Archive for Junio, 2008

La llamada de Cthulhu

Miércoles, Junio 25th, 2008

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Si eres de los que descubrió cuando salía de la dolorosa aunque también feliz adolescencia los relatos de H. P. Lovecraft no dejará de sorprenderte (y también fascinarte) la nueva página en español dedicada al escritor de Providence y a su universo de dioses olvidados por el tiempo. Ideada por Sergio Armisén, www.hplovecraft.es no decepcionará tus expectativas, pese a que por motivos de la dichosa edad haya superado las pesadillas “innombrables” de ese caballero del siglo XX que siempre quiso haber vivido en el XVIII.

Una completísima bibliografía en castellano del escritor estadounidense y apartados tan interesantes como una enciclopedia en español de personas, lugares y personajes que aparecen en cada uno de sus cuentos, son sólo algunos de los contenidos que los adoradores de Cthulhu podrán encontrar en esta página, que propone además un simpático pasapalabra lovecraftiano para fan fatales, así como artículos de fondo como El pensamiento político de Lovecraft que, para un iniciado, no tienen desperdicio.

El navegante también puede consultar una galería de autores que influyeron en la obra del maestro de Providence, así como en la amplía lista de colaboradores (adeptos los llama Armisén) que participaron con sus relatos en el mundo lovecraftiano, y responsables junto al mismo H. P., de que su obra adquiriera un corpus propio y se convirtiera en un punto y aparte de la literatura fantástica y de terror. Como toda página que se precie, www.hplovecraft.es cuenta con un foro en el que los aficionados plantean preguntas y ofrecen reflexiones sobre el hombre que siempre estuvo oculto tras la máscara de Adbul Alhazred y su libro maldito, El Necronomicón.

Absolutamente recomendable. Como también es recomendable (para iniciados versados en la ciencia de lo oculto) el entusiasta ensayo que el escritor francés Michel Houellebecq le dedicó a esa rareza literaria, no apta para materialistas, que es la vida y obra de un tal Howard Phillip Lovecraft.

Cuando la ecuación funciona: Una de western + Vampiros = Grupo salvaje según John Carpenter

Martes, Junio 24th, 2008

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Como espectador de provincias recuerdo con cariño casi todas aquellas sesiones que me ayudaron a querer un poquito más al cine. La que hoy rememoro tuvo lugar en el cine Greco, sólo que tiempo después de que el cine Greco dejó de ser solo un cine para convertirse en multicines Greco. La película en cuestión: Vampiros de John Carpenter. Porque el filme se titula así, Vampiros de John Carpetenter. Lo que ya nos avisa de que va ir la cosa: una de vampiros pero de John Carpenter.

No conozco aficionado al cine fantástico que no sienta debilidad por este cineasta, amante confeso de Howard Hawks (recomiendo la edición especial de Río Bravo, con comentarios del mismo Carpenter, entre otras interesante sorpresas) y hombre de profundas ideas progresista que ha ido revelando en su cine. Desde su clásico 1997: Rescate en Nueva York a la revolucuionaria Están vivos, donde propone en clave de cine de bajo presupuesto una rebelión de pobres contra ricos porque los ricos (que ya no lloran) son ¡extraterrestres o colaboradores de extraterrestres!

Vampiros de John Carpenter está basada en una irregular novela de John Steakley y nos cuenta la historia de un grupo salvaje que se dedica a recorrer los Estados Unidos en busca de… vampiros, precisamente. Esta banda de ¿asesinos? está liderada por un antihéroe pasado de vuelta que interpreta con su habitual convicción James Woods, y cuentan con la bendición de la Santa Iglesia Católica. El grupo salvaje, tras exterminar literalmente una guarida de chupasangres, y mientras lo celebra en un motel apartado con toneladas de tequila y mujeres de mala vida, es asaltado por otros no muertos y se arma la de Dios. Porque a partir de ese momento la película es una marcha hacia adelante con aroma de espaguti western y código de honor a lo Peckimpah sólo que triturado por la visión de un Carpenter en estado de gracia.

Vampiros no deja de ser, en este sentido, una más que estimable película del oeste. Sólo que los forajidos o los indios han sido sustituidos por hombres y mujeres a los que le gustan salir de noche y odian los símbolos religiosos y el ajo. Jack Crow, que así se llama el personaje que interpreta James Woods, se transforma así en una especie de justiciero o mejor de caza recompensas. Y los camiones y furgonetas en caballos mecánicos. El director aprovecha la ocasión, además, para criticar con tremebunda acidez a la jerarquía de la Iglesia Católica, a la que revienta con insólito desprecio en una de las mejores escenas de la película. Crow apunta a la cabeza de un sacerdote y le pregunta si quiere vivir o ir al paraíso con su buen Dios. El cura prefiere vivir.

