Archive for Octubre, 2009

Ráfagas musicales

Lunes, Octubre 19th, 2009

* Cómo son las cosas. Hoy mismo preguntaba por él a un amigo y cuando llego a casa y enciendo el ordenador me encuentro con uno de sus mensajes (esos que envías a todo Dios escondiendo las direcciones de los destinatarios, lo que se agradece) donde recuerda a toda la peña que este mismo miércoles actúa en el Auditorio de Tenerife Brad Mehldau Trio. ¿Que quién es Brad Mehldau? Bueno, si ponen así las cosas mejor es que dejen de leer este entusiasta comentario sobre uno de los pianistas más solventes y elegantes del jazz de nuestro tiempo. Y eso que el chico es blanco. Actuará junto a Larry Grenadier (bajo) y Jeff Ballard (batería). Si tienen los discos de mehldau, casi todos excelentes, o algunas de las bandas sonoras cinematográficas donde ha colaborado, casi todas excelentes también, recuerden que pasado mañana, que casi es ayer, tendrán la oportunidad de disfrutarlo en directo. Un dato, no es la primera vez que el pianista visita estas islas alejadas (ya saben) de la mano de los dioses.

* La Fundación Contamíname para el Mestizaje Cultural lleva a Tenerife el concierto intercultural de percusión Global Perfussion, una iniciativa de Belén Guerra, directora de  Contamíname dirigida por el músico tinerfeño Luis Fernández que cuenta con la participación de otros catorce músicos de distintos países y diferentes tradiciones culturales. El concierto se celebrará el próximo 18 de noviembre, en la sala de Cámara del Auditorio de Tenerife. El público tinerfeño reconocerá en el grupo también al percusionista canario José Pedro Pérez y al senegalés Ismaila Sané y al argentino Marcelo Gueblón, que durante años residieron en la Isla, así como al cubano Juan Javier Rodríguez, profesor del Conservatorio de Santa Cruz de Tenerife.

* El periodista, escritor, músico y poeta Rubén Díaz prepara llevar el espectáculo Poemus, en el que también participa el escritor y poeta Fernando Senante, a las sedes de los institutos Cervantes de Manchester, Leeds y Birmingham, en Gran Bretaña. Poemus reúne una selección de poemas musicados de Miguel Hernández, de quien se celebra en 2010 el centenario de su nacimiento. Es probable que en esta gira por tierras anglosajonas lo acompañen las cantantes Leiko Krahe, Ángeles García o Saray León.

Saludos, musicales, desde este lado del ordenador.

El caviar no es para dárselo a los cerdos

Domingo, Octubre 18th, 2009

Me inicié en la lectura de la mano de La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, y más tarde, mientras construía mi biblioteca particular, de una rica variedad de escritores entre los que sobresalía Ray Bradbury y sus visionarias novelas de ¿ciencia ficción? Así, que mientras iba modelando mis gustos y apetencias lectoras y comenzaba a observar con orgullo casi paterno como crecía el número de volúmenes en la estantería que había habilitado en mi dormitorio, no es de extrañar que ocupara merecido lugar títulos de ese –desconocido por muchos– escritor norteamericano llamado Theodore Sturgeon. Novelista y cuentista al que también encasillaron en el género de la anticipación.

Como ya se ha escrito en este mismo blog, hay libros que noto que están vivos. Y uno de estos libros con alma fue de Theodore Sturgeon cuando apenas era un crío. Lo había comprado, y como muchos libros que compras lo había colocado en la estantería con el vago deseo de leerlo mientras esperaba inconscientemente a que me llamara. Su título: Más que humano.

Me sucedió una tarde de sábado. Esas tardes de sábado en las que no tienes absolutamente nada que hacer. Estaba mirando mi librería, repasando los títulos allí apilados y tocándolos con los dedos (esto de los libros tiene también su lado morbosamente fetichista) cuando Más que humano me susurró su canción. Saqué el volumen y observé su portada (edición de Minotauro y firmada por Chichoni), y me puse a leer la primera página. La luz a punto de ser vencida de la tarde entraba aún por la ventana.

