletario me molesta mucho porque mi vida ha estado marcada por el panfleto. Me molesta tanto que incluso en mi manera de hacer disidencia –y hay muchas maneras de hacer disidencia contra lo que sea– le tengo alergia a lo panfletario”.

- ¿Y dónde vuelca su disidencia?

“En cualquier cosa. Contra el régimen cubano, contra Maduro y contra Trump… Lo que huela a dictador sea de derechas como de izquierdas”.

- Cuba, Venezuela y los Estados Unido. ¿Cuál es su patria?

“Ninguna. O mejor, mi patria es la Universidad Central de Venezuela que fue donde estudié y ejercí como profesora y en donde sentí que pertenecía a un sitio. Me acogieron sin que les importara que fuera extranjera. Llegué a Venezuela en 1993, antes de Chávez, en 1998, pero entonces no era tan evidente la deriva que iba a tener el régimen. Yo sabía lo que vendría y si bien no lo sufrí como escritora sí que lo sentí como curadora de proyectos que fueron rechazados porque no eran lo suficientemente revolucionarios. Y lo sufrí mucho ya como profesora a raíz de las protestas del 2014”.

- Es autora también de un libro de cuentos.

“Fue un experimento pandémico y más que historias tratan de personajes que estaban tirando de mi desde hace mucho tiempo. Escribir narrativa me parece muy difícil porque no es mi terreno pero conté con unos editores magníficos. No me niego a repetirlo ya que mi sueño es escribir una novela pero escribo el primer capítulo y soy incapaz de continuar”.

- Si el régimen castrista terminara mañana, ¿volvería?

“No lo sé. Fantaseo mucho con volver y vivir en La Habana vieja. Mi sueño era comprar un pequeño apartamento en la zona del puerto porque mi padre era de allí, pero lo tendría solo para pasar temporadas. Pensar que volvería a la Cuba que dejé es una mentira. Ya no es la misma en cuanto a infraestructuras y el comportamiento de la gente. Nada de eso existe ya”.

- ¿No le molesta que haya gente todavía que defiende regímenes como el cubano o el venezolano desde países como España?

“Desde que tengo trece años llevo peleando por eso hasta que llegué a un punto en el que me cansé. Traté de advertírselo a los venezolanos cuando estaba allí pero me di cuenta que no sirve de nada. En este momento, me molesta especialmente que la izquierda radical norteamericana celebre continuamente al régimen cubano y venezolano pero no les peleo porque es perder el tiempo. Tienen que verlo para entenderlo y eso que mis valores están más próximos a la izquierda que a la derecha” .

- ¿Qué tipo de literatura es la que se está escribiendo y publicando ahora en Miami?

“Muchos escritores trabajan el tema de la emigración, como Pedro Medina, que escribe noir desde Miami y Dainerys Machado. Los escritores jóvenes trabajan mucho el Miami que no se ve y que no tiene nada que ver con las playas y las fiestas y sí la ciudad sucia, polvorienta y gamberra que también existe pero que está apartada de la otra”.

- ¿Han superado las nuevas generaciones de cubanos que viven en Miami el choque de no vivir en Cuba?

“No estoy muy segura ya que la comunidad cubana de Miami tiene muy vivo ese trauma y actuamos a través del trauma de haber perdido la isla. Tuve la oportunidad de apartarme un poco de todo eso pero la obsesión con la isla en las distintas generaciones de cubanos aún está presente. Es una herida muy dolorosa y si bien es verdad que los más jóvenes no tienen el mismo apego que sus padres y abuelos hacia Cuba, sí que tienen una suerte de rechazo por la isla. La herida aún sangra porque es tu patria y cuando te vas dejas de existir para ella”.

- ¿Qué escritores sigue con más atención?

“Son miles pero citaría a Dulce María Loynaz, la poeta venezolana Hanni Ossott… Ahora mismo estoy con Libro Mediterráneo de los muertos, de María Ángeles Pérez López y en cuanto a narradores hay muchos y si miro al pasado la lista es muy larga. Estoy obsesionada con la Medea de Chantal Maillard y me gusta lo que escribe Fabio Morábito, entre otros”.

