Archive for Abril, 2010

¡Ahhh con esas notas a pie de página!

Lunes, Abril 26th, 2010

Soy partidario de las notas a pie de páginas en todas aquellas novelas que por una u otra razón caen en mis manos. Ya no lo soy tanto cuando esas mismas notas se multiplican página por página sin dejarte respiro para que te concentres como debes en la historia que esa novela te está procurando contar.

Me pongo a pensar estas cosas porque estoy en este mismo momento disfrutando de una excelente novela de Evelyn Waugh Hombre en armas, editada en castellano por Cátedra en su olección Letras Universales.

Cátedra es una editorial por la que guardo mucho aprecio pese a que sea consciente cuando me procuro algunos de sus títulos que se tratan de ediciones cuidadísimas y muy académicas.

Digo esto porque la primera entrega que ha publicado de la trilogía Espada de honor y que su autor dedicó a sus experiencias durante la II Guerra Mundial está copisamente plagada de notas que me obligan a detenerme en un párrafo para leer a pie de página esa llamada de atención sobre determinado organismo, circunstancias o frase que, si bien en la mayor parte de las ocasiones sirve para que como lector adquiera un mayor conocimiento sobre lo escrito en otras me resultan algo absurdas.

Es probable, no obstante, que haya llegado a esta conclusión –que me parezcan absurdas– porque estoy interpretando estas informaciones adicionales como esas píldoras publicitarias que interrumpen el buen discurrir de una película cuando la ves en alguna de esas televisiones privadas donde el cine es sinónimo de coito interruptus al ser lastrado sin sonrojo alguno con el fin de emitir incómodos spots publicitarios.

Y ello me encanalla pese a que sea consciente en el caso de Hombre en armas del magnífico trabajo realizado por  Carlos Villar Flor, autor del excelente prólogo y las mencionadas notas a pie de página del libro al que aludo.

Al final, y para sumergirme en cuerpo y alma en la novela de Waugh he tomado la decisión de no leerlas todas. Algunas por obvias y otras porque no despiertan mi curiosidad lectora, más preocupada la verdad por continuar una narración donde se describe con fina ironía británica el proceso de transformación de un joven de clase alta y de confesión católica en el universo de la milicia al estallar el conflicto bélico en el que transcurre la acción.

Que conste en acta, no obstante, que no estoy en contra de estas notas, pero sí, señor juez, cuando no dejan respiro a un sencillo lector que sólo busca en una novela una corriente de aire fresco que clarifique sus habituales confusiones.

Saludos, algo más tranquilo, desde este lado del ordenador.

Tránsitos vive. Luego vivo

Domingo, Abril 25th, 2010

Me encuentro en Tránsitos. Pero no en tránsito de espera sino el que te lleva a otro espacio y a otro momento. Me refiero al Festival de la Movilidad y la Diversidad Cultural que desde hace cuatro años tiñe de otro color el faraónico Auditorio de Tenerife.

Pienso, escuchando los grupos que forman el programa, en la tremenda suerte de contar con un festival de estas características en Canarias, pequeño muestrario de lo que suena en ese mundo confuso y hoy teñido de ceniza volcánica. Y cierro los ojos porque me imagino en tránsito hacia otro mundo. Y viajo sin moverme de la incómoda butaca del Auditorio para todos aquellos que tengan como quien escribe las piernas demasiado largas.

Sigo el ritmo casi primigenio de Oreka TX.

Y flipo, porque esta es la palabreja exacta, con un mongol cuyo voz parece apretarme las entrañas. Pero es que hay más, porque esa voz indescriptible se fusiona como un guante con la txlaparta de Oreka TX y se mezcla con insólita comodidad con sonidos sahararianos para componer una nube de sonidos que te arrastra. Y entiendes, quizá porque este es uno de los objetivos de este festival único en su género en las islas, que eso que llaman diversidad es posible. Y ansiable.

Como bien revela su nombre, en Tránsitos estás sentado en una sala (la Sinfónica) y te levantas para ir a otra sala (la de Cámara) donde Dana Leong hace posible el milgro de que un instrumento tan tradicional como el violoncelo casi suene como la mítica guitarra de Jimmy Hendrix.

Y continuas flipando, y flipas porque te dices a ti mismo “esto no es posible, no es posible que esto esté pasando en Tenerife. Y mucho menos en el Auditorio”.

