¡Chacho, chacho, chacho!

Sábado, Mayo 16th, 2015

Me despedí ayer de Alexis Ravelo en Los Cristianos dándonos un abrazo. Alexis me dijo entonces que hasta el próximo año en NNegra de Arona y yo le respondí que si continuo por estas tierras de Dios… Las cosas que decimos a los que nos hemos empeñado en ver el vaso casi siempre medio vacío… 

También di un abrazo a Marcelo Luján, todo un descubrimiento que me permito que indaguen si leen su perturbadora Subsuelo, y dos besos a Rosa Ribas, una mujer a la que agradeces a la fortuna –a veces el vaso casi parece lleno– de haberla conocido.

Veo ahora mismo a Ribas con una caja de galletas gomeras y muy feliz por dos descubrimientos gastronómicos de estas islas a la deriva: papas arrugás y escaldón…

Y a modo de eco charlas sobre literatura alemana, muchas ganas por leer su Pensión Leonardo y una despedida.

A los tres:

Rosa,

Alexis

y Marcelo.

Esos días, que cuento ahora con los dedos de la mano, me saben a poco aunque pertenecen ya a mi último refugio.

Los tres viajaban a primerísima hora a Madrid y después en tren rumbo a Valencia.

Y hoy en Valencia… 

Alexis Ravelo recibe  el Premio Mejor Novela VLC NEGRA 2015 por su novela Las flores no sangran (Alrevés editorial), un reconocimiento que recibe de los lectores, que han votado entre cinco finalistas.

Así que pienso… ¿El vaso?

El vaso ahora está lleno.

Saludos, A.M. West, desde este lado del ordenador.

‘Las flores no sangran’, una novela de Alexis Ravelo

Jueves, Enero 15th, 2015

“La noche es sahariana, con aire caliente y tierra que entra por las ventanas que los incautos se han dejado abiertas. Y nadie podrá dormir. Felo, en su cuartucho, ve en televisión un documental sobre el Amazonas. Lola y Diego acaban de echar un polvo bruto y rápido, y ahora están ahí, desnudos y destapados en la cama húmeda de sudor y semen. Lola mantiene aún su excitación acariciándose, esperando a que él recobre la respiración y complete lo que se ha dejado a medias entre las piernas de ella. Eusebio, tendido en su cama, hace cálculos, repasa horarios, coartadas, posibles errores, mientras constata que hay un desconchón en el techo y que, un día de estos, tiene que dar una mano de pintura. Siente un ansia y una pereza infinitas. En cambio, Paco el Salvaje no ha llegado a acostarse. Permanece ahí, en su salón, concentrado en el sulfatador (se lo ha llevado a casa para limpiarlo), comprobando una y otra vez la pistola de juguete, los guantes, el elástico de la mascarilla. Parece inmerso en esas tareas, pero en realidad piensa en Ruth. En Ruth y en el olor de la piel de Ruth. En Ruth y en pasajes de avión y en largarse de una puta vez de la isla.”

(Las flores no sangran, Alexis Ravelo, Alrevés, 2015)

Alexis Ravelo no es un tipo duro y por eso lee poesía. Desconozco si el escritor nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1971 ha escrito alguna vez un poema. Y si fue así, a quién le cantó con sus versos… Por lo pronto, sí que detecto a un Ravelo que nos sale poeta en muchos de los títulos de sus novelas negras y criminales e, intermitentemente, en fragmentos, párrafos aislados de sus historias, todas ellas trufadas de cadáveres.

Descubrí el lirismo de Ravelo en la que hasta la fecha sigo considerando su mejor novela, La estrategia del pequinés, y me acomodé porque lo identifiqué con él a través de La última tumba y ahora Las flores no sangran que es, a mi juicio, la más poética –y por ello desconcertante– novela de un escritor que sin abandonar las cargas de profundidad que alimenta al género no sé si escribe pero sí que lee poesía.

La novela policíaca vive en España un estado de gracia al que unos, quiero imaginar que pocos, desea pegarle el tiro de gracia. Con todo, el género se mueve y mantiene aún una luna de miel con unos lectores que supongo están cansados de levantarse las mañanas con tanto cadáver real que le entra por la televisión aunque, paradójicamente, lo que buscan algunos de esos mismos lectores es evasión leyendo historias con cadáveres inventados. Y el plato, por ahora, funciona porque la literatura negra y criminal que se escribe y se publica en España gana lectores por mucho que se disperse por cualquier provincia que vertebra este país que parece ahora no quiere perderse.

