Fue algo más que un ángel. Fue una tía estupenda

Jueves, Junio 25th, 2009

Es una historia triste y amarga como suelen ser las grandes historias. De hecho, el mejor papel de su vida lo protagonizó a lo largo de su vida  y no en la pequeña y gran pantalla, donde casi siempre interpretó el papel de rubia explosiva pero sin nada en la cabeza.

Como todos, la descubrí en aquella serie para hombres que fue Los ángeles de Charly, donde el tal Charly (sólo una voz varonil y seductora al teléfono) hacía como de dueño de un hárem, aunque sin derecho a pernada, con las tres bellezas que tenía a su servicio. Las chicas tenían como ayudante a un gordito que era el que ponían el acento cómico a esta producción del inefable e inevitable Aaron Spelling, y Farrah Fawcett era la rubia de poderosos ojos azules y algo melacólicos que ha idealizado ese tipo de belleza tan estadounidense. Basta con bucear en su sistema de estrellas, poblado de muñecas rotas como Marilyn Monroe. Fawcett falleció al lado de su compañero sentimental Ryan O’Neal, protagonista de esa empalagosa película que es Love Story, cinta que viene a contar más o menos la misma historia que hoy puso final a la vida de Farrah Facett.

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No tuvo una carrera cinematográfica destacable. Fue la coprotagonista junto a un ya envejecido Kirk Douglas de la irregular Saturno 3, de Stanley Donen, que ya no cantaba bajo la lluvia, y apareció en Dr. T, de Robert Altman, una de las peores películas del director de Nasvhille y Short Cuts. No importa. Fawcett queda en grabada en mi memoria de adolescente como aquella aguerrida detective de siluetas cuasi perfectas de Los ángeles de Charly, y en un documental sobre su vida que pillé no hace mucho en el Biographic Channel, donde me di cuenta del coraje que tuvo que tener para soportar los durísimos golpes que recibió a lo largo de su existencia. Infancia de pesadilla, matrimonio con un marido (Lee Major, El hombre biónico) que la usó como un pañuelo sucio y por fin su liberación y tímido ascenso a los cielos, pese a un cáncer que hoy terminó por llevársela de este mundo. No sé, conocer que se ha muerto me pone un poco más triste si cabe de lo que estoy.

Fue algo más que un ángel. Fue una tía estupenda.

Saludos rigurosamente de luto a este lado del ordenador.

Jack Cardiff que estás en los cielos

Domingo, Junio 14th, 2009

Tengo un buen amigo que me avisa cuando alguien del cine se nos va. Muchos pensarán que un buen amigo no está para recordarnos a nuestros muertos (y a mucha gente de cine la considero como mis muertos porque gracias a su trabajo han contribuido a construir a este ser imperfecto que les escribe), pero motivos así nos sirven como excusa para que nos veamos y pasemos un buen rato hablando (vía telefónica o tomando un café o una cerveza si procede) de los gratísimos momentos que pasamos viendo sus obras.

Me entero así, con casi dos meses de retraso, que el excelente director de fotografía y también excelente director de cine Jack Cardiff, ya no está entre nosotros. Y ya ven, me llega al alma porque además tuve el privilegio, con ese buen amigo y su mujer, de entrevistarlo hace ya mucho, mucho tiempo, durante una visita que realizó a estas islas apartadas de la mano de Dios por las oportunas gestiones realizadas para la Filmoteca Canaria por el director de fotografía Mengues, o Juan Antonio Castaño, que fue alumno de Cardiff.

La entrevista, que publiqué en su momento en La Gaceta de Canarias, se la hicimos (mi amigo y su mujer y este que ahora la rememora en el blog) en el hotel Mencey de Santa Cruz de Tenerife, y fue uno de esos momentos deliciosos que te marcan como persona y también como profesional. Es decir, que gracias a este invento que es el periodismo he tenido la oportunidad de conocer a gente con la que había convivido a través de su trabajo pero no personalmente. Y tenerlo de repente frente a frente, darte cuenta que además de sus fabulaciones son también de carne y hueso, pues te reconcilia con el ser humano. Hoy domingo, por ejemplo, he vuelto a disfrutar de esta misma experiencia. No con un cineasta, pero sí con uno de esos hombres sabios que te hacen pensar que no todo está perdido.

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Pero en fin, hablaba del gran Cardiff. Director de fotografía de La reina de África, de John Huston (de cuyo rodaje nos contó jugosas anécdotas, como que Bogart y Huston fueron los únicos que no cogieron fiebre porque estaban todo el día tomando alcoholes varios renunciando al agua. Contaminada, claro está), y director, entre otras cintas, de la violenta y descarnada El último tren a Katanga (filme al que ya le dediqué un post), la simpática película de aventuras Los invasores y El soñador rebelde, que comenzó John Ford pero cuya autoría es prácticamente Cardiff, pese a que, se quejaba en la entrevista, la crítica en su momento sólo destacó las escenas de Ford (nos dijo que apenas había rodado material) desechando el resto. Si han visto la película, hay más pálpito Cardiff que de Ford, aunque quizá despistó a los comentaristas de la época que se tratara de una cinta que transcurre en Irlanda y que cuenta la historia del bronco dramaturgo Sean O’Casey.

