Ha muerto José María Millares Sall

Martes, Septiembre 8th, 2009

Ha muerto el poeta y premio Canarias de Literatura José María Millares Sall. Tenía 88 años de edad, aunque deja detrás una producción con títulos ta destacables como Liverpool o Ritmos alucinantes. Les animamos a que pinchen este enlace y lean el artículo que el también escritor Luis León Barreto le dedicó el pasado 25 de julio en La Opinión de Tenerife.

Saludos de urgencia desde este lado del ordenador.

Eran otros tiempos, no sé si más felices…

Sábado, Agosto 8th, 2009

Estoy casi seguro que para todos esos pibes que forman parte de mi generación el haberse enterado ayer de la muerte repentina (un paro cardíaco acabó con su vida mientras paseaba por las calle de Nueva York) tiene que haberles alterado el disco duro de su memoria. Y apunto lo de alterado el disco duro de la memoria porque John Hughes es al menos el realizador de dos películas que a este que les escribe sí que le marcaron en su momento. La primera de ellas es El club de los cinco, una cinta que si bien no ha pasado con notable el paso del tiempo sí que me mostró en aquellos tiempos de adolescencia impertinente lo difícil que nos resulta a la mayoría eso de crecer; y la segunda, quizá su mejor película, la refrescante comedia juvenil Todo en un día, por ser un trangrsor y experimental relato sobre un día de fuga del instituto de su protagonista (un gigantesco Matthew Broderick, en la imagen que apoya estas líneas junto a Hughes), mientras es perseguido por el ridículo director de su centro escolar, interpretado por un Jeffrey Jones en uno de los mejores y más surrealistas papeles de su carrarea.

Hughes dejó otros títulos, comedias juveniles algo plúmbeas pero bien narradas para todos aquellos espectadores ochetenteros de provincias que pedíamos a gritos cine que nos hablara de nuestras cosas sin prejuicios adultos.

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El ya desaparecido cineasta es responsable también de esa graciosa cinta de tintes fantásticos que fue La chica explosiva (que luego dio origen a otra fantástica serie televisiva) y que despertó nuestros primerso ardores al descubrir a su actriz protagonista, una Kelly Lebrok de erotismo casi para todos los públicos; y Dieciséies velas, que fue su primera película.

Gracias a Hughes muchas estrellas de aquella década algo enfermiza que fue los 80 tuvieron oportunidad de darse a conocer. Entre otras y otros, Molly Ringald, que nunca fue santo de mi devoción; Judd Nelson y Charlie Sheen, por citar solo los que se me vienen a la cabeza.

 Tengo en casa la versión especial de Todo en un día, así que esta noche, antes de dormir para soñar que sigo siendo aquel abominable adolescente pecoso con ojos azules, la pienso volver a ver a modo de cariñoso homenaje a un cineasta cuya muerte repentina (caminando en la calle fulminado por un paro cardíaco) no deja de hacerme pensar que, diablos, igual sí que nuestro efímero paso por este mundo está escrito.

Saludos con sabor a nostalgia desde este lado del ordenador.  

Efectivamente, más dura será vuestra caída

Viernes, Agosto 7th, 2009

Como casi todos los domingos el pasado me di una vuelta por el Rastro para ver libros. El Rastro, ya lo he escrito en varias ocasiones, a veces me da enormes satisfacciones como comparador de volúmenes usados, algunos de ellos con las tapas amarillentas porque se tratan de ediciones que ya no existen en nuestro mundo (im)perfecto mordido por la sombra de la crisis. Así que pasear por el Rastro es uno de mis ejercicios semanales más placenteros. Me encanta la mezcla de olores, los gritos, la masa paseando arriba y abajo, ese aire bullangero que genera y donde parece que se funde el alma de una ciudad tan necesitada de identidades como es Santa Cruz de Tenerife.

Pero divago como casi siempre. Les contaba que me fui al Rastro y que como me pasa a veces, descubro volúmenes en primeras ediciones que hoy se han vuelto a reeditar con todo el mimo y la paciencia que se merecen, pero que a éste que les escribe le seduce más leerlos tal y como aparecieron por primera vez en este país que se nos pierde (¿o ya se perdió?) que son las Españas.

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Entre los libros que me llevé a casa con ese tonto nerviosismo que me entra de haber conseguido un ejemplar único por raro o extraño, se encontraba una novela de un escritor y guionista norteamericano que esta misma semana ha vuelto a ser actualidad en los medios a raíz de su muerte. Me refiero a Budd Schulberg y su ficción quizá más conocida y celebrada: Más dura será la caida. Escribo estas líneas con el ejemplar que me hice en el Rastro el domingo pasado mientras me planteo si existen las casualidades, el azar. Si todo está escrito, o si todo lo vamos escribiendo con reglones la mayor parte de las veces torcidos. En fin, con todas esas preguntas que sólo te llevan a un callejón sin salida en el que al final te das cuenta que estás más solo que un intelectual en el Parlamento de Canarias. Lo que ya es decir.

