Archive for the ‘Cine de allá’ Category

Laura Hojman: “La obra de Gregorio Martínez Sierra está escrita por María Lejárraga”

Jueves, Julio 7th, 2022

El documental de Laura Hojman (Sevilla, 1981) A las mujeres de España. María Lejárraga (2022) recupera a una mujer que llevaba sepultada en las losas de la historia hace ahora más de ochenta años. La vida de la protagonista, María de la O. Lejárraga García (San Millán de la Cogolla, La Rioja, 1874 – Buenos Aires, 1974), daría para muchas películas porque su vida parece de película.

Casi nadie, aunque ahora comienza a hacerse justicia, conocía a María Lejárraga hasta hace relativamente poco tiempo pero sí, probablemente, a su esposo Gregorio Martínez Sierra, un empresario y escritor teatral de éxito que nunca escribió ninguna de las obras que lo hicieron tan popular en su tiempo. Era ella y no él quien escribía las obras pero esto no se supo hasta hace unos pocos años.

A las mujeres de España. María Lejárraga (2022) se proyectó hace unas semanas en los Multicines Tenerife y al estreno acudió la propia cineasta, Laura Hojman, invitada por el colectivo Charlas de cine,

- ¿Dónde estaba este personaje?, ¿cómo la descubre?

“A mi me pasó lo que a la mayoría, llegué a María Lejárraga hace relativamente poco tiempo lo que aumenta la sensación de rabia pero también que me animara a rodar el documental.¿Cómo la descubrí?, la descubrí leyendo a Antonina Rodrigo, una mujer andaluza, de Granada, que ha hecho una labor muy importante de recuperación de mujeres que han tenido un papel relevante en nuestra historia con el fin de sacarlas del olvido. Y escribió una biografía muy interesante sobre María Lejárraga así que cuando leí ese libro quedé fascinada por el personaje, por su vida y su obra, por su historia pero al mismo tiempo sentí rabia porque no podía entender que una mujer con tanta relevancia histórica fuera prácticamente una desconocida y eso me animó a hacer el documental”.

- ¿Y cómo refleja esas sensaciones en el documental?

“Creo que se trata de un documental reivindicativo que no solo habla de María Lejárraga sino que reflexiona sobre la necesidad de revisar la historia, la historia oficial, y la necesidad de incorporar a ella a todas nuestras mujeres porque me parece increíble que hoy en día, en un país como España que es democrático y que quiere ser igualitario, que las mujeres todavía tengan una representación mínima en los programas educativos –creo que su presencia en los libros de textos ronda el 7 por ciento– hace que sea importante empezar a nombrar a estas mujeres y a profundizar en ellas. María Lejárraga es el hilo conductor de esta reflexión. Es un documental reivindicativo y, al mismo tiempo, narrado con una mirada amable, luminosa y bella porque María era así. Y quería que el tono de la película fuera muy fiel a ella”.

- Desconocía la historia de María Lejárraga pero no la de quien fue su esposo, Gregorio Martínez Sierra. ¿Cómo definiría esta relación?

“Lo que hicieron fue crear una marca llamada Gregorio Martínez Sierra en la que María escribía y Gregorio se encargaba de la parte comercial. Gregorio era un gran relaciones públicas y esa relación funcionó muy bien al principio porque a María no le interesaba la farándula y sabía que siendo mujer tenía muy difícil acceder a ella. La contrapartida es que esta situación se convirtió en una arma contra la misma María como contra otras muchas mujeres de su tiempo porque el suyo, por desgracia, no es un caso insólito en unos años donde resultaba muy difícil que como mujer pudieras dar salida a tu trabajo en condiciones de igualdad”.

- ¿La farándula conocía que era María Lejárraga quien escribía las obras y no Gregorio Martínez Sierra?

“El ambiente de la farándula lo conocía, sabía que era ella quien escribía las obras. María no trabajaba a escondidas. Cuando escribe con Falla el libreto para El amor brujo o bien cuando trabajaba para Turina, lo habitual era que viajaran juntos y trabajaran mano a mano. A veces había que detener los ensayos de las obras de Gregorio porque “la señora María tiene que enviar el segundo acto”.

– Pero tengo entendido que él también escribía, y que incluso si se leen estas obras es posible detectar qué escribió ella y que escribió él.

“No, toda la obra que se le atribuye a Gregorio Martínez Sierra está escrita por María Lejárraga y es fácil de reconocer porque tiraba mucho de la autoficción. Su producción literaria está plagada de historias personales. Es el caso, por ejemplo, de Canción de cuna, en la que la crítica ensalzó como propio de Gregorio su retrato veraz de la vida en el interior de un convento cuando se sabe que esas impresiones las tomó María de cuando niña y acompañaba a su padre, médico, en sus visitas a las monjas del convento de Carabanchel. Está probado además que tras separarse de Gregorio, él marcha a Hollywood y a través de la correspondencia que mantiene con María (y que afortunadamente se conserva) éste le pide que le envié un guión para los americanos. Digamos que son pruebas contundentes pero todavía así, hay reticencia a admitir que la obra de Gregorio Martínez Sierra está escrita por María Lejárraga”.

