La torre encantada, una novela de Mariano Gambín

Lunes, Diciembre 19th, 2022

Mariano Gambín, con doce novelas ya publicadas, se ha convertido en un autor de referencia para aproximarnos al thriller canario escrito en Canarias. El escritor conoce las claves en las que se mueve y quizá sea por eso que por mucho que sus libros se parezcan unos a otros, al final el entretenimiento esté asegurado porque ante todo Gambín es un escritor de novelas de entretenimiento, muy alejado de una escritura compleja, que gusta más de la forma en cómo se cuenta que en el qué se cuenta.

Dicho esto, nada nuevo bajo el sol con su libro doceavo correspondiente a la serie que coprotagonizan Ariosto y su leal guardaespaldas Olegario, la intrépida periodista Sandra Clavijo, la arqueóloga Marta Herrero y el inspector Galán de la Policía Nacional, y que lleva por título La torre encantada. Con esto, se quiere decir que la nueva novela de Mariano Gambín reúne todos los ingredientes que lo convirtieron en una de las voces literarias más leídas del archipiélago tras su trilogía Ira Dei, un universo que casi parece que se mueve por sí solo y del que el mismo escritor ha intentado distanciarse en al menos dos novelas, El viento del diablo y El oro de Mauritania, esta última probablemente el libro más alejado del mundo Ariosto/Sandra/Marta/Olegario/Galán, al ser una novela digamos que muy apartada de la línea oficial que ha hecho conocido a su autor, quien por una vez se decantó por una trama internacional de altos vuelos en las que los protagonistas habituales de la serie Ira Dei apenas aparecían en sus páginas.

La torre encantada es una vuelta a los orígenes, una novela que sí se ajusta a la dinámica establecida por las anteriores de la saga. Es decir, que hay un misterio lagunero y una búsqueda, la del tesoro del legendario corsario Amaro Pargo, un personaje cuya vida real se confunde con la leyenda. En el libro también se encuentra un objeto de devota veneración religiosa que ha desaparecido de la iglesia de La Concepción y a cual se le atribuye poderes para sanar; una sociedad ocultista que no tiene demasiado de sociedad ni de ocultista (los masones asoman también la cabeza, pero la asoman con la discreción que los caracteriza) y una red de espías rusos que andan tras el venerado objeto religioso en una isla que, en manos de Mariano Gambín, se convierte en territorio de acción y de suspense.

Con esta fórmula, el escritor cocina una novela a lo Ira Dei y los resultados no decepcionan. Ni a sus seguidores ni a los que lleguen de nuevas a la serie ya que una de sus características es que con independencia del orden cronológico que marcan los libros, el lector se puede iniciar en estas aventuras con cualquiera de ellos, doce libros que, hasta la fecha, construyen un imaginario lagunero de misterio aunque personalmente recomendaría que se comenzase por la primera, Ira Dei, por ser la que dio origen a este curioso y atractivo fenómeno literario canario.

Si se han leído las anteriores novelas de la serie se notará que el escritor se siente cada vez más suelto y seguro con ellas. Y como pasa con las anteriores, si hay un personaje de “los buenos” oficiales que destaca en ésta por encima de los otros es Olegario, de quien el escritor nos da algunas pinceladas de su pasado. Tan cómodo se siente Gambín transitando por estas historias de misterios laguneros y ocasionalmente santacruceros (es más que probable que amplíe el radio de acción a otras localidades en futuras novelas) que en su empeño por dar credibilidad a estos relatos no duda en añadir elementos de nuestra realidad como fondo en sus novelas. En las que nos ocupa, La torre encantada, denunciando los atascos que se producen en las autopistas de la isla los días laborables y hecho que casi hace responsable en el libro que los héroes de la historia pierdan a los villanos que persiguen.

