La casa Lercaro, una novela de Mariano Gambín

Lunes, Marzo 11th, 2013

Cuando apareció Ira Dei. La ira de Dios en el panorama literario canario nadie se esperaba –entre ellos su propio autor, Mariano Gambín– el éxito que iba alcanzar entre los lectores la primera parte de una trilogía que, tras El círculo platónico, cierra ahora con La casa Lercaro (Roca Editorial).

Todavía son muchas las voces que cuestionan el trabajo de Gambín, el milagro que ha hecho posible que un escritor que nunca ha ido por la vida de escritor, trascendiera la pequeña e interesante editorial independiente con la que se dio a conocer, Oristán y Gosciano, para desembarcar en un sello de los considerados majors en el mercado nacional como es Roca.

Si se leen las tres novelas que conforma lo que se ha venido a denominar como su trilogía lagunera, puede entenderse sin embargo las claves por las que ha alcanzado popularidad estas tres novelas, ya que se tratan de productos perfectamente armados, que han sabido reinterpretar los elementos del thriller a una geografía tan nuestra como es La Laguna, evitando en todo momento trascendencias y filosofía de bolsillo para contar simple y llanamente historias con aroma a folletín.

Un aroma a folletín que, inevitablemente, al lector sin prejuicios por lecturas mayores o menores termina por seducir.

Gambín escribe capítulos muy cortos, los protagonistas de sus tres novelas obedecen a estereotipos fácilmente reconocibles y, además y lo mejor a mi juicio, es que escribe thriller que desarrolla en La Laguna con absoluta libertad, adaptando las calles y plazas de la ciudad como escenario en el que desarrollar historias con acción trepidante en muchas casos deliciosamente hollywoodiense.

Mariano Gambín cierra con La casa Lercaro –aunque quizá pronto nos volvamos a reencontrar con algunos de los personajes de estas tres novelas en futuros trabajos de ficción del autor– su ciclo lagunero demostrando que detrás del escritor que nunca quiso ser escritor sino un sencillo y atrevido contador de historias, se encuentra un buen narrador. Un narrador que en La casa Lercaro revela además a un hombre que ha sabido madurar literariamente habñando.

Quizá por ello, me resulta esta tercera entrega la mejor de las que ha escrito hasta la fecha, ya que aquí hay más del Mariano Gambín escritor que el de contador de thriller.

Un paso hacia delante que no desmerece el esqueleto ni el vistoso y atractivo traje con el que viste –no disfraza– La casa Lercaro. Una novela de aventuras que cabalga sobre La Laguna y también Santa Cruz de Tenerife, ciudades que Mariano Gambín en apenas tres o cuatro trazos hace creíbles como territorio de aventura. Una aventura que en La casa Lercaro adquiere tintes sobrenaturales, con el célebre fantasma que dice la leyenda habita la hermosa mansión lagunera –hoy Museo de Historia–,  y de insólito carácter romántico.

En el cuadrilátero de sus personajes principales, el inspector Galán, la arqueóloga Marta Herrero, la periodista Sandra Clavijo, destaca en esta historia Luis Ariosto, probablemente el personaje más atractivo del grupo de investigadores a la fuerza, y a quien Mariano Gambín humaniza en esta tercera entrega tras ironizar sobre su supuesta homosexualidad y la ambigua relación que mantiene con su leall chófer Olegario.

El escritor aprovecha también las páginas de la novela para bromear sobre su éxito como autor de ventas, así como dirige críticas a la realidad política y social que caracteriza las islas en las que vivo.

Ya lo demostró con El círculo platónico, aunque en La casa Lercaro estas pullas discretas van directas al centro de la línea de flotación. Solo hay que quedarse con su doble sentido.

