Fallece el crítico de arte Orlando Franco

Domingo, Marzo 10th, 2013

Tras el fallecimiento del profesor Amadou Ndoye a principios de esta semana, nos enteramos por La Provincia de la noticia de la muerte del crítico y comisario de arte Orlando Franco, víctima informa el periódico grancanario de una “fulminante enfermedad.”

Franco, nacido en la capital grancanaria en 1959, coordinó en sus últimos años el Área de Industrias Creativas del Centro UNESCO de Las Palmas de Gran Canaria, así como fue el precursor de los PechaKucha Night, organizando la primera de estas exposiciones breves de creativos y profesionales de las celebradas en Canarias.

Algunas de las exposiciones que comisarió son: Arte Internacional en las colecciones canarias (Centro Atlántico de Arte Moderno, 1990); Escenarios diferentes (La Regenta en Las Palmas de Gran Canaria y La Granja en Santa Cruz de Tenerife, 1994); Espacios y modos (Edificio Miller, 2003);  El artista como arqueólogo, Millares y El Museo Canario (CICCA, 2007) e Irradiaciones de Oramas (Cicca, 2008).

En su papel de crítico destacan sus trabajos La escena alterada: apuntes sobre la obra de Andrés Solana (1988), Voces de Lola Massieu (2002) y Las pasiones inútiles: 20 años de la Galería Manuel Ojeda (2004).

Saludos desde este lado del ordenador.

La estrategia del pequinés, de Alexis Ravelo

Martes, Febrero 26th, 2013

En este mundo solo hay dos tipos de personas: los ganadores y los perdedores. Y tú y yo no somos ganadores. La gente como tú y como yo pierde siempre.”

(La estrategia del pequinés, Alexis Ravelo, Alrevés)

Alexis Ravelo ha escrito la novela que esperaba de Alexis Ravelo.

La estrategia del pekinés lo consagra así, y a mi juicio, como uno de los grandes narradores del género negrocriminal no solo en Canarias sino de la geografía nacional.

En este libro, trufado de perdedores y violencia feroz, el creador de Eladio Monroy da un paso más allá y sin la sombra de Monroy, cuenta una historia protagonizada por personajes que proceden del arrollo, buscavidas a los que casi todo les ha ido mal. Hombres y mujeres que forman parte del otro lado de la delgada línea roja.

El escritor grancanario nos pone sobre aviso nada más abrir el libro al reproducir una cita de esa obra hoy ya canónica del género como es El asesino dentro de mi, de Jim Thompson: “Una mala hierba es una planta que no está en su lugar. Si encuentro una amapola en un campo de trigo, es una mala hierba. Si la encuentro en mi jardín, es una flor… Está usted en mi jardín.”

Descubro leyendo La estrategia del pequinés a un escritor con una asombrosa capacidad para el desdoblamiento y un sentido del tempo narrativo que hace prácticamente imposible que el lector –ese ha sido mi caso– pueda dejar la novela a un lado y descansar de su nerviosa pero sobre todas las cosas creíble lectura.

La historia, como todas las grandes historias, crece con sus personajes hasta llegar a un final que no sé sí por dramático pero sí teñido de amarga redención me hace pensar que Ravelo además de escritor es un tipo con un curioso sentido lírico de la vida. Y de la justicia.

La primera parte es el relato de un atraco. Y mientras conozco el cómo se prepara la operación y el cómo se presentan a los protagonistas de lo que tiene que resultar un golpe perfecto porque va a ser ejecutado por profesionales, esas páginas saben a La jungla de asfalto, el clásico de W.R. Burnett llevado al cine por John  Huston solo que en La estrategia del pequinés el objetivo es el dinero que guarda en su casa un testaferro de la droga que trabaja en la capital Gran Canaria.

Es inevitable que piense en Burnett porque Las estrategia del pequinés contiene en sus capítulos finales algo de El último refugio, esa poética de la desesperación, de arañar lo inalcanzable que desconcierta y me hace ver otro ángulo de la producción narrativa de Alexis Ravelo.

