Archive for Abril, 2019

El gran amor de Galdós, una novela de Santiago Gil

Martes, Abril 30th, 2019

No se sabe demasiado sobre la vida de Benito Pérez Galdós durante los años de niñez y adolescencia, período clave en la existencia de cualquier ser humano y filón narrativo con el que poder especular las razones que marcaron el devenir de una existencia dedicada, y de qué modo, a la literatura. Muchos de estos episodios podrían haber inspirado el ciclo de sus novelas madrileñas, novelas tan necesarias para tomar la temperatura del Madrid de finales del siglo XIX y que fueron escritas, plantea Santiago Gil en su nueva novela, por la historia de amor que vivió siendo apenas un adolescente en la capital grancanaria, isla, cuenta la leyenda negra que rodea al escritor, de la que se quitó el polvo de los zapatos al llegar a la península.

Santiago Gil imagina en El gran amor de Galdós Sisita, un personaje que, describe, fue fundamental en la vida del escritor y que ha pasado de puntillas por las biografías y en el mismo retrato autobiográfico que don Benito expresó sobre su vida.

Para contar esta historia en la que realidad y ficción se dan la mano, Santiago Gil ha apostado por la distancia al utilizar la tercera persona, hecho que algunos han querido ver como un homenaje al autor de La fontana de oro y que desde nuestro lado se observa más que como tributo, como la manifestación del profundo respeto y admiración que guarda Gil ante la obra de Benito Pérez Galdós.

La historia se desarrolla en varias épocas y en escenarios distintos aunque se prioriza las experiencias del protagonista en las playas que rodean su ciudad natal y las golferías de estudiante en Madrid mientras su buen amigo Fernando León y Castillo le pide inútilmente sosiego para que se centre en sus estudios en una capital de España que en aquellos días era el centro geográfico y espiritual de un país tan acostumbrado a perder la brújula de la Historia.

El Benito, aún no don Benito, que retrata Santiago Gil es un muchacho perdido en su mundo y con una idea fija en la cabeza: ser escritor. Conocer a Sisita, casi su opuesto en cuanto representa todo lo que no es él –se trata de una chica extrovertida y alegre– es la primera llama que despierta su corazón, hasta ese entonces dormido en las contradicciones de la adolescencia. Tras marchar a Madrid, esa llama –relata Gil– continuará encendida hasta que la fuerza de la razón le obligue a tomar una decisión que marcará el resto de su vida.

En este aspecto, la novela más que explicar la génesis de un escritor en ciernes, que aún balbucea y anda en pañales tras la búsqueda de un estilo y de un mundo al que describir con fiero realismo, relata lo que pudo significar para don Benito aquel primer amor que se frustró en una isla bañada por las aguas del Atlántico y de cómo ese amor lo diseminó años más tarde –ya como escritor que ha madurado– entre las obras que dejó escritas.

Como punto de partida para construir la novela no está nada mal, y se agradece que Gil haya mantenido en todo momento cierta distancia con su Galdós, un Galdós muy Gil, por lo que tiene de personaje romántico muy metido en sí mismo.

El gran amor de Galdós permite al lector conocer de cerca la vida de un escritor en estado embrionario, un hombre que apenas se ha hecho hombre pero que tiene esa edad en la que comienza a darse cuenta que crece y que debe de enfrentarse –de ahí sus escapadas a los prostíbulos de Madrid y el abuso de bebidas espirituosas– a los primeros golpes que le propina la vida.
La novela cuenta el relato de la aventura personal que vivió, con sus gozos y sus sombras, un adolescente en apenas unas 150 páginas, trasmitiendo la belleza natural de una isla y por contra el tedio pueblerino de una capital de provincias que cuenta con pequeños pero muy desarrollados oasis humanos.

El Galdós de Santiago Gil resulta verosímil, una tarea de titanes porque cualquier lector de Galdós tiene en su imaginario a su Galdós, un personaje que se deja querer en esta novela porque todos hemos sentido algo parecido a lo que aquí se cuenta. El joven Galdós resulta cercano, humano. Sus titubeos son nuestros titubeos. También algunas de sus equivocaciones.

