Archive for Enero, 2012

Dando la nota

Miércoles, Enero 25th, 2012

* La Cátedra Pedro García Cabrera de la Universidad de La Laguna, que dirige el profesor Rafael Alonso Solís y en la que participa también la Fundación Pedro García Cabrera, ha tenido la generosidad de invitarme a la mesa redonda A propósito del puchero narrativo canario: ¿caldo con sustancia o vapores volátiles? Que tendrá lugar este miércoles, 25 de enero, a las 20 horas en el Ateneo de La Laguna. En el debate, que será moderado por el periodista Alfonso González Jerez, intervendrán también Ángeles Alonso, por la editorial Baile del Sol, y el doctor en Filología Clásica, actor y gestor de la librería Mistério, Miguel Ángel Rábade.

* La sede la Mutua de Accidentes de Canarias en Santa Cruz de Tenerife acoge este jueves, 26 de enero, a las 18.30 horas, la presentación de la novela Malpaís de Víctor Conde. Malpaís es el tercer título de la colección G21: Nuevos narradores canarios.

* TEA Tenerife Espacio de las Artes proyecta este jueves a las 20 horas los cortometrajes Los últimos días de Berto Plof y En mi casa todos los días son lunes, de Domingo Damián Ojeda; así como El descanso, de Cándido Pérez Armas. La sesión incluye además la exhibición de Sí o no, de Isabel Poveda, Lola, de Mónica Negueruela y A tiempo, de Guillermo Magariños.

* Ediciones Aguere y Ediciones Idea acaban de publicar el nuevo libro de Francisco Rodríguez Medina, titulado La grama, una novela costumbrista que refleja la vida cotidiana de algunos hogares de la isla de La Palma. El volumen se presenta el viernes, 27 de enero, a las 18.30 horas, en el Exconvento de Santo Domingo de La Laguna. En el acto, intervendrán junto al autor, el abogado, escritor y prologuista de la obra, Miguel Ángel Díaz Palarea, y el editor y escritor Ánghel Morales García.

Saludos, cambio y corto, desde este lado del ordenador.

‘Queridos Reyes Magos’ o una serie de catastróficas desgracias

Martes, Enero 24th, 2012

Pero qué diablos están haciendo. Alejandro y los otros niños que esperaban caramelos y saludos afectuosos de Baltasar están nerviosos y cariacontecidos. Está insultándolos mientras se quita la ropa, y al camello no hay quien le meta mano. Lo mejor sería que arrancara rápido con el niño. Se va a quedar aliquebrado si ve que su Rey Mago preferido tiene que abandonar la Cabalgata. Y se va, el muy canalla se va y deja a los niños colgados.”

(Queridos Reyes Magos, Santiago Gil)

Entre las doce historias incluidas en la antología Generación 21: nuevos escritores canarios (Ediciones Aguere/Ediciones Idea, 2011) me llamó en su momento notablemente la atención el relato El encargo de Santiago Gil. Y no solo por estar excelentemente escrito sino también por lo que contaba. Aquella historia supo sacudir mi cabeza pero sobre todo tuvo la habilidad de hacerme conectar con lo que estaba leyendo.

La última obra publicada por Gil lleva por título Queridos Reyes Magos (Anroart Ediciones) y su lectura, así como la que en estos momentos estoy digiriendo de una novela anterior del mismo autor, Las derrotas cotidianas (2006), me confirma que aquel destello que intuí cuando terminé su cuento El encargo no fue solo un disparo de nieve, una luz cegadora, sino el trabajo de uno de los pocos escritores canarios de mi generación con el que realmente disfruto, me cabreo, lloro y hasta río cuando leo sus libros.

Con esto quiero decir que lo que hasta ahora he leído de Santiago Gil –y quiero leer, demonios, más cosas de Santiago Gil–  me emociona y conmueva porque tiene la capacidad y el talento, permítanme que lo diga, de filtrarse por entre las rendijas de la torre de marfil que me he construido como lector.

Queridos Reyes Magos es una novelita –apenas supera el centenar de páginas–  armada con la precisión de una bomba de relojería. Hace reír –sobre todo en su primera parte, cuando narra la descacharrante y frustrada cabalgata de los Reyes Magos– así como petrificar la sonrisa en la boca del lector a medida que se van produciendo los catastróficos acontecimientos de una historia en la que sus reales majestades, y en especial Baltasar, pasan a un discreto segundo plano para describir con refinada crueldad el fin de los sueños de un niño y la brutal descomposición de su familia.

