Archive for Diciembre, 2017

3ª edición del Encuentro de Joven Crítica Canaria

Domingo, Diciembre 10th, 2017

Del 11 al 15 de diciembre, tendrá lugar la 3.ª edición del Encuentro de Joven Crítica Canaria, organizado por los escritores Covadonga García-Fierro, Daniel María y Daniel Bernal, dedicado a la memoria del profesor Juan José Delgado.

En una nota informativa se destaca que el propósito de esta cita “es que los críticos literarios más jóvenes compartan sus inquietudes literarias y culturales, así como aquellas investigaciones que están llevando a cabo en el ámbito literario y humanístico en general”.

En esta edición del encuentro, las conferencias se desarrollarán en el Salón de Grados del aulario del Campus Guajara (ULL), cada tarde, de lunes a viernes, a partir de las 18 horas. La entrada es libre y gratuita y se ofrece certificación académica por la asistencia al 80 por ciento del encuentro. 

PROGRAMA

* Lunes 11 de diciembre de 2017

Breve presentación del encuentro a cargo de la organización.

Ponencia inaugural. Nieves María Concepción Lorenzo (profesora titular de la Universidad de La Laguna): “Teresa de la Parra: redes y papeles”. Coloquio con el público.

* Martes 12 de diciembre de 2017

Pilar Calero Marrón: “Cine primitivo: Méliès, el mago del cine”. Coloquio con el público.

Paula Cabrera: “Los exilios narrativos de Nivaria Tejera: una vida nómada entre sueños y vigilias”. Coloquio con el público.

* Miércoles 13 de diciembre de 2017

Alejandro Coello Hernández: “Arrabal, Piñera y Ruibal: tres escenas del pánico”. Coloquio con el público.

María González Quevedo: “La identidad de género en Stone Butch Blues (Leslie Feinberg, 1993) y El lugar sin límites (José Donoso, 1966)”. Coloquio con el público.

* Jueves 14 de diciembre de 2017

Laura Cabrera: ”El monstruo de las mil caras. Frankenstein interdisciplinar”. Coloquio con el público.

María García Rodríguez: “Tu marido trabaja y tú pares: María Teresa León y las construcciones en torno a la maternidad”. Coloquio con el público.

* Viernes 15 de diciembre de 2017

Tomás Redondo Velo: “La poesía como recurso narrativo en El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela”. Coloquio con el público.

Alberto García Aguilar: “Un espectador desapasionado: Pío Baroja y el cine”. Coloquio con el público.

Cierre del III Encuentro de Joven Crítica Canaria, a cargo de la organización.

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Los olvidados: Eduardo Zamacois

Viernes, Diciembre 8th, 2017

Eduardo Zamacois es uno de los escritores españoles más injustamente olvidados de su generación y no por significación política, fue toda su vida un hombre progresista con todas sus letras, sino por una vida que raya con lo golfo más que con lo disoluto y una producción literaria de supervivencia en la que el lector se encuentra con potables novelas eróticas hasta con obras de un realismo inclasificable que tira a lo popular y que hacía intuir por donde iban a ir los hijos de Benito Pérez Galdós si la Guerra Civil no trunca esa visión de una nueva España.

Sobre esa nueva España gira la que, a nuestro juicio, es la obra maestra de Eduardo Zamacois, El asedio de Madrid, una novela que escribió en 1938 sobre una ciudad prácticamente rodeada por el enemigo, reflejando el espíritu de un pueblo en armas contra la otra España, la de los militares rebeldes, la iglesia y la rancia derecha…

Los protagonistas del relato son personajes del pueblo, gentes sencillas que viven en una corrala madrileña y que toman conciencia todos a una cuando se produce la rebelión militar en verano de 1936.

La historia presenta a una serie de personajes que por convicción se comprometen a defender una República amenazada pero también ahonda, ¡en 1938!, en las contradicciones de una izquierda que fue incapaz ante la amenaza común de constituirse en una Unión de Hermanos Proletarios.

Se puede, y se debe leer, El asedio de Madrid como una novela directa y profundamente politizada de aquellos años. Está escrita por un periodista y escritor que permaneció en la capital de España cuando todo parecía sentenciado para la II República.

Su entusiasmo por causa le animó a escribir una novela generosa en páginas donde rinde homenaje al pueblo de Madrid y su resistencia contra el fascismo, en unas páginas repletas de emotividad y sentimientos.

