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Gilberto González: “Un museo tiene que representar al mayor número posible de ciudadanos”

Martes, Marzo 8th, 2022

Gilberto González (La Laguna, 1975) renovó a finales de 2021 como director artístico de TEA Tenerife Espacio de las Artes, una renovación para que siga dando continuidad a lo largo de un año a un proyecto por el que fue seleccionado para ponerse al frente de una de las joyas, en cuanto a infraestructuras culturales se refiere, del Cabildo de Tenerife. Transcurrido el tiempo, el nombre de aquel proyecto no pudo haber sido más profético: Principio de incertidumbre.

Abrir la institución a la calle, apostar y darle una narrativa coherente a una colección, la de TEA, que reúne aproximadamente unas cinco mil piezas; cuidar la página web y potenciar el centro de fotografía y el de documentación así como inaugurar un espacio a las performances, entre otras acciones han conseguido, asegura Gilberto González, “un incremento significativo” del número de visitantes al centro gracias en parte también a una política de adquisiciones, la última de ellas el archivo de la sala Conca, esencial para entender el arte en Canarias en los años 70 y 80.

– Usted presenta el proyecto Principio de incertidumbre cuando en junio de 2018 es nombrado Director Artístico de TEA Tenerife Espacio de las Artes. Transcurrido tres años al frente de la institución y tras su renovación como su director artístico ¿ese principio de incertidumbre es ahora de certidumbre?

“Entiendo que en ciertos aspectos el título no pudo haber sido más profético porque la incertidumbre se apoderó no solo de fortalecer una institución sino que entiendo también el propio sentido de la sociedad con la pandemia, lo que nos ha llevado a tener una certeza, diría que absoluta, de que vivimos en una incertidumbre total”.

- ¿Cuáles fueron sus prioridades cuando entró en TEA?

“Creo que lo importante no era tanto establecer una crítica constante al pasado ya que hay un montón de narrativas artísticas que no se han incorporado a TEA sino la posibilidad de imaginar un futuro. El principal estado de desasosiego en el que estamos es la ausencia de utopías, la posibilidad de construir algo, y antes no era así. Es decir, la posibilidad de reescribir el pasado, que es lo que hace un museo, y ampliarlo, incorporando otras voces que no estaban en el museo nos dan la posibilidad de manera muy modesta de pensar nuevas utopías o al menos la de vislumbrar una posibilidad de futuro”.

- Y tras estos tres años como director artístico de TEA ¿cómo vislumbra esa posibilidad de futuro?

“Creo que siempre vamos a estar en el caos porque cada generación tiene la percepción de estar en el caos pero sí que se vislumbra una mayor conciencia colectiva pero también de conflicto aunque el arte da la posibilidad de experimentar con el tiempo y con el espacio. El trabajo que realizamos en TEA con los artistas y con los comisarios es el de no plantear solo una contra narrativa del pasado sino en cómo se empiezan a ver otras posibilidades de futuro”.

- ¿Y cómo lo piensa hacer?

“A través del programa de pensamiento que fortaleceremos este año y el de mediación con el público y las exposiciones que van siempre encaminadas a una idea de pensar colectiva y en ocasiones también divergente”.

- Cumple al frente de TEA cuatro años como director artístico. ¿Qué panorama se encontró cuando llega al centro?

“El periodo del primer director artístico, el de Javier Durana, lo viví muy de fuera y no tengo una opinión clara sobre ese tiempo; el siguiente periodo, periodo que podríamos denominar de regencia, encuentro elementos interesantes como fue la posibilidad de una dirección abierta, que recayó en tres personas y que tuvo, a mi juicio, el atractivo de hacer el centro más plural aunque si bien tuvo líneas claras también contó con elementos difusos. No obstante, y pienso que hemos avanzado bastante, mi tarea fue la de definir cuáles eran las líneas de trabajo del centro porque hay que tener en cuenta que cuando llego a TEA el primer año contaba con una programación hecha por lo que nos esforzamos en establecer lo que antes explicaba, unas líneas de trabajo y de pensar el arte y la cultura desde este lugar con el fin de abordar las cuestiones que nos atraviesan en la actualidad como sociedad y que son mucho más complejas que las de hace trece años, que fue cuando se fundó el museo, y claro que estamos todavía atravesados por muchas cuestiones provincianas pero ésta es una sociedad híper cosmopolita, hay personajes de distintas razas, las cuestiones de género están sobre la mesa… Continuar pensando Canarias en términos del terruño resulta cada vez más complejo”.

- ¿Por qué?

“Porque creo que cuestiones como el paisaje, que son cuestiones que traemos a la mesa, resultan cada vez menos importantes para la población. Hay, de hecho, una generación que viene por detrás que tiene otra realidad completamente distinta a la nuestra, así que la idea es ¿cómo podemos incorporar esa generación y ese pensamiento? No entendía que no se hubiera incorporado al centro y que en algunos aspectos estuviéramos en narrativas que obedecían a otro tiempo”.

- Está claro que intentar captar a esa generación es una de las prioridades pero ¿que otras preocupaciones marcaron su gestión en 2021?

“Una era trabajar la idea de la colección TEA, reorganizarla y pensar las líneas que la atraviesan y los elementos que la sustentan más allá de Óscar Domínguez y el arte de los 90. Había que pensar que esto es una colección y que en cualquier otro contexto este sería un museo nacional, y que tiene una vocación nacional en el sentido de pensar un territorio a través de las obras y para mi era fundamental empezar a trabajar en esa colección y eso es lo que hemos hecho los tres últimos años con la colección. Pensar, ¿por qué, para qué y qué narrativas y elementos deben incorporarse a ella? También cómo agregar a toda una generación que no sentía el centro como un espacio que les perteneciera porque todos los museos han sido reflejos de unas élites pero se trata de un sistema que ya está quebrado. Un museo tiene que representar al mayor número posible de ciudadanos y en eso es en lo que estamos trabajando”.

- ¿Qué carencias de TEA le gustaría dejar atrás?

“Una de las cuestiones en la que ya trabajamos es poner al día el Centro de Fotografía y el Centro de Documentación de TEA. La posibilidad de un acceso organizado a toda la documentación que guarda y que cuenta, recientemente, con la incorporación de los archivos de la sala Conca. El objetivo es crear un espacio lógico y riguroso para que se pueda acceder a toda esa documentación no solo para los investigadores sino también para la ciudadanía en general y en ese camino hemos avanzado mucho con la web pero tenemos que seguir avanzando tanto en personal como en la posibilidad de abrir ese espacio, que ya tiene uno físico y que ha supuesto un cambio ya que hemos notado una enorme llegada de público para consultar pero es algo en lo que tenemos que continuar avanzado para darle mayor peso”.

