Alejandro Varderi es un narrador y ensayista venezolano que reside desde hace más de treinta años en los Estados Unidos de Norteamérica, donde como profesor imparte clases de Estudios Hispánicos en la City University of New York.
Es autor de una obra narrativa donde da prioridad a la memoria y la palabra, así como de artículos y ensayos en los que trabaja sobre lo kitsch y el cine español e hispanoamericano y su tratamiento en torno a las minorías, la xenofobia y la homofobia, entre otros temas.
Alejandro Varderi visitó Tenerife para presentar su última novela publicada, El mundo después, con la que pone fin a un ciclo, Origen final, integrado por cinco libros en los que repasa la historia de una familia de origen catalán en Venezuela y cuyos protagonistas se mueven en tres ciudades fundamentales para el escritor: Barcelona, Caracas y Nueva York.
– El mundo después es el quinto volumen de una saga familiar venezolana de origen catalán.
“El quinto y último volumen. El mundo después se desarrolla de 2013 a 2016, años que fueron decisivos para Venezuela ya que un año antes se había celebrado la elección que enfrentó en las urnas a Chávez y Capriles y la que inició una cadena de violencia y represión contra las manifestaciones en favor de la libertad a las que se sumaron miles de personas y arrojó un saldo de más de quinientos muertos. Eso por el lado venezolano. En el español, estos son años del auge del independentismo catalán, todo ese proceso que se dio y que aumentó la idea de Cataluña como país independiente y la de confrontación con el Gobierno central. La novela se desarrolla también en Nueva York, ciudad que se describe como un espacio de resistencia y oposición a la presidencia de Donald Trump. Son años los que van de 2013 a 2016 en los que irrumpe con fuerza el populismo, la idea de la independencia y se produce una radical polarización entre la derecha y la izquierda”.
- Y usted que ha estudiado a fondo este fenómeno ¿cómo explica que salga adelante el populismo, con independencia de que sea de derechas como de izquierdas?
“Lo explican factores socioeconómicos como la brecha que se abrió entre la industria pesada y la tecnología que afectó a una gran cantidad de personas que antes trabajaban en la industria pesada y que se caracterizó por el uso extensivo de mano de obra. Esa mano de obra ha ido, paulatinamente, desapareciendo en favor del trabajo especializado en tecnología, un trabajo que exige una gran profesionalización para esa masa de obreros que se siente muy descontenta por la situación y eso ha derivado a que sean un material perfecto para ciertos políticos con ideas extremistas que utilizan un discurso que los atrae y que los pone en contra de los que defienden una sociedad mucho más liberal, abierta y que mira al futuro en temas como la emigración. Africana y asiática sobre todo en Europa, y emigración a la que se observa con miedo, el miedo al otro, sin ser conscientes que están siendo manipulados por esos políticos que no se cansan de repetir que los inmigrantes le van a quitar sus puestos de trabajo. Todo esto ha generado un gran resentimiento, resentimiento que manipulan los políticos y que no pasa solo en España y en Europa, sino también en la Norteamérica de Donald Trump, cuyas bases forman los descontentos, los que han perdido sus puestos de trabajo, factores que son muy importantes para explicar la polarización a la que han llegado las sociedades europeas y estadounidense”.
- ¿Cómo introduce todos estos elementos en estas cinco novelas?
“Entran justamente a través de los personajes, personajes que se ven directamente afectados desde el punto de vista migratorio. Hablo de los hijos y nietos de los emigrantes españoles que se fueron a Venezuela y ahora hacen el viaje a la inversa, a la tierra de sus mayores para empezar de nuevo. En este nuevo escenario se encuentran con actitudes racistas, homofóbicas y de xenofobia. Muchos se han ido a Norteamérica y se han encontrado con el mismo problema. Estos elementos entran en la novela a través de las pequeñas historias de esos inmigrantes y de otros personajes que están vinculados al mundo político militando en uno u otra partido y que defienden los intereses de uno u otro sector, y que describo en esas pequeñas historias que es lo que más me preocupa e interesa de estas novelas. Escribo sobre gente corriente, que hace cualquier labor cotidiana mientras piensa en alguien que ama o indaga en su memoria. Trabajo mucho la memoria, el recuerdo, que es frágil y selectivo, un recurso del que se aprovechan los populismos porque olvidamos a donde nos condujeron esas ideas en el pasado”.
