Para los que observamos el mundo del arte con cierto recelo, un recelo fruto probablemente de la educación recibida, la obra de José Herrera (San Cristóbal de La Laguna, 1956), fascina y desconcierta a la vez. El efecto se multiplica si se contempla Velar la forma, exposición que resume cuarenta años de trayectoria creativa y que se puede visitar hasta el 11 de septiembre en TEA Tenerife Espacio de las Artes. José Herrera ha contado con la colaboración de Gilberto González, curador, y Fernando Pérez como director de montaje para resumir una obra que permite entender más que una evolución los cambios y las constantes que permanecen pasen los años en la producción de un artista que no se siente cómodo si lo llaman artista porque, explica en la entrevista, es una persona que “abarca muchos frentes”.
De esto y otros muchos temas hablan los colaboradores que han participado con sus textos en el catálogo de Velar la forma, Gilberto González, Anatxu Zabalbeascoa y David Barro, y que unos y otros esperan que esté editado antes de que clausure la exposición.
- ¿Cómo fue trabajar con Gilberto González y Fernando Pérez, en la exposición Velar la Forma?
“Muy bien. La experiencia de formar un buen equipo con ambos ha sido muy importante para mí. Ha habido un enorme compromiso profesional por parte de Gilberto con la revisión y el trabajo desarrollado desde 1982 a 2022. Creo que las exposiciones Habitaciones (2014) y Días deshojados (2020-2021) fueron decisivas para materializar en el TEA este proyecto generando mucha ilusión.
Desde la propuesta inicial tuve muy claro que Fernando Pérez tenía que estar como director de montaje. La capacidad espacial de Fernando es muy rica y por lo tanto muy necesaria en todo el debate de selección e instalación de la obra.
Hemos conseguido traer obra al TEA que jamás se ha visto aquí. Piezas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Banco de España, Fundación la Caixa, Patio Herreriano, Centro Atlántico de Arte Moderno, Fundación Montemadrid, etc. están en esta retrospectiva”.
- ¿Qué orden lleva la exposición?
“Siendo esta exposición una mirada al presente pero también hacia 40 años atrás, necesitaba enfrentarme a un proyecto vivo. Como si toda la obra desarrollada en ese período de tiempo fuera de reciente creación. Por lo tanto, pensamos que las piezas no debían estar sujetas a un orden cronológico sino en función del diálogo entre ellas y la determinación del espacio. Una cuestión de reactivación”.
- ¿Y por qué Velar la Forma?
“Había que buscar un título para la exposición y que fuera globalizador. Siempre tengo cuadernos de trabajo en los que dibujo, escribo y reflexiono. En muchos aforismos encuentro siempre la forma, el paisaje, el lugar, el silencio, el interior, el espacio íntimo, el vacío, la soledad, lo insular, lo cósmico, etc.
En uno de estos textos aparece Velar la Forma. Este título recoge lo que siempre he hecho: cuidar, estar de vigilia, cubrir, ocultar a medias algo, cubrir con velo, estar de centinela, observar”.
- La exposición reúne 40 años de trabajo, ¿qué evolución aprecia en sus creaciones?
“Siempre en todo proceso creativo, de trabajo, hay una evolución, un crecimiento como sucede con la vida. El trabajo forma parte de mi vida, como los pensamientos y el desarrollo de nuestras capacidades entendidas de forma global. Forman nuestro desarrollo expresivo y de comunicación, nuestra naturaleza”.
- Aprecio no sé si una evolución pero sí una variedad en los temas y en los materiales utilizados para representar las obras. ¿Por qué? ¿Hay algún elemento por el que sienta especial atracción, con el que se sienta más cómodo trabajando?
“La diversidad de materiales es muy importante en mi trabajo, tienen memoria, son estímulos. Joan Miró decía que los materiales le excitaban. El trabajo se desarrolla en base a necesidades que tienen que ver con mi estado interior, con mis emociones y a través del paisaje y la naturaleza como filtros. La relación con el medio y el lugar son determinantes para canalizar esas partes de mí, íntimas, en silencio y soledad”.