- ¿La relación que mantienen los dos se destruye cuando llega la separación?

“Continuará hasta la muerte de Gregorio. Cuando se separan, los dos quedan atrapados por la marca que han creado. Gregorio, por un lado, necesita a María para seguir siendo el gran autor que todo la sociedad creía que era mientras que María lo necesita para seguir escribiendo. El nombre de su esposo fue para ella como un pseudónimo. A la muerte de Gregorio, sin embargo, pierde digamos que su nombre literario y si bien quiere escribir nadie le publica”.

- Al margen de su actividad literaria, María Lejárraga tuvo una vida política agitada y comprometida.

“Para mi esta parte es fundamental y el documental está estructurado en esas dos mitades que configuran su vida. Una es su actividad como escritora y la otra su lado más comprometido, político y social. María Lejárraga fue diputada durante la II República, también una de las primeras sufragistas e introductora de las teorías feministas en España. Es autora de varios de los mejores ensayos sobre feminismo que se han publicado en nuestro país como Carta a las mujeres de España, que se publicó doce años antes que Una habitación propia de Virginia Woolf. María se adelanta en muchos conceptos a lo que escribe Woolf. Tuvo, por otro lado, un papel muy activo en la sociedad. Estuvo detrás y junto a Clara Campoamor en la consecución del voto femenino y en todas estas luchas es ella misma, María Lejárraga y no la firma literaria Gregorio Martínez Sierra”.

- ¿Qué destacaría de su papel en defensa de los derechos de la mujer?

“Muchas cosas aunque me enamoró especialmente su tremenda modernidad. En su ensayo Carta a las mujeres de España trata asuntos en los que aún se trabaja como la necesidad de un espacio propio para las mujeres; el concepto del amor, en el sentido de que no se puede jugar todo a la carta del amor sino tener amigos, aficiones, estudios. María era muy consciente que el patriarcado quería a las mujeres encerradas en casa, solas y sin amigos. En su faceta política destaca su lucha por cosas que las mujeres todavía no hemos alcanzado. Creó junto a Clara Campoamor la Sociedad Española de Abolicionismo de la Prostitución que es un tema que ahora estamos empezando a debatir o defendió una Ley del aborto en la que también participó la anarquista Federica Montseny. Es tremendo que todo esto no se nos haya contado”.

- ¿Por qué cree que no se ha contado?

“Hay varias razones, una diría que forma parte de todo el olvido que cayó sobre la España pre y republicana. La dictadura quiso borrar de un plumazo toda esa historia, historia que las mujeres padecieron con una doble losa de olvido. Las mujeres que se implicaron en el proyecto de la II República padecieron el exilio, la guerra y las que se quedaron durante la dictadura el olvido que impuso el patriarcado. Los cronistas que escribieron la historia oficial decidieron que las mujeres no interesaban”.

- Hay una circunstancia que me llama mucho la atención de la faceta de María Lejárraga como guionista y es que denunciara que Walt Disney plagió un guión suyo. ¿Qué hay de cierto en ello?

“Uno de los aspectos maravillosos de María es que siendo una señora de setenta y tanto años que había pasado la guerra y el exilio, la muerte de Gregorio y sufrir hambre se vaya a las Américas y estando en Hollywood presente guiones a las productoras. Ya había trabajado en la ciudad del cine, solo que bajo la firma Gregorio Martínez Sierra. Uno de los guiones que se lleva es una película infantil que llama Merlín y Viviana que Disney rechaza aunque más tarde rueda La dama y el vagabundo que tiene el mismo argumento de Merlín y Viviana”.

- ¿Qué materiales utilizó para el documental?

“Tiene datos ficcionados que no me atrevo a llamar recreaciones porque son piezas oníricas que pretenden transmitir sensaciones porque quería ese tono luminoso que para mí significa María, que estuviera presente en el documental contrarrestando la historia que es muy dura y triste. Mi idea era contar el documento desde su alegría, la luz y la vitalidad que emanaba con el fin de que esas piezas ficcionadas transmitieran la sensación y a veces incluso mostraran a una María Lejárraga divertida. Quería enseñar su risa, que fue tan característica y de la que todos sus amigos hablan. Gracias a su familia, tuve acceso a su archivo personal, que cuenta entre otros objetos con su máquina de escribir. Pudimos, además, rodar en la casa donde están depositados”.

- ¿Por qué rueda documentales?

“Es un género que me encantan pero procedo del mundo del guión. Un día me decidí a probar y rodé un documental. Primero fue Tierras solares y luego Antonio Machado. Los días azules, entre otros. El documental es un género que me permite abordar temas que me interesan. Al mismo tiempo, me expongo en ellos. Ahora estoy en la fase de desarrollo de mi primera película de ficción pero seguiré haciendo documentales porque me siento cómoda y ofrece muchas posibilidades creativas. El documental no es un género menor”.

