Archive for Agosto, 2008

Las aventuras del doctor Quatermass…

Miércoles, Agosto 6th, 2008

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Aprovechando la nueva edición en dvd de la trilogía cinematográfica dedicada al doctor  Bernard Quatermass (*) me tomo una vez más la libertad para recordar mi pasado teñido de películas, lecturas y músicas que han ido conformando más o menos el bicho que soy. Además, me sirve de excusa para comentarles muy personalmente una de las mejores series de ciencia ficción de todos los tiempos. Películas que si bien han sido tocadas (para mal) por el paso inclemente del maldito tiempo que nos condena, aún respiran un envidiable estado de salud pese a la vejez que las caracteriza. Escribo estas líneas, además, con la intención de orientar a un posible y caprichoso lector de este blog, seguidor de fantasías con mayúsculas y sin prejuicios que manche su manera de ver las cosas. A él van dedicadas estas líneas.

Pero no nos pongamos plastas. Y vayamos al meollo de la cuestión: Quatermass.

Las tres películas dedicadas al célebre científico de pacotilla se rodaron en los años sesenta gracias al respaldo de una de las productoras más interesantes y queridas por los fanes fatales del género hace ya mucho, mucho tiempo. Nos referimos a la Hammer Films, factoría que además de dar un lavado de cara a los monstruos clásicos de la Universal Pictures (Drácula, La momia, la criatura del doctor Frankenstein, el hombre lobo, entre otros) tuvo tiempo también para apoyar la aventuras de Quatermass, un científico que se verá envuelto en tramas complicadas para defender nuestro planeta de invasiones extraterrestres.

La edición que ahora presenta Manga Films (muy cuestionable sus extras, todo sea dicho de paso) recoge las tres películas que se realizaron del doctor, las dos primeras (El experimento del dr. Quatermass y Quatermass 2) dirigidas por Val Guest y la tercera, ¿Qué sucedió entonces? (la mejor para quien esto les escribe) por Roy Ward Baker.

¿Qué de que van?, ¿qué por qué tanto bombo y platillo para algo que ya está superado? Pues, sobrinos míos, por muchas razones. Y la primera de ellas es que se tomara tan en serio un género que hasta ese momento era cosa para niños. Los guiones están firmados por Nigel Kneale, que para algunos es una especie de Rod Serling británico y para mí uno de los mejores escritores de ciencia ficción y fantasía de todos los tiempos. Las historias del buen doctor están pergeñadas, en este sentido, de agudas reflexiones sobre nuestros miedos más profundos y propone también divertidas situaciones donde cuestiona estamentos tan cuestionables como el ejército y la alta política. Kneale estaba igualmente influenciado por las criaturas indescriptibles de ese maestro del horror adolescentes con cabeza que es H. P. Lovecraft y no deja de inquietar incluso en esto días poco inquietables a no ser que te toquen el bolsillo porque hablan de terrores que llevas dentro, agazapado, y que forman parte de lo que alguien se atrevió a decir era inconsciente colectivo.

El experimento del doctor Quatermass narra la historia de un astronauta que llega a nuestro planeta con una extraña enfermedad invasora; Quatermass 2 repite el esquema de la invasión pero situando a los colonia alienígena en una fábrica de alimentos sintéticos y ¿Qué sucedió entonces? (la única de las tres rodada en color) reitera en el mismo esquema de la invasión sólo que con una complejidad y un sentido del misterio que todavía me causa escalofríos. En esta ocasión la invasión comenzó hace millones de años y con forma de langosta.

El aficionado tiene la oportunidad ahora de hacerse con estas tres deliciosas aventuras imaginarias e imaginativas a un precio digamos que para todos los públicos. Merece la pena revisarlas una vez más si tuviste la oportunidad de verlas en su momento, y si eres de los afortunados que puede descrubirlas ahora te aseguramo que no malgastarás tu dinero. Seduces, cautiva y hablan en serio de un género tan poco tomado en serio como es el de la ciencia ficción. Es decir, que te dejan tumbado en el sofá de casa con la extraña sensación de que se puede entretener contándote una historia inteligente hablándote de seres de otros mundos. Claro que es éste, y no otro, el secreto de la cultura popular que tanto reivindicamos de este foro.  Un saludo y disfruten de lo desconocido.