Al enterarme ayer de la muerte de Schulberg me asaltó de pronto la idea de que el fantasma del escritor me llevó a su novela en ese puesto perdido en el Rastro porque los escritores son así. Buena gente pese a sus dobleces humanas.

Todo lo que tengo de Schulberg en la cada día más nutrida biblioteca de casa lo conseguí en tiendas de viejo o rastros de esos mundos de Dios. Así, tengo su estupenda ¿Por qué corre Sammy? en un volumen de la para mi innolvidable colección Reno. Y Los Desengañados en una edición de Noguer que me pidió a gritos que me lo llevara a casa cuando vivía en plena seducción fitzgeraldiana. Ahora, tengo Más dura será la caída, libro que ha sido editado recientemente por Acantilado así como las memorias de este singular escritor y guionista hollywoodiense que casi toda su vida fue un tipo afortunado.

Afortunado porque nació en una familia de cine, de la rancia aristocracia cinematográfica de la Meca del cine. Afortunado porque durante la tristemente célebre caza de brujas dio un pasito atrás y junto a Elia Kazan escribió una gran película sobre ese innoble ejercicio que es la delación (La ley del silencio), evitando que le hicieran la vida imposible por sus ideas progresistas. Otros muchos cineastas y escritores prefirieron mantener la boca cerrada y no denunciar a sus colegas y aceptar sufrir la injusticia de un sistema herido por la paranoia. Héroes a los que nunca se le rendirán el homenaje que se merecen por ser hombres y mujeres que dijeron NO con todas sus letras en tiempos de miedo. No fue su caso. Ni el de Kazan.

Aún con esas, Schulberg es Schulberg. Un excelente escritor y un excelenbte cronista de las miserias humanas. Probablemente porque se sintió, a raíz de su traición por un puñado de dólares, un miserable.

Mi padre, que siempre fue un hombre bueno y justo como no he vuelto a encontrar en mi vida que se acaba, perdonaba sin atisbo falsariamente cristianos a los que llevaron a su tío a la muerte y a su padre a la cárcel durante la Guerra Civil española, diciendo que eran otros tiempos. Otros tiempos… No sé, fue una más de las lecciones de mi padre que me mostró que mi destino sería el de rodar y rodar. También que el perdón (quitándole los tontainas prejuicios cristianos) es la mejor manera de demostrarte a ti mismo que está por encima de las miserias a las que te obliga esta vida en sociedad. Por eso, con el ejemplar recién adquirido de Más dura será la caída y la muerte reciente de Schulberg me pongo a pensar que, efectivamente, qué difícil es seguir siendo persona cuando alcanzas ese estadio en la vida que es el de ser un tigre de papel. Y que por lo tanto no me das (dan) miedo. En todo caso una amarga lástima.

En fin.

Saludos metafísicos desde este lado del ordenador.

Una señora con todas sus letras

Sábado, Agosto 1st, 2009

La frase hecha dice que hay personas que saben envejecer como los buenos vinos, y creo que Mary Carrillo, que ayer viernes dio su último suspiro, fue una de esas personas. El paso tiempo terminó por vestirla de señora, una señora al uso conservador que son al fin y al cabo todas las señoras que con el paso de los años saben desvestirse de las bellezas efímeras de la juventud porque aceptan sin resignaciones de ningún tipo el paso y el peso del tiempo.

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Las crónicas que se han publicado y que ya pululan por la red destacan el gran protagonismo de la actriz en el mundo del teatro, pero este que les escribe, confeso  analfabeto en las cosas de la escena, sí que recuerdo a Carrillo en sus numerosas apariciones en el cine español de los años cincuenta, ese cine a rescatar y por muchos a descubrir, que hizo grande esto del séptimo arte en este país. Entre otras películas, se me viene a la memoria sus papeles en esa obra maestra que es El pisito, del italiano Marco Ferreri, rodada con ecos neorealistas en Madrid, y una cinta de sórdido humor negro, bestia, de urgente revisión en estos tiempos que nos corren; así como sus trabajos como actriz de reparto o secundaria –por usar una palabra políticamente incorrecta–, en El crimen de Cuenca o Los santos inocentes. O En nueve cartas a Berta o Entre tinieblas cuando Pedro Almodóvar quería ser un salvaje postmoderno. Tiene otras películas, como La colmena, y bastantes series de televisión hechas con talento como Fortunata y Jacinta, excelente adaptación a la pequeña pantalla de la novela del mismo título del maestro Benito Pérez Galdós. Ese escritor nacido en Canarias que se fue de las islas porque su tierra se le quedó demasiado chica.