– Y pone punto y final a estos episodios con El mundo después.
“La saga comienza en 1888 con la celebración de la Gran Exposición Universal de Barcelona, cuando en la ciudad se tiran las murallas y se abre, lo que se conoce como Ensanche, y finaliza con El mundo después en 2016 con todos esos elementos que he comentado. Entre medias, están los Juegos Olímpicos de Barcelona, el fracasado golpe de Estado del 23-F, la emigración de españoles a Venezuela, los años del franquismo, tema que me interesa y que desarrollo en los cinco volúmenes y del que escribo también en De aquí y de allá, una novela que ahora estoy escribiendo. En la saga familiar, además de los personajes intervienen tres ciudades en las que me he movido un poco: Barcelona, Caracas y Nueva York. Aparece también Madrid, pero menos”.
- Además de escritor de ficción, escribe también ensayo.
“En estos momentos preparo un libro sobre cine, sobre cine español e hispanoamericano que en cierta manera muestra ese tipo de intolerancia hacia las minorías, los problemas de género, los inmigrantes, la mujer, el negro y el hispano en nuestras sociedades. Todo tiene un hilo conductor en mi trabajo, tanto creativo como ensayístico”.
- En este aspecto, ¿qué cinematografía hispanoamericana destacaría?
“La de Méjico, Chile, Venezuela y Argentina. Estas filmografías cuentan con interesantes películas que abordan estos temas. Citaría, entre otras, Una mujer fantástica, una película chilena de Sebastián Lelio que tiene que ver con el transexualismo, un tema muy novedoso en el cine hispanoamericano. El cine venezolano se ocupa mucho del tema migratorio mientras Méjico trata del choque de culturas entre el indigenismo y una sociedad urbana conservadora”.
- Otra de las líneas de su trabajo es lo kitsch.
“Me parece muy interesante porque el kitsch estuvo asociado durante mucho tiempo a la idea del mal gusto hasta que aparecieron teóricos culturales que han elaborado una teoría que es la que uso y que aumenta la idea de que se trata de una estética que permite que todas las voces que han sido marginadas por el discurso patriarcal, como mujeres, minorías, puedan denunciar problemas de abuso y violencia. Lo kitsch se ha convertido en una palabra con una enorme carga política. Empecé a trabajar en esta idea a partir de un estudio que realicé, entre otros escritores, de Severo Sarduy y Pedro Almodóvar. Se trataba de un estudio sobre el kitsch a partir del cine, de las artes visuales, plásticas y la literatura en España e Hispanoamérica; estudio que he continuado con otros artículos en los que asocio lo kitsch con lo camp, lo artificial, lo cursi, una idea que acuñó Ramón Gómez de la Serna a principios del siglo XX en España. El Museo Metropolitano de Nueva York expone una muestra de estética camp en la moda, el arte, el cine, la escultura, el videoarte y pone de manifiesto que son estéticas que están en la palestra y que actualmente se estudian a nivel académico en los departamentos de estudios culturales de algunas universidades”.
- ¿También lo queer?
“También. Hay departamentos universitarios en el mundo anglosajón que estudian y rescatan estas estéticas como armas de denuncia en las sociedades tradicionales y conservadoras estadounidense, y de las que nos hemos dado cuenta ahora porque estas sociedades son las que respaldan a Trump como presidente. Representan a la gran mayoría, y esa gran mayoría vota republicano”.
-¿Cómo se enfrentan las minorías en un país como Venezuela?
“A través de los artistas, escritores, gente de teatro que recurren a estas herramientas estéticas en sus obras. Y me refiero tanto a los artistas venezolanos de dentro como a los que viven fuera del país, gente que enfoca su trabajo en la represión que existe en Venezuela, la intolerancia, la polarización social y política que domina el país desde los años que lleva de revolución. Estas temáticas resplandecen en la producción del artista venezolano residente en Madrid, Alexander Apóstol, quien ha trabajado mucho este asunto a través de su arte”.
