Archive for Marzo, 2016

La historia de amor que dio origen a ‘El guardián entre el centeno’

Martes, Marzo 8th, 2016

“El desgaste psíquico del soldado de infantería Jerry Salinger no se curará nunca, esa angustia no desaparece. No hay remedio para el post-traumatic stress disorder. El suicidio de Seymour Glass en Un día perfecto para el pez plátano es sin duda el suyo. A partir de mayo de 1945, Jerry, que desde ese momento se hará llamar J.D., se ha convertido en un muerto viviente. Mejor dicho, como lo describen a menudo los soldados afectados por el síndrome del veterano: no está muerto, pero ya no pertenece al mundo de los vivos. Su reclusión empieza ahí.”

(Oona y Salinger, Frédéric Beigbeder. Traducción: Francesc Rovira. Colección: Contraseñas, Editorial Anagrama, 2016)

Los que seguimos el rastro literario de Frédéric Beigbeder nos hemos llevado una grata sorpresa con su última novela. Novela que, es probable, moleste también a iniciados porque en Oona y Salinger Beigbeder cambia de registro aunque el relato conserva aún señas de identidad, elementos a través de los cuales ha construido su universo, profundamente personal si lo analizamos con risueña bondad y radicalmente ególatra si se estudia con espíritu crítico, y constante de las que ya pretendía distanciarse en la que,  a nuestro juicio, continúa siendo uno de sus mejores libros: Windows of the World, su peculiar y sentido homenaje a las víctimas del brutal atentado de las Torres Gemelas, e historia en la que el autor cortésmente cede espacios y contenidos a un hipotético padre y sus dos hijos atrapados en uno de los rascacielos antes, durante y después de producirse la tragedia.

Beigbeder vuelve a ocultarse en la oscuridad, aunque mejor es decir que casi se oculta en la oscuridad, en Oona y Salinger, libro en el que noveliza la historia de amor que mantuvo el celebrado y misántropo autor de El guardián entre el centeno con la hermosa hija del dramaturgo Eugene O’Neil, y mujer que más tarde se desposaría con Charles Chaplin, lo que según el escritor francés le rompió el corazón a Jerome Salinger ya que, entre otras cosas, el genial cineasta y actor podía haber sido el abuelo de Oona aunque, según escribe Frédéric Beigbeder, fue un matrimonio feliz, fruto del cual nacieron ocho hijos, uno de ellos Geraldine Chaplin, musa y esposa durante unos años del cineasta Carlos Saura.

Fascinante retrato de una época y una ciudad, el Nueva York de los años cuarenta, una urbe volcada en el hedonismo, el Salinger de Beigbeder es un muchacho larguirucho de apenas veinte pocos años y Oona, una chica de armas tomar, una it girl, de quince, que se conocen y se enamoran como dos adolescentes. En su historia de amor planea los desengaños y parece que se posa la sombra de la polémica pero ya se sabe que es en la polémica donde se mueve admirablemente bien Beigbeder, un escritor al que no le gusta permanecer al margen y que hace un tiempo dejó de ser el  niño terrible y mimado de las letras francesas para convertirse en el escritor preocupado, y si me apuran, obsesionado con el amor de hoy día.

Su admiración por la obra de Salinger es patente, así que la descripción en unas cuantas frases sueltas del espíritu festivo que se vivía en la ciudad de los rascacielos antes de que los Estados Unidos de Norteamérica entraran en la II Guerra Mundial resulta admirable. Más cuando todos los protagonistas de esta historia son personajes que existieron realmente. Ahí está compartiendo mesa y mantel, y también numerosos vodkas, Truman Capote, a quien Beigbeder dibuja como una reina con acento venenoso: Y Ernst Hemingway, bronco y paternal que no se cansa de dar consejos literarios a un joven Salinger que no volverá a ser el mismo tras su experiencia en el frente y origen de su única y brillante novela, de ese clásico de mitad del siglo XX que es El guardián entre el centeno, un libro de cabecera para los espíritus libres, todos aquellos que han renunciado a la dulce condena de servir al sistema…

Pero hay más asuntos en torno a los que Beigbeder reflexiona en esta novela. Propone un excéntrico ensayo sobre la relación entre adultos y menores, así como el proceso de creación literaria y la verdad y la mentira del amor por encima de todas las cosas. Ese amor que sirve como catarsis y que nos enseña a continuar en esta tragicomedia que es la vida.

