Un libro reúne la poesía completa de Víctor Álamo de la Rosa

Lunes, Noviembre 1st, 2021

Con el título Trabajar en los vientos (poesía completa) acaba de llegar a las librerías un volumen que reúne por primera vez la poesía de Víctor Álamo de la Rosa. El filólogo Victoriano Santana Sanjurjo, autor de la edición y compilación de toda la obra poética de Víctor Álamo de la Rosa y Mercurio Editorial, han aunado esfuerzos para ofrecer al lector en un solo tomo treinta y cinco años de escritura poética de Álamo de la Rosa.

El libro cuenta con un estudio preliminar de Sabas Martín, quien analiza la obra poética de Víctor Álamo de la Rosa (Santa Cruz de Tenerife, 1969), mientras que Victoriano Santana Sanjurjo rescata los primeros poemas publicados por el escritor canario a finales de la década de los años 80 del siglo pasado en periódicos y revistas, dando así unidad a la obra poética del escritor. Este volumen ofrece, asimismo, siete poemas inéditos hasta la fecha y un epílogo donde el propio autor reflexiona sobre su propia creación poética.

Trabajar en los vientos aglutina por primera vez dos poemarios prácticamente desconocidos de Víctor Álamo de la Rosa, uno porque solo se editó en un volumen compartido y el otro porque solo se conservaron algunas muestras dispersamente publicadas en periódicos. Se trata de los primeros poemas firmados por el autor en los años 80, en Desde el prodigio de la palabra e Impresiones de la isla de El Hierro. Completan Trabajar en los vientos todos los poemarios publicados hasta la fecha por el autor, es decir, Fósiles o armaduras del tiempo, Ángulos de la medianoche, Altamarinas, Mar en tierra (antología poética), El equilibrista y los jardines y La tos de Pablo y otros poemas para inventar el mundo, fechado en 2016.

Sin embargo, otro de los alicientes de este tomo es descubrir los últimos poemas escritos por Víctor Álamo de la Rosa, entre 2016 y 2021, que se ofrecen al final del tomo que viene a inaugurar el proyecto editorial de edición de las obras completas de este importante escritor canario, uno de los más traducidos y publicados de la literatura canaria contemporánea. Víctor Álamo de la Rosa muestra en el epílogo de este volumen su satisfacción porque “este tomo ponga sobre la mesa mi actividad poética que tal vez en muchas ocasiones se ha visto sepultada por mi dedicación a la novela”. Víctor Álamo de la Rosa es autor de varias novelas señeras de la narrativa canaria contemporánea, como son El año de la seca, Terramores (incluida en la exitosa serie de televisión Hierro) o Campiro que y La ternura del caníbal, entre muchas otras.

Trabajar en los vientos
incluye un riguroso trabajo filológico donde se ofrecen las reseñas que a lo largo de estos años han suscitado los poemarios de Álamo de la Rosa en la crítica especializada, con firmas como la de Luis Antonio de Villena, Marta Sanz, Bernd Dietz, Juan José Delgado, Ángel Sánchez, Ernesto Suárez, Cecilia Domínguez, Fernando Senante, Antonio Puente, entre otros.

Saludos, hoy era el día…, desde este lado del ordenador

Da que pensar, artículos periodísticos de Víctor Álamo de la Rosa

Miércoles, Noviembre 18th, 2020

Más de un centenar de artículos y ensayos publicados en prensa y revistas desde 1987 a 2020 es lo que reúne Da que pensar, textos y pretextos para una antología, el último libro del escritor canario Víctor Álamo de la Rosa. Editado por Mercurio Editorial, el volumen, de más de trescientas páginas, ha sido compilado por dos filólogos, María Nieves Pérez Cejas y Victoriano Santana Sanjurjo, quienes se encargaron de localizar los principales artículos periodísticos del escritor y que se encontraban desperdigados por varias publicaciones, tanto en prensa como en revistas.

