Archive for Septiembre, 2019

Ryukichi Terao: “Tengo pesadillas cuando traduzco al japonés un libro de Carpentier”

Lunes, Septiembre 30th, 2019

Ryukichi Terao (Nagoya, Japón, 1971) dice que hay ocasiones en que se desespera cuando traduce pero intenta siempre quedar satisfecho con el resultado final. Lo que a veces ocurre y otras no. Terao fue uno de los invitados del 2º Festival Hispanoamericanos de Escritores que se celebró en Los Llanos de Aridane (La Palma) del 10 al 14 de septiembre y foro en el que habló de traducir y de traducciones.

Doctor en Letras de la Universidad de Tokio en 2005. Actualmente es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Waseda y autor de libros de estudios literarios como Literaturas al margen (2003), La novelística de la violencia en América Latina (2005) y El realismo mágico: la novela latinoamericana del siglo XX (2012).

Como traductor de novelas hispanoamericanas cuenta, entre otros títulos, con La región más transparente (Carlos Fuentes), Tres tristes tigres (Guillermo Cabrera Infante), Casa de campo (José Donoso), Historia de Mayta (Mario Vargas Llosa) y El hombre que amaba a los perros (Leonardo Padura) y como traductor de novelas japonesas al español con Encuentros secretos (Kobo Abe) y Adiós, libros míos (Kenzaburo Oe). Le encantaría traducir los cuentos de Yasunari Kawabata, premio Nobel de Literatura en 1968 y maestro, entre otros escritores japoneses, de Yukio Mishima.

- ¿Cómo decide aprender español?

“La verdad es que fue sin querer la forma en cómo llegué a este idioma. Me lo propusieron en la Universidad y dije sí. Se impartía durante cinco horas a la semana y una vez dentro ya no hubo marcha atrás aunque poco a poco fui descubriendo que me gustaba y su literatura también. Sobre todo la hispanoamericana. Leí a Gabriel García Márquez y a Mario Vargas Llosa lo que me animó a especializarme en estudios latinoamericanos el segundo año”.

– ¿Recuerda la primera obra que tradujo del japonés al español?

“Fue un cuento de Junichiro Tanizaki. En aquel entonces vivía en Venezuela trabajando en una tesis para el doctorado en la que estudiaba y comparaba la violencia en países como Colombia, Venezuela y Méjico. Al escribir la tesis en español quise mejorarlo y me pareció que una buena práctica podía ser la traducción al español de un cuento de Tanizaki. Entonces vivía en Mérida, ciudad en la que reside mi estimado amigo y escritor Ednodio Quintero, que es un experto en literatura japonesa, y a quien le mostré la traducción de ese cuento que, tras leerlo, me animó a que hiciera lo mismo con los restantes, lo que realicé. Aprendí mucho con este ejercicio y, al mismo tiempo, mejoré mis conocimientos en español. Los siete cuentos traducidos de Tanizaki se publicaron como libro en Venezuela en 2007”.

- ¿Y del español al japonés?

“La primera obra que traduje fue El escritor y sus fantasmas, un ensayo de Ernesto Sábato que se ha convertido en uno de mis libros de cabecera y al que recurro constantemente porque está repleto de sugerencias. Por esta razón y al contar con el patrocinio del Gobierno de España, se planeó inaugurar una colección en 2008 con este libro. Se trataba de una colección en japonés de autores ganadores del Premio Cervantes y se acordó que comenzase con el libro de Sábato, que apareció al año siguiente, 2009”.

- Si ya de por sí es complicado una traducción, se me ocurre que debe ser el doble de difícil cuándo se trata de traducir el japonés al español y viceversa.

“Cuando traduzco del español al japonés lo puedo hacer solo, no hay problema pero cuando es al revés, del japonés al español tengo que consultar con los amigos, leer libros, recurrir si está vivo al mismo autor de la obra porque necesito que alguien me corrija y me contradiga. Que me regañe incluso. El japonés y el español son idiomas totalmente diferentes, no tienen nada en común, las estructuras gramaticales son radicalmente distintas y en ningún caso la traducción literal sirve, lo que me fuerza a que el texto traducido no se lea como una traducción sino como si estuviera escrito en el idioma de uno. No me gusta que las frases traducidas fluyan sin originar ninguna turbulencia”.