No es Vampiros de John Carpenter una película a la que el paso del tiempo le haga daño. La he vuelto a ver recientemente y conserva esa frescura original que todavía estremece los huesos del aficionado al género. De terror y del oeste. Cuenta también con uno de esos finales que emocionan y que recuerdan vagamente al de cualquiera de los grandes western de su maestro Hawks. Es una lástima, de todas formas, que Carpenter no haya imitado a las mujeres del universo hawksiano, aunque sí se haya quedado con ese sentimiento de camaradería que empapa las relaciones de sus personajes masculinos.

Vampiros sigue siendo una de las mejores películas del director, junto a la potente 1997: rescate en Nueva York, Asalto a la comisaría del distrito 13, Están vivos, La cosa (el enigma de otro mundo), La niebla, Golpe en la pequeña China, y la surrealista En la boca del miedo, probablemente una de las mejores adaptaciones de las geografías delirantes pobladas por criaturas abominables de otro maestro: H. P. Lovecraft.

Un recuerdo rabioso en honor de Jim Thompson

Lunes, Junio 23rd, 2008

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Fue un escritor de la vieja escuela, áspero y tierno, duro y salvaje, desconfiado pero también ingenuo. La mayoría de sus novelas son un punto y aparte en la literatura policíaca. Su universo, como el de otro de los grandes, David Goodis, es cerrado pero se desarrolla en escenarios abiertos, tabernas pobladas por marginales y perdedores, hombres y mujeres que ahogan sus miserias en alcohol. Probablemente por todo esto y por algo más, este que suele escribirles tiene cierta debilidad por Jim Thompson, y cuando descubre un nuevo título del escritor pues nota como se le acelera el pulso ya que en contadas ocasiones se ha sentido decepcionado tras leer alguna de sus historias. En cada uno de los títulos que compone la vastísima bibliografía de Thompson no hay momento para el respiro. Fue un escritor de sujeto, verbo y predicado. En sus historias no caben descripciones felices ni giros literarios. Todo cuanto pasa parece que pasa ante nuestros ojos, y lo que es mejor, sintiendo casi lo que sienten sus protagonistas.

Escritor asalariado, cuenta la leyenda que muchas de las historias de Thompson eran resúmenes que le pasaban los editores de sus libros para que los desarrollase en una serie de novelas baratas y con portadas llamativas.

En las novelas del escritor no hay fe ni en la ley ni en la justicia. Su mundo está repleto de personajes atrapados en la telaraña del deseo e incluso a relaciones un poco más abominables. Sus antihéroes son perdedores de una pieza, alcoholizados y sin demasiadas esperanzas en el futuro. Lo único que les hace moverse es ganar dinero y si ese dinero está manchado de sangre, tanto mejor.

Corrupción, madres que se acuestan con sus propiso hijos, rateros del tres al cuarto y policías con una inquietante pasión por el asesinato son sólo algunos de los protagonistas del ponzoñoso universo del escritor. Alguien que mascaba rabia cuando escribía, o esa es la sensación que uno percibe en su fascinante autobiografía En bruto, aunque también en novelas tan espléndidas como El asesino dentro de mi, protagonizada por un sheriff, Lou Ford, que literalmente asesina a todos sus vecinos; y 1280 almas, donde otro sheriff va liquidando a las 1280 almas del pueblo porque lo hacen infeliz; Ciudad violenta, Al sur del paraíso y Sólo un asesinato, son otras de sus excelentes novelas.

Cineastas como Stephen Frears y Sam Peckimpah han llevado sus hsitorias a pantalla grande en Los timadores y La Huida, respectivamente, modificando en parte su original literario para, en ocasiones, mejorarlo si cabe.

En las novelas del gran Thompson se aprecia además una serie de constantes que como un feroz complejo de Edipo, el alcohol, la castración y la policía como instrumento represor y corruptor lo convierten hoy en un escritor políticamente incorrecto, quizá porque siempre estuvo más interesado por los retortijones del alma humana que por otra cosa.

 Thompson tuvo una biografía igual de apasionante que sus novelas. Hijo de un sheriff corrupto de un condado de Oklahoma, tras dar varios tumbos cayó en manos de su abuelo quien además de iniciarlo en la lectura lo inició también la ciencia del alcohol.

