Archive for Julio, 2008

Olmo, Jesús Olmo, premio del Jurado en el concurso de videocreación click&rec 08

Jueves, Julio 31st, 2008

La nota de prensa lleva a confusión. Titula el cineasta tinerfeño Jesús Olmo, y el buenazo de Jesús no es natural de la isla del infierno sino de Madrid. Ciudad en la que nació hace 38 años y en la que desarrolló, hasta que optó por el exilio en las Canarias, su carrera. Omo vuelve a ser noticia (aunque nos consta que es un tipo que huye de la fama y de todo lo que le rodea) por haber ganado el premio del Jurado del concurso nacional de videocreación click&rec 08, que organiza PhotoEspaña y clickseguros, y que giró en torno al concepto territorios.

Que ¿quién es Olmo? Bueno, es probable que la mayoría lo conozca si revelamos que es coautor del guión de Esposados y de 28 semanas después, ambas del cineasta (este sí que es tinerfeño ahora que nos miramos el ombligo) de Juan Carlos Fresnadillo.

Es verdad, de todas maneras, que Jesús Olmo lleva viviendo en la isla de Tenerife desde hace tiempo, y que aquí imparte cursos de escritura y guión en la Escuela Canaria de Creación Literaria, así como redacta cuentos y novelas y trabaja en la post-producción del cortometraje Libi2 con una productora local. No sé si vive en el Puerto de la Cruz, tal y como asegura la nota enviada por clic&seguros, pero sí que anda por estas tierras abandonadas de la mano de Dios o Cthlhu.

Jesús Olmo obtuvo el premio del Jurado por su videcoceración Parabthi. Al concurso se presentaron más de un centenar de experiencias visuales, recibiendo Silence scream kin the city, de David González, el premio del Público.

Parabthi, la pieza ganadora, lo fue por su “valor técnico y artístico, así como por la originalidad de su punto de vista del concepto territorios y la armonía lograda entre discurso, imágenes y sonido”, destacó el Jurado de click&rec 08.

En la web oficial de PHotoEspaña www.phedigital.com se muestra la exposición online de los ganadores del concurso y las piezas preseleccionadas cada semana por el Jurado. Así que ya saben…

Jesús Olmo estudió Ciencias de la Información (rama Imagen y Sonido) en la Universidad Complutense de Madrid y en la escuela de cine TAI (especialidad de dirección cinematográfica), donde dirigió el cortometraje El espectáculo es uno mismo, premio Especial del Público en el festival de cine de Grenoble, Francia, 1994. Realizó además el ciclo completo de estudios en la Escuela de Letras de Madrid, donde recibió una diplomatura como profesor de creación literaria. Es co-guionista de los cortometrajes Esposados (Linked) (nominado a los Oscar 1996 de la Academia de Hollywood) dirigido por Juan Carlos Fresnadillo, y Ruleta (Roulette) (sección oficial de cortometrajes del Festival de Cannes 1999), dirigido por Roberto Santiago. Y ha publicado las siguientes  novelas: Esta historia ha terminado (finalista del premio Gran Angular de Literatura Juvenil), Jota de Corazones (editorial SM), Cuentatrás y Prohibido tener catorce años (éstas dos últimas escritas en colaboración con Roberto Santiago y publicadas por la editorial Edebé). En su faceta como fotógrafo y diseñador, su portafolio Erosión fue seleccionado para participar en la sección Descubrimientos de PhotoEspaña 2005. En el año 2006 quedó finalista en el 2º Concurso Internacional de Fotografía de Foto Art Magazine. Muchas de sus fotos han servido de portada para diversas novelas y ensayos en las editoriales SM, Destino y Losada. Sus trabajos más recientes como guionista incluyen la tv-movie Flores Muertas y el largometraje 28 Weeks Later, producido DNA y Fox Searchlight y dirigido por Fresnadillo

Una reflexión sobre jazz y Francis Scott Fitzgerald, mientras suena The Pasadena Roof Orchestra

Miércoles, Julio 30th, 2008

Hubo un tiempo en el que cuatro amigos decidimos ir contra el tiempo. Finales de los 70, principio de los 80. La banda sonora la puso The Pasadera Roof Orchestra, una formación de origen británico que se especializó en interpretar viejos éxitos de los 20 y los 30. Tengo casi todos los discos de esta gente, aunque luego, y gracias a mi padre, me fui iniciando en música más seria. Me refiero al JAZZ con mayúsculas y no al que tocaban los blancos, exclamaba mi padre con un punto de desprecio. Hacia el jazz blanco, que se entienda.