El pianista, entre acorde y acorde, reconoció entre los elegantes invitados –no era necesario vestir de etiqueta: traje y corbata para ellos, vestido de cóctel para ellas– a un grupo selecto de personalidades de la vida social y política de la isla. El presidente del Cabildo, que disfrutaba como pez en el agua aparentando conocer a todo el mundo y estrechando cuantas manos se ponían a su alcance; el alcalde, a quien las últimas encuestas invitaban a una jubilación anticipada tras el previsible resultado de las inminentes elecciones; el aspirante a alcalde, jefe de la oposición, que miraba inquisitivamente a los ojos a quienes se cruzaban con él buscando un reconocimiento que no siempre llegaba; la directora del museo, cuya forzada sonrisa revelaba la tensión que aquella velada le producía, muy alejada de la cotidiana labor anodina de su despacho. Todos ellos rodeados por otros políticos de segunda fila, por miembros del estirado cuerpo consular y por un conjunto de gente bien compuesto por una mezcla de poseedores de apellidos interminables y de arribistas aupados por la fortuna –o un buen padrino– a la élite de la sociedad tinerfeña del momento.”

La acción de La Casa Lercaro se inicia durante la inauguración de una exposición que exhibe algunas de las banderas que se portaron en el frustrado ataque del contralmirante Horacio Nelson a las costas de la capital tinerfeña y acto en el que se produce un asesinato ritual. Al mismo tiempo aparece el fantasma de un alma en pena que, una vez comienza a desarrollarse la acción, toma como protagonistas la sede del actual Museo de Historia, un pozo en ese mismo Museo de Historia, así como un inquietante y seductor multimillonario argentino, una médium con atractivos que van más allá de su supuesta comunicación con, precisamente, el más allá, y un tesoro escondido que ha guardado a lo largo de los años monedas que hoy resultan de incalculable valor.

Para contarnos todo esto, separando a sus protagonistas y volviéndolos a unir, narrando una eléctrica historia de amor entre la médium y el ambiguo hasta ahora Ariosto, Gambín pinta al fondo una ciudad, La Laguna, que el autor amplifica y reivindica sin trazo grueso. Haciéndola, para que me entiendan, mucho más atractiva de lo que es al mostrarnos los misterios que se esconden tras sus señoriales mansiones al recuperar ese pasado castellano que la caracteriza como la gran ciudad de frontera que fue.

El escritor cuenta así la historia de una casa con apellido en la que se nota un trabajo previo de rigurosa investigación. Elementos que acopla y dan consistencia a un título que te enseña lo que hay detrás de esas grandes casas que datan del siglo XVI, XVII. Más o menos lo mismo que ya hizo en El círculo platónico con los templos que salpican la geografía del casco antiguo lagunero.

Sin embargo, lo interesante de la tercera entrega de Ira Dei, La casa Lercaro, es que más allá de su misterio, más allá de su trepidante aventura, más allá incluso de los rasgos con los que pretende justificar las aparentes excentricidades de Ariosto, Gambín se nos revela como un escritor dotado para dar vida a la amplia galería de secundarios que rodea como satélites al grupo de investigadores protagonistas.

Estos secundario, muchos de los cuales apenas aparecen en una, dos, tres páginas, dan credibilidad y consistencia al universo imaginado por Gambín porque resultan, decíamos, reales como elementos de la historia, las historias, que desarrolla el escritor en su novela.

Y no es un trabajo fácil, porque todos ellos forman parte de esa geografía lagunera en el que pasado y presente se dan la mano al ser articulados con pericia en una trama repleta de misterios por resolver, algunos de cuyos senderos terminan confluyendo en una capital tinerfeña que, entre otros retratos, describe el autor: “La bahía de Santa Cruz brillaba bajo el sol del mediodía. La cordillera de Anaga, al fondo, a la izquierda, compartía decorado con un puñado de barcos fondeados en la ensenada. Más cerca, la actividad del puerto de la ciudad, con varios cruceros repletos de turistas, competía con el bullicio de la plaza de España y su enorme fuente de un solo chorro, que recordaba siempre a un estanque medio vacío.”

