Archive for Octubre, 2013

‘Por la senda más dura’, una del oeste

Jueves, Octubre 3rd, 2013

En un arranque nostálgico y en unos tiempos donde debo medir el puñado de euros que día va, día viene, drena mi bolsillo, me hago con Por la senda más dura (1975), un espagueti western cuyos exteriores fueron rodados en Tenerife, Lanzarote y Gran Canaria.

Ya he comentado en más de una ocasión lo que significó para quien les escribe ver en su momento y en pantalla grande esta película de vaqueros cuando el género que había revirado Sergio Leone le llegó su hora, como acuña sabiamente Rafael de España en su imprescindible trabajo Breve historia del western Mediterráneo (colección Biblioteca del dr. Vértigo, Glénat, 2002).

Fue tanto el impacto, descubrir en pantalla que por donde cabalgaban dos de mis avatares, Lee Van Cleef y Jim Brown, se trataba del Valle de Ucanca, que aún resuena en mis oídos los silbidos, el buuuh del público cuando al fondo del plano se adivina parte de la silueta del Teide y se aprecia con todo lujo de detalles la arquitectura retorcida y caprichosa del Monolito. Monolito al que la familia, en aquellas excursiones hoy inolvidables, conocíamos como el Manolito.

Si un día me animo, me gustaría rastrear lo que hubo detrás del rodaje de este singular espagueti western.

Imagino así que los actores se hospedarían en el Parador cuando tocaba vestirse de cuatrero en Tenerife. Y me consta que esta película empujó la creación del Sioux City, en Gran Canaria, y que aún debe de quedar gente en esta tierra que recuerde el paso de aquella extravagante tropa de actores y técnicos norteamericanos e italianos en las islas para rodar una del oeste.

La pregunta que me asalta es ¿por qué Canarias y no Almería, geografía natural del espagueti?

Veo pues Por la senda más dura (Take a Hard Ride) y trato de despiojarme de sensatez intelectual mientras la disfruto como lo que es: un espagueti que aún funciona como vehículo de entretenimiento. Un filme que aún respira esa mala leche que caracterizó a la mayoría de las películas que formaron parte de lo que unos consideran una salvaje y grosera reinterpretación del cine del oeste.

Los aficionados al western latino –es probable que otro día dediquemos un post a los western con acento germano rodado por estas tierras– encontrarán sin embargo en Por la senda más dura los ecos que auguraba su abrupto final. Pero con todo, es una película más que aceptable dentro de los límites del espagueti, ya que combina con ingenio el cine de explotación afroamericano –entre los protagonistas destacan además de Jim Brown, Fred Williamson y Jim Kelly, que no habla en el filme pero sí que hace ejercicio a ralentí como experto karateka– con el perverso sentido de la codicia y el deshonor que define el mejor espagueti.

Por la senda más dura no está rodada además en Almería, sino en Canarias, lo que quizá pueda desubicar a los aficionados. Otro detalle importante es que la banda sonora, excelente por otra parte, la firma Jerry Goldsmith en contra de los habituales Ennio Morricone y Luis Bacalov.

Además de los actores mencionados, Por la senda más dura está protagonizada también por Catherine Spaak y dos viejas glorias de Hollywood: Barry Sullivan y Dana Andrews. Un elenco, cómo se observará, que mezcla lo viejo y lo nuevo, aunque a su director, Anthony M. Dawson (Antonio Margheriti para los amigos), le interesa más la acción, el movimiento continuo, la larga persecución que no deja de ser esta cinta, muy recomendable de ver si lo que se desea es vaciar la cabeza.

Por la senda más dura cuenta con un inicio, sin embargo, que pasado los años me hizo alimentar esperanzas de que pudiera ser la extraña joya de la corona del espagueti.

Un caza recompensas, Lee Van Cleef, fuma tranquilamente su pipa a las puertas de una iglesia. Suenan las campanas, luego debe ser domingo. Los feligreses se acercan al templo mientras Van Cleef se pone en pie y llama a gritos a uno, solo a uno, de esas buenas gentes.

Lee Van Van Cleef le muestra un cartel donde se lee Recompensa.

Ha pasado mucho tiempo, intenta explicarse el hombre, ahora convertido en un honesto granjero y con esposa.

- La ley es la ley.- dice Lee Van Cleef apretando el gatillo del revólver.

Ya conocemos al villano de Por la senda más dura.

En la otra orilla, donde se encuentran los buenos, Jim Brown y su jefe, Dana Andrews llegan al pueblo para vender unas cabezas de ganado. Con la pequeña fortuna que han conseguido, Andrews espera montar un lugar que sea Utopía. Solo que el personaje de Andrews fallece por un repentino ataque al corazón y Brown, que es hombre de palabra, se compromete a llevar el dinero al otro lado de la frontera para hacer realidad el sueño de su jefe.

Utopía.