- Más ellas que ellos.

“No me gusta distinguir entre voz masculina y femenina pero hay temas en lo femenino, como lo doméstico, que manejamos de otra manera y con una mirada distinta en la que como mujer me siento más identificada”.

¿Funcionarte Corp.?

Funcionarte Corp. es un proyecto de la promotora Yovana Martínez y se trata de una iniciativa en la que “siempre quise entrar porque tengo un pasado relacionado con la violencia doméstica”, recuerda Kelly Martínez-Grandal cuando rebobina para hablar de este trabajo. “Quería que lo que me pasó ayudara a otras mujeres”, dice, “así que lo organizamos pese a la dificultad de hacerlo con las cosas que no tienen ánimo de lucro”. Funcionarte Corp. consistía en una serie de cursos de arte muy básicos porque “el trauma es más fácil hablarlo a través del lenguaje no verbal que el verbal. El hecho de pintar era muy útil para ellas y para nosotras. Para todas. Escribíamos también, bueno, las que se atrevían a hacerlo porque hay muchos niveles de trauma”. El caso es que “leímos mucho” y que fueron tres años maravillosos “hasta darme cuenta que no estaba hecha para eso. Se trataban de historias muy duras”. Este año publicará un libro sobre esta experiencia.

Saludos, otras voces, otros ámbitos, desde este lado del ordenadors

Mecánica popular, un libro de Pedro Juan Gutiérrez

Lunes, Julio 22nd, 2024

Uno de los mayores atractivos en la producción literaria del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez es que cada uno de sus libros cuentan una historia que forma parte de un rompecabeza en el que se puede leer y sobre todo entender a los protagonistas de estas historias, y que no es otro que el mismo Pedro Juan Gutiérrez solo que oculto tras una máscara.

Otras de las constantes que se pueden detectar en sus libros es la ciudad en la que generalmente se desarrollan estas historias, La Habana, y una galería de personajes de la calle que además de dar color aportan un realismo salvaje que alguno ha calificado como sucio pero es una etiqueta que al escritor le resbala. Él escribe lo que siente, y lo que siente transcurre en una de las capitales más hermosas de América hoy venida a menos y en un estado alarmantemente ruinoso. Esa sensación de degradación y erosión late de manera endemoniada en las obras de Pedro Juan Gutiérrez, que la describe con apenas dos frases de manera demoledora. Leerlo significa en este aspecto conocer La Habana real, la que se sale de la postal turística y sobre todo del discurso oficial.

Pedro Juan Gutiérrez se dio a conocer en el mercado editorial español con la Trilogía sucia de La Habana, que editó Anagrama, sello que ha publicado el resto de su narrativa posterior salvo Corazón mestizo: el delirio de Cuba (Planeta), en la que propuso un interesante viaje real por el país, y relatos en los que el escritor nos invita a conocer la otra cara de una Cuba que ya no grita con el mismo entusiasmo Patria o muerte ¡venceremos! Quizá porque se trata de un reclamo que las nuevas generaciones de cubanos que viven en la isla han cambiado por el más hermoso de Patria o vida.

En la Trilogía sucia de La Habana se vendió al escritor como una especie de Bukowski tropical ya que se le quiso promocionar como un autor de historias del arroyo. Un poeta de la calle que abordaba en los cuentos que arman estos libros la vida difícil de miles de cubanos que residen en Habana Centro. En estas historias había mucho sexo y violencia, ruindad y algún rasgo de bondad pero sobre todo brillaba el estilo de un narrador que recoge el acento del cubano de la calle, que imita la habanera manera de reírse de las condenas de la vida.

