Archive for Diciembre, 2009

Mil caras tiene la noche

Lunes, Diciembre 7th, 2009

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* Interesante la entrevista que hoy publica Antonio Jiménez Paz con los miembros del colectivo Digital 104 en La Opinión de Tenerife. Conociendo parcialmente a uno de sus miembros, me consta que es gente sensata y con ideas en la cabeza. Su trabajo es otra muestra, además, a imitar por otras productoras digamos que más ambiciosas en estas islas desamparadas y alejada de la mano de los dioses. Les invito, por si se les ha escapado, a que leen el texto y sobre todo se queden con algunas de sus originales respuestas.

* La Opinión de Tenerife se hace anuncio hoy de que Atlantia Canarias piensa invertir 200 millones de euros en el sector audiovisual en las islas. No sé a ustedes, pero a mi este asunto comienza a aburrirme y a que desee que las pesadillas las tengan otros. Les propongo, además, a que se lean este comentario que publica Dulce Xerach Pérez en su blog Diario de una parlamentaria, que si bien no tiena nada que ver con Atlantia sí que avisa sobre las posibilidades de la RIC en el sector audiovisual.

* El miércoles los lectores de La Opinión de Tenerife podrán chatear con la cantante Lucrecia. A mi particularmente no termina de entrarme sus canciones, pero sí que me cae muy bien porque una de las mejores entrevistas que he tenido en mi vida fue cuando tuve la oportunidad de conocerla. Fue en unas cicunstancias muy desgraciadas, mi padre había fallecido una semana antes, pero las ganas de vivir y seguir para adelante de esta extraordinaria mujer me contagiaron, borrando aquellas tristezas. Gracias, Lucrecia.

* El manifiesto En defensa de los derechos fundamentales en internet, publicado en centenares de blogs y de medios de comunicación en protesta por el articulado del anteproyecto de la Ley de Economía Sostenible, en la que se barabaja la posibilidad de que se cerraran webs de descargas sin autorización judicial, ya tiene más de 150.000 firmantes. No deja de sorprenderme este revolucionario invento y su impresionante poder de convocatoria. Permítanme una pregunta: ¿ya lo ha firmado?

Saludos, ligeramte escarlatas, desde este lado del ordenador.

La extraña historia del libro que desapareció

Domingo, Diciembre 6th, 2009

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Esta historia me sucedió hace unos años, pero es tan extraña que todavía continúa intrigándome. El impacto que provocó a los que nos vimos envuelto en ella se transformó en uno de esos temas de los que no sueles hablar porque resultan muy incómodos. Verdad es, en todo caso, que transcurrido el tiempo y con aquellas relaciones ya disueltas, permítanme que me libere con este relato que presumo que no va a ser honor a ninguna verdad.

Me encontraba en esa época en Madrid, ciudad que salía de la marea postmoderna para meterse de cabeza en otra nada que ya me cogía avisado. En esos días solía reunirme con un grupo de amigos que procedían de varios puntos de la geografía española, aunque la mayoría vivían con sus respectivas familias en la capital de España. En aquel grupo había un poco de todo: aspirantes a escritores, músicos novatos, gente que quería dedicarse al cine y algún que otro pintor. La lógica y el aplastante paso de los años los fue situando a todos en su sitio. Es decir, que la mayoría acabó siendo abogados y economistas, aunque algún otro logró colarse y dedicarse con bastante arrojo y también sentido de la oportunidad a lo que quería desde aquel entonces.

En aquella pandilla de personas que estábamos aprendiendo a convertirnos en ciudadanos que callan y pagan sus impuestos, había un chico bastante raro, aunque ahora que lo pienso todos éramos bastante raros, lo que no nos hacía para nada especiales. Ese chico, pese a su edad corta todavía, tenía su biografía. Durante un tiempo había sido miembro de la que llaman Iglesia de la Cienciología pero había logrado deshacerse de sus influjos tras pagar una buena cantidad de dinero en las pruebas y test a las que, al parecer, te someten.

Recuerdo aquel tipo como alguien sencillo y meridianamente inteligente, también con algo de recelo frente al mundo, pero esas emociones son las habituales cuando tienes veintipocosaños. El caso es que aquel joven no llegó a nada más porque murió en un aparatoso accidente de tráfico en Madrid, accidente que incluso salió publicado en el diario Ya, un periódico que ya no existe pero que era bastante popular en aquellos años en la capital de España.

