Mañana hablaremos del Gobierno

Martes, Julio 23rd, 2013

INTRO

Si fuera un adivino de la antigua Roma y supiera leer el vientre de una paloma podría vaticinar que lo que está pasando literariamente en estas costas es síntoma de que por fin argo está cambiando.

En la lejanísima Península –para quien escribe Expaña continúa siendo la Península– se están dando cuenta que aquí se escribe y que lo se escribe cuanto menos llama la atención sin renunciar a nuestra peculiar idiosincrasia y a nuestra también peculiar forma de hablar.

Nunca he entendido, en este sentido, por qué los amigos y conocidos peninsulares se molestan cuando les pregunto: “¿Vienen a cenar?” y me responde entre ofendidos y sorprendidos “tutéanos”.

¿Tutear?

¿Pretenden acaso que emplee el vosotros?

Esa segunda persona del plural me parece demoledoramente cursi.

- ¿Venís a cenar?

- Arrállate un millo.

No pretendo con este post reivindicar mi forma de hablar pero sí que, pese a que se esté perdiendo la sonoridad, a veces brutal, de muchas de las palabras que utilizaron mis padres y abuelos y bisabuelos y lo que hay más atrás, continúe empeñado en llamar fechillo a un cerrojo; zarcillo a un pendiente y mojo a la rica salsa canaria que cantara Caco, Juan Carlos Senante, en sus años de trovador.

No quiero decir con todo esto que los escritores de aquí –vivan o no aquí– insistan en sus obras en cómo decimos las cosas, pero sí que argo de todo esto se rastrea, precisamente, en sus obras.

Llámalo si quieres seña de identidad o simplemente forma de asumir una realidad que por circunstancias diversas, entre otras la puñetera insularidad, nos hace percibirlas con otro acento y con otro color.

Al margen de esta reflexión, mi objetivo es informar de una serie de iniciativas y novedades que se están produciendo en la república de las letras escritas en Canarias.

Si fuera un adivino de la antigua Roma interpretaría que los vientos son favorables y que para derrotar a nuestro característico miedo –si se observa desde fuera y afortunadamente desde dentro– lo que se está escribiendo en estos territorios atlánticos africanos llama la atención.

Y que si hubiera un faycán con dos dedos de frente podría aprovechar este interés y venderlo como se merece.

LA PUNTA DEL ICEBERG

* La última novela de Juan Manuel García Ramos, El zahorí del Valbanera (colección Narrativa Baile del Sol) es reseñada por Juan Cruz en Babelia.

* Alexis Ravelo obtiene por  La última tumba el XVII Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe.

* Víctor Conde, escritor de referencia en la ciencia ficción y la fantasía que actualmente se escribe en Expaña, publica He oído a los mares gritar mi nombre (colección Stoker, Dolmen).

* El inevitable e imprescindible Ánghel Morales prepara próximos lanzamientos en la colección G21: Narrativa Canaria Actual como El peso del tiempo, de Gerardo Pérez, ya camino de la imprenta. Esperan mientras tanto salida Un crimen lejos de París, de Daniel María; 9 horas para morir, de Ángel Vallecillo; Cinco mujeres que no subirán al cielo, de Juan Andrés Herrera; Sándalo y rapsodia, de Juan Jesús Pérez; Mujeres, de Javier Marrero; Ucanca, de Gustavo Reneses y La Laguna de los olvidados, de Benjamín Barreto.

* Agustín Díaz Pacheco, quien presentó recientemente una reedición de Breves atajos (Ediciones Idea), prepara una antología de relatos –que presumo editará Baile del Sol– de escritores canarios y mejicanos tras sus 2.050 km. de palabras (Antología de relatos vasco-canaria); De la saudade a la magua. Antología de relatos luso-canaria y Entre Orientales y Atlantes. Antología de relatos uruguayo-canaria, por citar solo unas cuantas de estas experiencias de fusión, de acercar narrativas paradójicamente no tan diferentes.