Eduardo Zamacois no esconde sus simpatías, el pueblo que ha tomado conciencia, y describe con implacable realismo las vicisitudes que sufrió los primeros años de una guerra cuyas cicatrices no han terminado aún de cerrar.

Se describen en la novela los bombardeos desde el aire y desde tierra, el arrojo de los milicianos y el hambre de los asediados. Se describe también, con violento brochazo, la muerte de Buenaventura Durruti y cómo los discursos de Margarita Nelken mantuvieron alta la moral en los peores momento del asedio.

El escritor rinde también homenaje a los militares leales con la II República que organizaron la defensa de Madrid con los escasos medios que tenían. Aparece Miaja, Rojo e incluso Casado. También comunistas legendarios como Líster y El Campesino y se elogia a las Brigadas Internacionales y se desprecia al enemigo, el que combate en la trincheras y el que lucha en la clandestenidad como Quinta Columnista.

Y todo escrito día a día, cuando se produce la tragedia que desangra una ciudad, Madrid, que se crece como un gigante ante la amenaza del enemigo que cerca la capital de España. Pueblo al que intenta derrotar desde el aire y desde tierra con una intensísima capacidad de fuego.

Desgraciadamente, El asedio de Madrid no ha vuelto a editarse, lo que sorprende porque es un título contemporáneo a los hechos que narra y en el que se destaca el espíritu estoico de un pueblo capaz de renunciar a todo menos a que su ciudad caiga en manos del enemigo.

Novela que pese a su entusiasmo no cae en el panfleto, El asedio de Madrid si se deshuesa de todo su espíritu propagandístico, resulta un excelente documento para aproximarse a lo que sintieron los asediados en aquel infierno. Hombres, mujeres, niños y ancianos que como la ciudad en la que vivían, los años de resistencia dejaron con lo puesto. Madrid, mientras tanto, se reducía a un puñado de ruinas.

Emociona, y mucho, un libro que no ha perdido su capacidad de conmover. También, quién lo iba a decir en unos tiempos como los actuales, a creer que realmente hay una España que no quiere desaparecer en la corriente caprichosa de la Historia.

Eduardo Zamacois, su autor, fue un hombre raro, atípico en la España de su tiempo. Nació en la provincia de Pinar del Río, Cuba, aunque muy pronto y junto a su familia viajó a Bruselas, París y Sevilla. Tras fijar residencia en Madrid, abandonó sus estudios universitarios para dedicarse a la literatura.

Cronista en el frente de Madrid hasta 1937, trasladándose luego a Valencia y Barcelona, publica en 1938 El asedio de Madrid.

Tras la Guerra Civil, buscó exilio en México y Estados Unidos antes de recalar en Argentina, donde moriría a los 98 años de edad.

Iniciador de la novela de kiosco en España, Eduardo Zamacois procuró toda su vida mantener la dignidad del derrotado. Si leen El asedio de Madrid, conocerán quienes le inspiraron esta conducta.

Él lo llama el pueblo de Madrid.

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Los olvidados: Jacinto Miquelarena

Miércoles, Diciembre 6th, 2017

Leemos en un plis plas Don Adolfo, el libertino. Novela de 1900, escrita por Jacinto Miquelarena, otros de esos escritores españolas condenados a un resignado silencio más que por su literatura por su ideología.

Jacinto Miquelarena fue falangista y autor, al parecer, de algunos de los versos del Cara al sol. Agustín de Foxá dedica algunas de las páginas de su novela Madrid de Corte a Cheka a cómo se cocinó un himno con el que se identifican los falangistas.

El caso es que me encuentro con un libro, Don Adolfo, el libertino, realmente divertido, de esos que hacen que la sonrisa no desaparezca de la cara y que degenere, ocasionalmente, en agradecida carcajada.

Tal y como anuncia el título, la novela se desarrolla en 1900 aunque es el criado del libertino, Carpóforo, quien prácticamente monopoliza unas páginas que reflejan en tono jocoso aquel Madrid de principios de siglo. Una capital con espíritu de pueblo en la que el leal servidor observa con divertida distancia la frívola vida de su señorito, ese Adolfo canalla y don Juan descritas por un autor, Jacinto Miquelarena, que ya avisa en la introducción de la obra que fue escrita sin demasiada ayuda del diablo. Razón, por otro lado, que justifica que el señor de las tinieblas haya perdido “una excelente ocasión para hacer publicidad del infierno”.