Y Alexis Ravelo se mueve muy bien por esta geografía. La geografía de un género al que ubica a Gran Canaria y por extensión al archipiélago en el mapa negro y criminal español contando las mismas historias pero con acento de aquí e, inteligentemente, prestando voz a todos aquellos que piensan como viven y que por eso quieren cambiar para vivir como les gustaría pensar.

Alguien los llamó los parias de la tierra.

Otros, marginados que han acabado por ser delincuentes de poca monta y que se enfrentan en esta novela a otra clase de delincuentes, esos que visten traje y corbata.

¿Quién gana?

No lo tengo tan claro en las novelas de Alexis Ravelo, aunque en Las flores no sangran la pírrica victoria se decanta del lado de los que llevan chándal y una soga atada alrededor del cuello.

Las flores no sangran, como La estrategia del pequinés, es una novela que trata de todos ellos: los que llevan corbata y sogas alrededor del cuello, solo que resulta algo más larga. Sea, supongo, porque se trata del más comprometido políticamente pero también desconcertante relato de un escritor que lee poesía.

En Las flores no sangran un quinteto de delincuentes de medio pelo planifica primero y realiza después el que piensa será el golpe de su vida. No se trata en esta ocasión de robar a un narcotraficante sino de un secuestro express, el de la hija de un capitoste grancanario que ha amasado su gran fortuna blanqueando dinero con el que ha armado una red de empresas que sostiene un imperio corrupto pero oficialmente legal pese a que esté podrido en sus entrañas.

El relato está narrado en dos tiempos y en una distante tercera persona que describe, tal y como hablamos por esta tierra, esta operación criminal. Pero no termina Ravelo de afinar a los cinco miembros de la banda de delincuentes de caza menor que protagonizan la historia. La primera parte resulta así muy explicativa y extensa para contarnos cómo son cuatro hombres y una mujer que se buscan la vida en una capital de provincias.

Llámala Gran Canaria.

Tras la declaración de guerra, Alexis Ravelo enfrenta a esos buscavidas con otros delincuentes. Delincuentes de caza mayor que, como en otras de sus novelas, resultan bastante atractivos. Y los dibuja con pincelada impresionista, procurando que la mancha no caiga en maniqueísmos para mostrarlos también como seres humanos.

Y aparece un tal Raúl Silva, alias Belmondo, que es un argentino al que no te gustaría encontrar cuando está trabajando.

La acción de Las flores no sangran comienza entonces a moverse y a coger al lector por el cogote en su segunda mitad. Y uno piensa entonces que la demora mereció la pena. Que mereció la pena leerse este relato de guerra entre dos formas de entender la delincuencia.

O la de los cinco delincuentes de medio pelo y la que encarna Isidro Padrón y Marcos Perera, el Martillo y el Yunque de Tejeda, dos hombres de negocios sin escrúpulos que organizan un operativo para recuperar –al margen de la policía– a la hija secuestrada del primero.

Y es aquí, en el tramo final cuando Las flores no sangran recupera la emoción y el calado negro y criminal que se buscaba. El momento en el que el relato se vuelve oscuro y despiadadamente violento. Ese en el que no hay calima que valga para serenar lo que deriva hacia una orgía de sangre. Una orgía de sangre que desencadena la peculiar forma de hacer justicia que tienen estas dos formas de hacer delincuencia.

Pero, ah, los de arriba son hombres de negocios y los de abajo parias de la tierra.

¿Quién ganará?

Ya lo dice el título: Las flores no sangran.

(*) El escritor Alexis Ravelo participa este jueves, 15 de enero, en un encuentro que tendrá lugar a partir de las 19 horas en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.

Saludos, allí nos veremos, desde este lado del ordenador.

Otoño caliente para las letras con acento canario

Miércoles, Octubre 29th, 2014

Pese a la crisis y la desesperación que genera. Pese a que unos pidan perdón y otros hagan señas porque el trasatlántico se hunde y no hay orquesta que amenice la tragedia… lo que queda de 2014 anuncia una serie de novedades literarias con acento de aquí –un aquí si quieren provinciano e isleño, de archipiélago donde hace tiempo se dejó de tocar las chácaras y el tambor– que si por algo se caracteriza es por haber aprendido a sacudirse prejuicios y observar literariamente su historia con ironía. Ese es el caso de El Leviatán chasqueado (Ediciones Idea), de Ángel Luis Marrero Delgado, una novela que reinterpreta con respetuoso sentido del humor el ataque frustrado del contraalmirante Horacio Nelson a la capital tinerfeña a finales de julio de 1797.

