Archive for Junio, 2021

Estreno de Solo una vez, primer largometraje del tinerfeño Guillermo Ríos

Viernes, Junio 11th, 2021

El primer largometraje del director canario Guillermo Ríos, Solo una vez, se estrenará este viernes, 11 de junio, en salas de toda España. La cinta, basada en la obra de teatro homónima de Marta Buchaca, fue rodada íntegramente en Tenerife durante 2020, y el cartel está encabezado por Alex García, que protagoniza junto a Ariadna Gil, Silvia Alonso, Mary Carmen Sánchez y Javier Martos.

Solo una vez cuenta la historia de Laura (Ariadna Gil), una psicóloga del servicio de atención a las mujeres que sufren violencia de género, hace unas semanas que es acosada por el marido de una de sus pacientes. En esta situación, debe tratar una pareja que nunca ha puesto los pies en un centro de este tipo: Eva (Silvia Alonso) y Pablo (Alex García). Por una serie de malentendidos él ha recibido una denuncia, pero afirma con contundencia no ser ningún maltratador.

Por el momento, la película se proyectará en Tenerife en los cines Yelmo Meridiano en Santa Cruz de Tenerife; Multicines Tenerife en La Laguna; Yelmo La Orotava y Gran Sur en Adeje y también en los cines Las Arenas de Las Palmas de Gran Canaria.

Será precisamente la sala 8 de los cines Yelmo Meridiano de Santa Cruz de Tenerife la que acogerá la proyección promocional de la película el próximo sábado día 12 de junio, cuando acudirá equipo artístico, técnico y de producción y varios personajes populares que estarán invitados a este pase que tendrá lugar a las 20.00 horas.

El director cuenta que para la película se apoyó “no solo en grandes de la interpretación nacional, sino en un equipo mayoritariamente canario, como el director de fotografía, Roberto Ríos; o el editor, Pedro Felipe. Hay, además, otras muchas personas con las que ya he trabajado previamente y con las que tengo gran afinidad, como es el caso del propio Alex García, un actor tinerfeño con un bagaje sobresaliente en el mundo de la interpretación, tanto en drama como en comedia, comprometido con su tierra y los proyectos que salen desde aquí y con quien ya había rodado Personas”.

Saludos, vamos al cine, desde este lado del ordenador

Recuperan los cuentos del escritor y periodista Alfonso García-Ramos

Jueves, Junio 10th, 2021

El Salón de Grados de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna acoge este jueves, 10 de junio, la presentación de Teneyda y otros relatos, de Alfonso García-Ramos y Las terribles historias, de Cecilia Domínguez Luis.

En el acto, que comenzará a las 19 horas, intervendrán Eliseo Izquierdo, periodista y profundo conocedor tanto de la obra literaria como periodística de Alfonso García-Ramos y Cecilia Domínguez Luis.

Se dice que con Teneyda Alfonso García-Ramos fue un intento serio por profundizar en la psicología del campesino canario aunque, como advierte Aaraón León Álvarez en el prólogo escrito para esta edición, no se trata de un texto que deba encuadrarse en el regionalismo porque se aleja de toda clase de estereotipos. El volumen reúne además de Teneyda otras piezas cortas del autor como Romera, El opositor y El milagro del cactus feo.

Alfonso García-Ramos simultaneo a lo largo de su carrera profesional la actividad periodística con la de escritor de ficciones. Adscrito a la reconocida como generación de la Nueva Narrativa Canaria, es autor de una de las grandes novelas de la literatura del archipiélago, Guad, y también de Tristeza sobre un caballo blanco, una novela experimental por la que recibió el premio Agustín Espinosa a finales de los años 70.

En su labor como periodista, Alfonso García-Ramos trabajó fundamentalmente en el periódico La Tarde, donde publicó una columna, Pico de águila, que fue un acicate desde su primera entrega. A lo largo de su carrera como escritor recibió entre otros premios el Benito Pérez Armas y el Santo Tomás de Aquino por Guad y Teneyda, respectivamente.