Saludos, mañana más, desde este lado del ordenador

La ternura del caníbal, una novela de Víctor Álamo de la Rosa

Lunes, Junio 15th, 2020

Tras pasar el fechillo (o cerrojo, como prefieran) a su ciclo de novelas de Isla Menor, Víctor Álamo de la Rosa regresa con La ternura del caníbal (Ediciones Siete Islas, 2020), libro que cierra una trilogía que, según el autor inició con Todas las personas que mueren de amor, novela por la que obtuvo el Premio Benito Pérez Armas en 2013 y continuó con El pacto de las viudas. Tres libros que, aparentemente, no tienen nada en común salvo cierto barniz fantástico que en La ternura del caníbal transita por los territorios de la distopía aunque lo que más le interesa a su autor son las relaciones de pareja y dar una explicación a lo que las condena irremediablemente al fracaso.

En este aspecto, La ternura del caníbal mantiene una continuidad con las otras dos novelas que forman parte de la trilogía, siempre según el autor, libros que salvo el primero, Todas las personas que mueren de amor, revelan a un escritor más suelto y no tan amarrado (o atado) a las complejidades del estilo.

Esto da como resultado que La ternura del caníbal sea una novela que se caracteriza entre otras cosas por un notable (e insospechado) sentido del humor, un humor corrosivo (reír es tomarse las cosas en serio, decía el músico y escritor francés Boris Vian) que vuelca en su resignado protagonista que podría llamarse Pablo.

El libro está divido en dos grandes bloques, un primero titulado Del susto y un segundo De la interferencia y consta con una Introito (para amenizar el baile) y un Epílogo (para darte un final). Llama también la atención, en contra de otras novelas del autor, el tinte de crítica social que asoma en sus páginas.

Crítica que arremete contra las clases sociales que aparecen en ese universo distópico en el que habitan los ricos y poderosos, los trabajadores y los parias de la tierra. También una horda de caníbales que reparten justicia social en una ciudad con cuatro elevadas y enigmáticas torres. Estos elementos no se sabe muy bien si son reales o ficciones de ese estado explotador que se parece tanto al nuestro pero saben captar la atención del lector, quien se deja llevar por los laberintos en los que se sumerge primero el protagonista y en la segunda mitad, Melany, la otra mitad de una naranja que se seca lentamente al sol.

Como ya hiciera con Todas las personas que mueren de amor, La ternura del caníbal reúne dos novelas en una, por lo que gustará a algunos más la primera o segunda parte del libro. En nuestro caso ha sido su primer tramo, que es donde Víctor Álamo de la Rosa deja correr su imaginación e intenta dar coherencia a ese mundo inventado con el que juega continuamente con el lector para recordarle que, a pesar de tratarse de una ficción, esa misma ficción está inspirada en hechos que podrían ser reales. La vida misma, con independencia de la ciudad y en el país en el que se viva.

En este escenario, el escritor plantea entre otros dilemas uno bastante transparente: el amor o el romance o mejor la seducción. También la convicción de que todas las épocas (o mundos) son iguales y que solo el amor es capaz de hacerlas soportables.

No obstante, y en ese universo que promete oportunidades que son mentira, Víctor Álamo insiste en destacar que solo podemos sobrevivir si hay amor. Y si en esa relación hay sexo, mucho mejor porque la cosa funciona además de proporcionar placer, lo que relaja y ayuda a ver las cosas de otra manera porque da perspectiva al quitarnos las tensiones de la vida diaria. O esa realidad demasiado cambiante.

La segunda parte toma como protagonista a Melany, la supuesta pareja del supuesto Pablo y el punto de vista anterior se fragmenta en mil pedazos. Si antes hubo asomo de crítica social, caníbales que actúan contra los poderes (una especie de espontáneos parias de la tierra que no muertos vivientes o zombis), romance y amor que queda en nada por el egoísmo sentimental de su protagonista masculino, el relato de los acontecimientos da un giro radical según la mirada femenina ya que no tiene, a mi parecer, el encanto de la primera parte. Un hecho que suele ocurrirme con otras novelas del autor pero que en La ternura del caníbal logra manejar con brío ya que propone una nueva y fresca mirada sobre el relato. Relato en el que Víctor Álamo de la Rosa se cuestiona todo lo que se ha leído hasta ese momento.

El juego, si se acepta sin condiciones las reglas, tiene hasta su gracia y sirve para reconocer el compromiso de un escritor que se mueve bien en estos espacios donde más que presentar personajes propone variaciones de sí mismo con independencia del sexo de sus protagonistas.

