Premonición, una novela de Mariano Gambín

Martes, Diciembre 4th, 2018

Premonición es la octava novela que Mariano Gambín dedica al ciclo que inició con Ira Dei, una serie que con el paso de los años y de las obras que la configuran, ha ido evolucionando con soltura, creciendo, casi como si se hiciera mayor.

Los ya populares personajes que intervienen en la mayoría de ellas han ido apareciendo y desapareciendo en sucesivas entregas y el paisaje, La Laguna y Santa Cruz de Tenerife, ha sido sustituido por otros territorios que no quitan sino que resaltan el interés de unos libros en los que se mezcla el thriller con elementos fantásticos, todo ello muy bien combinado por un escritor que no renuncia a su vocación de entretener al lector y de paso informarle de los sitios que visitan sus héroes.

En Premonición, Mariano Gambín invita al público a viajar con él a Río de Janeiro, París y Venecia de la mano de dos de los protagonistas de anteriores novelas del ciclo, como es ese hombre de mundo y bon vivant que es Luis Ariosto y su mano derecha, Olegario, un secundario de lujo del que conoceremos más cosas sobre su pasado leyendo las páginas de este volumen en el que los dos, junto a Antoinette, son perseguidor por agentes de los servicios secretos rusos y norteamericanos.

En la que probablemente sea la novelas más Bond de la serie, Mariano Gambín rinde otros homenajes a escritores de misterio que son de cabecera y describe con pulso narrativo las ciudades que los protagonistas recorren mientras los agentes de las dos potencias intentan hacerse con ellos.

Como en anteriores novelas del autor, el acento se pone en el halo de fantasía que recorre esta modélica historia de entretenimiento, y envuelve una acción que no desciende sino que va en continuo crescendo desde que se inicia la lectura.

Además de las ciudades que recorren los protagonistas y de que Mariano Gambín se preocupe en todo momento de que no decaiga su vertiginoso ritmo, resulta llamativo el acento gastronómico de este libro, nos referimos a los diversos platos que que disfrutan los protagonistas a lo largo de la novela y que parece que bebe de las fuentes de Ian Fleming, el hedonista creador de 007 y quien además de narrar las misiones de su agente por el mundo, ponía especial cuidado en describir la oferta gastronómica a la que se entregaba su vitaminado protagonista antes de acostarse con alguna de las chicas Bond.

Premonición
por estas razones podría definirse como la historia más internacional de la serie, aunque el escritor promete en nuevas entregas regresar al paisaje lagunero y si se tercia santacrucero mientras ahora transporta a sus seguidores por otras ciudades que abren el arco geográfico de unas novelas a la que todavía les queda mucho por explotar

Saludos, llega la noche, desde este lado del ordenador

‘La mansión’, una novela de Mariano Gambín

Martes, Diciembre 5th, 2017

La Mansión es la séptima entrega de una serie que Mariano Gambín comenzó hace unos años con Ira Dei, novela en la que presentaba a los protagonistas de un ciclo narrativo que ha sabido calar hondo entre sus lectores.

Historias muy bien imbricadas, misterio y lecciones de Historia, con H mayúscula, que se desarrollan la mayoría de ellas (salvo El polvo del diablo) en escenarios de las islas Canarias, si hay un protagonista con similar peso al de sus protagonistas –Ariosto, Sandra y Galán, entre otros– es La Laguna, ciudad que Mariano Gambín ha logrado que observemos con otra mirada gracias a sus novelas.

En La Mansión vuelve a ser el escenario de los muchos escenarios en los que se desarrolla el hilo argumental, que también se desplaza a Santa Cruz de Tenerife (la capital tinerfeña fue la protagonista de Colisión), la isla de La Palma y de Madeira en un relato que cuenta con varios nudos que el escritor desenreda con habitual pericia narrativa.

Esta séptima entrega de la serie da lo que promete sus anteriores novelas, entretenimiento, y juega una vez más con el elemento fantástico para teñir de cierto atractivo gótico una historia donde pasado y presente se mezclan.

Estructurada en capítulos muy cortos y en clave de acción ascendente, sin puntos muertos, las más de trescientas páginas de La Mansión se leen con adictivo interés no ya por conocer cómo se resolverán los distintos acertijos que se plantean a lo largo del libro sino porque los protagonistas del ciclo narrativo están adquiriendo un espesor que los hace, si cabe, más cercanos y atractivos.