Las terribles historias de Cecilia Domínguez Luis reúne más de una veintena de cuentos que divide en dos partes: Las terribles historias y Escribir comienza por una traición. En estos relatos, la escritora y poeta presenta una serie donde se palpa cierta sensación de peligro, a medio camino entre la aventura y el suspense. Como reconoce la autora, en todos los cuentos pesa la influencia de grandes narradores de la literatura universal como Poe, London y Kipling, texturas que se pueden detectar en la mayoría de estos relatos que quisieron romper con el estilo que Cecilia Domínguez Luis mantenía hasta ese momento.

La escritora es Premio Canarias de Literatura y miembro de la Academia Canaria de la Lengua. Ha publicado más de treinta obras en diversos géneros literarios como poesía, novela y cuentos entre los que destacan títulos como Mientras maduran las naranjas, Días de abril, El sepulcro vacío y El libro de la duda o Cuaderno del orate, entre otros.

Saludos, aún, desde este lado del ordenador

Cómo hacer tu propio diorama naval

Miércoles, Junio 9th, 2021

Desde pequeño me viene el gusto por los dioramas aunque siempre los haya llamado maquetas. Un arte, si quieren, para el que no nací capacitado. Vamos, que de pequeño me encantaba perderme en la Casa Portuguesa y ver aquellas cajas de colorines que contenían en su interior las piezas de un viejo caza de la II Guerra Mundial o un tanque del mismo conflicto…

Observar cómo algunos de mis amigos eran capaces de armarlos y luego pintarlos es una cosa que todavía me abruma y sorprende. Intenté hacer lo mismo que ellos pero cuando cogía el pincel para pintar, por ejemplo, a un soldadito japonés (de Airfix, escala 1:32, por supuesto) el resultado final siempre era tan desastroso que terminé por desistir.

Viene todo esto a colación de la publicación de un libro práctico, cuenta, que firma un buen amigo, Enrique Carrasco. La obra está editada en Amazon y trata sobre dioramas navales.

La obra resume quince años de trabajo con modelos a escala y se titula Veleros y Dioramas, en el que se incluye cinco ejemplos paso a paso y más de un centenar de fotografías de todos los procesos así como una introducción técnica al concepto del modelismo aplicado a escenarios protagonizados por los antiguos buques de vela.

Enrique, que antes de profesor de la Universidad Europea de Canarias fue periodista, publica el libro en Kindle Direct Publishing (Amazon) y gustará a los aficionados a perder el tiempo construyendo maquetas, de barcos en esta ocasión, mientras fuera, en la calle, un manto de polvo sahariano se hace dueña y selora de las calles. Que es lo que sucede exactamente hoy mientras escribo estas líneas.

Dice Enrique Carrasco que Veleros y Dioramas. Técnicas de Modelismo Naval Escénico es el resultado de un largo trabajo de investigación histórica y de exploración de distintos utensilios y materiales y si bien no sabe si quien lo lea se convertirá en un experto de estas cosas, de las que sí lo es por ejemplo el mismo Carrasco, doy fe de ello, quien lo consulte podrá disfrutar de cómo se hace desde una galera romana hasta un galeón español, pasando por drakkars vikingos y los navíos de línea franceses o ingleses que marcaron la edad de oro de la navegación a vela durante el siglo XVIII.

El autor profundiza en la relación entre la decoración marítima en miniatura y los veleros a escala comercializados en plástico, una “simbiosis pocas veces vista pues normalmente el modelismo naval se vincula a la madera y a la ausencia del diorama”, explica en una nota.

En la publicación, que contiene más de 150 páginas, se incluyen numerosos patrones prácticos y nomenclatura especializada, consejos constructivos y orientaciones para redactar artículos técnicos y fotografiar los trabajos terminados.

Y… eso es todo de momento. Ya les contaré como avanzo en armar barcos cuando me haga con el libro de Enrique Carrasco. Uno de esos marineros en tierra que diría don Rafael Alberti.

