Archive for Noviembre, 2008

‘Guarapo’ celebra el 19 de diciembre en el cine Víctor su 20 aniversario

Lunes, Noviembre 24th, 2008

No sé si será última proyección del cine Víctor porque le quitaría empaque a lo que quiere ser una celebración. Pero tal y como están las cosas mucho me temo de que sí… Aunque si uno lo mira bien, aunque la sombra de la resignación ya haya tomado buena parte de mi corazón, el Víctor volvería a vestirse de gala provinciana (con su alfombra roja y apolillada) para celebrar el 20 aniversario del estreno de Guarapo.

¿Qué que fue Guarapo, hijos míos? Guarapo fue el primer aldabonazo, la primera salva que hizo a unos creer que era posible rodar cine en Canarias con nombres y apellidos canarios. Fue la primera piedra (luego erosionada) de lo que los entusiastas llaman cine canario y yo, cada día más enfermo por la dichosa úlcera, digo intento. Intento que 20 años después ha tenido sus picos (pocos, hay que decirlo) y sus bajadas (muchas, que también hay que decirlo).

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Guarapo, de Santiago y Teodoro Ríos, fue de todas formas la primera. El primer intento de hacer algo cinematográficamente hablando. Y si bien el resultado no supere la prueba del tiempo, esta película por su carácter casi pionero la convierte en una obra de referencia de eso que llaman cine en las islas del infierno. Yo, insisto, intentos.

La proyección tendrá lugar en nuestro cine Víctor el 19 de diciembre, y está previsto que asistan algunos de los actores que protagonizaron el filme. Otros no vendrán porque se han ido a vivir a otro mundo donde es posible que las cosas sean mejores. Me refiero a Luis Suárez y a José H. Chela, que nos dejó este mismo año. Juan Luis Galiardo y Patricia Adriani (¿qué habrá sido de esta chica) sí que se esperan que estén. A mí me gustaría que también se diera una vuelta José Manuel Cervino, que es un actor de aquí que ha hecho carrera allá (en la ignota península), casi siempre interpretando papeles broncos, con mucho carácter.

La película podría también estrenarse en La Gomera un día después del reestreno en Tenerife. Todo el mundo sabe, o al menos quienes la han visto, que su acción transcurre en la isla colombina, donde un muchacho de campo (Luis Suárez) sueña con emigrar a las Américas.

La emigración. Siempre la emigración. Esta al menos es una constante en los tres largometrajes que han dirigido esta pareja de hermanos (¿recuerdan Mambí y El vuelo del guirre?).

Guarapo se estrenó hace veinte años por todo lo alto en el cine Víctor cuando el cine Víctor era cine de estrenos. El acontecimiento hizo feliz a mucha gente, también es verdad que puso a nervioso a unos pocos, pero estas cosas suceden en estas islas que viven tan felices mirándose el ombliguito. No hay mundos más allá de las fronteras marinas que nos separa de las islas hermanas y sobre todo del continente africano y europeo. América quizá fue por eso un sueño. Sueño trágico durante la travesía pero sueño al fin y al cabo. Cualquiera de nosotros, los que hemos tenido la suerte o la desgracia de haber nacido en esta tierra cuenta con algún pariente que se marchó a hacer las Américas. Y por norma general de ese pariente nunca más (¡¡¡más nunca!!!) se supo. Su nombre se pierde en la leyenda familiar, y los más pequeños casi terminan por verlo como un héroe porque se fue y no volvió. Los que volvieron o venían cargados de billetes o más pobres de cómo se fueron pero eso es otra historia…

El caso es que Guarapo habla de todo eso. Más o menos.

Es una película bonita. Pero cada vez que la repesco (TV Canaria recurr a ella cada 30 de mayo, día de Canarias, dicen) me hago más viejo porque la película se ha hecho más vieja. Pero es un título fundamental para entender eso que llaman cine canario. O intento de cine canario. 