De todas formas, las canciones de la Pasadera forman parte de esa idiotez que afirma que son parte de la banda sonora de mi vida… Me he comprado otros discos del conjunto, pero cuando ahora los oigo no es lo mismo. The Pasadera Roof Orchestra será para mí siempre la Pasadena donde cantaba John Pazz Parry, y no la de los sucesivos cantantes que tomaron el relevo cuando el originario decidió cerrar su carrera como intérprete melódico.

De entre todos los discos de esta gente cuento con algunos esenciales, como son Isn’t it romantic y The show must go on. Lo de el show debe continuar se ha convertido casi en lema de mi existencia, que hoy más que nunca está al borde del abismo, que es ese pozo sin fondo donde esperas ver al monstruo que no es otra cosa que tú mismo.

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Los cuatro amigos escuchábamos a The Pasadera, tomábamos dos botellas de champaña barato (Dubois, para más señas) y leíamos a los escritores de la generación perdida norteamericana, en especial al gigantesco Francis Scott Key Fitzgerald (fotografía). Más tarde descubrí a otro grande, Ernest Hemingway, y a otro igual de colosal, John Steinbeck, y también a Dos Passos… y a Faulkner si también desean meterlo en el mismo saco. Pero por aquel entonces el escritor que nos marcaba el errático mundo a seguir era Fitzgerald. Me leí todas sus novelas, también bastantes de sus cuentos. A este lado del paraíso me inició en el tonto mundo adolescente de un chico romántico; Hermosos y malditos me dejó claro que todo lo bueno (sin dinero) se acaba; El Gran Gatsby que los chicos ricos por mucho que te acojan en sociedad no te van a tolerar si te crees que eres uno de ellos ya que no formas parte de la tribu; Suave es la noche que la vida es triste porque no se puede vivir con la nostalgia de una felicidad que ya ha terminado y El último magnate, que fue su última e inconclusa novela, que no se puede ser un solitario enamorado rodeado de tiburones…

Me temo así que dos grandes influencias en mi vida fueron las novelas y cuentos de este escritor (recomiendo la lectura de Las aventuras de Pat Hobby y también los ensayos compilados en el Crack Up, entre otras curiosidades fitzgeraldianas) y la música de The Pasadena Roof Orchestra. En este caso sí que puedo afirmar que resultaba una buena banda sonora, banda sonora que todavía me hace silbar cuando me despisto canciones como I’ll see you again o Dream a little dream of me…, entre otras melodías populares de lo que ahora se conocen como los años locos (los 20).

Afortunadamente la educación musical a la que fui sometido por mi padre me mostró tiempo después que el jazz no es cosa de blancos. Y una vez descubierto el gran secreto, descubrí lo que eran capaces de hacer maestros como Duke Ellington y Lois Armstrong con el piano y la trompeta. De su mano fui conociendo a otros grandes genios de una de las músicas más geniales de todos los tiempos, lo que hizo que hoy cuente con una discografía cuanto menos interesante y variada sobre esa música cuya base se sustenta en la improvisación. 

De los cuatro amigos que nos sumamos a la moda retro sin saberlo, hoy sólo quedamos tres vivos. Uno de los más queridos se me fue por voluntad propia hace dos años (cómo diablos pasa el tiempo), mientras que los otros dos han seguido más o menos nadando en esta marea que es la vida. De vez en cuando los veo pero rara vez rememoramos nuestros años de adolescencia que para mi fueron tan felices. Es probable, en todo caso, que el idiota y nostálgico sea quien les escribe.

Ya no leo a Fitzgerald, apenas escucho a The Pasadera Roof Orchestra y por supuesto ya no me empapo de la cultura de los 20 para escapar de la realidad que tanto nos aprisiona.
Ahora todo es distinto. Pero también menos feliz.
 