Tras colgar el teléfono, me quedo con la imagen de Cardiff conversando con aquellos tres muchachos entusiastas y no con sus películas, pese a que El último tres a Katanga fue una de esas para mayores de 18 años en las que me logré colar con 16 años. ¡Qué tiempos aquellos! 

Jack Cardiff obtuvo un premio tan devaluado en la actualiad como son los Oscar por Narciso negro, también hizo más hermosa (aunque sin superar a la versión soviética) La guerra y la paz de King Vidor. En su filmogrfía hay obras tan capitales para cualquier cinéfilo que se precie como Vida y muerte del coronel Blimp, Atormentada, Pandora y el holandés errante, Los vikingos, La condesa descalza y Arenas de muerte, por cuya actriz protagonista, Sophia Loren, nos confesó que sencillamente la adoraba. ¿Quién no, señor Cardiff que ya debe de estar en los cielos?

Jack Cardiff dejó este planeta que ya no entiende el cine como el de antes el pasado 22 de abril de 2009. Sirvan estas líneas a destiempo a modo de modesto y humildísimo homenaje por su contribución a hacerme (a hacernos) más feliz este mundo en el que vivimos.

Saludos fúnebres a este lado del ordenador.

Ha muerto Bill

Jueves, Junio 4th, 2009

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Ha muerto Bill. O el Pequeño Saltamontes de la mítica serie de televisión Kung Fu (¡cuánto influyó en mi generación las deventuras de ese joven monje shaolin en el oeste americano!). O el hijo mayor del gran actor John Carradine. En fin, que ha muerto David Carradine. La estrella del cine de bajo presupuesto. El Cole Younger de Forajidos de Leyenda o el piloto Frankenstein de La carrera de la muerte del año 2000.

Ha muerto, en definitiva, Bill. El personaje que dio título a la hasta ahora mejor película de Quentin Tarantino (Kill Bill). La veo esta noche seguro. A modo de homenaje. Las dos entregas, aunque no salga en la primera.

Me quedó más solo todavía cinematográficamente hablando. Porque con la desaparición de David Carradine se nos va uno de los mejores protagonistas del cine que tanto me gusta. El de acción pura y dura, sin tonterías intelectuales: espectáculo con sabor a novela barata clásica. Con personajes cortados de una pieza. Aunque también tonteó con cineastas tan serios como Ingmar Bergman en El huevo y la serpiente o Hal Ashby en Esta es mi tierra. Que un tipo de su clase y de su porte era capaz de aguantar cualquier cosa. Aunque los aficionados lo prefiriéramos cuando hacía de las suyas en Cannoball o El desafío del Cóndor.

Se me fue. Se nos fue otro de los grandes.

Saludos rigurosamente de luto a este lado del ordenador.

Marilyn Chambers, in memoriam

Miércoles, Mayo 20th, 2009

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(ADVERTENCIA TIPO TEA EN LA EXPOSICIÓN DE JUAN HIDALGO: la lectura de este comentario no es recomendable para menores de 18 años. O si no están acompañados por sus padres) 

Los estudiosos dicen que si hay un género cinematográfico por excelencia ese el western. Bueno, sí, pero hay otro: el pornográfico. Sus constantes, desde los remotos inicios del celuloide, son las mismas: el acto es el mensaje. No me valen historias, al grano. Es verdad, no obstante, que en los mitificados años 60 surgieron cineastas con ganas de intelectualizar lo que no es intelectualizable, y que brotaron películas como setas donde se intentaba dar cierto glamour a un género que ya había caído en mano de las mafias, aunque bien es cierto que gracias a estos talentos tarados se fue construyendo un sistema de estrellas que dio sus mayores frutos en los 80, cuando el vídeo asesinó al celuloide multiplicando la fabricación de VHS con estrellas como Ginger Lynn, Amber Lynn y Traci Lord, entre otras diosas de las fantasías calientes masculinas. Y femeninas, me atrevería también a apuntar.

Vistas estas cintas con la distancia uno se da cuenta que el género pornográfico también envejece. Pero mal. De todas formas, los intelectuales pueden encontrar en estas cintas usos y costumbres de tiempos que ahora se nos antojan de la prehistoria… pero así va nuestro mundo, ca velocidad de híper espacio.

Me llama un amigo y me da una mala noticia pero también una razón para las líneas que ahora escribo: “¿No lo sabes?, se nos murió Marilyn Chambers“. Y me lo dice así, “se nos murió la Chambers”. Y siento, como cuando me entero que alguien que me hizo persona ha dejado este mundo, ese dichoso vacío en el estómago, y la busco en Internet porque no quiero darle crédito a esta noticia.