- ¿Y cómo lo consigue?

“No lo sé. Soy traductor”.

- Pero tradujo una obra tan compleja como Tres tristes tigres de Cabrera Infante.

“Y la gente me pregunta a veces cómo lo hice y me quedo pensado en una respuesta cuando la verdad es que me encontraba sentado en mi butaca frente al ordenador y rodeado de diccionarios. Muchos diccionarios al alcance de mi mano”.

- ¿El traductor es un traidor sobre la obra que traduce?

“Sí y no, ya que si te empeñas en que tu trabajo se parezca demasiado al original esto no es lo tuyo. No puedes traducir absolutamente nada. Por ejemplo, cuando traduje Tres tristes tigres consulté la versión inglesa en la que colaboró Guillermo Cabrera Infante y la comparé con la versión en español y me di cuenta que había una parte que no se correspondía en una y en otra. El mismo Cabrera Infante aceptó esa traducción al inglés, lo que significa que él mismo se traicionó con respecto al original en español lo que me dio mucha tranquilidad y confianza. Entre otras, la libertad de introducir frases que no aparecen en el texto original y de inventar palíndromos que no están en el libro. Creo que todo esto lo hubiera disfrutado Cabrera Infante si supiera japonés”.

- ¿Pero cuánto piensa que se pierde o se gana con una traducción?

“La esencia no se pierde, un buen texto literario tiene alcance universal. Y ese espíritu se puede conservar en una buena traducción literaria. Por otro lado, sí que se pueden perder los detalles pero si se pierden es algo que no debe de preocuparnos ya que es lo que ocurre cuando se pasa un texto a otro idioma, lo importante es que el traductor conserve en todo momento la esencia de la obra”.

– ¿Qué autor le resulta más difícil de traducir del español al japonés?

“Sufrí doblemente a Carpentier porque se trata de un escritor barroco, con frases muy enrevesadas. Su vocabulario es demasiado amplio y minucioso. Me costó mucho traducir El recurso del método y eso que traté de respetar lo rebuscado de sus frases. Es una pesadilla traducir a Carpentier al japonés a quien de cierta manera sufrí por partida doble al traducir la parodia que escribió Guillermo Cabrera Infante con el estilo de Carpentier en la novela Tres tristes tigres y eso que se trata de un texto de apenas diez páginas, diez páginas que costaron y que casi me hicieron odiarlos a los dos. Lo recuerdo como una pesadilla, a cada rato aparecían palabras que nunca volveré a ver y que consultaba en diccionarios y enciclopedias. Fue una pesadilla, una pesadilla que ahora recuerdo gratamente”.

- ¿Y la traducción más fácil?

“Los textos que están escritos en un español estándar no me originan demasiadas complicaciones. Mi última traducción, El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura, sí que me dio complicaciones ya que a cada rato me enfrentaba a la dificultad de traducir hechos y personajes históricos que combatieron en la Guerra Civil española y que desconocía pero por eso también ha sido un trabajo muy grato, grato porque no fue fácil pero sí ameno”.

-¿Qué autor latinoamericano que no ha traducido le gustaría traducir?

“Son varios. En estos momentos estoy con la traducción de Noticias del imperio, de Fernando del Paso, que tiene unas setecientas páginas y estoy comprometido a traducir La forma de las ruinas, del escritor colombiano Juan Gabriel Vasquez. Todavía quedan obras de literatura latinoamericana que no se consiguen en japonés como Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos. Estoy leyendo constantemente con la idea de qué traducir. En estos momentos, una editorial japonesa ha puesto en marcha la colección El Dorado con la misión de publicar las obras más representativas de la literatura hispanoamericana moderna. Hemos conseguido publicar hasta la fecha 21 títulos. El penúltimo fue, precisamente, El hombre que amaba a los perros, de Padura. La editorial está muy satisfecha con las ventas y los resultados obtenidos y quiere ampliar la colección a unos cincuenta títulos”.

