Archive for Abril, 2009

Esto es todo amigos…

Jueves, Abril 23rd, 2009

Durante lo que espero sean tres semanas de recuperación existencial y autoestima, este que les escribe cuelga el cartel de cerrado por vacaciones en el blog hasta nuevo aviso. Lo hago por necesidad y no necedad, también para reencontrarme a mi mismo y ver el mundo como habitualmente lo suelo ver: con los dos ojos bien abiertos. No miento si escribo que el cansancio frustrante ha sido el lema que me ha venido acompañando de manera siniestra en estos días de poco vino y menos rosas. Situación harto preocupante para quien les escribe, harto del sino que nos están imponiendo los que dominan el mundo con sus crisis, paro, desesperación, insolidaridad… Lo único que he sacado en claro con todo este rollo de que la economía cae en picado es que los sufridos trabajadores están volviendo peligrosamente a su estado más primitivo, que es el de ser esclavos para alborozo de los “sufridos” empresarios, a quienes no le tiembla la mano degollar a los rebeldes y a los que tienen la manía de pensar por sí mismos.

Por el bien de nuestra sociedad, espero francamente que las cosas cambien para mejor. Yo, por el momento, anuncio que dejo de estar con todos ustedes durante lo que espero sean tres semanas de recuperación intensiva con la esperanza de volver a ser yo mismo.

Gracias a todos y a todas por estar ahí.

Buenas noches y buena suerte.

Saludos ligeramente sanos a este lado del ordenador.   

Mi primera vez

Jueves, Abril 23rd, 2009

¿Cuál fue el primer libro que leyeron? ¿Lo recuerdan? Mi memoria guarda entre algodones el día en que mis ojos asomaron por primera vez a las páginas de un libro. La primera cosa con letras y una estupendas láminas ilustradas que devoró mi vista fue una edición infantil de los años 20 de Las mil y una noches. Obviamente no estaban los mil y un relatos de este volumen asombroso, sino seis que me llegaron al alma. De repente, descubrí que leyendo aquellas palabras se creaban imágenes y voces en mi cabeza, era capaz de construir un universo, por lo que el veneno de la lectura se fue inoculando lentamente en mis venas.

Estaba verde. Muy verde. De hecho, recuerdo que en el cumpleaño de una amiga me sorprendió descubrir que los cuentos que yo tenía de Las mil y una noches en esa edición que todavía conservo como oro en paño, eran más que seis. El libro de mi amigo incluía doce. Algunos ya los había leído, pero me metí en aquel librito infantil pasándome el resto de la fiesta ensimismado en los cuentos que desconocía.

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Un buen día, viéndome mi hermano que siempre estaba con el mismo libro a cuesta (la edición antigua de seis relatos de Las mil y una noches) me dijo “toma y lee esto”. Nunca le agradeceré suficiente el gesto. Aquel sí que era un libro de verdad. ¿Su título? La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, uno de esos escritores que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de mis autores de cabecera.  

Luego vino todo seguido. Comencé a leer más y más libros. Tras La isla del tesoro le llegó el turno a El señor de Ballantrae, y después a otros tantos títulos donde se cruzaban Bradbury, ConradHaggard (el de Las minas del rey Salomón) y hasta hoy… Y desde entonces ha llovido mucho. Siempre con el dichoso libro a cuesta. Mi amigo Ezequiel Pérez Plasencia dice que eso de llevar libros encima en casi sinónimo de timidez. Y no se equivoca, que es lo que pasa casi siempre.

En fin, ahora que soy libre me apetecía recordar mi encuentro con los libros y plantarles a quién quiera que cuente su primera experiencia con el que considero uno de los grandes (y leales) amores de mi vida, que fue cuando aprendí a querer a los libros.

Saludos nostálgicos a este lado del ordenador.

Va de libros… es su día ¿no?

Jueves, Abril 23rd, 2009

* La Biblioteca Pública del Estado de Santa Cruz de Tenerife pone en marcha mañana viernes, 24 de abril, a las 18.00 horas el Encuentro con escritores canarios: Carlos Pinto Grote. Coincidiendo con la celebración hoy jueves, 23 de abril, del Día del Libro, el espacio público inicia una serie de encuentros con escritores canarios que permitan acercar la literatura de nuestros autores más reconocidos al gran público.