Si la muerte es un mal chiste por el que tenemos que pasar todos, que te lleve la dama de la guadaña cuando apenas eres un chaval te bloquea y desconcierta. Además, estás en una de esas edades donde esa sombra ominosa e inevitable todavía no te tapa la luz del Sol. El caso es que después de asistir al entierro, la madre del chico fallecido nos pidió que fuéramos a su casa porque quería desembarazarse de los libros de su hijo.

Fue una petición extraña, porque si bien cuando me hablan de libros reacciono como el perro de Pavlov, me dio la impresión que los que allí estábamos maldita la gracia nos daba revolver en las estanterías del compañero desaparecido. No obstante, y obedientes, procedimos al trabajo. Es decir, que nos fuimos por aquellos libros. A mi me tocó el Gilles de Pierre Drieu de la Rochelle, ese gran escritor francés al que el cineasta Louis Malle contribuyó a popularizar en algunas de sus mejores películas. En concreto El fuego fatuo, o en Adiós, muchachos, un filme que si bien no está inspirado en ninguna novela de la Rochelle, sí que bautizó a uno de los jóvenes personajes con su nombre.

Me costó bastante esfuerzo leer Gilles, y no porque resultara ser una novela voluminosa y en ocasiones reiterativa, sino porque me daba cierto escalofrío tropezarme en la primera página con la firma de aquel colega que ahora ya no estaba entre nosotros. Lo inquietante del caso, y les aseguro que es una verdad con todas sus letras, es que pasado el tiempo Gilles desapareció de mi biblioteca. Pregunté a mis conocidos si por algún casual se la había prestado pero todos me contestaron que no. Ese no generó en mi cabeza una serie de conjeturas a cada cual más disparatada. Entre ellas que el fantasma del amigo se lo había llevado a ese otro mundo que no sé si existe pero que de momento no deseo conocer.

Lo más extraño es que en unas de las últimas reuniones que mantuve con los que quedaban todavía de aquel grupo, y tras salir el tema de los libros que nos repartimos del amigo ausente, casi todos admitieron que no conservaban ninguno de ellos. Unos porque los regalaron, otros porque los dejaron abandonados en cualquier rincón de Madrid pero ninguno porque hubiera desaparecido de su biblioteca.

Aquella extraña experiencia volvió a cruzar por mis recuerdos ayer, rodeado de un frenesí y de una impostura que me hizo salir de las casillas. No tuve buena noche y hoy domingo ha sido uno de esos domingos que parecen que se diseñaron para borrar de tu existencia. Les confieso, no obstante, que esta mañana repasé una vez más los libros que tengo de la Rochelle en casa con cierto nerviosismo, esperando de repente encontrarme con aquel Gilles que les contaba. La verdad es que me relajé cuando mis ojos toparon solo con  El fuego fatuo y Diario de un hombre engañado, lo que no evitó sin embargo que me planteara una vez más la pregunta que intermitentemente me atormenta cada cierto tiempo: ¿Qué pasó con Gilles? ¿Dónde demonios fue a parar aquel libro?

En fin, ya lo dije, hoy es uno de esos domingos donde sólo tienes ganas de ponerte a llorar sin saber muy bien ¿por qué?

Saludos, a lo qué hacer, desde este lado del ordenador.

¡Basta de que te amarguen la vida!

Sábado, Diciembre 5th, 2009

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¿Dónde me llevas, Julie Andrews?

Tengo películas que no me canso de ver cuando se acercan y también cuando ya estamos en esas fechas marcadas al rojo en los calendarios del que dicen es Mundo Libre. El visionado de esas cintas, que como escribo se han convertido para mi en objeto de culto, me sirve para recuperar historias que por alguna razón me hicieron feliz o simplemente me emocionaron.

A su manera entiendo que esta costumbre –no sé si mala o buena– me sirve como de válvula de escape y es una forma como otra cualquiera de combatir el aburrimiento apostando por las que sé que me van a gustar siempre. Gusto, como verán, relativamente conservador. El caso es que pese a que me las sé de memoria y saberme escenas y diálogos casi completos, consiguen siempre que me sorprendan.