- Entonces, ¿hay interés en Japón por lo que se escribe en español?

“Más o menos aunque el interés por el español ha crecido bastante en los últimos años. Hablo como profesor universitario que se encuentra con jóvenes que quieren estudiar español y viajar a España. Este mismo interés se dirige a Hispanoamérica ya que se han desarrollado los estudios de los países latinoamericanos. Poco a poco, se ha incrementado el interés del español como idioma, lo que tratamos ahora es que se refleje en un aumento de lectores japoneses”.

- ¿Ha traducido poesía?

“Sí, he traducido Valer la pena de Juan Gelman y debo de reconocer que fue una experiencia tremendamente difícil, pero quise hacerlo porque ese poemario me encantó, me enamoré de él. Quise traducirlo enseguida. También traduje una antología de poemas de Gonzalo Rojas que me resultó muy difícil así que no sé si volveré a traducir poesía. Me quedé muy contento con el poemario de Gelman, de hecho vino a Japón donde recitó algunos de sus poemas que yo traducía al auditorio en japonés. Este trabajo me dejo muy satisfecho pero con la antología de Gonzalo Rojas no pasó igual. Fue una labor que me resultó frustrante ya que de vez en cuando releo mis traducciones y esa en concreto me disgusta bastante. No, no creo que vaya a traducir poesía otra vez”.

- ¿Crece el número de traductores japoneses al español?

“Sí pero todavía somos muy pocos. El gobierno japonés no da mucha importancia al español, lo que viene de atrás ya que durante el período Meiji, dinastía que inició una cierta occidentalización en mi país, aparecieron muchos traductores pero se dio más importancia al inglés, francés, alemán e incluso ruso que al español. Yo soy la tercera generación de estudiantes de español de la Universidad de Tokio porque, como dije, hay otros idiomas con más tradición traductora. Si me comparo con ellos, los de español somos aún muy pocos”.

- ¿Tiene preferencia por la literatura de algún país latinoamericano?

“No, no tengo preferencia. Solo pido que sea buena literatura”

AHORA

Ryukichi Terao se encuentra en estos momentos traduciendo el monólogo de la emperatriz Carlota que Fernando del Paso incluye en la novela Noticias del imperio. Terao no dice traducir sino batallar en concreto con este texto ya que, explica, “soy un hombre coherente que se enfrenta a un discurso incoherente que me está resultando muy difícil aunque creo que está quedando bien”. Ya lleva traducida unas seiscientas páginas de la novela. Más identificado con las literaturas de hispanoamérica que con la española, Terao que residió un año en Madrid, pasó siete en varios países de Iberoamérica, por lo que conoce y maneja esa realidad.

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Juancho García

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Juan Jesús Hernández López, premio de poesía Pedro García Cabrera

Jueves, Septiembre 26th, 2019

Juan Jesús Hernández López ha resultado ganador del premio de poesía Pedro García Cabrera por el poemario Un taxidermista entre jirafas. El premio está dotado de 3.000 euros y la publicación de la obra.

El autor presentó el trabajo con el pseudónimo de Travis Bickle, el nombre del protagonista de la película Taxi Driver, y cómo en el filme, cuenta la experiencia de un taxista en clave poética.

Convocado por la Fundación CajaCanarias, el jurado de esta edición lo formó María Ángeles Alemán Gómez, Antonio López Ortega y Francisco Martín León.
 
Juan Jesús Hernández, originario de la localidad británica de Reading pero establecido en Las Palmas de Gran Canaria desde 1976, comenzó a escribir hace menos de cinco años.

Saludos, felicidades, desde este lado del ordenador
 

Un encuentro con Francisco Estupiñán

Jueves, Septiembre 26th, 2019

El Club de Lectura Agustín Espinosa contará mañana, viernes, 27 de septiembre, con la presencia del escritor y periodista Francisco Estupiñán, quien hablara de su nueva novela, El águila de San Juan, en la que propone un interesante recorrido por la historia de Canarias y España durante la Guerra Civil y los inicios de la II Guerra Mundial.