- Leo que tras el confinamiento TEA ha tenido un incremento de público…

“Hay un aumento de público local y desde que han vuelto los cruceros de más visitantes pero si lo miras en tiempo de pandemia no recibimos turistas pero sí público de las islas. Comenzamos con un programa de performance y música no como complemento de la programación sino porque creímos que si desde los años 60 lo performativo ya era atendido por los museos y TEA no le había prestado atención, había que darle un espacio central, lo que atrajo a mucho público y hemos recompuesto por así decir las relaciones con la facultad de Bellas Artes y apreciamos un incremento de alumnos que han ido trayendo a su vez más público que antes no contaban con el centro como un espacio de pensamiento”.

- Sin embargo tengo la percepción que TEA sigue manteniendo un divorcio con la calle.

“La mayoría de la gente desarrolla su vida sin necesitar a los museos. Los museos son unas infraestructuras que el estado del bienestar decide que deben crearse pero no nos preguntamos a veces si tenían sentido crearlas en esta sociedad en concreto y el modo en el que lo hemos hecho. Está el modo en cómo nos referimos al centro como institución. Los que quitan el artículo, y dicen TEA y los que sí usan el artículo y lo llaman el TEA, que es como lo identifican muchos. Eso mismo visualiza la barrera que nosotros mismos establecemos para que la gente se apropie de un espacio que les pertenece. Tenemos que pensar que las instituciones son como la gente quiere que sean pero no cómo nos gustaría a los que formamos parte de la institución que deberían ser. En los últimos dos años y en parte por la pandemia y porque sí creo que hemos hecho una buena labor, ese divorcio si no ha cesado al menos se ha dulcificado”.

- TEA, el TEA… ¿Por qué no Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea?

“Hubo un primer nombre, Instituto Eduardo Westerdahl. Probablemente Westerdahl encarnaba mejor toda una serie de pulsiones que hay en la isla sobre cultura mientras que el nombre de Óscar Domínguez quiso proyectar ese afán cosmopolita de la isla. De todas formas y si no recuerdo mal antes de la inauguración es cuando se decide el cambio de nombre, y en cierto sentido TEA hace volver a la idea inicial, un espacio en el que todas las artes y culturas se encuentren. No haría nada por cambiar el nombre de TEA porque dentro de lo que cabe es ya un nombre que la gente reconoce dentro y fuera pero si me preguntaras te diría que el de Eduardo Westerdahl era mejor nombre que el de Óscar Domínguez”.

- Y que el centro contenga obra de Óscar Domínguez ¿es un peso para TEA?

“Claramente, ya que obliga a que se dediquen una serie de recursos a su figura y a lo que representa pero se olvida que esta es una colección de más de 5.000 objetos que proponen un recorrido por todo el XX no solo de Canarias sino del arte occidental. Óscar ocupa un 5 por ciento de lo que es la colección y nos hace olvidar que en los tiempos en que estuvo en París hubo mucha gente que hacía cultura en unas situaciones mucho más complejas. Esto no quiere decir que no crea en la importancia de Domínguez pero tenemos que acercarnos con una visión crítica no solo a su obra sino al modo en que nos hemos apropiado de ella”.

- Existe una comisión de asesores.

“La idea de que exista una comisión no obedece al capricho del director o directora. Es una propuesta que se elabora junto a los conservadores del centro atendiendo a un rigor y a una narrativa muy clara de la colección. Queda todavía por hacer un trabajo para entender por qué hay muchas obras de un tipo y menos de otro, y cómo vamos a vehicular ese discurso. Ahora las obras de TEA están en la web, lo que permite entender estos desequilibrios y establecer equilibrios tal y como lo hacen otras colecciones y cómo lo estamos haciendo ahora nosotros también”.

- El Auditorio y TEA son las joyas de las corona en infraestructuras culturales en Tenerife. ¿Recibe por ello muchas presiones políticas?

“No”.

- ¿Y cree que los partidos políticos tienen una actitud coherente con la cultura?

“Es interesante leer los programas culturales que lleva cada partido tanto a nivel nacional como a nivel local y regional. Los partidos políticos son los representantes legítimos de la ciudadanía en las instituciones. La cuestión es cómo hacer entender que la dirección artística de los centros requiere de una independencia igual a la que se reconoce a una cátedra. Debe de haber una cierta libertad institucional para llevar adelante los programas que se establezcan y por eso deben de cambiar las direcciones dentro de un museo al margen de los intereses de partido”.

- Y hasta ahora ¿cómo han sido su relación con los partidos políticos?

“De respeto”.

- Durante estos tres últimos años y este que ahora inicia… ¿Pensó en algún momento tirar la toalla?

“Vengo bastante bregado, cuento con bastante experiencia institucional. Trabajé en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), en la Bienal de Canarias, en museos grandes y pequeños por lo que tengo una buena capacidad de aguante. Por otro lado, sí que han habido días en los que no sé si compensa el trabajo pero en general no hubo un momento que dijera lo dejo por lo que me encantaría concluir –en la medida de lo posible– el proyecto ya que nunca he dudado que vine aquí para hacer este trabajo y que lo quiero acabar”.

- A nivel personal tiene alguna debilidad por alguna expresión artística?

“Me interesa mucho la arquitectura pero quizá de una manera no habitual. La arquitectura es de todas la expresiones artísticas la que todo el mundo está capacitado para opinar y sin embargo se ha secuestrado la voz de quien está en el espacio. Me interesa porque nos afecta a todos: organiza nuestra vida y está vinculada a regímenes y a formas políticas de entender el espacio. Tengo un interés enorme por el modo en cómo se piensa y se explica la arquitectura ya que a veces está disociada de la realidad. Y de forma consciente esa disociación es real. Me interesa también el vídeo y la escultura”.

- ¿Continuará la programación de cine?

“Reforzaremos la idea de ciclos, solo que con personas que los comisaríen. Es una tarea que se inició ya con el vídeo club y me gustaría que suscitara la necesidad de hablar del lenguaje cinematográfico, cuál es el sustrato que hay en el cine y que emana a otras muchas cuestiones. Instagram no se entiende sin el cine y mucho arte y pintura no se entiende sin el cine. Nos pareció importante plantear este año una serie de ciclos que hablen del lenguaje cinematográfico a través de distintos creadores y creadoras. Me interesan más las obras que los autores. Qué cuenta y qué elementos de consenso y disenso podemos encontrar en un cuadro de Malévich o en la pintura de Regalado”.

