La Cultura no vale para nada
Sábado, Febrero 14th, 2009En tiempos de crisis (aunque la verdad, y tampoco) el área más castigada por los organismos oficiales que gestionan nuestros recursos siempre es la Cultura.
La Cultura, con C mayúscula no da para comer. Esas voces, sin embargo, se equivocan una vez más. La Cultura sí da para comer, alimenta el cerebro, estimula las ideas, suscita el debate, te obliga a abrir los ojos cuando las necesidades te rodean, como una caravana de colonos por un ejercito de pieles rojas en una película del viejo oeste. Tengo así la sensación de que no les interesa a quienes le conviene que su gente se ponga a pensar. Porque deben de saber que el que piensa es un individuo potencialmente peligroso, por eso me resulta extremadamente doloroso que a nuestros políticos, a nuestros representantes públicos, se les llene la boca soltando las mismas frases tópicas de siempre: en tiempos de crisis hay que apretarse el cinturón, y donde primero se tiene que apretar el cinturón es en esa cosa que llaman Cultura. No da dinero, no genera puestos de trabajo. Y hoy vivimos tiempos de prioridades, es su razonamiento.
A mi se me va el alma por los pies. Porque en el reparto de las ya no tan generosas subvenciones, éstas seguirán repartiéndose entre los de siempre, que son esos hombres y mujeres que han logrado el admirable (pero no sé si respetable) beneficio de vivir de la Cultura. Y con uñas y dientes se agarran a la palabra hoy convertida en palabreja para desespero de culturos y culturetas, artistas y artisteos que no han tenido la inteligencia y sí la dignidad (que también) de vivir de ella.
No son buenos tiempos para la Cultura en Canarias. Aunque quizá sea cierto que nunca fueron buenos tiempos para la Cultura en este archipiélago abandonado de la mano de Dios, hoy más cautivo y desarmado que nunca. Salgo a la calle, paseo por las ramblas y me pregunto cómo diablos hemos llegado a esta siniestra situación. Somos unas islas de plácida ignorancia, y seguiremos siendo islas plácidamente ignorantes porque hemos acatado la ley que impone el famoso silencio de los corderos. Aquí despunta quien se lo sabe hacer mejor tras la trastienda, el que tiene talento suele emigrar a otros territorios… El que se queda y es fiel a sus convicciones está condenado a la marginación.
Alguien me dice que, dentro de lo que cabe, esto de la crisis quizá sea positivo para el sector. Pero no me lo creo. Razona quien me lo dice que por lo menos se estimulará a la creación canaria, y no suelto la risa porque aprecio a esa persona. ¿Estimular qué? Aquí no se estimula nada si no llevas colgado en el pecho una medalla, un pin que acredite tus simpatías por una u otra causa. Los independientes, los rabiosos, los airados, los que aún piensan que la Cultura es un arma de futuro lo tienen claro. A la puta indigencia. A callar sus bocas revoltosas. Nadie quiere oír reflexiones críticas en tiempos de crisis y cuando no hubo dichosa crisis.
Me entra escalofríos, y siento hoy más que nunca la condena de vivir en unas islas; territorio acotado, pueblo chico infierno grande. Miro a un lado y al otro, y pese a que sé que aún quedan oasis, algo me dice que pronto tampoco quedará nada de ellos. Todos ellos, nosotros, estamos al borde del abismo.
Y sólo saben decirnos que nos apretemos el cinturón. O lo que es lo mismo, que no pienses, que no ladres, que te mutiles voluntariamente la lengua si quieres vivir en ese infierno que se avecina. Pese al frío, las llamas ya han devorado a muchos conocidos. Los mezquinos, mientras tanto, se resguardan en sus cuarteles de invierno. En esta tierra donde todo cambia para que no cambie nada, parece que quieren obligarnos a creer que la Cultura nunca ha servido para nada.
Me resisto a caer en la trampa.
Saludos frustrados y frustrantes a este lado del ordenador.