Fue tal el éxito de este libro que Pedro Juan Gutiérrez continúa explotando su vena más sarcástica y hedonista en libros que vinieron mucho después así que quienes lo seguían comenzamos a apreciar como en cada nueva obra el autor siendo el mismo daba un paso hacia adelante. Evolucionaba. Así que lo que comenzó siendo una fiesta de excesos, de sexo rabioso y picaresca cubana, fue variando el tono en los cuentos y novelas que vinieron después, todo ello sin renunciar a ese paisaje degradado de una ciudad de La Habana que va perdiendo gradualmente la luminosidad que tuvo una vez.

Mecánica popular es de momento el último libro de cuentos de Pedro Juan Gutiérrez que publica Anagrama. Lo integran diecisiete cuentos que se desarrollan a lo largo de varias décadas, de los años cincuenta a los sesenta del pasado siglo y transcurren en tres escenarios distintos: La Habana, Pinar del Río y Matanzas.

Matanzas, llamada la “Atenas de Cuba”, es la ciudad natal de este escritor con antepasado canario, en concreto de la localidad de Santa Úrsula en la isla de Tenerife, y Matanzas es también junto a La Habana un paisaje habitual en su ya más que respetable bibliografía, en la que se encuentra un apartado dedicado a la poesía que nos muestra a un escritor y poeta que no pierde el olfato de la calle, se trate bajo la forma de versos como de relatos.

Los cuentos de Mecánica popular están protagonizados por Carlitos, que puede entenderse como un álter ego de Pedro Juan Gutiérrez, y a lo largo de estas historias y según la década en la que se ubique, se asiste a las profundas transformaciones que ha ido padeciendo el país a lo largo de los años. En cuanto a los temas, las mujeres son una constante (esa vecina con aire de Sofía Loren le provoca sueños húmedos a nuestro protagonista; una divorciada con la que se lía le enseña una lección de vida) en este libro que recupera a un escritor que no tiene nada que ver con los barrocos Lezama Lima y Alejo Carpentier, sino que anda más cerca de la economía estilística de Ernest Hemingway, por otro lado un gran amante de Cuba pero ignoro hasta que punto pudo haber influido en la forma de escribir del escritor. En todo caso, siempre he considerado la literatura de Pedro Juan como la de un periodista que abandonó el oficio de contar noticias y escribir reportajes por el de narrar historias sobre la Cuba real y sus gentes, aunque en Mecánica popular lo que se cuenta es la historia de Carlitos y su relación con los demás. Lo conocemos siendo un niño pero también un adolescente y un joven recluta militar que sueña con ser arquitecto.

Los diecisiete cuentos de Mecánica popular nos presenta además a un escritor que ha sabido madurar, al que ya no le preocupa mostrar los excesos sino los cambios que trae la vida. Cambios que debe adaptar a las profundas transformaciones que sacudió a la sociedad cubana tras el triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro.

No se trata de un libro político sino de estampas de una realidad que comenzó a naufragar cuando el régimen entró en el área de influencia soviética y en el que a partir de entonces se ha pasado hambre. Unas veces tolerable y otras intolerable.

Me agrada comprobar que Pedro Juan Gutiérrez se ha convertido en el gran escritor que es dejando de lado los vicios y los excesos que marcan una loca juventud para encontrar ahora el sendero de la tranquilidad y la sensatez. Ya no masco la rabia casi pornográfica de los relatos de Trilogía sucia de La Habana en los de Mecánica popular sino a un escritor que ha sabido superarlos y que ahora le interesa más su personaje, Carlitos, así como los que se desenvuelven a su alrededor, entre ellos su querida madre Nereyda, entre otras mujeres. Siempre mujeres.

En estas historias ha desaparecido el frenesí de sus inicios ya que ha sido sustituido por una mirada adulta que observa su alrededor no ya con asombro sino resignado costumbrismo. El personaje, que a su manera es tierno e inocente, es un tipo que tiene claro lo que quiere explotar de la vida aunque en el último cuento (uno de los mejores) Carlitos beberá el amargo jarabe de su propia medicina, así que quienes acusan al escritor por lo desenfrenado de sus historias deberían de leer este relato y los otros que reúne el libro para darse cuenta que todo tiene un fin y también un principio.