Cuando levanté los ojos ya había caído y la noche y prácticamente ¡y de pie! me había zampado media novela.

De hecho, recuerdo que Más que humano es uno de esos libros que he leído a velocidad de vértigo. Apenas tardé un día y medio. El domingo siguiente, cuando cerré las tapas, ya estaba enfermo de sturgonitis. O lo que es lo mismo: necesitaba más de ese escritor presuntamente de ciencia ficción pero tan hippie y extraño en sus planteamientos narrativos. Caviar literario para quienes gustan de las deliciosas huevas de esturión.

Como pasa casi siempre, me fue relativamente difícil hacerme con más obras de aquel escritor que trascendía el género en el que pretendían encasillarlo. Aunque con constancia y paciencia rusa, me fueron llegando más títulos. Recopilaciones de cuentos como Caviar y Regreso, o novelas igual de fascinantes que Más que humano como es la inquietante fantasía titulada Los cristales soñadores.

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El extraño universo de este escritor norteamericano con pinta de hippie es que visto desde nuestra perspectiva actual continúa siendo igual de transgresor. En sus historias largas y cortas, Sturgeon describe sociedades hermafroditas o explora asuntos tan delicados como el incesto en su ya clásico realto Si todos los hombres fueran hermanos ¿Permitirías que alguno se casara con tu hermana? (1967). Además, su obra está impregnada por limpiarnos ese sentimiento de culpa que nos hace más infeliz la existencia, al tiempo que revela una filosofía  no sé si perturbadora pero sí que gozosamente libertaria y por lo tanto radicalmente contraria a las doctrinas judeo cristianas. Paquete moral contra el que combate este apreciado y apreciable narrador en casi toda su producción literaria. Vehículos que como bien dejó escrito sólo pretendían suscitar debates.

Como era de esperar, y lo razono ante la complejidad de sus historias, Sturgeon apenas ha tenido traducción cinematográfica como otros compañeros de ¿género? (mis apreciados también Robert A. Heinlein y Alfred Bester), aunque claro está, no creo que el cine y la televisión fueran un marco suficiente para rendirle la justicia que se merece ante todos aquellos que son incapaces de leer un libro. Y es que Sturgueon es caviar, amigos míos, y de todos es bien sabido que el caviar no es para dárselos a (con todos mis respetos a tan sacrificadas criaturas) los cerdos.

Saludos, hoy más que nunca sturguenianos, desde este lado del ordenador.

Paseando por La Laguna

Sábado, Octubre 17th, 2009

La Laguna es una contradicción. Pese a su vetusta y señorial belleza, no dejo de pensar, cuando recorro sus calles y plazas, ¿cuándo dejaste de creerte aquello que te decía capital cultural de Canarias? Salvo notables excepciones, como la reciente apertura de las instalaciones de la Fundación Cristino de Vera, y algún que otro espacio privado que todavía mezcla tertulia y churros con chocolate, la vieja La Laguna ya no es mi La Laguna, entonces poblada en mi gastada memoria de pubs, música y un estudiantado revoltoso y verdadero protagonista de una ciudad tan provinciana como ferozmente aristocrática. Y tan fría en invierno (con ese viruje que se te cuela por dentro) como caliente (sin doble ni triples sentidos) en verano. ¡Maldita y bendita humedad lagunera! 

La Laguna no tuvo la pila de años un teatro. Pero sí contaba con cines, templos en los que quien les escribe se refugiaba ocasionalmente como si de una excursión se tratara. Cogías la guagua en Santa Cruz, subías por la carretera vieja y llegabas con ese gozoso malestar de todo viaje. O medio amodorrado, que es más o menos lo mismo, porque el ruido del motor y de las conversaciones guagueras siempre me han hecho dormir despierto.