- ¿Y qué diferencia cree que hay entre el documental y el reportaje?

“El documental tiene un componente artístico y personal mientras el reportaje es periodismo, tiende a ser objetivo. Entiendo el documental como un espacio de reflexión, de plantear preguntas que permitan al espectador participar de manera activa en el filme. Tiene también un componente artístico subjetivo que no encuentras en el reportaje”.

- Y ahora prepara su primer largometraje de ficción.

“Está muy verde todavía, se encuentra en la fase de escritura de guión. Preparo también mi próximo documental que será sobre otro escritor, Agustín Gómez Arcos, que es muy desconocido en España pero muy reivindicado en Francia y que cuenta con una obra muy interesante. Como en todos mis documentales, el personaje será un hilo conductor para hablar de otras cosas”.

- Ha rodado películas sobre Machado, Rubén Darío, María Lejárraga… Todos personajes de la primera y segunda década del siglo XX en España.

“Es una época fascinante y por algo inconsciente acabé rodando sobre ella. Estos tres documentales tienen discursos diferentes pero transcurren en unos tiempos muy interesantes por la riqueza de historias y personajes que existían en una España vibrante y de la que no se ha hablado mucho en el cine”.

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Chad Hahne: “El transformismo en Cuba tiene un matiz clandestino y peligroso”

Martes, Junio 21st, 2022

La primera sala de fiesta gay que hubo en la revolucionaria Cuba castrista no fue en La Habana sino en Santa Clara, la ciudad que liberó el comandante de origen argentino Ernesto Che Guevara en 1958 y que desde ese día lleva con orgullo y entre otros títulos el de “ciudad heroica de la guerrilla” pero no el del lugar en el que la sociedad cubana dio un paso hacia adelante. Pero tiempo al tiempo porque los tiempos cambian de manera vertiginosa aunque en Cuba vayan con un poco de retraso.

De esta sala de fiesta y de un grupo de personas que se transforman trata el documental Transformistas, un trabajo dirigido por el cineasta norteamericano Chad Hahne que presentó hace unas semanas en Tenerife, invitado por la Filmoteca Canaria y como uno de los protagonistas de un ciclo que quiere “promover la diversidad y la igualdad, y contribuir, desde la cultura, a avanzar hacia una sociedad en la que todas las personas tengan las mismas oportunidades, libres de estereotipos de género”, informa una nota de prensa.

Esta entrevista con el director fue posible gracias a la colaboración del coproductor de Transformistas, el cubano Rockney Vega Iglesias, quien también da sus opiniones sobre la situación que la comunidad LGTBIQ+ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer) vive en la actualidad en la mayor de Las Antillas.

- ¿Cómo surge la posibilidad de rodar el documental?, ¿Contaron con algún tipo de ayuda del gobierno cubano?
CHAD HAHNE (CH. H.): “La idea inicial del documental me vino por un documental anterior en el que colaboré hace varios años en Nueva York sobre activismo gay y la aparición del Sida en los años 80. La enfermedad del Sida era vista entonces como una “enfermedad gay” cuando, lógicamente, no era así. Si sumamos este trabajo, que nos mantuvo ocupados cuatro años, y un viaje que realicé con mis hermanos junto a mi madre a Cuba, que sentía mucho amor por el país, un amor que me transmitió, creo que se trataron de circunstancias que hicieron que volviera a la isla en 2016, año en el que conocí a unos amigos cubanos LGTBIQ+, y que comenzara a rumiar ideas que, finalmente, dieron como resultado Transformistas, un documental que quiere enseñar cómo se ve y como se siente el mundo gay en Cuba”.

- Tengo entendido que rodó todo el documental con un iphone. ¿Es cierto?

ROCKNEY VEGA IGLESIAS (R.V.I.): El gobierno cubano no dejó que entraran las cámaras y se tuvo que hace con un iphone. Un iphone 6”.

CH.H.: “Para poder filmar en Cuba tienes que inscribirte en una agencia para que te concedan el permiso pero no quería que esto pasara porque sí lo hacía iba a tener a alguien detrás mío todo el tiempo y las chicas no se iban a sentir cómodas ni sinceras en las entrevistas. Así que tomé la decisión de rodarlo por mi mismo con un iphone 6 en aquel momento. Contaba además con muchas imágenes de archivo, algunas de las cuales fui adquiriendo durante la filmación”.

– ¿Tuvieron problemas con las autoridades cubanas?

CH.H.: “No tuve problemas a la hora de filmar ya que lo hacía con un iphone y pasaba desapercibido. En este sentido, no contaba con un equipo de producción amplio aunque una de las personas que trabaja con nosotros sí que fue llamada por la policía pero se trató más de una cuestión de seguridad y no por lo que estábamos haciendo. En realidad, no hubo problemas con el gobierno cubano”.

- ¿El documental sigue un guión o fue haciéndose sobre la marcha?