* Y, para agitar un poco más las aguas, Juan Andrés Herrera anuncia que pone en marcha un nuevo proyecto editorial en Canarias, Neys Books y otro escritor lo mismo pero en Gran Canaria, una isla que está justo enfrente de Tenerife pero que por caprichos del carnavalero pleito insular se empeña todavía en que los que estamos a un lado y al otro de la orilla vivamos de espaldas.

Hay más.

Pero son rumores, entusiasmos que hasta que no se confirmen no puedo registrar en este su blog.

(*) La imagen que ilustra este post corresponde a Metrópolis (Fritz Lang, 1927), próximamente le dedicaremos un comentario a la fantástica novela de Thea von Harbou.

Saludos, una pared de madera nos salvará, desde este lado del ordenador.

El zahorí del Valbanera, una novela de Juan Manuel García Ramos

Viernes, Junio 14th, 2013

“- Y ya está bien de contarte historias por hoy. Ya sabes más de mi vida que yo mismo, me has hecho memorizar cosas de las que ni me acordaba. Pero te digo algo: tu manera de escuchar mis pasos por esta vida, la atención que has puesto, el interés que me has demostrado, me permite presagiar algo, y esta vez voy en serio, esta vez hablo como zahorí de profesión: algún día te harás escritor y terminarás por contar todo lo que has oído de mis labios.”

(El zahorí del Valbanera, Juan Manuel García Ramos, colección Narrativa, Baile del Sol Ediciones)


Las dos últimas novelas de Juan Manuel García Ramos son ejercicios narrativos en los que el escritor solo quiere contar historias. Se pone fin así al cripticismo experimental que caracterizó muchos de los textos de la generación del 70. Parece que ahora García Ramos, como otros compañeros de aquel fenómeno literario, desea ampliar su círculo de lectores. Llegar a un público que además de reconocer literatura quiere entretenerse, emocionarse con la literatura.

Si en El guanche en Venecia se trataba de un texto que se acoplaba cómodamente y sin sonrojarse al género de la novela histórica, el escritor apuesta ahora con El zahorí del Valbanera por la memoria familiar y también la fábula en un texto desconcertante para los que hayan seguido la producción literaria de su autor.

En este sentido, El zahorí del Valbanera es un libro que entretiene y, lo que es mejor, contagia emociones. Una novela que parece escrita más con el corazón que con la cabeza, lo que a mi juicio maximiza el interés de una obra que en apenas un centenar de páginas hace conmover y, de alguna manera, reconciliarme con las raíces de la geografía que habito.

En su nueva novela, Juan Manuel García Ramos no camufla intenciones, y ya desde el principio avisa que se trata de un libro en el que quiere reivindicar la memoria de su abuelo, pero también de todos aquellos canarios que en algún momento de su vida se vieron obligados a marcharse de su tierra por necesidad.

Esta temática resulta inquietantemente actual con los tiempos siniestros que vivimos, aunque hay otras reflexiones que empapan las páginas de un libro que se lee de una sentada.

Por un lado, describe con vigor narrativo la conexión –debido a las circunstancias– que unió durante unos años de penuria los destinos de Canarias y Cuba. Y por otro, permite al escritor reflexionar sobre la atlanticidad, pieza maestra que forma parte del discurso en el que se apoya el imaginario de García Ramos.

El zahorí del Valbanera es además una novela cuidadosamente didáctica, en la que su autor repasa y subraya cómo afecta a sus protagonistas, en especial a José Aquilino Ramos, su abuelo materno, lo que significa ser testigos involuntarios de la Historia.

Un relato, el de la Historia, tan caprichosamente próximo al mito de Sísifo.

No abruma sin embargo el escritor con precisiones, obsesiva cronología de los hechos. No, Juan Manuel García Ramos no quiere resultar denso ni pedante. Muy al contrario, apuesta por la síntesis. En su novela lo que de verdad importa es la reivindicación de la memoria de un hombre que no lo tuvo fácil en la vida.

Un hombre bueno, que mantiene un diálogo con su nieto, el mismo escritor, mientras cuenta pedazos de una existencia entregada al trabajo en una tierra que no era la suya pero que terminó siendo algo así como suya tras su regreso a Valle de Guerra, localidad del nordeste de Tenerife con la que parece García Ramos quiere ajustar cuentas. Saldar una deuda histórica.