Saludos, Santa Cruz de Tenerife, día de un año, desde este lado del ordenador

El cineasta tinerfeño David Baute participa como coproductor en el largometraje Sugar Island

Viernes, Julio 19th, 2024

Sugar Island es una coproducción entre Guasabara Producciones (República Dominicana) y Tinglado Films (Canarias, España) y su estreno mundial tendrá lugar en Giornate Degli Autores, sección paralela de la Mostra Veneci. Se trata de filme a medio camino entre la realidad y la ficción, y en el que participan movimientos como la Unión de Trabajadores Cañeros y el Grupo de Gagá de la 30 de San Pedro de Macorís y activistas antirracistas de República Dominicana.

La historia cuenta cómo la mecanización de la industria azucarera amenaza con desplazar a los trabajadores y en la que Makenya, una adolescente embarazada, acompaña a su Abuelo cañero en las protestas para ser indemnizados.

La directora de la película es Johanné Gómez Terrero, quien afirmó que  ”para la configuración de Sugar Island parto del concepto de imbricación propuesto por la pensadora dominicana Ochy Curiel, donde se establece una relación entre sexo, raza y clase como una superposición de categorías que tratan de objetivar a todos los cuerpos” e indica que la colonización es la génesis de este proceso categorial. 

Por su parte, David Baute, productor tinerfeño de la cinta, opinó que ”la invisibilidad en la historia de Canarias sobre procesos coloniales y esclavitud, ha generado el acercamiento natural de Tinglado Film a un cine que observa y reflexiona desde un posicionamiento social y político. Canarias, al igual que República Dominicana, fueron islas del azúcar donde la maquinaria de la conquista instauró el racismo, que hoy perdura en los Bateyes con la comunidad haitiana”. Fernando Santos, productor dominicano del largometraje, dijo que ”desde una mirada autoral, estas películas reflexionan sobre el imaginario dominicano periférico y popular. Como productor, quiero seguir cultivando la mirada crítica y reflexiva de los artistas e internarnos en el panorama internacional, haciendo hincapié en la construcción de nuestra identidad dominicana, caribeña y latinoamericana”.

Sugar Island cuenta con el apoyo del ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), DGCINE, Programa Ibermedia, Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife.

Saludos, permanezcan en sintonía, desde este lado del ordenador 

Memorias de una hetaira, una novela de Carmen del Puerto Varela

Miércoles, Julio 17th, 2024

“Elena se resistía a creerlo. Erika era capaz de muchas cosas y ella sabía mejor que nadie de su promiscuidad. Juntas habían hecho el ‘juramento de las hetairas”. No se doblegarían a ningún hombre, tomarían siempre la iniciativa sexual y se acotarían con quienes quisieran. Podían ser hombres y mujeres, parejas o grupos y, en principio, sin ninguna restricción, manteniendo solo las debidas precauciones y dentro de un orden, Puro sexo, relaciones consentidas y sin ataduras de ningún tipo”.

Memorias de una hetaira, Carmen del Puerto (Círculo Rojo Editorial, 2023)

El peso del trabajo periodístico se aprecia en las dos novelas que he leído hasta la fecha de Carmen del Puerto Varela. En la primera que llegó a mis manos, El finlandés errante, recreaba la vida de un finés que vino a dar con sus huesos en Tenerife, donde encontró pareja y se adaptó a un territorio, un espacio que poco o nada tenía que ver con el de su tierra natal. Ahora, en Memorias de una hetaira, la escritora riza el rizo pero sin perder de vista el sendero que abrió con El finlandés errante, con el fin de narrar en dos tiempos la historia de una cortesana en la Grecia antigua y, paralelamente, la de una mujer en nuestros aciagos tiempos que estudia en la Universidad de La Laguna y que trabaja en una investigación sobre las mujeres libres en la Hélade clásica.

