Archive for Febrero, 2023

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Miércoles, Febrero 8th, 2023

Saludos, allá nos vemos, desde este lado del ordenador

El cine negro, un ensayo de Nöel Simsolo

Martes, Febrero 7th, 2023

Actor, guionista, crítico cinematográfico, Nöel Simsolo es autor de un libro de referencia para acercarse al cine policíaco que hace unos años publicó en España Alianza Editorial en su colección de bolsillo. El trabajo lleva el título de El cine negro y es una completa guía, aunque se hayan producido muchísimas más desde la publicación de este trabajo, en torno a uno de los géneros por excelencia del cine norteamericano. Tanto, que el propio Simsolo como quien ahora les escribe, compara estas películas y la literatura en la que se inspira con otro género tan norteamericano como es el western.

El crítico francés justifica esta conclusión contando que las historias y los personajes que en ellas intervienen son casi los mismos, un héroe generalmente solitario que se enfrenta a las fuerzas vivas que rigen una ciudad o una gran explotación agrícola o ganadera, aunque en el policíaco cobran vida y aire de denuncia otras constantes que no se dejan ver demasiado en las películas del oeste como son cierto entusiasmo por denuncian la corrupción (de cualquier gobierno como de un individuo, todos somos corruptibles) y la aparición de la mujer fatal, que dentro del género negro y criminal ya se ha convertido en todo un clásico.

Sin embargo, lo que me ha resultado más atractivo de la lectura de este libro es en sus inicios el relato que nos cuenta Simsolo de las disputas que sobre cine mantuvieron las revistas especializadas en Francia a mediados de los años 50, y en la que participaron críticos que más tarde se convertirían en cineastas (la mayoría influenciados por el cine norteamericano y en especial por el cine negro) como Godard o Truffaut por mencionar solo a dos de los más conocidos pero no sé yo si populares.

El especialista divide la obra en capítulos en los que va reconstruyendo la historia de un género al que pone fecha de nacimiento y también de caducidad ya que considera que son los filmes que entran en este arco temporal los que legítimamente pueden ser considerados como negros y criminales. Es una afirmación que justifica y razona pero que a mi, personalmente, no termina por convencerme ya que si por algo ha sobrevivido el género, mucho más que el werstern que no deja de ser un revival cuando se estrena alguno en la actualidad, es porque el policíaco sabe adaptarse a la realidad de los tiempos, como un camaleón sabe mimetizarse en cualquier territorio.

Como pasa casi siempre en libros de esta natujraleza, estudios más que sesudos, divulgadores, por El cine negro desfilan numerosas películas que uno descubre que no ha visto. En mi caso, la sensación de ahogo es enorme porque muchas de ellas son destacadas por el especialista como curiosidades que no deben de dejarse ver. He elaborado una lista con la idea de hacerlo un día de estos. Entre esas películas se incluyen muchas que son negras en sus diferentes aproximaciones al género.

Se habla, y Nöel Simsolo lo remarca, de un género al que le han salido subgéneros que al ser trasladados a pantalla conservan el lenguaje cinematográfico que define este cine: la fotografía, los escenarios urbanos y protagonistas que pueden ser detectives o ladrones y criminales. Otros subgéneros del policíaco podrían ser el thriller, el cine carcelario y el pugilístico así como el que se centran en periodistas, entre otros muchos.

El interesante y adictivo repaso que hace Nöel Simsolo llega incluso a reseñar dos grandes películas adscritas al género pero que nos llegaron a finales del siglo XX. Estos largometrajes se caracterizan por estar rodados en color aunque las historias que cuentan son reelecturas, puestas a punto del cine negro porque como se dijo, se trata de un género que no muere ni resucita tarado como le sucede al western, sino que se adapta a los nuevos tiempos sin traicionar su lenguaje. Estas películas son Érase una vez en América y Reservoir Dogs, dirigidas por Sergio Leone y Quentin Tarantino, respectivamente.

El cine negro recuerda también a los cineastas que contribuyeron a engrandecer el género y a los actores y actrices que rodaron algunas de sus mejores películas haciendo de buenos y malos en estas cintas que buscan, como buscaron las novelas que inspiran a la mayoría de estos largometrajes, denunciar lo que no se atrevían a denunciar los medios de comunicación en aquellos años. Y la verdad es que pasado el tiempo, esta denuncia sigue igual o más latente que antaño. Las películas negras (y aquí cabe un poco de todo) es un cine, subraya Nöel Simsolo, que tiene casi siempre mensaje. Y su mensaje, como ya se dijo, es la denuncia. Por eso resulta a la postre tan progresista en sus acciones aunque en ocasiones degenere en un cine con intenciones individualistas y ultras cuando el héroe se transforma en un héroe vengativo, en un personaje que apunta con su arma al villano de turno y ruega –más que pedir– que, por favor, le alegre el día.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

La culpa transparente, una novela de Gerardo Pérez Sánchez

Lunes, Febrero 6th, 2023

“Tobías nunca fue un hombre muy despierto. Era del peor tipo de tonto que existe, el que se cree listo”.