Como novela, El zahorí del Valbanera me parece así más sincera y menos pretenciosa que El guanche en Venecia. Lo que explica su grandeza. Quizá sea porque aquí ya no se trata de reivindicar nacionalismos extremos, recurriendo para ello a un mito más cercano al hombre de acero que a la realidad sino, precisamente, por narrar desde la distancia de un observador implicado la errática existencia de un canario de a pie. La de un hombre que se fue con lo puesto a otro lugar en el que tuviera la oportunidad de manifestar el concurso de sus modestos esfuerzos.

Tiene esta novela-memoria-fábula momentos que conmueven, y logra el escritor algo fundamental para todos aquellos que, como quien ahora les escribe, pide a una novela: que le entretenga y despierte emociones.

Ha logrado además que la leyera de un tirón. Sorprendido por el relato, por el cuadro que hace de un hombre que obedeciendo a su voluntad de presagio, salva su vida y la de sus tres amigos cuando el Valbanera, el barco que más tarde desaparecería en su trayecto hacia La Habana, hizo escala en Santiago de Cuba.

Sí se le puede reprochar a García Ramos una vez leída la novela que el lector exija más. Pero esto es así porque, al menos fue mi caso, José Aquilino Ramos pasó a formar parte de mi familia.

Ya he dicho que El zahorí del Valbanera despierta demasiadas emociones. También recuerdos de personas que han marcado mi existencia y que hoy, desafortunadamente, están ausentes.

Comparto así muchas de las emociones del autor, y agradezco su sereno equilibrio porque el libro nunca cae en lo cursi, en lo fácil. En explotar la lágrima ridícula.

Mencioné antes que está escrito en forma de un diálogo donde el abuelo materno narra su historia y en la que su nieto revela sus impresiones, la nostalgia ¿amarga? de recuperar una vida que hizo del trabajo su catecismo con el único objetivo de regresar a su tierra natal.

Concluyo, citando al autor de El zahorí del Valbanera:

“El nieto huye de idealizar a su abuelo, de convertirlo en una vida ejemplar, de aquellas que leía en los colorines de su primera infancia, pero no puede dejar de considerarlo una buena muestra de lo que fue la vida para muchos valleros de su época, abocados a salir de sus lugares natales a buscar el sustento y la dignidad negados por sus entornos de origen. La emigración siempre es una manera de negarnos a ser lo que otros quisieron que fuésemos. La emigración siempre es rebeldía, y esa actitud era la que el nieto admiraba en su abuelo cansado y vencido, arrepentido por no haber dado a su descendencia lo que él fue a buscar a América, una vida distinta, un mundo abierto, una alternativa a la condena dictada por lo alrededores del lugar de nacimiento.”

Saludos, he dicho, desde este lado del ordenador.

Dando la nota

Martes, Junio 11th, 2013

Baile del Sol Ediciones publica la última novela de Juan Manuel García-Ramos, un histórico de la denominada generación del 70, titulada El zahorí del Balvanera, título que su autor describe como “el más directo de mis libros narrativos.” La historia se inspira en la experiencia de su abuelo, “al que llamaban zahorí”, durante el viaje que realizó en este barco que naufragó en algún lugar del Atlántico en 1919 durante su trayecto del puerto de Barcelona a Puerto Rico.

La Garúa Libros publica La crepitación. Poesía reunida (1991-2006) de Rafael José Díaz, volumen que incluye también un epílogo firmado por Mario Martín Gijón. El mismo autor, en la contraportada del libro explica que: “El poeta (al menos el poeta que yo desearía ser) escribe siempre en los bordes del sueño: en la incertidumbre del adormecimiento o en la lenta resurrección del despertar; en la encrucijada de los caminos; en la oscuridad de la noche irrigada de estrellas; junto a las tumbas de los muertos, frente a esa última morada que es a veces la luz crujiente del mediodía; en habitaciones vacías asediadas de pronto por remotos recuerdos; bajo acantilados extasiados ante los pliegues de un mar inaccesible; en medio del bramido de un viento que desgasta y desnuda las palabras.”