No le sobra nada a esta novela que mezcla lo que se conoce y se desconoce de aquel período de la vida de don Benito , ese vasto territorio abierto a la imaginación y en el que emerge con sobresalientes resultados la firma de un escritor, Santiago Gil, que crece al describir las contradicciones del alma humana.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador

Benjamín Prado: “No hay nada más aburrido que la pureza en la literatura”

Lunes, Abril 29th, 2019

Benjamín Prado (Madrid, 1961) fue el escritor y poeta invitado este año en el acto de entrega de los premios literarios Julio Cortázar y Luis Feria, de cuentos y poesía, respectivamente, que convoca la Universidad de La Laguna. En este foro, mantuvo un diálogo que reproducimos en parte en esta nueva entrega de El Escobillón.

El escritor cuenta, entre otras novelas, con Raro, Nunca le des la mano a un pistolero zurdo, Dónde crees que vas y quién te crees que eres, Alguien se acerca, La nieve está vacía y cuatro, de las diez previstas novelas de la serie protagonizada por Juan Urbano: Mala gente que camina, Operación Gladio, Ajuste de cuentas y Los treinta apellidos
.
En poesía es autor de Un corazón sencillo, El corazón azul del alumbrado, Cobijo contra la tormenta, por el que obtuvo el Premio Hiperión en 1995; Iceberg, Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla, Marea humana, Premio Internacional Generación del 27 y Ya nos es tarde. Como escritor de canciones ha escrito para, entre otros, Joaquín Sabina en el disco Vinagre y rosas; Pereza o Coque Malla.

- Para usted, ¿qué fue primero la poesía o la narrativa?

“Empecé por escribir poesía ya que a los 17 años tuve la fortuna de encontrarme con Rafael Alberti y hacerme amigo de él y por ese contagio de estar al lado de un tipo como Rafael, que como poeta era un mito, un autor de la Generación del 27, un referente político en la defensa de Madrid durante la Guerra Civil junto a los intelectuales antifascistas y un mito que representaba a los españoles que regresaron tras la muerte de Franco, quedé envuelto por su personalidad aunque la primera sorpresa que te llevabas con él es que fuera tan natural y cercano, ciegamente humano como diría Blas de Otero. Un poeta que sentía una gran empatía ante los problemas de los demás”.

- Como novelista ha dedicado de momento cuatro novelas a Juan Urbano, cada una de las cuales se desarrolla en un género, sea de espías, policíaca, histórica y ahora, con Los treinta apellidos de piratas…

“Cuando empecé a escribir la serie me propuse que estuviera protagonizada por un mismo personaje y que estuviera rodeado de algunos secundarios fijos porque tienes la ventaja y el inconveniente de buscar variaciones con los mismos personajes de siempre, lo que hace que sea más difícil escribirlas. En estas novelas se retratan aspectos de nuestra historia más reciente por que hablamos de verosimilitud literaria. Lo que me importa es algo que pasó y cómo eso que pasó afecta a unas personas determinadas en un país determinado que en mi caso es España. Todas las novelas se desarrollan en una época en la que sucedió algo y esa historia tiene su peso, y ese peso pesa en los bolsillos de la gente desde hace doscientos años porque somos lo que somos en un país en el que apenas existió la Ilustración. Lo de que cada novela esté escrita en un género, y hasta ahora son cuatro de las diez que tengo previstas, es que procuro atenerme a la realidad y esa realidad en Los treinta apellidos es vista como una novela de piratas, aunque hoy los piratas trabajen desde casa mientras navegan por el ordenador”.

-Está claro el por qué de piratas pero ¿de dónde saca esos treinta apellidos?

“Los treinta apellidos trata sobre las grandes fortunas españolas que se enriquecieron hace dos siglos por la trata de esclavos lo que también pasó en Europa. El título viene de una famosa frase que dijo en cierta ocasión un empresario español de cuyo nombre no quiero acordarme y que dijo que el Ibex 35 era el 30 por 5 al referirse a los cinco que entran y salen pero no a los otros 30 que representan a las 30 familias que mandan en España durante los últimos doscientos años ”.

- Juan Urbano es protagonista también de Qué escondes en la mano.