‘Óscar. Una pasión surreralista’, mejor película en Avança 2008

Martes, Julio 29th, 2008

La película Óscar. Una pasión surrealista del director canario Lucas Fernández ha obtenido los premios a la mejor película, mejor actor (Joaquim de Almeida) y premio del público en el Festival Internacional de Cine de Oporto- Avança 2008.

El protagonista del largometraje, Joaquim de Almeida, actor de origen portugués afincado en Los Ángeles (Estados Unidos), y el director Lucas Fernández, fueron los encargados de presentar la proyección en la sección oficial del certamen. El largometraje coproducido por Estados Unidos, Francia y España, está protagonizado por Almeida, Victoria Abril, Emma Suárez, Jorge Perugorría, Jack Taylor y Paola Bontempi. El director de desarrollo de la película, Daniel Fumero, confirmó en Oporto que el largometraje se estrenará el próximo mes de febrero en Portugal, y que la multinacional Lusomundo, con sede en Lisboa, ha adquirido los derechos de la cinta para todos los países de lengua portuguesa.

El filme compitió  en la 12ª edición del Festival con películas de 21 países. El premio a la mejorr fotogarfía recayó en la coproducción Khadak (Alemania, Holanda y Bélgica) de Peter Brosens y Jessica Woodworth. Asimismo, la  argentina Celina Fuks fue galardonada con el premio a la mejor actriz por su interpretación en Un vaso de soda de Adriana Yurcovich (Argentina). Finalmente el largometraje francés Les Anges de Satan de Ahmed Boulane fue distinguido con una mención especial del jurado internacional del festival.

Una reflexión ¿afortunada? sobre las escasas hazañas y las infinitas chapuzas bélicas

Martes, Julio 29th, 2008

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Hazañas y chapuzas bélicas es uno de esos libros que te gustan porque sabes que no le va a gustar ni a los pacifistas ni a los belicistas más recalcitrantes. Escrito por Gary Brecher, un the war nerd o especialista en guerras tal y como se conoce a los especialistas en los territorios de la Internet, su libro es una deliciosa y provocativa reflexión sobre la guerra que te hará reír con una crueldad para nada políticamente correcta.

El nerd, que dice que vive en Fresno (EE.UU.) y que se pasa unas quince horas pegado frente al ordenador, se declara guerradicto y escribe perlas tan inciendiarias como la de: “la guerra es la única cosa buena de esta vida. . Qué digo: la guerra es magnífica. Ya sé que eso no debe decirse, pero es verdad. Vosotros también lo pensáis. Antes la gente admitía que le encantaba la guerra. Vale la pena tenerlo en cuenta, y así podréis decirles a los pacifistas que los chiflados son ellos, no nosotros”. Partiendo de la idea de que el señor Brecher no ha vivido ninguna guerra sino que la visto y se ha informado cómodamente en casa a través de herramientas como la televisión, libros e internet, sus principios por mezquinos que resulten ofrecen una visión novedosa sobre el ¿arte? de matarnos unos y otros en nombre de cualquier idea o patria fabulada. En su libro, de hecho, no deja títere con cabeza, lanzando descalificaciones a diestro y siniestro tanto a neocons como a comunistas, y analizando conflictos como la guerra de Iraq con una lucidez pasmosa.

Independientemente de la ideología que marque al autor de esta rareza histórica (el libro está editado en español por Ediciones del Lince a un precio me temo que prohibitivo) su lectura entretiene y hace reír, no ya por la crudeza de sus comentarios (es un gamberro, un provocador nato, en ocasiones se parece al clásico abusador de clase o a tu jefe), sino por cómo califica a caudillos militares como Pancho Villa (una mezcla de Homer Simpson con Espartaco) y religiosos como Jomeini (parecía un Drácula de 200 años con hábito negro), entre otros. También estudia el conflicto por el islote de Perejil (una batallita de Los Teleñecos) y repasa la historia de países castigados por continuas guerras como Colombia, Haiti o Mauritania que pondrá los pelos de punto a los más ingenuos de la casa.

El libro es una especie de mini-enciclopedia de la guerra, lo que le permite armar con toneladas de humor negro las escasas hazañas y las infinitas chapuzas que se han hecho en su nombre. Al final, uno no tiene muy claro porque su confesión de guerradicto, pero sí que saca en claro que Brecher utiliza materiales de primera mano para comentar lo que le viene en gana.