Ahora La Laguna sí cuenta con teatro. Un teatro Leal chiquito que casi parece el hermano pequeño del Guimerá en Santa Cruz de Tenerife, pero no con cines si entendemos por cine lo que era un cine. Salas que debían encontrarse en pleno corazón de la ciudad y no en su extrarradio.

Sobre el futuro de los ya legendarios Aguere trata el artículo que hoy puede leerse en loquepasaentenerife. Otra de esas salas cerradas que forma parte del paisaje de ésta y otras ciudades, y que casi parecen monumentos a otra época. Visto de esta manera, solo es abono para que nostálgicos recuerden los momentos que pasaron en sus tripas,. A mi me saben a cotufas. Pero cotufas como las de antes porque incluso eso, en los grandes y carísimos multicines del extrarradio, no me saben igual… pero así son las cosas. O los vientos que soplan en estos difíciles tiempos. Tan implacables que borran todas las huellas que te hicieron persona. Al final te sientes perdido ante tantas transformaciones y desprecio por aquellos espacios que marcaron tu modo de ir por la vida. Y en la señorial La Laguna, con inequívoco sabor antiguo y castellano, tan bien conservada en su pasado ilustre, te preguntas una y cien veces porqué dejó de ser con el paso de los años en el motor cultural de unas islas cuyo testigo dice que recupera con esas cosas que llaman fiestas y romerías.

Y no. Claro que no es lo mismo en esa laguna desecada por dentro y por fuera.

Saludos, algo laguneros, desde este lado del ordenador.

Arañazos literarios

Jueves, Octubre 15th, 2009

* El poeta rumano Eugen Dorcescu se encuentra en estos momentos traduciendo a lengua rumana una antología poética del también poesta y escritor canario Coriolano González Montañez. El libro, que será editado el próximo año, llevará por título El viaje, y recoge poemas de Las llanuras del desierto, Las montañas frías y Conjura de silencio, entre otras obras.

* El próximo lunes, a las 20.30 horas, la sala Quasquías en Las Palmas de Gran Canaria acogerá el III Memorial Dolores Campos-Herrero, llamado así en honor de la desaparecida escritora y periodista. Organizado por Matasombras, está previsto que participen en la lectura de textos de esta la escritora, Marisol y Chus Campos-Herrero, así como de los escritores Eduardo González Ascanio, Antolín Dávila, Ángeles Jurado, Nayra Pérez, Santiago Gil, Juan Carlos de Sancho, Puri Santana, Antonio Vega, Judith Bosch Molina, Sara Godoy, Manuel Estupiñán Verona, Michel Jorge Millares y Fernando Adrian Mitolo, junto a los organizadores del acto, Antonio Becerra y Alexis Ravelo.

* Si quieren tener otra visión de lo que se cuece culturalmente en estas islas abandonadas de la mano de los dioses, les invito a que naveguen por http://lagatacristi.blogspot.com/. Es probable que las uñas se le pongan pero que muy, muy largas.

Saludos, dando arañazos literarios, desde este lado del ordenador.

¡Salvemos de una vez al cine Víctor!

Jueves, Octubre 15th, 2009

Desde que el Cabildo de Tenerife dejó la gestión del cine Víctor porque “vivimos en tiempos de crisis”, y apagó de forma definitiva con la llama cultural que una vez alimentó a las ramblas santacruceras, pasear frente a su antigua y señorial fachada me produce un nudo amargo en la garganta. Ya lo contamos en este mismo blog, pero les animo a que vean por el enrejado en qué situación se encuentra el hall del Cine, lo que me hace suponer el estado lamentable en que debe de encontrarse el interior de la otrora elegante instalación.

Sus ojos toparán con un espontáneo fresco de basura (colillas, latas, envoltorios de papel), polvo y huellas de meadas… Triste fin para una sala que dio tanto por tan poco. Pero así son las cosas.

El Víctor ha muerto. Y ha muerto, se me antoja, por dejadez y falta de una visión cultural y política que exigían estos tiempos revueltos que vivimos.

