Archive for Agosto, 2014

Canarias en corto 2013/2014

Lunes, Agosto 11th, 2014

Se habla de los resultados pero no del proceso de valoración, ese difícil momento en el que los miembros del jurado se reúnen para deliberar y defender qué puntuación dan y qué puntuación quitan cuando hay tan pocas botellas de agua sobre la mesa.

Tras arrebatarle de la boca el caramelo de las subvenciones por razones que van desde la puñetera crisis del carajo a maniobras orquestales en la oscuridad, el audiovisual en Canarias no vive lo que se dice últimamente su mejor época.

Una vez se dijo adiós a los repartos millonarios que terminaron en proyectos la mayor parte de las veces inexistentes, aguanta como buenamente puede y con ciertos ajustes en su pliego de condiciones el catálogo de Canarias en corto. El presente, por si alguien se despista, Canarias en corto 2013/2014.

¿Lo tuvieron fácil los miembros del comité para seleccionar los trabajos que componen este muestrario?

¿Hubo suficientes botellas de agua sobre la mesa?

No se dice nada de ello en las informaciones que se hacen eco de la noticia.

Esto me obliga a imaginar cómo tuvo que ser el examen del jurado. Y a visualizarlos en torno a una mesa en la que ya dije, faltan botellas de agua.

El cortometraje Plástico reciclable, dirigido por Pablo Rodríguez Montenegro, obtiene la mayor puntuación (87 de 100). Los otros seis títulos escogidos son Golosinas, de Iván López (80,8 puntos), Caballo de mar, de Fernando García–Montero Alcántara e Iñaki Gaztañaga (80,70 puntos); La trompeta de Andrés Raymundo Nieves Pérez (78 puntos); Un día cualquiera, de Nayra Sanz (74,70 puntos); Progreso al pasado, de Edgar García (74,20) y El tipo del fondo, de José Medina (72 puntos).

En rigurosa reserva: No son los patos, de Pablo Fajardo (71,20 puntos); Las leyes físicas del amor, de Iván López (69,80 puntos); y Tres corderos, de David Pantaleón (67,20 puntos).

Como los iniciados ya conocen, los siete cortos que forman el catálogo se distribuirán por festivales a lo largo de un año y es probable que se estrenen en las islas como paquete en una de esas sesiones –ahora que lo pienso inolvidables por los malos y buenos ratos que me hicieron pasar– que acogían los multicines Renoir/Price, que aún sobrevivían y cine cuyo estreno oficial no existiría hoy sino es por TEA Tenerife Espacio de las Artes, el único espacio que en la provincia de Santa Cruz de Tenerife se preocupa por exhibir estas películas con acento canario.

En esta ocasión, el comité deliberador estuvo formado por los directores  Guillermo Ríos, Mercedes Afonso Padrón y David Cánovas, así como por el presidente de la asociación cultural Gran Angular y de la Muestra de Cortometrajes San Rafael en Corto, Agustín Domínguez Cordero y el director del Festival de Cortos de la Villa de La Orotava, Enrique Rodríguez González.

Mercedes Afonso Padrón es la única que repite como jurado de la edición anterior, en la que estuvieron también David Baute, Claudio Utrera, Luis Miranda, Víctor Moreno y Mercedes Ortega

Todos ellos, los de hace un año y los de éste, valoraron la calidad artística de las obras y puntuaron su técnica así como sus nuevas propuestas.

Lo de nuevas propuestas es para sumar puntos si el corto tiene buena imagen y sonido y se adecua “al formato requerido, nuevos lenguajes audiovisuales”.

También da puntos que partice en la producción un equipo canario. Lo que tiene su aquel. Leo en un periódico que esta edición de Canarias en corto es la primera en la que no hacía falta inscribir el cortometraje bajo el ala de una productora.