Quedan, al menos, avisados.  

 (*) Quatermass fue interpretado en las dos primeras películas por el inolvidable Brian Donlevy y en la tercera y última por Andrew Keir.

Un emocionado y (pretendidamente) caluroso homenaje a Ian Fleming

Martes, Agosto 5th, 2008

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Varios amigos que no tienen otra cosa mejor que hacer que explorar lo que anoto cultural y curturarmente en este blog me comentan (no sé yo con qué intención) el por qué no he escrito nada sobre mi admirado Ian Fleming, el creador literario de 007 , de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento. Y la respuesta no es otra que despiste. Sirvan pues estas líneas para recomendarles a ellos y a otros que puedan leerme que pierdan el tiempo de sus vidas maravillosas leyendo si no todas al menos algunas de las novelas de este escritor en el punto de mira de la crítica seria y aburrida, y reivindicado por el puñado de miles de aficionados que tuvimos a bien descubrirlo en una etapa de nuestra existencia donde todo lo que oyes, ves y tocas te marca para los restos…

En plan abuelito cuenta batallas recuerdo que descubrí a Bond primero por las películas que por las novelas. Me figuro que como a gran parte de los aficionados al universo del súper agente secreto al servicio de su graciosa majestad. Tuve la suerte de ver la primera película Bond, Desde Rusia con amor, en el hoy desaparecido cine La Paz. El cine La Paz era un cutre cine que en el otoño de su existencia se dedicó a programar dos películas por el precio de una. Se encontraba en la esquina de la avenida del General Mola, frente al bar Imperial (bar que sigue haciendo hasta que alguien me demuestre lo contrario los mejores bocadillos de pollo de esta ciudad) y cuando existía la plaza del mismo nombre, de La Paz.

Todavía recuerdo el impacto que me produjo la película, y que nada más empezar se cargaran al mismísimo Bond (Sean Connery) aunque segundos después descubrieras aliviado que era un falso 007 al que usaban para entrenar al malo de la película, un rubio platino Robert Shaw (el cazatiburones de Tiburón, si hombre, al que la bestia le rompe las piernas y lo arrastra a las profundidades del mar).

Después, por un amigo, me enteré que Bond además de protagonizar aquellas maravillosas películas era un personaje literario creado por un tal Ian Fleming, autor también de la novela de uno de mis filmes favoritos de mi infancia Chitty Chitty Bang Bang (1964) . Así que por esos caprichos que te da la vida, o cuando tienes esa sensación de que el mundo conspira para hacerte feliz que diría J. D. Salinger, un día cayó en mis manos una novela del agente secreto editada por Bruguera. El título: Operación Trueno. Y ese fue el inicio de mi largo, leal y agradecido romance con el universo Bond, independientemente del que mantenía con sus largometrajes.

La verdad es que puestos, debo decir que prefiero más al personaje literario que al cinematográfico. Y por razones varias. El Bond de las novelas no es un súper héroe. Tiene un punto canalla y sobre todo epicureo delicioso. En sus libros lo mejor no es la trama de espionaje, ni siquiera los atractivos malvados con los que se enfrenta, sino cómo vive el condenado a cuesta de su país. Bond, James Bond es en la novelas un vividor, un tipo que sabe comer y que gusta de las cosas exquisitas, comenzando por las mujeres. También es un tipo que se atiborra de pastillas (anfetaminas concretamente) para realizar las misiones más peligrosas. Fumador empedernido, jugador compulsivo y bebedor con mayúsculas, el personaje encarna todo lo políticamente incorrecto de nuestros sanos días y aún así, con los pulmones como pasas, la presión arterial a punto de reventarle tiene fuerza suficiente para desmontar las operaciones más fantasiosas de los malos de turno. Gente que, como el Doctor No o Goldfinger, ni fuma ni bebe, ya que sólo viven para estropearle el día a la gente del mundo libre.