Oficialmente, Marilyn Chambers fue junto a Linda Lovelace (la de Garganta profunda) una de las primeras grandes estrellas del cine pornográfico. Pero mientras Lovelace encarnaba un poco la tendencia bestia (aunque irónica de un género aún subterráneo), la Chambers fue algo así como la emperatriz para que los intelectuales de turno y gente de bien creyera que ver una de estas películas era cosa seria. Eran otros tiempos, hay que pensarlo, y ver cine porno era ver cine porno. Es decir, en una sala, rodeado de desconocidos. ¡Espectáculo casi de circo!, que es donde nació el que dicen que es séptimo arte.

Rubia californiana, Chambers protagonizó un “clásico” del género como es Detrás la puerta verde, de los locos hermanos Artie y Jim Mitchell (*) una de esas películas tostonazo ¿protagonizada? por hombres y mujeres tal y como vinieron al mundo. Su paso por el género fue bastante irregular, pese a la pasta que ganaba, así que se pasó al cine convencional para interpretar (esta vez con todas sus letras) un clásico del cine fantástico de todos los tiempos como es Rabia, de otro loco, David Cronenberg.

No disfruta de todas formas de una filmografía muy destacable. De hecho regresó al porno para seguir dando de comer a su familia, pero por esas dos películas: la innecesariamente mítica Detrás de la puerta verde, y la interesante y hoy algo roñosa Rabia, merecía que la recordara con todo el cariño del mundo.

Los intelectuales del mundo pueden llevarse las manos a la cabeza ante mi tímido pero sincero homenaje. Yo, como Rhett Butler en Lo que el viento se llevó sólo puedo decirles que sus comentarios me importan un bledo.

Descanse en paz, señorita Chambers, será un placer conocerla cuando ya no esté en este mundo.

(*) El actor y cineasta Emilio Estévez llevó al cine la historia de estos dos hermanos iluminados en el largometraje Un negocio peligroso, donde compartió protagonismo con su hermano Charlie Sheen.

Saludos cinéfilos a este lado del ordenador.

Gracias por el fuego, señor Benedetti

Lunes, Mayo 18th, 2009

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Este lunes todos los lectores del mundo, aunque en especial los de habla hispana, se han sentido si cabe un poco más huérfanos: ha muerto Mario Benedetti. Un resistente, un luchador, un dinosaurio ideológico para algunos tantos que supo encandilar, pese a sus refugios políticos, a generaciones y generaciones de seguidores. Su muerte, pese a anunciada, no deja de resultrar igual de dolorosa. Además, es más que probable que el espíritu del poeta pasee despistado por las ciudades y pueblos de esta región sin estructuras que es Canarias porque casi siempre regaló a una aundiencia sedienta sus toneladas y toneladas de talento.

No soy lo que se dice un lector “especializado” en literatura hispanoamericana, quizá porque desde siempre sentí más fascinación por las genialidades borgianas universales que por las que se trabajaban y trabajan desde ese lado del continente, pero no deja de inquietarme que cada vez sean menos las voces autorizadas que nos quedan para indicarnos que nos desvíamos del camino hacia la nada.

Fue un hombre tranquilo pero también rabioso ante las injusticias. Uno de esos protagonistas que tanta falta nos hacen en estos tiempos de miserables y miserias. Tengo la sensación de que cada vez estamos más solos, y que ya no son momentos de tregua.

Por eso y muchas cosas cosas más, señor Benedetti, gracias por el fuego.

Saludos tristes a este lado del ordenador

Repaso de prensa

Lunes, Marzo 30th, 2009

* Leo con bastante interés la excelente entrevista con Daniel Duque que el también escritor y poeta Antonio Jiménez Paz publica hoy en La Opinión de Tenerife. Da que pensar, sobre todo en unos tiempos tan siniestros como los actuales. Es una pena, sin embargo, que voces como la de Duque hayan tenido tan mala fortuna en los medios escritos de esta provincia. En muchas de las cuestiones que contesta estoy de acuerdo aunque no tanto en otras, pero me convence su visión de las cosas. En todo caso, concluyo, hacen falta intelectuales tan lúcidos como él para espabilar a esta tierra de ingratos.

* Les recomiendo que lean el artículo que hoy le dedica el diario digital de periodismo ciudadano Lo que pasa en Tenerife al actor de origen cubano Joel Agelino. De escándalo, citando al inolvidable Raphael.

* Leo en La Opinión de Tenerife que pese a la lluvia y los truenos, el Festival Internacional de Arte en la Calle Mueca cerró una nueva edición con éxito venciendo a las adversidades. Por asuntos que no vienen al caso, no pude asistir este año a uno de los mejores festivales que hoy por hoy se celebran en la isla, pero me alegro que las nubes oscuras que nos impiden ver al final no pudieran frustrar esta iniciativa.

 * Y para cerrar este repaso de prensa una noticia triste. Ha muerto Maurice Jarre, el compositor de legendarias bandas sonoras como Doctor Zhivago y Lawrence de Arabia, melodía que ahora mismo tarareo mientras escribo estas líneas. Es probable que a modo de pequeño homenaje vea esta noche o Zhivago o Lawrence. Y es que hay películas y bandas sonoras que por mucho que las veas y las escuches no aburren.

Saludos ligeramente animados a este lado del ordenador.