Pero está pasando. Y entras y sales y sales y entras olvidándote (como es mi caso) de la rutina diaria porque el corazón parece que te sale por la boca. Y miras a tu alrededor y notas que a todos, absolutamente a todos los espectadores les pasa lo mismo mientras compruebas que la música amansa a las fieras porque ahí, en el colosal Auditorio, flota un feeling tan positivo que manda a paseo nuestras habituales paranoias.

Por último, escucho despatarrado en la sala sinfónica el concierto de Nidi D’Arac, y me emociona escuchar canciones tradicionales italianas reinterpretadas por una banda que  funciona y fusiona folclore con acentos tan actuales. Y recuerdo entonces, mientras danza una belleza latina con pies descalzos sobre el escenario, la deuda que tengo con Carlo Buti y su Vivere, otro de esos tantos himnos particulares que componen la peculiar banda sonora de mi existencia.

Salgo del Auditorio con los pelos de punta. Y me encuentro de sopetón con una capital de provincias que languidece una madrugada más en soledad, y miro hacia atrás sin ira y veo la silueta del Auditorio y me pregunto si todo no habrá sido otro sueño. Un sueño amable y bueno, de esos de los que te cuesta despertar para no enfrentarte a la inevitable pesadilla de la vida diaria.

Pero no, sabes que la experiencia ha sido real y por real también física. Así que llegas a casa, buscas en tu discoteca el disco de Buti y pones, pese a la hora, Vivere y sientes –gracias Tránsitos– que efectivamente vives.

Vives.

Vives.

Saludos, aún noqueado, desde este lado del ordenador.

Om Om Om Om Om Om Om Om Om Om Om Om

Viernes, Abril 23rd, 2010

PRÓLOGO

Salgo de casa con una bolsa bien pertrechada de libros de los que puedo y quiero desembarazarme. Bien es verdad que cuando comienzo con el repaso de volúmenes descartables tardo como unas dos horas. Cojo el libro que va a ir a la bolsa de Hiperdino y me quedo un rato pensando si merece la pena cambiarlo por otro…

Pienso: ¿Y si igual cuándo lo leí no estaba lo que se dice preparado? ¿Y si me pongo a repasar las primeras páginas y me grita en silencio lo de “no seas idiota, ahora es el momento de caer rendido en tus brazos”?

Así que dudo.

Vaya si dudo.

Pero al final termina también por caer en la bolsa.

Ya se acumula dentro de ella un buen número de textos que no me convencieron en su día y otros que tengo repetidos.

Ahora –me digo– a que me los cambien por rarezas.

ACTO PRIMERO

Estoy en la plaza del Príncipe buscando la caseta de trueque que ayer anunció el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife que iba a instalar con motivo de la celebración, hoy 23 de abril, del Día del Libro.

Pero no encuentro nada, y el sol castiga mi cabeza mientras las piernas tiemblan aguantando con disciplina espartana mi alarmante sobrepeso. Al final encuentro la caseta. ¿Caseta? Bueno, mesita donde una chica de uniforme atiende a un par de curiosos.

Me acerco temblando con la bolsa de Hiperdino inflada de libros intercambiables que me sueltan alaridos de “no me abandones, no me abandones…”

Veo lo que se ofrece en la mesita.

Reveo lo que se ofrece en la mesita.

Y primera frustración del día. En la mesita hay menos libros de los que transporto en la bolsa.

Me quedo un rato en silencio. Intento digerir la patética broma. La chica mira mis ojos y tengo la sensación de que lo que ve la asusta. Procuro dibujar en mi boca la mejor de mis sonrisas pero sólo me sale una mueca frustrada. Además, noto como el veneno de la ira alimenta la sangre así que doy media vuelta y camino a la plaza de La Candelaria pensando que allí sí que es probable que encuentre la caseta de trueque de verdad. Esa que imagino repleta de libros donde rebuscar y hallar el volumen perdido. El inconseguible, los griales que me han lanzado a la calle. 

ACTO SEGUNDO

Antes de llegar me tropiezo con un amigo rockero. Hablamos, pretendo convencerlo para que se acerque conmigo a La Candelaria Square pero me cuenta una milonga y se pierde.

A medida que me acerco a la plaza mis oídos se irritan al escuchar a los inevitables Sabandeños sonando por la megafonía. Y busco y encuentro una carpa tipo click de Famobil con una mesa igual de pequeña y estrecha que la de la del Príncipe alfombrada de escasos volúmenes y que ofrece poca cosa interesante para mi estómago lector, que suelta gárgaras incómodas.