Don Adolfo, el libertino
es una novela con minas dispersas a lo largo de sus páginas. Minas que son las que provoca una risa ronca, ronca porque el humor es negro, y cuando es negro sobrevive hasta 2017.

También hay risas que se congelan cuando ya la notas subir por la garganta. Se hielan porque lo que cuenta el escritor no tiene nada de gracia, aunque se desborda en otros capítulo del libro…

La novela incluye, además, el descubrimiento del cinematógrafo por dos de los protagonistas del libro. Se trata de una descripción hermosa, en la que se manifiesta el poderío como narrador de Jacinto Miquelarena:

“Era El Palacio de las Ilusiones.

Carpófoto y Clotilde penetraron en la barraca estremecidos por la curiosidad y por esa extraña alarma que producen siempre los espectáculos misteriosos y ocultos entre cortinajes. Dentro había un espacio rectangular en el que se alineaban, primero, varias filas de bancos, como en una escuela pobre, y luego, filas de sillas. No había otro suelo que el arcilloso de la madre tierra. Había, en cambio, diversos olores; desde el impreciso y popular que iban dejando las sucesivas oleadas de espectadores, hasta el de menta, que procedía de la cola especial empleada en la cabina de proyección para pegar rápidamente los trozos de películas que se rompían durante las sesiones. Es decir, desde el famoso olor a león hasta el olor a caramelo.

Fue maravilloso.

Las película duraban tres o cuatro minutos cada una. Vieron Llegada de un tren de viajeros; apareció el tren en la lejanía, arrastrado por una locomotora poderosa que se detuvo cuando parecía que iba a pasar por encima del publico”.

Jacinto Miquelarena, que escribió también El otro mundo, sobre su experiencia como refugiado en la embajada Argentina en Madrid al estallar la Guerra Civil, murió en París tras arrojarse al paso de un tren en verano de 1962.

Descubro Don Adolfo, el libertino mientras vagabundeo por el Rastro de la capital tinerfeña. El día está triste, las nubes, allá en el cielo, son de gris oscuro.

El libro está publicado en Espasa Calpe, se trata de una edición de 1941, así que sus páginas están acartonadas y amarillentas y huelen como huelen los libros viejos: a libro.

Su lectura me da a conocer a un escritor, Jacinto Miquelarena que tiene sustancia de ser un buen escritor. Un buen escritor español que, con independencia de las ideas que defendió, cuenta además con un excelente libro de reportajes periodísticos sobre la II Guerra Mundial, Un corresponsal en la guerra (Espasa Calpe, 1942), meridianamente objetivo y personal y con la que dicen es la mejor traducción del poema If, de Rudyard Kipling, al español.

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‘La mansión’, una novela de Mariano Gambín

Martes, Diciembre 5th, 2017

La Mansión es la séptima entrega de una serie que Mariano Gambín comenzó hace unos años con Ira Dei, novela en la que presentaba a los protagonistas de un ciclo narrativo que ha sabido calar hondo entre sus lectores.

Historias muy bien imbricadas, misterio y lecciones de Historia, con H mayúscula, que se desarrollan la mayoría de ellas (salvo El polvo del diablo) en escenarios de las islas Canarias, si hay un protagonista con similar peso al de sus protagonistas –Ariosto, Sandra y Galán, entre otros– es La Laguna, ciudad que Mariano Gambín ha logrado que observemos con otra mirada gracias a sus novelas.

En La Mansión vuelve a ser el escenario de los muchos escenarios en los que se desarrolla el hilo argumental, que también se desplaza a Santa Cruz de Tenerife (la capital tinerfeña fue la protagonista de Colisión), la isla de La Palma y de Madeira en un relato que cuenta con varios nudos que el escritor desenreda con habitual pericia narrativa.

Esta séptima entrega de la serie da lo que promete sus anteriores novelas, entretenimiento, y juega una vez más con el elemento fantástico para teñir de cierto atractivo gótico una historia donde pasado y presente se mezclan.