En esta pequeña lista de películas que yo llamo de comodín y que sólo veo en fiestas, se encuentra el clásico King Kong y Freaks, de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack y Tod Browning, respectivamante. Títulos que ocupan los primeros puestos en mi particular lista de la 10 mejores películas de la Historia del Cine. También recupero filmes como Lawrence de Arabia y El puente sobre el río Kwai, ambas de David Lean. Largos largometrajes que me dejaron atontado cuando aún era un infante que creía en mundos mágicos y de colores. Últimamente, porque desde hace unos diez años han pasado a formar parte de este peculiar registro, la trilogía de los dólares de Sergio Leone, así como sus operísticas Érase una vez en América y Érase una vez en el oeste (o Hasta que llegó su hora para no iniciados). Y cuando estoy triste de verdad porque no hay manera humana que me sume a la algarabía impostada de los Carnavales: Con faldas y a lo loco, El apartamento y, cómo no, Sopa de ganso o Una noche en la ópera, de los hermanos Marx. Le estoy muy agradecido a los cabrones de Billy Wilder, Chico, Harpo y Groucho por hacerme olvidar las frustraciones del universo mundo provinciano en el que me muevo como tiburón sin mandíbula.

¡Azúcaaaaaaar!

Otra de esas películas que me taladra el corazón y que suelo repescar cuando se aproximan fechas navideñas es Sonrisas y lágrimas, un musical familiar no apto para diabéticos dirigido por Robert Wise.

Les cuento todo esto porque la noche de ayer, viernes, me la pasé en casa revisando una vez más Sonrisas y lágrimas, un filme que, la verdad, me pone los pelos de punta. ¡A mí!, precisamente ¡a mí! Lo que me hace preguntar ¿por qué? No he encontrado respuesta todavía, luego sigue siendo un misterio que probablemente nunca resolveré.

Confieso ante notario que ayer, mientras veía la película con una nube de lágrimas enturbiando mis ojos, me hacía ésta y otras preguntas mientras intentaba racionalizar por qué disfruto tanto con esta película.

Más calorías, necesito más calorías…

Y no acierto a comprender, diablos, el porqué. Sonrisas y lágrimas es un musical, un género que pese a tolerar tampoco es santo de mi devoción. Aparecen siete niños bastante cursis, Julie Andrews hace como de Mary Poppins pero con fulgor uterino; el capitán Trapp (interpretado por mi admirado Cristopher Plummer) es un maltratador de infantes que se rehabilita gracias a la música mientras que los dos únicos personajes interesantes del filme: la glamorosa baronesa que protagoniza Eleanor Parker –probablemente una de las actrices más emotivamente sexuales de la Historia del Cine– y el canalla pero simpático tío Max son dos golfos encantadores que dan galantemente un paso atrás cuando se dan cuenta que su ingenio no puede contra ese muro de aplastante e idiota felicidad que encarna tan extraña familia.

No sé si lo saben, pero la famita Trapp existió realmente. Hay una película alemana de los años 50 que ya reproducía sus aventuras. Mucho tiempo antes de que esa excelente pareja de compositores que fueron Rodgers and Hammerstein escribieran las deliciosas canciones del musical que más tarde podríamos escuchar en todo el mundo gracias a la película. La versión española circuló con las canciones dobladas, circunstancia que siempre me ha hecho preguntar ¿quién fue el ingenioso que escribió la letra española de aquellas estupendas melodías?

¡Otro bienmesabe!, haga usted el favor.

En este mundo de dualismos tengo un amigo que detesta con toda la cordialidad del mundo Sonrisas y lágrimas pero que adora Mary Poppins. A mí por el contrario Mary Poppins me parece bonita pero sin la perfección de un bienmesabe que tiene Sonrisas y lágrimas. Y viendo la película nuevamente, mientras me hacía las dichosas interrogaciones, ya les digo, volvió una vez más a desarmarme.

Esta mañana, hablando con una buena amiga, le expliqué que quizá mi rendida fascinación a Sonrisas y lágrimas se deba a que la película habla además de la familia, la música, ser tontorronamente feliz y el amor como ariete para romper cualquier tipo de intolerancia (en el filme encarnada por los nazis, aquellos que agitaron la bandera con la araña negra), la de ser aceptado. O formar parte de un grupo. Ser reconocido y apreciado por otros. La película está repleta de canciones que animan a esta suerte de unión basada férreamente en la familia sin necesidad de que pertenezcas al mismo clan.

La deliciosa y reivindicable tripa de la felicidad.

No sé si esta es la clave que ando buscando. Sospecho que no, pero su visionado me sirve a modo de catarsis en estos tiempos siniestros que vivimos.