Entre otros temas, Estupiñán explicará las claves que le llevaron a escribir esta historia, la tercera que ve publicada el autor tras El corsario de Lanzarote y Negro Juan, estas dos últimas ambientadas a finales del siglo XV.

El protagonista de El águila de San Juan es un marino grancanario, iniciado en la masonería que sirve a los militares rebeldes escondiendo su pasado como hijo de la viuda. Entre otros aspectos, la novela revela el plan de ataque y conquista de la isla de Gran Canaria por los británicos al estallar la II Guerra Mundial y la huida de la esposa del general Franco, Carmen Polo, de Gran Canaria al comienzo de la Guerra Civil española.

El club de lectura se desarrolla en la Casa de la Cultura, en Santa Cruz de Tenerife. Es abierto hasta llenar aforo y comienza a las 18 horas.

Saludos, hasta mañana, desde este lado del ordenador

Ediciones La Palma presenta el segundo volumen recopilatorio de las obras de Nicolás Melini

Miércoles, Septiembre 25th, 2019

Ediciones La Palma presenta Aunque no sea el blanco mi color favorito, segundo volumen en el que Nicolás Melini recopila su producción literaria tras la publicación el año pasado y en la misma editorial de Brindo por el hombre más puro que conozco.

El título de las dos obras son versos del poeta inglés Philip Larkin, trdaucidos por Antonio García Ysábal.  Aunque no sea el blanco mi color favorito incluye Ciénaga, el último libro de cuentos del autor, quien publica también la novela El estupor de los atlantes (Editorial Nazarí, 2019).

Saludos, avisados quedan, desde este lado del ordenador

Esta tormenta, una ¿novela? de James Ellroy

Martes, Septiembre 24th, 2019

Esta tormenta quizá se trate de uno de los títulos más poéticos de James Ellroy pero también de una de sus peores novelas. El nuevo proyecto de Ellroy es repetir el éxito obtenido con el cuarteto de Los Ángeles, saga que inició con La dalia negra y finalizó con Jazz blanco e historias duras e intensas que se desarrollaban a finales de los años 40. Las dos primeras novelas de lo que se anuncia nueva tetralogía (Perfidia y Esta tormenta) se desarrollan a principios de esa década y están protagonizados por muchos de los personajes que aparecieron en la que continúa siendo su serie de referencia, las novelas que lo catapultaron al éxito.

El éxito no le ha sentado nada bien a Ellroy, un escritor que le encanta a los medios de comunicación y al que le encantan los medios de comunicación. Se nutren recíprocamente, sobre todo tras él éxito de L.A. Confidencial, la novela que lo encumbró como el pit bull del nuevo policíaco norteamericano.

El escritor comenzó a dar síntomas de rabiosa improvisación en otro cuarteto, novelas que se desarrollaban en los años 60 y en las que el perro rabioso hurgaba en las trastiendas del asesinato de J. F. Kennedy. Obras voluminosas en páginas, corales (necesitan de una guía de personajes) y con los nudos suficientes para despistar al lector, el relato se bifurcaba en otros relatos, un poco al modo de las muñecas rusas, pero es tanto lo que cuenta entre punto y punto –las comas apenas existen en el renovado universo de Ellroy– que el lector que esté dispuesto a prestar la debida atención a cualquiera de ellas tirará finalmente la toalla.

Esta tormenta continúa donde lo dejó Perfidia, la ciudad de Los Ángeles durante la II Guerra Mundial, y presenta a su demoníaco policía Dudley Smith sirviendo en el Servicio de Inteligencias de los Estados Unidos de Norteamérica mientras hace que busca a quinta columnistas japoneses mientras prosperan sus negocios sucios con un fascista mejicano, que los hubieron.