Esta es otra nota de color en las novelas de James Bond. Y de su escritor, Ian Fleming, la convicción de que su héroe protege al mundo libre del feroz comunismo y, más tarde, cuando comenzó a descongelarse la guerra fría, de la organización de signo totalitario Espectra.

Ahhh, qué tipo, como se nota que es escocés.

En mi obsesión bondmaníaca me hice con todas las novelas que Bruguera editó del personaje en los 70 y más tarde conseguí la serie completa gracias a RBA. Pero no contento con ello, tengo la manía de comprar otros libros Bond editados en sudamérica (tengo ediciones mejicanas y colombianas) y de hacerme con las novelas que tras la muerte de su creador continuaron escritores como Kingsley Amis, padre de Martin Amis, que bajo el pseudónimo de Robert Markham dejó el pabellón muy alto con su El coronel Sun (editada por Plaza y Janés en la colección Espionaje en 1969) ; John Gardner, que no me convencieron, fracamente, y hoy Sebastian Faulks con la dignísima La esencia del mal. Desconozco, no obstante, el trabajo de otros continuadores como John Pearson y Raymond Benson, pero en diversos foros dedicados exclusivamente a 007 me informan que no me he perdido nada.

En mi locura bondmaníaca (que no hace daño a nadie, imagino), también me he hecho con novelizaciones de algunas de sus películas, títulos que repiten con palabras lo ya visto en imagen, y como es natural tengo varios volúmenes (algunos de ellos lujosamente editados) dedicados al agente que condenó su vida al servicio de su (graciosa) majestad. También cuento en mi haber con un biorafía en inglés de Fleming, The life of Ian Fleming, escrita por el ya citado Pearson.

¿Por qué esta manía inocente por Bond? No tengo ni idea. La razón quizá se encuentre en que me gustan las novelas de espías (las buenas buenas, es decir las que firman Graham Green, Eric Ambler y John Lecarre cuando no se pone pesado), las regulares, con mi admirado Len Deighton (creó también un agente secreto pero más creíble, Ipcress) y otros tantos que no voy a enumerar para no cansarles ni cansarme. Recomendaría de todas formas a los que quieran introducirse en el género (porque la novela de espías es un género, o fue un género cuando el mundo se dividía entre buenos y malos, o los del mundo libre y los que sufrían la dictadura del proletariado) que adquieran el interesante ensayo La novela de espías y los espías de novela de Juan Antonio de Blas.

Bueno, no sé si al final he podido rendir el homenaje que se merece el escritor que ha dado origen a este comentario. Soy consciente de que los culturetas de toda la vida (esos que no pasan de Arthur Conan Doyle en cuanto a literatura popular se refiere) continurán mirando de reojo a nuestro 007 pero como digo siempre son ellos y no nosotros quienes se lo pierden. ¿Verdad?

P.D.: Recuerdos de M y también de la adorable Moneypennie.

Fallece Rafael Nebot, fundador del Festival Internacional de Música de Canarias

Lunes, Agosto 4th, 2008

Otra noticia triste, otro mazazo al pequeño pero revuelto mundo cultural de las islas. Canarias amaneció hoy un poco más sola con la noticia del fallecimiento de Rafael Nebot, un personaje singular que hizo posible el milagro de unir a las dos provincias del archipiélago a través de otro pequeño milagro como es el de la música. ¿Por qué?, porque Nebot fue uno de los impulsores del Festival Internacional de Música de Canarias durante 23 años intensos. Gracias a su esfuerzo, y al de otros claro está, Canarias sonó por el mundo como debe sonar por el mundo. Es decir, como Canarias, dejando de lado insularismos de opereta.

Murió joven, con tan solo 57 años, pero detrás deja un importante legado por el que será recordado por los que no tuvimos la suerte de conocerlo personalmente, aunque sí por motivos laborales, y en este sentido siempre se comportó como un caballero pese a las tensiones derivadas del cargo y a las envidias que lo acechaban. 