CH.H.: “No, no hubo guión. No tenía demasiada información sobre las protagonistas del documental, que se rodó en la ciudad de Santa Clara, así que se trata de un trabajo hecho sobre la marcha: las entrevistas con las chicas, recabar información, hacerme con imágenes propias que pasaron a formar parte de mi archivo personal…”

- Tras rodar el documental, ¿cree que el transformismo en Cuba tiene rasgos que lo distingan de otros transformismos que se viven en el mundo?

CH.H.: “Sí, noto una diferencia entre el transformismo que se hace en Cuba con el de los Estados Unidos de América y algunos países de Europa. La diferencia es que el transformismo norteamericano y europeo están siendo ya un fenómeno popular, pop y globalizado, mientras que el que se hace en Cuba tiene un matiz mucho más undeground. Es como más peligroso, decadente, casi clandestino debido, probablemente, a la política cubana y el machismo y la homofobia que se vive en el país”.

- El documental habla, en tre otros temas, de un lugar de encuentro gay en la ciudad de Santa Clara. ¿Por qué en Santa Clara?

R.V.I.: “Porque el primer local gay que hubo en Cuba fue en Santa Clara”.

- ¿Y no en La Habana?

R.V.I.: “La Habana es la capital de Cuba y en la ciudad viven muchas personas de la comunidad LGTBIQ+ pero Santa Clara, al ser mucho más pequeña y contar con un gran número de integrantes de este colectivo digamos que en proporción su comunidad es más grande que la de La Habana. Ramón Silverio, un actor consagrado e importante además de ser miembro del Partido Comunista Cubano (PCC) creó un espacio que nació siendo una pequeña tertulia de arte y música que se celebraba sin un espacio fijo dos veces al mes. Silverio solicitó a las autoridades que le facilitara un local donde poder reunirse y le fue otorgado. El espacio se llamó El Mejunje de Silverio o El Mejunje de Santa Clara que fue creando diferentes ambientes. Allí se reunían rockeros, drags, músicos, niños… Se fue ampliando poco a poco, dejando los fines de semana para la comunidad LGTBIQ+ y más tarde una discoteca. La primera discoteca gay en Cuba nace en Santa Clara y celebra su fiesta los sábados. Durante la realización del documental, El Mejunje llevaba en activo unos 33 años, ahora debe de tener unos 35. Se trata de una iniciativa que apareció en los años 80 y que resultó muy atípica y un fenómeno que ayudó a cambiar a la sociedad cubana si bien al principio la gente se mostraba renuente hasta que se fue abriendo y ganando prestigio. Actualmente es un centro cultural de los mejores que hay en Cuba”.

- ¿Hubo algún momento especialmente difícil en la realización del documental?

CH.H.: “En general fue muy duro pero revela las historias de cada una de sus protagonistas. ¿Hubo momentos tristes?, sí que los hubo porque el documental muestra la batalla de todas estas chicas para salir adelante, a veces en contra de sus propias familias. Al final del día, cuando terminábamos de rodar, todos teníamos un sentimiento de celebración, de fiesta y esperanza lo que compensaba un poco el dolor que encierra en sí esta historia porque al final subyace un sentimiento de amor y perseverancia por parte de todas ellas y es importante que el fruto de su esfuerzo se les reconozca”
.
- El documental data de 2020, año que coincide con la pandemia y la fase de confinamiento por la Covid-19. ¿Se ha podido estrenar en Cuba?

CH.H.: “No”.

- ¿Por qué?

CH.H.: “Se ha estrenado de forma particular a las protagonistas de la película y algunas personas que trabajaron en producción. Si no se ha estrenado oficialmente es por consejo de amigos que han hecho trabajos similares en Cuba y que me aconsejaron que por el control político que existe en el país desistiera, que no lo hiciera. Tuve miedo que el gobierno tomara alguna medida de represalia contra la película”.

- ¿Y le gustó a las protagonistas del documental?

CH.H.: “Sí, las chicas estaban muy contentas y eso que durante la filmación estaba muy preocupado por ellas, no quería se que metieran en problemas por protagonizar la película”.

- ¿Creen que tras las manifestaciones del Orgullo gay que se vienen celebrando en Cuba comienza a cambiar la percepción hacia este colectivo?

R.V.I.: “Es muy complicado porque los desfiles por el Orgullo Gay ya se venían celebrando en Cuba desde años atrás gracias a la labor de Mariela Castro, que es psicóloga y está especializada en sexología y es la fundadora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) en Cuba. Mariela Castro ha hecho una labor meritoria en favor de la educación sexual pero tiene también una vinculación muy fuerte con la política al ser hija de Raúl Castro. En 2019 el desfile del Orgullo Gay fue cancelado por motivos ajenos. No se explicó la razón de que fuera suspendido aunque se dijo que fue por un problema administrativo. De todas formas, muchos sí que lo celebraron extraoficialmente en la calle donde hicieron su conga. Detrás de la labor que ha hecho Mariela Castro, que repito es muy meritoria, queda todavía mucho por trabajar. Los vestigios machistas están muy arraigados en la sociedad cubana, sociedad que debe de enfrentarse a problemas reales como son los de violencia de género aunque estos casos son mucho peor en otros países de Latinoamérica”.