Descubro en Memorias de una hetaira a una escritora que ha dado un paso al frente y que no teme buscar nuevos senderos en los que proyectar su literatura. Si ya El finlandés errante era una obra arriesgada, con estas memorias Carmen del Puerto avanza de casilla porque se trata de un libro que no deja de desconcertar al lector. Me atrevería incluso que a desarmarlo de posibles prejuicios una vez haya iniciado la aventura de leer una novela que no va a dejar indiferente a nadie.

Por un lado porque está muy cuidadosamente escrita y cuenta con una documentación que consolida lo que narra a media que se pasan las páginas. Puede resultar un inconveniente, pero es momentáneo, que la narración se plantee troceada (una parte, la que transcurre en la Grecia clásica y la otra en la actualidad) pero una vez se aceptan las reglas del juego el curso del relato se sigue con una atención que a medida que avanza se recibe con mucho mejor apetito.

La novela permite, además, ser leída de manera independiente porque son dos historias las que se cuentan en un mismo libro aunque no lo recomendaría porque ambos relatos están unidos por un hilo casi invisible. Es decir, que ambas experiencias se retroalimentan ya que una y otra historia tienen vasos comunicantes solo que en vez de trasladar un líquido de un sitio a otro lo que traslada son palabras con las que se cuenta esta historia de mujeres empoderadas y de otras que comienza a serlo. Este discurso fusiona el de la mujer cortesana de la Grecia clásica con el de la otra protagonista, la estudiante del siglo XXI, que vive en un mundo radicalmente distinto. Extremadamente avanzado en tecnología pero no sé que decir si espiritualmente también.

Se nota mucho trabajo de fondo en Memorias de una hetaira así como de dar forma a la novela. También un notable esfuerzo por contarnos lo que les ocurre a sus dos grandes protagonistas por dentro y por fuera procurando para cada historia usar un lenguaje que distinga a una de la otra además del recurso gráfico de emplear otro tipo de letra en el caso de la narración que dicta la hetaira.

Debido al oficio de una y a la carrera universitaria de la otra, la novela está salpicada de ratos eróticos pero no resultan abusivos ni mucho menos pornográficos. Estos momentos son de esparcimiento y relax y están escritos porque así lo pide la historia. No son gratuitos.

El libro se lee con bastante interés y hasta cierto punto obliga a entender que la escritora haya escogido la narración doble para contar la historia porque sus ambiciones van más allá de la recreación, por otro lado muy realista, de la Grecia de aquellos años, sus años de esplendor, y del ambiente y la presión que se siente en la vida universitaria. En los despachos y en la calle pero sobre todo en la intimidad del dormitorio.

Memorias de una hetaira enseña además lo difícil que fue ser mujer en un siglo donde no eran nada, o casi nada, pero también en unos tiempos actuales donde todavía tiene que ganarse muchos derechos. Esta contradicción es, a mi juicio, uno de los debates más atractivos que plantea esta novela. Una novela de ideas, que no se achanta ante los desafíos éticos y morales que plantea a través de los personajes.

Carmen del Puerto pone también el énfasis en reivindicar la dignidad de las personas y en el precio que se ha de pagar para levantarse todas las mañanas sin preocupaciones en la cabeza. Al mismo tiempo, estudia el cinismo que como sociedad nos domina y en cómo ha perdido su fuerza la cortesana, la hetaira, al convertirse hoy en sinónimo de prostituta, de mujer que por necesidad vende su cuerpo a otras personas.

En Memorias de una hetaira encuentro a una escritora que ha evolucionado aunque mantiene algunas constantes como es su preocupación por la documentación gracias a la cual el lector no va a dejar de sorprenderse con esta novela.

Saludos, llega el calor, desde este lado del ordenador

Carlos Ruiz Caballero: “No seremos una sociedad decente hasta que dignifiquemos a nuestros muertos”

Martes, Julio 16th, 2024

Retrato del fin del mundo (Alba, 2024) nace a raíz de una fotografía que Carlos Ruiz Caballero (Las Palmas de Gran Canaria, 1960) encontró en un libro sobre la represión franquista en la isla de La Palma. En esa imagen que fue tomada el 6 de marzo de 1937 en el campo de concentración de Fyffes, en Santa Cruz de Tenerife, se puede observar a Margarita Rocha y Néstor Mendoza posando ante la cámara como recién casados horas antes de que Néstor fuera fusilado en la batería del barranco del Hierro.