En este sentido, las reacciones de profesionales y amigos no se han hecho esperar y todas coinciden en que ha sido un golpe muy duro. Muy duro. Ya va siendo hora entonces de que ocupe el lugar que se merece en una sociedad que, como la nuestra, es tan poco dada a reconocer el trabajo bien hecho.

¿Qué más se suele decir en estas circunstancias?

Gracias, maestro.

Las aventuras del fusilero Richard Sharpe

Domingo, Agosto 3rd, 2008

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No defiendo que Bernard Cornwell sea un gran escritor. Incluso pondría en duda que fuera un escritor regular, pero sí que sostengo que sus novelas entretienen. Sobre todo a los aficionados a la historia. Su personaje más popular en Gran Bretaña y en buena parte del mundo occidental que devora sus creaciones con devoción de tonto aficionado sigue siendo, a mi modesto entender, las aventuras del fusilero Richard Sharpe. Sharpe es un soldado que se ha ido ganando galones en la guerra napoleónica, y una especie de reflejo distorsionado de Wellington, que sigue siendo según la propaganda oficial anglosajona quien derrotó a Boney (Napoleón) no ya en Waterloo sino también en la España peninsular.

Entiendo que las novelas de Sharpe no gusten demasido en nuestro país (que sigue siendo España hasta que alguien me demuestre lo contrario) porque Sharpe recurre a todos los tópicos y artificios para describir el carácter celtibérico en aquellos años de plomo, pero obviando esa majadería (aunque debo de reconocer que me agrada ciertamente ese puntito tontorrón tan británico) estamos ante novelas de aventuras muy bien documentadas y en general de esas que una vez que inicias no dejas de leer hasta conocer su final.

Cornwell es un autor prolífico, además de las aventuras deseventuradas de su fusilero más famoso (personaje que ha dado origen a una serie de televisión muy potable, en la imagen que acompaña estas líneas sus protagonistas, con Sean Bean a la cabeza que encarna a Sharpe) también es autor de otras sagas que transcurren en periodos históricos tan diferentes como las invasiones vikingas a Gran Bretaña y los momentos iniciales de la Guerra de los Cien años, así como las que dedicó a una nueva relectura del mito artúrico. En contra de otros seguidores españoles,  éstas no me parecen tan interesantes como las que ha dedicado a Sharpe, pero ello se debe a más a una cuestión de atractivo por un periodo histórico en concreto que a otra cosa. Cornwell cuenta también con cuatro historias ambientadas en la Guerra de Secesión norteamericana, serie que, lamentablemente, no ha sido aún traducida al español. 

Insisto, de todas formas, que el universo del escritor inglés (Cornwell es inglés de pura cepa, nació en Londres en 1944) es deliciosamente INGLÉS, en ocasiones odiosamente inglés (ya saben, los hijos de la Unión Jack son los mejores, los más fuertes y los más inteligentes, lo que me obliga a mirar al resto de las naciones desde arriba…en fin) pero destaco que para mí esa es una de sus principales virtudes (o lo que es lo mismo, no ira el pasado de su país con ira sino con venerable fascinación). De hecho, ese virus patriótico me hace leer sus aventuras con cierta distancia y una sonrisa en la boca. Claro está que soy un español confundido, al que le han dado de coscorrones en la cabeza precisamente por buscar cierta dignidad en el pasado de esta nación cautiva y desarmada que es España.

En este sentido, que nadie busque una critica vitriólica a los bravos soldados de casaca roja (lo que si hace mi admiradísimo George McDonald Fraser (que Dios lo guarde en su gloria) con sus novelas de Harry Flashman) pero tiene talento a la hora de describir los combates, transportando al atribulado lector al campo de batalla y a compartir con Sharpe el olor de la pólvora y la sangre.