Un escritor con aliento a clásico del género con todas sus putas letras.

Escrita con rabiosa precisión, precisión que se permite un lenguaje salpimentado de localismos canarios que dan mayor autenticidad a lo escrito porque esas palabras y expresiones no están forzadas sino que le salen de dentro, La estrategia del pequinés da un giro de noventa grados en lo que podríamos denominar como su segundo segmento en el que quizá intuyo al Jim Thompson de La Huida, solo que sus perdedores se encuentran en un territorio –la isla– rodeado de agua. Cárcel de la que parece imposible que puedan escapar pese a llevar encima el suficiente dinero para garantizar su retiro al paraíso.

En contra de las novelas de Monroy, la capital grancanaria ya no es un protagonista más del relato sino un paisaje que marca a sus protagonistas. La estrategia del pequinés podría desarrollarse así en otra ciudad porque en este título lo que importa son los personajes. Hombres y mujeres a los que dota de consistencia Alexis Ravelo.

Una curva les descubrió el perfil de la ciudad, que ya había comenzado a iluminarse, los barcos mercantes como ogros de metal oxidado dormitando frente a la bahía, el mar grisáceo que se encrespaba levemente aquí y allá. La luna, enorme y amarilla, se dejó acuchillar por una nube y volvió a aparecer.”

Resulta difícil escribir las sensaciones que me ha provocado este libro sin revelar algún detalle que pudiera traicionar el rumbo a través del cual se dirige una novela plagada de giros repentinos. Giros que son otras de las claves que hace tan atractivo este título en el que se revela además un escritor bronco y encanallado. Al que no le tiembla el pulso cuando describe momentos de extremada violencia así como no se  pone cursi cuando narra la crepuscular historia de amor y redención que palpita dentro de ella.

Solo puedo asegurarles, como lector leído del género, que La estrategia del pequinés no frustrará a nadie. Ni a los iniciados en la literatura negrocriminal ni a los que lleguen a ella a través de una novela que –apenas recorrido este 2013 que tanto promete en lecturas– a mi ha robado horas de sueño.

Tanto, que aún estoy noqueado porque aquí hay literatura de la buena además de buena literatura negrocriminal.

Se aprecia que La estrategia del pequinés es un vehículo perfectamente armado con ritmo deliciosamente cinematográfico.

Sus protagonistas se caracterizan por sus dobleces. Los villanos, que los hay y dan mucho miedo, resultan creíbles. Y los buenos, náufragos que descubren demasiado tarde que se han metido en una aventura que los supera.

Serán estos, sin embargo, los que se crezcan ante la adversidad, los que recurran a esa estrategia del pequinés que da título, nombre a esta historia.

Le vio el rostro, lleno de ese tipo de maldad que solo un par de décadas de ignorancia pueden llegar a producir. También le vio el tatuaje recorriéndole el cuello, la camisa embarrada de tierra y sangre, el chándal hecho jirones entre los cuales atisbó la fractura abierta en la tibia. Con mezquindad, le escupió mentalmente: “Menos mal que estás muerto, porque esto te hubiera dolido de cojones.”

Una historia sólida y convincente por sus retratos humanos en las que hombres que dejaron de delinquir hace años vuelven a lo que supuestamente saben hacer mejor por necesidad no necedad.

Ahí está El Rubio, un tipo grandote que necesita dinero para pagar la operación de su mujer; o Tito El Palmera, que hizo la mili en Regulares y hoy además de parado está separado de su mujer, y Cora, sobre todo Cora. Una prostituta con el corazón roto que ha adoptado ese nombre de guerra, Cora, por el personaje femenino de El cartero siempre llama dos veces.