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Estefanía M. Bruna

Saludos, nubes y akgo de sol, desde este lado del ordenador

Celestino Hernández: “José Martín es un pintor al margen”

Jueves, Febrero 24th, 2022

Poco por no decir nada se sabía del pintor José Martín (Tazacorte, 1922-1996) hasta que el especialista Celestino Celso Hernández Sánchez (La Palma, 1956) comenzó a investigar sobre su vida y su obra dando como resultado una exposición que el año pasado se pudo ver en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), en la capital grancanaria y más tarde en el Espacio Cultural de CajaCanarias en Santa Cruz de La Palma. La muestra llega ahora a Tenerife, donde permanecerá hasta el 16 de abril en la Fundación Cristino de Vera, en La Laguna, aunque con muchísimos menos cuadros, 17 en total, de los que se pudieron ver en el CAAM y el Espacio Cultural de CajaCanarias, 107 y 77 obras, respectivamente.

Artista outsider, “al margen de modas y reconocimientos”, explica Celestino Hernández, los especialistas no terminan de ubicar la producción de un artista del que se conmemora este año el centenario de su nacimiento. Para conocer mejor este “desconocido” del arte en Canarias, se prevé presentar el catálogo de la exposición el 8 de marzo en la Fundación Cristina de Vera y el 15 del mismo mes, una conferencia que impartirá el crítico de arte Fernando Castro Flórez, quien se ha sumado con entusiasmo y entre otros a la recuperación de José Martín.

- ¿Por qué hay menos obras en la retrospectiva de José Martín en la Fundación Cristino de Vera que las que hubo en el CAAM y CajaCanarias en Santa Cruz de La Palma?

“La previsión inicial era contar en Tenerife con igual número de obras que en Gran Canaria y La Palma, siempre y cuando se contara con un espacio amplio pero por cuestiones de planificación de temporada no se pudo contratar el espacio que habíamos pensado inicialmente por lo que al final se tuvo la posibilidad de presentar la exposición en la Fundación Cristino de Vera, solo que una síntesis del conjunto de su obra aunque con una particularidad y es que esta exposición cuenta con cuatro composiciones que no se vieron ni en La Palma ni en Gran Canaria”.

– ¿Estas cuatro obras pertenecen a las “pinturas raras” del artista palmero?

“Corresponden a su pintura más interesante, original y onírica, de inspiración más personal y que él mismo llamaba “pinturas raras” ya que tenía más dificultad de salida. De hecho, una de ellas se ha puesto como cabecera de la exposición en la Fundación Cristino de Vera, pintura que lleva el título de La liberación de la mujer, un cuadro en el que representa figuras femeninas y solo aparece una masculina encadenada”.

– José Martín es un artista prácticamente desconocido en las islas, ¿cómo llega usted a su pintura?

“José Martín era prácticamente desconocido, así que nadie que vea ahora sus obras y lo que está sucediendo con ellas sentirá que lo conocía. Tuvo una aparición muy breve en el mundo del arte, fue en la galería Conca a finales de los 70 cuando se incorpora gracias a la labor que desarrolla Cándido Camacho, que habla con el dueño de la galería de este artista. Gonzalo Díaz, el Conco, se sorprende al descubrir el trabajo de José Martín pero el pintor regresa al ostracismo a mediado de los 80. Fallece en 1996 y ya han transcurrido 30 año en los que no se supo nada nuevo hasta ahora”.

- ¿Cómo llega hasta él?

“Me encontraba en Tazacorte y una escritora de la localidad, Elica Ramos, me habló de él y mostré interés en conocerlo. Me dirigí a donde vivía, sería en el verano de 1988, una casa cueva situada en el barranco de Tenisca, prácticamente en la desembocadura que da al puerto nuevo de Tazacorte”.

- ¿Y cómo lo recuerda?

“Como un hombre que llamaba mucho la atención. Tenía la voz ronca y era de modales bruscos y bastante desconfiado, pero luego supe que tenía motivos para serlo porque tuvo conflictos con la justicia que lo llevaron a la cárcel de Los Llanos de Aridane, Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de Tenerife y al penal del Puerto de Santa María, en Cádiz, al que los presos conocían como “El penal del Saco”. Al principio, su trato era muy complicado pero una vez entraba en confianza ya podías hablar aunque a cuenta gotas. Tuve la suerte de que aceptara dar algún paseo conmigo y de visitar los sitios que me dijo que lo llevara”.

- ¿Cuáles fueron esos conflictos con la justicia?

“Sus problemas con la justicia empezaron en verano de 1947, a la edad de 25 años. Había salido del cuartel y llevaba una vida irregular. Los documentos que pude encontrar hablan de alboroto público, faltas a la autoridad y embriaguez que terminaban en arrestos de una semana o diez días. Entre 1948-49 tiene un problema gordo al falsificar billetes de cien pesetas que hace a mano y con acuarela. Todo apunta a que fue un gesto juvenil sin mayores consecuencias, que fue una manera de tener un sustento para hacer lo que quería, que era pintar. Me imagino que hizo esta falsificación inducido también por algunos amigos. Al ser detenido por la policía, se le juzgó y fue condenado a doce años y un día, siendo trasladado al penal del Puerto de Santa María aunque, por una vez, la vida le sonríe al ser uno de los beneficiados de una amnistía franquista, por lo que cumple solo tres de los doce años de condena”.

- Ha dicho que, por una vez, la vida le sonríe…

“La vida de José Martín fue bastante complicada. No encaja en la sociedad, la familia y el pueblo de su momento por lo que decide irse. Primero vive en la costa de Tazacorte al no encontrar acomodo dentro del pueblo y tiene unas pocas amistades. Consume alcohol y marihuana, por esta última tendrá un juicio años más tarde. Hay que pensar que Franco gana la guerra y que gobierna durante 40 años y que las conductas que no resultaran las habituales y aceptadas por aquel régimen podían ser incluso castigadas y para evitar esa conflictividad decide separarse e irse a vivir por su cuenta”.

- ¿De qué vivía?

“Tuvo una cierta habilidad que le enseña su padre, maestro de obras a la antigua usanza, de modo que cuando no tiene recursos, busca trabajo en el sector de la construcción pero no se quedaba, sacaba lo que necesitaba para seguir tirando y volver a su refugio y a su pintura”.

– Como conocedor de su obra, ¿qué características destacaría?