También golpea, y sin miramientos, esos rituales familiares tan característicos por esas fechas: “Las tardes del día de Reyes estaban para recordar la figura del abuelo romántico. Algunos bebían más de la cuenta para aguantar los coñazos nostálgicos de la abuela y de las hijas del muerto entronizado. Sus maridos, que estaban hasta los mismísimos de tanto gorigori, le daban a la picareta y acababan con una juma descomunal que les impedía incluso coger el coche cuando tenían que regresar a casa. La abuela, que iba de estoica y de marcial, algunos años no podía reprimir las lágrimas, pero generalmente se contenía y sabía estar en su sitio. Ella lo que defendía era el reencuentro y la memoria del difunto, los regalos por toda la casa, y la imagen de sus nietos yendo y viniendo de un lado para otro como le hubiera gustado a su marido.”  

Entre otros profundos arañazos envenenados que el escritor narra con desarmante e inevitable objetividad.

Esta especie de enfermizo cuento de Navidad descoloca pues a cualquiera. Incluso a los lectores con estómago para toda clase de tóxicos como creía hasta ahora estar protegido quien les escribe. Y es que Santiago Gil tiene una capacidad demoledora para meter el dedo en la llaga y hurgar y hurgar mientras te preguntas hasta donde va a ser capaz de seguir hurgando.

La solución la encontrarán si leen esta novela. Novela escrita en tercera persona y también a través de las reflexiones que los tres protagonistas del relato –el niño y sus padres– se van planteando a medida que avanza la acción.

Porque Queridos Reyes Magos es una novela con mucha acción. Una acción interior que se va deteriorando no sé si con malsano ánimo provocador por parte del escritor.

Al meterse –y meternos a los lectores– en la cabeza de sus protagonistas, Santiago Gil se permite, y nos permite, explorar en las ideas que van surgiendo en unos personajes que están hechos de carne y hueso. Muy parecidos por tanto en sus reacciones a muchos de nosotros. De ahí que parezca que nos está tocando –y perdonen ustedes el taco– los santos cojones.

Gil sabe de lo que habla y por lo tanto sabe lo que cuenta.

En Queridos Reyes Magos como en Las derrotas cotidianas relata la descomposición familiar con refinada inteligencia. A veces sutil y otras con una artillera crueldad porque sabe, no lo pongo en duda, que el barro del que estamos hechos lo encontró quien supuestamente nos Creó en el lodazal del paraíso.

No puedo emitir un juicio total de los trabajos de este escritor porque solo he leído un cuento que me electrizó, una novela que supo quemarme por dentro y en la actualidad una ficción que me está noqueando a medida que avanzo en sus páginas con morbosa adicción, pero si todo el trabajo literario de Gil es como el de estas tres piezas compactas y diseñadas para dejarte huella, reitero lo dicho con anterioridad: más de Santiago Gil, por favor.

 Saludos, no somos nada, desde este lado del ordenador.

Explorando el ‘Malpaís’ literario de Víctor Conde

Lunes, Enero 23rd, 2012

Tampoco me gustaría que me calificaran de escritor gafapasta. Por Dios, no, eso sería lo último. Siempre he pensado que en el infierno ese de Dante, el que está pulcramente organizado en circulitos, uno de los más profundos lo ocupan los artistas que van de divos y de relamidos, que se creen que su palabra es ley que con la ley se edifican catedrales. No, señores, a la mierda con los relamidos y con los que se expresan con polisílabos cuando van a un congreso, la literatura no va de eso. Ni de coñas. Ya lo descubrirán cuando se hagan viejos.”

 (Malpaís, Víctor Conde)

He necesitado no una sino dos lecturas para descubrir las claves que laten como dormidas en el fondo de Malpaís, la nueva novela del prolífico escritor tinerfeño Víctor Conde y en la que el autor se aparta de las geografías de la ciencia ficción y la fantasía para contarnos ahora su particular y peculiar proceso de creación literaria en una historia en la que se pueden detectar insólitas influencias borgianas y cortazianas.