ACTO TERCERO

Subo la calle del Castillo atestada de paseantes. Llego a la librería La Isla repleta de gente que entra y sale con un libro y una rosa y me pongo a otear novedades. Al final compro con el patético descuento del 10 por ciento Oficiales y caballeros, segunda parte de la trilogía que Evelyn Waugh dedicó a sus experiencias durante la II Guerra Mundial.

Cuando le digo a la chica de caja que me ponga el volumen en la cuenta que tengo con ellos suelta el tercer clavo de un día que prometía luminoso por diferente: “Al ser día del libro y haber descuento hoy no incluimos las compras en las cuentas de nuestros clientes”.

Salgo de La Isla con una nube negra en la cabeza. Cierro los puños al encontrarme de frente con un cuentacuentos pegando chillidos, aterrorizando más que invitando a leer al joven público que hace que lo escucha. Entonces un tipo se tropieza conmigo y se da contra una de las mesas que han instalado en la calle los de La Isla.

- ¿Por qué está esto aquí?.- pregunta el tipo.

- Hoy es el día del libro.- le responde alguien.

EPÍLOGO

Subo Rambla de Pulido con la bolsa de Hiperdino en una mano y con la de La Isla en la otra. Cuando llego a casa tengo la sensación de que los volúmenes descartables se parten de la risa.

Ahora mismo reposan de forma inestable y en columna sobre la mesa del ordenador. Y escucho con resignación sus carcajadas.

Encima de todos ellos he colocado la puñetera rosa marchita.

Feliz Día del Libro.

Saludos, recitando Om Om Om Om Om, desde este lado del ordenador.

Vísperas (des)inquientas ante el Día del Libro

Jueves, Abril 22nd, 2010

¿A QUÉ IMBÉCIL SE LE OCURRIÓ LEER ES COMO ESTAR EN LAS NUBES?

“Lee y conducirás, no leas y serás conducido” (Santa Teresa de Jesús)

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife celebrará este viernes, 23 de abril, el Día Internacional del Libro con una serie de actividades con la denominación Leer es como estar en las nubes. Y no, pienso como lector rabioso, Leer no es estar en las nubes. En todo caso es darse un castañazo contra el suelo. Y mucho mejor si no tienes paracaídas.

Lo escribe alguien que sabe muy bien de lo que está escribiendo. En esta etapa de mi existencia he logrado espabilarme gracias, precisamente, a los libros. A una compulsiva y voraz lectura con el objeto de no subir, precisamente, a las putas nubes.

Pese a todo, este programa de nombre tan cursi cuenta con una serie de actividades que prometen. Mañana les cuento.

Una de ellas repite la única experiencia interesante de la Feria del Libro del año pasado de Santa Cruz de Tenerife, el trueque de libros. O el intercambio de un libro por otro. Se asegura en una nota de prensa que se habilitarán espacios en la plaza del Príncipe y en la de la Candelaria para que te deshagas de títulos leídos pero que no que te convencieron o de historias que comenzaste pero que abandonaste porque te aburrieron. Espero toparme con algún volumen que valga la pena en el trueque. Mi asalto, insisto, por la caseta de trueque instalada en la penosa Feria del Libro de 2009 hizo que regresara a casa con lo único potable de aquella muestra fantasma.

El Ayuntamiento chicharrero avisa también que se regalarán libros y flores (en San Andrés, Igueste de San Andrés, Taganana, la Biblioteca Municipal Central (TEA), ramblas de Añaza, plaza del Patriotismo y avenida Príncipes de España en Ofra) y que habrá cuentacuentos, talleres de animación a la lectura, títeres, representaciones teatrales, exposiciones fotográficas, actuaciones de fanfarrias y los Rincones del lector, carpas situadas en la intersección de las calles Robayna y Castillo, así como en la plaza de la Candelaria, como espacios al aire libre para la lectura en la ciudad.

Con motivo de fecha tan señalada, las librerías aprovecharán también para descontar un miserable 10 por ciento sobre el precio del libro.

SOY UN REACCIONARIO, ¿QUÉ PASA?

“Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda”. (Jean de La Fontaine).

Leo en el Diario de Avisos un artículo impresentable firmado por Francisco Suárez Trenor con el título de Los intelectuales y el libro. Les invito a que le echen un vistazo y suelten la risa.