“Siguió dos líneas, por un lado la de un tipo de arte por el que sí era aceptado y que le resultaba fácil de vender, y José Martín vendía muy barato porque consideraba su trabajo artístico como el de un trabajador, y que se compraba para decorar el salón y unas pocas que realizó por encargo, como son las composiciones religiosas. La otra faceta, la más interesante, son las composiciones de libre interpretación, aquellas en las que está aislado y separado de la sociedad, lo que le permite una libertad creativa total. José Martín no estaba pendiente de ser famoso, de vender mucho y eso le dio una libertad creativa total y realizar composiciones que le podrían situar en un campo visionario y onírico y con conexiones con otras corrientes del arte que creo que no eran intencionadas como el surrealismo, en algún momento el simbolismo y el arte naíf pero no acepto esta última adscripción”.

- ¿Por qué?

“Porque tiene un componente de carga intencionada en sus composiciones que no era simple y llanamente hechas por una persona autodidacta que compone sin las restricciones de la técnica. Se le puede poner entre los primitivistas, no se comete un error grave aunque hoy por hoy se le incluya más –como hacen Mariano Mayer, Fernando Castro Flórez, Marta Mantecón, entre otros– dentro de lo que se denomina arte outsider, arte al margen que engloba a muchos artistas de procedencias diferentes, una especie de saco en el que tienen cabidas todos aquellos que no se adscriben a una tendencia convencional”.

- ¿Qué es la pintura sintesicológica?

“Ese término me llamó la atención. Al parecer cuando Gonzalo Díaz, el Conco, lo pone en escena a finales de los 70 se hace un pequeño currículo de él y comprobé que ese currículo lo hizo Cándido Camacho y no José Martín aunque afirma que el término es de José Martín, lo que me cuesta creer. Mi interpretación es que como no sabían como catalogarlo nació lo de pintura sintesicológica”.

- ¿Se refleja en su pintura el paisaje en el que vivió?

“Cuando tuvimos que tomar decisiones para presentar su obra en el CAAM optamos hacerlo por líneas temáticas y uno de los campos temáticos que trató José Martín fue el del paisaje, su entorno inmediato. En su obra hay muchas puestas de sol y La Caldera de Taburiente que la tiene a su espalda. Pinta la costa de Tazacorte y le llamó mucho la atención los volcanes. José Martín vive la experiencia del volcán de San Juan, en 1949, cuando está preso en Santa Cruz de La Palma y manifiesta que se entera de la erupción por el alboroto que hubo en la calle. Vivió también la erupción del Teneguía, que incorpora a su obra y que refleja en cuadros que muestran erupciones, bocas de volcanes y ríos de lavas. También toca bastante las naturalezas muertas y el mundo submarino así como el retrato, pero un retrato fundamentalmente de libre interpretación. Realiza poca composiciones religiosas y practica una variante dedicada al relieve, digamos que al alto relieve sujetado en tabla. Pinta también una serie de copias de maestros de la historia del arte como Velázquez, Dalí, Leonardo y, cómo no, su pintura onírica”.

- ¿Y qué técnica emplea?

“Empieza con el dibujo, que es lo normal y pasa de inmediato a la acuarela. Toda su obra en los años 40, 50 y 60 está realizada prácticamente en acuarela pero a inicios de los 60 cambia al óleo hasta el final de su vida”.

– ¿Qué destacaría de su pintura?

“Fue bastante fiel a su trabajo desde un principio y hasta el final. Si observa los cambios que se produjeron no aprecias grandes diferencias pero sí unas mejoras técnicas así como de formatos, que va agrandando. Es como si tuviera muy claro qué es lo que iba a trabajar, todo ese mundo convulso que tenía dentro y que saca a relucir de un modo espontáneo con los conocimientos técnicos que se lo permiten. Su obra más potentes no es la del principio, mucho más limitada, sino la que se sitúa en los 70 y 80”.

– Fue un pintor prolífico.

“Paradójicamente en un primer momento no encontrábamos obras pero ahora sí. He llegado a catalogar a día de hoy 250 y sabemos que hay más. Dedicó buena parte de su tiempo a pintar, que es lo que le gustaba”.

- ¿Qué cuadro destacaría de la exposición que acoge la Fundación Cristino de Vera?

“El cuadro que se ha convertido en portada del catálogo, tres amigos fumando marihuana, ya que habla de una de las facetas del pintor. Hemos interpretado que él mismo está retratado libremente con dos amigos cercanos y el paisaje encaja con el espacio en el que vivió. Otra obra a tener en cuenta es un cuadro llamativo en el que plantea una interpretación de la vida en Nueva York que recrea libremente porque no tenía televisor aunque sí una radio que funcionaba con pilas y que escuchaba porque le gustaba oír las noticias que más tarde interpretaba. En la exposición resaltaría también el cuadro Liberación de la mujer y uno que representa un volcán en erupción. También las obras que reflejan cierta inquietud social como Los niños de la guerra y otro centrado en una huelga de basureros, que se ve que pinta por afecto. Destacaría además un cuadro de fondos submarinos y algunas obras de su línea más personal”

TESTIMONIO ESCRITO

José Martín entregó en vida a Celestino Hernández unas hojas escritas a mano con la promesa de que “alguna vez hiciera algo con ellas”. Tras consultarlas, el comisario de la exposición se dio cuenta que en aquellos papeles el pintor se había suplantado con un pseudónimo para contar su biografía, que inicia en 1953, el año en el que sale del penal del Puerto de Santa María, y en el que describe el trayecto en barco que lo llevará de nuevo a La Palma. En este documento, José Martín escribe cómo se vio forzado a aislarse, su vocación artística y el conflicto que suscitó con una mujer que no terminó de entender “ese empeño por el arte”. Hay interés en publicar este documento, más en el año de su centenario, dice celestino Hernández.

FIRMA FOTO 1: CARLOS SCWARTZ

Saludos, nubes, desde este lado del ordenador

Un paseo por el Museo Rodin, Tenerife

Jueves, Febrero 3rd, 2022

Ahí estaba, contemplando la copia de la copia de la copia de El pensador de Auguste Rodin. Siempre que estudió esta estatua, se trate de una copia de una copia de una copia o del original, me pregunto qué demonios estará pensando ese coloso. Porque, medito, dentro de su cabeza de bronce tendrá que haber un cerebro también de bronce que contribuya a que piense el pensador de Rodin.

Y que piense, si piensa, en el pequeñito revuelo que provocó su museo en Santa Cruz de Tenerife en unos y no en otros, aunque se esforzaron los primeros en que se comprometieran los otros con más que penosos resultados.