A lo largo de su vida desempeñó diversos oficios, fue simpatizante del Partido Comunista Americano y guionista de la serie Ironside y del mismísimo Stanley Kubrick en una de las mejores (y sin embargo menos reivindicadas) películas del cineasta como es Atraco perfecto. También trabajó en otro de los grandes filmes del director: Senderos de gloria. La mayoría de sus novelas han sido traducidas al español pero como resulta ya sospechosamente habitua, son muy difíciles de conseguir. Bruguera editó en su día 1280 almas y La saga de los King, que es una novela que parece un western policíaco. Muy violenta, aunque no de lo mejor del escritor. La mayoría de sus novelas las editó la mítica Ediciones Júcar en su colección negra. Ediciones B publicó también algunas novelas de Thompson en la colección Etiqueta Roja, entre otras editoriales.

Thompson, que había nacido en septiembre de 1906 en Anadarko, Oklahoma, falleció en abril de 1977 en California. Su muerte supuso una irreparable pérdida para la literatura norteamericana. Opinen o no lo mismo los inquisidores de la moral y el buen gusto.

Amir Valle obtiene el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona 2008

Lunes, Junio 23rd, 2008

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La novela Largas noches con Flavia del escritor Amir Valle (en la fotografía) ha obtenido el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona 2008, en su tercera edición, lo que lo confirma como una de las voces más representativas de la actual novela negra latinoamericana. 

Otras obras del escritor cubano son Las puertas de la noche, Si Cristo te desnuda, Entre el miedo y las sombras y Santuario de sombras, por la que ganó el premio de los lectores especializados a la mejor novela negra publicada en España en el 2007 .

En Largas noche con Flavia, tres jóvenes turistas españoles sufren en La Habana la persecución y el castigo por lo que un poderoso traficante de drogas considera una estupidez que pone en peligro su negocio. El viejo alcalde de la marginalidad habanera, Alex Varga, y el teniente de la policía Alain Bec, nuevamente se pondrán de acuerdo para proteger a la única
sobreviviente: Flavia, una hermosa madrileña, destinada también a morir si cae en manos del siniestro delincuente, con ínfulas de gran capo y relaciones muy fuertes con el poder oculto y público de la isla.

Tras la búsqueda de las razones de esa obsesión asesina contra los jóvenes españoles, Alex Varga y Alain Bec se hundirán nuevamente en el mundo del narcotráfico organizado en los barrios de Centro Habana, descubriendo nuevas caras de la marginalidad vinculada al mercado de estupefacientes, la prostitución, el mercado negro, la corrupción política y la doble moral que corroe a la sociedad cubana actual, en medio de un duelo de poderes, a veces ético, a veces sangriento, que harán imposible definir los límites verdaderos del bien y el mal en una isla idealizada por unos y satanizada por otros.

Sobre este libro el editor español Javier Ortega ha dicho que: “La crudeza del estilo literario de Amir Valle se deja sentir con insólito vigor en esta flamante entrega de su serie sobre los personajes Alain Bec y Alex Varga, donde explora la cara más oscura de la sociedad castrista. El clasicismo negro de la narración se ve acompañado por el acerado retrato social de la Cuba del milenio que se inicia y de las nuevas formas de delincuencia que la azotan. Como otros maestros del género, Amir Valle sabe husmear en el lodazal de la crónica de sucesos para forjar con envidiable pulso narrativo una ficción basada en hechos reales, digna de la mejor tradición realista del género. Con obras como Largas noches con Flavia, el policial latinoamericano logra erigirse, como ninguna otra escuela narrativa, en la nueva novela social del siglo XXI”.

Largas noches con Flavia es la quinta novela de la serie negra El descenso a los infiernos, integrada por Las puertas de la noche, Si Cristo te desnuda, Entre el miedo y las sombras y Santuario de sombras, todas publicadas en España y Alemania.

El Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona, en sus ediciones anteriores de 2006 y 2007, ha ido a manos de dos también muy prestigiosos escritores de novela negra: el español Antonio Lozano con El Caso Sankara y el argentino Guillermo Orsi con Nadie ama a un policía, ambas publicadas por la editorial española Almuzara.
 