Malpaís, cuya extensión apenas supera el centenar de páginas, se convierte así en un título desarmante para quienes siguen más o menos con atención el trabajo de un escritor que se mueve como pez en el agua en universos ajenos al nuestro, y quizá sea ésta, precisamente, la clave más interesante de un libro que puede llamar a la confusión ya que en Malpaís, y al modo de las muñecas rusas, se encuentran varios relatos que, como la piel de una cebolla hay que ir separando con meticulosa paciencia para obtener una visión de conjunto de un volumen cuyo mayor mérito es que está escrito por Conde para Víctor Conde.

Malpaís es así una especie de psicoanálisis en el que el escritor reflexiona sobre los mecanismos que han armado su proceso de creación y en un ejercicio literario cuanto menos sorprendente al intercalar cuentos y canciones que pertenecen a su pasado como narrador, fusionarlo con un relato lineal en el que su protagonista, Carlos, un escritor, termina conviviendo como espectador en una comuna de descreídos hippies que se hacen llamar los Bichos Despreocupados.

Estos Bichos Despreocupados quizá sea lo mejor de esta ¿novela? en la que Conde se desnuda sin pudor alguno para explicarnos qué es lo que él entiende como literatura y para contarnos qué es lo que entiende como proceso de creación y el arte de escribir. 

Malpaís no es, sin embargo, una novela de tesis ya que su autor deja muchas puertas abiertas para que el lector entre en cualquiera de ellas con el objetivo de que saque sus propias conclusiones, pero tiene un algo que la convierte en producto narrativo extraño. Una rareza experimental que de de manos de quien viene resulta sorprendente y muy arriesgada.

En este aspecto, las relecturas de Malpaís provocaron en mis ideas dos fenómenos contrapuestos:

La primera vez que la leí no entendí nada.

La segunda vez, comencé a intuir sus intenciones y a unir las piezas que en un principio había desechado porque consideré que se trataban de materiales que poco o nada contribuían a la ilógica –ahora entiendo que lógica–  de su discurso.

Malpaís es una obra inclasificable. Hermosa y poética a ratos, pero también caprichosamente gamberra con el lector habituado a otras novelas y cuentos de su autor. ¿Por qué escribimos gamberra? Porque Conde se ríe bastante de sí mismo, y al reírse de sí mismo se convierte en una especie de duendecillo travieso que desordena los materiales para confundir al lector.

En este libro, que hace el tercero de la prometedora colección G21 Narrativa Canaria Actual, el aficionado a las spaces operas de Conde se va a encontrar con un universo también alternativo aunque sus territorios no sean planetas desconocidos de lejanas galaxias sino la geografía de unas islas, Tenerife y Gran Canaria, que gracias a su imaginación se transforman en territorios mágicos.

El relato que Conde narra linealmente en los capítulos pares son así una deliciosa aventura con clave iniciática en la que un escritor llega a la conclusión que para alcanzar otra percepción no se tiene que tomar, necesariamente, sustancias psicotrópicas y como un gurú de nuestro tiempo, o como un miembro más de ese grupo que alcanza la otra conciencia aprendiendo a combinar la química que alimentan nuestro cerebro, tanto Carlos como Conde nos muestran que las puertas de las otras conciencias están en nuestra cabeza. Y que solo basta con despertar al chamán que todos llevamos dentro para darnos cuenta del inagotable pozo de fantasía visionaria con el que podríamos observar la realidad que nos rodea sin emplear para ello venenos.

Los capítulos impares son, por otro lado, piezas que aparentemente no tienen ningún tipo de conexión con el relato aunque son ejercicios literarios que Carlos/Conde ha liberado de archivos que permanecían ocultos en su, supongo, abarrotado computador.

Malpaís va a descolocar tanto a los seguidores de Conde como a los que se acerquen por primera vez al imaginario de este escritor que se ha hecho escritor con mayúsculas. Lo que es de agradecer, porque solo un escritor mayúsculo es capaz de contarnos, en el aparente desorden de su malpaís creativo, que él escribe porque se entretiene y se divierte escribiendo.

Y muchos de sus lectores, entre los que me encuentro, al explorar el malpaís literario de Víctor Conde nos entretenemos y divertimos leyendo sus historias.

(*) Malpaís se presente el jueves, 26 de enero, a las 18.30 horas en la sede la Mutua de Accidentes de Canarias.

 Saludos, de un Bicho Despreocupado, desde este lado del ordenador.