Estructurada en capítulos muy cortos y en clave de acción ascendente, sin puntos muertos, las más de trescientas páginas de La Mansión se leen con adictivo interés no ya por conocer cómo se resolverán los distintos acertijos que se plantean a lo largo del libro sino porque los protagonistas del ciclo narrativo están adquiriendo un espesor que los hace, si cabe, más cercanos y atractivos.

Resulta clave, en este sentido, el personaje de la tía Enriqueta que, a su manera, es uno de los principales de una novela que comienza con un incendio que devora una casona que más tarde se transformará en la mansión de la novela, y que culmina con otro incendio, esta vez metafórico, que reconcilia y resuelve algunos de los sórdidos secretos del pasado que plantea el libro.

Al margen del misterio, que se complica en otros misterios que se resuelven a medida que avanza la acción, La Mansión vuelve a ser una novela en la que el equipo que protagoniza las seis anteriores, se reúne para vivir juntos una aventura que toma como base una casona y la extraña muerte de quien la habitara para informar sobre el origen en Tenerife de algunas de estas casas, la mayoría hoy abandonadas, y los misterios que guardan mientras son devoradas por el paso del tiempo.

Si algo caracterizan estas novelas es que su autor sabe imprimir en cada una de ellas las dosis necesarias para que el entusiasmo por su lectura no decaiga. Se tratan de obras muy bien estructuradas y con una única función: entretener al lector con misterios universales que se desarrollan en la mayoría de los casos en las islas Canarias, ese territorio con seguro de sol y desde hace unos años –y gracias a Mariano Gambín– repleto de misterios

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Cristina Morató: “Me cansan los libros de viajes escritos por hombres”

Lunes, Diciembre 4th, 2017

La periodista, reportera y escritora Cristina Morató (Barcelona, 1961) presentó Divina Lola en el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras del Puerto de la Cruz, edición que se desarrolló la última semana de octubre con gran éxito de público.

Cristina Morató se ha especializado en la literatura de viajes, por lo que rescata en sus obras el papel como viajeras de las mujeres, especialmente en el siglo XIX.

En Divina Lola escribe sobre una de las mujeres más fascinantes de su época, la irlandesa Elizabeth Rosanna Gilbert, una artista y cortesana que para sobrevivir se creó otra identidad, la de Lola Montes, una supuesta baila sevillana de madre noble y padre matador de toros.

- ¿Cómo fue su encuentro con Lola Montes?
“Mis anteriores libros, salvo Divas rebeldes y Reinas malditas, recogen hazañas que realizaron mujeres que han sido olvidadas por la Historia, sobre todo las grandes viajeras del siglo XIX, así que llegué a Lola Montes investigando para un libro cuando la descubrí en una imagen de 1853 vestida de hombre en la que se leía: la célebre artista española Lola Montes, pero no le di mayor importancia pese a que la imagen se me grabó en la cabeza en un momento en el que no sabía que se trataba de una impostora con mucho garbo y gracia, y que no era española sino irlandesa. Y la incluí en el libro Viajeras intrépidas y aventureras porque recorrió medio mundo en un siglo, primera mitad del XIX, donde las señoras no hacían esto, y quien lo hacía como ella era tachada de dama poco honorable”.

- ¿Y cómo es la Lola Montes que hasta entonces refleja la literatura?
“La retratan como una cortesana y aventurera aunque a mi lo que de verdad me interesaba del personaje era explotar su vena viajera”.
- Primero se llamó Elizabeth Rosanna Gilbert y más tarde Lola Montes. ¿Por qué?
“Porque en un momento de su vida tiene que crearse una falsa identidad para sobrevivir. Desaparece como Elizabeth Rosanna Gilbert y renace como Lola Montes. Tiene veinte años y es una mujer divorciada en un siglo en el que el divorcio marcaba y estigmatizaba a la mujer, aunque sale adelante aprovechando su belleza y debuta en 1844 como bailarina andaluza en un teatro de Londres. Y llama la atención por su voluptuosidad y fuerte carácter y el público se entusiasma con esa andaluza fogosa de ojos azules”.