FIMUCITÉ presenta el volumen ‘2001. La música del futuro’

Viernes, Junio 20th, 2008

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Uno se imagina que el productor de un Festival de Cine suele estar tumbado en una hamaca en la piscina mientras bebe un daiquiri, dejando que el trabajo sucio lo hagan los de siempre, que son los sufridos curritos y becarios que se rompen la espalda por amor al arte. Esta misma tarde el mito me lo ha hecho añicos Pedro Mérida, uno de los productores del Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (FIMUCITÉ),  quien tras llamarme con gestos desde el otro extremo de una céntrica calle de Santa Cruz, me lo he encontrado sudando la gota gorda cargando cajas y más cajas.

Adiós a lo del productor con gafas de sol y puro en la boca fue lo primero que pensé mientras Mérida se partía el lomo caja sí, caja no…No obstante, gracias por revelarme y regalarme también el contenido de una de esas misteriosas cajas: el libro 2001. La música del futuro, título que se presenta el próximo lunes aprovechando el inicio de FIMUCITÉ.

Aún caliente y sin apenas tiempo para sumergirme en su lectura, 2001. La música del futuro promete. El libro compila trabajos firmados por Jorge Gorostiza, probablemente el mejor director de la Filmoteca Canaria que hemos tenido sin desmerecer el trabajo de los anteriores y de su actual directora, titulado El fin de los sesenta. Entre el LSD y Dios, un puntito nostálgico y por lo tanto sabroso para los que más o menos sentimos lo mismo cuando vimos por primera vez el lisérgico viaje al futuro que nos propuso Kubrick; Creando “…la proverbial buena película de ciencia ficción”, que firma Héctor Castañeda, del Instituto de Astrofísica de Canarias; 2001. Del papel al celuloide (una panorámica sobre la saga literaria de Arthur C. Clarke), por Andrés Brito, así como Stanley Kubrick y Alex North, Así sentenció Zarathustra y 2001: una odisea musical. Analizando la partitura de Alex North, que rubrican Manuel Díaz, Pedro J. Mérida y Diego Navarro, respectivamente.

El libro contiene también estudios sobre La música de Stanley Kubrick (Joan Padrol); La música en las películas de Kubrick, de David Fuentefría y Alex North. Después del monolito, por Manuel Díaz y Resucitando a Alex North. Memorias de un productor discográfico (una conversación entre Pedro J. Mérida y Robert Townson).

 2001. La música del futuro está editado por Alberto Santos y está profusamente ilustrado. Lamento no poder ofrecer una idea general del tono de los artículos (aunque prometo hacerlo en cuanto lo haya devorado literal que no virtualmente) salvo el de Jorge Gorostiza, y no porque sea el primero del volumen (que lo es) sino porque sus primeras líneas me llevaron de la mano a aquellos (recuerdo ahora) maravillosos años en los que ir al cine era emocionante. Casi una aventura iniciática.

El director del Festival, Diego Navarro, además de colaborar con uno de los artículos del texto también es el responsable del prólogo, donde recuerda que la segunda edición de FIMUCITÉ está dedicada al compositor Alex North coincidiendo con el 40 aniversario del estreno de 2001, cuya banda sonora descartó Kubrick finalmente en la película.

Recomiendo el libro, recomiendo a los que nos leen que no fallen a la cita de FIMUCITÉ y sobre todo pido (y pongo a Dios por testigo que no tengo nada que ver con la organización) que apoyen un Festival que, tiempo al tiempo, dará mucho que hablar.
 

Sven Hassel y sus novelas sobre los batallones de castigo de la Whermacht

Viernes, Junio 20th, 2008

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Ustedes perdonen pero es que últimamente me he puesto de un nostálgico que da asco. Debe ser, supongo, porque me hago mayor. Permítanme así que hoy les hable de una de esas lecturas que sacudieron mis tiernos 16 y 17 años antes de que cayera en mis manos el libro que ha hecho que hoy sea lo que soy, o por lo menos un buen pedazo de lo que soy: El guardián entre el centeno, del enigmático J. D. Salinger.

Pero no, dejo para otro día la conmoción que me produjo la lectura de libro tan transgresor (¿?) y déjenme que se lo dedique a otro escritor que sin el nivel del autor de Levantad carpinteros la viga maestra (qué título, por el gran Cthulhu) devoró mucho del tiempo que he despilfarrado a lo largo de esta bendita vida.

Es probable que mucha gente no conozca las novelas de Sven Hassel y es probable también que no se hayan perdido mucho si no es aficionado usted a toda esa literatura que ha pretendido narrar la II Guerra Mundial desde el bando de los perdedores. Escritores alemanes que presuntamente estuvieron en el frente y que lograron sobrevivir a la tragedia hay un puñado, entre otros Willi Heinrich y su estupenda Carne paciente, Hans Habe, Fritz Hoos y Heinz G. Konsalik, entre otros muchos. Sin embargo, el más popular sigue siendo Hassel, Sven Hassel.