Cada mes un escritor (poetas, novelistas, ensayistas, autores de teatro…) centrará el encuentro. El invitado será entrevistado por el escritor y periodista tinerfeño Daniel Duque con un estilo distendido, dando la posibilidad a los asistentes de participar con sus comentarios y preguntas al autor.  Antes del verano, está previsto que el poeta Arturo Maccanti y el novelista Juan Pedro Castañeda sean los próximos protagonistas del encuentro.

* Mi gran amiga y ya casi hermana, Isabel Delgado presenta hoy, Día del Libro, a las 17.30 horas en el Auditorio de Tenerife el proyecto Espacios Abiertos de Libre de Creación dentro del Mercado Atlántico de Creación Contemporáneo (MACC).  

El MACC cuenta con una programación de catorce horas ininterrumpidas. Conferencias, encuentros, espectáculos e intercambio de procesos creativos centran la primera jornada de este mercado pionero, dedicado a la idea como germen de la cultura.

* Aquí les dejo un enlace para que estén al tanto de algunos actos previstos para hoy con motivo del Día del Libro.

Saludos al grito de feliz Día del Libro a este lado del ordenador.

Así fue como llegué a ‘El guardián entre el centeno’

Miércoles, Abril 22nd, 2009

Me imagino que nos pasa a todos los que tenemos el vicio de leer. Y cuando escribo de lo del vicio de leer me refiero a cualquier tipo de literatura. Sea de caza mayor como de caza menor. De hecho, creo que la clave para que uno siga leyendo está en simultanear libros de peso con otros más ligeros. Es decir, que no se me caen los anillos cuando afirmo que tengo largas temporadas donde devoro literalmente novela best seller en ediciones de bolsillo, y otras en las que me sumerjo en literatura de primera división. Esto mismo me pasa con otras artes. Me gusta el cine y la música, claro que sí, pero tengo días en los que disfruto con engendros de celuloide y otros con obras maestras sin detractores. Admito, no obstante, que esta variedad en los gustos es la culpable del puchero que tengo en la cabeza, pero me encanta la dispersión y el caos, ese espíritu contradictorio fruto de relatos baratos y caros. De películas malas y buenas, de músicas para silbar o escuchar a solas en casa y a todo volumen.

En este itinerario aventurero que ha marcado mi pasión por leer de manera compulsiva cualquier cosa que caiga entre mis manos como mecanismo para olvidar el aburrimiento en el que se ha convertido mi existencia, hay libros que me llaman desde las estanterías y otros a los que llego por recomendación de los personajes más insólitos y canallas. Por ejemplo, una novela que marcó mi vida y por lo tanto mi manera de ver el universo mundo fue El guardián entre el centeno, lectura a la que llegué por azar a una edad creo yo que adecuada gracias al hijo de puta que asesinó a John Lennon. Me refiero al cafre de David Chapman, quien mató al hombre que pedía que le diéramos una oportunidad a la paz contaminado (decía él) por la novela de Salinger.

Debo de confesar que cuando leí que una de las razones que esgrimía Chapman era su lectura le había llevado a condenar la vida del mejor de The Beatles quise hacerme rápidamente con el volumen inspirador de sus podridos sueños de justicia para intentar encontrar en sus página la clave que había hecho posible el atentado. El libro estaba en casa, lo cogí entre mis manos y me puse a leerlo. Y cuanto más lo leía menos entendía a Chapman. ¿Cómo diablos pudiste hacer lo que hiciste echándole la culpa a esa obra maestra? A ese libro visionario cuya misión es la de abrirle los ojos a los adolescentes…

 Guardián entre el centeno se convirtió así en uno de los primeros títulos de referencia de mi existencia, y como tal su fantasma me persigue desde entonces. Pero ese fantasma que recorre mi alma no lo alimenta el odio a quien me ayudó a ser mejor persona con sus canciones, sino a ver mi alrededor con otros ojos. Flaco favor le hago a esta novela que devoré a los 16 años si digo que es de iniciación, pero es que a su manera lo es. No me sorprendió por ello conocer la carrera que ha tenido este best seller desde entonces. Prohibido en colegios y perseguidos por los inquisidores de la moral. En los Estados Unidos incluso se hicieron hogueras para arrojar sus ejemplares. ¿Por qué provoca tal rechazo? pues porque dice la verdad. La adolescencia es una etapa hermosa de la vida porque todavía te crees que puedes cambiar el mundo, el problema es que no puedes. Y si insiste con ese pensamiento (proteger a los niños para que no caigan en el abismo de los adultos) estás condenado al manicomio.