* La próxima semana llegará a las librerías Si hubieras estado aquí, de la escritora Cecilia Domínguez Luis, volumen que edita la colección G21 Narrativa Canaria Actual. Este viernes, 12 de junio, y a las 19 horas se presenta en Tenerife también otro título de G21 en el salón de actos de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC), Julia y la guillotina, de Jonathan Allen. Esta misma editorial publica aunque en su colección Narrativa El envío turco, de la escritora Pilar Escalona, una novela en la que una serie de personajes residentes en Tenerife y Gran Canaria se ven afectados por sucesos misteriosos tras haber coincidido en un viaje a Turquía.

* La colección Narrativa de Baile del Sol Ediciones publica la primera novela de la escritora Inma Luna, Mi vida con Potlach. En la contraportada se explica que “tras una grave crisis, Luis decide aplicarse una terapia propia consistente en cuadricular su vida y desvincularse del resto de los seres humanos con el fin de mantenerse a salvo.” La historia está escrita en forma de diario y ha sido calificada por Julio Castro en La República Cultural como un libro en el que su autora “desenfunda los sentimientos del fondo del ropero, les da la vuelta, los limpia, los remienda, te viste de nuevo y te empuja a caminar.”

Saludos, ya saben, desde este lado del ordenador.

Para tomar, si quieren, nota

Viernes, Mayo 24th, 2013

PARÉNTESIS

(La película es de hace unos años pero sigue vigente como comedia negra. Una extraña perla en el estercolero en el que se está convirtiendo el cine actual. Se titula Four Lions, y me viene a la memoria tras los desgraciados atentados sucedidos en Boston el pasado 15 de abril. La conexión resulta lógica si alguno de ustedes ha visto la película, si no es así revelaré el porqué: los cuatro protagonistas planean hacer lo mismo pero durante la maratón de Londres.

Lo hablaba el otro día con una amiga. ¿No te resulta curioso que en Four Lions los disparatados yihadistas planeen lo que tres años después sí que se produjo en realidad en la ciudad de Boston? No sé si el arte imita a la vida o si la vida imita al arte. Escribo esto porque las coincidencias a veces son extrañas, extrañas porque parecen que están planificadas por algo o por alguien. O no… Quizá sea solo fruto de una casualidad macabra).

AVISOS

* El profesor y escritor Juan Manuel García Ramos anuncia en una entrevista que este domingo, 26 de mayo, publica El Perseguidor en Diario de Avisos, que desea que su quinta entrega narrativa, El zahorí del Valbanera, “esté en librerías antes del verano.” García Ramos señala que este libro se trata de “una suerte de memorias familiares y de fábula, donde recorro la vida de mi abuelo materno en su aventura cubana y acompañado de unas dotes adivinatorias que lo hicieron burlar el naufragio del trasatlántico Valbanera en 1919 donde él viajaba rumbo a La Habana.”

* Quien fuera presidente del Parlamento Europeo, ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente y presidente del Instituto Universitario Europeo, Josep Borrell, impartirá el martes 28 de mayo, a las 12 horas, la conferencia ¿Por qué Europa? ¿Por qué la crisis? en la Universidad Europea de Canarias, Campus de La Orotava. Para confirmar asistencia basta con escribir un correo electrónico a admisiones.canarias@uem.es.

* Albert Espinosa presenta el miércoles 29 de mayo en la Librería La Isla, calle de Robayna 2 en Santa Cruz de Tenerife, y a partir de las 18 horas, su última novela Brújulas que buscan sonrisas perdidas. Albert es autor de varias novelas cuyas ventas alcanzan el millón de ejemplares vendidos (El mundo amarillo, Si tú me dices ven lo dejo todo…pero dime ven, Todo lo que podríamos haber sido tu y yo si no fuéramos tú y yo) y es creador, entre otras, de la serie Pulseras Rojas y la película Planta Cuarta

* La escritora Olivia Ardey firma ejemplares a partir de las 18 horas de Bésame y vente conmigo el viernes 31 de mayo en la librería Agapea, situada en la avenidas de Tres de Mayo de la capital tinerfeña. Bésame y vente conmigo es una nueva incursión de la autora en los territorios de la novela romántica, donde describe en este relato las peripecias que emprenden tres amigos cuando a raíz del fallecimiento de un familiar le promete su fortuna al primero que se case.