Y casi como si controlara los hilos, aunque su retrato esté caracterizado por la ambigüedad, la inquietante figura de un multimillonario argentino rodeado de un ejército de guardaespaldas cuya presencia parece que deja abierta el novelista para que aparezca en nuevas aventuras no sé ya si con  los cuatro investigadores que han protagonizada la trilogía.

Y todo ello puesto al servicio de una historia que solo pretende entretener. Literatura para unos mal llamada ligera, inconscientes del trabajo que implica y de lo complicado que resulta enganchar al lector. Lector, lectores, que han conectado con esa La Laguna misteriosa perfectamente reconocible para quienes tenemos la suerte de conocerla pero también cuajada de atractivos para quienes no han tenido la oportunidad de pasear por una ciudad que, insisto, durante un tiempo fue señera como núcleo urbano de frontera.

Mariano Gambín me recuerda así a un escritor con todas sus letras más próximo al universo del James Bond literario que al de otros autores de éxito que hoy por hoy copan la lista de los libros más vendidos. Y escribo Bond porque la trilogía de Ira Dei --salvando distancia temporales y de géneros-- tiene algo del espíritu de Ian Fleming, el creador del agente secreto 007, cuando describe los platos de una cena o de un almuerzo y los vinos que acompañan a esas viandas, así como la sensación de que todo lo que se cuenta va en función de la historia. Incluso en aquellos capítulos en los que, aparentemente, no pasa nada pero en los que planea siempre una sombra ominosa, un continuará que obliga a continuar con su lectura hasta llegar a un final que si bien no está lo suficientemente amarrado, sí que me parece la más literaria de las tres novelas de la serie.

NOTA: La casa Lercaro se presenta el martes, 19 de marzo, en el Casino de Tenerife.

Saludos, ¿acaso es Amaro Pargo quien llama a la puerta?, desde este lado del ordenador.

Estreno online del documental Gonsalvus, un canario en la Kunstkammer

Martes, Febrero 5th, 2013

Tras muchas vicisitudes y contar con un presupuesto de risa, 1.500 euros de los cuales aportó el Ayuntamiento de La Laguna, la única administración pública que respaldó financieramente este proyecto, se estrena en la red el documental Gonsalvus, un canario en la Kunstkammer, del cineasta Enrique Carrasco, trabajo que explora en la historia de Petrus Gonsalvus, un hombre afectado de una extraña enfermedad que le provocaba una profusión de vello sorprendente, una singularidad que hizo que viajara por las cortes europeas de mediados del siglo XVI y que fuera conocido como el Salvaje gentilhombre de Tenerife o el Hombre lobo canario

Gonsalvus contó con la protección de algunos de los monarcas más poderosos de su momento como Enrique II de Francia, que se interesaron “por su disonante físico.”

El caso de Gonsalvus es uno de los primeros de los que se tiene noticia de la hipertricosis lanuginosa congénita.

Producida por Datana Films, a cuya dirección de correo electrónico datanapro@gmail.com pueden escribir para poder descargar en su PC una copia de la obra completa y el teaser del documental, tanto el director como Datana han apostado por este estreno oficial ante “la falta de presupuesto para hacer un estreno en condiciones.”

En una entrevista, Enrique Carrasco explicaba que la primera vez que tuvo conocimiento de la existencia de Petrus Gonsalvus fue tras la lectura de un artículo “en una vieja edición mejicana de la revista Readers Digest.”

Gonsalvus, un canario en la Kunstkammer está escrita y dirigida por Enrique Carrasco y producida por Datana Films. La dirección de fotografía corre a cargo de Roberto Bacallado y Lilio Hernández y el montaje y la música, Roberto Bacallado y Dan Silva, respectivamente.

Gloria Hernández es la responsable del maquillaje, caracterización y estilismo, mientras que la locución en off la asume Óscar Fernández.

En el reparto artístico intervienen Javier Munárriz (Petrus Gonsalvus niño) y José Delgado (Petrus Gonsalvus adulto).