Saludos, o lá lá, desde este lado del ordenador

Los republicanos que no se exiliaron, memorias de José Mª Aroca

Martes, Junio 8th, 2021

“El señor L… era el Jefe de Servicios. Llevaba muy poco tiempo en la Modelo. Natural de las Islas Canarias, durante la guerra había luchado en el Ejército de Franco, ascendiendo a comandante provisional. Posteriormente, había aprovechado una opción para ingresar en el Cuerpo de Prisiones, con la categoría de Jefe de Servicios”.

(Los republicanos que no se exiliaron, José Mª Aroca, Ediciones Acervo, 1969)

Apenas hay rastro de José Mª Aroca en Internet. Una lástima que es a su vez un atractivo porque eso significa que hay que reconstruir su biografía a partir del testimonio que ofrece en Los republicanos que no se exiliaron y en lo muy escaso que he logrado encontrar en la red. Por lo que narra en el libro, desde muy joven se hizo anarquista y como comisario político combatió durante la Guerra Civil hasta ser detenido por el ejército nacional cuando la II República sucumbió a finales de mayo y el primero de abril de 1939. Esta información es la que facilita en sus memorias, al margen de lo que se desgrana en las mismas, podría ser también el traductor (pero no es terreno demasiado sólido) de varias novelas de ciencia ficción, muchas de ellas publicadas en Acervo que es el mismo sello que edita Los republicanos que no se exiliaron. Pero se trata de una especulación y como tal debe de tratarse.

Escrito y publicado a finales de los años 60, Los republicanos que no se exiliaron no es un título que se corresponda a la realidad de las páginas. En todo caso, debería de titularse Un republicano que no se exilió. Si se lee estos recuerdos, no se exilió porque no pudo marcharse de España cuando el ejército rebelde se hizo dueño de la situación pero no desmerece este “olvido” los contenidos de una obra que resultará muy interesante no solo para los lectores que tienen por costumbre leer libros de nuestra Guerra sino también para los que quieran conocer cómo sobrevivieron los que cumplieron condenado durante el régimen franquista y cómo alguno de ellos consiguieron el indulto tras cumplir su pena. Muchos de ellos, entre otros el protagonista de la obra, la redujo con trabajos “voluntarios”.

José Mª Aroca tras ser detenido en Barcelona fue juzgado por un Tribunal Militar y condenado a muerte. Tras ser perdonado de la Pena Capital, el autor pasó por diversas cárceles, recuerdos que describe en este libro que no es otra cosa que la crónica de su experiencia carcelaria. Una experiencia privado de libertas que escribe sin nostalgia ni rencores. El libro cuenta también cómo volvió a integrarse en la sociedad. Una sociedad que no dejaría de verlo como un enemigo hasta muchos años después.

Entre los aportes que se pueden encontrar en este libro está la situación en la que vivieron los presos de las distintas formaciones políticas en las cárceles catalanas finalizada la contienda. Por un lado, los anarquistas, que miran con recelo a los comunistas con los que comparten la penuria del encierro. Por el otro, algunos falangistas y menos, mucho menos, miembros de otros partidos políticos.

El escritor narra con frialdad los distintos penales donde cumple condena y en los que pasó angustia. La angustia de que a medianoche lo fueran a buscar para darle el paseo. Cuando llega la oscuridad, relata, y en la madrugada, solían sacar de las celdas a varios presos que no volverían a ver nunca más. El autor describe cómo ese miedo a ser el próximo corroe la moral de los hombres y ese miedo contagia a veces al lector aunque el estilo del narrador se mantenga en todo momento distante de lo que cuenta. Tampoco rehuye criticar el nuevo régimen que se ha impuesto en España tras la Guerra Civil y la que considera nueva hipocresía que domina ahora un país que hace apenas unos años atrás se quebró en dos mitades que sus nietos no quieren que reconcilien.