* Coincidiendo con el IX Aniversario de BienMeSabe.org y aprovechando el reciente Día Internacional de los Museos, desde el lunes 20 de mayo se puede consultar el Atlas Museístico de Canarias. La iniciativa permite conocer la red de museos existentes en el archipiélago, un total de 150, que se presenta por islas y por temáticas: etnográficos, arqueológicos, casa-museos, naturales, de arte sacro…

* María Gutiérrez es la autora de Ellas tampoco saben por qué (Ediciones Idea), volumen que reúne doce relatos en los que se sumerge al lector en las expectativas y dolores, los sueños y entregas, el amor y la soledad, la muerte al fin, de cualquier mujer del mundo.

* Ánghel Morales García es un hombre que con sus luces y sombras pide a gritos un homenaje en esta tierra que mira con desprecio a los que continúan haciendo cosas pese a los vientos adversos. Si a Morales le debemos el más reciente y revolucionario fenómeno literario sucedido en estas agitadas costas con Generación 21, ahora el editor y también escritor nos da a conocer una selección de sus artículos periodísticos en un volumen publicado en la colección La quinta columna de Ediciones Idea. Su título, no podía ser menos, es La voz de Ánghel.

* Breves atajos es un libro de relatos escritos por Agustín Díaz Pacheco en el que, según palabras de su prologuista, Isabel Rojas, el autor nos invita a “adentrarnos en las profundidades abisales del ser humano, cruzar fronteras a grupas de la imaginación, y transgredir la realidad con la afilada espada, a la vez caricia, de la palabra.”

* Ediciones Idea recupera El cernícalo, de Antolín Dávila, título por el que su autor obtuvo el premio de novela Benito Pérez Armas en 1988. Se trata de una segunda edición revisada y en el mismo se reflexiona sobre la endogamia y la geografía del archipiélago canario. 

Saludos, a lo lejos brota el manantial, desde este lado del ordenador.

Gente, a partir de hoy no me la llamen Viceconsejería sino Dirección General de Cultura

Viernes, Enero 11th, 2013

Si la resignada inquietud ya era norma de la casa, algo parecido al vértigo reina ahora  ante el anuncio de los nuevos y chiripitifláuticos cambios del Gobierno de Canarias. Gobierno que prescinde de tres viceconsejerías, una de ellas Cultura, y cinco direcciones generales.

El área de Cultura, dirigida hasta ayer por Alberto Delgado (1) se le quita medalla y galón para convertirse en Dirección General de Cultura, departamento que a partir de ahora estará a las órdenes del técnico de Canarias Cultura en Red Xerach Gutiérrez Ortega.

Pasa la criba la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural, que dirige –es un decir– Aurelio González, quien hace que gestiona un departamento con presupuesto de risa.

Esto me hace preguntar, si ustedes permiten, ¿cuál es la eficacia operativa de esta Dirección General?

También, si ustedes permiten, por qué no se tomó la decisión de que fuera absorbida por la recién creada Dirección General de Cultura, que se enfrenta a un panorama que no le desearía ni a mi peor enemigo.

Fuentes consultadas informan que Cooperación y Patrimonio Cultural se mantiene por razones estrictamente de partido.

O lo que es lo mismo: ¿qué hacemos con Aurelio?

Aurelio González.

O lo que es lo mismo:  ¿cómo se lo habría tomado Juan Manuel García RamosEl guanche en Venecia–, quien no es otro que el presidente del mismo partido en el que milita González?