La trama se ramifica en otras tramas y hay peleas, torturas, mujeres que quitan el hipo, traición en la mejor tradición del tópico solo que pasado por el filtro de un escritor que parece abducido por sus criaturas literarias olvidando contar una historia con meridiana coherencia.
A los que nos gusta lo que escribe James Ellroy lo que ha publicado en los últimos años se nos hace cuesta arriba. Casi parece que no es el mismo escritor. Es verdad que el seguidor leal no abandona la novela a la mitad pero sí que se pregunta ¿qué he hecho para merecer esto?

No convence esa tormenta, este universo en el que nadie es inocente. Y eso que el escritor disponía de elementos y una atmósfera retro lo suficientemente atractiva para recuperar al potentísimo autor que descubrimos con sus primeras obras. Aquel tipo raro que clavaba los dientes como un pit bull para no soltarte.

Frente a Esta tormenta, el seguidor de James Ellroy echará de menos al autor de Réquiem por Brown y El asesino de la carretera, también al de las tres novelas que dedicó al agente Lloyd Hopkins (Sangre en la luna, A causa de la noche y La colina de los suicidas) y en las que todavía transmitía ese odio del que parece ha logrado liberarse y que arrastraba de un pasado contaminado de drogas y alcohol para borrar de la memoria a su madre, una mujer a la que apenas se acercó, y a la que asesinaron sin que se resolviera el caso.

Como todo lo que escribe en Esta tormenta hay momentos logrados pero están descritos con una ira que parece impostada aunque las escenas sean más o menos las escenas de James Ellroy, quien moldea la historia a su gusto. Si el Hollywood de la primera tetralogía parecía real pese a los excesos, es tanto el exceso que imprime en sus dos últimas novelas (Perfidia y Esta tormenta) que más que enojar resulta risible. Aún así, resulta fácil imaginar a un Orson Welles al que le dan una paliza para animarlo a que haga de chivato de la policía e informe de posibles comunistas que trabajan en la Meca del Cine, pero no de otras estrellas del cine norteamericano de aquellos años, ya que resultan inverosímiles.

Da la sensación, y bastante que nos alegramos de ello, que James Ellroy ha superado el trauma que lo taladró en su adolescencia pero también revela que esta sanación espiritual ha reducido el interés de una obra que se prometía salvaje, tan salvaje como ese perro rabioso que dicen que lleva dentro y que uno sospecha, tras leerse las más de seiscientas páginas de Esta tormenta, se ha domesticado.

Saludos, perro ladrador poco mordedor, desde este lado del ordenador

Rodrigo Blanco Calderón: “No veo luz al final del túnel para Venezuela, el daño ya está hecho”

Lunes, Septiembre 23rd, 2019

Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) obtuvo con The Night, su primera novela, el premio de la tercera edición de la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. Se trata de un retrato de la capital venezolana tras los cortes eléctricos sufridos a finales de 2009 y principios de 2010 y a juicio del jurado, es un libro construido “como un juego de muñecas rusas (…) un artefacto literario construido con maestría por un narrador que sabe apreciar la complejidad de su metrópoli natal y de la vida de sus habitantes”.

El escritor fue uno de los invitados del 2º Festival Hispanoamericano de Escritores, (Los Llanos de Aridane, La Palma) donde participó en varias mesas redondas. Es autor además de The Night de varios libros de cuentos como Las rayas y Los terneros, entre otros.

-¿Por qué The Night y no La Noche?

“El título me vino desde el principio, cuando aparece Matías Rye que dice que escribe una novela titulada The Night, título y novela que se inspira en la música del grupo Morphine. Al escribir estas páginas el personaje supone que la novela se llamará así, The Night, ya que capta el tema de la noche. Al estar escrita en español y con este título se genera en el lector cierta sensación de extrañeza pero es lo suficientemente sencillo para que todo el mundo lo comprenda. The Night fue una cuestión temática pero también musical”.

- La novela transcurre durante los apagones en la ciudad de Caracas en 2010. ¿Le sirvió de metáfora para contar lo que le pasa al país?

