El triángulo de las artes. Barcelona-Madrid-Tenerife de Pilar Carreño Corbella puede entenderse como la segunda parte de un ambicioso proyecto en el que la investigadora estudia el arte de los años treinta en Canarias. Este volumen complementa así a Los surrealistas en Tenerife, publicado en 2015, obra en la que se hacía eco de la primera exposición surrealista de Tenerife, la de 1935, y de la visita de André Breton, Jacquiline Lamba y Benjamin Péret a la isla. Ahora, con El triángulo de las artes estudia la rocambolesca historia de la segunda exposición, la de 1936, en la que además de exhibirse obra surrealista se expuso abstracta en los salones del Círculo de Bellas Artes y muestra que, como en el primer libro, se recrea en 3-D.
- El triángulo de las artes se ocupa de la exposición de arte contemporáneo Adlan-Gaceta de arte que se expuso en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife en 1936, un año después de la exposición surrealista que acogió el Ateneo de Tenerife. ¿Qué distingue esta exposición de la anterior?, ¿cuáles considera que son sus características más destacables?
“Son varias las diferencias entre una y otra muestra: La primera, la que tuvo lugar en el Ateneo de Santa Cruz en 1935, toda la exposición vino seleccionada desde París por Breton y Éluard, y retornó al completo. La de 1936 fue una tarea personal de Eduardo Westerdahl y contó con las obras de su colección personal, la de Gaceta de arte y las obras que los artistas regalaron o cedieron para que la revista pudiese superar el bache económico que le había supuesto la prolongada estancia de los surrealistas en la anterior exposición; además Óscar Domínguez solicitó obras en el círculo de sus amigos surrealistas en la capital francesa y trajo consigo estas creaciones plásticas. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el estallido de la Guerra Civil provocó que la inmensa mayoría de esas obras permanecieran en Tenerife. En segundo lugar, la exposición del Ateneo solo contó con producciones surrealistas pero en la de 1936 hubo tanto obras surrealistas, además de objetos surrealistas que fueron creados expresamente para esta exposición como libros, revistas, catálogos y fotografías de obras de arte moderno, como abstractas. Por tanto, lo más novedoso es que coexisten las dos tendencias artísticas imperantes en el panorama internacional de ese momento: el surrealismo y la abstracción”.
- El título del libro, El triángulo de las artes, recupera el de la conferencia que impartió Manuel Abril en Madrid en diciembre de 1935.
“Lo del título fue una coincidencia ya que inicialmente el libro se titulaba El triángulo de la cultura aunque al leer en un catálogo sobre el pintor García Lamolla donde se referenciaba la conferencia de Manuel Abril dictada en la inauguración de su exposición en 1935, me pareció el más adecuado”.
- Comenta que, en contra de la primera, esta exposición exhibió además de obra surrealista, abstracta, ¿cómo casaron los organizadores ambas tendencias?
“Son bastante difusas aunque en el montaje de la muestra se observa claramente que en la sala principal del Círculo de Bellas Artes se instalaron las obras surrealistas y en el vestíbulo las abstractas”.
- ¿Qué autores participaron en esta segunda exposición, y qué obras destacarías de las expuestas?, ¿cuántos artistas canarios, además de Óscar Domínguez, participaron en ella?
“De todos los artistas que participaron destacaría por su importancia a Óscar Domínguez con sus cuadros La Máquina de coser electro-sexual, Cueva de guanches y Mariposas perdidas en la montaña, entre otros; Joan Miró, Bañistas y Dos libélulas y Willi Baumeister, Fútbol. El único artista canario que estuvo en ambas muestras fue Óscar Domínguez si bien en esta segunda exposición se incluyeron dos obras del pintor tinerfeño Juan Ismael”.
- ¿Cuál fue el impacto de la exposición en la sociedad tinerfeña?
“Debió de ser bastante impactante pero son escasos los testimonios que nos han llegado salvo las cartas de Westerdahl y Domínguez y algún artículo en prensa”.
- Lo preguntamos porque la exposición contó también con objetos surrealistas. ¿Cómo fueron recibidos por el público? ¿y que pasó con ellos? Cabe recordar que un mes después estallaría la Guerra Civil española.
“Sí, el público los recibió con gran desconcierto y, por lo que se cuenta en la prensa, con cierta indignación; de todo ello da cuenta Westerdahl en una carta a Guillermo de Torre. Sin duda, son los objetos los que movieron al público a visitarla, pues se convirtió en un tema recurrente de todas las conversaciones. Los objetos, en su mayoría realizados con materiales variopintos, se destruyeron así que solo contamos con las descripciones de algunos de ellos”.
- Este libro, como el anterior, hace una reconstrucción en 3-D de la exposición ¿cómo fue este trabajo?
“Fue un trabajo muy complejo ya que no existía ningún plano del antiguo edificio del Círculo de Bellas de Tenerife por lo que tuvimos que recurrir al Catastro, las fotos de Eduardo Westerdahl, otras imágenes de época de las salas del Círculo así como algunas fotografías de las obras participantes tomadas por Westerdahl y las medidas de las obras. En primer lugar, conté con la inestimable ayuda del arquitecto José Manuel Hernández Gómez que no ha llegado a ver el resultado final de la obra y que fue quien realizó los bocetos de la reconstrucción virtual de las salas de exposiciones y del montaje de las obras. En segundo lugar, mi agradecimiento al arquitecto Jaime Viguri, quien realizó la reconstrucción virtual cuyas imágenes figuran en el libro”.