Su inicio no tiene desperdicio por el tono legionario, tan del gusto de  Millán-Astray: “Andan desde hace algún tiempo los intelectuales de pelo largo, cola de caballo y libro debajo del brazo –es decir, los fetichistas de sí mismos– preocupados por la hipotética desaparición del libro. Me refiero al libro soporte, con sus páginas de papel cosidas, sus cálidas hojas dobladas en las esquinas en forma de marcador y sus hojitas de laurel o de cualquier otra planta, secándose cual jareas, entre los ácaros habitadores de sus capítulos más consultados.”

Y vomito la primera carcajada mientras me pregunto si este señor sabe realmente de lo que está hablando porque esos intelectuales de pelo largo ¿dónde están? Los que conozco sufren de alarmante alopecia y su barriga cervecera les ha obligado a tirar a la basura pantalones y camisas de cuando iban por la vida, precisamente, con el pelo tan largo como el de Mortadelo antes de que se lo cocinara el profesor Bacterio

Olvidó  Trenor en su textito añadir a tan tópica definición que “los intelectuales fetichistas” (¿?) suelen llevar gafas (y si son de culo de botella mejor) y  la eterna chaqueta de pana puesta y moteada (por supuesto) de  caspa. Cosas de no lavarse el pelo, caballero.

En su descacharrante descripción de lo que antaño se conocían como progres Trenor escribe: “Andan, entre estornudo y estornudo, en lo que yo llamaría una situación de prenostalgia, es decir tristes antes de tiempo, como los que lloran por sus seres queridos antes de que éstos mueran.”

Y escribe el caballero: “Y es que hay gente para todo.”

Y escribe, insisto, el caballero: ”Lloran estos intelectuales de pacotilla y ateneo (con minúscula), entristecidos por la posible desaparición del libro objeto que durante muchos años ha servido para ensuciarles las manos y para poco más, mientas citaban de forma incansable pero agotadora y aburrida a Sartre y a Hesse o aquí, en nuestro fraccionado archipiélago del eje transinsular y la atlanticidad, a Pedro García Cabrera o a Domingo Pérez Minik, nuestras eternas referencias.”

¡Toma ya!

Continúa el individuo el artículo con una penosa reflexión en favor del libro electrónico. Formato contra el que no tengo nada en particular pero en el que para serles sincero espero no iniciarme jamás. Soy así de reaccionario cuando hablamos del libro que conozco: el tradicional. El de papel, el que huelo antes de comprar, el que estrujo entre mis manazas…

Así que leer esta ¿reflexión? me conduce a otra reflexión más seria: la de no vivir en aquellos tiempos donde un militar mutilado y sin luces gritó desaforado no ya el estremecedor ¡viva la muerte! sino el igualmente estremecedor ¡muera la inteligencia!

Y yo pienso, señor Trenor, que si bien vencerán con su puto libro electrónico continuará existiendo un puñado de melenudos y melenudas, de calvas y calvos a los que afortunadamente nunca convencerán con tan lamentables y frustrantes argumentos.

En fin, saludos deseándoles a todos (a todos, damas y caballeros), un feliz Día del Libro.

Dos recomendaciones

Jueves, Abril 22nd, 2010

UN EXCELENTE TRIBUTO NEGRO

Ese gran escritor que fue David Goodis y a quien ya le dedicamos un post en esta misma bitácora en septiembre de 2007, cuenta desde hace relativamente poco tiempo con una página web dedicada en exclusiva a su vida y producción literaria.

Es probable que a los profanos Goodis no les diga nada, así que les recomiendo en vísperas del Día del Libro que se hagan con algunas de sus historias para que entiendan que el género de la novela policiaca trasciende precisamente esas fronteras genéricas cuando cuenta con narradores como Goodis. Un escritor de vida errante y empañada en alcohol que terminó echando pestes de su breve etrapa como guionista en el Hollywood dorado de los años 40 y cuya producción literaria dedicó casi enteramente a retratar la retorcida poesía del arrabal.

Cineasta como François Truffaut (Disparen sobre el pianista);  Delmer Daves (La senda tenebrosa, imagen que acompaña estas líneas) y Samuel Fuller (Calle sin retorno), entre otros, intentaron traducir al cine su universo poblado de tinieblas aunque no supieron mostrar, mucho me temo, ese desencanto que produce descender a los infiernos que padecen los antihéroes protagonistas de sus hoy tan necesarias novelas.