El documental cuenta también con entrevistas con el investigador y especialista en historia de Canarias del siglo XVI, Lorenzo Santana Rodríguez; Emiliano Guillén Rodríguez, licenciado en Psicopedagogía y en Ciencias de la Información, además de cronista oficial de las villas de Granadilla de Abona y Arico, en Tenerife; el catedrático de Medicina de la Universidad de La Laguna, Luis Hernández Nieto y María Teresa Concepción Masip, doctora en Medicina y Cirugía. Especialista en Bioquímica Clínica y licenciada en Historia del Arte. Concepción Masip es autora además de la tesis Caprichos de la Naturaleza: los seres otros y sus retratos en la cortes modernas.

Los interesados en ver este trabajo, con una duración de 36 minutos, tienen de plazo hasta el 18 de febrero para descargar el documental en su ordenador. 

(*) Retrato de Petrus Gonsalvus.

(**) Cartel del documental Gonsalvus, un canario en la Kunstkammer.

Saludos, supongo que mañana será otro día, desde este lado del ordenador.

¡Basta ya!

Jueves, Octubre 25th, 2012

Santa Cruz de Tenerife es una capital de provincias que no se cansa de mirarse en el ombligo para creerse que es otra cosa… Basta sin embargo pasear por sus calles solitarias cuando llega la noche para darse cuenta que continúa siendo una capital de provincias que solo se suelta la melena cuando llega el Carnaval. El resto del año es un desierto que tritura los sueños de su pasado con el único fin de ser una ciudad pequeña idónea para los muertos vivientes en que nos hemos convertidos sus vecinos.

No recuerdo, sin embargo, peor etapa en la gestión de sus responsabilidades municipales que la que lleva desarrollando el actual equipo de gobierno de su Ayuntamiento. Casi parece como si esta entrañable y caótica ciudad se las trajera floja.

Así que no contentos con terminar con la cultura que podía estimular su Ayuntamiento, Ayuntamiento que debería de posar su mirada en la gestión que sí está desarrollando el de La Laguna donde día sí, día no, se abren locales de todo tipo enriqueciendo la que antaño fue ciudad de los Adelantados, en Santa Cruz de Tenerife se prefiere por castrar a un puñado de independientes que aún se atreven a apostar por la cultura.

Escribo todo esto porque me acabo de enterar que la Gerencia de Urbanismo entregó el pasado miércoles, 24 de octubre, una resolución a la Asociación Cultural equipo PARA –cuyo local se encuentra en la calle Clavel de la capital tinerfeña– en la que se amenaza con una multa de 15.001 euros y la clausura del local por ejercer actividad pública como Bar-musical.

La sorpresa es que, por lo que sé, el equipo PARA no funciona como Bar-musical porque es una asociación cultural. Y el espacio que ocupa en la calle Clavel una sede en la que organizan una atractiva programación cultural que va desde sesiones cinematográficas, actuaciones musicales y lecturas varias, así como debates que para muchos habituales ha terminado por convertirse en algo así como una especie de oasis cultural en una ciudad tan necesitada de oasis culturales como es Santa Cruz de Tenerife.

El local está situado, además, en una calle en la que se encuentran pubs y restaurantes. Lo que anima por las noches la vía, lo que ha provocado al parecer la queja de algunos vecinos de la zona.

Olvida el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife que el espacio PARA no vive sin embargo de poner copas sino de las cuotas que pagan sus socios. Es, reitero, una Asociación Cultural que nació para que la ciudad que lo acoge no perdiera el norte.

No contaban los miembros de la asociación que con el actual y rejuvenecido equipo de gobierno en el Ayuntamiento se ha perdido el norte desde hace mucho tiempo. Tanto, que suele recurrir a la amenaza cuando oye hablar de cultura.