- ¿Divina Lola es una biografía o un libro de viajes?
“Divina Lola es un libro de viajes. Elizabeth Gilbert con tan solo dos años se traslada a vivir a La India colonial donde permanece cinco años que le marcaron. Al morir su padre, su madre vuelve a casarse y la envía a un internado y no la ve hasta que cumple once. No justifico su temperamento y lo manipuladora que fue en algunos momentos de su vida pero tuvo que ser muy duro tener una madre que no quiso saber nada de ella y que incluso guardó luto cuando supo que su hija se ganaba la vida en Londres como bailarina, así que hablamos de una mujer, Lola Montes, que explotó su mejor arma para sobrevivir completamente sola en el mundo: la seducción. Y entre los seducidos, el compositor Franz Listz y durante dos años Luis I de Baviera. El rey tenía entonces sesenta años y Lola 24″.

- ¿Cómo se conocieron?
“Lola llegó a Munich dispuesta a actuar en el teatro y lo conseguí gracias al rey aunque su debut fue un estrepitoso fracaso, tanto que fue solo el rey quien aplaudió aquella representación. Pero Luis I ya tenía su virgen de Botticelli en carne y hueso, tan prendado quedó de ella, más incluso cuando supo que era española. Le regala un palacio y hasta le concede un título, el de condesa de Landsfeld, que es falso por supuesto, pero no entendió nunca que Lola, Lola Montes no era una cortesana cualquiera, sino una mujer dispuesta incluso a intervenir en los asuntos de Estado, una actitud que sella finalmente su destino en Munich, una gota más que colmó el vaso del descontento de los muniqueses que se levantan en la revolución de 1848”.

- Con todo este perfil, ¿cuál es su visión de Lola Montes?
“Lola Montes es una mujer con sus luces y sombras por lo que no me corresponde juzgarla sino narrar lo que vivió. Lola escapa de Munich pero es una decisión personal porque podía haber continuado como la amante del rey y vivir cómodamente el resto de sus días… Pero Lola se aburría en Munich”.

- En la bibliografía que maneja incluye alguna de las cartas que se cruzó con el rey.
“Y son cientos. Muchas se conservan en los archivos estatales de Munich pero no está permitido acceder a ellas porque se quiere seguir manteniendo la imagen de buen rey de Luis I. Un buen rey, por otro lado, que hizo mucho por su pueblo. En una de las cartas que pude conseguir, el monarca escribe a Lola que ya no puede más, que necesita un pedazo de tela que haya estado en contacto con su cuerpo para dormir con él, lo que hace imaginar que esta correspondencia contiene un elevado erotismo. El rey se entregó a ella, tanto que encargó a un escultor la reproducción exacta y en mármol de su pie para tenerlo en su alcoba y en una de esas cartas describe cómo todas las noches acaricia y besa sus dedos para sentirla cerca. Fue una relación que ni la reina Teresa ni nadie pudo imaginar, y menos las consecuencias que iba a acarrear porque hasta ese momento todos pensaban que esa mujer iba a ser otra más de las muchas conquistas del rey”.

- Y tarda dos años y medio en escribir este libro.
“Ha sido un libro difícil de escribir porque Lola Montes es una impostora y el mito que la sustenta se sustenta en mentiras y ella lo sabía. Miente cuando asegura que ha nacido en Sevilla de madre aristocrática y padre matador de toros, así que no escribo una novela de Lola Montes, sino una biografía novelada de Lola Montes”.

- En su biografía novelada Lola Montes llega a América del Norte.

“Tras abandonar Munich se traslada a Norteamérica en 1859 donde ya es toda una celebridad. La prensa ha seguido sus escándalos en Europa y ocupa tantas portadas en periódicos y revistas como la reina Victoria, pero de su etapa americana lo que más me interesa es que vuelve a estar sola y se levanta de nuevo para montar una compañía de teatro con la que recorre los escenarios con la obra Lola Montes en Baviera, en la que se interpreta así misma y que resulta un éxito en Broadway. Como actriz, es la mejor pagada de su tiempo y me encanta esa Lola a la que no se le caen los anillos y se reinventa continuamente. Tanto, que se saca de la manga La danza de la araña que es anterior al Baile de la pulga de la Bella Otero”.

- Y se traslada al oeste.
“Se entera que hay mucho dinero en los pueblos mineros y llega en diligencia a Nevada City o Sacramento y actúa en escenarios improvisados donde interpreta La danza de la araña y gana una fortuna. Hay que recordar que en aquella época todas las grandes estrellas de Europa habían actuado en escenarios similares porque los mineros que iban al saloon llevaban su bolsita de pepitas de oro y si les gustaba el espectáculo las lanzaban sobre el escenario”.