Tras ellos se mueve una galería de excelentes secundarios como Junior, distribuidor local de cocaína; Larry, un abogado pijo que se encarga de recolocar el dinero negro que pertenece a una organización peninsular que lleva con mano de hierro el Turco junto a su segundo, apodado El Gordo y que quizá sea uno de los personajes más sobresalientes de esta, reitero, excelente novela que va más allá de un robo que no tuvo que haber salido así.

Detrás de este microcosmos se encuentra Alexis Ravelo, quien como un titiritero juega con ellos mientras el lector avisado, el que está quemado de haber leído tantas historias negrocriminales que no terminan de cuajar, se pregunta qué próximo golpe de efecto dará el escritor para continuar sorprendiéndolo tan gratamente con su La estrategia del pequinés.

Concluye así la novela con uno de esos finales que se te clavan.

La historia, como todas las buenas historias, se cierra con sabor agridulce.

Saludos, aún noqueado, desde este lado del ordenador.

Morir despacio, una novela de Alexis Ravelo

Lunes, Enero 7th, 2013

La verdad es transparente y no se ve, la mentira es opaca y no deja pasar la luz ni la mirada. Eso fue lo que pensó Monroy: la mentira es opaca, la verdad transparente.”

(Morir despacio, Alexis Ravelo)


Resulta cuanto menos curioso. Es la segunda novela que leo, de las cuatro que el grancanario Alexis Ravelo dedica a su peculiar investigador Eladio Monroy, y siento que ya conozco a su jefe de máquinas retirado. También a los actores secundarios que se mueven a su alrededor.

Morir despacio (Mercurio Editorial) cuarta entrega de la serie Monroy, no se lee entonces sino que se recibe con los brazos abiertos, como cuando te encuentras con un viejo y apreciado amigo al que hace tiempo no ves pero que continúa siendo el de siempre.

Esta, a mi juicio, es una de las virtudes de Morir despacio. Y esta, a mi juicio, es una de las virtudes de Alexis Ravelo: conseguir que Eladio Monroy y su mundo forme parte de mi mundo.

La escritura de Ravelo es transparente y muy sencilla. Se mastica bien, y se digiere mejor. Se le puede criticar, en todo caso, su trama. El meollo que obliga a Monroy a volver a la calle, pero tiene truco. El truco es escribir un relato que pueda seguir toda clase de lectores y no solo los que se han especializado en devorar este tipo de literatura.

Un aviso pues a los hard del negro criminal, esta no es una novela de nudos y más nudos que se van desenredando a medida que se llega al apoteósico final. No, esta es una novela con un solo lazo, bueno quizás dos, donde lo que importa más que el trabajo de investigación que emprende Monroy, es la atmósfera. El aire, en ocasiones enrarecido, que respira Monroy.

La novela tiene así los pies sobre la tierra. Y la atmósfera en la que se desarrolla la investigación ecos que, desgraciadamente, son actuales como la reforma del mercado laboral, la crisis y una capital de provincias, Las Palmas de Gran Canaria, sumida no ya en su característica panza de burro sino en esa calima que de tanto en tanto invade los aires de esta comunidad autónoma con presunto seguro de sol.

En Morir despacio, como Los tipos duros no leen poesía, Ravelo arremete contra el poder y los instrumentos que maneja ese mismo poder. No sale bien parado, en este juego de verdades y mentiras, la prensa. El dibujo que hace el grancanario del director de un periódico digital, Canarias al minuto, puede estar inspirado en este sentido en un modelo real. A mi se me ocurre algún nombre. Como se me ocurren otros nombres con otros secundarios que intervienen en esta novela en la que al final, afortunadamente, se hace justicia aunque la justicia signifique una victoria pírrica contra el sistema.

Las Palmas de Gran Canaria es también protagonista de la novela, aunque más que la capital lo sea el añadido de la calima, el agobiante polvo en suspensión que Ravelo sabe describir con destreza, casi como si se tratara de otro personaje más de Morir despacio.