El eco…

Esta amenaza se materializa hoy en una multa de 15.001 euros y la clausura del local por ejercer una actividad pública como Bar-musical que…

En fin…

Cerca de la calle Clavel se encuentra la calle La Noria.

La única zona de ocio de una ciudad en la que solo quieren que vivan muertos vivientes.

Acabar con una ciudad de muertos vivientes fue uno de los objetivos del hoy alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, cuando hizo campaña durante las elecciones.

No voy a escribir sobre la forma en cómo llegó a ser alcalde de esta cada día más patética capital de provincias, pero sí quiero manifestar mi sorpresa cuando se actúa contra un asociación cultural que lo único que ha hecho es convertirse en un oasis cultural en una ciudad tan necesitada de oasis culturales.

Mientras tanto, un Ayuntamiento despistadísimo pretende estimular la vida de la capital organizando exposaldos y expoartes en horario para todos los públicos.

No critico estas experiencias en contra de lo que algunos puedan pensar, pero sí me cansa que se ataque siempre al mal débil, el que no se enriquece porque no es su voluntad la de enriquecerse haciendo el golfo cuando el provinciano Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife quiere imponer su orden.

Un orden viejo y roñoso.

Tan roñoso como el que ha terminado por arrugar el corazón de una capital de provincias que alguna vez llevó con la cabeza bien alta esto de ser una capital de provincias.

Me entero de la noticia de la multa y amenaza de cerrar el local del equipo PARA saliendo de Tenerife Espacio de las Artes TEA.

Ese edificio mastodóntico y de nuevo rico que hace orilla con la zona de La Noria.

Acabo de ver el documental Las alas verdes del dragón. Drake en el mar de Canarias, que ha dirigido Miguel G. Morales

Mientras subo la solitaria cuesta que me lleva a casa mastico las palabras que Morales pronunció durante la presentación de este trabajo que espero comentar mañana…

Dice Morales que los piratas no han muerto. Que están entre nosotros, solo que visten traje y corbata.

Él prefiere a Francis Drake.

Yo tampoco.

Pero mucho menos, mucho menos, a los que actualmente gestionan la política municipal del Ayuntamiento de la ciudad en la que nací y todavía vivo.

Concluyo…

Y no, no soy socio de PARA.

Pero sí que exclamo ¡Viva el equipo PARA! 

Saludos, basta ya, desde este lado del ordenador.

El orden de los factores no altera el producto (2)

Miércoles, Octubre 24th, 2012

* Tras la publicación de Las rosas de piedra, ambicioso libro de viajes a través del cual Julio Llamazares recorre las catedrales de España, el escritor se encuentra ahora trabajando en el que será su segundo volumen que finalizará su itinerario con las dos catedrales de Canarias. En este capítulo, aún por elaborar, el protagonista del viaje tras visitarlas y empaparse del espíritu de ambas ciudades –Las Palmas de Gran Canaria y La Laguna– terminará su experiencia en la cima del Teide. Las rosas de piedra, explica Llamazares, es un homenaje a las catedrales que salpican la superficie de Expaña que son  un “monumentos al misterio y al miedo” que ha pretendido deshojar para llegar a su esencia y a la de las poblaciones donde se encuentran. Proyecto que califica como de “catedralicio”, Llamazares calcula que pondrá el punto y final a las nuevas entregas de  Las rosas de piedra en unos “quince o vente años.”  El primer volumen describe seis viajes que Llamazares emprendió por seis regiones del norte de Expaña “más o menos actuales porque me ciño a las regiones históricas naturales.” El último viaje que cierra el primer libro es Cataluña, que ocupa un total de diez capítulos.

* Ediciones Vitrubio publicará el próximo año la poesía completa del escritor tinerfeño Sabas Martín, quien se encuentra estos días en la isla para presentar su última novela, Pleamar, correspondiente al ciclo Isla Nacaria. La editorial madrileña está apostando por algunos autores canarios, entre los que destacan Nicolás Melini y su libro Los chinos.