No se explica en ninguna de las informaciones sobre el catálogo 2013/2014 si alguna de las películas seleccionadas o en discreta reserva incluía “uno de los cortometrajes producidos en la primera edición de LEAC Dirección-Cortometrajes, tal y como se estableció en las bases de dicha iniciativa”.

“El LEAC es un laboratorio de creación audiovisual puesto en marcha por el Gobierno de Canarias hace cinco años y que tras cuatro convocatorias dedicadas al desarrollo de guiones comenzó el pasado año una nueva etapa en torno a la dirección cinematográfica. Un itinerario que se completa con esta integración de LEAC y Canarias en corto.”

Silencio en la sala.

¿Hubo suficientes botellas de agua sobre la mesa?

Saludos, funde a negro, desde este lado del ordenador.

¿Qué hacer con el edificio masónico de la calle San Lucas, en Santa Cruz de Tenerife?

Viernes, Agosto 8th, 2014

A principios del siglo XX y desde que abrió sus puertas en la calle San Lucas de Santa Cruz de Tenerife para los iniciados, el edificio para unos y el templo para otros masónico ha terminado por convertirse en una de las señas de identidad de esta capital de provincias, la misma que derrotó a la escuadra de Horacio Nelson y la misma en la que Francisco Franco inició su cruzada contra los destinos de las Españas.

Tanta es esta seña de identidad que, tras el triunfo de los rebeldes en la Guerra Civil española, a ninguna autoridad militar se le ocurrió demolerlo sino usarlo para otros menesteres que no tuvieran relación con los hijos de la viuda.

Es verdad que los militares franquistas transformaron parte de su espacio pero no la estructura original del edificio, y es verdad que modificaron el salón de tenidas o reuniones, borrando su rojo y negro original, y dedicaron la cámara de reflexiones para muy tristes tareas, pero su fachada incluso entonces pertenecía a una ciudad que pudo ser fabulosa.

Los militares respetaron aquel extravagante frente y a las cuatro esfinges que custodian la puerta, columnas acanaladas falsas y en el frontis, un ojo que todo lo observa.

La manía de llamar a Dios como el Gran Arquitecto del Universo.

El paso de los años y el descuido y progresivo abandono al que fue sometido el edificio pareció que iba a condenarlo a su demolición. De hecho, la misma calle –una de las más recoletas de la capital– no tiene nada que ver con la que conocí aunque el edificio de los masones, que así lo reconozco, linda apenas con el cuartelillo de la Cruz Roja y a dos o tres pasos más del templo católico de El Pilar.

Y mira que ha llovido desde entonces.

Casi nadie, salvo los que tuvieron algún abuelo o familiar hijo de la viuda, recuerda cómo algunos resultaron duramente  reprimidos por ser masones. No por otra cosa en aquel nefasto verano de 1936… ¿Qué hacían esos tipos ahí dentro?, preguntaba hace poco un amigo mientras contemplaba la fachada del edificio, una obra arquitectónica que pese a los cambios políticos y sociales que han sacudido la ciudad se mantuvo firme.

Tras ser abandonado por los militares y con la complicidad del paso de los años y que los masones españoles, discretos pero no secretos, nunca se han preocupado por enseñar lo que son, el edificio de la calle San Lucas comenzó a agonizar lentamente en soledad, aunque los vecinos de la capital y algún visitante despistado girara y aún gire la cabeza cuando se encuentra con las esfinges y arriba, el dichoso ojo que todo lo observa.

No sé si habrá sido cosa de ese mismo ojo o que el año que viene se celebran elecciones, pero el edificio de los masones suena otra vez en los medios de comunicación  porque el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife presenta en rueda de prensa una página web con la intención, explica el concejal de Economía y consejero delegado de la Sociedad de Desarrollo, Florentino Guzmán Plasencia, recaude fondos para su rehabilitación.

El edificio de los masones fue catalogado como Bien de Interés Cultural desde 2007, y siete años después, el ojo que todo lo observa  continúa agonizando en soledad.