- Pero regresa al este, donde imparte conferencias…
“Cuando empieza a dejar de funcionar La danza de la araña Lola Montes regresa a Nueva York pero ya no es la hermosa mujer de antes y apenas le queda dinero porque no supo administrar todo lo que ganó. Le comentan que dé una serie de charlas sobre lo que ha vivido y se va de gira por las ciudades más importantes de Norteamérica y la apodan como La Reina de la oratoria en América y llega a ganar más dinero que Charles Dickens, que también estaba de gira como conferenciante. Tuvo que ser una gran oradora, sobre todo con su charla de más éxito Las heroínas de la Historia, en la que hablaba de Cleopatra, Catalina la grande y… Lola Montes… aunque en estos discursos se refería a ella misma en tercera persona. Fue tal el éxito que en 1858 un editor de Nueva York le pidió que escribiese un libro, y ese libro es Las artes de la belleza o consejos de tocador de Lola Montes, condesa de Landsfeld, en el que ofrece una serie de consejos caseros y anima a las mujeres a que hagan ejercicio y mantengan una dieta equilibrada.”

- A lo largo del libro mantiene cierta distancia con el personaje, ¿por qué?

“Porque se tiene que enmarcar en su época, la victoriana, donde las mujeres lo tenían todo muy complicado, más las que viajaban como ella porque se las consideraba inmorales y masculinas. En ese contexto en el que la mujer es invisible, Lola Montes se convierte en un personaje subversivo”.

- ¿Qué opina de la literatura de viaje escrita por hombres?
“Me cansan un poco algunos libros de viajes donde los hombres lo único que cuentan son sus batallas. Recomiendo la literatura de viajes escrita por mujeres, vamos a llamarla así, porque es divertida y sus autoras no se dan tanta importancia. Es una literatura escrita desde la sencillez y en la que el viaje es una escuela de vida, no una competencia deportiva, como escalar la montaña más grande. Ninguna sociedad geográfica apoyó a estas viajeras y eso las diferencia también de los hombres. Las grandes escritoras de viaje, pese a las dificultades, viajan con tiempo, conviven con otros pueblos, no tienen prisa por llegar a un lugar como Livingstone. La mirada de la mujer en la literatura de viajes es complementaria pero totalmente distinta a la de los hombres, y es muy importante contar con esas dos miradas,

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Josefina Solano obtiene el premio al mejor relato en el XII Certamen de Relatos Breves de Mujeres

Viernes, Diciembre 1st, 2017

Josefina Solano Maldonado ha obtenido el premio al mejor relato sobre la igualdad en el XII Certamen de Relatos Breves de Mujeres, dotado con 1.600 euros y que convoca el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.

La autora que vive en Málaga concursó con el cuento Unos tacones rojos y un sombrero con plumas.

Al certamen se presentaron 247 textos.

El Jurado, reunido el pasado martes, 28 de noviembre, y constituido por Carmen de la Rosa, Lola Serrano Niza, Rafael-José Díaz y un servidor, decidió además otorgar el premio como mejor autora local a Antonia López Valera, por su obra Vivir sin remolinos. Susana Batalla Dura, con De una vez por todas (primer accésit de publicación), Patricia Guzmán Lacosta, con Homínidos (segundo accésit), Ainhoa Hollero Naval, con La rebelión de las niñas (tercer accésit), Gema Otero Gutiérrez, con La taza (cuarto accésit), Lola Fernández Estévez, con Invisibles (quinto accésit) y Rosario Galtier Vallejo, con ¿Quién sabe lo que traerá la lluvia? (sexto y último accésit).

El Jurado propuso, por último, designar como «reservas», en caso de que alguna de las premiadas desistiera de su premio, a Antonia Pérez Guillén, con La esencia de Iris, y a Ángeles del Blanco, con Rosales sombríos, por ese orden.

El Ayuntamiento destinó una dotación total de 2.500 euros en concepto de premios, que serán repartidos atendiendo al siguiente criterio: 1.600 euros para el relato ganador; 600 euros para el primer accésit; y 300 euros para le mejor autora local.

El concurso, de carácter anual, tiene por objeto «fomentar, valorar y visibilizar la literatura escrita por mujeres como forma de expresión cultural y artística, e incrementar la presencia de la mujer en la vida cultural y social».

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