Ella, Margarita, es la protagonista de esta novela que su autor, Carlos Ruiz Caballero, llevaba acariciando escribir durante muchos años. La historia cuenta además con el nihil obstat del hijo de Margarita y ha logrado que algunos lectores peninsulares descubran que la Guerra Civil se libró también en Canarias.

Carlos Ruiz Caballero vive en Barcelona, donde estudió la carrera de periodismo y fue profesor de la facultad de Comunicación Blanquerna, de la Universidad Ramon Lluch, donde trabajó como investigador y docente. Es autor del ensayo La torna de la torna. Salvador Puig Antich i el M.I.L.

- ¿Qué fue primero la fotografía o la historia?

“Lo primero es que se trata de un libro largamente macerado en el tiempo. Hace unos 36 años asumí el compromiso con una persona de San Andrés y Sauces, Santiago Abreu, de escribir una novela sobre la Guerra Civil y en la que hablaría de él. Conocí a Santiago Abreu a la edad de nueve o diez años porque era amigo de mi padre y salían los domingos a almorzar al campo y yo, que era el pequeño de la familia, iba con ellos y escuchaba las historias que mi padre y él se contaban pero prestaba especial atención a las que decía Santiago Abreu porque me resultaban increíbles. Al cabo de los años comencé a documentarme para escribir esa novela y fue entonces cuando me tropecé con el libro del historiador Alfredo Mederos República y represión franquista en La Palma, en el que se reproduce una fotografía que está en la frontera entre la vida y la muerte y en la que aparecen Margarita Rocha y Néstor Mendoza, este último preso en Fyffes y a quien permitieron casarse pocas horas antes de que lo fusilaran. Y si ves la fotografía entiendes que los dos lo sabían. Sabían que pocas horas después iban a matar a Néstor. Fue tanto el impacto que comencé a buscar libros por si alguien había publicado esta historia pero me pareció extraño cuando descubrí que nadie lo había hecho y me puse en ello. Más tarde conseguí ponerme en contacto con el hijo de Margarita, porque pensé que antes de escribir la novela necesitaba de su autorización moral”.

- La protagonista de la novela es Margarita pero no Néstor. ¿Por qué?

“Porque creo que a Néstor narrativamente y al ser la víctima había que matarlo desde el principio. Tiene tanta fuerza que para poder contar la historia había que matarlo, poner fin al suspense y quise trasladarlo al lenguaje ya que me pareció interesante adoptar el punto narrativo de la mujer, Margarita, para contar la historia. Ella es quien está con Néstor hasta poco antes de su muerte”.

- En la novela hay otro personaje importante, un boticario catalán, Margalit, que vive en La Palma y que conoce a la pareja.

“Era para mi el liberal indispensable, lo que representa es a la democracia. La democracia en tiempos turbulentos. Es el libre pensador y me daba la oportunidad de combinar dos escenarios que para mi son vitales y biográficos como Cataluña y Canarias. Barcelona y las islas son escenarios que en la novela se ensamblan con la realidad histórica, tanto en los inicios del libro en La Palma, donde por cierto se encuentra la Virgen de Montserrat de San Andrés y Sauces, como los anarquistas, ya en la segunda parte, en Tenerife”.

- Pero ¿de dónde viene Margalit?

“Margalit tiene ese apellido porque es el nombre de un filósofo que me gusta mucho y en especial uno de sus libros, La sociedad decente, en el que plantea que las instituciones que no humillan a los individuos dan el primer paso a una sociedad civilizada, a una sociedad en la que los individuos no humillan a las personas y creo que ése fue el proceso que llevó a la II República. La Guerra Civil significó una vulneración de la dignidad humana”.