- ¿Qué influencias reconoce usted como escritor?
“Reconozco influencias de autores que fueron considerados menores dentro del boom como Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Manuel Puig, y que me interesaron por el lenguaje, el uso de la cultura popular americana y europea que emplean en sus obras. Me interesa además la literatura de la memoria, esa memoria que cultivan escritores como Henry James, Marcel Proust, Edith Wharton. Son maestros en la experimentación con el lenguaje, como es el caso de Virginia Woolf, James Joyce, Julio Cortázar. Todos ellos han influenciado notablemente en mi literatura.”
- No menciona venezolanos.
“José Balza es muy importante; Elisa Lerne, por su sentido del amor, la agudeza de su obra, su insistencia en la memoria. En cuanto a poetas y por su empleo de lo urbano, Juan Calzadilla, Guillermo Sucre y María Fernanda Palacios, esta última se caracteriza por emplear un lenguaje crítico y al mismo tiempo poético. Y a pesar de tener mis raíces en Cataluña, mi formación fundamentalmente se desarrolló en Venezuela. Terminé el bachillerato e hice la carrera de Economía en Caracas. En ese tiempo formaba parte de talleres literarios con Antonio López Ortega. Los docentes venezolanos fueron siempre personas muy generosas y esa generosidad se mantiene gracias a la lucidez de los intelectuales venezolanos”.
- Antes comentaba que la memoria es uno de los grandes ejes de su literatura, ¿existen otros?
“Las relaciones personales están muy presentes, también los extrañamientos geográficos, los discursos trasatlánticos y la arquitectura desde el modernismo catalán hasta la arquitectura moderna hispanoamericana de los años 50. Me interesa igualmente la cultura popular, el cine, la música romántica, la moda. Y hay otros temas que están ligados a todo ese gran tapiz que voy tejiendo en este proyecto narrativo”.
- Y en este discurso cómo se mezcla España e Hispanoamérica?
“El intercambio siempre es constante entre España e hispanoamérica. Desde la época de los encuentros culturales de la conquista los flujos trasatlánticos han estado presentes en una y otra orilla”.
- ¿Cómo pesa la emigración en su obra?
“Es un tema muy importante. Mis padres siendo catalanes –en mi casa tanto de España como de Venezuela se habla el catalán– hace que observe con cierto extrañamiento el territorio en mi literatura. No obstante, esta desterritorialización hace que me vaya a Norteamérica porque siento que en Venezuela he cumplido una etapa cuando tuve la posibilidad de trabajar en la academia estadounidense, primero en la Universidad de Illinois donde obtuve una maestría y más tarde en Nueva York, una ciudad en la que para alguien como yo que maneja tantas culturas y lenguas distintas, es la ciudad perfecta porque es internacional, un espacio en el que nadie se siente que forma parte de una cultura porque todas las absorbe la ciudad”.
- ¿Hasta que punto los personajes de estas cinco novelas están inspirados en la realidad?
“Están inspirados en mi familia, en familias catalanas aunque hago un trabajo de campo. Mezclo además experiencias inventadas por lo que, objetivamente, estas novelas no son de autoficción pero sí tienen un elemento autobiográfico, que es bastante importante en la saga pero no es autoficción”.
- ¿En estas cinco novela hubo alguna que le costó escribir más que otra?
“Hay en todo caso una progresión de maduración personal porque fue un proyecto que empecé hace veinte años y en todo este tiempo se ha producido un proceso de formación intelectual y una vinculación con el lenguaje y las temáticas. Probablemente el volumen más cercano sea el tercero, Viaje de vuelta, porque trabajé mucho con las emociones, las raíces familiares con las que viví extrañado muchos años. Esta novela tiene que ver con la ciudad de Barcelona desde finales del siglo XIX hasta los Juegos Olímpicos de 1992 y en ella intervienen esa rama de la familia que marchó a Venezuela, tierra en la que pasó gran parte de su vida, y su regreso años después a Cataluña con el peso de que han dejado parte de su vida atrás”.