* Tenerife Espacio de las Ates TEA acoge este jueves, 25 de octubre, a las 20.30 horas, la exhibición del documental Las alas verdes del dragón. Drake en el mar de Canarias, dirigido por Miguel G. Morales –cineasta que presentó recientemente Taro. El eco de Manrique– y producido por Digital 104 con el respaldo del programa Septenio del Gobierno de Canarias. Como indica su título, Las alas verdes del dragón. Drake en el mar de Canarias repasa las incursiones del tristemente famoso pirata por estas islas que, ya ven qué cosas, desde tiempos inmemoriales ha estado abandonada de la mano de los dioses.

* El escritor y cineasta grancanario Elio Quiroga presenta novela, El despertar, título que ha sido publicado en Timun Mas Narrativa. El despertar está protagonizado por un ama de casa no muerta, Amelia, en un mundo en el que los muertos vivientes conviven con los vivos. Quiroga es director de los largometrajes Fotos, La hora fría y No-Do, también del cortometraje Home Delivery, basado en un relato de zombis de Stephen King, entre otros trabajos.

* La Filmoteca Canaria publica el segundo volumen de Rodajes en Canarias, 1951-1970. El libro se edita siete años después del primero, Rodajes en Canarias (1896-1950), y pretende ser una obra de referencia para aficionados y estudiosos del cine. En fechas próximas se anunciará su presentación en Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.

CODA

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, anuncia en el pleno del Senado que modificará el actual modelo de financiación del cine y que el mismo estará preparado para antes de mayo de 2013.  Wert informa que se ha creado un grupo de trabajo y que buscará el consenso de productores, exhibidores, distribuidores, televisiones, y el propio Ministerio, así como otros Ministerios como el de Hacienda o el de Industria. Para el ministro, el actual sistema debe cambiar “por imperativo legal”, pues la propia ley de Cine dicta su extinción, lo que hace prever que el nuevo documento desmontará el de ayudas automáticas a la amortización, y que consideraba la taquilla como variable principal, las victorias obtenidas en festivales, el cine de animación y que el realizador fuera mujer.

Saludos, fundido a negro, desde este lado del ordenador.

Memorias de un perenquén

Sábado, Octubre 6th, 2012

Un pedazo de mi vida quedó triturado entre los dedos del destino cuando comenzaron a desaparecer las salas de cine del provinciano universo en el que me muevo. Demasiados recuerdos almacenados en unos tiempos donde hablar de vídeo, Internet y teléfono móvil sonaba a ciencia ficción.

La primera vez que escuché la palabra computador, no ordenador, fue de hecho en una película para mayores de 18 años en la que logré colarme. Fue en el teatro San Martín, y el filme respondía al nombre, si la memoria no me traiciona, de Scanner, dirigida por David Cronenberg.

No he vuelto a ver el filme, aunque sigo con bastante atención el cine que dirige este señor, canadiense con pinta de psicópata que cuenta con un buen libro en español escrito por Ana Pérez y Jorge Gorostiza, y que publicó en su día Cátedra.

En el disco duro de mi memoria está grabado al rojo la escena final de este largometraje y el fármaco que empleaban aquellos exploradores de la mente para mantener a raya sus poderes: el Efemerol

Caprichoso que es el recuerdo…

Desaparecidos los grandes cines de la capital tinerfeña ante el avance implacable del progreso –el Baudet, el Víctor, el Rex, el Greco, el Real Cinema, el Fraga, el Delta…– para reconvertirse algunos en multisalas, boleras o simple y llanamente en solares, paseo de vez en cuando frente a a sus fachadas para observar en que han terminado por convertirse aquellos espacios con los que aún mantengo una deuda pendiente y una complicidad al ofrecerme entretenimiento en una ciudad que respiraba por aquel entonces de otra manera.