En fin…

Con la desaparición de las tres viceconsejerías –junto a Cultura se evapora Industria y Energía, Políticas Sociales e Inmigración– también desaparece del lodo de la Historia que ha generado este surreal y esquizofrénico pacto de gobierno entre nacionalistas y socialistas caaanaaarios cinco direcciones generales y cuatro empresas públicas: Saturno, Proyecto Tindaya, Congress Bureau Maspalomas y Tenerife Sur.

El Ejecutivo autonómico calcula que con esta decisión se ahorrará un millón de euros en una época de drásticos recortes. De tiempos cubiertos por nubes oscuras nos impiiiiiden ver.

El nombramiento de Xerach Gutiérrez Ortega, que no tiene ningún tipo de parentesco con Dulce Xerach Pérez López (2) salvo el nombre, responde “en todo caso –informa una fuente consultada– más a una cuestión de afinidad que a una decisión basada en la efectividad y un perfil necesario para ocupar el cargo.”

O como repetía el babas de James Blunt: You’re beautiful, you’re beautiful

En su trayectoria profesional, Xerach Gutiérrez destaca además de ser técnico de Canarias Cultura en Red, en haber sido gerente de las Fiestas Lustrales 2010 de la Bajada de la Virgen (La Palma).

Por Intenert me entero que es abogado y técnico superior en gestión comercial y marketing.

Políticamente, Gutiérrez Ortega militó primero en el Partido Nacionalista Canario (PNC) y hoy en Coalición Canaria (CC).

(1) Desde El Escobillón, al menos, vamos a echar mucho de menos a Alberto Delgado. ¡Gracias Alberto por el juego que nos has dado a lo largo de estos años de sangre, sudor y lágrimas!

(2) Recordamos, paradojas de la vida, que fue precisamente Dulce Xerach Pérez López –siempre que la menciono pienso con la piel de gallina en el cuadro El grito de Edvard Munch– quien se cargó en 2005 la Dirección General de Cultura. Disolviendo también durante sus años como Consejera de Cultura la Sociedad Canaria de las Artes Escénicas y de la Música (Socaem) por Canarias Cultura en Red.

(*) En la foto dos grandes: Oliver Hardy y Stan Laurel. Yo conocí al primero como el Gordo y al segundo como el Flaco.

Saludos, seguiremos informando, desde este lado del ordenador.

‘El corsario de Lanzarote’, una novela de Francisco Estupiñán

Lunes, Noviembre 12th, 2012

La publicación de El corsario de Lanzarote (1), novela por el escritor y periodista Francisco Estupiñán obtuvo el premio Benito Pérez Armas 2011, coincide en las librerías canarias con una serie de historias que más o menos se desarrollan en el mismo periodo histórico que ésta: la conquista de Canarias y el asentamiento y posterior desarrollo de los primeros pobladores europeos, y sus generaciones, en las islas.

Sin embargo, y en contra de otros títulos como El guanche en Venecia, de Juan Manuel García Ramos y La Señora. Beatriz de Bobadilla, señora de Gomera y Fierro, de Carlos Álvarez, el título de Estupiñán me parece el más logrado de todos ellos. La primera razón que podría argumentar para sostener esta reflexión es la sencillez de su escritura y la claridad de objetivos que caracteriza a la novela. También, la habilidad que ha tenido el autor para jugar con la variedad de géneros que se dan cita en ella.

En este aspecto, parece como si Francisco Estupiñán se moviera como pez en el agua sin descuidar en ningún momento la psicología con la que arma a sus personajes, en especial el retrato que hace del marqués Agustín de Herrera y Rojas, el protagonista de este relato en el que se dan la mano ambiciones políticas, amores apasionados y escaramuzas por la captura de esclavos en unos tiempos en los que, tal y como reproduce la cita de Antonio Rumeu de Armas que encabeza este libro: “De las Islas Canarias puede decirse que hasta tiempos recientes no han conocido la paz.”

El corsario de Lanzarote es además una apasionante novela sobre la sociedad que comenzaba a configurarse en el archipiélago la segunda mitad del siglo XVI, y en concreto la de una isla, Lanzarote y tangencialmente Fuerteventura, en la que aquellos hombres y mujeres sacaron provecho de un territorio aparentemente hostil por yermo. Castigado por las inclemencias del tiempo, la falta de agua potable y los ataques continuados de corsarios berberiscos.