Fue la primera que se tomó en serio, que abandonó los circuitos provincianos de aquel entonces y se enfrentó al mundo.

Más tarde llegaron otros. Uno de ellos, Juan Carlos Fresnadillo, sigue siendo el alumno más aventajado de la clase. Llegó a los Oscar y rodó en España e Inglaterra. Más tarde conversó de tú a tú con el señor Steven Spielberg. ¿Quién nos lo iba a decir? Pero Juan Carlos, como aquellos familiares de los que antes hablaba, fue de los listos. Hizo el equipaje y se marchó a recorrer geografías para transformarse en leyenda.

Felicidades pues. A los hermanos Ríos por seguir dando la vara (ultiman un documental potente sobre la presencia española en el Sáhara) y por su Guarapo, que con el paso del tiempo me parece cada día más a la manzana del mítico árbol de las ciencias.

Guarapo ya es historia. De eso que llaman cine canario y yo, reitero, intentos de hacer cine (no sé si canario), pero sí a menos cine.

Felicidades.

Y ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

‘El salario del miedo’, qué título y qué novela

Sábado, Noviembre 22nd, 2008

No sé, pero me atrevo a decir que casi se ha convertido en un género dentro de la novela de aventuras. También del cine, que ha bebido insaciablemente de las fuentes literarias para en algunos casos dejar obras potentísimas (visual y narrativamente hablando) y en otras mediocres por no escribir algo peor. Ese subgénero que no sé si lo es, probablemente no lo sea, son todas aquellas historias que nos ubican en un rincón perdido del mundo donde algunos europeos de distinas nacionalidades han perdido cualquier noción de nación (el juego de palabras ha salido solo) para convertirse en apátridas y por lo tanto casi en almas en pena, que viven en un purgatorio existencial poblado de mosquitos y calor, mucho calor… porque en estos escenarios de los que hablo la acción transcurre en África o en Asia, también en América del Sur… países donde han ido a recalar estos vagamundos que han perdido cualquier contacto con la realidad. El gran Joseph Conrad dejó un buen puñado de novelas con estos personajes. Ahí está su fantástica El corazón de las tinieblas, con un Kurtz que ha perdido cualquier sentimiento civilizado para fusionarse con la selva, convertirse en un elemento más de ese horror, horror indescriptible en el que casi también naufraga Marlowe, el narrador de la historia. Graham Greene cuenta igualmente con títulos repletos de hombres a la deriva, no sé yo si víctimas de un exilio que en todo caso ha sido voluntario. Marginales en su país y marginales en esos territorios fronterizos tan hostiles al hombre civilizado. Algún día le diré al mundo lo feliz que me hizo Greene con novelas como El revés de la trama, El cónsul honorario, Los comediantes, Un caso acabado y El ameriano impasible. Dejo concientemente a un lado Nuestro hombre en La Habana porque si bien nos presenta a un civilizado ciudadano británico en la capital cubana no es, que digamos, la historia de un náufrago existencial sino la aventura cómica de un burgués civilizado que cae preso en la trama del servicio de espionaje de su graciosa majestad. Hay otros grandes narradores que como B. Traven, el autor de El tesoro de la Sierra Madre, quizá sea el modelo que más se acerca a lo que quiero intentar transmitirles. El retrato de una serie de hombres blancos que han tocado fondo en países que han tocado fondo por culpa de la dichosa civilización. Hombre encallecidos y duros, pero que bucan desesperadamente volver a ser niños como le decía el venerable anciano mexicano a William Holden en ese canto a los desesperados que es Grupo salvaje (qué película, por Dios, es de esas que no me canso de ver y de ver…).