Dicen que Jerry Lewis quiso llevar la película al cine.

Quiero y amo el cine de Lewis, pero afortunadamente el proyecto nunca se hizo realidad.

Y es que El Guardián entre el centeno es una obra maestra, independientemente de hijos de puta como Chapman.

Saludos literarios a este lado del ordenador.

Deberíamos de decirlo: Feliz Día del Libro

Martes, Abril 21st, 2009

El comentario de una lectora (nunca mejor dicho porque firma así) ha dado origen a la siguiente reflexión a las puertas del Día del Libro. Un Día para mí señalado porque tuve la suerte de nacer en una familia donde los libros eran lo mismo que los cacharros de la cocina. Es decir, objetos utilísimos y por lo tanto nada temibles. Creo, en este sentido, que ponerte a leer y no tener la sensación de que pierdes el tiempo sino que lo ganas es porque has nacido en un entorno donde estos objetos son objetos. Y en mi caso concreto, objetos que me salvan de los malos rollos que habitualmente salpican nuestra existencia.

Confieso que cuando estoy deprimido y sin rumbo, al borde de ese abismo cuyo fondo refleja al monstruo que tenemos dentro, tengo la costumbre cuando la cartera me lo permite, de refugiarme en las librerías y comprar de manera algo compulsiva libros que después voy dejando encima de la mesa de noche mientras esperan con la paciencia de un buen amigo a que me acuerde de ellos y me encierre en su universo. Cuando compro compulsivamente acierto a veces, aunque la mayor parte de las veces me equivoco.

Ya conté en otro post que hay libros que me llaman cuando paseo por la librería. Parecen que me gritan en silencio que me dé cuenta que están ahí, esperando a que los leas. Para unos puede ser instinto, pero cuando un libro me llama desde la estantería no suelen defraudarme. Yo les cuento a quien quiere oírme que son como esas personas que quieren hacerce amigas nuestras y no saben cómo decirlo hasta que se hartan y te cogen por el cogote para convertirse con el paso del tiempo en lo que efectivamente son ahora: mis mejores amigos.

Lectora me pregunta si no he tenido en ocasiones ese mismo impulso pero con un libro que deseas regalar a alguien especial. Y la verdad es que sí, aunque la mayor parte de las veces (siempre regalo libros, soy así de previsible) se tratan de obras que me han gustado a mí y que pienso que le gustarán a la otra persona. No sé si suelo fallar aunque es probable que yerre la mayor parte de las veces porque cuando me los tropiezo en la calle y les pregunto ¿qué te pareció la novela que te regalé? me contestan más o menos lo mismo: “aún no he tenido tiempo de leerla” o “en este momento no me apatece meterme con tal o cual autor”. A mí me pasa lo mismo. Regalar un libro que es algo muy bello también es algo muy difícil. Y es difícil porque un libro es algo íntimo, una manera curiosa de desnudar nuestro espíritu a los demás. No pasa lo mismo con un disco, un tebeo o una película. Y no pasa lo mismo porque leer significa leer. Y leer se lee a solas. Estés o no estés acompañado. Ese es uno de sus mayores encantos, que te permite construir tu propia película en la cabeza, con su banda sonora. Por eso no soy muy partidario de las adaptaciones literarias al cine salvo si son de novelas que no he leído ni creo que vaya a leer. El ejemplo más reciente fue El niño con el pijama de rayas o El código Da Vinci, que son de esas historias que leen hasta los que no han leído un libro en su vida.

Llamadlo prejuicio. Es lo más probable.

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Lo importante es que se acerca el Día del Libro, que debe ser una fiesta con mayúsculas y no los carnavales ni las de mayo. Una fiesta que además de su feria y el ligero descuento en el precio de estos para mí cada días más preciadísimos objetos, debería de celebrarse por todo lo alto. Una feria en toda regla, donde se vendieran libros al lado de churros y calamares fritos. Que la gente se diera cuenta que estas cosita con páginas es tan necesaria como un cacharro de cocina, ya lo escribí antes.

La Semana Negra de Gijón, dedicada casi exclusivamente a la novela policiaca de verdad, hace esto. Entre las casetas donde se vende a Raymond Chandler a precio de risa hay un puesto de comidas. Ojeas el libro y te entran ganas de comer, vaya. Y si tienes dinero pues comes. En Asturia procede regarlo todo con buena sidra. No sale tan caro. 