Melany va en busca del que podría llamarse Pablo en las torres que se erigen en el centro de una urbe que acepta todos los puedes que quieran: es una invención o es una realidad, aunque si se continúa la lectura da igual que resulte una cosa u otra porque lo que importa, más allá de dar credibilidad al atractivo escenario en el que van de un lado a otro los personajes, es contar cómo él y cómo ella viven dentro de un universo que si pertenece a alguien es a su creador. Un escritor que explora ahora otros espacios tras explotar el de Isla Menor.

Territorios, los de su nueva literatura, curiosamente, urbanos y en los que da rienda suelta no ya a sus constantes sino a su mirada como escritor. Mirada que observa con resignación a la especie humana, a las relaciones de pareja y a una acción política que no deja de ser rabiosamente radical pero también significativamente política.

Saludos, la nueva normalidad, normalidad, nueva, desde este lado del ordenador

Novedades literarias con acento canario

Martes, Mayo 19th, 2020

Pese a la que está cayendo y pese al estrabismo de la viceconsejería de Cultura, algunos enchufes de los que hablaremos en los próximos días y esa sensación, para nada nueva, de que se acabó lo que se deba, escritores y editoriales continúan publicando impasibles al desaliento en tiempos de la Covid-19. Lo que merece más que un aplauso una ovacióin. Si hace unos días nos hacíamos eco del libro de relatos Las zonas comunes (Fran Miniediciones, 2020), de Nicolás Dorta, hoy le vamos a hablar de otros libros escritos por gente de aquí (Canarias, archipiélago abandonado de la mano de los dioses) porque pese a la amenaza invisible, el confinamiento, y eso que llaman la nueva normalidad (y no, no es el título del último episodio de El ministerio del tiempo), los escritores nacidos o residentes en las islas continúan escribiendo y publicando cuando consiguen que alguna editorial confíe en ellos.

Víctor Álamo de la Rosa regresa con La ternura del caníbal (Editorial Siete Islas, 2020), una curiosa historia que se desarrolla en un mundo distópico en el que casi parece que el escritor se adelantó a la realidad que estamos viviendo con el nuevo y amenazador vecino que se ha instalado entre nosotros: la Covid-19. En esta misma editorial, Ismael Lozano Latorre publica Vagos y maleantes, historia que se inspira en unos de los episodios más vergonzosos y olvidados de la historia de España como fue la colonia penitenciaria de Tefía, campo de concentración ubicado en la isla de Fuerteventura en 1954 “para proteger a la sociedad de actos homosexuales”.

La producción literaria de Santiago Gil no la detiene ni el puñetero virus. Si hace unos meses presentaba su libro de poemas Té Matcha, libro en el que rinde homenaje a una de las personas más luminosas que he conocido en mi vida, Angélica Castellano Suárez, publica ahora en la editorial digital ATTK Editores El imposible amor, una nouvelle en la que cuentan los miedos, los anhelos y las incertidumbres que se vivieron en España durante las primeras semanas de la cuarentena de la Covid-19.

Bajo el sugestivo título de Historia desconocida de mis antepasados (Edtorial Verbum), Gerardo Pérez Sánchez insiste en una de las constantes de su producción literaria: el amor. La novela, la sexta que publica el autor, se centra en la relación que de manera intermitente mantienen Isabel y Khafra a finales de los años veinte y a mitad de los setenta del pasado siglo. Ella es natural de Güímar, nacida en el seno de una humilde familia de pescadores, mientras que él es hijo de un profesor de Universidad viudo y reside en la ciudad de Viena.

Por último, Damián Marrero Real publica Crónicas del aire (Ediciones Mesturadas), el relato del proceso de enfermedad pulmonar que llevó al autor a un trasplante en el hospital 12 de octubre de Madrid.

Saludos, pónganse la mascarilla si salen de casa, desde este lado del ordenador

“Todo lo abarca y con furor lo aterra”. Literatura sobre las epidemias en Canarias

Martes, Marzo 31st, 2020

“En esta infausta isla del Atlante,
Si desde el mar á la enriscada sierra
Tiende su brazo el cólera gigante,
Y sin dar tregua á su execrable
Todo lo abarca y con furor lo aterra
”.