Lo único que tengo claro es que a mí este potente musical me sigue pareciendo una película idónea para calmar al león resentido que llevamos dentro. Alguno me podrá contestar que en todo caso te vuelve más gilipollas y si bien pudiera estar de acuerdo, saben qué les contesto, qué me importa un bledo.

Es más, pensándolo bien me encanta Sonrisas y lágrimas.

A paseo pues con lo de buscar razones con las que justificar mis emociones. Si están ahí es para que se queden.

Saludos, reivindicando el azúcar, desde este lado del ordenador.

El factor humano

Viernes, Diciembre 4th, 2009

* Paralelamente a su labor como diputada del grupo de CC en el Parlamento de Canarias,  Dulce Xerach Pérez es una activísima bloguera en su peculiar y en ocasiones polémico Diario de una parlamentaria. Esta herramienta le ha servido para comentar un poco de todo. En ocasiones incluso para verter opiniones que no han sido recibidas con demasiado entusiasmo por su propia formación política. La semana que viene, calculo que pasado ya el puente de la Constitución, se distribuirá en algunas librerías de las islas un nuevo libro de la que también fue Viceconsejera de Cultura. Este volumen, titulado 2% de cultura (y paisaje), es un pequeño pero interesante trabajo en el que recopila algunas de las opiniones alojadas en su blog sobre, ya lo dice el título, Cultura y Paisaje.

El libro recoge interesantes reflexiones escritas para suscitar debates con sensatez como Los impostergables de la cultura, Idea nº6 para Paulino: La riqueza está en las ideas… y En apoyo al cine y el audiovisual como sector estratégico. También se hace eco del lamentable cierre del Cine Víctor, sala que abrió sus puertas durante su etapa como consejera de Cultura del Cabildo de Tenerife, el TEA y la arqueología en Canarias, entre otros asuntos.

2% de cultura y paisaje incluye en sus páginas finales un apartado donde explica cómo a través de su blog ha logrado que la opinión de sus lectores le sugirieran ideas para presentarlas, ya desarrolladas, en la Cámara regional.

Se trata en definitiva de un trabajo compilador sobre los asuntos que mejor conoce esta parlamentaria canaria, y cuya lectura invita a la reflexión y sobre todo a hacernos preguntas.

María del Pilar Rodríguez Machín ha sido nombrada gerente del Organismo Autónomo de Actividades Musicales del Ayuntamiento de La Laguna. Rodríguez Machín fue designada en un concurso, cuyas bases se publicaron en el Boletín Oficial de la Provincia, al que se presentaron 16 aspirantes. Cabe destacar que la noticia, quizá porque La Laguna no sale todavía del estupor de su Noche en Blanco y de los actos para celebrar el décimo aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad, apenas ha tenido trascendencia mediática.

Saludos, con B.B. King sonando de fondo, desde este lado del ordenador.

La unión hace la fuerza

Jueves, Diciembre 3rd, 2009

Reproducimos a continuación un texto de la Asociación de Amigos del Espacio Cultural en Tanque en el que apoya la protección definitiva de la instalación. Se insta a que sea miembro de la Asociación y en cosas como ésta es cuando alguien como quien les escribe, que es de esos que nunca se haría miembro de un club que aceptara a gente como quien les escribe, manda a paseo la reflexión de Groucho Marx porque también es de los que cree que la unión, lo que se dice unión, hace la fuerza.

EN APOYO A LA PROTECCION DEL ESPACIO CULTURAL EL TANQUE

La Asociación de Amigos del Espacio Cultural El Tanque está intentando conseguir la protección definitiva de este espacio cultural de carácter industrial de Tenerife, para lo que solicita el apoyo de cuantas personas y colectivos, entidades, etc crean que este bien del patrimonio arqueológico industrial debe ser conservado  y declarado Bien de Interés Cultural.

*Si estás de acuerdo envíanos tu nombre, dni y  profesión  a la presidencia de la asociación:   dmassieu@ull.es

RAZONES PARA PROTEGER EL TANQUE:

1. El Espacio Cultural El Tanque es la obra más premiada y publicada del siglo XX en Canarias; y continúa siendo objeto de atención. [...]

2. Esto evidencia la necesidad [...] de obtener la adopción de una resolución que proteja el recinto cultural “El Tanque”, como bien integrante de patrimonio histórico canario de otras iniciativas que propicien su desaparición. Para dar seguridad jurídica al espacio y además de preservar su integridad permitir la continuidad de las actividades artísticas y culturales que acoge.