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Pero en fin, no iba a hablarles ni de Conrad ni de Greene ni del gran B. Traven (a quien algún día le dedicaré un post Dios mediante), por citar sólo a tres grandes escritores de la aventura humana, sino de un francés, Georges Arnaud (Montpellier, 1917-Barcelona, 1987), un escritor con una biografía de cine: destacado activista de la resistencia francesa, fue acusado en 1945 del asesinato de su padre y de su tía, lo que le llevó a que pasara 19 meses en la cárcel hasta que finalmente fue absuelto. Defraudado con el sistema judicial francés, viaja a Sudamérica donde vivirá miserablemente aunque fue allí donde germinó la novela a la que hoy hacemos referencia: El salario del miedo.

La novela El salario del miedo (cuenta, que sepa, con dos adaptaciones cinematográficas, la de Henri-Georges Clouzot que aún me pone los pelos de punta, y la del cineasta norteamericano William Friedkin, un remake innecesario de la original que en España circuló con el nombre de Carga maldita) que fue considerada como una obra maestra por Manuel Vázquez Montalbán en el emocionado prólogo que le dedica en la edición de Debate, es la historia de un grupo de hombres sin nacionalidad en un país sudamericano (probablemente Guatemala) que transportan por las lamentables carreteras de ese país nitroglicerina al servicio de una compañía petrolífera extranjera que encarna el mal con todas sus letras. Y apunto lo de mal porque a la compañía le importa un pimiento la vida de sus trabajadores y sí la de que la carga llene a destino sana y salva. 

Arnaud ofrece una descripción de los personajes con lenguaje seco y directo, deja de lado florituras descriptivas para los escritores de verdad (ja) y compone una novela con mayúsculas en apenas un centenar de páginas. Cuando uno la lee tiene esa extraña sensación de que escritores así ya no se dan. Al menos en este lado del mundo, satisfecho y glotón, ahora miedoso por una crisis fantasma que amenaza que nos quedemos sin consumir como enfermos.

Brutal, auténtica, es de esas novelas que lees de un tirón y que no te da margen para el respiro. Lo único malo de verdad de El salario del miedo es que es tan corta que te quedan ganas de seguir en ese universo donde sólo hay perdedores a los que les une un mismo espíritu: nihilismo. ¿Qué van a perder? piensas mientras pasas las páginas y las devoras literalmente.

En fin, uno de esos grandes libros que me marcaron y sigue marcando en mi devenir existencial.

El salario del miedo, qué título, qué novela…

Y ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!  

Algunos blogs amigos…

Sábado, Noviembre 22nd, 2008

Ahí os dejo algunos blogs amigos:

* Comienzo por la más que interesante http://enrodajecanario.blogspot.com, que firma A. David Delgado San Ginés, con gente así uno hasta se cree que exista realmente cine en Canarias. Su página no tiene desperdicio, e informa puntualmente de novedades y de otras cosas relacionadas con el séptimo arte en las islas del infierno. Muy recomendable.

* Uno de los blogs más interesantes que han aparecido en las islas en los últimos tiempos es Azul Tokio (http://azultokio.blogspot.com). Que por qué, pues sencilamente porque es una página honesta, independiente y auténtica. La firma Cé, y no se corta un pelo en desnudarse en su pequeño universo de la red. Lo que más aprecio, sin embargo, es su rotunda sinceridad, y la buena música que suele incluir en algunos de sus post.

* El tercer blog es uno de literatura y libros técnicos. Y se nota que a quien la confecciona le va sobre todo la Historia. Independientemente estés o no a favor de lo que opina, de vez en cuando buceo en ella para estar al tanto de novedades en temas bélicos. Yo la recomiendo, pero sólo a todos aquellos a los que le va la Historia. herratas.blogspot.com.

* En http://elmundodejosete.blogspot.com  encontrarás un poco de todo, aunque a mí lo que más me interesan son las opiniones sobre cine de quien confecciona la página. Tiene su punto, y cinematográficamente hablando, coincidimos en casi todo. Y eso es bastante al menos para quien les escribe.

En fin, disfrutad del fin de semana.