Paseo por las salas de este museo de réplicas, que dirían los unos, los que criticaron con la boca pequeña y sin dar la cara para animar (salvando su anonimato, un anonimato no solo de cobardes sino de cretinos) al primer director de arte de TEA Tenerife Espacio de las Artes, Javier González de Durana, para que escribiera un artículo cuyos argumentos (consistentes, no vayas a decir que no) resultaban los mismos que leí cuando la polémica sobre si debía de contar la capital tinerfeña con un museo Rodin se despertó en estas tierra dispersas. Aunque ese despertar se quedara restringido a nada. O a conversaciones indignadas de culturetas en almuerzos y cenas. Todo en pequeño comité, sin que nadie se atreviera a escribir algo en contra porque, ay, Rodin, los periódicos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife tenían orden de no publicar nada sobre el asunto siempre y cuando ese mismo asunto pusiera en cuestión que el museo Rodin siguiera adelante.

Tan adelante que recuperaría uno de los pulmones verdes de la pequeña capital de provincias en la que vivo. Invito de hecho a los ofendidos, a los humillados y ofendidos a que paseen por un parque que desde hace años permanece abandonado. Abandonado de la mano de los dioses.

Ahora estoy frente a una réplica de una réplica de una réplica de la estatua de Balzac e, ironías de la vida, pienso que, efectivamente, toda aquella polémica que no trascendió a los medios y que ni siquiera dio el salto a las redes sociales, fue una comedia humana. Ese chiste al que últimamente me tiene acostumbrado los que se creen que son la élite cultural de un archipiélago que, seas de la élite o no, muere en soledad.

Me asomo a uno de los ventanales del ahora museo Rodin de Santa Cruz de Tenerife y contemplo el barranco de Santos por donde corre el agua de una lluvia torrencial que desde hace unos días cae sobre la ciudad. Giro la cabeza y detengo la mirada en una réplica de una réplica de una réplica de El beso, y más allá de La puerta del infierno, y recuerdo la advertencia que según el Dante, me gusta escribirlo con el artículo, el Dante, sitúa en esa entrada al averno: abandonad toda esperanza.

Hombre, me dice alguien que también estuvo en contra de este museo Rodin, el de las réplicas, de las réplicas y las réplicas, y es que el dinero que se invirtió finalmente en él se podía haber dedicado a recuperar el Museo de Bellas Artes de la capital. A contratar personal. Curiosamente, se me acerca un bedel del Rodin para invitarme a que cruce a otra sala, donde observaré otras piezas que son réplicas de réplicas y replicas… Y me pregunto, antes de cruzar el umbral, donde estará aquel tipo que me llamó por teléfono cuando se anunció públicamente hace unos años que la capital de provincias en la que vivo iba a contar con su Museo Rodin. Un museo de réplicas y réplicas y réplicas.

La voz de aquel tipo que ya no sé donde se encuentra (¿acabaría devorado finalmente por su propia estupidez?, es lo más probable, pienso luego existo) estaba como estrangulada y se quejaba de que nadie escribiera en contra de ese museo, el de Rodin, diciendo que sería un desastre para la capital de provincias en la que vivo.

Escríbalo usted mismo, le insté, pero solo hubo silencio. Al final me dijo con esa voz estrangulada de adulto que no rompe un plato que no podía, que no podía escribir nada porque trabajaba para una administración pública y que si lo hacía, escribir y encima se lo publicaba uno de esos periódicos locales que, presuntamente, vedaban cualquier noticia negativa sobre la iniciativa Rodin, podía afectarle a su trabajo. Un trabajo cómodo y bien cebado de dinero.

Crucé las salas del museo Rodin, todo repleto de réplicas y de réplicas y réplicas y regresé a la que acogía El pensador, también en bronce, del escultor francés que desgració la vida de Camille Claudel y no tuve más remedio que sacudir la cabeza.

Cuando salí a la calle lucía por fortuna el sol, el sol evaporaba los charcos que se habían formado en los paseos y jardines del que antaño fue parque cultural, después solo parque Viera y Clavijo de la capital tinerfeña, y los lagartos asomaban la cabeza de entre las piedras para recibir algunos de los rayos del astro rey. Aspiré el olor de la hierba húmeda, rachas que entraron en mis pulmones como agua de mayo.

Rambla abajo fue cuando dejé de pensar en El pensador de Rodin. O en la réplica, de la réplica y la réplica de esa estatua de bronce.

“Uno de pollo”.- demandé cuando me senté ante la barra del Imperial- Y un café con leche.

Santa Cruz de Tenerife, efectivamente, agonizaba en soledad.

Saludos, existo, desde este lado del ordenador

Una exposición solidaria y un libro sobre las mujeres en el arte

Jueves, Diciembre 9th, 2021

* Más de una treintera de artista participa en la exposición La Palma Volcán-Artge, muestra que se inaugura el sábado 18 de diciembre a las 19 horas en Desván Blanco Espacio Cultural, una iniciativa de Román Hernández.

La nómina de artistas que colaboran en esta iniciativa son Fátima Acosta, Agustín Aguiar, Ildefonso Aguilar, Ventura Alemán, Mayka Cabrera, Andrés Delgado, Víctor Ezquerro, Pedro Fausto, Elizabeth Friend, Francisco Guerra, Román Hernández, Felipe Hodgson, Carmensa León, Ana Lilia Martín, Evelina Martín, Martín & Sicilia, Medín Martín, Tomás Oropesa, Itahisa Pérez, Mauricio Pérez, Hugo Pitti, Miguel Rocha, Ana Brígida Rodríguez, Sara Royo, José M. Santana,
Ernesto Valcárcel, Francisco Vilas, Francisco Viña, Augusto Vives, Manolo Yanes y José Antonio Zárate

Las visitas se harán bajo petición de lunes a viernes de 17 a 20 horas a desvanblanco@gmail.com / Teléfono: 922 066 16.

* Crea como las artistas canarias del siglo XX es un proyecto formativo dirigido a niñas y niños de infantil y primaria (de 4 a 12 años) que se propone solventar dos carencias en la educación plástica: por un lado, la falta de modelos femeninos cuando se acude a los grandes maestros de la pintura y la escultura; y por otro, dar visibilidad a las mujeres artistas de las Islas Canarias, poco conocidas por el gran público, enfocándose en este caso en las pioneras del siglo XX.