No es fácil lo que ha logrado construir el escritor a lo largo de esta docena de novelas, y no solo se apunta por el notable éxito que han alcanzado sobre todo en la ciudad de La Laguna, sino por dar identidad a unos personajes que libro a libro se han ido afianzando en sus estereotipos. Se tratan además de novelas extremadamente blancas, en las que el lector no encontrará demasiado drama y sí mucho de comedia, un humor que a veces aparece soterrado pero que se respira a lo largo y ancho de la obra, en especial cuando irrumpen los secundarios que el lector iniciado conoce de libros anteriores como Adela Cambreleng, entre otros. Si hay algún tipo de violencia, esta apenas consume un uno por ciento del relato, ya que éste prefiere profundizar en la investigación, en este caso cruzada (el objeto religioso que “suda”, el tesoro del legendario corsario tinerfeño) pero que convergen al final en un mismo espacio: la iglesia de La Concepción.

En este aspecto, y reconociendo las virtudes y defectos que reúne la novela, como que se tenga la sensación que supera la trescientas páginas más por llenar espacio que porque lo exija la historia, La torre encantada como los otros títulos anteriores del escritor está estructurado en capítulos alternos, todos ellos protagonizados por los diferentes personajes que forman parte del team, del equipo de investigadores que desde Ira Dei están ahí para resolver misterios y a veces, solo a veces, tropezarse con situaciones que parecen que proceden del más allá.

Saludos, misterio, misterio, desde este lado del ordenador

El oro de Mauritania, una novela de Mariano Gambín

Lunes, Enero 10th, 2022

Tras consolidarse como narrador con el ciclo de novelas Ira Dei, que comenzó como trilogía para expandirse a otras nueve obras más, Mariano Gambín se distancia de ese universo y de los personajes fijos que lo protagonizan en El oro de Mauritania (Gociano, 2021), ya que solo aparece (y se escribe bien, aparece) uno de los personajes del grupo protagonista de sus trabajos literarios anteriores, la arqueóloga Marta Herrero, para centrar su atención en una intriga de alcance internacional que se desencadena y se desarrolla en este país africano.

El escritor ya había centrado la acción de una de sus novelas, concretamente El viento del diablo, en este marco geográfico, solo que al norte al desarrollar la trama al sur de Marruecos, ahora el radio de acción se desplaza a Mauritania, que es otro país que conoce bien Mariano Gambín, enfocando la atención en la expedición que financia un multimillonario canadiense de un grupo de arqueólogos de varias nacionalidades que irán custodiados por el ejército mauritano cuando se adentren en el desierto tras las huellas de la tumba de Mansa Musa, rey de Mali que vivió en el siglo XIV, y que está considerado como uno de los hombres más ricos de la Historia. Y cuando se escribe rico, es rico de verdad, tanto, que su vida está plagada de anécdotas donde la verdad se confunde con la leyenda.

Paralelamente a la expedición que parte en busca de la tumba de Musa y del posible y fabuloso tesoro que encontrarán allí enterrado, Gambín tiene la habilidad como en sus anteriores novelas de salpicar la trama con diferentes subtramas que convergen en un final sorpresa. Por las páginas del libro aparecerán y desaparecerán comandos terroristas islámicos, tropas francesas que actúan en Mali, donde intentan equilibrar la balanza de una guerra donde nunca habrá vencedores ni vencidos, así como militares de las fuerzas especiales del ejército de los Estados Unidos de Norteamérica.

Con estos elementos, Mariano Gambín firma un relato que no tiene mucho que ver con los otros diez títulos que configuraban hasta ahora sus bibliografía. Y no solo porque Marta Herrero aparezca episódicamente, sino porque el paisaje en el que se desarrolla la acción no tiene nada que ver con sus novelas del ciclo lagunero y santacrucero, tampoco los protagonistas de la serie. El oro de Mauritania es una novedad en su universo literario, más próximo a la corriente literaria de política ficción anglosajona que a la novela de misterio y acertijos con ligero acento sagrado que puso de moda Dan Brown hace unos años.