3. Múltiples informes técnicos insisten en estas ideas que avalan la oportunidad y viabilidad de declarar BIC el Espacio Cultural El Tanque. Sirve de ejemplo el firmado por el arquitecto Urbano Yanes,  que incluye en su texto que publica en el año 20…, las siguientes consideraciones:

4. “El Espacio Cultural El Tanque se ha convertido(…), en una instalación cultural con personalidad propia, cuya singularidad ha trascendido a la escena cultural internacional. Resulta difícil encontrar referencias internacionales de instalaciones culturales con una cualidad espacial tan acusada y que representen una apuesta tan innovadora en el reciclaje de las instalaciones industriales obsoletas.”

5. “(…) además, la aceptación del espacio por un público alternativo y escasamente atendido por los circuitos culturales tradicionales y las posibilidades que se ofrecen a creadores y artistas de índole diversa de desarrollar manifestaciones artísticas multidisciplinares reflejan las inquietudes de una población dinámica y culturalmente activa, a la que la ciudad no puede ser ajena.”

6. El Ministerio de Cultura consideró que tanto la intervención arquitectónica como de los actos ocurridos en el espacio, ha sido extraordinario, ha sobrepasado las fronteras nacionales y es un modelo a seguir”.

7. Conservando el tanque se protege nuestro patrimonio histórico industrial y utilizándolo como espacio cultural llenamos de contenido los conocimientos, los recuerdos, las imágenes y todo lo que configuró y organizó las actividades de origen industrial que han tenido lugar en Santa Cruz de Tenerife en el siglo XX. Y desde el momento en que se abrió al público como espacio cultural hasta ahora, ha pasado a ser algo más que un tanque de refino de crudo para convertirse en un lugar con memoria, y [ésta] es intrasladable.

Si estás de acuerdo envíanos tu nombre, dni y  profesión  a la presidencia de la asociación:  dmassieu@ull.es.

Saludos, algo agitados, desde este lado del ordenador.

Un tipo incómodo: Antonio Bernal

Jueves, Diciembre 3rd, 2009

Me entero vía sms y más tarde lo corrobora un e-mail, que el periodista Antonio Bernal ha muerto. Tenía 53 años. No me resulta nada sencillo escribir sobre un compañero cuyos últimos años de vida estuvieron marcados por la fatalidad.

Y es que últimamente resultaba una presencia incómoda en su vagabundear por este Santa Cruz de Tenerife ante la indiferencia de todos. Es probable que ahora, que está muerto, muchos se lleven las manos a la cabeza, pero la verdad era que casi nadie quería encontrarse con él. Con ese reconocido periodista de Sucesos que cuando lo mandaron a la puta calle sólo encontró rumbo hacia la deriva.

Digámoslo con crudeza: Antonio Bernal no tenía un duro. Te pedía monedas para comprar un bocadillo o un pan, algo que llevarse a la boca, y te contaba entonces muy resentido lo mal que le iba. Acabó por convertirse en otro de esos fantasmas santacruceros, siempre con su eterno suéter rojo moteado de caspa o su gabardina azul marino si él tiempo amenazaba tormenta. Siempre con libros bajo el brazo. Y periódicos pasados de fechas, papeles…

Sin quererlo, porque estas cosas no las quiere nadie, Bernal encarnó a su manera el destino fatal de quien ha sido abandonado por la sociedad. Sin oficio ni beneficio, un tipo incómodo que algunos evitaban cruzando de acera. Un periodista de calle que acabó en  la calle. Un profesional de los de antes, cuando en las redacciones no existían computadoras y sí máquinas de escribir. Un periodista que se especializó en la siempre negra crónica de sucesos. Un tipo que llevaba a cuestas un porrón de años oliendo tinta y a quien, cuando lo mandaron a paseo, no se le valoró los años dedicados a la causa porque el periodismo es un trabajo que no valora virtudes como la veteranía. O los reflejos que le quedan al perro viejo pero aún con dientes.

En fin, que ha muerto Antonio Bernal.

Todos, absolutamente todos, dejamos que se hundiera en el lodazal. Así que espero que ahora pueda descansar en paz.

P.D.: Les invito a que lean este estupendo artículo de Carmen Ruano cuya conclusión resume a la perfección a quienes transmiten noticias: ”Los periodistas, decimos, no comemos carne de perro, pero no nos importa tratar a un colega como a un perro”. Mejor imposible.

Saludos, impregnados de tristeza rabiosa, desde este lado del ordenador.