- Si la primera exposición se realizó en el Ateneo de Tenerife ¿por qué se decide hacer la segunda en el Círculo de Bellas Artes?
“No hay documentos que aclaren esta decisión aunque creo que tuvo que ser un problema de última hora ya que la solicitud para la sala del Círculo se realizó muy tarde”.
- ¿A quién destacaría de los miembros que formaron parte del grupo de Gaceta de arte?
“Sin duda alguna a Eduardo Westerdahl. Eduardo Westerdahl es el principal activo y la persona que entabló las relaciones con el exterior y supo aglutinar al grupo de Gaceta”.
- En este libro publica además materiales inéditos, ¿cuáles señalaría?
“No se había trabajado en profundidad sobre esta segunda exposición. Se la confunde muchas veces, de hecho, con la de 1935. En cuanto a la documentación más relevante que se reproduce en el libro, destacaría los artículos publicados en la prensa y, especialmente, la correspondencia mantenida entre Eduardo Westerdahl y Óscar Domínguez en relación con este momento. También reseñaría todo el material fotográfico que se conserva de la muestra y que ha sido digitalizado a partir del negativo”.
- ¿Y con que colaboraciones contó para la elaboración de la obra?
“Este libro, en definitiva, es un trabajo de un equipo, desde su gestación hasta que ve la luz. Conté como la vez anterior con el catedrático de Literatura y amigo, Nilo Palenzuela, que se leyó el manuscrito y mejoró notablemente el original. Con los arquitectos José Manuel Hernández Gómez y Jaime Viguri que reconstruyeron en 3-D el espacio arquitectónico y la instalación de las obras. El diseñador Paco Lozano que dio forma y vida al libro con su maquetación y a todo el grupo de Brizzolis que ha trabajado intensamente y con gran profesionalidad en la impresión y acabado final del trabajo. Al margen de todos ellos, hubo también una serie de personas e instituciones que colaboraron facilitándome información y materiales”.
- Sin embargo, creo que no tuvo acceso directo a la correspondencia de Óscar Domínguez con su amante. Cartas en las que le informa sobre esta segunda exposición, ¿por qué?
“Lamentablemente Tenerife Espacio de las Artes, TEA, fue el único centro que me cerró sus puertas de acceso para consultar la documentación adquirida con fondos públicos; al margen de cualquier explicación que pueda resultar convincente, no creo que haya justificación alguna, salvo que me haya caracterizado a lo largo de mi trayectoria como investigadora por mi total independencia”.
- Se lo preguntaba porque parece que pasó lo mismo con el segundo número de la revista Índice.
“Sí, y en nota a pie de página lo indico. El domingo 19 de enero de 2019 se publicó en la prensa de las islas que se van a organizar unas jornadas, ediciones, etc., y al lunes siguiente el conservador de TEA me informa en un correo que puedo acceder a la consulta, casualmente cuando mi libro ya estaba en la calle”.
- Al margen de estos inconvenientes ¿cómo fue la redacción de la obra?
“Fue un largo proceso en el tiempo y muchas veces tuve que insistir una y otra vez, consciente de que siempre, siempre puede aparecer algo nuevo e insospechado por el camino. El libro recoge todas las fuentes consultadas, fundamentalmente en los Fondos Westerdahl, Pérez Minik, López Torres, García Cabrera, Emeterio Gutiérrez Albelo; la documentación sobre Adlan (Col.legi d’arquitectes de Catalunya, Barcelona y archivo José Corredor Matheos, etc.), documentos localizados en MNCARS y BNE, entre otros muchos”.
- ¿Piensa que esta exposición dejó huella en las generaciones que vinieron después?
“Curiosamente la huella ha sido más por el eco que por un conocimiento real de lo ocurrido”.
-Me ha llamado la atención que el libro además de estar patrocinado por la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes, haya contado con el apoyo de la Dirección General de Patrimonio pero no de la Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, que era lo más razonable. ¿Por qué?
“Me entrevisté tanto con el viceconsejero de Cultura, Aurelio González, como con el director general de Patrimonio, Miguel Ángel Clavijo; si bien ambos me mostraron su apoyo, fue este último el que acogió el proyecto con gran entusiasmo, en su línea de rescate y difusión de todo nuestro patrimonio, y es por eso que he conseguido publicarlo en tiempo récord”.
- ¿Habrá un tercer tomo de su investigación El arte de los años treinta en Canarias?
“Tengo en proyecto un tercer tomo que abarcaría desde 1947 a 1977. Es un período que ya traté en mi tesis doctoral y que he ido completando a lo largo del tiempo”.
- ¿Y qué importancia tiene para usted el arte en esas décadas en las islas?
“En principio los primeros grupos (PIC y LADAC) se nutren de los ecos de la vanguardia de los años treinta y LADAC de los acuerdos de la Escuela de Altamira (Santander) de la mano de Eduardo Westerdahl; más tarde, en los años sesenta, se abren al panorama nacional e internacional (Espacio y Nuestro Arte), liderados por dos figuras claves, Felo Monzón y Pedro González; y por último, el arte se contamina con la política (Contacto-1 o Contacto canario), liderado por Tony Gallardo”.
Saludos, loado sean los dioses, desde este lado del ordenador