Resulta clave, en este sentido, el personaje de la tía Enriqueta que, a su manera, es uno de los principales de una novela que comienza con un incendio que devora una casona que más tarde se transformará en la mansión de la novela, y que culmina con otro incendio, esta vez metafórico, que reconcilia y resuelve algunos de los sórdidos secretos del pasado que plantea el libro.

Al margen del misterio, que se complica en otros misterios que se resuelven a medida que avanza la acción, La Mansión vuelve a ser una novela en la que el equipo que protagoniza las seis anteriores, se reúne para vivir juntos una aventura que toma como base una casona y la extraña muerte de quien la habitara para informar sobre el origen en Tenerife de algunas de estas casas, la mayoría hoy abandonadas, y los misterios que guardan mientras son devoradas por el paso del tiempo.

Si algo caracterizan estas novelas es que su autor sabe imprimir en cada una de ellas las dosis necesarias para que el entusiasmo por su lectura no decaiga. Se tratan de obras muy bien estructuradas y con una única función: entretener al lector con misterios universales que se desarrollan en la mayoría de los casos en las islas Canarias, ese territorio con seguro de sol y desde hace unos años –y gracias a Mariano Gambín– repleto de misterios

Saludos, ¡¡¡NO AL CIERRE DEL TEATRO TIMANFAYA!!!, desde este lado del ordenador.

Atentado, una novela de Mariano Gambín

Martes, Julio 7th, 2015

“Marta giró sobre sí misma. Buscando algún tipo de resplandor. No se veía nada en absoluto. Hizo memoria del lugar donde se encontraba la salida. Con lentitud dio pasos pequeños con los brazos extendidos tratando de llegar al la pared. Desde allí sería capaz de encontrar la puerta y seguir por los pasillos.

Entonces oyó varios golpes. Sonaban lejanos y apagados, como detrás de los muros de la estancia. Fueron cuatro sonidos seguidos y luego una pausa. Parecía como si alguien aporreara un muro con una maza o martillo grueso. Se detuvo a escuchar. Los impactos se repitieron, y en esta ocasión fueron seis. Le pareció que sonaron más próximos.”

(Atentado, Mariano Gambín. Oristán y Gociano S. L., 2015)

La irrupción de Mariano Gambín en la república de las letras con Ira Dei dio que hablar cuando muchos de los que no se habían acercado a la literatura que se escribe en las islas admitían que habían leído y disfrutado con este libro.

Ira Dei continuó con El círculo platónico y La casa Lercaro, novelas en las que se redescubría una ciudad en la que se mezcla lo viejo y lo nuevo como La Laguna, y títulos que reforzaron a Gambín como autor de eficaces y entretenidos thriller y a un escritor que además de escribir sabe vender –y muy bien– lo que escribe.

Con estas tres primeras novelas, Mariano Gambín dio verosimilitud a La Laguna como espacio literario de misterio y acción a través de unas novelas sin pretensiones intelectuales ya que el autor tuvo, desde el principio, la idea luminosa de que sus lectores se lo pasasen bien, que se distrajeran de su realidad inmediata con estas aventuras internacionales que confluían en una ciudad que hoy es Patrimonio de la Humanidad y que están protagonizadas por el mismo quinteto:

Luis Ariosto, un bon vivant.

Olegario, alias Sebastián, chofer y guardaespaldas de Ariosto.

Marta, una entusiasta arqueóloga.

El inspector Antonio Galán, un atractivo policía.

Y Sandra Clavijo, una periodista que casi siempre está en el lugar más inoportuno.

Personajes que en las siguientes novelas, El viento del diablo y Colisión, comenzaron a ausentarse o aparecer esporádicamente al estar protagonizadas por solo uno o dos de ellos.

Atentado, la nueva aventura que firma Mariano Gambín, los vuelve a reunir en una intriga que resuelve una venganza que tiene su origen  en los años cincuenta en Santa Cruz de Tenerife, capital de una provincia que ya adquiría cierta sustancia en Colisión aunque en Atentado monopoliza el paisaje urbano y, concretamente, el de una de sus calles: la de San Lucas, estrecha vía que cuenta con una caótica estética y en la que destaca el antiguo, y hoy ruinoso, templo masónico y casi enfrente una casa igual de abandonada pero con inquietante y fascinante fachada que el autor denomina como “la del miedo”.