Florentino Pérez estima que para sacar de la UVI al edificio es necesario recaudar cuatro millones de euros, de los que es su voluntad que el Ayuntamiento aporte medio y el resto “asociaciones masónicas y los ciudadanos” a través de la página web o a través de la compra de productos como piedras talladas, camisetas y carteles.

¿¿¿???

La rehabilitación del edificio de los masones ha terminado por convertirse en algo así como en el cuento de la lechera en esta capital en la que vivo. La noticia no deja de faltar año va y año viene mientras pasean ciudadanos y visitantes por la calle de San Lucas, autor del Evangelio que lleva su nombre.

Bien entendida, la página web puede ser como la primera piedra que se pone para evitar el abandono definitivo del edificio y evitar las disensiones que en su momento produjo recuperar el Templo. Recuerdo el año pasado, cuando se firmaron varios convenios de colaboración entre el Ayuntamiento con dos instituciones masónicas: el Supremo Consejo del Grado 33 y la Gran Logia de España.

Con todo, bienvenido sea este anuncio porque me niego a pensar que se trata de una pérfida y venenosa serpiente de verano.

Quiero pensarlo así.

Sobre todo cuando leo que Florentino Guzmán Plasencia anuncia para septiembre una exposición, Masonería y sociedad, en la que promete se traerán fondos de la Logia Añaza y el Templo/Edificio masónico incautados tras la Guerra Civil y cedidos por el Archivo de Memoria Histórica de Salamanca. Guzmán Plasencia asegura incluso que “algunos de los fondos se van a quedar en la ciudad.”

Aunque no dice cual.

Espero, con la mano en el corazón, volver a ver en esa exposición el Estandarte de la Logia de Añaza, el mismo que regresó 74 años después a Tenerife para exhibirse unos días en la exposición que acompañó al encuentro Masonería y culturas que tuvo lugar en el antiguo Convento de Santo Domingo en La Laguna en la primavera de 2010.

Masonería y culturas y Masonería y sociedad.

¿Son claves masónicas?

La clave masónica está en acceder al edificio y no quedarse solo en la fachada.

En este sentido, Guzmán Pérez anuncia que, además de la exposición y un ciclo de conferencias (1), habrá visitas guiadas a su interior para profanos.

Una invitación a que entre usted en el edificio masónico, más allá de quedarse embobado en la calle San Lucas mientras contempla la fachada y en concreto ese ojo que todo lo observa.

El portal, aún en español, se traducirá al inglés comenta Florentino Guzmán porque espera que los hijos de la viuda anglosajones “y la masonería internacional “aporten financiación”.

Para respaldar la propuesta, el concejal estuvo acompañado del profesor Alberto Darias Príncipe y el arquitecto José Miguel Márquez Zárate, quien advirtió que el edificio aún “conserva su esencia”.

Pregunta:

¿Qué edad tiene?

La esencia, claro.

(1) En el ciclo de conferencias intervendrán: Jesús Soriano Carrillo, doctor en Ciencias y Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 y último Rito Antiguo y Aceptado para España, con la charla Aspecto simbólico de la construcción de catedrales; Óscar de Alfonso Ortega, licenciado en Derecho y Gran Maestro de la Gran Logia de España, con Masonería en España: presente y futuro; Jerónimo Saavedra, quien hablará sobre la Masonería en Canarias; Tomás Taveira, arquitecto y catedrático de la Universidad Técnica de Lisboa, que disertará sobre La Lisboa pombalina y la masonería y el arquitecto que dirigió los trabajos de rehabilitación tanto en la Catedral como en la sede del Parlamento de Canarias, José Miguel Márquez Zárate, con Un ejemplo en Canarias de arquitectura masónica urbana y residencial.

(*) La imagen que ilustra este post esta tomada de Lo que las piedras cuentan.

Saludos, ¡se ha dicho!, desde este lado del ordenador.