No obstante, quedan todavía hombres y mujeres en estas islas que se empeñan en explotar eso que llaman sensibilidad política. Y algo de todo eso hay en el anuncio que hoy hace público la diputada por CC en el Parlamento de Canarias, Dulce Xerach Pérez, en su blog. Espacio en el que tras reconocer que “erróneamente” pensó que el Cine Víctor estaba suficientemente protegido: “no era así”.

“Creo que es un espacio con valores históricos, arquitectónicos y culturales suficientes como para que sea protegido legalmente aunque sé que esto no es suficiente (y tenemos muestras de otros BICs que se han seguido deteriorando con el tiempo ) y por eso he presentado a mi grupo parlamentario esta mañana una Proposición no de Ley para impulsar esta protección”, escribe la parlamentaria.

Según Dulce Xerach Pérez “nos deberíamos organizar -los ciudadanos interesados en que se salve- para presentar otro escrito similar en el Cabildo de Tenerife que es el competente. Desconozco si esto se ha hecho o no ya pero en el caso de que así fuera no estaría de más hacer saber al Cabildo que existen más personas interesadas en que se proteja este cine”.

Les invito a que lean la PNL. También a que esperen, si prospera la iniciativa y se debate en la Cámara, que los sueños en ocasiones no tienen por qué ser, precisamente, sueños.

Saludos, con el grito de “¡salvemos de una vez al cine Víctor!”, desde este lado del ordenador.   

Hazme reír y cántame una canción

Miércoles, Octubre 14th, 2009

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Resulta curioso como cambia uno con la edad. Cuando era pequeño no me gustaban los macarrones ni el gazpacho, platos que años más tarde se convertirían en indispensables en mi irregular dieta alimenticia. Detestaba, además, el olor de los cigarrillos hasta que un día y en un bar (¿dónde si no?) un amigo me enseñó lo fácil que era caer en las redes del vicio tragando, sencillamente, el humo. Me encantaban entonces las películas de la Toho sobre Godzilla y demás familia de monstruos japoneses hasta que un día, llevando ya pantalones largos y mientras veía una de ellas, me pregunté ¿cómo diablos te podía haber gustado eso? Afortunadamente con el paso de los años recobré mi ingenuo ojo infantil, por lo que he vuelto a disfrutar con las andanzas de aquel monstruo verde aplastando película sí película película no a la ciudad de Tokio.

Con los musicales siempre he mantenido una curiosa relación de amor y odio que no se me quita de la cabeza. No recuerdo, sin embargo, que me aburriera viendo las películas de Fred Astaire (en mayo pasado se cumplió el 110 aniversario de su nacimiento) y Ginger Rogers, y más tarde obras redondas del género como Cantando bajo la lluvia o Un americano en París, de Stanley Donen y Gene Kelly y Vincente Minelli, respectivamente, títulos que ocupan lugar en mi extraña –por kafkiana– deuvedeteca. Confieso que eso nunca me pasó con Siete novias para siete hermanos, película que por mucho que insistí en aquellas no tan inolvidables sesiones de cine a las 4, logró lo que parecía imposible, que me quedara dormido. Así que no sé muy bien cómo termina. Hay fragmentos de su celuloide que parpadean en mi memoria, pero por mucho que me esfuerzo no acabo por centrarlo y eso que, probablemente, la tuve que ver más de una vez.

Ahora que al género musical le pasa como al del oeste porque no termina de cuajar en esta postmoderneces que vivimos pese a que se haya colado sin tanta discreción en el corazón de los más jóvenes a través de marcianadas como High School y de tanto en tanto en las de dibujos animados de Walt Disney, debo de confesar que uno de los momentos más cargantes como espectador cinematográfico se producía cuando en aquellas tragedias animadas disfrazadas de ingenuo relato infantil por el demoníaco tío Walt los protagonistas se ponían… a cantar. Lo mismo me ocurría cuando en las comedias de los hermanos Marx, Harpo o Chico descubrían un arpa o un piano y le daban a las cuerdas o a las teclas. Y eso pese a que siendo un niño el mejor que me caía de los tres era Harpo, o el mudito como le llamábamos. Tuvo que pasar un tiempo para que me riera de las salvajes salidas de Groucho, y más pero mucho más tiempo del inclasificable apoyo humorístico que le prestaba su hermano Chico-lini.