Curiosamente, estos dos edificios son obra de un mismo hombre, Manuel de Cámara y Cruz, arquitecto, pero solo es un apunte ya que Cámara y Cruz no forma parte del elenco de actores principales y secundarios que se diseminan por una novela que cuenta con muchas claves santacruceras aunque éste no es el objetivo de un libro que hay que leerse en clave de entretenimiento pese a que, en esta ocasión, brinde una trama algo más compleja que los anteriores al arañar, pero solo arañar, el pasado que como plaza militar caracteriza la historia de Santa Cruz de Tenerife.

Por esta ciudad aplatanada, como diría Miguel de Unamuno, se ubica además de los personajes conocidos, dos asesinos a sueldo y el insólito descubrimiento de un pasadizo subterráneo que pasa por la calle de San Lucas y en el que se descubren dos cadáveres y símbolos de carácter satánico dibujados en las paredes.

Las claves para resolver el caso hay que buscarlas en el oscuro pasado de la ciudad y en una turbia historia protagonizada por dos generales, un periodista y una mujer atractiva.

Éste quizá sea el relato que más destaca entre los otros relatos que se arman en Atentado. No por estar situado en una época que ha sido tan poco explotada literariamente, sino por el pacto de silencio que parece que apaga toda esperanza de que algún día se fabule sobre ello para entender el carácter de sus habitantes.

Atentado se lee fácil y cuenta con guiños al lector iniciado en las anteriores novelas de Mariano Gambín al hacer referencia a aventuras que ya forman parte del pasado de los protagonistas. También respira saludable ironía y revela –solo un poquito– cómo es la vida privada de los personajes con distanciado respeto, casi como si el escritor no quisiera molestarlos en la intimidad.

Mariano Gambín solo se desprende de este pudor cuando los muestra trabajando y en movimiento. Sin embargo, y como ciclo narrativo, sus protagonistas demandan más entidad y en esta novela parece que la revuelta ya está en marcha lo que hace sospechar una evolución en próximas novelas que podría resultar muy atractiva por humana a sus lectores.

A la espera de la nueva novela de Gambín, y por lo que se sabe se desarrollará durante los carnavales de Río de Janeiro, Atentado es un thriller que inyecta algo de emoción a vivir, aunque sea literariamente hablando, en una capital de provincias que va a resultar que no es tan aplatanada como opinaba Unamuno.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

Comienza la semana más negra

Lunes, Marzo 16th, 2015

Ha comenzado la semana más negra en la capital tinerfeña así que hasta el domingo 22 de mayo espero que pueda ocurrir de todo en una ciudad que se resiste a estar muerta. Así lo manifestó más o menos su alcalde, José Manuel Bermúdez, en el acto inaugural de Tu Santa Cruz Noir al proponer, como argumento en clave policial,  a los que están empeñados en asesinar una plaza que, según sus palabras, está más viva que nunca. 

Qué esté viva o muerta o que Santa Cruz de Tenerife sea simple y llanamente un muerto es otro debate aunque, quién sabe, igual aparece un detective literario que se preocupa por resolver el caso. Cosas más insólitas se han visto en este archipiélago que flota en el océano Atlántico.

Estos días brilla sobre nuestras cabezas insulares un cielo azul que rompe los ojos. Y que seduce, y que recupera colores tras tanto frío. Y bajo este mismo cielo nace del 16 al 22 de marzo Tu Santa Cruz Noir. Un festival que reúne a un puñado de escritores del género así como nace con la voluntad de plantar la semilla del género entre los alumnos de varios colegios del municipio.

¿Hay que insistir, ante este escenario, que la literatura policíaca en todas sus claves (oscura y social, crítica y de denuncia) ya no se trata de un fenómeno sino de una realidad perfectamente instalada en este país?

En la jornada de este lunes, 16 de marzo, intervinieron en Tu Santa Cruz Noir los escritores Mariano Gambín y Antonio Lozano. Mariano Gambín ya se encuentra en la redacción de la que será una nueva novela y Lozano presentará muy pronto una nueva historia que se aleja de lo negro y criminal pero en la que ahonda en el pasado de una ciudad que conoce muy bien: Tánger.

El martes, el encuentro será con José Javier Abasolo y Jon Arretxe en el Teatro Guimerá a partir de las 19 y 19.40 horas, respectivamente.

Y luego… luego más y hasta el domingo…

Saludos, el cielo está azul, desde este lado del ordenador.

Colisión, una novela de Mariano Gambín

Martes, Noviembre 25th, 2014

“El checheno se maravillaba de la estupidez occidental. ¿A quién se le ocurría tener una refinería dentro de la ciudad? La verdad es que los objetivos que brindaban los países del primer mundo eran de lo más variado y de una facilidad pasmosa para los planes de los combatientes en lucha de los países oprimidos.”