Como en otros títulos del autor, Oona y Salinger está preñado de frases desconcertantes, de ideas que estimulan a coger lápiz y subrayarlas porque Beigbeder, y así lo deja caer con continuada insistencia, es un escritor que no reniega de la influencia de J. D. Salinger, ese inmenso cronista de la soledad que aparece y desaparece cuando el mismo Beigbeder irrumpe en el relato para narrarnos su intento fallido de entrevistar al escritor y de cómo conoció a Oona Chaplin, así como a la compañera sentimental que en los últimos años comparte su vida. Una vida, resume el escritor, en la que lo más importante es amar.

Saludos, llovía…, desde este lado del ordenador.

Troma Entertainment asume la distribución internacional de ‘La isla del infierno’

Lunes, Marzo 7th, 2016

Troma Entertainment ha llegado a un acuerdo con el cineasta Javier Fernández Caldas para la distribución internacional de la película La isla del infierno (1998). La compañía independiente, fundada en 1974 por Lloyd Kaufman y Michael Herz, ha mostrado también interés en adquirir El último latido, primer cortometraje de Fernández Caldas, para emitirlo en Troma Now, un canal en el que muchos de sus espacios son presentados por el mismo Kaufman. La isla del infierno es un largometraje que en clave desenfada e irónica recrea una historia inspirada en la conquista de Canarias, y más concretamente en la de Tenerife, y que reúne los ingredientes para que Troma Entertainment quisiera hacerse con ella y que formara parte de su paquete de producciones de bajo presupuesto rodadas con mucha imaginación y desenfado.

Los guanches, templarios, conquistadores, ese personaje vestido de armadura que no se la quita nunca a lo largo de la película y que incluso la lleva encima bajo el agua y que responde al nombre de El Hermético, entre otros, son solo algunos de los ingredientes de una cinta que continúan funcionando veinte años después. Es probable que la razón de su éxito se deba a su frescura y desarmante ingenuidad. Éstas claves han al menos determinantes para llamar la atención de los ejecutivos de la Troma, probablemente la productora de serie Z más conocida y popular del planeta.

La isla del infierno es el primer largometraje rodado en las islas donde los aborígenes canarios aparecen representados. Y es una película que guarda todavía muchos secretos y miles de anécdotas. Javier Fernández Caldas quiso desde el principio rodar una película de aventuras en su sentido más clásico, y superó la prueba pese a las dificultades que fue encontrándose en el camino.

Todo se lo debe a la entrega de su equipo y al esfuerzo que le echaron los centenares de extras que participaron en el largometraje. Tal fue su pasión que, recuerda su director y guionista, durante el rodaje de la batalla y que tuvo lugar en Chío, los que hacían de conquistadores se quejaron de que “los guanches” golpeaban de verdad y no de mentira como en el cine. “Llegó un momento en el que me preocupé porque cuando se decía acción la lucha se hacía muy peligrosa aunque gracias a Dios no pasó nada de gravedad”.

Uno de los personajes más curiosos de La isla del infierno es El Hermético, personaje que llamó nada más verlo la atención de Lloyd Kaufman. Tras la armadura se encontraba José María Barrera y protagonizó involuntariamente uno de los momentos  mas critico del rodaje cuando “le metimos bajo el agua porque al subir la marea llegó a estar  a unos  diez metros de profundidad ¡¡¡con la armadura puesa!!! y solo teníamos a una persona encargada de subirlo a la superficie si la cosa se ponía fea. El cámara José de Miguel llevaba otra bombona de apoyo y arriba se contaba con una zodiac para evitar una tragedia pero, con todo, hay que tenerlos muy grandes para meterse a esa profundidad con una armadura. Hubo algunos momentos de pánico, no voy a decir que no, pero al final conseguimos el plano.”

Otra de las extravagancias de La isla del infierno, y otra de las excentricidades que han decidido que Troma Entertainment quiera hacerse cargo de su distribución internacional “fue lo del avestruz”. ¿Por qué?, Javier Fernández Caldas explica que era un reto adiestrar un animal de esta clase, y más cuando lo que se pretendía era que uno de los actores lo cabalgara como un caballo.