En este itinerario le acompañará un tahúr (Fred Williamson), una bella jovencita (Catherine Spaak) y un chico, Jim Kelly, que fue educado por los indios y que no necesita ir a caballo sino a pie en las que probablemente sean las más locas y descacharrantes escenas de la película.

Pegando tiros, mientras tanto, lo persigue Lee Van Cleef, quien se alía con una tropa de extravagantes bandidos, como la que lidera un ex oficial de los ejércitos confederados o de mejicanos a quienes los ojos les hacen chiribitas cuando se enteran del millonario botín que protege Big Jim Brown.

Contada así, Por la senda más dura suena a una película más del crepúsculo del espagueti y siendo lo que es, una nadería, se mueve.

Sin embargo… se mueve.

Y se sostiene como vehículo de entretenimiento.

Debe ser porque carece de cualquier alarde intelectual que ensombrezca su primario mensaje: buenos y malos. Con eso debería de bastar.

Además, la película se rodó prácticamente en exteriores. Silueta del Teide incluida.

Ha pasado mucho tiempo desde que la vi por primera vez pero regresar a ella, mirarla, porque ese es el verbo, mirar, Por la senda más dura me reencontró con un pedazo de mi pasado por el que todavía alguien busca recompensa.

Teatro Baudet, sala a reventar… El sabor de la mostaza y el kétchup de un perrito caliente… Ver a Lee Van Cleef cabalgar y levantando nubes de polvo por el Valle de Ucanca…

Y un estremecedor murmullo, que degenera en silbidos y algún buuuhh.

Por la senda más dura.

Saludos, agáchate, maldito, desde este lado del ordenador.

El observador

Miércoles, Octubre 2nd, 2013

* La nueva colección Volcán del Grupo Anaya editará en enero o febrero de 2014 la nueva novela de Antonio Lozano, Me llamo Suleyman, la historia de un joven subsahariano que intenta buscarse la vida en las islas Canarias. Quienes han leído el libro, y son voces de las que nos fiamos bastante, aseguran que se trata de uno de los mejores trabajos del escritor, autor, entre otras obras, de El caso Sankara, Las cenizas de Bagdad y Harraga. Antonio Lozano, que se encuentra en estos momentos escribiendo una novela sobre Tánger, Marruecos, en la que se mezcla realidad y ficción, cuenta entre otros inéditos con el libro de viaje El gran río, donde describe su travesía por el río Níger.

* Es más que probable que visite estas islas lo que queda de año la periodista y escritora Nieves Herrero, quien podría presentar su última novela,  Lo que escondían sus ojos, cuya acción se desarrolla a principio de los años cuarenta en Madrid,ciudad devastada por la postguerra.

* Un camino a través del infierno, la nueva novela negrocriminal de Javier Hernández Velázquez, llegará a las librerías este mismo mes de octubre. Publicada en M.A.R. Editor, y título que fue finalista y Mención Especial del jurado del Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial 2013, pueden leer el comentario reciente que le dedicamos en este su blog.

* La Señora, Beatriz de Bobadilola Señora de Gomera y Fierro, de Carlos Álvarez, presenta en Hora Antes Editorial una nueva versión electrónica –y al precio de cinco euros– con imágenes que firman Teresa Correa, Rafa Avero y Guillermo Guerra. La Señora, Beatriz de Bobadilla Señora de Gomera y Fierro cuenta la vida de uno de los personajes más interesantes de la conquista de Canarias, periodo histórico en el que se mueve con mucho oficio el escritor Carlos Álvarez.

* La colección Micromeria, de Ediciones Idea, publica Los cuerpos remotos, de Roberto García de Mesa, título que se presenta este jueves, 3 de octubre, a las 18 horas, en el Instituto de Estudios Canarios, en la calle Juan de Vera, La Laguna. El profesor de la Universidad de La Laguna, Benigno León Felipe, será el encargado de introducir el acto.

* La sede central de la Mutua de Accidentes de Canarias acoge el viernes, 5 de octubre, la presentación del libro Bajo los adoquines, de Agapito de Cruz. En el acto intrevendrán además del autor, el escritor y cantautor Juan Bosco y el director de Ediciones Aguere, Ángel Morales.

Saludos, ¿llueve?, desde este lado del ordenador.

‘Un camino a través del infierno’, una novela de Javier Hernández Velázquez

Martes, Octubre 1st, 2013

Salí al aparcamiento pensando que tengo debilidad por las mujeres kamikazes. Las llamo así porque son mujeres autodestructivas. Se estrellan contra ti y no puedes evitarlo. Podías ir con ellas hasta el fin del mundo (Gran Canaria, por ejemplo), que nunca te dejarían a tu suerte. Era mi cheque en blanco frente a los que me tildaban de machista.”