Creo –con perspectiva– que la ciudad llenaba esos días sus pulmones con otra clase de oxígeno… Y que su gente respiraba un aire más puro. Y eso viviendo en la misma  pequeña ciudad de provincias en la que vivo. Solo que en aquel entonces todos sus vecinos se conocían como si formaran parte de una misma tribu.

Más que vecinos eran parientes aunque no te uniera con la mayoría de ellos ningún lazo sanguíneo pero sí el hecho de habitar un mismo territorio.

En aquellos tiempos ya remotos, mi padre que fue un señor de orden y por lo tanto de buenas costumbres, me inició en las primeras librerías que poblaban como setas la geografía de la ciudad.

El primer establecimiento de esta clase en los que puse mi huella fue en la ya mítica Goya, y una vez comencé a crecer, mis expediciones aventureras me condujeron a  buscar otros refugios repletos de libros muchos de los cuales ya no existen.

Quiero citar por ello dos librerías en las que sus responsables me descubrieron novelas y autores y en las que podía perder el tiempo hablando de esas mismas novelas y autores antes de que se pusieran de moda los clubes de lectura.

Jarama y La internacional, que así se llamaban, tienen por lo tanto parte de culpa de mi afición a los libros.

También son responsables de la profunda congoja que significó descubrir un buen día que habían colgado en su puerta el cartel de Cerrado.

Sin avisarme, sin prepararme para lo que fue sin duda alguna uno de los primeros grandes golpes a la línea de flotación de mi existencia en la tierra.

Es verdad que se abrieron más librerías y que se cerraron otras tantas, pero la magia que respiré en las entrañas de Jarama y La Internacional no me ha vuelto a tocar salvo en la Antonio Machado, en Sevilla, donde el librero que resultó ser un señor muy agradable, me recomendó que me llevara una antología de relatos de Joseph Sheridan Le Fanu que más tarde presté a un desgraciado y desagradecido conocido que nunca me lo devolvió.

Esto me hace pensar en cuánta razón tenía aquel aviso que colgaba en uno de los estantes de la mejor librería de viejo y libros usados que hubo en mi ciudad, Sonora, y en el que se podía leer a modo de advertencia: Libro prestado, libro robado.

Cansado de mis paseos por las librerías de la capital tinerfeña, amplié el radio de acción de mi recorrido a La Laguna donde aún se respira, imagino que por la Universidad, otra relación con los libros…

Si viajo al pasado me veo sentado en la guagua y sacudiendo la cuerda que servía a modo de timbre para avisar que bajaba en una de las paradas de aquella geografía en la que para engañar al frío te tomabas un café con leche y churros mientras le echabas el primer vistazo a la pieza que horas antes habías adquirido en Lemus.

Luego regresabas a la capital tinerfeña donde el tradicional frío lagunero desaparecía como por arte de magia.

Eso sí, abriendo y cerrando la boca para desentumecer los oídos y oliendo, por desgracia, las pestilencias que de tanto en tanto emanaba de la Refinería a modo de inquietante y contaminada bienvenida.

Escribo todo esto porque son recuerdos en los que coincido con tres escritores tinerfeños que han tenido el acierto de trasladar esta memoria más o menos en sus novelas.

Los escritores se llaman Jaime Mir Payá, Pablo Martín Carbajal y Javier Hernández Velázquez.

Los tres son de las pocas personas de mi generación con las que comparto una forma de ver y entender nuestro entorno no con una nostalgia sospechosa sino como un escenario literario en el que no falla la crítica mordaz y socarrona (Mir); el engorroso y asfixiante ambiente provinciano al que tanto le cuesta desprenderse a sus habitantes (Carbajal), o la reivindicación que reclama Velázquez en sus novelas sobre el pasado de una ciudad con el fin de que entendamos su caótico presente.

Escribo este post porque en el caso de Velázquez se produce, además, un extraño fenómeno que me une, sensiblemente, un poco más a su idea de ver el lugar que tanto le marcó.