Susana Saavedra fue quien encontró uno en una granja a las afuera de Madrid. De esa granja, el avestruz viajó a Cádiz donde fue trasladado a Tenerife en un barco de carga… El resto se puede ver, y disfrutar en pantalla. A muchos les parece todavía unas las secuencias más hilarantes de la película.

¿Caballeros templarios?

La isla del infierno es un mosaico que reúne y plasma muchas de las pasiones cinematográficas de Javier Fernández Caldas, y en este su particular cómic quiso que en la película no faltaran caballeros templarios que, en contra de El Hermético y del avestruz, fue lo más difícil de controlar de la película.

Uno de los templarios “se me perdía durante el rodaje” y el resto iba mientras tanto a lo suyo. Vamos, que estos descendientes de las doctrinas de Hugo de Payns no resultaron ser la mejor de la promoción, aunque la entrega a esta película que para muchos ya es de culto fue sobresaliente pese a su anarquía. Lo curioso del caso, y porque la vida es al fin y al cabo una paradoja además de un carnaval, sí que resultó relativamente sencillo –en una película donde casi todo es relativo– conseguir el navío con el que los protagonistas de la película desembarcan en la misteriosa isla del infierno.

“Nos enteramos de una embarcación de época que estaba atracada en el puerto de la capital grancanaria y llamamos a su dueño y con Shane Carracedo y Raúl Capote lo fuimos a ver. Tras charlar con él un buen rato, al final nos la dejó gratis.”

La maqueta de ese mismo barco fue un trabajo de Marcos García-Lago, “un genio –dice Javier Fernández Caldas— responsable también del incunable y de la imagen de la Virgen de La Candelaria que aparecen en la película.” El vestuario de los guanches fue obra del grupo el Alfar, mientras que la ropa del capitán y del resto de la tripulación es un diseño de Carlos Nieves, que se guió por las ilustraciones del malogrado Enrique Cichosz, autor también del extraordinario story borad de la película.

La isla del infierno se rodó en un mes entre Tenerife y Gran Canaria en más de 30 localizaciones diferentes. Participaron trescientos extras y entre reparto artístico y técnico se puede estimar que colaboraron unas 1.500 personas, lo que significó un gran reto de producción y una “locura por mi parte dirigir y producir. El largometraje. Pero la acabamos, la estrenamos y encima hizo taquilla. Al menos más que Salvar al soldado Ryan en Tenerife.”

¿Y El Hermético? La leyenda, que se confunde con la historia, asegura que la armadura se le cayó encima al coguionista y director artístico de la película, Shane Carracedo, mientras se rodaba una escena. ¿Consecuencia? Una lesión de neumotórax que le tuvo dos semanas ingresado en el hospital. Por otro lado, y dos después de finalizado el rodaje, Javier Fernández Caldas tuvo un gravísimo accidente de automóvil pero son momentos desagradables que no ocultan, afortunadamente, la cantidad de recuerdos “preciosos” que la mayoría de los participantes conserva de su participación en esta película cuya carrera cinematográfica continúa veinte años después.

Ellos, dice Fernández Caldas, son de hecho los artífices de La isla del infierno: Al Alfar, Shane Carracedo, Raúl Capote, Simón Carracedo, Ricardo Ramos, Pepe Caldas, Pepe Conde, Pablo Scola, Kalo Berridi, Carlos Nieves, Tony Acosta, Arturo Soriano, Pedro Paz, Enrique Cichosz, Rafael Martínez, Carlos Arias, Ernesto el guanche, Luis Herrera, Guillermo Romero, Adrián Albéniz, Modov Fall, Manolín Llorente, Juan Belda, Skilberg, Manuel González Mauricio, Camilo Garcí, Antonio Oval, Rogelio Quintana, Fatima Luzardo, Guadalberto Hernández, Ivan Gil-Roldán, Héctor Cantoya, Silver, Arturo Soriano, Pablo Meneses, José María Barrera, Domingo Regalado, Cris, Tedy Murphy, David Olivera, Noemi Olivera, Cristina Jimenez, Olga Ramos, Claudio L. Sanchez, Juan Antonio Castaño (Mengue)y Luis Roca.