Descubro así con El oro de Mauritania a un Mariano Gambín maduro y seguro de sí mismo. Lo que se materializa en una novela eficazmente estructurada, que da saltos capítulo va y capítulo viene, para narrar lo que hacen los protagonistas de su nueva aventura. En este aspecto, y como pasa en la mayoría de sus libros anteriores el escritor tinerfeño tiende al reparto coral de personajes, prestando un poco más de atención en unos que en otros.

Destaca así el multimillonario de origen canadiense Marcel Twain (¿homenaje al escritor norteamericano Mark Twain?) que organiza la expedición y a quien un grupo terrorista islámico quiere secuestrar.

La novela quiere, y lo consigue, entretener al lector. Mariano Gambín conoce muy bien los mecanismos que animan este tipo de literaturas (de aeropuerto, la llaman algunos), y cumple los objetivos porque resulta muy fácil sumergirse en ella y vivir con sus protagonistas no solo la aventura arqueológica sino también la complicada trama geopolítica que los envuelve. La novela mantiene así la velocidad de crucero hasta el final, una velocidad con sus picos hacia arriba que en ocasiones cortan la respiración. El entretenimiento está garantizado.

Esta novela es la tercera donde la acción no se desarrolla en Tenerife. Mariano Gambín ya escogió a algunos de sus personajes para situarlos en otros escenarios como sucede en El viento del diablo y también en Premonición. Fiel a su estilo, El oro de Mauritania cuenta con continuos saltos temporales y la acción se reparte además de en Mauritania, en Bamako, Mali; Yamena, Chad; Lisboa, Portugal; Langley, Virginia, Norteamérica; París y Bayona, Francia, entre otros.

El resultado final es notable. Evoca al mejor Ken Follet, que no es el de las novelas ladrillo tipo Los pilares de la tierra sino el que se sumerge en las aguas siempre turbias de la geopolítica. En este sentido, El oro de Mauritania no va a dejar indiferente a nadie. Es decir, ni a sus lectores como a los que se aproximen por primera vez al mundo literario de Mariano Gambín, un escritor que sabe contar historias y que crece con el paso del tiempo. Y así lo manifiesta en El oro de Mauritania, una novela con músculo y que además de entretener reparte información sobre un país y un continente tan cerca pero sin embargo tan lejos de Canarias.

Saludos, se ha escrito, desde este lado del ordenador

El palacio oscuro, una novela de Mariano Gambín

Martes, Diciembre 22nd, 2020

Mariano Gambín representa uno de los casos más extraños de las literaturas que se escriben en Canarias. Extraño porque irrumpió en el universo literario sin que el resto de sus compañeros de letras lo conociera y extraño también porque con sus primeros libros, los que conformaron la trilogía de La Laguna (Ira Dei, El círculo platónico y La ira de Dios) rompió las expectativas de ventas al menos en Tenerife, convirtiéndose en uno de los autores más vendidos de la isla. Este éxito hizo que reparase en él una editorial nacional que apostó por publicar sus thriller de misterios tinerfeños en el mapa peninsular.

La popularidad de estas novelas han terminado por convertir a los personajes que protagonizaban las tres primeras entregas en una serie que, desde la primera, aparece todos los años y por estas mismas fechas con la precisión de un reloj suizo en las librerías del archipiélago. Con El palacio oscuro (Oristán, 2020) hace ya la décima de una saga que comenzó casi como un juego para Gambín, un juego que ha ido creciendo a medida que se publicaban nuevas novelas del grupo de investigadores que protagonizan estos libros en los que el paisaje de la ciudad de La Laguna así como el de Santa Cruz de Tenerife (que es la ciudad en la que gira la acción de dos o tres títulos de la serie) es igual o más fundamental que los personajes que el escritor hace intervenir en sus historias.

Historias todas ellas documentadas y que sirven de escenario para sus aventuras que discurren en una geografía –La Laguna– a la que rinde emocionado homenaje cuando saca a relucir las grandezas del pasado que recuerdan sus palacios y templos religiosos en el caso de la que fue en su día capital de Canarias.