Me consta que Mary Carrillo tenía numerosos amigos en el archipiélago, algunos de los cuales ya la acompañan en ese otro mundo que muchos se empeñan que existe sin que nadie haya demostrado lo contrario. Exista o no un más allá o un más acá, la señora que fue Mary Carrillo seguro que ya está entreteniendo al personal con sus dotes para el drama y la comedia que son, al fin y al cabo, dos de las grandes chispas que componen esta función que es estar despierto.

Saludos (de luto riguroso) desde este lado del ordenador. 

Karl Malden, ese narizota secundario que siempre fue protagonista

Miércoles, Julio 1st, 2009

Tenía una narizota de payaso, aunque rota por una cicatriz. Fue uno de esos actores de reparto o secundarios que son principales en cualquier película que se precie. Estas películas, como todo el mundo debería de saber son las que se rodaban antes. Cuando el cine y el mundo parecía más inteligente.

Se murió Karl Malden. Lo vimos en El rey del juego (donde sirve de contrapunto a un maravilloso e indómito Steve McQueen, interpretando a un jugador veterano que ha perdido el juego con su joven y bella esposa, una hermosísima Ann Margaret); en La ley del silencioUn tranvía llamado deseo, ambas de Elia Kazan. Y en El rostro impenetrable y como el detective curtido que acompañaba a un jovencito Michael Douglas en la serie de televisión Las calles de San Francisco

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Se fue Karl Malden, otro de los grandes de Hollywood (y del cine de toda mi vida), dejándome ese vacío en el estómago pero también la oportunidad de rendirle mi peculiar homenaje en casa con un nuevo visionado (¿cuántos van porque ya he perdido la cuenta?) de El rey del juego. Un peliculón, con todas sus letras. Aunque también aparce en Patton, donde interpreta al general estadounidense Omar Bradley

Qué puedo decir de este gigante. Un tipo a una nariz pegado, como quien les escribe. Un actor de esos que, pese a no ser el protagonista, era el antagonista por excelencia. Casi siempre interpretando a perdedores, con una vida sexual poco o nada sana. Y pese a todo, esa mirada risueña, de sorpresa continua ante el mundo… Un genio, con todas sus letras. Un pedazo de actor, también con todas sus letras.

Hay tantas películas donde apareció y dejó huella: ¿Recuerdan Parrish?, ¿El gran combate? ¿Baby Doll?

Tantas y tantas películas que alimentaron mi sesera. Por Dios, Karl Malden, ¿tú también te me has ido?

 Saludos, cada días más confusos, desde este lado del ordenador.

¿Tú también, Michael Jackson?

Viernes, Junio 26th, 2009

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¿Me están hablando en serio? ¿Que se me ha muerto también el Michael Jackson? Pero en qué mundo vivimos… Si era un chaval con gustos raros. También un genio de la música a quien las circunstancias conspiraron para hacerle la vida infeliz. Un Peter Pan que fue derrotado finalmente por el capitán Garfio. Por lo que supongo que celebrarán su fallecimiento todos aquellos imbéciles que tienen en la sesera jodernos un poco más la existencia…

Michael Jackson no es rey del pop ni nada que se le parezca. Pero sí un artista con todas sus putas letras. Lo vi hace mucho tiempo en Tenerife mientras el público canario demostraba una vez más lo feliz que se siente pensando en esa gigantesca mentira de que Canarias (o, Tenerie, que lo mismo da) es el ombligo del mundo… Recuerdo que aquella crónica la titulé La magia de Peter Pan. Porque Jackson fue eso, un Peter Pan negro y luego incoloro que dejó huella en el paseo de la fama de la gran avenida hacia el infierno que es el rock. El rock como lo entendemos los poseídos, gente que no quiere exorcistas para que nos expulse el diablo del cuerpo.

Los medios, cómo no, explotarán ahora los presuntos gustos sexuales del nervio de los Jackson Five. Su fortuna, su zoo en Neverland, que si estaba arrruinado… Pero no sabrán calibrar la aportación que hizo este chico negro con corazón gris  (¿pero de verdad ha muerto Jackson?, ¿no es un montaje publicitario?) a la Historia del Rock. Con todas sus malditas letras.

Que fue un genio nadie en su sano juicio lo pondrá en duda. Ahora sólo falta estudiar la lectura que harán los imbéciles guardines de nuestra moral. Es probable que piensen que se les ha muerto un negro pálido. Un monstruito al que le gustaban los niños…

Salve Michael Jackson, los que van a morir te saludan desde este lado del ordenador.