(*) En la imagen El Hermético, uno de los personajes más descacharrantes que protagonizan el largometraje.

(**) Boceto de uno de los caballeros templararios realizados para la película por el gran ilustrador Enrique Cichosz.

Saludos, cámara y acción…, desde este lado del ordenador.

‘La otra vida de Ned Blackbird’, una novela de Alexis Ravelo

Jueves, Marzo 3rd, 2016

“A Ascanio aún le dolía la presencia de Ana en la casa: sus libros, sus películas, sus discos, sus cuadros. Empezaba a cansarse de la costumbre de algunas personas de no irse del todo. Igual que Celia Andrade, Ana se negaba a marcharse de la casa. La negativa de la vieja le causaba estupor, sorpresa y curiosidad. La de Ana le producía un dolor tan lacerante que era imposible encerrarlo en la palabra tristeza. Hubiera tenido que inventar una palabra nueva para describirlo. Una palabra aguda, persistentes. Una palabra con claves herrumbrosos y afilados. Con cristales molidos y tierra en el paladar. Una palabra con sonido a puerta que chirría, con olor a tiza.”

(La otra vida de Ned Blackbird, Alexis Ravelo. Colección: Nuevos Tiempos, Siruela, 2016)

Alexis Ravelo es un escritor en el que se da una ingeniosa combinación entre contador de historias e imaginativo fabulador de sátiras sociales cuya veta ha explotado –con cabeza y mano de minero– en una serie de novelas negras y criminales por las que ha alcanzado justo reconocimiento entre lectores y críticos, y género en el que ha cosechado algunos de los más reconocidos premios nacionales e internacionales como el Hammet y el Getafe Negro, entre otros.

Acostumbrado a despistar a sus seguidores, porque Alexis Ravelo es un escritor que cuenta con seguidores, público que lo sigue lealmente y que espera, figuradamente con la lengua fuera, un nuevo título que lleve su firma y probablemente con ganas de distanciarse –al menos de momento– de la literatura policíaca, su última novela, La otra vida de Ned Blackbird, no tiene nada que ver con el género aunque sí… puntos suspensivos que se dejan con el ánimo y el entusiasmo de generar debate sobre todo cuando el lector ya iniciado en las intrigas de Ravelo descubre que en este nuevo libro propone una investigación, con tintes fantásticos si se quiere, en torno a una misteriosa mujer que le sirve, además, para reflexionar sobre literatura y esa larga lista de escritores que prefirieron firmar su obra con pseudónimos como fue el caso de B. Traven, William Irish, Nicholas Blake, Pauline Réage, Vernon Sullivan… todos citados por Alexis Ravelo en esta novela, y nómina a la que añade a M. A. West, autor que, como saben todos los que conocen su universo literario, es él mismo…

Pero ésta es una sutil broma en una novela que está repleta de juegos y referencias literarias, pero que tiene una saludable vocación de entretenimiento ligeramente trascendental más que, afortunadamente, de tubo de ensayo para experimentar con la literatura, que no deja de ser una herramienta a través de la cual se pueden construir o deshacer historias o mezclar con notable pulso narrativo, cuatro tramas que al final confluyen en una sola. Y para no confundir al lector se requiere para ello mucha habilidad y oficio como escritor, dos cualidades que le sobran a Alexis Ravelo.

La otra vida de Ned Blackbird consta de cuatro partes y una advertencia: “no existe forma no-convencional de contar historia alguna salvo el silencio, que es, precisamente, lo que todo relato pretende construir.” Y dicho así, parece que Ravelo pretende hacer más caso a ese silencio que al latido sonoro de la palabra pero tampoco es eso… Porque esta novela que cuenta con capas que a medida que se avanza en la lectura se deshacen con desconcertante facilidad, cuida también la construcción de personajes y la creación de atmósferas mientras se desdobla en un sentido y en otro porque por encima de estos personajes destacan dos cuyas iniciales son las mismas, aunque no revelaremos si sus intenciones son semejantes: Carlos Ascanio y Celia Andrade, hombre y mujer que son ying y yang. Opuestos que se atraen y que dotan de espesor la extraña relación que los une en un relato que no llega a las doscientas páginas, pero que hemos leído con calculada lentitud porque se tiene la sensación de que cada una de ellas resulta imprescindible.