Ucanca, un western canario de Gustavo Reneses

Jueves, Agosto 7th, 2014

Cada tierra tiene su ley y costumbres. Pese a haberse abolido en todo el territorio nacional las ejecuciones en Ucanca se seguía castigando con la horca a los que amenazaban su integridad. Para el juez de turno que enviaban desde la capital, los cadáveres eran simples suicidads que fueron empujados a los brazos de la muerte por un territorio enloquecedor. Para los caminantes de Ucanca, los muertos no tenían nombres ni apellidos.”

(Ucanca, Gustavo Reneses, colección G21 Narrativa Canaria Actual, Ediciones Aguere/Idea)

La colección G21 Narrativa Canaria Actual se caracteriza por su afortunada heterodoxia en cuanto a contenidos se refiere. Parece que todo vale en esta iniciativa que contra viento y marea dirige Ánghel Morales, quien lleva publicando con notable esfuerzo y a la par insólito entusiasmo, una serie de novelas que ofrecen un irregular abanico de por donde se mueve la narrativa en las islas.

No es extraño por eso encontrar en G21 títulos con vocación de reinterpretar los géneros así como atrevidos experimentos, la mayoría de ellos ambientados en los paisajes de las siete islas Canarias, pero observados no ya como una fotografía en blanco y negro o a color, sino como escenarios muy personales en el que discurren historias.

Las novelas publicadas dentro de esta colección, con independencia de su calidad, dan una visión bastante peculiar de los caminos por los que transita la novela actual en Canarias. Una narrativa en ocasiones hermética pero en otras abierta, fácilmente asumible para toda clase de lectores. Aquí se encuentra, a nuestro juicio, una de las claves de G21: su función de escaparate en el que se ofertan productos de todas clases, en el que no existen reglas fijas sino una absoluta y gozosa libertad creativa.

G21 brinda además la oportunidad de conocer la otra obra que escriben autores más o menos consolidados con otros que comienzan, lo que diseña y da cuerpo a un mosaico que, al mismo tiempo, fuerza a tomar el pulso a una realidad narrativa que con sus errores esconden a veces agradecidos aciertos.

Ucanca es la primera novela de Gustavo Reneses y el último título hasta el momento de G21 Narrativa Canaria Actual.

Como otros relatos publicados en la colección se aprecia voluntad pero también improvisación en el resultado final, pero es un título que pese a sus peros, destaca por su desconcertante inicio y el atrevido intento de creación de un western fronterizo que se mueve en espacios reconocibles para cualquier lector nacido, residente o visitante de la isla de Tenerife aunque la isla, y en concreto el escenario geográfico en el que discurre Ucanca, apenas explote el interesante mestizaje entre realidad y ficción que prometía.

La novela resulta al principio curiosa, cuando se anuncia la ubicación en Canarias de un western narrado en clave fantástica y con ciertos ecos al Mundo Medio de Stephen King y sobre todo a la gloriosa tradición de la novela popular norteamericana. Los personajes de Ucanca parecen que quieren mimetizarse en un territorio volcánico similar a los grandes espacios abiertos del legendario oeste, pero el efecto en Ucanca no dura lo suficiente.

Por eso, y más que la lectura, es el escenario y su empleo como territorio western lo que sorprende de esta novela, aunque sea solo en esbozo.  Un esbozo en el que autor ubica una población en la que quiero encontrar influencias del Pots Country, la localidad en la que Jim Thompson alojó a sus 1.280 almas, que con el paisaje desértico del Ucanca real.

La originalidad de este territorio se disuelve a medida que se desarrolla el relato y las historias que de manera sesgada se van desparramando por él. Los relatos se agotan tras el escenario en apenas un centenar de páginas. Late demasiada improvisación y no serenidad y cálculo ante el espacio descubierto.

En este sentido, más que como novela, Ucanca es una sucesión de viñetas a modo de colorín o tebeo que no termina de dar la vuelta al calcetín a su mundo imaginado.