Solo para iniciados: 150 aniversario del nacimiento de M. R. James

Domingo, Enero 22nd, 2012

En unos tiempos donde el cine se ha acostumbrado a cebarnos con fantasmas cursis o ebrios de venganza contra los vivos siempre nos quedará el refugio de la literatura para encontrarnos con esos espíritus dolientes y en ocasiones bromistas como vía de escape ante tanta idiotez.

¿Qué no me creen?

Lean el todavía desternillante El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde, o el fascinante Cuento de Navidad de Charles Dickens, escritor de quien este año se celebra el 200 aniversario de su nacimiento, un 7 de febrero de 1812 en Pormouth, Inglaterra, por citar solo dos historias a las que el cine no ha sabido hacerle justicia y que se me vienen ahora a la cabeza.

Sin embargo, si hay un escritor nacido en la pérfida Albión que llevó a su apogeo las historias con espectros y aparecidos fue Montague Rhodes James en plena era victoriana.

Un autor, M. R. James, de quien los que cultivamos el fantástico como género celebramos con invocaciones prohibidas el 150 aniversario de su nacimiento en este 2012 apocalíptico para los fondos de la cuenta corriente del Primer Mundo.  

James, a quien no hay que confundir con el estadounidense Henry James, autor por otra parte de una excelente novela corta de aparecidos que aún hace estremecer los huesos como es Otra vuelta de tuerca, es un escritor que pese a caer en un enojoso olvido supo sembrar semilla y generar influencia pese a que muchos de sus pupilos lo obviaran en sus inevitables capítulos de autores que “me marcaron.”

Ese oscuro pero rebelde gigante que fue H. P. Lovecraft lo reivindica sin embargo en su recomendable ensayo El horror en la literatura.

Escribe el creador de Los mitos de Cthulhu acerca de James: “En el polo opuesto al genio de lord Dunsany, y dotado de una fuerza diabólica para invocar suavemente el horror, partiendo del centro mismo de la prosaica vida diaria, se encuentra Montague Rhodes James, preboste del Eton Collage, arqueólogo de renombre, y reconocida autoridad en manuscritos medievales  e historia de la catedral.”

Y añade más adelante: “En los relatos de M. R. James encontramos a menudo maliciosas escenas humorísticas, retratos de género y caracterizaciones muy naturales que en sus manos contribuyen a aumentar el efecto global, más que estropearlo, como ocurriría si los manejase un escritor menos experto.”

Para Lovecraft, James creó un nuevo tipo de fantasma que se aparta de la tradición gótica al representarlo como “una abominación perezosa e informal de la noche, a medio camino entre la bestia y el hombre, a la que llega a tocarse antes que verla. A veces, este espectro tiene una constitución de lo más excéntrica: es un rollo de franela con ojos de araña, o una entidad invisible modelada con las ropas de una cama cuyo rostro lo forma una sábana arrugada.”

Por razones obvias, llegué a James de la mano de H. P.

Por razones que no son tan lógicas me pasé una gran parte de mi adolescencia buscando una antología de relatos del escritor publicada por Alianza Editorial que encontré, coincidencias fantasmales de la existencia que nos guía, en la casa de un amigo de Santander.

En la siempre verde Cantabria.

Y fue descubrir el volumen –Trece historias de fantasmas, con un magnífico estudio de Rafael Llopis–  y ponerme literalmente de rodillas mientras veía como de las páginas de aquel volumen flotaban nubecillas doradas con vago resplandores plateados.

Desde ese día, M. R. James se ha convertido en uno de mis autores de cabecera. En uno de esos escritores que te pertenecen porque al abrir por primera vez el libro sentí como una especie de radiación mística que además de satisfacer una de esas búsquedas bibliófilas que los imbéciles como quien les escribe hace con determinados libros, significó, tras leerlo con inquietante adicción, una causa que mereció la pena.

Una victoria que me llevaré a la tumba cuando solo sea ceniza y, ¿quién sabe?, igual me transforme en uno de esos abominables espectros que imaginó James.

Si así son las cosas, ya sé a quien me apareceré para amargarle con una sonrisa lo que le quede de vida. A más uno y de una se le caerían las gafas al suelo si lo descubre.

Permitid, por lo tanto, una cómplice y siniestra carcajada.

Mientras, espero a que algún editor español se le ilumine la bombilla para editar los relatos de James aprovechando el 150 aniversario de su nacimiento.