PARA ACLARAR LAS IDEAS

El catedrático en Ciencias Políticas argelino Samï Nair y el crítico búlgaro Tzvetan Todorov (en la imagen) protagonizan, este viernes 23 de abril, a las 20.30 horas, el segundo coloquio del foro Ideas para cien años, organizado por la entidad con el objetivo de conocer y compartir las ideas, experiencias y perspectivas entre diversos pensadores, científicos y escritores protagonistas del siglo XX, sobre temas tan variados como la ciencia, la humanidad, el papel de la mujer en la sociedad y el futuro que le espera a las generaciones venideras en todos estos asuntos.

Saludos, animándoles a que conozca a Goodis y esperándoles ver mañana en CajaCanarias, desde este lado del ordenador.

Cuatro cortos canarios

Miércoles, Abril 21st, 2010

Lleno en la sala 2 de los Muticines Price de la capital tinerfeña.

¿El motivo? El estreno de cuatro nuevos cortometrajes que han contado con el respaldo del Gobierno de Canarias. Mañana, jueves 22 de abril, se podrán ver a las 20.30 horas en los Multicines Monopol de Las Palmas de Gran Canaria.

La proyección empieza con unos quince minutos de retraso en los Price. Los cineastas hacen sus presentaciones. Aplausos.

Se apagan las luces. Comienza la exhibición.

NEGRAS TORMENTAS

El primer título que rompe el fuego es el último trabajo de Joseph Vilageliú. También es el de más duración de los cuatro. Casi media hora. Confieso que acudí a este estreno para ver esta película. Pese a mis más y mis menos con el cine de Vilageliú, le reconozco constancia y esfuerzo, y un universo pergeñado de recursos que ponen de manifiesto su profunda cultura cinematográfica.

¿Me convence A la deriva? Como casi todos los trabajos del cineasta me desarma. Ora me atrae, ora me rechaza; ora me fascina, ora me irrita. De todas formas, y pese a su tendencia al cripticismo, creo que se trata de una de sus mejores películas. Una historia a tres bandas, planteada como una curiosa e inquietante película de carretera donde sus protagonistas andan a la deriva. En el fondo es una historia de resignación que te liga y desliga.

Aplausos entusiastas.

AGITAN LOS MARES (POR AIRES)

El segundo título es Mareta, de Enio Mejía. Un curioso fantastique canario. La mayor parte de la acción transcurre en una playa y la historia mezcla leyendas de las islas. Se deja ver, así que se digiere bien.  A mi lado, alguien que come cotufas hasta exclama sorprendido con su final. El corto incluye una curiosa secuencia animada.

Aplausos también entusiastas.

NUBES OSCURAS

El tercer título es Quitaesmalte de Yolanda Ferrera. Probablemente se trate del corto más incómodo de los cuatro. Incómodo porque muestra sin pudor el día a día de muchas familias a este y al otro lado del Atlántico. Merece la pena pese a sus ligeros desvaríos. Tiene fondo social e incluso un entrañable discurso de clase.

Si el aplausómetro me funciona, creo que despertó el aplauso más entusiasta de la noche.

NOS IMPIDEN VER

Cierra el ciclo Me llamo María, de Elio Quiroga. Una película de dibujos animados muy, lo que se dice muy corta. Pienso cuando la veo que Quiroga se mueve mejor en este territorio que en los del largo. Y si es animado (valga la redundancia) muchísimo mejor.

Me llamo María es una película triste, que cuenta una anécdota trágica. Ya no se trata del fin de la infancia sino del final de un mundo por todos conocido.

El the end, cruel, es probable que deje a más de uno con un signo de exclamación en la cabeza.

Aplausos también entusiastas.

Conclusión:

Viendo estos cuatro trabajos tan diferentes y a su manera arriesgados, el cine que se rueda en las islas con apoyos oficiales está apostando afortundamente por historias para todos los gustos.

Que siga así.

No se tratan de obras definitivas ni de trabajos rompedores, pero sí de películas estimables y técnicamente correctas pese a que como espectador tenga la sensación de que no las veo como debiera de haberlas visto.

Salgo de los Price satisfecho. Y sin esa sensación (me asalta últimamente cuando veo cine) de que me han dado gato por liebre.

Saludos, vagamente esperanzados, desde este lado del ordenador.