El resultado, que cuenta con la colaboración de la Fundación DISA, es un libro escrito e ilustrado por PSJM que, a través de la vida y obra de cinco artistas (Lola Massieu, Jane Millares Sall, María Belén Morales, Maribel Nazco y Pino Ojeda), se propone iniciar al alumnado en las formas de hacer del arte moderno. Se trata de una publicación dirigida a la práctica, en la que lo lúdico y el conocimiento se dan la mano.

Saludos, hasta la próxima, desde este lado del ordenador

Paloma López-Reillo: “Alfonso Delgado aportó una nueva mirada al arte contemporáneo en Canarias”

Martes, Junio 22nd, 2021

La desaparición de Alfonso Delgado a finales de enero de 2019 dejó huérfano a quienes lo quisieron pero también a quienes lo siguieron como artista. Alfonso Delgado continúa así entre nosotros gracias a su trabajo, una muestra que recupera ahora una retrospectiva que dirige su mujer, Paloma López- Reillo, y en la que se reúnen más de sesenta obras (entre cuadros y esculturas) que condensa la trayectoria como artista de un autor que cuenta con una de las piezas probablemente más fotografiadas en la capital tinerfeña, su Love, en la esquina de la calle de Viera y Clavijo con Méndez Núñez.

El Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife acoge esta exposición hasta el 9 de julio. Una oportunidad para aproximarse al pasional pero también calculado y meticuloso trabajo artístico que desarrolló este polifacético artista cuya evolución puede ahora comprobarse en esta exposición.

- ¿Cómo surge esta retrospectiva?

“Presenté el proyecto al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en 2019 cuando salieron las convocatorias pero su montaje se dilató por la pandemia aunque la idea ya venía de atrás. En 2017 Alfonso me comentó que estaría bien hacer una retrospectiva porque ese año celebraba los cuarenta de su primera exposición en el Ateneo de La Laguna, en marzo de 1977. Ahora, en 2021 sigo creyendo que sus aportaciones al arte canario son muy elocuentes por lo que su obra debía de estar expuesta de manera integral en una sala institucional”.

- ¿Y cuál cree que ha sido la contribución de Alfonso Delgado al arte contemporáneo en Canarias?

“Ha aportado una nueva mirada. Las obras enmarcadas en el expresionismo abstracto poseen el valor añadido que les otorga el experto uso de los pigmentos naturales, el tratamiento de la luz y los espacios y, sobre todo, el uso de la materia enraizada con la isla, con sus paisajes y con su mar. Sus campos de color, sus horizontes son mucho más de lo que pensaron y amaron los grandes pintores que crearon este movimiento pictórico. Además, supo superar los límites establecidos entre las diferentes formas de expresión, presentado propuestas integrales que enlazaban la obra plástica con la performance o la poesía. También desarrolló una amplia serie de arte urbano en la que utilizó objetos cotidianos como lienzos, consiguiendo que el arte saliera a la calle y se democratizara”.

- Desde 1977 hasta esta retrospectiva ¿qué pautas marca la evolución como artista de Alfonso Delgado?

“Por un lado encuentras su obra de juventud, muy influenciada por el pop art. Su trabajo después sufre un cambio, el mismo que atraviesa el país en los 80. Son años en los que tiene la oportunidad de viajar a Europa y sobre todo a Madrid donde contacta con escritores como Luis Antonio de Villena. En este período, su pintura está fuera de cualquier contorno, no son siluetas ya que las realiza con pinceladas y ahí te das cuenta de todo lo que está viviendo porque propone un diálogo artístico y social que mantiene con su entorno y con lo que va aprendiendo y vive y eso se nota. La figura en esta etapa comienza a interesarle menos y se preocupa más por los fondos. Eso se ve en la exposición, en cuadros como El nadador y África, en los que la pincelada en el primero es casi difuminada y en el otro destaca el color”.

- ¿Qué constantes encuentra en su producción como artista?

“La isla siempre es un tema y el mar mucho más porque se convierte en algo recurrente, sobre todo cuando regresa de París, donde se quedó a vivir unos meses hasta que sintió la llamada de la isla y se produce ese efecto de conectar con la materia”.

- Mientras preparaba la exposición ¿descubrió algo nuevo en su obra?

“He descubierto una obra que no conocía como es la de sus inicios y que desde el principio ya tenía su sentido del trabajo y de la innovación. Del tratamiento del color y la luz. Lo he visto en todo su trabajo, en el que cambia paulatinamente su pincelada y los materiales aunque él siempre está ahí, desde los inicios. Alfonso cuenta también con dibujos del cuerpo y rostros femeninos que son maravillosos y ahí veo la precisión y la dedicación que siempre puso en la pintura, precisión y dedicación que mantuvo hasta el final”.

- ¿Cómo fue el proceso de selección de las obras?

“Para la primera parte de su producción tuve que trabajar con lo que tenía porque no había mucho donde elegir al estar la mayoría muy dispersa. En la etapa postmoderna me guié por lo que me contó, lo que le había interesado transitar el tema de la naturaleza, los felinos… que no se encuentran en su obra abstracta. A pesar de que estábamos en el postmodernismo, la ciudad, tuvo mucho interés de hablar de la naturaleza que es la época que más me costó seleccionar porque quería ser lo más fiel posible a lo que me dijo en su día. En los 90, los años en los que lo conozco y viví con él, intenté también ser lo más fiel posible a lo que me habló”.

- Cómo era como artista, ¿cerebral o pasional?

“Era muy pasional pero en su trabajo era metódico, le dedicaba muchas horas. Cuando se enfrentaba a una obra –trabajaba siempre en horizontal– tenía una pulsión y emoción que era la que le llevaba a a realizar ese cuadro en concreto porque, intuitivamente, sabía lo que quería hacer”.

- ¿Y trasgresor?

“Saltaba las barreras que la academia pone al arte, creía que el arte era uno con diferentes formas de expresarse. Hasta el último momento me hablaba de colores y de pintura. Pensaba en colores pero cuando montaba una exposición lo hacía de manera integral. Las obras adquirían unidad e identidad en sí mismas pero sus performances y happening estaban relacionados también con la propia obra porque se trataba de un trabajo global e integrado donde cada obra era una unidad en sí misma pero, al mismo tiempo, era capaz de integrarlo y relacionarlo todo porque entendía que el arte es una sola cosa con muchas formas para expresarlo”.

- ¿Y su obsesión por los colores?

“El color era la vida y su belleza, la naturaleza, las personas e incluso la comida”.

- ¿Tuvo un color predilecto?