O se preocupa, este es el caso, por recuperar y reivindicar personajes que, nacidos en estas tierras, se caracterizaron por una intensa existencia como el que presenta Jesús Villanueva Jiménez en La cruz de plata, un libro basado en la apasionante y todavía desconocida historia del canario Antonio Benavides y que llegará a las librerías el 21 de noviembre.

Por otro lado, y ya casi a punto de tomar por asalto las librerías se encuentra la última novela de Mariano Gambín, Colisión (Roca Editorial), un nuevo thriller de acción que en esta ocasión abandona las calles y plazas laguneras para desarrollarse fundamentalmente en Santa Cruz de Tenerife y que el autor de la trilogía Ira Dei espera presentar el 19 de noviembre en el Casino de Tenerife.

No creo que a nadie le sorprenda –tal y como está el panorama político y social del país– que en las agitadas aguas de la novela negra y criminal llegue la nueva aportación de Javier Hernández Velázquez, Los ojos del puente ( M.A.R. Editor), título por el que obtuvo recientemente el Premio Wilkie Collins y que transcurre en tres tiempos y en tres escenarios diferentes. Uno de ellos, Tenerife, donde se recuerda a ese singular escritor que fue Antonio Bermejo, autor de una novela desaparecida y de la que solo se conserva el título: La lluvia no dice nada

M.A.R. Editor publicará también a finales de noviembre una reedición de Tú eres azul cobalto, del escritor Pablo Martín Carbajal, quien se encuentra en estos momentos trabajando en una nueva novela tras Tú eres azul cobalto, La ciudad de las  miradas y La felicidad amarga.

Y para enero del próximo año, una nueva novela de Alexis Ravelo, que edita Alrevés y cuyo título aún continúa siendo alto secreto pero en el que su autor insistirá en las claves que ha ido explotando en sus dos anteriores trabajos: La estrategia del pequinés (Alrevés) y La última tumba (Edaf).

Si a estas novedades añadimos la publicación también en otoño y dentro de la colección G21 Narrativa Canaria Actual (Ediciones Aguere/Idea) de La leyenda del oro de Acentejo y Es más fácil improvisado, de Carlos Santamaría y Juan Ignacio Royo Iranzo, respectivamente, la estación de la caída de la hoja no va a resultar tan gélida y apagada como nos tenía acostumbrados.

Y esto es solo un anticipo de las novelas que vendrán con acento canario apenas se inicia la cuenta atrás de 2014. Un año, este del 14, que tengo la sensación ha marchado con demasiada velocidad. Tanta, que pienso que fue ayer cuando celebré su llegada.

Saludos, en algún lugar del mundo, desde este lado del ordenador.

M. A. West sale del armario

Lunes, Septiembre 1st, 2014

Hace tiempo comentamos en este mismo su blog la novela El viento y la sangre, de M. A. West, un escritor norteamericano que en los años treinta hinchaba su paga de profesor universitario como escritor de novelas policíacas baratas que, descubro ahora sorprendido, nunca existió.

Es decir, que M. A. West fue un invento, un fantasma que tras su esquiva biografía y novela escondía agazapado a Alexis Ravelo, quien hasta ese momento había guardado celosamente el secreto mientras en revistas especializadas y blogs como éste mismo celebrábamos el descubrimiento y rescate del señor West y exigíamos más traducciones de las historias que, presuntamente, había dedicado al bronco torpedo Rudy Bambridge, mano derecha de un hampón de Chicago que se dedica a resolver casos empleando, al margen de la ley, las armas de su oficio.

Tras el desconcierto de conocer la verdadera identidad de West, hay que reconocer el  experimento narrativo de Ravelo. Un experimento ante el que hay que quitarse la boina porque El viento y la sangre sabe a pulp con todas sus letras.

P de popular

U de urdidor

L de laberinto

y  P de provocador.

Un relato deudor del mejor James Hadley Chase. Una serie B del género que tras destaparse ahora como farsa, no estafa, obligó a que llamara esta mañana a Ravelo para expresarle cariñosamente y a lo canario lo que ha supuesto conocer la verdad: cabrón, jediondo (con j sonora), que no das ni para dos cachetones…

¡Laja!