Ucanca termina así por parecer una excéntrica fantasía. Una fantasía violenta que protagonizan una serie de personajes que responden más a esterotipos que a tipos trabajados. Todo esto en un inhóspito territorio que daba juego para explotar el carácter de sus habitantes.

El pulp pop que practican –no sé todavía si consciente o inconscientemente– Javier Hernández Velázquez y Ángel Vallecillo suma una nueva voz, aunque en el caso de Reneses la apuesta no se complica en manipular referentes literarios pero sí se pierde, como pasa a veces con las historias de los escritores anteriormente citados, en su laberinto improvisado.

A Gustavo Reneses le falta todavía más novelas y menos ímpetu provocador para encontrar su lugar en esa apuesta por mezclar los géneros y que suele reivindicar una mirada festiva pero también siniestra sobre sus influencias –preferentemente norteamericanas– literarias.

En este sentido. la novela de Gustavo Reneses no funciona más allá de la originalidad de su escenario ya que como historia, o historias, deambula y se pierde metafóricamente por esas mismas carreteras polvorientas que describe. La cuestión es ¿qué hubiera sido de Ucanca con mucho más trabajo, oficio, a la hora de configurar su peculiar universo?

Lo escribe un lector que, concluímos, comenzó a leerla con el signo de la estupefacción dibujado en su frente aunque a medida que pasaba las páginas apreciara que ésta se diluía como lágrimas en la lluvia.

Saludos, continuamos, desde este lado del ordenador.

El libro que inspiró Érase una vez en América

Lunes, Agosto 4th, 2014

Me tendí boca arriba, con los brazos bajo mi cabeza. Todos los dolores y todo el cansancio desaparecieron de mi cuerpo. Me sentí seguro y en paz, en este santuario. Sí, la paz es maravillosa.”

(¡Gángsters! (The Hoods), Harry Grey, Editorial Constancia, S.A., 1953. Traducción: José Manuel Ramos. Supervisión: Jorge Turner Morales)

El éxito de la película no acompañó al de la novela original, un relato autobiográfico y posiblemente maquillado escrito por Harry Grey, pero con muy contadas traducciones al español. Insólito, si tenemos en cuenta que inspiró la obra redonda, más acabada, de ese cineasta italiano excesivo y a ratos genial llamado Sergio Leone.

Descubrí The Hoods a través de Érase una vez en América y fui de los que aplaudí, una buena costumbre hoy prácticamente desaparecida en las salas, tras ver la primera parte de la película porque este inmenso retrato sobre el gangsterismo en los Estados Unidos de Norteamérica en los años treinta se estrenó en dos mitades, como Novecento y alguna más que se me escapa. La memoria, que es caprichosa, tiene esas cosas.

Encontré un ejemplar de The Hoods en la Cuesta de Moyano, en Madrid. Una especie de lugar sagrado para los buscadores de títulos raros y prácticamente olvidados. Se trata de un libro editado en 1953 por la Editorial Constancia S.A., Méjico y la portada tiene el estilo de aquellos años. Es decir, arrolladoramente pop cuando el pop todavía ni se había inventado.

Esta es la frase que se puede leer en la cubierta: “El tenebroso mundo del crimen y del vicio desenfrenado descrito con acento único, al rojo vivo, por uno de sus más feroces protagonistas.”

Apenas cuenta, sin embargo, con información sobre el autor en las solapas, salvo una descripción del contenido del libro en la que se cuenta la historia del Noodles del filme, en la versión mejicana Sesos.

Como curiosidad para seguidores del largo, del largometraje de Leone ¡Gángsters! tiene algo, aunque por una vez la versión cinematográfica supera al material literario porque donde el cineasta italiano pone sentimiento en el libro de Grey se cuenta la relación de unos hechos vistos desde el otro lado.

Sin embargo, ¡Gángster! continúa funcionando como retrato de una época y cómo afectó a una pequeña banda de delincuentes de origen judío.