La pátina caliginosa cubría Las Palmas de Gran Canaria con alevosa nocturnidad, los vientos africanos habían transportado la calima hasta la isla durante el domingo y depositándola sobre la ciudad de la luz y de los despojos. El lunes, al amanecer, se había precipitado ya sobre el paisaje: capa de polvo amarillento lo cubría todo, empobreciendo colores, deshaciendo en una nebulosa unánime los contornos de edificios, muebles urbanos, semáforos y automóviles. De haber tenido la posibilidad, los habitantes de la ciudad se hubieran quedado en casa, escondidos en un cuarto en penumbra, con un ventilador y una botella de limonada cerca, soñando con una lluvia mansa e incesante que limpiara el aire y se llevara el polvo hasta el mar.”

La nueva novela de Eladio Monroy es otra novela de Eladio Monroy. Verdad es que el personaje resulta más seguro de sí mismo, más operativo en las manos del escritor, pero no decepcionará a sus seguidores porque, como ya he escrito, es otra de Monroy. Y en las novelas de Monroy las muertes pasan a un plano secundario. Se menciona en el texto de refilón, a modo de fatal desencadenante de la acción.

Lo que interesa al autor es dotar de atmósfera un relato que, ya dije, no tiene demasiadas  complicaciones. Es lo que se espera de Monroy, por lo que Ravelo no se sale del esquema.

Aunque pienso que se trata de una novela en la que hay más del escritor que del propio protagonista, Eladio Monroy.

El final de Morir despacio tiene así aroma de toma de conciencia.

Es decir, que el jubilado jefe de máquinas se confunde en una muchedumbre que se manifiesta y protesta. Horas antes, Monroy ha desenmascarado una de las grandes fortunas de la isla, la de un hombre que se hizo a sí mismo, con el amargo sabor de la victoria en la boca.

Escribo amargo porque, como apunté antes, sabe que se trata de un triunfo pírrico aunque sin hombres como Monroy no existirían estas pequeñas victorias.

El poderoso, Marcial Navarro Lorenzo, la mano siniestra que dirige como títeres tanto a políticos, con independencia de cual sea su partido, como al resto de los que se han convertido en sus marionetas, ha hecho fortuna con una empresa de seguridad. Curiosa e inquietante lectura, porque ese pequeño ejército privado gestado y alimentado por la corrupción, podría algún día ser una realidad no solo en este archipiélago abandonado de la mano de los dioses.

Así se describe Navarro Lorenzo: “Sí. Se deja que no ha nacido hijo de puta capaz de joderme. Si se informó de verdad sobre mí, sabrá cómo empecé: vigilaba coches por la noche en la calle y, cuando ya daba la madrugada, me iba a Mercalaspalmas, llenaba un furgón con fruta y la vendía por los mismos barrios que me pateaba por la noche. Sé lo que es partirme el lomo y sé lo que es no tener dónde caerme muerto. Desde chico aprendí que nadie te va a regalar nada, que lo que tengas en la vida te lo vas a tener que ganar tú y que solo hay un objetivo en esta vida que valga la pena: que a tus hijos no les falte nunca de nada. Y, si para conseguir eso, hay que pisarle la cabeza a quien haga falta, se le pisa la cabeza y punto y pelota. Yo no soy hipócrita, Monroy. Yo soy un tío que se crió en la calle y sabe lo que es el sudor. No tengo estudios ni tengo modales finos. Solo tengo dinero. Pero, teniendo dinero, ¿para qué necesito los modales y los estudios?