- ¿Cómo definiría su proceso de creación?
“Como un proceso de introspección, de conocimiento y pensamiento. El tiempo en el trabajo de creación es otro tiempo, otro espacio, con muchas frustraciones e ilusiones. Convulso. Parte de mí muere y parte de mí se regenera, se cura.
En todo este proceso de creación, de vida, me causa mucho dolor la violencia sistemática que se ejerce contra nuestros espacios naturales y entornos, contaminación de nuestras aguas, ruido y contaminación lumínica. Antoni Tàpies decía que la ciencia había avanzado mucho pero que el ser humano lo había hecho muy poco. Me entristece profundamente la falta de sensibilidad.
Paralelamente a tantas y tantas cosas importantes en este proceso de vida efímero, desde los años 80 estoy repoblando de Laurisilva en una zona de Las Mercedes. Todo está relacionado, desde el cultivo de la tierra a la protección de plantas e insectos. El proceso de creación y de consciencia se desarrolla de forma global y en mi relación con el otro de manera respetuosa. Es una cuestión de cuidar, de velar”.
- José Herrera, ¿pintor, escultor, creador?
“Siempre contesto a esta pregunta diciendo, hago cosas. Hablo de otros y otras como artistas pero al hablar de mí me cuesta mucho considerarme como tal. ¿Se debe a que abarco muchos frentes y en todos con un gran compromiso?, es posible. En el texto que escribe para el catálogo de la exposición, Anatxu Zabalbeascoa dice: “Herrera ha ido pensando, dibujando y creando su corpus artístico. Es difícil definirlo porque, digámoslo ya, él mismo no se considera un artista. No es un escultor pero esculpe. No es un dibujante, pero lleva toda la vida dibujando. No es pintor pero emplea la acuarela como si fuera un bálsamo, la pintura como si circulara por venas y el lacado como si cicatrizara heridas”.
- A usted lo califican como un artista con cierto gusto por el minimalismo. Si fuera así, ¿por qué?, ¿qué encuentra en el minimalismo que no encuentra en otras corrientes artísticas?
“Mi trabajo siempre se ha desarrollado con elementos mínimos, esenciales, primarios y simples en lo formal con un planteamiento de apertura, digamos, hacia otros espacios que tienen que ver con lo poético, lo oculto, el vacío, la energía, el silencio y la soledad; con espacios de reflexión. Los artistas pertenecientes al Minimalismo, Arte Povera y Land Art son importantes en mi trabajo pero también lo son otros artistas como Louise Bourgeois, Joseph Beuys, Wolfgang Laib, Geogia O´Keeffe, Ana Mendieta, Ettore Spalletti, Richard Tuttle o Agnes Martin entre otros muchos históricos. Al final, dentro de las corrientes artísticas y movimientos, lo que queda son artistas con un trabajo sólido, comprometido. Es lo que verdaderamente me interesa. Me ayuda a seguir creyendo que en este momento de la historia de la humanidad el arte debe tener un compromiso social muy importante en defensa de la libertad de expresión, derechos fundamentales de las personas y en defensa de la protección y conservación de nuestra naturaleza, libre de especulación y explotación de nuestros limitadísimos recursos para la vida”.
- En el folleto explicativo de la exposición se dice que dos grandes constantes de su obra son el silencio y el espacio. De hecho, asegura que se escucha el espacio. ¿Qué sonido tiene?