La tarea de reconstrucción, cómo se organizaban los anarquistas bajo estas condiciones y su enfrentamientos con otros miembros de grupos políticos con los que hacen vida de cárcel son los grandes motivos sobre los que pivotea un libro que sin ser perfecto, no cae afortunadamente en ganarse las lisonjas de sus captores ya que a lo largo de sus páginas si algo destaca es que su protagonista frente al vacío es capaz de salir adelante. Aprende a moverse en un universo tan cerrado como fue el carcelario de la postguerra y a ceder, finalmente, ante el vencedor tras cumplir casi diez años privados de libertad.

Libre de mente y corazón, Aroca insiste en asegurar a lo largo de estas memorias que salió como el anarquista que entró por primera vez en una cárcel franquista de 1939. El libro no deja de todos modos de ser un amargo retrato sobre el fracaso y la frustración de la derrota. También del final de un sueño y de la descomposición de una España que ya no volvió a ser la misma.

La portada del libro puede llamar a equívocos, pero hay que tener en cuenta el año y sobre todo la editorial que publicó el libro. Un texto que cuenta al final con un apéndice que reproduce las disposiciones penales y concesión de indulto que es necesario leer ya que, aunque no se sea jurista, sirve para entender cómo se las gastó la ley de los vencedores.

A modo de conclusión, no es que Los republicanos que no se exiliaron sea un gran libro pero tampoco es uno de los peores que se escribieron de un lado y del otro cuando finalizó aquella odiosa Guerra. Logra, además, hacerse una idea de cómo lo pasaron los que la perdieron, y cómo las divisiones internas entre los distintos grupos políticos acabaron por carcomer los cimientos de una República que no pudo llegar a estar bien atada. Ilustra bastante bien sobre un período tan triste en la Historia de una España que solo puede imaginarse hambrienta y en blanco y negro.

Saludos, negras tormentas…, desde este lado del ordenador

Dean Marin, That’s Amore!!!

Lunes, Junio 7th, 2021

Dean Martin (Steubenville, Ohio, 7 de junio de 1917 – Beverly Hills, California, 25 de diciembre de 1995) fue además de un sobrasaliente cantante un notable actor aunque muchos no lo crean. Me remito, para destrozar la leyenda que dice lo contrario, a dos grandes películas que protagonizó en su carrera en el cine: Como un torrente y Río Bravo.

En las dos interpreta a dos personajes radicalmente diferentes, alejados de ese otro yo que construyó para aparecer primero en los escenarios y más tarde en las películas: el de tipo hedonista, simpático y caradura que se metía en el bolsillo tanto a ellos como a ellas.

Si lo ven en Como un torrente descubrirán sin embargo a otro Dean Martin, o Dino como también lo conocían. En esta película olvidada de Vincente Minelli y sirviendo de apoyo a su protagonista, que no es otro que Frank Sinatra, se acostumbrarán a querer a un tahúr que nunca se quita el sombrero de la cabeza salvo… vean la película y lo averiguarán. También descubrirán la capacidad que tiene Shirley McLaine (la única chica del clan Sinatra) de romper el corazón no solo a los dos gigantes que la acompañan (Sinatra y Martin) sino al espectador sobrado, aquel que no llora en el cine.

Decir que Dino (Dean Martin) está en su salsa en Río Bravo es decir muy poco. Interpreta en este gran clásico del cine del oeste a un sheriff que se dedicó a ahogar sus penas en alcohol cuando su chica lo abandonó.

Al lado de John Wayne y Walter Brennan, también de la estrella de rock Ricky Nelson, detendrán a un grupo de vaqueros que, asalto tras asalto a la cárcel donde están cercados los héroes, demostrarán al mundo que en el viejo oeste de Howard Hawks los amigos nunca están solos ante el peligro.