Mariano Gambín, que afortunadamente permanece al margen de tensiones literarias tan del gusto de ésta como de otras tierras, y como una especie de outsider sigue su camino literario como quien busca su El Dorado. Hasta el momento, ha logrado crear un mundo con señas de identidad en las que se reconoce el lector y unos personajes que, por arquetípicos, funcionan como se espera en unas historias plagadas de misterios y pistas falsas, todas ellas relacionadas con aspectos históricos que Mariano Gambín (también historiador) ordeña con la sagacidad de quien ya se mueve en terreno seguro.
Diez novelas después, se aprecia que Mariano Gambín ha crecido como representante de lo que podría denominarse thriller de misterio con acento de aquí, canario, esas variedad del habla española que no conoce el sonido de la c ni de la z, y que ha adquirido mayor soltura como narrador.

Como en sus anteriores títulos, El palacio oscuro se lee prácticamente de una sentada y añade en algunas de sus páginas códigos QR que permiten la visualización de algunos de los cuadros y escenarios que aparecen en la novela.

No es fácil lo que ha conseguido Mariano Gambín con estos libros. Que llegue a diez títulos es una especie de milagro que debería de celebrarse porque corona la trayectoria de un escritor que se nota que se lo pasa bien con lo que escribe. Que disfruta con los retos a los que somete a sus personajes protagonistas, todos ellos lo suficientemente conocidos por sus lectores, tanto, que casi parece con cada nueva novela que uno se encuentra con un grupo de amigos a los que no veía desde hacía un año.

Uno de los hechos que distingue a Gambín de otros narradores de éstas y otras orillas es que sabe vender sus libros. El palacio oscuro, por ejemplo, es fruto de los meses de confinamiento que vivimos para frenar la pandemia cuando el escritor propuso a sus lectores a través de una cuenta de Facebook cómo y dónde podría comenzar una nueva novela con sus personajes. Una vez publicada, y ajustándose a todas las reglas de protocolo sanitarios que exigen los tiempos, firmó ejemplares quedando con sus lectores en los aparcamientos del Palmétum… Y no firmó ni uno ni dos sino más de una decena… Mariano Gambín, en pocas palabras, sabe vender sus novelas porque tiene además de un afinado olfato comercial, lectores que son leales a sus propuestas literarias. Una propuesta que no se rompe la cabeza por sorprender estilísticamente sino por lo que cuenta, el misterio que plantea y que en El templo oscuro es la búsqueda de un objeto histórico de un inmenso valor que permanece oculto en uno de los más señoriales edificios de La Laguna.

Como los nueve libros anteriores la fórmula de Gambín sigue siendo la misma, la misma que esperan los lectores y la misma con la que el escritor comenzó la saga con Ira Dei, que es la madre de todas las novelas que siguieron.

Escritas con el único objetivo de entretenee, El templo oscuro es a mi juicio es una de las mejores de la serie. Se aprecia que Mariano Gambín ya se mueve por ese universo como Pedro por su casa y que ha ganado contenido en sus descripciones de escenarios y tipos humanos.

El mejor elogio que se me ocurre para definir ésta y las demás novelas es que Mariano Gambín las escribió sin ningún tipo de prejuicios autorales y que se tratan de productos diseñados para sorprender al lector. Y el lector, algo que suelen obviar escritores con pedigrí, autores difíciles y por lo tanto de escaso acceso, es la pieza más importante de la combinación autor más editor más librerías. Sin él, sin ellos los lectores, no existirían de hecho los libros.

Saludos, tiempos extraños, desde este lado del ordenador

Las cenizas del cielo, una novela de Mariano Gambín

Martes, Noviembre 19th, 2019

Mariano Gambín recupera su ciclo de novelas de misterio en La Laguna con Las cenizas del cielo, un título poético para una historia que mantiene la línea de las anteriores: mucha acción y suspense narrado en capítulos cortos. Escrito así parece fácil pero no lo es conseguir lo que consigue, que resulte verosímil además de tremendamente entretenido.