“Al decidir que cada una de las novelas de Juan Urbano abordara un género –anuncio que la última será de ciencia ficción aunque no tenga ni remota idea de cómo la voy a hacer–, en Qué escondes en la mano hablo un poco de lo cerca que está todo de lo contrario. De cómo tomar una decisión puede ser una desgracia o no porque tienes una vida que mantienes con cierto orden, sabes cómo eres y en que consiste tu realidad hasta que un día te dan una noticia buena o no muy buena que te cambia la vida completamente. Me interesa contar lo cerca que estamos de una catástrofe como de una maravilla, cómo un acto casual puede cambiar tu manera de ver la realidad. El día que mi padre me envió al bar de la esquina donde me encontré con Alberti me transformó por completo aunque otras veces ese cambio en vez de casual lo llevamos a cabo nosotros a partir de nuestras propias decisiones y muchas veces no es para bien sino para mal. Cuántas veces hemos soñado con ser una persona para resultar al final otra… Por eso el título, Qué escondes en la mano”.

- No ha dejado de mencionar en esta entrevista lo importante que fue en su vida conocer a Rafael Alberti pero ¿cómo influyó su obra en la poesía de Benjamín Prado?

“En mi poesía poco en mi vida mucho. Alberti es uno de los grandes poetas del siglo XX, le echa un pulso a Neruda porque se tiene que ir hasta Lope de Vega para encontrar un escritor con esa capacidad musical que hacía que las palabras bailasen. Se trata de un poeta nacido en 1903 cuya vitalidad y fe en la literatura marca la temperatura de un país que, como es el caso de España que no tiene ni petróleo ni yacimientos de oro, sí que cuenta con Cervantes, Picasso, Lorca… España posee dos tesoros: el turismo y la cultura”.

- Y qué cree que significaba para Alberti la literatura.

“Rafael fue un hombre que le daba a la literatura una importancia máxima, tenía la certeza que era así por lo que su respuesta a las afrentas de la vida, los problemas, la justicia, consistía en escribir siempre un poema en su casa”.

- Poeta, narrador, letrista de canciones para, entre otros Joaquín Sabina, que es antes Benjamín Prado, ¿poeta, escritor, ensayista?

“Uno lo que es escritor y sueño porque algún día alguien sienta lo mismo que sentí yo al leer a Cortázar, que escribió desde novelas, relatos y ensayos hasta alguna obra de teatro por lo que no hace falta preguntar por el género que cultivó sino de si se trata de un libro de Julio de Cortázar. Creo que es un mito lo de los géneros. En la literatura no hay nada más aburrido que la pureza, que acaba siempre en mano de los talibanes. Me gusta más la mezcla, el contagio, aquello que tiene una parte de otra cosa. La poesía que tiene una gota rock and roll, la novela, no la novela lírica pero sí la que tiene una cierta capacidad lingüística. Sería incapaz de no cambiar de género para no cometer uno de los pecados mortales del escritor, que es la repetición. Tienes que entender lo que has escrito como pieza quemada, no puedes repetirte; además, la búsqueda de otras cosas es más fácil cuando cambias de género. Por eso prefiero cambiar de género”.

- ¿Es usted un escritor disciplinado?

“No me considero nada disciplinado como escritor ni en cualquier otra cosa. Escribo y leo mucho en trenes, aviones, hoteles, salas de espera y me va mejor. Si tuviera que hacer como hacen otros compañeros que tienen una disciplina de escribir de 9 a 2, no me saldría nada, me distraería más. Cuando escribes en un avión o en el hotel tienes una línea de llegada y a mi eso me viene bien”.

- ¿Qué tipo de poesía necesita este país?

“Toda. Poesía toda, poesía en todos los ámbitos de la vida. Leonard Cohen decía que era tonto pensar que la poesía está solo en los libros, que son esos espacios donde los recuerdos no llegan al final de la página. La ves también en los cuadros, las películas que te gustan. Ves poesía en las películas de John Ford pero no en las de Charles Bronson. Uno tiene más poesía que el otro. La manera de ser, de estar, la cultura, lo que se llamaba antes cultura general y que si estabas en Toledo es el Tajo y en Sevilla, el Guadalquivir; leer a Cervantes pero no como se lee el Quijote en España que es bochornoso. Los ingleses dicen que uno no es completamente inglés hasta que no lee las obras completas de Shakespeare. La lectura te hace mejor profesional sea lo que sea aquello que haces. La literatura, la cultura, consigue que tengas una empatía mayor y que quieras saber más, también escuchar en vez de oír, ver en lugar de mirar. Que seas un viajero no un turista, todas esas cosas que haces que pases al otro lado donde todo es mucho más fácil si te hacen vivir”.