Pero son muchas las historias que contiene esta novela que apenas alcanza las doscientas páginas. Rasgo que la convierte si cabe en más destacable por la capacidad que ha tenido el escritor para condensarlos en un volumen que usa la Historia para narrar un relato lo más aproximado posible a las fuentes que lo inspiran.

Porque casi todo lo que se cuenta en El corsario de Lanzarote (2) está recogido de documentos de la época. Es decir, contrastados por el escritor en una intensa labor de recolección de datos que se materializa en el libro con un vistoso realismo de época. Realismo que contagia en el lector actual el miedo que aquellos canarios ya de cuarta generación debieron de sentir viviendo en una isla que sufría el ataque depredador de piratas a los que Estupiñán retrata sin maniqueísmos, y sí presentándolos como lo que debieron ser: soldados de fortuna.

El escritor dibuja además, con la precisión de un cirujano, el retrato psicológico de Agustín de Herrera y Rojas. Un hijo de su tiempo, producto de una sociedad mestiza.

“Doña Constanza logró impresionarlo aún más vivamente cuando le explicó que, a través de su otra abuela, de nombre Catalina Dafía, llevaba sangre de la casa del normando Jean de Bethencourt, conquistador y primer señor de Lanzarote y Fuerteventura, y de reyes canarios, paganos, que tenían su antigua capital también en la misma Teguise, y que fueron cristianizados por los Bethencourt y los Herrera.”

Este linaje obliga a que el protagonista de la novela forje desde su más tierna niñez “un carácter imbuido de su propia importancia y destino. Este hecho influía enormemente en el niño Agustín, que en ocasiones convertía la prestancia en arrogancia, la valentía en bravuconería o el mando en tiranía.”

La adolescencia de Herrera y Rojas queda marcada así por su abuela Constanza, quien no deja de darle consejos como los de rodearse de sus hermanastros “pues solo los de tu misma sangre serán capaces de sacrificarse por ti, si llegara el caso. Para obtener la lealtad de los demás, siempre necesitarás de las prebendas.”

El corsario de Lanzarote es una novela sin buenos ni malos sino la historia de un tiempo cuyos ecos aún continúan resonando en Canarias.

En este sentido, el libro aborda la lucha de poderes para defender un apellido por encima de otros; también la de abrirse paso ante un paisaje difícil, sin apenas agua, pero que contiene una poesía que contribuye a modelar el carácter de sus habitantes. En un viaje que emprende el protagonista para conocer sus dominios, describe Estupiñán: “Luis y Agustín se sentaron muy próximos, en sendos pedruscos pulidos por las inclemencias de la intemperie. Se repartieron pan bizcochado, queso y cebolla y lo tragaron con agua de lluvia recogida en los aljibes de la casa señorial. Se divisaba el cortijo en medio del llano en que se remataba el valle, con la casa central y las cuadras a un lado. Detrás de la casona se podía ver una amplia extensión poblada de hoyos en cuyo interior crecían, protegidos del ventarrón, las vides. Algo más atrás, varias fanegadas de trigo luchaban por madurar, cercadas de a poco por higueras y olivos que servían de cortavientos.”

Es decir, Estupiñán transmite al lector la sensación de que se está ante una geografía que merece la pena proteger.

Agustín alcanza la mayoría de edad siendo apenas un adolescente cuando lidera la defensa de Lanzarote ante un ataque pirático. Su abuela, tan determinante en su primera juventud, le hace entrega de las armas de su padre. Y escribe Estupiñán: “Sus sensaciones eran encontradas: la decisión de defender el señorío heredado de sus padres le irrigaba valentía en cada poro de su piel: saber que la muerte podía estar cerca le aceleraba el corazón y tensaba sus articulaciones.”

