Me parece a mí que al final en torno al asunto Ceres no vamos a sacar nada en claro. Supongo, querido Abdul, que estas cosas suelen pasar en una comunidad donde si hay algo que nos gusta es la de tumbarnos al sol a esperar que el listo de turno nos tire la primera piedra. Porque en mi dolorosa Canarias casi todos se apuntan a tirar la primera piedra. Y la primera piedra es la que siempre le abre la cabeza al preguntón e inocente y no al culpable que es, precisamente, quien no duda en arrojar la primera piedra.
El asunto Ceres se ha convertido de la noche a la mañana en una cuestión de boceto que sí firmó Óscar Domínguez y en una reproducción que si bien no firmó Domínguez sí que asesoró el pintor surrealista tinerfeño, personaje que de alguna manera se ha convertido en el tonto a quien los culpables han tirado la primera piedra.
Mientras tanto el IODACC ahora TEA impasible el ademán continúa con su política de adquisiciones tras reventar el mercado de los Óscar, obra cuyo precio ha subido como la espuma al tener prácticamente un único y generoso comprador, el mismo Cabildo. La leyenda negra cuenta muchas cosas, y una de ellas es que hay un Domínguez valiosísimo en casa de cierto político canario que espera pacientementen a que continúen aumentando los ceros en el talón de cheques de la Corporación insular y aquí, amiguitos/as no pasa nada. Absolutamente nada.
Tengo la sensación de vivir en un episodio de Muchachada nui… Nui. Sólo que ya empiezo a estar cansado de que los chistes malos me los cuenten los de siempre, que son los que tiran las piedras, ¿recuerdan?… Mientras tanto, los responsables de la gestión cultural del Cabildo tinerfeño vende el TEA como quien vende una nevera a un esquimal. O esquimales que somos todos los habitantes de estas islas (des)afortunadas. Uno tiene la sensación, tras mantener conversación telefónica con un entrañable amigo, que el TEA sólo vende lo que compra (y cómo compra) pero no que dirección llevará la institución cuando oficialmente abra las puertas. Al menos confío en su director, Javier González de Durana, pero también entiendo su flipe ante lo que cierto periódico local califica hoy de “primer bache”. ¿Pero que culpa tiene el hombre?
En este asunto tiene que dar la cara no el recién llegado sino quien organizó el famoso concurso para su nombramiento. También se le tenía que haber advertido que llegaba a tierra de salvajes algo domesticados (y ojo que me incluyo en la tribu), a los que les gustan que le construyan edificios espectaculares pero sin nada dentro porque sienten vocación por las carcasas. Vamos, que más que el doctor Frankenstein nos va su criatura. Y así estamos.
Mi amigo me dice cuatro verdades que intentaré reproducir. El debate, al margen de cartones y reproducciones del pobre Óscar, está en saber ¿qué política tiene el TEA? y ¿en qué consistirá su centro de investigación?. ¿Y las salas? ¿Se dará prioridad al surrealismo o se volcará sobre el arte de nuestros desgraciados días?. ¿Habrá vínculos con la triste y sola Universidad de La Laguna?
Mi amigo sigue con la catarata de preguntas. Y me lo quedó mirando un rato largo. Y se calla y me mira, y me pregunta si le estoy escuchando. Y le contesto la verdad: No. ¿Y entonces? me responde. “Estoy esperando a que te tiren la primera piedra”.
Y zas. Me parece que ya no tengo amigo.