El autor, “un nacionalista americano”, arremete además contra ¿escritores? como Tom Clancy (“no es uno de los nuestros”, dice) al mismo tiempo que ofrece una interesante reflexión sobre armamento, estrategia y doctrina en el capítulo final de su obra.

Hazañas y chapuzas bélicas recorre así más de cien años de batallas con un desparpajo que desarma, y se convierte en una de esas obras (si te gustan lo temas militares aunque no hayas hecho el servicio militar) de referencia para intentar comprender donde nos han metido. Escribe sobre América (las referencias a Colombia y Haití parecen sacadas de tu peor pesadilla); África (ídem de ídem, sólo que un poquito peor si cabe), Europa, Oriente Medio y Asia. Eso sí, visto siempre desde la perspectiva de un americano medio muy informado aunque con barriga y adicto a la Coca-Cola Light. Tiene gracia el elemento.

Lo mejor, las furibundas críticas que le dedica a presidentes como Carter (un blando) o Bush hijo (un idiota). Lo peor, su autosuficiencia nerd y sus continuas ganas de provocar.  A veces se nota. En este sentido, no creo que el libro guste a los italianos, militarmente hablando los llama cobardes; y loa, aunque poquito, a franceses, británicos y españoles (por tener una historia plagada de conquistas a  base de primero golpeas y después preguntas) y a los propios norteamericanos, aunque reivindica figuras como la de Patton, quizá porque se creyó el chiste de que era un semiodios de la guerra.

En fin, estamos ante una obra de lectura obligada para friquis de la guerra y de la paz. Y yo me apresuraría a comprarlo, algo me dice que muy pronto lo retirarán de las librerías.

Gary Brecher es desde 2002 columnista de la página web The eXile, periódico quincenal inglés radicado en Moscú (www.exile.ru).      

Recordad la batalla de Santa Cruz de Tenerife… pero con la justicia que se merece

Lunes, Julio 28th, 2008

El sábado se puso punto y final al espectáculo de la gesta. Me di una vuelta por la calle de La Noria y también estuve en la plaza de la isla de La Madera, y aguanté el tipo una hora para ver a los “soldados de época” cargar sus escopetas, formar en cuadro y hacer el indio… Entonces me di cuenta que, como el personaje de Scott Fitzgerald en A este lado del paraíso, Amory Blane, soy un mediocre porque me gustan cosas tan sencillas como las trompetas tocando a plata y la de ver a un grupo de adultos disfrazados de soldados de finales del siglo XVIII. Y eso que soy de los que se acogieron a la prestación social sustitutoria antes que hacer la mili… Pero dónde haya un uniforme de época que se quite lo demás… Claro que nadie es perfecto.

Lo que me parece fuerte es escuchar en una tertulia de tele local y que forma gente muy respetable y que suele saber de lo que habla que lamenten que Galdós, don Benito Pérez Galdós, no iniciara sus Episodios Nacionales ¡con la dichosa gesta santacrucera!. Critica uno de los “sabios” que don Benito ubicarara la acción de la primera novela con la batalla de Trafalgar, lo que me obliga a reflexionar uan vez más que no iba tan descaminado cuando en un comentario anterior decía que los de Tenerife, así como los canarios en general, padecemos de una ombliguitis aguda que si no se trata a tiempo puede degenerar en una terrible enfermedad.

Me ha reventando, de hecho, que esas voces “expertas” comparen la batalla de (y no por) Santa Cruz con la batalla de Trafalgar porque no es lo mismo comparar a un elefante con una ardilla aunque los dos sean animales y mamíferos… Perdemo el rumbo, en definitiva. 

Estoy de acuerdo que se recuerde la gesta o la batalla de Santa Cruz, y que cada año, si no se puede gastar dinero en otro montaje como el que vimos el fin de semana pasado, se haga desfilar a las orgullosa tropas españolas y francesas por la recoleta calle de La Noria y se tiren fuegos de artifico si a Ángel Llanos le queda algo de dinero tras el derroche de este año, pero agradecería que los “cronistas oficiales” que se han apoderado de lo que aconteció aquellos días sean cautos y no se dejen llevar por un tinerfeñismo tontorrón porque desluce cualquier cosa que se ponga en marcha. Dejad a Santa Cruz y a Trafalgar en paz. También a los muertos de esas dos batallas. Recordemos a los caídos con sencilla humildad, es una forma inteligente de mantenerlos vivos en la memoria sin necesidad ni necedad de castigarlos con mentiras. Ni ellos ni nosotros nos lo merecemos.