No se trata de una estrofa para recordar pero sí que es, hasta donde hemos podido indagar en estos tiempos confusos, uno de los primeros testimonios literarios que intenta reflejar los efectos devastadores de una epidemia en las islas. En este caso, la del cólera en la isla de Gran Canaria en 1851 que diezmó al 10 por ciento de la población, censada entonces en 58.943 personas de las que 5.593 fallecieron por el brote de cólera.

El poema lleva el título de El cólera-morbo y fue escrito ese mismo año por Ventura Aguilar, poeta romántico que dedica esta obra a la memoria de su sobrino “y caro amigo el licenciado d. Esteban Cambreleng” y que puede consultarse en la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, que reproduce en pdf la versión impresa en la imprenta de M. Collina. Esta misma imprenta publicó “el que puede ser el primer relato de los acontecimientos, firmado por el jurista Antonio López Botas en la temprana fecha del 15 de agosto]. El folleto de 12 páginas no lleva título, y muestra en primer lugar el terror incomparable que sintieron la noche del 5 de junio los facultativos que identificaron la epidemia y comunicaron a la Junta de Sanidad que se trataba del cólera morbo”, explica el artículo Memorias del cólera. Plegaria de Juan M. Doreste publicado en la revista digital 7iM.

No existe, sin embargo, una bibliografía extensa y con carácter de ficción que trate las distintas epidemias que a lo largo de los siglos sacudieron al archipiélago canario, aunque rastreando hemos podido encontrar algunos títulos que quizá sirvan a los preocupados en estos asuntos para conocer con mayor amplitud cómo se enfrentó la ciudadanía a estos ataques invisibles que solían propagarse como la pólvora por toda las islas.

Ambientada el mismo año que el poema de Ventura Aguilar, 1851, Verano de Juan El Chino, de Claudio de la Torre fue escrita en 1971 y aprovecha la epidemia de cólera morbo que asoló la isla de Gran Canaria para narrar a través de su personaje, “sano” en toda esta debacle, las miserias y grandezas del ser humano. Más que la enfermedad, a Claudio de la Torre lo que le interesa destacar en la novela es cómo el mal afecta al carácter de sus semejantes, ya que la mayoría aprovecha la situación para sacar lo peor de sí mismos aprovechándose del vacío de poder.

En este mismo marco histórico localiza José Miguel Alzola algunos momentos de su Don Chano Corvo Crónica de un jardinero y su jardín (1973) mientras la fiebre amarilla es la protagonista de la novela Días de paso, de Javier Estévez, relato en el que describe cómo su protagonista recala en la isla de Gran Canaria para refugiarse en el interior, en un pueblo de nombre Lucena. Escrita en forma de diario, el libro se desarrolla entre 1811 y 1812, Días de paso es en palabras de su autor: “un hermoso viaje vital por la geografía inesperada del destino”.

Ambientada en Tenerife la segunda década del siglo XX, El sepulcro vacío (2015) de Cecilia Domínguez Luis se hace eco de la gripe española que segó la vida de Diego Ponte del Castillo, marqués de la Quinta Roja, y la construcción del mausoleo con claves masónicas que su madre ordenó erigir en su honor en La Orotava.

Inspirado en hechos reales aunque adaptados a su universo literario, Sabas Martín probó también el aliento de la epidemia en Nacaria, inspirándose en hechos reales que se desarrollaron en la isla de Tenerife cuando se propagó la peste negra. La enfermedad, que se cebó con los más débiles como con los más fuertes, se unió a la crisis de la cochinilla lo que resultó dramático no solo para las familias de la isla sino también para su economía.

Ángel Sánchez trata el asunto de manera episódica en sus Crónicas de Artemi, volumen cuya nueva edición a cargo del Gobierno de Canarias se presentó el año pasado. Lástima que, como otros libros que auspicia la Viceconsejería de Cultura apenas haya tenido recorrido.

