Una señora con todas sus letras
Sábado, Agosto 1st, 2009La frase hecha dice que hay personas que saben envejecer como los buenos vinos, y creo que Mary Carrillo, que ayer viernes dio su último suspiro, fue una de esas personas. El paso tiempo terminó por vestirla de señora, una señora al uso conservador que son al fin y al cabo todas las señoras que con el paso de los años saben desvestirse de las bellezas efímeras de la juventud porque aceptan sin resignaciones de ningún tipo el paso y el peso del tiempo.
Las crónicas que se han publicado y que ya pululan por la red destacan el gran protagonismo de la actriz en el mundo del teatro, pero este que les escribe, confeso analfabeto en las cosas de la escena, sí que recuerdo a Carrillo en sus numerosas apariciones en el cine español de los años cincuenta, ese cine a rescatar y por muchos a descubrir, que hizo grande esto del séptimo arte en este país. Entre otras películas, se me viene a la memoria sus papeles en esa obra maestra que es El pisito, del italiano Marco Ferreri, rodada con ecos neorealistas en Madrid, y una cinta de sórdido humor negro, bestia, de urgente revisión en estos tiempos que nos corren; así como sus trabajos como actriz de reparto o secundaria –por usar una palabra políticamente incorrecta–, en El crimen de Cuenca o Los santos inocentes. O En nueve cartas a Berta o Entre tinieblas cuando Pedro Almodóvar quería ser un salvaje postmoderno. Tiene otras películas, como La colmena, y bastantes series de televisión hechas con talento como Fortunata y Jacinta, excelente adaptación a la pequeña pantalla de la novela del mismo título del maestro Benito Pérez Galdós. Ese escritor nacido en Canarias que se fue de las islas porque su tierra se le quedó demasiado chica.
Me consta que Mary Carrillo tenía numerosos amigos en el archipiélago, algunos de los cuales ya la acompañan en ese otro mundo que muchos se empeñan que existe sin que nadie haya demostrado lo contrario. Exista o no un más allá o un más acá, la señora que fue Mary Carrillo seguro que ya está entreteniendo al personal con sus dotes para el drama y la comedia que son, al fin y al cabo, dos de las grandes chispas que componen esta función que es estar despierto.
Saludos (de luto riguroso) desde este lado del ordenador.