“El cartel de la retrospectiva tiene una azul turquesa y podríamos decir… Pero amaba todos los colores aunque hacía unos azules muy especiales porque era un experto con los pigmentos. Ves su obra y observas una gamas de azules completamente diferentes aunque el turquesa, el azul turquesa del mar quizá fuera su preferido”.

- En su obra además del color ¿hay un compromiso, un deseo de comunicar a través de su pintura?

“Él decía que el arte es comunicación y que si no es así no sirve para nada. Intentaba comunicar emociones o, más bien, provocar emociones en las personas que recibían esas obras. Las emociones que más le interesaban eran las que tenían que ver con la belleza que es una palabra denostada pero que para Alfonso era muy importante desde un punto de vista filosófico. Quería que algo se moviera dentro de cada persona y que fuera esa persona la que construyera, la que generase preguntas. Alfonso pensaba que el arte era un elemento de transformación social, quería comunicar y suscitar preguntas”.

- ¿Llegó a pintarla?

“Me pintó sin posar y sin fotografía en 2014. Se dejó guiar por el recuerdo que tenía de mi, cuadro que me regaló en nuestro aniversario de boda y es una de las cosas más emocionantes que me han pasado porque me veo ahí, sobre todo en la mirada donde me veo mirándolo a él, que me parece es lo más bonito. Fue un regalo maravilloso porque en ese entonces no hacía nada figurativo y era algo que estaba fuera de lo que solía hacer. Fue un regalo”.

- Ese cuadro no está en la exposición.

“No, no”.

- ¿Por pudor?

“Un poco porque quiero que vean a Alfonso Delgado como un artista de su tiempo. Tiene una obra de una mujer que data de 1979 –cuando aún no nos conocíamos– que la gente cuando la ve piensa que soy yo. Solía decirme que ya me había pintado sin aún haberme conocido”.

- Si no me equivoco, Alfonso no cultivó demasiado la pintura figurativa.

“La practicó al principio de su trayectoria, hasta los años 80”.

- Le tiraba más la abstracción.

“Le interesaban más los fondos y los formatos, también los pigmentos y al final estuvo muy influenciado por el arte bizantino y africano”.

- ¿Y Rothko?

“Tuvo también una etapa Rothko”.

- ¿Y que otros artistas y en concreto de las islas cree que lo influenciaron?

“Adoraba a Maribel Nazco y también a Pedro González y Enrique Lite, que fueron sus profesores. Sintió una gran pasión por María Belén Morales y apoyó a muchos compañeros de su generación”.

- Hemos conversado de sus pinturas pero no de sus esculturas. ¿Cómo es Alfonso Delgado como escultor?

“Le gustaba trabajar con volúmenes así que cuando el Observatorio de la Inmigración de Tenerife (ObiTen) le propuso en 2006 una obra, Alfonso se inspiró en el ojo que representa el logo de esta organización de la Universidad de La Laguna y el Cabildo Insular para reconocer a los colectivos y las personas que trabajan por la convivencia en las islas relacionadas con la interculturalidad. A partir de ese momento su trabajo fue diferente aunque sigue estando presente el mar, las caracolas, la nao, el pez volador pero derrocha imaginación en la escultura, un ejercicio de ingeniería que yo llamaba de los sueños, una ingeniería de los sueños porque de manera milimétrica y con el boceto Alfonso ya conocía cuánto iban a medir las piezas”.

- ¿Destacaría alguna etapa de su producción?

“La etapa de 2010 pero porque es una etapa de madurez. Resulta más introspectivo, maduro y diverso pero también más sólido. Tiene composiciones que son realmente arriesgadas pero que resuelve muy bien”.

- ¿En las más de sesenta obras que reúne la retrospectiva existe alguna que quiso que estuviera pero que no pudo contar con ella al final?

“Una se encuentra en París. Me hubiera gustado que formara parte de la retrospectiva. Se trata de una obra en la que aparece un joven con un tigre entre los brazos pero es más por razones sentimentales porque Alfonso estaba entusiasmado por recuperar esa obra”.

- El tigre, los felinos, parecen una constante en un determinado período de su producción artística.

“Le gustaba la estética del tigre. Su sutileza, sus ojos, la mirada pero en general le atraían los felinos”.

- ¿Y cuál cree que era su idea del arte?

“Alfonso pensaba que el arte tenía que democratizarse y que por lo tanto debía de estar al alcance de la ciudadanía. En cuanto a la gestión cultural, defendió siempre el uso de los criterios más adecuados para seleccionar obras y dar oportunidades para organizar exposiciones con total transparencia” .

Y ESCRITOR

Alfonso Delgado procuró a lo largo de su vida ser un artista polifacético. Cultivó la pintura, la escultura. También el performance, entre otras actividades a la que se suma la literaria. Antes de morir, publicó su primera novela, Queda la broza (Bara Bara, 2018), aunque estaba trabajando en otras dos que escribía con letra apretada y a mano en un cuaderno. Paloma López-Reillo revela que la redacción de Queda la broza le costó tres años (2014 a 2016) porque se trataba de un creador en exceso meticuloso que abordaba cualquier actividad con pasión pero también con la suficiente sangre fría para que todo encajara.

Además de narrativa, Alfonso Delgado continuó escribiendo poesía porque la sombra de su amigo Félix Francisco Casanov a fue muy alargada. De hecho, revela López-Reillo, cuando inauguraba una exposición Alfonso llevaba siempre en la muñeca un reloj que había pertenecido al poeta y escritor, fallecido siendo todavía muy joven en enero de 1976, el mismo mes, pero en 2019, en el que se fue también Alfonso Delgado.

Cuando no pintaba ni escribía, leía. “Alfonso fue un lector voraz”, recuerda López-Reillo, que añade que el último libro que le mantuvo ocupado fue La penúltima bondad. Ensayo sobre la vida humana de Josep M. Esquirol.

Carta abierta al Cabildo de Tenerife

Lunes, Abril 19th, 2021

Buenos día, reproducimos a continuación una carta abierta al Cabildo Insular de Tenerife que suscriben los representantes de tres asociaciones en la que manifiestan su disconformidad por el procedimiento de designación de director en la bienal de Fotonoviembre. Los firmantes de la carta abierta son:

Yollanda Peralta Sierra, delegada territorial de Mujeres en las Artes Visuales (MAV)

Pedro Déniz, presidente de la delegación canaria de Instituto de Artes Visuales (IAC)

Manolo González, presidente de Asociación Islas Canarias de Artistas Visuale (AICAV)

“A la atención de quien corresponda, a propósito del procedimiento de designación de la dirección artística de la XVI Bienal Internacional de fotografía Fotonoviembre 2021 promovido por TEA Tenerife Espacio de las Artes, centro de arte contemporáneo dependiente del área de Cultura del Cabildo de Tenerife, con sede en Santa Cruz de Tenerife.