(Colisión, Mariano Gambín. Roca Editorial)

Mariano Gambín es un caso singular en las letras que se escriben en Canarias. Singular porque hasta su irrupción en esta siempre caprichosa república con Ira Dei, ni lectores ni escritores, ni libreros, ni editores conocía hasta entonces quién era Mariano Gambín.

Un escritor que consiguió lo que no alcanzan otros escritores o gente que dicen que son escritores con su primer libro: vender y que se transformara en algo así como un fenómeno editorial y literario en el archipiélago. Tanto, que una editorial nacional se interesó por su obra cuando apareció en el mercado El círculo platónico, novela que es la segunda entrega de lo que hoy se conoce como su trilogía de La Laguna, y que culminó con La casa Lercaro y que protagonizan cinco personajes que ya forman parte de la familia de los lectores que, como quien ahora les escribe, sigue la producción literaria de Mariano Gambín desde sus inicios.

Los personajes de estos tres relatos que transcurren en La Laguna, ciudad con historia y cuyo amor se transmite en cada una de sus páginas, son un policía, Galán; una periodista, Sandra; una arqueóloga, Marta y esa peculiar y ambigua pareja que forman Ariosto y su fiel ayudante Olegario. Estos dos últimos, con apariciones esporádicas de Galán y Sandra, son los protagonistas de la última novela del escritor hasta la fecha, Colisión, libro que hace el quinto en la bibliografía de su autor tras la aparición este mismo año de El viento del diablo.

Estos cinco títulos obligan a reflexionar que lo que comenzó siendo un fenómeno imprevisto en la república de las letras canarias ya no lo es. Y no lo es porque Mariano Gambín cuenta ya con una obra consistente. Un quinteto de novelas muy bien armadas cuyo estilo ha ido evolucionando con el paso de los años, dotando a sus personajes –los fijos y secundarios– así como a sus tramas de mayor densidad y complejidad.

Mariano Gambín conoce muy bien el territorio en el que se mueve por lo que sus historias por increíbles que sean, enganchan porque resultan creíbles. El escritor maneja muy bien las claves de thriller, y si hay una palabra que define Colisión es acción. Una acción trepidante que mantiene con vigoro pulso cinematográfico el interés del lector, quien devora en apenas unos pocos días sus más de trescientas páginas estructuradas en capítulos cuyas líneas finales invitan al continuará…

Colisión es, a mi juicio, la mejor de las cinco novelas de su autor y también una de las más arriesgadas al encerrar su acción en 80 frenéticos minutos en escenarios diferentes (un ferry catamarán, un crucero, un gran petrolero de bandera rusa, y el puerto de la capital tinerfeña) y pergeñar una trama que comienza a rodar con una maquiavélica operación terrorista que ejecuta un comando checheno.

Se dan en Colisión muchas de las constantes que ya define la literatura de Gambín, como son los espacios en los que se desarrollan sus historias. En este sentido, si en Ira Dei, El círculo platónico y La casa Lercaro era La Laguna y en El viento del diablo el desierto, ahora son tres barcos los escenarios en los que se desarrolla su nueva aventura. Una aventura que demuestra lo frágil que es el cinturón de seguridad que rodean a las islas y lo escalofriantemente sencillo que es construirse un arma.

Se trata Colisión de una novela en la que su autor ha refinado su estilo y en la que se agradece acentúe un humor que sirve para relajar la tensión de la trama. Una trama que describe el secuestro de un comando terrorista checheno a un ferry catamarán que cubre la ruta Agaete (Gran Canaria) con Santa Cruz de Tenerife con el objetivo de usarlo como un mísil contra el gran petrolero de bandera rusa que fondea en el puerto santacrucero. Lo que no saben los terroristas es que entre los pasajeros se encuentra dos de los personajes habituales de las novelas de Gambín: el refinado Ariosto y su fiel chófer Olegario.

Entiendo Colisión como una novela marítima más que terrestre, si bien parte de la acción se desarrolla en tierra, en concreto en el frente costero de la capital tinerfeña, aunque el grueso de la historia tiene lugar en ese catamarán en estado de alerta que, a su manera, es otro de los protagonistas una novela que, reitero, cuando se lee resulta imposible dejar de lado.

Tiene además la virtud Colisión de suscitar preguntas en el lector. Algunas de ellas rondan todavía por mi cabeza y una de ellas es, precisamente, ¿qué pasaría si lo que narra con tanto nervio Mariano Gambín ocurriera en realidad?