En Las cenizas del cielo se constata así, una vez más, que el autor ya se mueve con absoluta comodidad en el territorio en el que se encuentran sus protagonistas, un grupo variado de personales en el que hay periodistas, policías, arqueólogos y un dandy y su leal servidor, que juntos o por separado se las arreglan para solucionar entuertos.

Los entuertos son otra de las claves de atracción que tienen estos libros para sus seguidores. Entuertos que han encontrado su plenitud en La Laguna y de forma ocasional en Santa Cruz de Tenerife y en los que participan todos con mayor o menos fortuna. De momento, Gambín cuenta con otros dos libros en los que algunos de estos personajes actúan en solitario pero la acción se desarrolla en otros espacios como el sur de Marruecos en El viento del diablo y entre París y Río de Janeiro en Premonición.

En Las cenizas del cielo vuelve a recurrir a La Laguna y sorprende la habilidad que tiene para sorprender mientras explota la Historia de tan noble como palaciega y eclesiástica ciudad, en esta ocasión planteando una intriga en torno a los restos de una Iglesia clave en la memoria lagunera pero cuyo nombre no vamos a revelar por si se tiene interés en leer la novela.

La resolución del caso, las distintas historias que se plantean y que al final confluyan en una sola con mejor o peor fortuna no defraudará a quien por primera vez se entregue a esta novela con el fin de evadirse de la realidad ni, por supuesto, a los seguidores que tiene Gambín, un escritor que ha hecho que los protagonistas de la serie sean como de la familia.

El espíritu que alimenta el libro es el mismo que el de los anteriores, acción sin descanso, solo que más convincente, casi como si el universo que encierra el ciclo estuviera definitivamente consolidado.

Las cenizas del cielo disfruta así del mismo gancho que las otras, el esquema misterio en La Laguna funciona y encima proporciona información sobre los edificios y las calles y plazas de una ciudad que no ha perdido su amor por la Historia, por un pasado que Mariano Gambín reivindica a través de libros de entretenimiento con agradecido carácter divulgador.

Saludos, recorrer las calles laguneras, desde este lado del ordenador

Premonición, una novela de Mariano Gambín

Martes, Diciembre 4th, 2018

Premonición es la octava novela que Mariano Gambín dedica al ciclo que inició con Ira Dei, una serie que con el paso de los años y de las obras que la configuran, ha ido evolucionando con soltura, creciendo, casi como si se hiciera mayor.

Los ya populares personajes que intervienen en la mayoría de ellas han ido apareciendo y desapareciendo en sucesivas entregas y el paisaje, La Laguna y Santa Cruz de Tenerife, ha sido sustituido por otros territorios que no quitan sino que resaltan el interés de unos libros en los que se mezcla el thriller con elementos fantásticos, todo ello muy bien combinado por un escritor que no renuncia a su vocación de entretener al lector y de paso informarle de los sitios que visitan sus héroes.

En Premonición, Mariano Gambín invita al público a viajar con él a Río de Janeiro, París y Venecia de la mano de dos de los protagonistas de anteriores novelas del ciclo, como es ese hombre de mundo y bon vivant que es Luis Ariosto y su mano derecha, Olegario, un secundario de lujo del que conoceremos más cosas sobre su pasado leyendo las páginas de este volumen en el que los dos, junto a Antoinette, son perseguidor por agentes de los servicios secretos rusos y norteamericanos.

En la que probablemente sea la novelas más Bond de la serie, Mariano Gambín rinde otros homenajes a escritores de misterio que son de cabecera y describe con pulso narrativo las ciudades que los protagonistas recorren mientras los agentes de las dos potencias intentan hacerse con ellos.

Como en anteriores novelas del autor, el acento se pone en el halo de fantasía que recorre esta modélica historia de entretenimiento, y envuelve una acción que no desciende sino que va en continuo crescendo desde que se inicia la lectura.