He dicho.

Gesta o indigesta: ¡Dios salve al Rey!

Viernes, Julio 25th, 2008

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Asistí como un espectador más al acto de desembarco de las tropas británicas recreado en la plaza del Castillo Negro. Y si bien fui uno de tantos espectadores que no pudo ver el espectáculo con toda la plenitud que se merecía, debido a la geografía donde se desarrolló el simulacro de lo que aconteció en 1797, sí que pude ver desfilar de las tropas ataviadas con los trajes de época. De hecho, un buen, querido y entrañable amigo, Eduardo el barbas, escopeta al hombro, pasó ante mis ojos vistiendo orgulloso el traje de soldado español de finales del siglo XVIII.

¿Estuvo bien  el montaje? Creo que sí, aunque le faltó emoción, le sobró banda sonora repetitiva y algo más de ruido. No viajé en el tiempo, vamos, pero sí que me dejé arrastrar en esta calurosa mañana por una representación “militar” que pretende rendir homenaje para lo que dicen fue una gesta y para muchos santacruceros de hoy día una indigesta. Pero así son las cosas.

Como espectador me puse a pensar qué hubiera sido de esta tierra si Nelson logra lo que se proponía. Y lo que se proponía no era tomar la plaza aunque suene bonito. Ojalá, me dice un amigo, hubiera sido esta su pretensión. Yo qué sé… Si se me permite la ucronía (que es suponer cómo podían haber sido las cosas si los ingeleses hubieran ganado la batalla) y dando por hecho que el por entonces contralmirante ansiaba conquistar mi terruño, es probable que ninguno de los que conozco existieran. Yo mismo no existiría (es probable que más de uno lo celebrara) sino que habría algo parecido sólo que hablando un inglés con acento canario. Así las cosas, Santa Cruz de Tenerife no sería Santa Cruz de Tenerife sino Nelson city, y la por entonces plaza de La Pila, hoy de La Candelaria, una reproducción a pequeña escala de la Trafalgar square londinense… Imagino también que el resto de Canarias seguiría permaneciendo fiel a España menos Tenerife, que como la aldea de los galos de Astérix continuaría resistiendo contra las pretensiones de un país que al final, por cansado, dejaría las cosas  en su sitio. Es decir, que la Corona española dejaría que en Tenerife y Gibraltar ondease la enseña de la Unión Jack.

Todo esto lo pensé viendo la recreación que lleva la firma de Teodoro Ríos, en la que casi saludo militarmente cuando desfiló la tropa británica. Me mordí la lengua, es cierto, pero como un fuego violento casi grito lo de ¡Dios salve al Rey! Me contuve, no era momento ni lugar, sobre todo porque vivo en una ciudad que se permite un acto de exaltación tan español mientras su alcalde escribe que ahora se siente soberanista… No entiendo nada.

La recración de la batalla continúa mañana, sábado, y supongo yo que será más entretenida que el simulacro que nos ofrecieron hoy. A las 20.30 horas se recrea la batalla en la plaza de la Iglesia de la Concepción, La calle de La Noria y la plaza de la Isla de la Madera… Por la mañana, a las 11.30, desfile militar de época que sale de la plaza Weyler, recorre la calle del Castillo y finaliza en la plaza de España. Espero también estar. Lo que no sé es si me atreveré a gritar ¡Dios salve al Rey!

Una última cosa: Interesante e instructivo el dvd sobre el ataque de Nelson a Santa Cruz que repartió el domingo pasado el periódico El Día y que dirige Roberto Ríos. Me sorprendió su concisión, también la recreación de algunos momentos de la batalla. Me pregunto cómo a nadie se le ha ocurrido todavía escribir una novela o un guión sobre lo que pasó aquellos días.

Claro que, ¿quién sabe?

Lo dicho: ¡Dios salve al Rey!

¿Qué rey? Jorge III, por supuesto.