“El punto de partida de la novela, el marco referencial, es la crisis energética que se declaró en Venezuela a finales de 2009 y principios de 2010 y está ligada con una serie de crímenes que comenzaron a suceder en la ciudad de Caracas amparados en esa oscuridad. El disparador del relato fue asimilar una oscuridad real con una oscuridad más profunda y metafísica. La novela tiene una narración en presente y se desarrolla en un contexto social y político muy conflictivo lo que me permitió a través de Dario Lancini salir de Caracas como espacio narrativo y acompañarlo en su recorrido vital durante el siglo XX y alejarme del presente lo que me sirvió para respirar y abandonar el ambiente opresivo en el que se desarrolla la novela”.

- Hablaba de crímenes al amparo de la oscuridad.

“En la novela se explica desde el principio ya que hay unos crímenes que se inspiran en una serie de asesinatos de mujeres en Caracas y cuyos cuerpos fueron encontrados en el parque de Caiza, que se convirtió en un vertedero de cadáveres. Se descubrieron entre ocho o nueve mujeres a lo largo de varios meses y sus muertes obedecieron a distintos móviles porque los asesinatos los cometieron personas distintas, aunque literariamente lo interesante era la razón de porqué escogían el parque para desembarazarse de los cuerpos y las razones de los asesinatos. En la novela uno los personajes, Matías Rye, dice que va a tomar este material de la realidad para la historia que está escribiendo. Convierte al asesino en uno y no en varios y transforma el relato en una novela negra que protagoniza un psiquiatra, un personaje real llamado Edmundo Chirinos que llegó en realidad a matar a una de sus pacientes. Matía Rye, por supuesto, es un narrador oral, un personaje que habla también de los libros que quiere escribir pero que nunca termina”.

- ¿Utiliza el género negro para escribir una novela con la que experimentar?

“Así es efectivamente. Aparece como un tema de discusión que explora las pautas básicas del género policial pero de un modo paródico porque la novela no es una novela negra. La verdad es que no sé como calificarla aunque participe del género pero constituye algo distinto. Lo aclaro porque los lectores del género negro son muy conocedores de su género y a veces se utiliza esa etiqueta para promocionar novelas que no lo son, como es mi caso. El género policial es incompatible en una sociedad como la venezolana donde no hay posibilidades reales para que se haga justicia. Se trata de una sociedad en la que se sabe con facilidad quién cometió el crimen pero también en que no se hará justicia. The Night discute desde el principio eso, cómo en ciertas sociedades algunos géneros literarios resultan inverosímiles.

- Con todo, ¿hay luz al final del túnel?

“La novela tiene un final abierto donde todo parece indicar que las cosas van a ir a peor. Es un final apocalíptico en ese sentido. Lamentablemente no veo luz al final del túnel para Venezuela. El daño ya está hecho y la solución, si finalmente se produce, si se logra la transición política, habrá llegado tarde para muchos venezolanos. Es más, se necesitarán muchos años para comenzar de verdad el proceso de recuperación y llegar a ese punto en el que poder decir vamos a reconstruir todo esto”.

- Cuenta con varios libros de cuentos, ¿qué lo animó a escribir una novela?

The Night comenzó siendo un cuento. El segundo capítulo de la novela fue primero un cuento que iba a incluir en un libro fallido. La necesidad de escribir una novela se me reveló con este cuento, que fue el núcleo de una historia que empezó a crecer y crecer y a tener ramificaciones. Me di cuenta también que manejaba varias historias a partir de un mismo núcleo. De todas formas, lo que me llevó a escribir la novela fue finalmente la muerte de Dario Lancini en julio de 2010, cuando me enteré de la noticia de su muerte por una nota de prensa en la que se explica lo que había sido su vida. Por una serie de razones me di cuenta que con estas historias de crímenes quería recapitular de una manera secreta que todavía no conocía algo que estaba relacionado con los juegos de palabras, los palíndromos a los que era tan aficionado Lancini, el gran palindromista venezolano. Y en ese momento comencé a escribir la novela, fue el momento en el que me di cuenta que todo iba a girar en torno a un personaje que tenía que descubrir. Y ese personaje fue Dario Lancini, de quien me apropio en la novela. El cuento funcionaba más como una anécdota mientras que en la novela funciona más la historia”.