Además de las ciudades que recorren los protagonistas y de que Mariano Gambín se preocupe en todo momento de que no decaiga su vertiginoso ritmo, resulta llamativo el acento gastronómico de este libro, nos referimos a los diversos platos que que disfrutan los protagonistas a lo largo de la novela y que parece que bebe de las fuentes de Ian Fleming, el hedonista creador de 007 y quien además de narrar las misiones de su agente por el mundo, ponía especial cuidado en describir la oferta gastronómica a la que se entregaba su vitaminado protagonista antes de acostarse con alguna de las chicas Bond.

Premonición
por estas razones podría definirse como la historia más internacional de la serie, aunque el escritor promete en nuevas entregas regresar al paisaje lagunero y si se tercia santacrucero mientras ahora transporta a sus seguidores por otras ciudades que abren el arco geográfico de unas novelas a la que todavía les queda mucho por explotar

Saludos, llega la noche, desde este lado del ordenador

‘La mansión’, una novela de Mariano Gambín

Martes, Diciembre 5th, 2017

La Mansión es la séptima entrega de una serie que Mariano Gambín comenzó hace unos años con Ira Dei, novela en la que presentaba a los protagonistas de un ciclo narrativo que ha sabido calar hondo entre sus lectores.

Historias muy bien imbricadas, misterio y lecciones de Historia, con H mayúscula, que se desarrollan la mayoría de ellas (salvo El polvo del diablo) en escenarios de las islas Canarias, si hay un protagonista con similar peso al de sus protagonistas –Ariosto, Sandra y Galán, entre otros– es La Laguna, ciudad que Mariano Gambín ha logrado que observemos con otra mirada gracias a sus novelas.

En La Mansión vuelve a ser el escenario de los muchos escenarios en los que se desarrolla el hilo argumental, que también se desplaza a Santa Cruz de Tenerife (la capital tinerfeña fue la protagonista de Colisión), la isla de La Palma y de Madeira en un relato que cuenta con varios nudos que el escritor desenreda con habitual pericia narrativa.

Esta séptima entrega de la serie da lo que promete sus anteriores novelas, entretenimiento, y juega una vez más con el elemento fantástico para teñir de cierto atractivo gótico una historia donde pasado y presente se mezclan.

Estructurada en capítulos muy cortos y en clave de acción ascendente, sin puntos muertos, las más de trescientas páginas de La Mansión se leen con adictivo interés no ya por conocer cómo se resolverán los distintos acertijos que se plantean a lo largo del libro sino porque los protagonistas del ciclo narrativo están adquiriendo un espesor que los hace, si cabe, más cercanos y atractivos.

Resulta clave, en este sentido, el personaje de la tía Enriqueta que, a su manera, es uno de los principales de una novela que comienza con un incendio que devora una casona que más tarde se transformará en la mansión de la novela, y que culmina con otro incendio, esta vez metafórico, que reconcilia y resuelve algunos de los sórdidos secretos del pasado que plantea el libro.

Al margen del misterio, que se complica en otros misterios que se resuelven a medida que avanza la acción, La Mansión vuelve a ser una novela en la que el equipo que protagoniza las seis anteriores, se reúne para vivir juntos una aventura que toma como base una casona y la extraña muerte de quien la habitara para informar sobre el origen en Tenerife de algunas de estas casas, la mayoría hoy abandonadas, y los misterios que guardan mientras son devoradas por el paso del tiempo.

Si algo caracterizan estas novelas es que su autor sabe imprimir en cada una de ellas las dosis necesarias para que el entusiasmo por su lectura no decaiga. Se tratan de obras muy bien estructuradas y con una única función: entretener al lector con misterios universales que se desarrollan en la mayoría de los casos en las islas Canarias, ese territorio con seguro de sol y desde hace unos años –y gracias a Mariano Gambín– repleto de misterios

Saludos, ¡¡¡NO AL CIERRE DEL TEATRO TIMANFAYA!!!, desde este lado del ordenador.