La descripción de la batalla es uno de los capítulos más cinematográficos de esta novela. Casi parece un western. “Se oyeron los primeros disparos. Los lanzaroteños los esquivaban, escondidos tras las barricadas y los muros de las casas, mientras sentían las descargas cada vez más próximas.”

Pero es que hay más en El corsario de Lanzarote. Que es literatura de la buena. Es decir, toda aquella que sabe enganchar el interés del lector no solo por estar bien escrita sino porque cambia la manera de ver las cosas de ese mismo lector.

Hay poso detrás de cada uno de los capítulos que vertebra este libro. Pero sobre todo se aprecia un profundo respeto, fruto del conocimiento del autor, por el periodo que narra. Un  momento de la historia de Canarias, ya parte de un  imperio español, en cuyo reflejo podemos reconocernos salvando las distancias…

El logro de Francisco Estupiñán es que cuenta todas estas cosas sin recurrir a ironía ni explotar la mitología que casi siempre suscita este periodo de la historia de Canarias. El autor no juzga a los personajes porque entiende que el narrador del siglo XXI no puede juzgar a unos hombres y mujeres cuyas acciones estaban marcadas por su tiempo.

Eso explica las voces a las que recurre para contar esta historia. Se aprecia que el escritor se preocupa, sin alardes estilísticos, sin fuegos artificiales, por darle nombre a las cosas. Casi como si se tratara de una obsesión por imprimir verosimilitud al relato a través de las palabras escogidas. Es lo que demanda un relato que nos retrotrae a un momento de la historia de Lanzarote, y de Canarias, que comenzaba a adoptar una nueva identidad.

Leer por eso El corsario de Lanzarote es como viajar en una máquina del tiempo. Y descubrir, con la perspectiva del lector del siglo XXI, una historia en la que un grupo de hombres y mujeres fueron capaces de combatir por alcanzar sus sueños, por muy egoístas y equivocados que estos pudieran resultar.

Son muchos los párrafos que entresacaría de este libro. Como su descripción del Real de Las Palmas, territorio que para Agustín Herrera de Rojas “era mucho más de lo que hasta entonces había conocido.” O su madurez, en la que olvida algunas de las recomendaciones que tan atinadamente le enseñó su abuela Constanza.

El corsario de Lanzarote es la historia de un hombre que, con todas sus contradicciones, forma parte de Canarias. Una Canarias que adquiere especial protagonismo cuando se descubren las tierras de América.

Estamos pues ante un novela redonda. Una novela que hace justicia a la historia de Canarias novelada. Una novelada historia de Canarias en la que recurriendo a las fuentes descubrimos que su surrealismo –hoy más vivo que nunca– ya caracterizaba esta geografía antes de la visita a Tenerife del padre del movimiento, el francés André Breton.

La caza de burros salvajes en Fuerteventura, tal y como lo narra Abreu y Galindo, personaje junto a Torriani, que aparece también en El corsario de Lanzarote, no tiene desperdicio. Como no tiene desperdicio otros momentos de un título al que no le falta ni le sobra nada.

Pienso en las relaciones sentimentales que salpican la existencia de su protagonista. Sus incursiones en territorio africano para capturar esclavos. Su defensa enconada de la isla contra el ataque de, precisamente, corsarios… Las ambiciones políticas que se desatan para ser señor de un territorio… Pero sobre todas las cosas, el ritmo que ha sido capaz de dotarle a su relato el escritor. Un relato que empieza y termina con una carta escrita por uno de sus hermanastros preso en berbería que ofrece algo de luz en torno a Agustín de Herrera y Rojas…

El corsario de Lanzarote es, en definitiva y a mi juicio, literatura de verdad.

Con todas sus letras: Verdad.

(1) El miércoles, 21 de noviembre, se presenta El corsario de Lanzarote en la sede centra de CajaCanarias, en Santa Cruz de Tenerife.

(2) El corsario de Lanzarote puede adquirirse a través de la página web de CajaCanarias, así como en las librerías La Isla, Canaima, Librería del Cabildo y Lemus, al precio de 10 euros

Saludos, quien lanza sabe mover, ella le da de comer, desde este lado del ordenador.