Siendo todavía un zagal, y en una de mis primeras salidas al cine solo que es algo así como el recuerdo de tu primer amor, me metí en el Cinema Victoria a ver El mago de Oz, de Victor Fleming y con Judy Garland haciendo de la pequeña Dorothy (¿les suena lo de golpea tus talones juntos y repite las palabras: “Se está mejor en casa que en ningún sitio”?).

Allí estaba en aquel cine que parecía un garaje (de hecho terminó convirtiéndose en eso: un garaje) cuando se apagan las luces. Y entonces siento como la rabia reprimida sube por el estómago hasta mi boca cuando descubro que la película es… es… es ¡¡¡¡en blanco y negro!!!! Y ver una película en aquellos días donde la tele sólo te ofrecía blanco y negro sonaba a estafa cuando te metías en un cine porque ahí sí que se exhibía en poderosos y cinematográficos colores. Claro que más tarde me di cuenta de lo contrario, el día en que la tele sólo era en colores relegando el blanco y negro “al cine antiguo”.

Pero en fin, que se me pongan en situación. Ahí está el crío que ha salido por primera vez solo al cine, expulsando humo por la cabeza mientras resignado devora la clásica historia de la pobre Dorothy y su perrito Totó a los que arrastra un tornado hasta el mundo de Oz y ¡oh, sorpresa! aquel universo recreado en estudio es a todo COLOR.

A partir de ese día El mago de Oz es en uno de mis títulos de cabecera. Y eso que se trataba de un… musical. Pero tenía de todo un poco: un hombre de paja, un león y otro de hojalata; una bruja más fea que el Picio y el inquietante OZ que resulta que es… No, no voy a revelarles el secreto si no han visto la película. Eso sí,  que conste que desde entonces Over the raimbow se ha convertido en uno de mis himnos particulares. Canción que no me canso de tararear. Pase lo que pase. Me aplasten o no me aplasten. Sé mientras la tarareo que en algún lugar encontraré el camino de las baldosas amarillas…

Les contaba todo esto porque en esta rara relación que mantengo con los musicales norteamericanos, cuando antaño me aterraba que tras una conversación el chico y la chica protagonista se pusieran a cantar como si nada, con el paso del tiempo ese efecto es el que últimamente me cautiva más en estas películas.

Me imagino así paseando por las calles de la polvorienta Santa Cruz y subiéndome a los bancos de la rambla, viajando en el tranvía o recorriendo la avenida de Anaga o atravesando el Mercado cantando como un descocido. Y que la gente se pone a cantar conmigo.

No negarán que tiene algo de fantástico y si lo piensan casi de ciencia ficción. Lo escribo por lo de una presunta invasión extraterrestre que lanza un rayo sobre nuestro planeta para que dejemos por unos instantes de pensar en nosotros mismos entregándonos al mágico y placentero disfrute de cantar. Aunque sea mal.

La realidad, obviamente, no permite estas grandezas. Aunque para estimular la producción en algunas empresas están obligando últimamente a sus trabajadores a bailar mientras el público pasea por sus instalaciones. Pero no es lo mismo. No parece verdad porque es un baile impuesto. Otra manera que tienen los empresarios de humillar a sus obreros: “haced el ganso por cuatro euros porque si no: a la puta calle”. Todo lo contrario de un musical donde el chico es capaz de cantar bajo la lluvia porque está tontamente enamorado.

En fin, en estas idioteces es en las que piensa uno para no echarse a llorar todos los días.

Saludos, a lo supercalifrístico espialidoso, desde este lado del ordenador.