- Además del transformismo ¿qué otros asuntos trata el documental?

CH.H.: “La película toca ciertas aristas pero su objetivo no es la política. Como estadounidense y como ciudadano que forma parte de la comunidad LGTBIQ+ he sentido la homofobia en mi país y vivir en una sociedad heteronormativa pero el fin de la película es que sirviera de plataforma donde las chicas pudieran contar su historia. Hice el filme con chicas cubanas y si ellas no se hubieran sentido identificadas ni deseado participar, no habría podido rodar este documental”.

– ¿Hay un cineasta que le haya influenciado a la hora de rodar esta película?

CH.H.: “Me inspira en éste y otros trabajos un documental, Paris is burning (Jennie Livinstone, 1991), que se rodó en Nueva York y estuvo nominado a los Oscars. La película habla de la comunidad gay y del Virus de la Inmunedeficiencia Humana (VIH) en los años 80. Esta película ha sido desde que la vi una inspiración en mis trabajo”.

- ¿Cómo se planteó el documental?

R.V.I.: “Chad no tenía una idea preconcebida. Iba a entrevistar a las chicas y a ver un espectáculo en El Mejunje pero la cosa se fue ampliando al poder rodar en las casas de algunas de ellas. El caso es que la historia se fue conectando lo que llevó a que el proceso de edición resultara muy largo, de dos a tres años por la pandemia. Se tenía tanta información e imágenes de archivo que lo que comenzó siendo un corto terminó por ser un largometraje de 80 minutos”.

- ¿Está preparando algún proyecto cinematográfico?

CH.H.: “Ahora no, mi trabajo es a tiempo completo en televisión. Sí que habrá alguno en el futuro, de eso estoy bastante seguro, pero ahora mismo no barajo ningún proyecto”.

FIRMA FOTO: María Calimano

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Luis Sánchez-Gijón dirige una serie sobre la Casa de Borbón en España

Lunes, Mayo 9th, 2022

El bulldog francés es una miniserie de dieciocho episodios y con una duración aproximada de siete minutos que escribe y dirige Luis Sánchez-Gijón Cañete. La serie propone un paseo por el legado de la Casa de Borbón española, desde sus orígenes en 1700 hasta el Siglo XX, contado “de manera amena y didáctica, con pequeñas dosis de humor y gran rigor histórico”.

La serie plantea una mirada ácida y mordaz sobre la Historia mientras desgrana la personalidad de los sucesivos monarcas y las consecuencias de sus respectivos reinados.

Ya se han realizado los cinco primeros episodios en los que se explica el concepto de monarquía y su desarrollo en España desde los Reyes Católicos hasta el fin de los Habsburgo. El resto estará dedicado a cada uno de los monarcas borbónicos, “aportando pinceladas sobre sus logros, sus errores, sus capacidades e incapacidades, o su psicología. Siempre en el contexto mundial (cultura, ciencia, política…) en que se desarrollaron sus respectivos reinados”.

Luis Sánchez-Gijón Cañete ha iniciado una campaña de crowdfunding en la que se puede colaborar si se pincha el enlace.

Los primeros trabajo audiovisuales de Luis Sánchez Gijón-Cañente los realizó entre los nueve y los diez años en formato Cine Nic, de ahí pasó al Super 8 y fue progresando hasta llegar, de momento, al 4K.

Tras dirigir varios cortometrajes, colaboró como ayudante de dirección en Esposados, de Juan Carlos Fresnadillo. El primer corto español nominado a los Oscar de Hollywood. En 1998 realizó para televisión la seria infantil Historias de Infoville; la serie fue emitida por la cadena autonómica Canal 9 y por Antena 3.

En 2004 realizó la serie de animación 3D Tinguaro, The Sun Lizard. Una coproducción entre España, Canadá e India y ha sido director de segunda unidad y editor de los largometrajes de Elio Quiroga La Hora Fría (2007), No-Do / The Haunting (2009), La estrategia del pequinés, y The Mystery of King of the Kinema (2014), del que es también productor asociado.

Entre 2013 y 2014 produce y dirige una serie divulgativa de 13 episodios sobre curiosidades de la ciencia titulada Science Gossip, estrenada en televisiones y webs de una decena de países.

En 2015 produce y realiza un documental dedicado a la figura de Émilie du Châtelet, con el título de Lady Newton y la Felicidad. Tras varias interrupciones, lo termina en 2018. Entre 2016 y 2017 participa como ayudante de dirección y director de segunda unidad en la serie Conqvistadores: Adventvm, producida por GlobalSet para Movistar 0#, y dirigida por Israel del Santo y en 2020 y 2021 trabaja como ayudante de dirección en las miniseries El palmar de Troya y El corazón del Imperio. Su última colaboración fue como subdirector en la miniserie documental Lola. Todas ellas dirigidas por Israel del Santo para Movistar.