Es tan grande la interpretación de Dino que oscurece la del mismo Wayne como Brennan. Basta observar el temblor de sus manos, como se frota la barbilla. Como mira con ojos de cordero degollado la botella de whiskie que está encima de la barra del saloon. Luego, cómo se reconstruye el personaje, el proceso de redención de un fracasado que andaba perdido hasta que descubrió el camino que debía de transitar… En fin, quién diga que Dino no sabía actuar le recomiendo que vea esta película no una sino varias veces. Bastará, pongo la mano en el fuego, para convencerlo que estaba en un error. Que Dino, además de un prodigioso cantante (Everybody Love Me), fue también un actor prodigioso. Y con un sentido del humor único e intransferible. Nadie soltará diálogos tan descacharrantes por cool como él. Es inimitable por mucho que lo intentara en su versión paródica Jerry Lewis en El profesor chiflado.

Y atención, cuidado, porque Dino fue pareja cinematográfica de Lewis en más de una decena de películas que siguen teniendo su gracia. El payaso tonto que interpreta Jerry con el payaso guapo que interpreta Dino es una combinación que aún resiste el paso del tiempo porque estos dos fueron, son, inmortales.

Miembro honorario del Rat Pack, ese grupo de hedonistas que reunió Sinatra como si fuera una corte, lo colocó con Sammy Davis Jr a la diestra y la siniestra de la estrella que nos enseñó a hacerlo a nuestra manera y los tres, y otros miembros del Rat Pack como el estirado de Peter Lawford, rodaron una serie de películas que sin ser nada del otro mundo sí que tienen mucho de éste como es ver a un grupo de camaradas pasárselo muy bien mientras planifican cómo robar un casino de La Vegas (La cuadrilla de los once), vestir el uniforme azul mientras mantienen la ley y el orden en el viejo oeste (Tres sargentos) o juegan a ser lo que fueron en otras gamberradas cinematográficas donde se fue cimentando el mito de Dean Martin.

Porque aquí donde lo ven, Dino es todo un mito. Una estrella. Un gigante, un tipo que lo mismo hacía de súper agente con licencia para amar como Matt Helm que como parodia de sí mismo en Bésame tonto, una de Billy Wilder si quieren menor pero brutalmente cómica y descarnada. Con esa visión tan poco pudorosa que se tuvo del sexo cuando aún la especie humana no se había idiotizado como ahora…

No, nunca le gustaron The Beatles. Y no, no era un borrachín a pesar de que en sus espectáculos en directo apareciera en pantalla con un vaso de whiskie en las manos. El contenido de ligero color amarillo que baila en el recipiente era zumo de piña. O de manzana, qué más da. Que el público pensara que aquello era alcohol formaba parte del show.

La muerte de uno de sus hijos hizo que Dino se encerrara en su casa durante diez años sumido en una depresión que se mantuvo incluso cuando Sinatra le hizo homenaje y lo reconcilió con Lewis en el escenario.

Ambos, Dino y Jerry se miran a la cara durante un rato que parece eterno y luego se funden en un abrazo mientras se preguntan porqué dejaron de hablarse. Las ovaciones del público no dejan escuchar lo que conversan pero que más da. El caso es que volvían a estar juntos.

Después, Dino regresó a casa y no volvió a salir hasta su muerte. Ese día en que la música murió con permiso de Buddy Holly.

Cuentan que cuando se hizo público su deceso las luces de Las Vegas se apagaron y que durante unos segundos esa inmensa ciudad en medio del desierto del Mojave se sumió en las tinieblas por Dino. El único, el irrepetible, el gigantesco Dean Martin.

That’s amore!

En la imagen, el actor en Río Bravo (Hiward Hawks, 1959)

Saludos, bravo, bravo, bravo, desde este lado del ordenador

Juan Padrón, el mambí

Jueves, Junio 3rd, 2021

Tras el triunfo de la revolución cubana, y como en otros procesos revolucionarios, hubo un periodo de gran actividad artística que puso al país y a sus creadores en la vanguardia de América y también más allá del continente. Este momento de intensa actividad creadora situó a Cuba en el mapa de la cultura y mostró al mundo que no solo de música se alimentaba una nación que, ya entrada la década de los sesenta, se enfrentó abiertamente contra el enemigo del norte: los Estados Unidos de Norteamérica.