- Es licenciado en Económicas.
“Me especialicé en lo que se llama gerencia de proyectos culturales. En especial la gerencia editorial pero trabajé otros campos de la economía, pero no me interesaba demasiado”.
- Con todo, ¿cuáles cree que son las claves de un buen gestor cultural?
“Un gestor cultural tiene que tener sensibilidad artística y al mismo tiempo una organización y un conocimiento de lo que es una empresa y cómo gerenciarla”.
- Antes comentaba que estaba trabajando en una nueva novela.
“De aquí y de allá. Se trata de una novela en la que presento a tres octogenarias sentadas en un banquito de una plaza de Barcelona. Una de ellas se quedó en Barcelona, otra se marchó a los EE.UU. y la tercera a Venezuela. A partir de su conversación recuperan la memoria de sus respectivas ciudades: Barcelona, Nueva York y Caracas”.
- ¿A qué le da más importancia en su literatura?
“Al lenguaje más que a la anécdota. Me interesa cómo el lenguaje va creando espacios, arquitecturas. Por eso me interesan tanto las narrativas donde el lenguaje es fundamental: Henry James, Marcel Proust, José Balza, Borges… Me interesa trabajar el lenguaje, vengo de esa escuela porque los talleres literarios en los que me formé iban dirigidos a la experimentación”.
- ¿y en qué lengua escribe?
“En español porque es la lengua en la que me formé. Cuando escribo en catalán o en inglés se trata de obras que no son de creación sino ensayos, artículos. En ficción, siempre en castellano, que es donde más cómodo me siento pero esto no significa que incluya fragmentos en mis obras que están escritos en catalán o en inglés. A veces incluso en francés pero el español es la lengua de mis creaciones literarias”.
- Cuándo escribe ficción tiene claro cómo va a terminar?
“No, me dejo llevar por la improvisación porque la novela surge muchas veces por el desarrollo de los personajes, que son los que te guían. Elaboro, eso sí, un contexto histórico, añado carpetas de personajes pero me dejo llevar cuando escribo. De aquí y de allá surgió a partir de una frase”.
- ¿Qué frase?
“¿A qué misa vas tú?”
CINE
La elección de títulos es muy compleja cuando se le propone a Alejandro Varderi que escoja películas que le han marcado si no como persona sí al menos en sus investigaciones. De cine español, cita La ley del deseo, de Pedro Almodóvar ya que fue la primera que vio del cineasta en unos días en “los que yo venía del cine de Buñuel y Berlanga. Me sorprendió en esta película su primera escena, muy novedosa en el cine español”. En cuanto a Buñuel, menciona Los olvidados y el Bienvenido Mr. Marshall de Luis García Berlanga, por lo que representa de rupturista. A Varderi le interesa también el cine de Alex de la Iglesia e Isabel Coixet. De otras cinematografías, la nouvelle vague y el cine del alemán R. W. Fassbinder y en cuanto a hispanoamericanos cita a la
argentina Lucrecia Martel, Arturo Ripstein, Román Chalbaud “por la manera ácida en la que retrata a la sociedad venezolana” y los brasileños Glauber Rocha y Héctor Babenco ,
NOVELAS QUE HAY QUE LEER
Alejandro Varderi lo tiene claro cuando se le pide que escoja algunas novelas que, a su juicio, son de necesaria lectura.
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; Rayuela, de Julio Cortázar por su trabajo experimental y el juego lúdico que propone con la palabra, dice; Orlando, de Virginia Woolf al plantear el cambio de género y los cuentos de Jorge Luis Borges, que considera fundamentales más allá de la densidad de capas y su erudición.
Destaca, por último, la obra de la escritora Ana Rossetti, una narradora que “me interesa mucho por su sentido del humor y el uso que hace de la cultura popular en sus novelas”.
Saludos, terrícolas, desde este lado del ordenador