Se trata al parecer esta novela de un viejo manuscrito que Alexis Ravelo había dejado dormido en la memoria de su ordenador. Sospecho que se trataba de uno de esos textos en los que se trabaja y trabaja con puntual insistencia porque las claves que suscita iban marcando al autor el itinerario que debía de transitar. El resumen de qué trata se puede leer en la contraportada, pero poco orienta, la verdad, sobre su contenido porque estamos ante una de historia abierta, uno de esos libros que dejan de pertenecer a su autor.

La otra vida de Ned Blackbird se mueve en un universo nuevo para Alexis Ravelo.

¿Por qué?

Quienes conocen su trabajo saben que un protagonista fundamental de sus novelas es Las Palmas de Gran Canaria aunque la capital se diluye en La otra vida de Ned Blackbird al ubicarse en dos pequeñas y provincianas ciudades que son fruto de su imaginación: Los Álamos y San Expósito. En la primera, se puede disfrutar de unos deliciosos pasteles que se llaman despechaditos… Pasteles que combinan lo dulce con lo amargo y cuyo origen esconde una historia muy hermosa y profética.

Se trata de una novela que habla también de identidad y de la lucha de la mujer por hacerse espacio en un mundo de hombres pero sobre todo más que hablar se escribe sobre el amor. Y sin caer en lo cursi. Alexis Ravelo evita hundirse en esa sima al recurrir al fantástico, pero un fantástico muy pegado a la tierra.

Así que si el escritor lo que pretendía con esta novela era demostrar que era capaz de enfrentarse a toda clase de géneros, supera la prueba con notable pericia narrativa porque La otra vida de Ned Blackbird no pierde el norte y revela a un autor cuyo universo narrativo va más allá de esos dos clásicos de nuestro tiempo que son La estrategia del pequinésLa última tumba.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

La Filmoteca Canaria pasa a depender de Patrimonio Histórico

Martes, Marzo 1st, 2016

Está bien que la cultura y lo que rodea sus aledaños sea noticia en los medios comunicación con independencia de leer y/o escuchar el mismo discurso de siempre (y les remito al encuentro que el presidente del Gobierno de Canarias mantuvo el sábado pasado con algunos representantes del sector en la capital grancanaria) como la que leemos hoy, martes 1 de marzo, y en la que se anuncia que la Filmoteca Canarias ya no dependerá de la empresa pública Canarias Cultura en Red posiblemente en en el plazo de un mes, ya que está previsto que forme desde entonces parte de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes.

Leemos la información y parece que todo va bien a tenor de las declaraciones que recoge del director general de Patrimonio Cultural, Miguel Ángel Clavijo Redondo y María González Calimano, coordinadora de la Filmoteca Canaria.

El primero está “muy ilusionado con este cambio: le queremos dar un impulso serio y grande y cariño presupuestario” mientras que la segunda califica este traspaso como “de salvación”.

De momento, Clavijo Redondo apuesta por la renovación de las infraestructuras que afectará en principio a los  ordenadores de la Filmoteca y a recuperar “la labor de investigación de la institución y que se había perdido en los últimos tiempos por falta de presupuesto.” Se pretende, además, potenciar la compra de copias de películas canarias antiguas, añade el director general en la noticia que firma la periodista Verónica Galán y publica La Opinión de Tenerife, objetivo al que habría que sumar la instalación de unas cámaras frigoríficas para la conservación de las películas antiguas, un escáner para transparencias y una impresora aunque lo esencial, destaca la coordinadora de la Filmoteca,  sea contar con una sede propia y en condiciones.

La Filmoteca Canaria cuenta en la actualidad con el área de Archivo y Recuperación, con sede en Santa Cruz de Tenerife y el Área de Difusión, en Las Palmas de Gran Canaria.

De las tres Jefaturas de Servicio de la Dirección General de Patrimonio Cultural, la Filmoteca pasará a formar parte de Archivo, que dirige Francisco Macías, y de la que dependen los Archivos Históricos Provinciales de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.

Saludos, ahora para adelante, desde este lado del ordenador.