Desde las asociaciones IAC Instituto de Arte Contemporáneo, MAV Mujeres en las Artes Visuales y AICAV Asociación Islas Canarias de Artistas Visuales solicitamos sea leído y tenido en cuenta el contenido de esta carta abierta, que recoge las apreciaciones suscitadas en relación al anuncio de encomendación de la nueva dirección de la XVI Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre 2021, resultado de un acuerdo de colaboración, según resalta en la comunicación de tal cuestión Sr. D. Enrique Arriaga Álvarez, con La Universidad de La Laguna y cuya dirección ostentará la artista y docente Teresa Arozena.

Esta edición de Fotonoviembre 2021 está marcada por el “acuerdo de colaboración y de investigación entre TEA Tenerife Espacio de las Artes y la Universidad de La Laguna”, que se propone, tal y como relatan en la comunicación vertida desde la institución, como un trabajo de archivo de lo contenido especialmente en el Centro de Fotografía “Isla de Tenerife”, así como de las aportaciones propias de la dirección de esta Bienal. Esta designación hace necesario enmarcar y remarcar las voces que han marcado Fotonoviembre, una Bienal que se ha desarrollado durante los últimos 30 años y ha contado con cuatro direcciones: Francisco González en 1991, Antonio Vela entre los años 1993 y 2015, Gilberto González en 2017 y Laura Vallés en 2019. Entendiendo la importancia en el contexto cultural canario de la presencia y permanencia de esta Bienal que históricamente ha puesto en el mapa la obra de artistas del contexto insular, se hace necesario señalar la ineludible actualización de los procesos previos que conlleva un acontecimiento de este tipo. Nos referimos en este punto a la ausencia de un procedimiento de convocatoria pública, hecho que no exime de una posible y rica colaboración en procesos de investigación con una institución académica como es la Universidad de La Laguna, como apuesta por expandir los ámbitos en los que recala la Bienal.

Si bien Fotonoviembre únicamente ha tenido a lo largo de su trayectoria la tutela en la dirección de cuatro personas, se trata de una Bienal que desde 2016, cuando por primera vez se saca un procedimiento público, no encuentra una fórmula concisa, fuerte y arraigada para desarrollar un procedimiento estable de selección de dirección artística. No siendo así, en la primera ocasión este llamamiento se denominó “Pliego de condiciones económico administrativas y técnicas que regirá el procedimiento de negociado con publicidad para contratar el servicio para la dirección artística y gestión del Festival Fotonoviembre, XIV edición, ejercicios 2017-2018”, un tipo de actuación totalmente alejada de una convocatoria de selección de una dirección artística y más cerca de una licitación empresarial. De hecho en la propia web de TEA Tenerife Espacio de las Artes este procedimiento se puede encontrar en “Perfil del contratante”, donde coexiste junto a otras licitaciones que se refieren al funcionamiento de la institución a través de la emisión de pliegos de condiciones tales como “Contratación del servicio de vigilancia para TEA Tenerife Espacio de las Artes”.

Es en 2019 la primera vez que se desarrolla una convocatoria pública denominada “Dirección artística y curaduría de la Sección oficial de Fotonoviembre 2019” que sin embargo, no ha tenido recorrido como cumplimiento de las buenas prácticas relativas a las instituciones culturales, esto es “promover la igualdad de oportunidades laborales y las relaciones leales con los profesionales del sector, y que las ofertas de trabajo se realicen por convocatoria pública abierta”.

Para la edición de 2021 aparece un nuevo modo de selección, el tercero y distinto, para la dirección de tal evento: una designación directa sin proceso público que nada tiene que ver con las buenas prácticas y los principios de transparencia pública.

Esta fluctuación constante de procedimientos produce una ruptura y una desconfianza en los valores futuros de la propia Bienal, atendiendo a que toda institución debe tener entre sus objetivos la opinión, la participación y la apuesta por el máximo consenso posible entre profesionales e interlocutoras/es. En este caso, la comunidad que conforma el tejido cultural habría aplaudido un procedimiento mediante la elaboración de unas bases y un proceso transparente de selección.

Entendemos esto último como una forma de verdadero alcance hacia una cultura más participada, en la que la institución pública juega un papel fundamental en el esfuerzo de velar por la continuidad de los procesos de selección y los concursos destinados a dotar de contenido y equipo humano sus estructuras. Si bien desde el acontecer histórico de Fotonoviembre se pretendía “posibilitar y difundir una amplia reflexión en torno a la IMAGEN como medio de expresión, comunicación y participación cultural”, tal y como se relata en la página web de la Bienal, es importante recalcar, precisamente, esa participación cultural ahora totalmente ausente, puesto que no ha existido una convocatoria pública cuyo objetivo fundamental sea concebir la cultural de una forma aperturista a través de la acción de incorporar democráticamente a todas las voces posibles.

Por todo lo expuesto y desde nuestro código deontológico, consideramos que el actual nombramiento de Teresa Arozena como directora artística de la XVI Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre para este año 2021, no cumple con las motivaciones de igualdad de oportunidades laborales para con las/os profesionales del sector mediante la realización de convocatorias públicas abiertas. Desde las asociaciones firmantes instamos y les encomendamos con urgencia a la revisión y ejecución para un futuro, de unas bases que cumplan con la función principal de una institución relacionada con lo contemporáneo como “lugar de producción, investigación y estudio de las prácticas artísticas contemporáneas” a través de la participación pública.

Por último y no menos importante, rogamos para futuras actuaciones y en pos de las buenas prácticas y del mantenimiento de la buena salud de la propia institución Cabildo de Tenerife y TEA Tenerife Espacio de las Artes, el desarrollo de acciones de selección pública a través de una convocatoria que afiance la confianza en los procedimientos públicos, transparentes y publicitados. Salud que solo es alcanzable en un contexto de convivencia de distintas formas de pensar, trabajar y desarrollar discurso crítico, en un clima lo más versátil, inclusivo, paritario y democrático posible

MAV / Delegada territorial / Yolanda Peralta Sierra
IAC / Delegación Canarias/ Presidente / Pedro Déniz
AICAV/ Manolo González/ Presidente de AICAV”

Saludos, es lo que hay, desde este lado del ordenador