“Nos movemos en el espacio, lo habitamos y estamos afectados por él, es determinante. Si formamos un todo con el espacio, con consciencia, el espacio se escucha, te “habita”. Silencio y espacio son, digamos, escenarios en los que debe transcurrir nuestra vida para desarrollar otras capacidades que tienen que ver con “pensar el mundo”. El sociólogo francés David Le Breton habla con respecto a la experiencia al caminar: “Reencuentras el cosmos, el mundo que te rodea, los árboles, los riachuelos, los ríos, los lagos. Te enfrentas al sol, la lluvia, la nieve. Tienes una sensación de pertenencia al mundo. Te dices que eres un puntito en esta inmensidad del mundo, y, al mismo tiempo, que este mundo te sobrepasa infinitamente”.
No sé si el espacio tiene sonido. Es posible que éste sea, como dice Le Breton, “de pertenencia al mundo”.
- Una de las piezas más llamativas de la exposición fue la de las sillas en el exterior de TEA Tenerife Espacio de las Artes. Estuvo un mes recibiendo a los visitantes de este centro. ¿Qué pretendió con esta experiencia de arte efímero?, ¿planeaba otras que, por alguna u otra razón, al final ni pudo llevarse a cabo?
“La idea era hacer una obra efímera en la rampa de acceso al centro, de planta triangular. Pensé realizar una obra en esa superficie con árboles de Laurisilva suministrados por los viveros del Cabildo de Tenerife. Para ello necesitábamos unos 2.010 árboles en macetas. Mi compromiso con la protección y repoblación me llevó a plantear este proyecto y al mismo tiempo a que el TEA representado en su director artístico Gilberto González, asumiera un compromiso de sostenibilidad, conservación y repoblación. Así fue. Yo iba a ser el cuidador durante todo el tiempo que durase esta maravillosa instalación. Aunque no hubo un informe oficial, sí hubo voces en contra de este proyecto por los enormes riesgos de supervivencia de estos árboles en cotas tan bajas. Desde hace mucho tiempo vengo diciendo que es hora de la ciencia, no de creencias. Estas personas son las que tienen el conocimiento no yo.
Cuando concluyera este proyecto teníamos pensado repoblar toda una zona de Jardina orientada al norte con el compromiso de mantenimiento y cuidado de todos y cada uno de los árboles.
Tenía otras ideas planteadas e inmediatamente cambié el proyecto ocupando la misma superficie e instalando 892 sillas abriendo la obra a la colaboración ciudadana. Esta colaboración consistía en donar sábanas usadas y trabajar con la memoria de las mismas. Podemos imaginar lo que sucede entre sábanas: enfermedad, ilusiones, amor, sexo, sueños, sufrimiento, etc”.
- Las piezas que se exhiben en Velar la Forma no llevan paneles explicativos ni el título de la pieza. ¿Por qué? ¿Por qué ese empeño en cultivar los espacios limpios, desnudos?
“Es muy importante para mí que el espacio esté limpio de otros estímulos que nada tienen que ver con la obra. Para ello y sin cometer el error por falta de información relativa a las obras de la exposición, se diseñó por parte de María José Arce un folleto desplegable con un pequeño texto y planos de cada uno de los espacios con créditos de las piezas instaladas. Pensamos que era la mejor forma de que el espectador se acercara a las obras. De manera limpia, digamos, de desnudez. Toda la información cerca de las piezas genera “ruido”. Esta concepción de limpieza y silencio del espacio fue debatida y compartida con Fernando Pérez (director de montaje) y con Gilberto González (Comisario).
Los espacios vacíos, los silencios, el interior de las obras, necesitan de un espacio equilibrado, en calma para transformar el espacio mismo en otra cosa. Nunca en un escenario, un escaparate, sino todo lo contrario, en algo vivo”.
- No ha realizado hasta la fecha piezas para ser expuestas al aire libre. ¿Es por alguna razón especial?
“Una vez, hace muchos años, me propuso una galerista de Madrid, canaria, hacer una obra para Garachico porque unos ingenieros decidieron que ahí podía ir una escultura. Me imagino que porque tenían que destinar un tanto por ciento de dinero público a ello. Esta persona contactó deprisa y corriendo conmigo para hacer algo. Cuando hablamos de presupuesto, pensando en hacer alguna escultura en bronce cerca del mar, no daba ni para la fundición. No acepté.