En fin, que viene el Día del Libro y a mí se me ocurre recomendarles (por si lo encuentran) una de esas novelas raras que me dejaron mellado cuando la leí siendo todavía un adolescente. Se llama El Gólem y la escribió un escritor austríaco al que no conocen en su propio país, Gustav Meyrinck (de veras, estando en Viena pregunté por si sabían donde estaba la casa donde había vivido y nadie me supo responder. También pregunté por Joseph Roth y lo mismo. Me salí de las casillas cuando amablemente y en mi inglés de garrafón les pedí que por lo menos me dieran las señas de la que fue vivienda de Stefan Zweig.  Y nada de nada. Solté un taco en español y me di cuenta que esos tres escritores eran judíos. No quiero decir otra cosa, pero cuanto menos es sospechoso ¿verdad) y trata del famoso mito hebreo de crear un hombre artificial que en la obra a la que hago referencia es un doble. Inquietante de verdad. Otro yo pululando por la misma ciudad, llevando tu misma vida sin ser tú. Ignoro si se ha reeditado, pero si la encuentran, cómprenla o se la piden al amigo que la tiene en casa. Transcurre en una de las ciudades más hermosas del planeta: Praga.

Bueno, no hay nada más que decir, sólo desearles a todos y a todas (y en especial a lectora por sugerirme estas líneas) Feliz Día del Libro.

Saludos litearios y bibliófilos a este lado del ordenador. 

El mal tiene cara de funcionario

Lunes, Abril 20th, 2009

Ahí estábamos. Mi amigo y yo hablando de gente mala en el cine. Entiéndame, de los malos en el cine. Siempre he sentido una predilección especial por los malvados de las películas de James Bond, tan refinidamente crueles, tan soberbios, tan pagados de sí mismos, tan botarates que son capaces de revelarle al agente 007 sus planes para poner de rodilla al mundo mientras Bond se libera de las garras de los guardias o de las esposas que lo atan a una mesa camilla de acero con un rayo láser que se aproxima peligrosamente a su entre pierna.

De repente nos quedamos un rato callados, tomando la cerveza. Y la conversación giró a los malos de verdad. ¿Existen hijos de puta con todas sus letras? Concluímos que sí.  Repasamos los asesinos en serie, monstros de carne y hueso enfermos de odio, pero tras divagar un rato nos dimos cuenta que el malvado de verdad es el que cree que está haciendo bien. Mi amigo soltó entonces el nombre de Eichman, y recordé el estremecimiento que sentí cuando leí Eichman en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal de Hanna Arendt.

Miedo. Yo, que soy un lector y espectador de necesades tóxicamente terroríficas, sentí miedo con el relato del juicio que los israelíes le hicieron a ese funcionario del partido nazi.

No dejen de leerlo si tienen oportunidad. Uno se da cuenta con la piel de gallina que todos llevamos un loco dentro. Sobre todo si estamos programados para recibir órdenes y no cuestionarlas. Lo dice el líder, luego es correcto. Este discurso es que el que lleva a la locura al Kurtz que Marlon Brando interpretó en Apocalypse now!, cuando le cuenta a Willard la famosa misión en la que llegan a un pueblo perdido de Vietnam y vacunan a todos los niños para luego encontrarse con una montañita de brazos cercenados. Sus padres habían sido capaces de mutilar a sus hijos. Dame un batallón de esos hombres y ganaré la guerra, reflexiona Kurtz.

En el mundo civilizado es más o menos lo mismo, sólo que el mal tiene rostro de funcionario. El torturador no debe sentir placer torturando, debe de actuar como un profesional, ajeno a los gritos de dolor y de lamento de la víctima. Dicen que Buñuel quería contar la historia de un campo de concentración sin que nunca se viera el lugar de trabajo de papá, capitán de las SS, sino en su hogar. Llega a casa, se quita las botas y acaricia la cabeza de sus adorables hijos. Con la misma mano con la que ha condenado a la muerte a otros niños de la edad de sus hijos.

La leyenda cuenta que nunca le financiaron este proyecto al maestro aragonés.

No interesa que nos digan la verdad.

Como la conversación se estaba poniendo peligrosamente elevada nos dedicamos a charlar de otras cosas. Recuerdo, sin embargo, que el sabor de la cerveza me supo mucho más amargo. Me imagino que a mi colega también.

Háganme caso, lean Eichman en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Un libro de asombrosa actualidad en estos tiempos que corren.

Saludos extraños a este lado del ordenador.