- ¿Tenía claro desde el principio cómo iba a terminar el libro?

“Me pasa siempre con los cuentos y ahora con la novela que sé cómo comienzan y terminan. Tuve la imagen final de hacia donde conducía el relato y muy claro el inicio pero no cómo debía llegar del punto A al Z, a dónde me llevaría pero eso es, precisamente, lo que más me gusta cuando escribo. Cómo a partir de un principio y un final desarrollo la novela. La noción de límite me permite cuando escribo descubrir la conexión entre el comienzo y el final”.

- ¿Y a qué da prioridad en sus obras?

“En el caso de los cuentos, más a la historia. El cuento es una historia en sí mismo que apunta a un final que tiene que ser muy efectivo. En el caso de la novela me doy cuenta que termina ganando un poco los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos. Cuando empecé a escribir The Night me di cuenta que las novelas que me gustan contienen capítulos con la intensidad del cuento y como no quería escribir una novela con capítulos de transición, de relleno, con pausas efectistas para armar el relato, quise que cada uno de ellos tuviera una intensidad propia y que formara parte de un conjunto. Creo que en The Night el único personaje que está más desarrollado y cuenta con más espesor es Darío Lancini, a quien dedico la segunda parte del libro. En una novela que acabo de terminar y que es muy distinta a The Night, aparecen más personajes con espesor y que se relacionan unos con otros”.

- ¿Cómo será de distinta a The Night?

“Funciona más como novela tradicional. En este sentido es muy distinta pero al igual que en The Night parto de una sociedad particular, la venezolana de hoy día. Y en ese contexto de crisis relato el proceso de emigración masivo, el más grande de la historia contemporánea de Hispanoamérica, que se está produciendo y que es como un seísmo gigantesco que ha modificado al país y a sus habitantes. Uno de los efectos más lamentables de esa emigración es el abandono de perros, lo que me pareció una metáfora muy diáfana de la debacle. Se trata de una novela de relaciones de pareja, familiares por lo que es muy diferente a The Night. Es más narrativa. Se da más importancia a las relaciones de los personajes que a la trama”.

- Pero en ambas es muy crítico con la realidad de su país.

“La segunda novela es crítica hacia la realidad del país del que vengo pero trata de proponer una reflexión que parte de unos términos locales a unos universales y de cómo y por qué establecemos nuestras relaciones personales, de pareja, de ser padres y ser hijo para un personaje, como el de esta obra, que es huérfano”.

- ¿Cómo quiere que los lectores la interpreten?

“Que la entiendan como un experimento y un análisis sobre las relaciones personales en las que no necesariamente se reflejan mis propias experiencias. De todas formas, no me gusta sacar conclusiones sino más bien plantear preguntas, entender el proceso de auto conocimiento y el de conocer a los demás porque cada persona es un mundo. Es un lugar común pero totalmente cierto. A veces toma toda una vida conocer bien a una sola persona y meridianamente a uno mismo”.

- ¿Cuáles son sus autores de referencia?

“Para mi el autor más fértil, el que me ha dado más es Jorge Luis Borges. Siempre vuelvo a sus cuentos, poemas, ensayos. Todo el proceso de renovación de la literatura del siglo XX está concentrado en su obra. Me gusta mucho el surrealismo francés y autores contemporáneos como Bolaños, Piglia, Vallejo. En la literatura venezolana la poesía de Rafael Cadenas, Darío Lancini, la narrativa de Rómulo Gallegos. En mis lecturas combino siempre a los clásicos con los contemporáneos porque si careces de una formación clásica estarás incompleto como lector y escritor. Es importante leer a los autores contemporáneos para tratar de aprovechar lo que sirve de unos y desechar lo de otros. Comprobar que las marcas de época y los errores que tiene tu trabajo los reconoces en los libros de otros porque son como espejos en los que formarse”.

FIRMA FOTO: Juancho García

Saludos, hermanas y hermanos míos, desde este lado del ordenadpr