Eladio Monroy mientras tanto investiga, almuerza y cena, tontea con su novia, cuida su relación con su hija, amante de las causas perdidas y lee –tendré que conseguir el Diccionario jázaro de Milorad Pavić, una de cuyas citas abre este volumen: “La verdad es transparente y no se ve, la mentira es opaca y no deja pasar la luz ni la mirada”– mientras manifiesta su interés por los libros, algunos de los cuales ya hemos hecho referencia en este mismo blog:Volvió a entrar y novelereó los libros de la estantería, donde abundaban las ediciones de bolsillo de Terry Pratchett y las sagas de fantasía épica y ciencia ficción, junto a algunas novelas policíacas. Solo había un libro canario, Si le digo le engaño, de Carlos Álvarez. Monroy no lo había leído, pero, por lo que sabía, iba sobre dos tipos que salían a pescar y volvían con cien kilos de cocaína de la mejor calidad. Buena pinta. Tendría que pillarse un ejemplar.”

Me recuerda también Morir despacio al mejor Charles Williams en los capítulos finales de la novela. 

Quien haya leído a Williams sabrá porqué lo digo, quienes no lo hayan leído se lo pierden. Esas cosas pasan.

Baste avanzar que Charles William trasladó al mar muchas de sus historias negro criminales. Y Ravelo traslada al mar la que quizá sea, a mi juicio, la mejor escena de su Morir despacio.

Un duelo en el que dos hombres frente a frente, en una barca que flota en la inmensidad del océano, se ven las caras. El diálogo resulta de cine mientras la tensión crece.

A mi me recordó a El arrecife del escorpión, a Calma total.

Y es en estos capítulos donde encuentro al mejor Alexis Ravelo, donde aprecio su vigoroso pulso narrativo pese a que esté constreñido por el universo de Eladio Monroy.

Un Monroy que en esa barca adquiere insólita doblez.

O lo que podría ser su reverso tenebroso.

Saludos, un lunes extraño, desde este lado del ordenador.

Un libro: El Porvenir de Juana Vizcaíno

Martes, Diciembre 18th, 2012

El público asocia el nombre de Juan Luis Calero al humorista, también a quien imita y crea voces.

Sin embargo, detrás de personajes como La Señora y El Caballero, entre otros, se esconde un escritor al que ahora muchos podrán descubrir –como ha sido mi caso– con El Porvenir de Juan Vizcaíno (colección Narrativas, Ediciones Idea), un libro que apenas llega al centenar de páginas pero en el que Calero se muestra como un preciso narrador.

Un  escritor que sabe dotar de grosor a los personajes que habitan el barrio de El Porvenir, que es el espacio en el que transcurren todas las pequeñas historias cotidianas que nos relata Calero con, a ratos, sabor a realismo mágico.

El Porvenir de Juana Vizcaíno no es, sin embargo, una novela. Tampoco un libro de cuentos. Quizá sea en todo caso fragmentos de una novela voluntariamente inacabada en la que su autor da voz a todas esas comunidades que, como indicó en la presentación de este libro, se han visto silenciadas “por la máquina implacable de la modernidad.”

Quizá radique aquí una de las pequeñas grandezas de El Porvenir de Juana Vizcaíno, con una Juana Vizcaíno que es un personaje más en esta novela coral contada a base de fragmentos. 

Me refiero a su entrañable y despiadado localismo urbano, a la también visión irónica que revela de un barrio que puede encontrarse en el corazón y en la periferia de cualquier capital de las islas y que vive –como las islas– en un universo complejo y acomplejado.

En el que cada uno de sus personajes se reconoce y perdona la vida por el mote.

El Porvenir es un barrio humilde en el que deambulan otros pobres que son más pobres que los mismos pobres de El Porvenir. Geografía de la miseria pero también de la humildad con la que el escritor, “en un gesto de agradecimiento”, se inspira en algunos de los hombres y mujeres que hace más de treinta años habitaron la calle de Bernardo de la Torre, en Las Palmas de Gran Canaria (1).

Un espacio pequeño el de El Porvenir dominado por la superstición, relaciones equívocas, mujeres que han forjado carácter a base de demasiados sacrificios y hombres que hunden sus penas en vino.