La inquietud de descubrir la verdad, que M. A. West al salir del armario es Alexis Ravelo, es aveirguar ahora si continuarán las historias protagonizadas por Bambridge.

Creo que Ravelo se lo debe a West.

Con esta novela que firma con pseudónimo y las que publica con su verdadero nombre –¿se llamará de verdad Alexis Ravelo?– el autor de La estrategia del pequinés confirma un hecho: conoce y maneja muy bien las claves de la edad dorada de la novela negra, que lo mismo adapta y le pone acento canario como lo disfraza de pulp clásico del género.

Y esto solo lo hace un escritor.

Así que con la de libros que tengo que leer, ahora llega Alexis y revela el secreto… Y temo que no hayan más historias de Bambridge. Quiero más, aunque ya no sea como la primera vez, cuando comencé a devorar aquellas páginas preguntándome cómo diablos se le había escapado ese nombre, M. A. West, a Javier Coma en su ya referente Diccionario de la novela negra norteamericana (Anagrama).

Puto genio…

Saludos, es lo que hay, desde este lado del ordenador.

La estrategia del pequinés, de Alexis Ravelo, premio Hammett a la mejor novela negra 2013

Viernes, Julio 11th, 2014

En este mundo solo hay dos tipos de personas: los ganadores y los perdedores. Y tú y yo no somos ganadores. La gente como tú y como yo pierde siempre.”

(La estrategia del pequinés, Alexis Ravelo, Alrevés)

La estrategia del pequinés (Alrevés) continúa siendo hasta la fecha la mejor novela de Alexis Ravelo. Ya comentamos en su momento las impresiones que nos provocó este título, un punto y aparte en la carrera de un escritor que hasta ese momento buscaba un lugar en el mundo con su peculiar investigador Eladio Monroy, un personaje interesante y honesto, sí, pero que se movía y gastaba entre los límites demasiado estrechos de las cuatro historias que, hasta el momento, le ha dedicado Ravelo.

La publicación de La estrategia del pequinés significó, en este sentido, un revulsivo. Un revulsivo no solo para el escritor grancanario sino para los lectores iniciados en novela negra y criminal que esperábamos que su autor se soltara por fin el pelo –esto del pelo es metáfora cuando se habla de Alexis Ravelo– y volcara todos sus conocimientos como lector del género en un relato, La estrategia del pequinés, que tiene tan grato sabor a los grandes clásicos. Los grandes clásicos de la línea cruda y dura de la literatura criminal.

Antes de que recibiera el premio Hammett, galardón que otorga la Asociación Internacional de Escritores Policíacos en la Semana Negra de Gijón a la mejor novela negra, en este caso publicada en 2013, Alexis Ravelo nos comentaba en las Jornadas de de Novela Negra de Arona que ya estaba satisfecho con estar en la lista de los cinco finalistas. Pero no sé, no sé… porque a mi eso de que lo mejor es participar me suena más a frase hecha por quien cree ser un perdedor que esconde sus ansias de ganar. Y fuera así o no en el caso de Ravelo, estaba claro que éramos muchos los que confiábamos en que obtuviera el Hammett porque La estrategia del pequinés es, sin duda alguna, la mejor novela negra escrita en español en 2013.

Con esta historia de y sobre perdedores, Ravelo se adelantaba a muchos escritores del género presentando personajes del otro lado. Hombres y mujeres del arroyo para lo que lo importante no es participar sino ganar.

En la novela no gana sin embargo casi nadie, pero sí un lector que, como fue mi caso, quiso encontrar en esta historia notablemente crepuscular influencias muy bien digeridas de William R. Burnett, James M. Cain y Jim Thompson, entre otros gigantes del género. Género que, como todo el mundo sabe, es tan norteamericano como el western.

Explica Alexis Ravelo a El País que con esta novela lo que quiso hacer fue contar una historia de “perdedores, que son las que escribo yo. Una historia sencilla sobre gente sencilla que tiene que hacer golferío para salir adelante”. Y no le falta razón a nuestro primer escritor canario de literatura negra y criminal con permiso de los demás; ya que tanto en La estrategia del pequinés como La última tumba (Edaf). por la que obtuvo el XVII Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe, son historias protagonizadas por parias de la tierra que se atreven a ponerse en pie en tan famélica legión.