También hubo un intento por parte de un arquitecto de hacer otra pieza en Santa Cruz. La idea era hacer esto o lo otro con materiales de cualquier manera y en la medida de lo posible correr yo con casi todos los gastos. Tampoco acepté.
Muchas veces tengo la sensación, con las propuestas que hacen a los artistas, que tenemos que darnos con un canto en el pecho por contar contigo, dicho vulgarmente. Siguen sin considerar el trabajo del artista. Entiendo que no creen en el arte, no les afecta, no les emociona, ni “crecen” a través de él.
A muchas de estas personas no les gusta nada que les digas lo que piensas y rechaces sus proyectos. Al final, se creen que los verdaderamente protagonistas de todo son ellos. Por ahí vamos muy mal”.
- La exposición cuenta también con un área dedicada a su proceso como creador y a mostrar aspectos de su vida como artista. Podemos ver fotografías, bocetos, dibujos, piezas… ¿La selección de este material fue personal o intervino también el curador de la exposición?
“Esta selección de cubiertas de libros, textos, obra sobre papel, etc., estuvo a cargo fundamentalmente de Fernando Pérez. Tiene mucho criterio y capacidad”.
- Usted se califica como artista independiente. ¿Por qué resulta tan difícil ser un artista independiente en Canarias? ¿No ha supuesto esta independencia que su nombre aparezca y desaparezca de la escena artística casi como si obedeciera a ciertos caprichos personales?
“Hace muchísimos años pensé que tenía que conseguir un trabajo para poder desarrollar mis “cosas”, mi mundo interior, de manera independiente. Sin depender de nadie, solamente de mí mismo. He sido profesor durante 35 años en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. He colaborado con muchas personas en revistas, libros, exposiciones, obra conjunta, etc. pero siempre desde mi independencia. Dar tu opinión muchas veces ha provocado, y eso lo vengo padeciendo hace muchos años, ser invisible para esas personas y convertirte en enemigo. Es decir, estás conmigo o contra mí.
En este mundillo en el que nos movemos los egos son enormes. No soy así. Muchas veces me pregunto para qué trabajan en poesía, en arte, si no crecen como personas. Primero somos personas y después cada cual tiene la formación que tiene.
Yo no aparezco y desaparezco en mi vida diaria. Creo que tengo una vida intensa, sensible, frágil y vulnerable pero también muy rica, plagada de tristezas, sobre todo por la violencia contra nuestro Medio Natural, nuestra calidad de vida al fin.
Aparecer en este momento, digamos a la escena pública, ha sido por el trabajo desarrollado durante tantos años. Es lo que ha tenido en cuenta Gilberto González. Mi trabajo.
Nunca he buscado, ni me he aprovechado de ningún escenario político, todo lo contrario, doy un paso atrás muchas veces cuando percibo que hay una estrategia planteada y el arte importa poco o nada.
¿Esto quiere decir que jamás me he beneficiado del dinero público que gestionan las instituciones? Me he beneficiado en casos puntuales con exposiciones en la Península y centros de arte en Canarias. Como otros artistas que tratan de que su trabajo se visibilice. Trato de que no me utilicen. Cuando quieren contar con tu presencia en algún proyecto y haces preguntas, les molesta enormemente”.
- Tras Velar la Forma… ¿trabaja en alguna nueva exposición?
“No. Aunque mi cabeza no para de pensar en lugares donde podría hacer algún otro proyecto, pero todo se desarrollará en el tiempo. Tan necesario el tiempo como algo vivo. Muchas personas no tienen tiempo de tener tiempo”
FIRMA FOTOS: Estefanía Bruna (José Herrera) y Kike Armas (salas de la exposición).
Saludos, al habla con…, desde este lado del ordenador