Algunos, como Juan Sosa, se acostaban y rompían la cama con la borrachera, y esto se contaba hasta que eran viejos. El ron ciega a los hombres. Juan el irlandés apareció lleno de ron y con la cabeza abierta en el zaguán de la casa, recuerdo la cabeza de Juan el irlandés y todo el cuerpo al lado de un charco de sangre. Mercedita la borracha se orina en los portales. Mercedita la borracha se abriga con el vaho húmedo del serrín y duerme en las sombras frías de la calle; a Mercedita rara vez se le oye hablar. Mercedita la borracha orina  y deja charcos para marcar el territorio de la desgracia.”

Tiene mucho de amargo este libro, como si Juan Luis Calero hubiera querido darle la vuelta a Amarcord, esa gran película sobre el sueño de la adolescencia perdida del cineasta italiano Federico Fellini.

No, Juan Luis Calero propone irnos por otro lado. Un lado que no cae en lo perverso aunque en ocasiones sí que roza con lo sórdido. Aunque sea cotidiano, resulte natural en un lugar como El Porvenir, nombre simbólico de una calle o unas calles, de un barrio cuyas gentes carecen precisamente de futuro.

Y todo esto narrado con rabiosa precisión, casi como si Calero se estuviera mordiendo los labios mientras la escribía.

Realista a ratos, lírica en otras, El Porvenir de Juana Vizcaíno desparrama estampas de un mundo y da pinceladas sobre unos personajes cuyos eco muchos somos los que todavía lo recordamos.

Un recuerdo que permanece ahí, dentro de nuestra memoria aunque esté sepultado por eso que conocemos como experiencia.

Es probable que ésta haya sido una de las razones por la que me ha invadido cierta tristeza, que se haya despertado en mi cierta nostalgia olvidada al leer este libro que contiene el aroma de una calle, de un barrio, de una ciudad que, curiosamente, aún palpita y mucho me temo se reproduce en estos días en los que parece que tampoco hay futuro.

En definitiva, que descubro en las 84 páginas de este libro una forma de hablar, una forma de relacionarse con los otros, una sensación de empalagosa endogamia que me hace pensar en ese carácter inevitable que define a los que habitan las islas de este archipiélago.

Explica su mirada resignada.

También su miedo a la nada.

Juan Luis Calero escribe:  

Aquí los pobres siempre son pobres y los ricos siempre son ricos. El miedo es la única herencia. Miedo a todo. Miedo a mover un objeto cualquiera en la casa porque implica mover el universo y lo que no vemos, miedo a trasladarse en el espacio de la isla. En El Porvenir se siembra el miedo en el alma, se cultiva el miedo durante toda la vida.”

P.D.: Cometen una injusticia si dejan de leer esta novela que no es una novela sino fragmentos de una novela.

(1) El porvenir de Juana Vizcaíno: otro libro de Juan Luis Calero. Bienmesabe.org

Saludos, elescobillon, desde este lado del ordenador.

SILA sí, SILA no, ¡viva el puñetero pleito insular!

Martes, Diciembre 11th, 2012

Este miércoles 11 de diciembre, comienza en la capital grancanaria la cuarta edición del Salón Internacional del Libro Africano (SILA), un Salón que comienza con mal pie tras el concurso que adjudicó su contratación a una UTE y la insólita decisión de cambiar su sede original. Si antaño fue el Puerto de la Cruz y Santa Cruz de Tenerife, hoy asume el relevo Las Palmas de Gran Canaria.

No voy a ser de los que hurgan en la herida abierta de la rivalidad entre las dos provincias que divide a este archipiélago sin memoria, pero sí reclamo transparencia para conocer el fondo y las formas de un concurso que ha degenerado en este “atraco”, insisten los miembros del SILA original, frente al deseo por convertir este encuentro en un vehículo “de comunicación con África”, según asegura el director general de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Aurelio González.