- Me gustaría que habláramos del estilo de la novela.

“Intenté narrarla en primera persona pero es complicado mantener esa voz en las 270 páginas que tiene el libro. Con todo, intenté usar esa fórmula con honestidad”.

- Uno de los aspectos más interesantes de la novela es que sus protagonistas son anarquistas, que tuvieron mucha fuerza en Tenerife antes de la guerra.

“Los anarquista en Tenerife se notaron sobre todo en la estiba y en el sindicato de inquilinos donde organizaron una huelga importante. Estaban muy bien organizados y tenían cierto peso también en el sector del tabaco. Al mismo tiempo, Canarias fue un lugar de destierro y tierra donde ocultarse. Tiene dos caras, la del exilio forzado y la posibilidad que una persona significada en la península se hiciera invisible en las islas. Son enviados a Fuerteventura Unamuno durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera y Buenaventura Durruti en 1932, de quien se sabe que se reunió con otros anarquistas en Tenerife. Un hecho real que plasmo en la novela es el intento de los anarquista por asesinar a Franco. Fueron tres, uno tinerfeño y dos catalanes, pero el atentado fracasó”.

- ¿Hubo algún capítulo que le resultara más complicado de escribir que otros?

“Tenía que matar a Néstor de entrada y tomé otras decisiones que afectaron a la estructura de la novela. Consideré que tenía que ser un plano secuencia, y que había que escribirla de corrido. Fue algo que medité bastante antes de sentarme a hacerlo”.

- Gracias a su novela me entero que Néstor, anarquista, fue hermano de Florisel Mendoza, comunista..

“El director de la colección me dijo que la realidad es novelesca. El padre de los Mendoza fue zapatero y republicano, Néstor, anarquista, Pedro, socialista y Florisel, comunista. Florisel tiene una historia que es una novela en sí misma porque logra salir de La Palma y, tras muchas peripecias, llegar a la España republicana donde se pone a su servicio”.

- En la novela no hay villanos, sí acciones muy retorcidas y malvadas pero no villanos.

“Lo que pretendí lo explica muy bien Vassily Grosman en una escena de Vida y destino, aquella en la que se encuentran en una prisión soviética un oficial nazi con otro del ejército rojo que ha sido purgado por los comunistas. En la conversación que entablan el nazi le dice que Hitler y Stalin son muy parecidos y que él no se ha enterado que el bien no puede acabar con el mal pero el oficial soviético le responde que está equivocado porque es el mal el que no puede acabar con el bien. En Mazo, por ejemplo, dos pastores arriesgaron su vida espontáneamente para ayudar a los que habían huido al monte, así que quise resaltar que la bondad humana existe”.

- Retrato del fin del mundo es su primera novela, ¿qué le animó a dar el salto a la ficción?

“Fue un reto personal que llevo en la cabeza desde que era adolescente. Me atraía escribir y quizá porque soy un gran lector de novela,me dediqué al periodismo porque lo que quería era escribir. Comencé con el ensayo hasta que me animé a escribir esta novela. Ahora, cuando la gente que la ha leído te explica lo que significó para ellos no deja de sorprenderme”.

- ¿Siguió algún plan para escribir la novela?

“Un psiquiatra dijo que era bueno construir castillos en el aire siempre que no te quedaras a vivir en ellos pero creo que los escritores, los creadores literarios, deben construirlos y vivir dentro de ellos. En ningún momento de la escritura sentí presión porque tenía muy claro hacia donde quería ir pero también improvisé porque al final los personajes adquieren vida propia. Tú los construyen pero ellos son los que se perfilan y actúan en función de su carácter”.

- Lo que cuenta de Margarita es ficción.

