Tenerife Espacio de las Artes (TEA) tiene al frente a un profesional que sabe hacer las cosas. Nos referimos a Javier González Durana, que intenta contra viento y marea dar a conocer unas instalaciones que, desgraciadamente, otros sólo quieren que se conozcan porque cuenta con una biblioteca que abre las 24 horas.
Vivimos en una tierra extraña, poblada de ingratitudes, por eso ya va siendo hora de que se reivindique el papel de un hombre que desde que se instaló en TEA se ha preocupado pese a las adversidades y la trampa política, en dirigir un espacio que sin alharacas propagandísticas se está dando a conocer.
Tras las excelentes exposiciones que en los últimos tiempos ha dado algo de luz a la pacata y resacada sociedad tinerfeña, entre ellas la interesante sobre Roland Penrose y la que cobija ahora sobre Juan Hidalgo, entre otras, además de la exposición permanente que dio origen a TEA, es necesario que los que no saben de arte dejen trabajar a Durana, y que presten oídos a su buen hacer, pese a las limitaciones presupuestarias que maneja.
TEA debe de ocupar el protagonismo cultural en una ciudad y en una isla tan reacia a protagonismos culturales, y el Cabildo de Tenerife dar carta blanca a un director que mueve porque sabe mover pese a que no cuente con demasiados respaldos promocionales.
No debe ser nada fácil dirigir un espacio donde se concentra, además, departamentos que como el Centro de Fotografía (¿alguien sabe si habrá Fotonoviembre?, yo ya estoy viendo que sí habrá, aunque muy recortado por esto de la crisis…) se han caracterizado desde sus inicios por una independencia que ya no tiene razón de ser. Hay que corregir, visto desde fuera y no dentro de sus entrañas, aspecto como el que se dote a TEA de más personal, y animar al Cabildo a que publicite más las extraordinarias actividades que se desarrollan dentro de sus instalaciones. Es decir, recordarle permanentemente a la ciudad y a la isla, y a las islas y a donde sea, que ahí está TEA, pero que TEA no es sólo una biblioteca que abre las 24 horas. Noción, me temo, que es la que tiene la mayoría de la ciudadanía y de quienes asistieron invitados a su inauguración.
La gestión que como director se ha marcado Durana quiere, me parece a mí, que el extraordinario edificio que se come media mitad del viejo Santa Cruz se conozca más allá de la también extraordinaria sala de estudio y biblioteca que abre las 24 horas… Iniciativas como las exposiciones guiadas sirven, en este sentido, para ilustrar lo que estamos diciendo… En nombre de la Cultura con mayúsculas, los responsables políticos deben mimar a TEA, y no dejar que ese fabuloso monstruo cultural haga actividades que, salvo iniciados, apenas llegan a ser conocidas por todos los habitantes de esta isla enquistada en su tradicional pero nada proverbial aplatanamiento.
Confío plenamente en el trabajo de su director, sin embargo no puedo decir lo mismo de su capacidad para lidiar con esos otros que se empeñan en politizar lo que no es politizable. La Cultura en estos casos se convierte en Propaganda. Y no queremos eso ¿verdad?
Saludos a este lado del ordenador.