- ¿Cree entonces que se maltrata a la cultura en este país?

“La cultura siempre ha sido un jarrón chino, un objeto decorativo en España. Este es un país donde los autores están desprotegidos y que ha sido incapaz de llegar a un Pacto por la Educación para sacarnos a todos del vagón de cola de Europa”.

- ¿No ha solución?

“Si se consigue un Pacto por la Educación para que la educación y la cultura sean las bases esenciales sí, y no descubro nada nuevo. Hay que leer, entender lo que pasa, tener opiniones propias de las cosas. Estamos en manos de poderes que de alguna manera contradicen las leyes de la democracia. La democracia basada en la igualdad de oportunidades”.

- ¿Cree que es importante que abordar cuestiones políticas en la literatura?

“No creo que la literatura tenga que ser política pero tampoco que sí lo sea. Sí pienso que es una de sus posibilidades. El libro lo entiendo como un lugar donde se produce una conversación, es un lugar de encuentro entre alguien que cree que tiene algo que contar y otro que le apetece oírlo. Los libros son mejores en la medida que cuentan no la vida del exterior sino de los que lo leen y para que eso ocurra tienen que ser capaces de reducir, simbolizar, reflejar la sociedad en la que vivimos o las sociedades en las que vivieron nuestro abuelos y padres”.

- En cuanto a la novela social, Paco Ignacio Taibo II dijo que en estos tiempos ocupa ese espacio la literatura policíaca.

“Siempre ha sido social. La novela negra tuvo siempre un punto social en todo aquello que denuncia. La corrupción es uno de esos puntos sociales. Lo primero que le pido a un libro es que sea entretenido. Cuando se habla de entretenimiento se asocia hoy a la telebasura pero hay otra clase de entretenimiento, un entretenimiento noble. Cuando Alberti leía a los, como decía él, tres poetas del martirio, Lorca, Hernández, Machado, leía siempre los poemas que más aplaudía el público porque su obligación era la de entretener”.

– Cuentan que no es muy defensor de nacionalismos.

“Los nacionalismos son una astilla de la Edad Media clavada en el pie del siglo XX. Hay mucha gente que ha hecho una lectura antinacionalista de Los treinta apellidos porque cuenta la historia de una familia catalana y gallega que obtiene su fortuna por el tráfico de esclavos y cómo muchos de esos traficantes siguen haciendo las mismas cosas hoy en día de manera menos sanguinaria, es verdad, pero no sé que decir cuando sabes que hay niños que trabajan 17 horas a los que se les paga cinco céntimos a cambio. Pero es igual como se llame, explotación, neocolonialismo… Los treinta apellidos cuenta la historia de esa familia y como esa familia termina formando parte de uno de esos apellidos. Mucha gente ha hecho una lectura antinacionalista de la novela, que no creo que estuviera entre los objetivos primeros o sí, como decía Esperanza Aguirre. Creo que los dos peores inventos del hombre son el dinero y las fronteras”.

(*) En dìas sucesivos se irá subiendo otros textos relacionados con esta entrevista

Saludos, …dijo Abel cuando moría…, desde este lado del ordenador

Algunos libros que llegan y ninguno que se va

Jueves, Abril 25th, 2019

* Este mismo jueves 25 de abril y a las 18.45, se presenta en la Sala MAC de Santa Cruz de Tenerife (Casa Elder), el libro Tiempo entero (Poesía reunida), de Francisco León, editado por Idea. En el acto intervendrán el autor y Miguel Martinon, director de la colección.

* Jorge Fonte publica dos libros este mes de abril: Rob Reiner (colección Signo e Imagen/Cineastas, Cátedra, 2019), en el que estudia la filmografía del autor, entre otras recordadas películas, La princesa prometida y el volumen de relatos Un dia con Milena Velba y más relatos solo para adultos (Ediciones Idea, 2019), en el que continúa explorando las posibilidades de la literatura erótica tras Natalia y otros relatos solo para adultos, publicado en la misma editorial.

* El oro de Serendip (Editorial La vocal de Lis, 2019) es un volumen de relatos de la escritora Teresa Itgurriaga Osa, cuentos que abordan situaciones que salen fuera de lo normal y que casi parecen fábulas de una extremada y delicada belleza.