Y NO, ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

Hasta pronto, don Adrián

Viernes, Noviembre 21st, 2008

Empezamos el día con una noticia triste: ha muerto Adrián Alemán, periodista y escritor muy vinculado a la ciudad de La Laguna. A Adrián Alemán lo conocí en mi etapa de redactor de La Gaceta de Canarias, donde él asumió la dirección durante unos meses. Después, con el devenir de la vida, nos vimos menos. Pero su trato siempre fue correcto, de periodista veterano al que parecía que se le iluminaban los ojo cuando se encontraba con un compañero más joven. Me llamaba Rojas, que es mi segundo apellido, y me hacía gracia porque en una de las épocas más entrañables de mi adolescencia, cuando estudiaba en el San José de Calasanz, en Geneto, todos mi compañeros (con algunos de los cuales todavía mantengo una amistad que se ha forjado, como lo buenos vinos, con los años) me llamaban igual: Rojas. 

Pienso ahora en todas las personas que lo quisieron y se me hace un nudo en el estómago. Escribir un obituario quizá sea una de las tareas más ingratas de este ingrato oficio que es el periodismo. Me lo imagino en otro mundo hablando de patrimonio, y aprovecho la ocasión para leer sus últimos y excelentes artículos en el digital www.loquepasaentenerife.com, donde además era bloggero. Adrián Alemán demostró en su última etapa profesional que estaba adelantado a su tiempo, y vio en internet el futuro de un oficio que todavía vive anclado en el roñoso papel. Gente así es la que hace que uno se reconcilie con el trabajo de contar cosas. De informar.

En fin, apenas tengo palabras. Se nos ha ido un excelente profesional y lo que es más importante, todo un caballero.

Hasta pronto, don Adrián.   

Dos grandes escritores argentinos

Jueves, Noviembre 20th, 2008

Hay dos escritores argentinos por los que siento auténtica devoción. Ninguno de ellos es Jorge Luis Borges (al que también llevo clavado en el corazón, pero menos) ni Julio Cortázar (al quien siempre le estaré agradecido por redescubrirme al gran Charlie Parker, redescubrimiento que potenció Clint Eastwood en su filme Bird, crónica negra de un talento que se fue por el arrollo), pero sí que son dos grandes narradores muy apegados a uno de mi géneros favoritos: el policial. O la novela negra. Me refiero a Osvaldo Soriano y Mempo Giardinelli.

Del primero me encanta casi todo lo que nos escribió. Sus novelas ambientadas en la siniestra Argentina peronista y su novela homenaje a Phillip Marlowe y Stan Laurel en ese gran clásico del género en español que es Triste, solitario y final. De Giardinelli con Luna caliente, una historia de obsesión, sexo y crímenes situada en la Argentina de 1977. Ambos escritores tienen más novelas. Soriano cuenta con la kafkiana El ojo de la patria (qué título), No habrá más penas ni olvido y Cuarteles de invierno. Giardinelli es autor de las más que interesantes El cielo con las manos, La revolución en bicicleta e Imposible equilibrio, entre otras, pero si he destacado Luna caliente y Triste, solitario y final es porque fueron las primeras grandes novelas que leí de ambos autores, y también poque fueron publicadas en su día por la colección Novela Negra de editorial Bruguera cuando editorial Bruguera era todavía editorial Bruguera.

Es Triste, solitario y final una novela sacudida por la nostalgia y un ajuste de cuentas de su autor con el cine, arte que amó con todo su corazón y todo su espíritu. Soriano recupera al detective privado que se creyó un caballero andante justo en el mismo momento en que lo dejó Raymon Chandler en su inconclusa Poodle Spring Story (que finalizó Robert B. Parker) y narra una aventura en la que Marlowe une fuerzas con Stan Laurel para sacarle lo colores a Hollywood. En la novela intervienen también el mismo Soriano, John Wayne, Jane Fonda y Dick van Dyke en uno de esos apasionantes juegos literarios que tanto entusiasman a los iniciados. En este caso de la novela policial, y respira cada una de sus páginas una ternura y un cálido homenaje a los populares el Gordo y el Flaco que te anima a ver todas sus películas y olvidarte del mundo. Un tío grande el Soriano, pena que ya no esté entre nosotros.