Debo entender por ello que, a juicio del señor González, las tres ediciones anteriores de SILA no contribuyeron a crear lazos “de comunicación con África” aunque, que yo recuerde y asistí a las tres ediciones de SILA celebradas en Tenerife, no vi a Aurelio González asistiendo a las conferencias y mesas redondas que ofrecía su programa.

Entiendo, aunque no comparta sus modos de actuación, la reacción de los responsables del SILA original, aunque me pregunto cómo dejaron que este proyecto se les fuera de las manos…

El caso, objetivamente, es que SILA ya no se celebrará en Tenerife. Y el caso, objetivamente, es que ya no será el mismo SILA que conocimos.

Desde la Fundación Canaria Farrah Looking For Development UTE, empresa encargada de organizar las ediciones de 2012 y 2013, su presidenta, Josefa Farray, afirma que se ha diseñado un programa que gira en torno a dos ejes: la literatura como herramienta de cambio y el SILA como plataforma de conocimiento intercultural. “Lo hemos enfocado como lo que es, un programa de cooperación cultural, lo cual implica valores como la solidaridad”, dice Farray, quien añade “se ha confeccionado con celeridad, ya que el concurso se convocó por procedimiento de urgencia.”

Mmmmm.

La cuarta entrega de SILA contará con la participación de una delegación marroquí y escritores y editores de otros países africanos como Benin, Senegal, República Democrática del Congo, Mauritania o Guinea Ecuatorial”, además de una representación de expertos, editores y escritores canarios. “Están todos los que han querido estar, todos caracterizados por su independencia”, apunta Farray, a quien ningún periodista le planteó en la rueda de prensa la pregunta del millón:

¿Qué opina usted de la polémica suscitada sobre el nuevo SILA?”,

O:

¿Cómo explica usted que un Salón que se celebraba en Tenerife durante los últimos tres años se haga ahora en Las Palmas de Gran Canaria?

O

¿Cómo reaccionaría usted si, pongamos por caso, el Festival del Sur-Encuentro Teatral Tres Continentes de Agüímes lo acogiera este año Granadilla de Abona?”

Farray dice que este SILA será un SILA “de todos”, pero no lo tengo tan claro por mucho que “insista que llegará a todas las islas, a Madrid y a tres países africanos: Marruecos, Egipto y Senegal.”

ACCIONES LEGALES

Reproducimos a continuación e íntegramente un nuevo comunicado de la Asociación SILA, responsable de las tres ediciones anteriores del encuentro,

“La Asociación SILA estudia emprender acciones legales contra Casa África por utilizar la marca registrada SILA en su Web anunciando actividades que nada tienen que ver con el genuino Salón Internacional del Libro Africano.

Casa África, cediendo sus instalaciones al falso SILA, se suma al atropello que está sufriendo la Asociación SILA, que ha visto cómo su proyecto Salón Internacional del Libro Africano le ha sido usurpado y plagiado alevosamente, tanto en contenido como en estructura, e, incluso en el nombre, por la Fundación Farrah y el Gobierno de Canarias.

El Gobierno de Canarias patrocinaba, como otras instituciones y empresas el proyecto SILA desde sus comienzos y ahora, amparándose en la gestión de fondos europeos para fortalecer el desarrollo del SILA, deciden usurparlo, desvirtuarlo, plagiándolo para utilizarlo en beneficio propio. Es evidente además la degradación de proyecto si se compara el programa de las ediciones anteriores y la del falsificado SILA de este año 2012.

La asociación SILA ha iniciado las acciones legales que le amparan, auque el daño causado será difícil de superar al poner en marcha la UTE de la Fundación Farrah el adulterado SILA.

Por su parte, el Gobierno de Canarias sigue manteniendo silencio absoluto y no ha dado ningún tipo de explicación a los creadores y propietarios de la marca. Desde SILA manifestamos nuestra preocupación ante el desamparo y el atropello cometido por una institución como el Gobierno de Canarias al plagiar, con absoluto descaro, un proyecto de autoría privada. Esto sienta un grave precedente y crea una absoluta inseguridad en esta comunidad autónoma para los profesionales de la Cultura, que se sienten desprotegidos ante el abuso de poder de la principal institución de nuestra comunidad autónoma.