* Bajo el título Camposanto de San Juan (1814-1983). Historia de la ciudad de La Laguna a través de su primer cementerio el periodista e investigador Benjamín Reyes ofrece un estudio en el que cuenta el accidentado relato de la necrópolis lagunera y, al mismo tiempo, revela cómo era la vida en la ciudad de Los Adelantados durante el siglo XIX y gran parte del XX.

Saludos, …porque Dios no le mira…, desde este lado del ordenador

El mercenario que coleccionaba obras de arte, una novela de Wendy Guerra

Miércoles, Abril 24th, 2019

Tras la lectura de Hija de revolucionarios (Anagrama, 2018) de Laurence Debray, unas memorias escritas por la descendiente del intelectual marxista francés Régis Debray, ya comentábamos el curioso proceso que están viviendo muchos de los nietos de las revoluciones socialistas, la mayoría de ellos proyectos fracasados que han terminado por encapsularse en dictaduras cuyos seniles dirigentes probablemente acabarán devorados por esos mismos nietos, una masa crítica y rebelde fascinada por el oropel del sistema capitalista y que necesita de otras ideologías más allá de las derechas y de las izquierdas.

Wendy Guerra es una escritora cubana que irrumpió en la escena internacional con una novela muy rabiosa y sincera con la Revolución castrista, de la que es nieta, y ha continuado una carrera en la que se mezcla novela histórica con otras de marcado acento individual e individualista.

En su nueva novela, El mercenario que coleccionaba obras de arte (Alfaguara, 2019), esta misma cuestión es planteada a través de dos voces narrativas que terminan por confundirse en una sola: la de un veterano mercenario de la derecha y una joven no se sabe muy bien si agente de los servicios secretos cubanos.

El primero le irá revelando sus trabajos como soldado de fortuna en diferentes países y del papel destacado que jugó al servicio de las oligarquías en Nicaragua durante la revolución sandinista mientras que la supuesta agente al servicio del castrismo describe las contradicciones que vive su país y ella como persona.

El personaje del mercenario no es una invención de la escritora, así al menos lo asegura. Se hace llamar Adrián Falcón en la novela aunque a lo largo de sus años en activo usó otros como El Parse, Garfio o Strelkinov. Pero que sea real o no es lo de menos en un libro presuntamente de no ficción, un género que como se sabe alcanzó la categoría de obra maestra con la publicación de A sangre fría, de Truman Capote, realidad e imaginación que no termina de funcionar bien en El mercenario que coleccionaba obras de arte.

Quien supuestamente se hace llamar Adrián Falcón asegura en el relato haber pertenecido a una organización de soldados de fortuna conocida como La Hermandad, y cómo realizó numerosos trabajos para desestabilizar el mundo bajo influencia comunista. No hay revelaciones que griten una exclusiva pero sí que resulta interesante conocer las actividades de un personaje como éste, un trabajo en el que Wendy Guerra no sale muy bien parada porque apenas termina por seducir al lector más bregado en cuestiones latinoamericanas y eso que el personaje, un villano con todas las de la ley, aunque villano con matices, reunía los elementos para hacerlo atractivo.

Este retrato, sin embargo, queda bastante borroso y planea la sensación de que el tal Adrián Falcón no es real, que se trata de un personaje de ficción, una invención de la escritora que se dejó guardada demasiada munición cuando acabó de escribir la novela.
Igual de borroso resulta el dibujo de la protagonista femenina aunque sus contradicciones y caprichos sí que recogen con acierto un carácter que oscila entre la realidad y la irrealidad. Es interesante el intento de que ambos, hombre y mujer, funcionen al modo de Scheherezade. Cuentan sus historia mientras hacen el amor en una habitación de un hotel de lujo en París o desayunan, almuerzan o cenan en restaurantes de cinco tenedores.

La mujer, que podría ser la hija del veterano y ahora retirado mercenario ya no cree en otra cosa que no sea la de vivir. Y vivir implica despojarse de cualquier lucha de ideas del pasado. Las derechas y las izquierdas son lo mismo. Como dijo Guillermo Cabrera Infante: “el comunismo es el fascismo de los pobres”.

El mercenario que coleccionaba obras de arte no es una novela redonda, de hecho da la sensación de que le sobran demasiadas páginas de las más de 360 que contiene.

El título obedece, por otra parte, a la afición que tiene el protagonista masculino de coleccionar arte pero esta paradoja, un asesino con sensibilidad, no está bien descrita por lo que no hace posible encontrar respuestas en dos personajes, hombre y mujer, que funcionan en la novela además de interrogantes como las dos caras de una misma moneda: América.