Recomiendo a los aprendices que se inicien con ¡Silba y acudiré!, Panorama desde la colina o Una historia escolar.

Sabrán entonces que, efectivamente, los fantasmas existen.

Y que no son cursis, ni vengativos.

En todo caso espíritus caprichosos, extraños y en ocasiones algo gamberros.

Y esos, créanme, sí que dan miedo.

Háganse la pregunta: ¿Por qué me atormentan?

(*) La primera imagen corresponde a La noche del demonio (Jacques Tourneur, 1957), inspirada en el relato de M. R. James El maleficio de las runas. Argumento y película de la que a su manera bebe la terroríficamente estrafalaria Arrástrame al infierno (Sam Raimi, 2009).

(**) M. R. James.  

Saludos, noto una inquietante presencia invisible…, desde este lado del ordenador.

Sí están y se les espera

Sábado, Enero 21st, 2012

ISLAS NEGRAS EN BARCELONA

Mientras el futuro de la 25 edición de la Semana Negra de Gijón permanece aún en el aire, el primer encuentro del año que se celebra en España dedicado a la literatura negro criminal, BC Negra (del 4 al 11 de febrero), ha hecho público el programa de sus jornadas. Jornadas entre las que destacan, entre otros escritores invitados, Anne Perry y Petros Màrkaris.

Esta semana, que se celebra en distintos espacio de la ciudad Condal, se ocupará también de la novela negra escrita en Canarias el 10 de febrero.

Bajo el título de Islas Negras, los gancanarios Alexis Ravelo y José Luis Correa bajo la moderación de José Luis Ibáñez expondrán las claves de la novela policíaca a este lado del Atlántico. Género, por cierto, en el que los grancanarios ganan hasta el día de hoy y por histórica goleada a sus vecinos tinerfeños.

JOYCE, JAMES JOYCE

Ediciones Escalera presenta Escritos breves, de James Joyce, una edición bilingüe y crítica de varios textos del reconocido escritor irlandés traducidos por Mario Domínguez Parra.

El libro contiene textos poco transitados por los lectores de habla española, como son Epifanías, Un retrato del artista y Giacomo Joyce.

Saludos, esto es to-to-todo por hoy, desde este lado del ordenador.

‘At Last’, señora James

Viernes, Enero 20th, 2012

El miércoles 25 de enero celebraría su 74 aniversario pero la muerte que es muy celosa y también aburrida decidió arrebatárnosla cansado de que los melancólicos que aún quedamos en este mundo encontráramos en su voz una razón para continuar adelante.

Ha muerto una de las grandes. Una de las más grandes intérpretes del soul y el rhythm and blues de todos los tiempos y de los que probablemente vendrán: Etta James.

Sus canciones se han convertido en himnos en mi agitado paso por este sendero que es la vida. Pero de entre todos sus grandes temas si hay uno que está grabado al rojo vivo es, inevitablemente, At Last, les invito a que pinchen este enlace y entiendan el por qué.

Etta James forma parte de la amplia galería de grandes cantantes norteamericanos del pasado siglo XX, y forma parte porque logró que su voz fuera diferente y que ésta estuviera empapada de alma. Escucharla pone los pelos de punta, y es muy fácil –se los aseguro– caer hechizado mientras suena de fondo.

Su tempestuosa relación con el productor Leonard Chess, co-fundador de la compañía discográfica a la que James fue leal pese a todos los inconvenientes hasta su muerte, está fantasiosamente narrada en una película que, por esos caprichos del destino, pasó desapercibida hace unos años.

Su título es Cadillac Record, y narra como ese iluminado capitalista que fue Chess se aprovechó pero también rescató del olvido a grandes estrellas del rhythm and blues como Muddy Waters, Chuck Berry, Little Walter o Etta James, papel que en este largometraje interpreta una demasiado hermosa Beyoncé Knowles que rinde un respetuoso homenaje a esa gran y torturada emperatriz de la música negra que fue James.

Así que la muerte, que es una Verdad celosa y aburrida, estará hoy un poco más contenta escuchando en directo la voz de la señora James.

Lo que no sabe la muerte celosa y aburrida es que deja entre los que aún estamos vivos esa misma voz en innumerables grabaciones donde quienes no nos sonrojamos en adorarla la lloramos con respetuoso silencio.

¿Hace falta decir que escribo estas líneas escuchando su voz?

Saludos, con resignado luto, desde este lado del ordenador.