Llevo mascando esta cuestión desde entonces, aunque prefiero pensar que a veces la ficción sí que supera a la realidad.

Saludos, el tiempo se nos ha vuelto loco, desde este lado del ordenador.

El viento del diablo, una novela de Mariano Gambín

Jueves, Marzo 20th, 2014

Lugo intentó decir algo que insulflara ánimos en el grupo de desesperanzados combatientes, pero el áspero nudo de angustia que atenazaba su garganta no se lo permitió. Era la misma sensación que había tenido seis años antes, tras el desastre de Acentejo, durante la conquista de la isla de Tenerife.”

(El viento del diablo, Mariano Gambín, Roca Editorial)

Mariano Gambín alcanzó con tan solo tres novelas –Ira Dei. La ira de Dios, El círculo platónico y La casa Lercaro– algo insólito en las letras que se escriben a este lado del Atlántico: llamar la atención de una editorial nacional tras el éxito obtenido en las islas con los dos primeros títulos de una trilogía en la que la ciudad de La Laguna era un personaje más. Una ciudad que se mezclaba con sus protagonistas en frenéticos thrillers.

No era nuevo el experimento de Mariano Gambín, ya lo habían hecho amtes pero con otras claves Alberto Vázquez Figueroa y Jorge Rojas Hernández, entre otros, aunque la combinación del autor de Ira Dei. La ira de Dios resultó distinta al unir la Historia –en este caso la de la ciudad de La Laguna– con la actualidad en trepidantes y calcualdos relatos. Unos lo llaman  folletín y otros literatura de evasión.

Y eso es lo que ofrece Mariano Gambín, calculados y trepidantes relatos.

Las historias están bien alambicadas y su estructura facilita su digestiva lectura en capítulos cortos que animan a continuar con ella: propone misterio y acción. Invita a conocer qué sucederá después.

Y ese qué sucederá después se mantiene en El viento del diablo, un relato en el que Gambín cambia de escenario al no desarrollarlo ahora en La Laguna sino en el sur de Marruecos, concretamente en la laguna de Naila, una zona donde aún quedan restos de la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña, construcción que fue erigida en 1496 por los castellanos para comerciar con las tribus de los alrededores así como para refugiarse cuando esas mismas tribus no venían en son de paz.

La nueva novela de Mariano Gambín se inicia con una descripción colorista de una batalla en la costa de Berbería en noviembre de 1.500. Un grupo de castellanos que capitanea Alonso Fernández de Lugo combate contra un enjambre de hombres

¿qué pasará?

La novela se sitúa ahora veinte años después en Las Palmas de Gran Canaria…

¿Por qué?

Porque ambos justifican el desencadenante de la acción que vendrá a continuación. Una acción que se traslada a nuestra siniestra actualidad y en una excavación arqueológica en la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña.

Allí se encuentra Marta, una de las protagonistas de las tres primera novelas de Gambín.

Pero hay más personajes.

La mayoría de ellos tras un objeto de la vajilla que Beatriz de Bobadilla hizo entrega a su esposo, Alonso Fernández de Lugo, y pieza por la que se interesa un frío terrorista islámico, marroquíes y una tribu de beduinos, algunos de cuyos miembros tienen extraños poderes.

La trama se complica con la aparición de un agente de la CIA y un comando del SEAL y con tropas del ejército y un detective de la policía marroquí, Hamidou Benkiran, que pide a gritos que el autor recupere en próximas entregas de su ciclo narrativo. Resulte éste lagunero o no.

No obstante, y por encima de los personajes que presenta Mariano Gambín en su novela, si algo destaca en El viento del diablo es su capacidad para crear atmósferas y la descripción de un paisaje, la laguna de Naila, que se nota que conoce.

Por otro lado, y como novela de acción y misterio, El viento del diablo funciona regularmente bien. Engancha desde el principio e incluso habrá algún lector agradecido por el cambio de escenario.

Llama la atención cómo Mariano Gambín combina realidad y fantasía –sobre todo en los acelerados capítulos finales de la novela–y su sentido del humor. Un humor que ya resulta seña de identidad en sus historias.

Se aprecia también que la combinación de estos elementos –los mismos que aparecían en sus títulos anteriores– están más trabajados. Como sin Mariano Gambín hubiera dado un paso hacia adelante en su ecuación literaria:

misterio más acción es igual a entretenimiento.

El orden de los factores no altera el producto.

Saludos, en el ojo del huracán, desde este lado del ordenador.