Saludos, pensando que no veía…, desde este lado del ordenador

No te mentiré, una película de Josep Vilageliú

Martes, Abril 23rd, 2019

Producción: Laly Díaz y Doris Martínez. Guión: Josep Vilageliú, a partir de la novela de Doris Martínez. Dirección: Josep Vilageliú. Ayte. dirección: Joaquín Ayala. Fotografía: Facundo Pérez. Sonido: Mike Espino. Postproducción sonido: René Martín. Música: René Martín. Edición: Josep Vilageliú. Aux. dirección: Cristina Piñero.  Aytes producción: Mari Carmen Díaz, Humberto Ramos. Canción: Don’t Get On My Way, de la banda Mother Of Bombs. Intérpretes: Cathy Pulido, Idaira Santana, Cristina Piñero. Duración: 27′ 30”

Cineasta con una notable filmografía, el cine de Josep Vilageliú bascula en una difusa frontera donde lo onírico se mezcla con lo poético. Su cine cuenta además con numerosas constantes que no ha traicionado a lo largo de su carrera, señas de identidad que define su compromiso militante en forjar películas que configuren una obra en la que se puede observar sus preocupaciones y reflexiones en torno a lo femenino desde una perspectiva masculina a la que ha desprendido de machismos recalcitrantes.

Su estudio, muy personal, sobre la mujer forma parte de un imaginario en el que el cineasta muestra su filosofía para ofrecer novedosas variaciones sobre un mismo tema en el que explora a través de relatos marcademente intimistas la relación que ellas mantienen con ellos, los hombres.

No te mentiré, su nuevo trabajo, no nace de una idea original sino que es fruto de una adaptación muy personal de la novela del mismo título de Doris Martínez para construir un relato que oscila entre la aventura de amar y ser amado y cómo tras el desamor la felicidad de entonces es la tristeza de hoy.

Con una excelente producción, No te mentiré flojea sin embargo por su origen literario que si bien traduce en imágenes, abusa del empleo de la voz en off, lo que desinfla la mayoría de las escenas porque palabra e imagen dan la sensación que van por caminos diferentes.

Al margen de esta molestia que paulatinamente va disolviéndose en el ánimo del espectador, éste acoge con sorpresa lo que solo es aparente divorcio entre lo que se ve y lo que se dice porque No te mentiré funciona como atractivo experimento de lo que podría ser la unión entre la literatura y el cine que se hace en estas tierras fragmentadas y tan alejadas de las manos de los dioses.

Bien realizada y con una planificación contenida y nada relamida, No te mentiré ofrece más que una mirada una interpretación cinematográfica de la novela original aunque, se insiste, el uso de la voz en off obliga a pensar en todo momento que se trata de una adaptación que no necesitaba de la lectura de los fragmentos que dictan las dos protagonistas del filme, Idaira Santana y Cathy Pulido, actrics que por otro lado están formidables y que tienen el difícil reto de conducir la película.

En ellas descansa todo el peso de una historia en la que por sus gestos, silencios y maneras de moverse traducen lo que sienten sus protagonistas sin necesidad de palabras.

No termina de seducir No te mentiré la película y aún siendo consciente de que cine y literatura son dos continentes en los que se habla un lenguaje diferente, y si bien la experiencia de Vilageliú responde a estas expectativas, el cineasta tenía que haber ido un poco más allá para mostrar que se trataba de una de sus películas y no de una adaptación cinematográfica.

Con todo, la mirada del cineasta sigue siendo la misma y sus inquietudes también. Elementos que en esta película se reparten con calculada emoción pese a que prime la palabra.

No obstante, los filmes de Josep Vilageliú tienen la virtud de envejecer como los buenos vinos. No hace más de dos o tres días que revisionamos Iballa (1987) y resultó lo inevitable: volvimos a quitarnos el sombrero.

Saludos, gracias a la vida, desde esta lado del ordenador

Una charla con Diego Galán

Lunes, Abril 22nd, 2019

INTRO

De esto hace ya muchos, demasiados años… Imaginen a un adolescente que descubre a través de Ángel Fernández Santos y Diego Galán en las páginas del diario El País que escribir críticas de cine podía y puede ser otra cosa. Algo diferente, más cerca de la literatura que del comentario despiadado o agradablemente mesmerizado tras el visionado de una película.