(Un camino a través del infierno, Javier Hernández Velázquez, colección Narrativa, M.A.R. Editor)


Tras Factotum, La identidad fragmentada, El fondo de los charcos, El sueño de Goslar y el libro de relatos Los días prometidos de la muerte, Javier Hernández Velázquez regresa a los territorios de la novela con una obra madura y personal, cómplice de su universo literario.

Un universo que en cierta ocasión resulta pulp pop pero que con Un camino a través del infierno va más allá de lo pulp y de lo pop.

Terminado el libro, aún digiero sensaciones.

Javier Hernández Velázquez es un escritor que tiene estilo y mirada. Un escritor que conoce muy bien las estrategias que mueven y agitan la literatura negrocriminal.

Si leen sus libros descubrirán a un autor que se mueve como pez en el agua en todos los subgéneros en los que a veces se la confunde.

Un camino a través del infierno va más allá de la resolución del caso.  De hecho, lo que importa es explicar el alma de una sociedad podrida y en las extrañas dobleces que alimenta el alma de los que la integran.

Narrada en primera persona por Mat Fernández, personaje que ya había aparecido en el relato La medida de la vida (incluido en Los días prometidos de la muerte), Un camino a través del infierno explota con notable inteligencia las posibilidades de su protagonista. Un personaje cuya forma de entender la vida hace que te resulte atractivo.

Y Un camino a través del infierno es Mat Fernández, personaje que se mueve en una investigación salpicada de cadáveres –muy hard boiled– entre Tenerife y Gran Canaria, las dos caras de un mismo y miserable espejo, en plena campaña electoral.

A su alrededor, mientras tanto, se mueve una amplia galería de personajes que Mat Fernández describe con sobresalientes brochazos y un sentido del humor que hace que cada una de las casi 230 páginas de esta novela respire aire libre por los cuatro costados.

Detecto en Mat Fernández el socarrón determinismo canario de Jeque, el detective privado que Jaime Mir plasmó en El caso del cliente de Nouakchott; pero también el estilo crudo y violento del Mike Hammer de Mike Spillane y, ya llegando al the end, la ruda ternura de Philip Marlowe, el caballero sin espada creado por Raymond Chandler.

Javier Hernández Velázquez consigue además con esta explosiva y redonda novela –donde lo que menos importa es la resolución del caso, que la habrá– desconcertar. Y no lo digo por Eva Miller sino por una escritura donde el chiste, a veces fácil, da paso a un lirismo con ecos, ya apunté antes, chandlerianos.

La lectura agradecidamente sorprendente y rompedora de Un camino a través del infierno se transforma así en una divertida y para nada espesa partida de ajedrez social que anima a continuar leyendo esta peculiar travesía por el averno de un personaje, Mat Fernández, al que la vida le ha quitado todo menos su acerado sentido del humor para continuar adelante.

Un Peón.

Un Peón que –lo llega a decir Mat Fernández en un momento de la historia– si “es capaz de atravesar el tablero se convierte en Reina.

Entiendo así Un camino a través del infierno como un paso adelante de Javier Hernández Velázquez. O un tipo que es capaz de dinamitar puentes sin enojosos ni tristes discursos intelectuales.

Un camino a través del infierno se despioja de nostalgia y quiere golpear directo a la tripa.

Necesitaba que la brisa nocturna me despejara. Subí hasta el Estadio y atravesé el barranco Santos (cuyo nombre se debía al hallazgo de ídolos guanches en sus cuevas). Aquellos eran mis dominios: el barrio Duggi, el popular Monturrio, terrenos propiedad de Luis Duggi, que se enriqueció con el comercio de esclavos africanos con destino Cuba. Allí seguían sus señas de identidad: el parque de Las Asuncionistas; la plaza del colegio San Fernando, ocupada por mendigos y vagabundos; la plaza Militar (con el quiosco de la prensa de la bella Rosi). Las juergas del Rin Barril pasaron a la historia, como la murga Los Singuangos, los billares del bar Retama, el pan del quiosco de Leoncio o los perritos con mahonesa del Guau-guau, aquel local de la calle Iriarte que regentaba un tipo con un careto a medio camino entre un personaje de D’Artacán y los tres mosqueperros y Lionel Richie. Escupí la nostalgia al suelo al llegar a la dirección.”

Y hace reír y hace llorar.

Pero sobre todo, hace mirar a tu alrededor.

yo era un perdedor que conjugaba a Eddie Relámpago Felson y ella era la dulce (y alcohólica) Sara, la mujer que tal vez pudiera sacarme del camino de perdición por el que transitaba. El Buscavidas se asemejaba a la historia de mi vida. Una película sobre la resurrección de un fracasado que pierde la fe y la recupera. Miré mi situación estratégica, rodeado de un catálogo de vidas errantes, de tipos agónicos, de tiburones políticos con colmillos cariados, de victorias amargas y derrotas aceptadas por inercia, e hice mi pregunta:

- ¿Quién la mató?”

Saludos, ¿saben?, desde este lado del ordenador.