Los leprosos son los protagonistas de La cueva de los leprosos, de Víctor Álamo de la Rosa, historia que se desarrolla en Isla Menor, territorio mítico en el que se ambientan muchas de las novelas de este escritor y que no es sino un trasunto literario de la isla de El Hierro. En esta obra el escritor explota una vez más su vena romántica y si bien no se trata la enfermedad como epidemia, sí que subraya la diferencia que existen entre los que están aquejados de ese mal y viven recluidos en un lugar apartado de la isla. Álamo de la Rosa insistiría ahora sí con una pandemia, aunque una pandemia imaginaria que provoca suicidios masivos, en su más reciente novela, El pacto de las viudas.

Personajes aislados por la enfermedad son los protagonistas de La umbría, de Alonso Quesada, obra que cuenta con una interesante adaptación cinematográfica dirigida por Pepe Dámaso y El silencio de Los Abades, de Juan Alberto Reyes Cornejo. En ambos casos, sus protagonistas sufren aislamiento por tubercolosis.

En el terreno de la anticipación y el fantástico, varios autores han escogido las islas como escenario para sus propuestas literarias. Los muertos vivientes, que como un virus se extienden entre los vivos que le sirven de alimento, son los protagonistas de Caminarán sobre la tierra, de Miguel Aguerralde, novela que transcurre en una isla de Gran Canaria igual de distópica que la pesimista y futurista Pasa la tormenta y Anturios en el salón, de Tomás Felipe y Juan Ramón Tramunt, respectivamente, aunque ni el primero ni el segundo justifican sus propuestas por causa de una pandemia sino por catástrofes que para nada resultan naturales.

Otras novelas fantásticas serían Evanescencia (2017), de Manuel Almeida, El despertar (2012) de Elio Quiroga y Los espectros de Nuevo Ámsterdam (2019), también de Aguerralde aunque salvo la primera no se desarrollan en las islas como tampoco recurre a Canarias como escenario Víctor Conde en su Naturaleza muerta.

Sí que se cuenta en la isla con una nutrida y sólida producción historiográfica sobre las diferentes epidemias que han asolado el archipiélago a lo largo de la historia y todo hace asegurar que tras la pandemia del Coronavirus se publicarán trabajos en el que se analizarán su impacto en Canarias. A la espera de que esta pesadilla acabe, de que las cosas vuelvan a la normalidad, los interesados pueden consultar obras tan interesantes como las epidemias del cólera del siglo XIX vistas por Benito Pérez Galdós, a quien por cierto el coronavirus ha deslucido los fastos organizados para celebrar el centenario de su fallecimiento.

En este apartado destacaría El barco de la viruela. La escala de Balmis en Tenerife, de Víctor García Nieto y escogiendo entre otros títulos que no deslucen interés, Del Río de La Plata a Tenerife de Paolo Mantegazza, quien tuvo que ser internado al llegar a la isla en el Lazareto de Santa Cruz de Tenerife.

Antropólogo darwinista –mantuvo correspondencia con el autor de La teoría de la evolución de las especies– desembarcó en Tenerife en 1858 y cuestiona en la obra las leyes de cuarentena de la época impuesta ante los riesgos de epidemia así como los lazaretos, centro en los que se concentraba a los contagiados.

Las epidemias en Canarias dieron origen además a dos novelas muy diferenciadas. La primera es Los argonautas, de Vicente Blasco Ibáñez, que narra la escala de un trasatlántico en el puerto de la capital tinerfeña. Escrita en 1914, su lectura puede evocar a la novela Los premios de Julio Cortázar ya que sus protagonistas –en el caso de la novela de Blasco Ibáñez emigrantes– tienen prohibido bajar a tierra.

En su libro Entrada y salida de viajeros, el crítico tinerfeño Domingo Pérez Mink afirma que Santa Cruz de Tenerife siempre estará en deuda con el escritor valenciano ya que escribió una de las páginas más hermosas dedicadas a la capital tinerfeña.

La segunda novela está cuenta con una interesante adaptación cinematográficas de la que damos amplia información en otro artículo.

Finalizamos este recorrido por novelas que nos recuerdan la vulnerabilidad de Canarias ante estos casos el anuncio hace unas semanas y en este mismo periódico de un nuevo libro en el que está trabajando en la actualidad el escritor tinerfeño Alberto Vázquez Figueroa quien no revela su título pero sí el subtítulo que con toda probabilidad llevará: Cien años después y en la que el coronavirus es uno de sus más señalados protagonistas.