(La culpa transparente, Gerardo Pérez Sánchez, Editorial Verbum, 2022)

La culpa transparente es la séptima novela de Gerardo Pérez Sánchez, quien se desdobla en escritor cuando la ocasión y el tiempo se lo permiten. Conozco su producción literaria desde que saltó al ruedo con El peso del tiempo, a la que siguieron títulos más o menos regulares, más o menos irregulares, como Las tormentas interiores, La sonrisa Duchenne, El amor y otras vías de escape, Historia desconocida de nuestros antepasados y Amanecer en el ocaso, este último y a mi parecer el mejor libro que ha escrito hasta la fecha.

Nadie le puede negar a Gerardo Pérez que tras siete novelas haya consolidado un estilo e incluso idénticas constantes entre obra y obra. Estas constantes, este persistir en los mismos temas pero narrados bajo miradas diferentes es, a pesar de ser uno de sus aciertos, también uno de los mayores escollos de su trabajo como escritor, y es que a veces se va por la tangente cuando cuenta una historia. Parece entonces como si a Gerardo Pérez Sánchez le preocupara más el cómo que lo que quiere decir y eso es un lastre que arrastra no solo en La culpa transparente sino también en anteriores novelas.

Hay que reconocerle en todo caso la capacidad que tiene para hurgar en los géneros, también para cruzarlos y apropiárselos. Estas constantes se observan de nuevo en La culpa transparente y como suele pasar con sus otros libros, el acabado si no es perfecto, casi.

Como escritor Gerardo Pérez ha ido creciendo con el paso de los años. De hecho, se nota que no se ha dejado dormir en los laureles. Ya apreciaba esta evolución en Amanecer en el ocaso, una novela que, como todas las suyas, parece que está conectada, que es un vaso de los muchos vasos comunicantes que forman parte de la arquitectura de una literatura que ha sabido construir, con sus aciertos y defectos, un universo personal en el que destaca especialmente los personajes.

Todo esto y algo más está volcado en La culpa transparente. Una novela que, a mi juicio, supone un interesante cambio de guión en la producción literaria de un escritor que comienza a manejar con soltura las historias que retrata. Muchas de ellas mostrando algunos de los complejos que nos definen como seres humanos.

En su último libro, ha construido un personaje que además de atractivo pisa terreno sólido. Ella, Clara Durán, es la protagonista absoluta de una novela que indaga en la vida y en la obra de una mujer con problemas, y que tras una serie de vicisitudes que invitamos a que conozcan, cambia de identidad (Carla) para vivir una segunda oportunidad.

Para meternos dentro de su cabeza, Gerardo Pérez prefiere recurrir a una voz omnisciente que busca más que la complicidad, la mirada voyeur del lector en torno a las revelaciones que hace, algunas de ellas tan sorprendentes que lo dejarán desconcertados. Resulta en este aspecto un libro contundente, con matices y un retrato que indaga en las interioridades de su protagonista, un personaje que lo reúne todo y que justifica las contradicciones por las que Clara lleva una vida desordenada que le exige un cambio. Este cambio vendrá por la vía del desdoblamiento que caracteriza su comportamiento, carne de psiquiatra si quieren. De esa materia aparece primero Clara y luego Carla.
La idea es original y a medida que se va desarrollando muestra al mismo tiempo el peregrinaje de su protagonista y los amores frustrados y frustrantes que salpican su existencia a lo largo de todo el relato.

Se agradece que la voluntad de Gerardo Pérez Sánchez no haya sido la de retratar de manera unidimensional a su personaje. También que haya sabido insuflarlo de sustancia, lo que termina por reforzar que su acabado resulte redondo y sobre todo verosímil a lo largo de las más de doscientas páginas que forman el libro. Una novela que comienza muy bien, sobre todo con un prólogo rompedor que augura una tormenta que termina por expandirse a las páginas siguientes.

Ya lo hemos detectado en otras ocasiones y es que el escritor tiene afición por cruzar géneros. En La culpa transparente, por un policíaco que eleva un poquito el vuelo de un libro que termina por despegar y volar sin motor.

Son en estas páginas ligeramente negras donde encuentro al escritor que avisté en Amanecer en el ocaso. Es decir, al autor sin vendas en los ojos, el que se arriesga a adentrarse en un universo que escapa de momento a su zona de confort y que hace descubrir a un Gerardo Pérez Sánchez que si apuesta más por el riesgo podría encontrar su propio camino de baldosas amarillas. Sospecho que si llegara a final del sendero y desenmascarara al Oz que lleva dentro, asombraría a propios y a extraños.

En conjunto, La culpa transparente con todos sus peros nos descubre a un escritor más seguro de sí mismo. A un autor que evoluciona mientras se desprende poco a poco del lastre que oxidaron algunos de sus títulos anteriores, todos libros en los que sigue insistiendo, desde ángulos muy diversos, en los mismos temas: las mentiras y la verdades que alimentan nuestra vida diaria. Lo demás, la caída en desgracia, el embarazo y la redención de Clara/Carla son capítulos de una existencia literaria que uno tiene la sensación de, si no haberlo leído antes, sí al menos haberlo visto antes en un largometraje. Esto podría conformar el hecho irrefutable que la vida más que puro teatro es para Gerardo Pérez una producción cinematográfica. De sus ambiciones depende que el trabajo resultante sea A, B o Z.

Saludos, aún heridos, desde este lado del ordenador