Escribía líneas más arriba sobre salas de cine y librerías que forman parte de mi peculiar historia personal, circunscribiendo esta tímida reflexión a la tierra en la que nací y en la que todavía habito, pero es que hay otras librerías fueras de las fronteras que impone la isla que tanto para Javier como para mi son territorios míticos porque se han convertido en oasis para esos lobos con pieles de cordero que son los lectores.

Y si hay una que sobresale de entre todas ellas es Negra y criminal, la primera librería especializada en España en el género policiaco que dirige junto a su mujer el Don, o Paco Camarasa en Barcelona.

No, nunca he estado en Negra y criminal, pero háganse una idea que es como una especie de Meca para todos los que nos confesamos seguidores de una literatura que para nosotros es Literatura.

Con L mayúscula.

Este sábado, 6 de octubre y a partir de las 13 horas, Javier Hernández Velázquez presenta su última novela El sueño de Goslar en Negra y Criminal.

A continuación disfrutará–aunque me confiesa que no le gustan– de los imagino sabrosos mejillones que ya se han convertido en una de las señas de identidad de la Librería todos los sábados en los que toca presentación de libros.

Muy bien.

Bravo.

Palabra de un perenquén que últimamente tiene bastante olvidado el género porque está empeñado en viajar a otros lugares del mundo que requieren sus modestos esfuerzos.

Saludos, mirando hacia atrás sin ira, desde este lado del ordenador.

La librería Mistério cuelga el cartel de cerrado

Martes, Julio 24th, 2012

En principio, el misterio de una librería como Mistério fue su nombre.

¿Mistério? ¿Qué demonios significaba ese acento marcando la E?

El segundo misterio de una librería como Mistério fue su audaz mestizaje en pleno centro de La Laguna, Tenerife.

Convertir un espacio rodeado de libros con té de casi todas las partes del mundo.

El tercer, y no último misterio de una librería como Mistério fue su especialización.

Además de té, el visitante entraba en un cómodo habitáculo dedicado a la novela de misterio, a la novela policíaca…

Se convertía así Mistério en un centro de referencia para lectores y escritores que cultivan el género… Fue, a su manera, nuestra Negra y Criminal, nuestro Estudio en Escarlata… templos que desde Barcelona y Madrid defienden una literatura que, en boca de Paco Ignacio Taibo II, ha recuperado la bandera de la novela social.

La crisis, esa negra tormenta que nos está impidiendo ver la realidad de las cosas, ha mordido a Mistério. Y Mistério, me entero por un corto pero emotivo correo electrónico enviado por sus paladines: Maru y Miguel Ángel, anuncia que tira la toalla y coloca el cartel de cerrado en su entrada.

Ubicada en ese mágico callejón lagunero que conforma la atractiva galería de la plaza de La Concepción, Mistério además de té y libros organizó un club de lectura y regaló sesiones con escritores, presentaciones y charlas que animaban este rincón lagunero en sus formidables Noches de Mistério.

Por allí pasaron, entre otros, Mariano Gambín, Antonio Lozano y Carlos Álvarez, también Alexis Ravelo y otros tantos que contribuyeron con sus presencia a arropar un enclave que fue desde sus inicios un oasis para esta tierra tan poco dada a la cultura.

Echaremos de menos los misterios que nos proponía Mistério.

Sam Spade, Philip Marlowe, George Smiley, Frederic Troy, Matt Scudder, Parker, Jack Taylor, Sherlock Holmes, Hercules Poirot, la señorita Marple, William Monk y Thomas Pitt; nuestros Ricardo Blanco, Eladio Monroy, José García Gago, Pedregal y esa inquietante pelirroja que se llama Alex Stibrings que solo persigue el sueño de Goslar que no es otra cosa que el material con el que se fabircan los misterios, se han quedado huérfanos…

Y sé, como dejó escrito Raymond Chandler, que decir adiós es morir un poco.

Saludos, un fortísimo abrazo sin pizca de misterio a Maru y Miguel Ángel, desde este lado del ordenador.