Si omitimos Gran Canaria, el filme que Irving Cummings dirigió en los años treinta y que adapta la novela de A.J. Cronin, Canarias ha servido de plató de varias películas que tratan los efectos devastadores en la sociedad ante una pandemia tan feroz pero afortunadamente ficticia como es la de los zombies.

Y en el cine

Aunque no se desarrolla en las islas destacamos 28 semanas después (2007), ya que está dirigida por el tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo y Generación Z (Steve Barker, 2015) porque pese a que a no está rodado en las islas sino en Mallorca, transcurre en un resort que se ubica en Canaria (¡!).

REC 4: Apocalipsis
(Jaume Balagueró, 2014) se rodó entre Gran Canaria y Barcelona mientras que La mansión de los muertos vivientes (1985) cuenta con varias escenas filmadas en las islas. La película está dirigida por un cineasta todoterreno en el cine español, Jesús Franco, pero no se trata de uno de sus más inspirados trabajos. Como en otras de sus películas, la actriz protagonista es Lina Romay, compañera sentimental de este hombre que era capaz de rodar cualquier historia por mínima que fuera con dos centavos.

Rodada en paisajes naturales de las islas es también No crezcas o morirás (Thierry Poiraud, 2015), una cinta que propone una interesante vuelta de tuerca al género de los muertos vivientes en el cine ya que no se trata de que los muertos se levanten de sus tumbas para acabar con sus semejantes, los vivos, sino de no crecer ya que cuando se cumple la mayoría de edad y sin que se explique en ningún momento en la película, los adultos enloquecen y solo desean matan a los más jóvenes.

El filme da bastante importancia al paisaje, ya que prácticamente transcurre en exteriores, pero su función es la de servir solo de marco estético. La idea, por otra parte, revisa con nota la propuesta que ya en los setenta había anotado Narciso Ibáñez Serrador con ¿Quién puede matar a un niño?

Por último y en el terreno del cortometraje, una curiosidad, 21-Z, el primer corto canario zombi de la historia del corto canario y que fue rodado íntegramente con un teléfono móvil. Dirigen: Aitor Padilla y Eduardo Gorostiza.

Saludos, cuídense, háganme el favor, desde este lado del ordenador

Víctor Álamo de la Rosa revela las claves de El pacto de las viudas

Jueves, Junio 27th, 2019

El escritor Víctor Álamo de la Rosa hablará este viernes, 28 de junio y a partir de las 18 horas, sobre su última novela, El pacto de las viudas (Editorial Siete Islas, 2019) y sobre lo divino y lo humano si se tercia. El encuentro será en la sala Domingo Pérez Minil, en la Casa de la Cultura, Santa Cruz de Tenerife, dentro de la actividad que desarrolla el Club de Lectura Agustín Espinosa en colaboración con la Biblioteca Püblica del Estado.

El pacto de las viudas describe un mundo devastado por una pandemia de suicidios donde Danilo Porter, un investigador privado, buscará la verdad de lo que está ocurriendo, adentrándose en una realidad distópica en la que el planeta está gobernado por las esposas de los más célebres dictadores del siglo pasado.

La novela se construye como un diálogo con la obra La tempestad, de William Shakespeare, y no se conforma con narrar una realidad más o menos presente sino que se adentra en un futuro distópico donde las viudas han sido capaces de viajar en su vehículo espacial a Marte y fundar allí una nueva ciudad, un nuevo mundo, alejado de la contaminación de la Tierra, un planeta acuciado por el cambio climático, la lluvia ácida y los desastres naturales.

El pacto de las viudas es la octava novela publicada por Víctor Álamo de la Rosa, autor nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1969, aunque su infancia transcurrió en El Hierro, isla que ha marcado su literatura. Ha publicado ocho novelas: El humilladero (1994), El año de la seca (1997), Campiro que (2001), Terramores (2007), La cueva de los leprosos (2010), Isla nada (2013), Todas las personas que mueren de amor (2015, Premio Benito Pérez Armas 2013) y El pacto de las viudas (2019).

Saludos, nos vemos mañana, desde este lado del ordenador