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Cuando desperté… Charlot todavía estaba allí

Sábado, Abril 16th, 2022

“Charles Chaplin es, sin duda alguna, un gran artista. Siempre representa al débil, al pobre, al indefenso y al joven algo torpe a quien, sin embargo, las cosas terminan por salirle bien. Pero ¿piensan que en este papel se ha olvidado de su propio ego? No, ya que siempre se representa a sí mismo, tal como era en su juventud. Es como si no pudiera desprenderse de los recuerdos del pasado y que, hasta el día de hoy, obtuviera para sí la compensaciones por las frustraciones y humillaciones que sufrió en aquel período de su vida”.

(Sigmund Freud sobre Charles Chaplin y su Charlot)

Durante un tiempo estuvo de moda entre la cinefilia casposilla elegir entre Chaplin y Keaton para entregar la corona sin brillantes de la comedia silente y más tarde la que también se pudo oír. En un sistema donde la monarquía no existe porque es republicano por definición, nunca me decanté ni por uno ni por el otro ya que entendí que el cine de Buster frente al de Charles además de geniales eran muy diferentes en cuanto a historias y en cuanto a cálculo y composición de los gags. No dejo atrás a otros grandes nombres de la comedia sin sonido como fueron Harold Lloyd, Harry Langdon y Fatty Arbuckle entre otros gigantes, otros reyes (vamos a vacilarnos) sin corona cuando el cine aún no había aprendido a hablar.

El caso es que el cine de Charles Spencer «Charlie» Chaplin (Londres, Inglaterra, Reino Unido; 16 de abril de 1889-Corsier-sur-Vevey, Suiza; 25 de diciembre de 1977) queda ahí sin que apenas lo arañe el paso del tiempo. Bueno, sí, es cine en blanco y negro y encima mudo pero todo lo que se ve y provoca una película de Chaplin (incluyo su único filme serio, Una mujer de París), cortos y largometrajes ya como Charlot, es cine en estado puro. Una lección de lo que debe ser este arte que hoy se licua en favor de héroes enmascarados y comedias subidísimas de tono. En fin, lo que hizo Chaplin fue un cine capaz de contar historias a través de las imágenes… Y en un silencio que lo dice todo.

Repesco a veces muchos de sus cortos y reveo algunos de sus largometrajes que me siguen pareciendo conquistas sentimentales que me rompen el corazón. Contemplar al vagabundo de buen corazón que interpreta bajo el disfraz de Charlot (hoy ya todo un icono, sombrero hongo, chaleco, bastoncillo que parece casi de mimbre, bigote igual de ridículo que el de Hitler solo que el de Chaplin era falso) en filmes como El chico, La quimera del oro o Luces de la ciudad me siguen poniendo la piel de gallina o los pelos de punta… o se me eriza algo por dentro cuando suelto la primera risotada que es preludio de las otras que vendrán después. Una risa, ésta, que no tiene nada que ver con otras risas aunque la carcajada se me parezca a la que lanzo cuando veo películas de otros reyes (siempre sin corona) de la comedia silente norteamericana.

Es verdad que la llegada del sonido hizo tambalear al genio y es verdad que cuando se desprendió de su personaje, de aquel Charlot que se metía en líos, se enamoraba de invidentes o era capaz de anteponer su vida para salvar la de un niño, muchos quizá no vean la grandeza de Chaplin en sus películas habladas pero les invito a que recuperen no solo Tiempos modernos (muda en plena eclosión del sonido, la última en la que vistió el traje del desharrapado Charlot) sino otras películas que el paso del tiempo ha elevado a la categoría de obras si no maestras sí como lecciones de cómo hacer buen cine. La lista no es demasiado larga: Monsieur Verdoux (1947) y Candilejas (1955), esta última un emocionado homenaje a los cómicos que como él dejaron de prestar servicio con el paso irremediable de los años.

A propósito de Candilejas, Orson Welles, que a veces hablaba demasiado sin pensarlo dos veces antes, propagó la leyenda de la rivalidad entre dos emperadores de la comedia silente: Chaplin y Keaton. O Keaton y Chaplin, al tiempo que procuraba manchar el nombre del que interpretó al vagabundo melancólico afirmando que cortó planos en los que aparecía Pamplinas, que así se conoció a Buster Keaton en esa España que se nos perdió hace tiempo.

Recuerdo, unos pocos años después de que este país en el que nací y vivo estrenara esa democracia que los hunos y los hotros se han empeñado en no dar crédito, en revisar lo que fue una Transición que con sangre, sudor y lágrimas, construyó el espacio común en el que hoy transitamos, ver en un cine, en pantalla grande. El largometraje El gran dictador (1940), sí, esa misma en la que Chaplin hace doble papel: Adenoid Hynkel (trasunto de Hitler) y un soldado judío, ahora barbero en la capital de Tomania, que como en El prisionero de Zenda, se hace pasar por el loco de Hynkel para pronunciar al final de la película uno de los discursos más hermosos a favor de la democracia que se han dado en eso que conocí como cine.