Edhasa (en tapa dura) y Quinteto en bolsillo editan en la actualidad las novelas de este energúmeno que fusilero él, no lleva la mítica casaca roja sino la verde. Que tiemble Boney, Cornwell promete que su personaje todavía tiene para rato (al fin y al cabo le paga la hipoteca). Dios salve al rey Jorge III.  

La V Feria de la Edición y una reflexión sobre si los canarios somos africanos o los africanos son canarios

Viernes, Agosto 1st, 2008

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La Feria de la Edición comenzó su andadura sin apenas arañazos, pero como con todas las cosas que nacen con la cabeza  sobre los hombros ha ido ocupando su espacio pese a la ceguera de algunas administraciones locales que siguen empeñadas en asociar cultura con carnaval. Y no es eso. No es eso.

Ayer, jueves, se presentaron los contenidos de la V edición de este encuentro con los editores, que son esas personas raras, raras, raras que se dedican a hacer libros. Entre otras cosas de interés, se anunció la intención de elaborar un Pacto Canario por el Libro y la Lectura y que la Feria, leo en la prensa un mismo titular sólo que escrito con diferentes palabras, sirva de puente cultural. Lo de que Canarias es un puente lo he oído al menos un millar de veces a lo largo de mi vida. Canarias es un puente entre América-África y Europa. Canarias es un puente gastronómico, Canarias es un puente para la introducción de nuevos bichos en América-África y Europa, etc, etc, etc… Ahora, parece ser, Canarias también será un puente (invisible, claro está) para intentar introducir la buena aunque desconocida literatura que se escribe en el castigado continente africano en otros lugares del mundo mundial… Y está bien. Sobre todo en unos tiempos donde parece que los canarios hemos descubierto ese universo que teníamos a la espalda: África.

Esto me hace llegar a una reflexión me temo que inevitable. ¿Somos los canarios africanos? En mis años de deliciosa aunque también amarga adolescencia el debate estaba en al calle. Yo nunca me sentí africano, que quieren que les diga, aunque queda como exótico soltarlo en territorio peninsular. Otras voces comentaban en esos tiempos que ya no volverán que Canarias era Europa (tampoco me siento europeo, la verdad) aunque geográficamente africanas. Y unos terceros, a los que todos señalábamos con el dedo, decían que Canarias era España y punto. Ahora que soy mayor me he dado cuenta que, efectivamente, formo parte de ese conglomerado delirante de nacionalidades que es España, aunque culturalmente mis apetencias se decantan por casi todo lo norteamericano y ocasionalmente británico. Me gusta su literatura, me gusta su cine y su música por encima de lo que se haga en Europa, África y Asia… sin olvidarme de Oceanía. Y como yo, creo que muchos. Aunque esos muchos siguen empeñados en la mentira de que los malos de la película son los gringos, pese a que unos muchos babeen con J.F.K y ahora Barak Obama.

Pero no iba por aquí la cosa. Escribía sobre la V Feria de la Edición y de cómo llena el vacío que últimamente me está dejando la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife. Por un  lado, basta comparar (aunque las comparaciones sean odiosas) la organizaciones de una y otra. Normalmente la Feria de la Edición funciona como un reloj mientras la del Libro camina como John Wayne al bajar del caballo en una película de vaqueros. Es cierto, no obstante, que una feria es para un sector muy concreto, los editores locos, y que la del libro pretende acercar este curioso objeto, el libro, a la calle. Lo que me asombra es que unos (los primeros) suelan cumplir sus objetivos mientras que los segundos (los libreros) vayan a su bola. Pero es una observación muy personal la mía, y es probable que me equivoque aunque algo me dice que no… En fin.

Entre los invitados de este año a la V Feria de la Edición (se celebra del 25 al 28 de septiembre en el Círculo de Bellas Artes y no en La Recova vieja como hasta ahora) destaca la asistencia de miembros del Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) y de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACEtt), además de Teresa Iturriaga y representantes de la importante Bienal del Libro de Ceará, Brasil, y el Instituto Ramón Llull, La nota musical (como ya informamos en su momento) la pondrá Manecas Costas

Seguiremos informando.   Y si es con un libro en las manos mejor.