Y digerir, bien es cierto que bajo la influencia de Fernández Santos, que por otra parte fue un excelente escritor, que la de Galán, que la crítica podía decir más cosas que las que, supuestamente, se escribía y en otras se notariaba, esta última una tendencia que ha monopolizado hoy prácticamente el buen uso de discernir y sobre todo argumentar lo que nos parece un filme… Por aquel entonces, aquel adolescente aún sostenía que la crítica podía abrir lo ojos al espectador si dentro de su cabeza comenzaba a sembrarse la semilla de la sospecha, de aprender a juzgar por sí mismos.

Estas y otras cosas las recordaba estos días tras enterarme de la muerte de Diego Galán, a quien entrevisté en la segunda semana de octubre de 1995 (¿de verdad existió ese año?) para La Gaceta de Canarias.

Diego Galán se encontraba esos días en Santa Cruz de Tenerife para impartir la conferencia El cine español de nuestros pecados, un acto organizado por la Fundación Pedro García Cabrera cuando esta Fundación se preocupaba por organizar cosas y significó para un servidor la oportunidad de hablar con uno de sus referentes y de paso conocer cómo se sentía al asumir la dirección del Festival de Cine de San Sebastián.

En la entrevista se habló además de cine español y aproveché la ocasión para preguntarle que sintió cuando Fernando Trueba le arrojó el contenido de un cubo de agua por encima en protesta por una de sus críticas.

* FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

- ¿Cómo afecta a un festival de estas dimensiones la realidad política vasca?

“La realidad vasca es compleja, respecto a manifestaciones se ve alguna durante el festival y merma la calidad del mismo pero no se realizan en señal de protesta por nosotros. Si alguna vez ha habido manifestaciones, éstas vienen precedidas por un acontecimiento exterior al Festival aunque es cierto que la realidad vasca influye en el trabajo pero como influiría la realidad canarias si se celebrase aquí, aunque con adjetivos distintos”.

- En el hipotético caso de que los socialistas dejaran el Gobierno, ¿cómo cree que afectaría al Festival?

“Parasán muchas cosas suba quien suba. Afortunadamente, en la estructura del Festival hay cuatro socios de instituciones políticas diferentes y ninguno tiene más poder que otros salvo si uno diera más dinero que el otro. De momento, y es la experiencia que tengo del Festival, jamás se han metido los políticos para defender aspectos del mismo”.

- ¿Qué aporta el Festival de Cine de San Sebastián a otros que se celebran por el mundo?

“Con respecto a Cannes todos son distintos porque es el mejor y el más grande y es un supermercado de un volumen y una tradición que ningún otro festival posee. En cualquier caso, San Sebastián aporta una preocupación paralela por las películas de la gente nueva y sí que invitamos a los espectadores a que se arriesguen, sobre todo en las retrospectivas que organizamos. Es esa apuesta por lo más arriesgado lo que nos diferencia un poco de los demás festivales, que juegan con cartas más marcadas que con las que juega San Sebastián”.

* FERNANDO TRUEBA Y EL CUBO DE AGUA

- Y Fernando Trueba le tira un cubo de agua…

“Debo puntualizar que Trueba intentó tirarme un cubo de agua pero que lo esquivé a tiempo”

* INICIOS COMO CRÍTICO

- ¿Cómo era hacer crítica en los años 60 en España?

“En esos años había dos grupos de críticos que nos movíamos en torno a dos revistas: Nuestro Cine y Film Ideal. Según nuestro punto de vista, los de Nuestro Cine éramos los representantes de la izquierda y tratábamos de valorar en cada película el contexto histórico en el que se producía y militar, de alguna forma, en defensa de un cine determinado, que en esa época era el de los independientes, el difícil de ver y en contra del cine comercial norteamericano., que era analizado de una forma más crítica. En Film Ideal sucedía lo contrario, es decir, que Antonioni era lo peor del mundo y Raoul Walsh lo mejor, aunque sus películas pudieran ser fachas. Más tarde se incorporó una tercera rama que era la que representaba la crítica de extrema izquierda y en la que incluso nosotros, la gente de Nuestro Cine, éramos unos mamarrachos y unos fantoches”.

Saludos, paz y prosperidad, desde este lado del ordenador