El caso es que pude ver El gran dictador no sé cuántos años después de que muriera ese otro dictador que descansaba hasta el día de ayer en el Valle de los Caídos. Un dictador de cuyo nombre no quiero acordarme y que como todos los dictadores tuvo siempre miedo a la risa. Que prohibiera a los españolitos que vienen al mundo que vieran El gran dictador solo se explica, como me dijo alguien al que quise con toda mi alma, porque el trabajo de Chaplin se parecía mucho a él… aunque en la película el dictador tiene una voz bronca que espanta incluso a los micrófonos que tiene instalados en la tarima y cuando está a solas aprovecha para jugar mimosón con el globo del mundo.

Charles Chaplin se convirtió interpretando a un vagabundo en uno de los hombres más ricos del cine norteamericano. Su alcance fue tal que trascendió las fronteras de ese gigantesco país y hoy uno lo puede ver en toda clase de cosas. Sea una taza, un figura de porcelana, una imagen de camiseta, un plato…

Su popularidad, para que me entiendan, fue tan inmensa que aún hoy sigue estando aquí, aunque durante casi toda su vida profesional fue investigado por el FBI porque sospechaban que detrás de aquel actor multimillonario se escondía un comunista. Y claro, comunista, comunista como que no…

Esa Norteamérica repugnante y racista que hoy encarna Donald Trump, lo puso en la picota y quiso poner fin a su influjo con multas de Hacienda, acusaciones de rojo y ventilar sus gustos sexuales que ayer ni hoy resultan políticamente correctos.

Esto y otras cosas obligaron al hombre al exilio, exilio donde rodó las dos últimas películas de su vida. Filmes que mejor haber archivado aunque se traten de obras del legendario Charles Chaplin.

Un rey en Nueva York (1957) no funciona porque fue hecha con resentimiento y La condesa de Hong Kong (1967) sonroja porque nadie se cree a Marlon Brando y Sofiia Loren en esta comedia que quiso ser alta comedia…

Pero al margen de estos dos fracasos, de estas dos sombras en la carrera de un hombre que llevó literalmente el cine en las venas, Chaplin como su buen amigo Einstein fue y es un genio. Lo de genio explica que su cine siga igual de fresco que hace un millón de años… que sus películas, vueltas a ver, me sigan haciendo llorar y reír.

Me gusta Chaplin y aún admitiendo que Sigmund Freud a quien ni pudo conocer personalmente cuando llegó de gira a Viena tuvo razón con su perfil… qué demonios, sigue siendo para este republicano que ama la bandera tricolor un rey con todas sus letras.

No hagan caso de los impostores, de aquellos que pretenden comparar su genio con el de otro genio de la comedia silente. Ya saben a quien me refiero. Al cara de palo, a Pamplinas, al que casi nunca rió en sus películas… A Buster Keaton.

Y es que cuando desperté… Charlot todavía estaba allí.

Saludos, riamos, riamos, riamos, desde este lado del ordenador

El Festival Atlántico de Género Negro celebra el 50 aniversario de ‘La cabina’

Viernes, Abril 1st, 2022

Tenerife Noir conmemora el cincuentenario de La cabina y el centenario del nacimiento de su protagonista, el actor José Luis López Vázquez, este sábado, 2 de abril, con la proyección del mediometraje de Antonio Mercero, a las 20:00 horas, en el Espacio Sala R, en la Recova de Santa Cruz de Tenerife –en la plaza Isla de la Madera, frente al Teatro Guimerá-.

La cinta se emitió por primera vez en Televisión Española el 13 de diciembre de 1972, y consiguió, entre otros reconocimientos, un Premio Emmy Internacional al mejor telefilme y un Fotogramas de Plata al mejor intérprete de televisión para José Luis López Vázquez en 1973. El acceso a la exhibición es gratuito y se gestiona en la página web y la taquilla del Teatro Guimerá, en el enlace https://teatroguimera.es/ o en los teléfonos 922 60 94 50 / 922 36 46 03. La taquilla abre de martes a viernes de 11:00 a 13:00 y de 18:00 a 20:00 horas.

La presentación de la película cuenta con la presencia del director del Cinefórum noir del festival, Luis Machín, y del escritor y quionista Antonio Mercero Santos, autor habitual en Tenerife Noir que también participa en esta edición como parte del trío de escritores que usa la firma Carmen Mola, e hijo del realizador. Su proyección es uno de los actos de homenaje a esta emblemática pieza televisiva en la séptima edición de Tenerife Noir, ya que, además, el festival incorporó la cabina a su imagen de este año, como un elemento clave del cartel de esta edición, e instaló una reproducción de la cabina en el entorno del Espacio Sala R, la Recova, en la calle de Valentín Sanz de la capital tinerfeña.

La cabina fue dirigida por Antonio Mercero en 1972, escrita en un guion compartido con José Luis Garci y cuenta con un protagonista, José Luis López Vázquez, que se encarga casi en solitario de dar cuerpo a una parábola absurda y angustiosa. Esta historia kafkiana era uno de los 13 pasos por lo insólito que Antonio Mercero, Horacio Valcárcel y José Luis Garci se propusieron para trabajar juntos en un proyecto que nunca llegó a realizarse. Sin embargo, Mercero convenció a los directivos de RTVE para filmar al menos este mediometraje.