“Es todo ficción. Al encontrarme con el libro de Alfredo Mederos la historia vino a mi para que pudiera contarla. Contacté con el hijo de Margarita, Juan Torres, en Caracas. Estaba a punto de jubilarse como profesor universitario y le expliqué lo que quería hacer, escribir la historia de su madre y me respondió que había pensado siempre hacerlo él mismo pero me cedió el testigo. Entre otras cosas, me contó que su madre cuando se casó por segunda vez aún seguía enamorada de Néstor. Comenzó a enviarme documentos, y comprobé que en todos ellos firmaba como Margarita Rocha, que era el primer apellido de Néstor. Investigué y supe que había trabajado cuidando niños y en un almacén y que fue con Néstor en 1935 a Tenerife pero nada más. Tuve que inventarme su historia”.

- Durante el proceso de escritura hubo autores que tuviera en la cabeza y que le sirvieran de guías?

“Hay un asunto que me obsesiona como profesor de Historia del Pensamiento y de Ética, también como lector, y es el Holocausto y la II Guerra Mundial,la naturaleza humana. A mi el realismo mágico me gusta mucho y lo leí cuando era joven, desde Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno, a Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier y su dominio maestro de las subordinadas pero si hay una presencia en este libro y que afectó a su estilo es la literatura del Holocausto en la que encuentras a autores como Primo Levi e Imre Kertész, el autor de Kaddish por el hijo no nacido, un libro que tiene una forma de narrar que se parece mucho al ensayo. Es decir, es una literatura en la que está presente la reflexión y creo que de alguna manera plasmé eso en Retrato del fin del mundo, pero es una técnica que tienes que dosificar porque si crece demasiado afecta al ritmo narrativo”.

- Siente debilidad por la literatura del Holocausto y la II Guerra Mundial pero ¿y por la Guerra Civil?, ¿tiene algún libro de referencia?

“Creo que el mejor libro que he leído sobre la Guerra Civil es Homenaje a Cataluña de George Orwell”.

- Menciona solo a un escritor y es extranjero.

“Orwell dice que en España por primera vez una democracia plantó cara al fascismo y esa observación, que luego de leerla piensas que es evidente, no es tan evidente como pensabas. Cuando Orwell pregunta a la gente por qué lucha, la respuesta es la misma, sencilla e impresionante: por decencia. La mirada de Orwell es muy diferente a la de los escritores españoles quizá porque era extranjero”.

- ¿Y leyó algunas novelas sobre la Guerra Civil en Canarias antes de escribir Retrato del fin del mundo?

“Preferí no hacerlo. Tomé esta decisión para que no condicionara mi forma de narrar. Cuando apareció Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo, estuve tentado de leerla pero no, a final no lo hice porque quiero que pase una buena temporada antes de hacerlo”.

- Se está publicando mucha novela en Canarias sobre la Guerra Civil.

“Cuando les explicaba a los estudiantes los derechos humanos y comenzaba con las listas de muertos en la II Guerra Mundial, los millones de heridos y desplazados, no hay máquina alguna que mida el dolor humano y la humillación y les explicaba que solo la literatura podía y puede explicarlo ya que penetra en la vida de una familia y describe lo que significa que aporreen la puerta de tu casa de madrugada para detener a los que allí viven, torturarlos después y hacerlos desaparecer finalmente. Así que ¿cuántas novelas hay que escribir? Pues tantas como personas fueron silenciadas. Es una indignidad que ochenta años después tengamos que seguir peleándonos para abrir una fosa y escuchar discursos públicos de algunos políticos que niegan ese derecho con el fin de manipular la historia. Creo que tenemos que cerrar la herida porque continúa abierta y no seremos una sociedad decente hasta que dignifiquemos a nuestros muertos con decencia”.

- ¿Y cómo recibe el lector peninsular la novela?

“Pues descubren que los franquistas asesinaron en Canarias a unas 2.500 personas en lo que fue una política clara de exterminio. No tienen idea de lo que pasó en las islas durante aquellos años”.

- ¿Volverá en un próximo libro a la Guerra Civil?

“Estoy con una novela que trata uno de los temas más importantes de nuestra democracia como es la vejez, y transcurre entre Barcelona y Canarias”.

FIRMA FOTO 1: Lidia Cordero Triay

Saludos, negras tormentas…, desde este lado del ordenador