Entre las artes que vivieron su particular revolución en aquel periodo de frenética actividad creadora destaca la literatura, la pintura y el cine. Y en cine destaca además la aportación del guionista y dibujante Juan Padrón, una especie de Walt Disney caribeño que insufló –afortunadamente sin la venenosa ni engañosa sensiblería de su homólogo estadounidense– aire fresco a la por aquel entonces aún pionera industria del dibujo animado en Cuba.

Sobre todo este proceso habla el mismo Juan Padrón en Mi vida en Cuba (Reservoir Books, 2021), la autobiografía dibujada (no podía ser de otra manera) de uno de los grandes maestros de la animación latinoamericana.

El relato de su vida está narrado con notable sentido del humor y las ilustraciones que reproducen algunos momentos claves de su vida multiplican si cabe la intensidad de una obra gráfica en la que resulta no muy difícil meterse en ella. La vida de Juan Padrón parece en este sentido la vida de alguno de los simpáticos personajes que salieron de sus lápices ya que incluso los poco momentos desgraciados que relata se observan siempre desde una perspectiva afortunadamente cómica.

¿No fue Boris Vian quien dijo que había que reírse porque era la única manera de tomarse las cosas en serio? Esa reflexión la tomó al pie de la letra Juan Padrón, quien proyectaba contar la gran aventura de su vida en dos libros.

Desgraciadamente, la muerte vino antes por lo que solo se puede disfrutar del primer volumen de unos recuerdos que tienen sobresaliente interés no solo para los aficionados al cine de Juan Padrón sino también para investigadores en la obra de su protagonista así como de los que se preocupan por conocer cómo fueron los primeros años de la revolución cubana (ya fuera del armario al revelar a sus ciudadanos y al planeta su carácter socialista) y la vida cotidiana que se vivía en el país antes y después del intento de invasión por playa Girón de un grupo de exiliados cubanos respaldados por los Estados Unidos de Norteamérica.

Quizá sean estos momentos cotidianos los que más me han interesado de un libro que refleja cómo se adaptaron los cubanos a un sistema radicalmente distinto al que habían conocido. También a entender el largo y laborioso proceso con el que el país fue asumiendo su nueva identidad socialista.

Otros de los atractivos de Mi vida en Cuba es conocer cómo era el universo de los caricaturistas cubanos en plena efervescencia revolucionaria. Y descubrir que uno de sus compañeros de trabajo fue un tal Silvio aficionado a tocar la guitarra pero no sé, ya que no se explica, si se trata del cantautor más conocido junto a Pablo Milanés de lo que fue la Nueva Trova Cubana.

Juan Padrón recuerda en sus memorias cómo se las arreglaron para seguir dibujando a medida que la escasez iba extendiéndose por toda el país y el nacimiento de una de sus criaturas más famosas: Elpidio Valdés, el mambí que trae de cabeza al ejército español a finales del siglo XIX. Y el primer personaje de dibujos animados que con acento cubano logró entretener a generaciones de cubanos que hasta ese entonces habían sido sometidos a la tortura de la animación que venía de los países del Bloque del Este.

Juan Padrón cuenta en estos recuerdos con forma de historieta cómo fue su salto al cine, industria a la que aportó otras criaturas felices y legendarias como los vampiros del largometraje animado Vampiros en La Habana, hoy uno de los grandes clásicos del cine cubano aunque en su momento tuvo que sortear la férrea censura revolucionaria impuesta por el régimen castrista.

El libro cuenta con un prólogo de Mauricio Vicent, corresponsal de el diario El País en Cuba, y un hermoso y emocionado epílogo que firma Alberta Durán, esposa de Juan Padrón. En ese texto explica la intención de su marido de continuar con estas memorias justo donde finaliza Mi vida en Cuba aunque ya no podrá ser.

Se trata de un libro muy recomendable no solo para conocedores de la obra del dibujante y guionista sino también para los que buscan explorar la realidad de un país que, como Cuba, sigue ahí, combatiendo a sus enemigos como Elpidio Valdés, el mambí.

Saludos, hasta la victoria ¡siempre!, desde este lado del ordenador