En la sociedad española del tardofranquismo, con la televisión en blanco y negro y de solo dos canales, el impacto de La cabina fue extraordinario. Tanto Mercero como Garci insistieron en que su objetivo era hacer un relato de terror cercano a la ciencia ficción, aunque tuvieron que rendirse a que fuera tomada como una parábola abierta leída en un amplio abanico de interpretaciones, desde las que la tomaron como una crítica a la dictadura franquista hasta quienes vieron en ella una película religiosa en la que un helicóptero alude al espíritu santo. El paso del tiempo la ha situado donde sus autores querían: su consideración como película de terror psicológico.

Además de los ya señalados, entre los numerosos premios recibidos destacan también el Quijote de Oro de la crítica española al Mejor Director para Mercero, el Premio Nacional de Televisión de 1973; el premio Ondas de 1973 para Mercero; el de mejor programa dramático del Canal 47 de Nueva York en 1973; el premio de la Crítica Internacional del Festival de Montecarlo 1973; Premio Marconi del MIFED de Milán 1973.

Saludos, atrapados en la cabina, desde este lado del ordenador

El cachetón

Lunes, Marzo 28th, 2022

Hace tiempo solía reunirme en casa de amigos para ver de madrugá la gala de los Oscars. Hacíamos nuestras quinielas con un único premio, invitar a cenar al que tuviera más aciertos. El año en que arrasó El silencio de los corderos fui el ganador. Todavía no me lo explico porque con el paso de los años me fui distanciado de aquella apuesta para dedicar el concurso de mis modestos esfuerzos a otras tareas…

No vi, y no es un suponer, la gala de los Oscar que tuvo lugar este domingo, 27 de marzo, pero me despierto con las portadas de los periódicos y las tertulias mañaneras en radio y televisión no hablando de la injusticia de que una película tan conmovedoramente redonda como El poder del perro solo recibiera una estatuilla a la mejor dirección ni que le robaran literalmente el Oscar a mejor actor a Benedict Cumberbatch, su protagonista, por el trabajo interpretativo que Will Smith hace en El método Williams que, por cierto, si ayer fue la noche de alguien fue la de Will por el castañazo que le soltó al actor y humorista Chris Rock en plena ceremonia cuándo éste hizo una broma de dudoso gusto sobre la mujer del protagonista de El príncipe de Bel Air, que todos tenemos un pasado del que más o menos sonrojarnos.

Lo trágico de este cachetón, sonoro además, es el cachetón en sí mismo. El acto violento de uno contra otro aunque las razones estuvieran (o no) justificadas.

Escucho en esas radios que devoran la mañana con tertulias idiotas que el bofetón probablemente forme parte de un juego, de una broma entre Rock y Williams. También que Chris mantuvo relaciones con la esposa de Will, la actriz Jada Pinkett… Uno hasta comenta entre bromas una cosa muy seria: una gala caracterizada por su solidaridad con lo que está pasando en Ucrania se viene abajo por la muestra de violencia de uno de los nominados, y personaje que finalmente recibe el Oscar balbuceando unas disculpas tardías que me hacen sentir mucha pena por el cine norteamericano que no está viviendo sus mejores momentos.

La gala es un espejo deformado de lo que fue una vez la industria, ahora dominada por esas plataformas que nos quitan el sueño. Will debería de olvidarse de su papel de Mohamed Ali y dedicarse a sus cosas, que es ganar dinero. Si John Wayne hubiera hecho algo parecido no quiero pensar en cómo lo hubiera freído a chascarrillos varios… Lo del tortazo de todas formas es un buen titular, un buen titular para una fiesta que ya no dice nada y que visto lo visto y salvo la hostia en plena cara importa a la gente muy poco.

Leo los repasos que hacen conocidos sobre la gala que aguantaron de madrugada y no sé si ponerme a reír o a llorar. En los periódicos y esas tertulias de pesadilla también así que me quedo, más con el cine, con esa fiesta que nació para promover el cine norteamericano, con el cachetón de Williams a Rock. Un plaf sonoro que de alguna manera simboliza la importancia que está perdiendo un cine como es el estadounidense que hasta el día de ayer era como ir a misa: de obligado visionado.

En fin, que no dejo de ver en redes sociales el soberano tortazo y pienso que vamos atrás como los cangrejos. Que este mundo enloqueció hace ya un buen puñado de años… Putin, Trump y ahora Biden, la Covid-18… esas siete plagas que parecen que no son siete sino muchas más… Puestas así las cosas entiendo pero no justifico el galletazo de Will a Rock, aunque me hace gracias, las cosas como son, el uayyyy que ladra el cómico norteamericano cuando la palma de Williams le calienta la mejilla.

Así que constato lo que somos y lo que somos son sacos de carne, sangre y huesos.