Desde la Asociación SILA instamos a los profesionales, empresas e instituciones a que no colaboren con esta edición ilegítima, negándose a participar para no promover este tipo de usurpación que pone en peligro la emprendeduría, la investigación y el desarrollo de acciones culturales y empresariales y coarta la capacidad de innovación de los profesionales dedicados a la gestión cultural.

Por el momento, nos hemos visto obligados a suspender la edición del SILA 2012 y hemos comenzado a trabajar para tratar de poner en marcha nuevamente el SILA el próximo año 2013.

Desde la Asociación SILA, Salón Internacional del Libro Africano, agradecemos las numerosas cartas de apoyo de profesionales, empresas e instituciones, que nos han hecho llegar su absoluto rechazo hacia las acciones y forma de actuar del Gobierno autónomo canario. Queremos agradecer especialmente el apoyo del Cabildo Insular de Tenerife y de los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y de San Cristóbal de La Laguna, que se han negado a participar y a formar parte de la farsa encabezada desde el Gobierno de Canarias al apropiarse de un proyecto que no es de su autoría ni propiedad, utilizando una marca protegida intelectual e industrialmente.

Pedimos nuevamente el apoyo y colaboración de todos los sectores de la sociedad canaria para impedir esta deleznable practica y salvar al SILA, su trabajo, objetivos, trayectoria e implicación con el sector del libro y el desarrollo cultural.”

Saludos, SILA sí, SILA no, desde este lado del ordenador.

Alexis Ravelo presenta ‘Morir despacio’, cuarta entrega de la serie negro criminal Eladio Monroy

Lunes, Noviembre 26th, 2012

El escritor Alexis Ravelo presenta el 5 de diciembre en el Museo Poeta Domingo Rivero, calle Torres, nº 10 de Las Palmas de Gran Canaria, Morir despacio (Anroart Ediciones) cuarta novela de la serie que protagoniza el ex marinero,  gourmet y algo canalla Eladio Monroy.

Esta nueva entrega –tras Tres funerales para Eladio Monroy, Sólo muertos y Los tipos duros no leen poesía–  comienza con un muerto, un supuesto suicida, y la aparición de un Monroy más relajado, que ha renunciado a sus chanchullos y quiere ordenar su vida tras reconciliarse con su hija. Sin embargo, y tras la petición de un asesor laboral retirado, padre del supuesto suicida, que hace trabajos informáticos para un periódico digital, se complican las cosas y aparecen, como en toda novela negra criminal que se precie, muertos y más muertos.

Morir despacio, avanza Ravelo, es una novela pegada a la realidad cuyo transfondo es el de la crisis que nos hace un poco más miserables. De hecho, el escritor saca los colores a los  poderes de toda la vida al denunciar cómo se están aprovechando de la coyuntura actual para vulnerar derechos y reducir libertades.

“La novela transcurre en la primavera de 2012 y comienza con un asesor laboral leyéndose el decretazo de febrero”, explica el escritor grancanario en la que podría ser la novela más políticamente incorrecta de la ya hoy tetralogía Eladio Monroy.

Acompañarán al escritor en la presentación Javier Doreste Zamora, hijo de Ventura Doreste, y Juan Manuel Brito Díaz, miembro de Acción en Red Canarias, también historiador.

Está previsto también que en febrero de 2013 se publique La estrategia del pequinés (Alrevés), una nueva incursión en el género negro criminal de Alexis Ravelo, aunque este título no pertenece al ciclo Monroy sino a la línea más dura, violenta y crítica de uno de los representantes más sólidos e interesantes de la literatura policiaca en el archipiélago.

Saludos, ¡Vuelve Eladio Monroy!, desde este lado del ordenador.