Es una gratísima noticia que Alexis Ravelo haya conseguido el premio Hammett y es una gratísima noticia, entiendo, no ya solo para los que cultivan en la actualidad el género en este archipiélago –tres de cuyos narradores, incluido Ravelo, estuvieron este año en la Semana Negra de Gijón reivindicando el espacio que se merece esta literatura que se escribe en Canarias– sino también para los otros escritores que, nacidos o residentes en las islas, tienen sus expectativas puestas más allá de las fronteras que impone este mar que nos rodea.

A partir de este año, Alexis Ravelo forma parte de ese camino tachonado de grandes nombres de la literatura negra y criminal que se escribe en español. Cito solo a unos pocos: Francisco González Ledesma, Paco Taibo II y Leonardo Padura.

E intento imaginarme como debe de sentirse Alexis Ravelo.

Y escucho su peculiar carcajada. La generosa carcajada de un tipo que, vaya como son las cosas, hoy será cualquier cosa menos un perdedor.

Saludos, levanto mi copa de ron Aldea, desde este lado del ordenador.

Una extraña complicidad que Dios la bendiga

Domingo, Mayo 11th, 2014

Concluye la octava edición de NNegra de Arona suscitando la misma pregunta de siempre. Esa gigantesca interrogación que me acompaña en el viaje de vuelta a casa, con la banda sonora del zumbido del motor de una guagua que atraviesa la autopista bajo un sol de justicia.

La pregunta que me asalta siempre que estoy de vuelta es cómo sobrevive un encuentro con la novela policíaca al que apenas se promociona y en el que, sin embargo, participan escritores de primera línea en el panorama narrativo que aborda lo criminal en español.

Entre otros, NNegra de Arona contó esta edición con Andreu Martín, un escritor que es referente del género y un tipo que ya lleva treinta años escribiendo historias negras, otras tantas infantiles y personajes del mundo del colorín como sir Tim O’Theo que dibujara Raf.

Para los que consumimos esta literatura, algo cansados ya de los protestones de siempre, Andreu Martín ha trascendido la frontera de sus cuentos y novelas para convertirse en una marca. Cuando escribo marca me refiero a que es normal buscar sus libros como los del Andreu Martín, con independencia del título que se trate. La marca Andreu Martín no suele fallar porque sus relatos implican entretenimiento y que los devores –en uno o dos días– mientras el libro tiembla entre tus nerviosas manos.

Andreu Martín es una leyenda del género dentro y fuera de España. Un compañero de viaje con el que pasar el tiempo. Así que conocerlo personalmente es dejar que las horas se evaporen como si nada y una lección de cómo hay que actuar ante la vida. Olvidas las primeras y desde entonces ya no últimas lágrimas que soltaste cuando saliste a trompicones del vientre de tu madre.

Andreu Martín habló y con él se habló en NNegra de Arona.

Es verdad que ante un auditorio pequeño, en el que casi siempre se veían las mismas caras, pero muy agradecido por el vitalismo y la sencillez que emana un escritor que lleva muy bien eso de ser un referente del género que cultiva y que tan bien conoce.

Un escritor que responde más o menos al imaginario que uno se hace de esta clase de marcianos que son los escritores. O que deberían ser los escritores. El 9 de mayo, que cayó viernes, celebraba además su aniversario. Así que hubo tarta y algo de vino y regalos.

Con Andreu Martín se habló, ya digo. Y Andreu Martín habló, digo también en un encuentro en que participaron otros narradores como Luis Gutiérrez Maluenda, para quien la novela policíaca nació y murió entre los años que van desde la década de los treinta a la de los sesenta y que sin embargo cultiva el género con un entusiasmo que desarma; Carlos Álvarez, que además de fina ironía es capaz de hacer entendible la historia de Canarias con relatos en los que tendríamos que reconocernos; y Alexis Ravelo, quien además de ser un excelente escritor es igual de excelente como persona.

Cuatro esquinas de un mismo cuadrilátero que hace que NNegra de Arona se haya convertido en uno de esos extraños milagros que aún se mantienen y que parecen conspiran para hacerme feliz.

Y es que algo tiene la literatura negra.

Cosa de buena gente.

O de una extraña complicidad que Dios la bendiga.

Saludos, tomando una cerveza negra en El Pájaro Turuta, desde este lado del ordenador.