Es muy curioso, y ha dado origen a numerosos estudios y novelas, cómo se crearon estas bandas en los barrios marginales de las principales capitales de Norteamérica en los años de la Depresión. Por un lado judíos, por el otro italianos, más allá irlandeses e incluso algún holandés al que se le había ido la cabeza como Dutch Schultz, un personaje que fascinó al escritor William S. Burroughs, quien escribió una de sus mejores obras fabulando sobre las últimas palabras que pronunció mientras agonizaba cosido a balazos.

La pregunta, no obstante, circula por mi cabeza. ¿Por qué no se ha vuelto a traducir The Hoods? Ningún editor entonces, coincidiendo con el estreno del largometraje de Leone, aprovechó el gancho comercial para dar a conocer un trabajo que con todos sus peros, que los tiene, cuenta con haber inspirado la mejor película de su, insistamos, excesivo y a ratos genial director.

Incomprensible, más si tenemos en cuenta que el mismo Leone no se cansó de elogiar The Hoods, el relato de un hombre que lo tuvo todo pero que al final terminó sin nada.

Uno de los muchos atractivos de The Hoods es que cuenta la vida de un gángster desde dentro. A través de sus ojos. El cineasta italiano supo captar muchos de estos elementos en su película, en especial la adicción de Sesos/Noodles por el opio, aunque Leone usa la droga al final para subrayar el carácter sedado que mantiene la película sobre todo cuando pega el salto a unos artificiales años sesenta. En el libro de Grey, fumarse una pipa es para su protagonista tan habitual como atiborrarse de alcohol en un garito clandestino.

Max me dirigió una mirada de reproche. Sabía que yo no le estaba prestando atención y no le parecía bien. Sabía que yo estaba soñando despierto. ¿Cómo demonios había yo llegado con mis pensamientos hasta Dominico y hasta las maniobras secretas de la Liga? Debía de ser el sueño que me inspiró la pipa. Un espléndido sueño.”

The Hoods fue escrito por el autor mientras cumplía condena en la cárcel de Sing Sing y ayudado por su esposa, una maestra de escuela. A lo largo del libro, Grey narra además de sus correrías al margen de la ley como untaban de dinero a “tipos que completaron su educación”. Es además, y aquí está lo más importante, la historia de una amistad que se forja en un barrio de inmigrantes judíos en Nueva York, y el recelo que va brotando a medida que van creciendo y haciéndose un nombre en el mercado del hampa neoyorquino entre el protagonista y uno de sus compinches, Max.

Pero esa desconfianza es fruto del trabajo que hacen. En ese ambiente la amistad es una cuestión de negocios. La traición inevitablemente también.

Harry Grey dejó escritos dos libros más antes de morir.

Presumo, aunque es una especulación, que The Hoods fue el primero de una trilogía sobre sus experiencias cuando transitaba por el mundo del crimen. Al parecer, Sergio Leone llegó a conocer al escritor, aunque lamentablemente falleció antes de que comenzara el rodaje. Describe a Grey con cierto parecido a Edward G. Robinson. Claro que Robinson probablemente fue la idea más aproximada que Leone tuvo de un gángster norteamericano de los años treinta. Un tipo rudo, que más que fumar masca un habano mientras rocía a balazos con su ametralladora un local de la competencia.

Érase una vez en América es otro cuento de Leone solo que resulta más humano que sus anteriores películas.

Ahí su desconcertante y aún atractivo doble final.

Estas son palabras de Leone:

Este flashback final puede sugerir la posibilidad de creer que el personaje no se ha movido de 1933, que todo lo que ha visto es fruto de su imaginación, del mismo modo que el filme es fruto de la mía.”

* Las citas de Leone están recogidas del estudio Sergio Leone (Pablo Mérida de San Román. Colección La vela latina, Ediciones Júcar, 1988

Saludos, se ha dicho, desde este lado del ordenador.