Luna caliente es una de esas historias que se te mete hasta los huesos. Giardinelli me reveló por primera vez los años oscuros de su patria, sumergiéndome en una atmósfera febril poblada por personajes reales, unos represores y otros reprimidos. Como toda novela negra que se precie, está bañada en cinismo, y uno termina su lectura atolondrado, pensando que son muchos los que hacen posible que el infierno esté en la tierra aunque también hay otros que están empeñados en que eso no sea así.

Dos libros escritos en mi lengua, en definitiva. Dos obras redondas que me tocaron el alma. Dos libros que recomiendo a los que, como yo, tengan la suerte de hacerse con ellos. En estos casos es cuando grito: ¡viva Argentina!

En otros, como comprenderán, cierro la boca.

Un saludo desde este lado del ordenador.

Y no me olvido: ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!  

Ya no se hacen películas como las de antes, ‘Al rojo vivo’

Miércoles, Noviembre 19th, 2008

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Detesto este debate pero creo que antes se hacían mejores películas y novelas. Lo pensé ayer, mientras veía por enésima vez uno de los grandes clásicos del cine policiaco norteamericano, Al rojo vivo, del gigantesco Raoul Walsh. ¿Por qué lo pensé? pues lo pensé porque si bien se trata de una película para el gran público el filme tiene tantas subtramas y lecturas que ha terminado por convertirlo en lo que es un clásico. Sí, sí, ya sé que lo dije, pero es que cada vez que veo esta película descubro cosas nuevas, y me asombra su actualidad pese a tratarse de un filme rodado en los años 40.

La cinta la protagoniza James Cagney, que siempre fue un actor en estado en estado de gracia; el gran Edmond O’Brien (uno de mis actores de referencia, me caía bien el tipo, casi todo lo que hizo lo hizo la mar de bien), y una actriz por la que siempre he sentido debilidad: Virginia Mayo, una guapísima rubia a la que el estrabismo la hizo si cabe más atractiva e interesante.

Al rojo vivo cuenta la historia de un gángster con indisumulado complejo del viejo Edipo que también es un asesino a sangre fría que padece ataques epilépticos que busca refugio en los brazos de su mamá, una madre que parece que ha salido del infierno, y la responsable de que Cody, así se llama el personaje que interpreta Cagney, haya escogido el lado equivocado de la vida para conquistar la cima del mundo. Mayo hace de chica de la calle, una rubia peligrosa, una niñata caprichosa y malvada, mientras a O’Brien le toca el papel más ingrato de la cinta, el de poli infiltrado en la banda. El que se hace el amigo que nunca tuvo Cagney para luego traicionarlo con perpleja profesionalidad (¡toma ya!).

Con estos elementos, ¿creen de verdad que el cine norteamericano (no digo ya el europeo que está en crisis mucho tiempo antes de que viniera la dichosa crisis) sería capaz hoy de estrenar una película con semejante historia?, ¿creen que un cineasta de hoy no se despistaría con tantos personajes complejos: el hijo que depende de su madre, la madre que lo quiere y que le ha enseñado un mundo equivocado, la chica caprichosa que solo quiere un abrigo de visón y dinero para vivir cómodamente, el amigo policía que lo único que quiere es detener a Cagney para coger unas vacaciones e irse a pescar…) ? Yo no lo creo. Y a la cartelera me remito. No, qué quieren que les diga, tengo la sensación de que antes se hacían  mejores cosas, o que por lo menos no le tenían miedo a la hora de hablar por su nombre de esas mismas cosas.

Lo que se dice un clásico. Al rojo vivo. Ni lo duden. Un clásico con todas sus aplastantes letras.

¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

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