Pese a que su biografía ha sido puesta en cuestión por un periodista danés, la misma nacionalidad del escritor Sven Hassel, sus novelas son una buena oportunidad para acercar al lector a casi todos los frentes (menos el de África) donde combatieron las unidades del ejército alemán durante la II Guerra Mundial. Sin embargo, la peculiaridad de las historias de Hassel es que están protagonizadas por una serie de personajes que parecen sacados de un tebeo, y que salvo el que llaman Heidi, no son furibundos nazis sino hombres al que las circunstancias obligaron a combatir en aquella guerra que como todas las guerras son innecesarias.

Hermanito, Porta, el Legionario, el coronel Hinka, el mismo Sven, El viejo, Barcelona son sólo algunos de los protagonistas de estas aventuras en frentes tan hostiles como el ruso, el italiano (concretamente Montecassino) y Francia por citar los que me vienen a la memoria. Son novelas bélicas donde se denuncia el horror de la guerra, también antinazis y describen muy bien cómo debía ser la vida de los equipos de tanquistas alemanes que participaron en las distintas operaciones que se desplegaron en los campos de batalla europeos en la primera mitad de los años 40 del pasado siglo XX. El pelotón que describe Hassel está formado, además, por la presunta escoria del ejército alemán de aquellos años, los tristemente célebres batallones de castigo que eran utilizados como carne de cañón para abrir vías de penetración o bien quedaban rezagados para frenar las potentísimas ofensivas del enemigo mientras el resto del ejército se replegaba a territorios mejor defendidos.

Entre las muchas novelas que Hassel dejó escritas recomiendo la primera, La legión de los condenados y también Camaradas al frente, que transcurre mayoritariamente en la retarguardia, ofreciendo un buen retrato de cómo vivía la población civil alemana mientras se desataba el infierno en la castigada Europa de aquellos años.

Hay otros títulos, como Liquidad París, La ruta sangrienta, Los panzer de la muerte, GESTAPO… pero no aportan demasiada información salvo escenarios y horrores que, leídas una o dos novelas del autor, se antojan repetitivas, explotando siempre la misma fórmula.

Sven Hassel consiguió, no obstante, algo que parecía imposible en la década de los 70 y 80, y fue la de convertirse en un escritor de best seller rememorando sus supuestas andanzas como soldado en este batallón. Batallón que pertenecía al ejército derrotado, el alemán.

Hay una película muy mala, Los panzer de la muerte, basada en la novela del mismo título que decepcionará a los que se quemaron las pestañas devorando cada una de las novelas del autor. No ha habido, que sepa, otros intentos por trasladarla otras obras suyas a la pantalla grande aunque creo que se barajó en su momento rodar una serie de televisión sobre estos soldados aficionados al alcohol más que a las armas.

La verdad es que salvo los primeros títulos, el resto de las novelas no son demasiado creíbles, aunque las hazañas del indisciplinado pelotón resultan atractivas para el lector iniciado en el universo del escritor. Por ello, y pese a que cuestione que Porta lleve monóculo y sombrero de copa, y Hermanito una ametralladora del ejército soviético, deben de entenderse más como un eficaz entretenimiento.

Hassel carece del talento de Erich Maria Remarque y su magnífica Sin novedad en el frente (donde el escritor rememora su etapa de soldado durante la I Guerra Mundial) o la también recomendable Tiempo de amar, tiempo de morir, que cuenta con una excelente adaptación cinematográfica dirigida por Douglas Sirk, pero no es bueno pedirle peras al olmo.  El presunto escritor danés creó unos personajes y una serie que no dejará indiferente a los interesados en relatos (verdaderos o no) sobre la II Guerra Mundial, así como conocerá de cerca cómo era la férrea disciplina de un ejército que en cuestión de meses casi logra que el nazismo se convirtiera en la ideología dominante en Europa.

En unos momentos donde el cine alemán está mirando hacia su pasado con sensatez, a través de títulos que como El submarino y recientemente El hundimiento, Stalingrado, Napola, Sophie Scholl: los últimos días y Dresde, entre otras, y donde se ofrece un retrato más o menos creíble sobre aquel turbulento periodo, se hace más necesario que nunca la frase que advierte que olvidar el pasado nos condena irremediablemente a repetirlo el futuro.