Archive for Julio, 2018

Azul de prusia, una novela de Philip Kerr

Jueves, Julio 12th, 2018

Para los que somos seguidores de la serie protagonizada por Bernie Gunther la noticia de la aparición de una nueva novela del personaje es una fiesta. Una fiesta amarga este año, ya que en marzo pasado falleció en Londres su creador, el escritor Philip Kerr, aunque antes de morir dejó dos novelas de Gunther terminadas, una de ellas, Azul de Prusia, se presentó en español en junio pero no se sabe todavía la publicación de la siguiente aunque es tal el éxito del que disfrutan las novelas de Gunther en España que se espera que se produzca a finales de 2018 o inicios del 2019.

Philip Kerr dejó antes de fallecer trece novelas sobre su peculiar investigador. Un hombre, Bernie Gunther acostumbrado a nadar a contracorriente y a trabajar para los malos. Los malos son los nazis ya que el personaje es alemán y vive e investiga antes, durante y después de la II Guerra Mundial, periodo el de la postguerra en el que tiene que huir tanto de los aliados como de sus propios compatriotas porque puso su talento deductivo al servicio de Reinhard Heydrich, el temido jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA) –organismo que agrupaba a la Gestapo, a la KriPo, y al SD– y más tarde Reichsprotektor del Protectorado de Bohemia y Moravia, la actual República Checa hasta el atentado que puso fin a su vida en junio de 1942.

Azul de prusia (RBA, 2018), como otras novelas de la serie, transcurre en dos tiempos: 1939 y 1956. De hecho, son unos acontecimientos que transcurren en 1956 lo que hace viajar al pasado al intrépido e irónico protagonistas de la novela, y año en que su jefe, Heydrich lo envía a la segunda residencia de Adolf Hitler, el Berghof y para ponerse a las órdenes de Martin Bormann con el fin de resolver un caso de asesinato antes de que el mismísimo Fhürer llegue para celebrar esta residencia su cumpleaños.

Gran parte de la novela se desarrolla así en el Berghof, situado en los Alpes bávaros, y en los alrededores de Berchtesgaden, la idílica ciudad que se encuentra muy próxima a Austria y que durante los años de gobierno del nacionalsocialista se convirtió en un centro de poder que hizo palidecer a Berlín, ciudad en la que nació Bernie Gunther y que detestaba tanto Hitler como muchos de sus seguidores, la mayoría de ellos naturales de provincias.

A medida que avanza la novela su capacidad adictiva se multiplica no ya solo por llegar a conocer quién es el asesino de un nazi al que no quiere casi nadie sino también por el ambiente en el que tiene lugar la acción, montañas nevadas y mansiones de invierno, y el retrato que hace de algunos de los jerarcas nazis que aparecen en la novela, comenzando por Martin Bormann, a quien describe como un hombre profundamente corrupto moral y físicamente hablando.

En este escenario y rodeado de enemigos, Bernie Gunther hace su trabajo de policía. Es un buen agente de la ley en un país, Alemania, gobernado por un partido que tiene, entre otras prioridades, la de declarar la guerra a Polonia.

El lector iniciado en la serie apreciará que Philip Kerr conocía muy bien el universo en el que se desarrollan las novelas de Gunther por lo que el retrato de muchos de los personajes reales que se cruzan en estos relatos y pese a estar vistos a través de la mirada de Bernie, resultan muy cercanos por personales. Kerr no pierde además el sentido del humor que equilibra el tono entre el horror y la diversión de estas novelas, donde –se insiste– lo que interesa más que la trama detectivesca es la fotografía que hace de unos tiempos donde la gente se acostumbró a vivir con el miedo en el cuerpo. A desconfiar también de su vecino e incluso de su familia por lealtad a un hombre, Adolf Hitler, que embaucó y se metió en el bolsillo a los alemanes.

La parte que trascurre en 1956 en Azul de Prusia se limita a contar una huida, la de Bernie Gunther de unos agentes de la Stassi que lo buscan tras negarse a asesinar a una espía de la RDA que se ha refugiado en Francia. No se va a revelar en estas líneas el final de ninguna de estas dos historias paralelas pero sí se puede decir ambas que ambas terminan por confluir. Se aprecia que Philip Kerr se sentía muy cómodo escribiendo historias de y sobre Bernie Gunther.
A la espera de la publicación de la última entrega que escribió sobre el personaje solo cabe ahora releer las anteriores para atenuar, si cabe, la sensación de adicción que implica introducirse en el turbulento y complejo mundo de un policía y más tarde investigador privado a su pesar que puso su talento al servicio de los monstruos.

Saludos, hasta la vista, señor Kerr, desde este lado del ordenador

¡¡¡Chacho, el barrio es nuestro!!!

Miércoles, Julio 11th, 2018

Hace tiempo que no sale del cine con tal subidón de adrenalina, debe ser efecto de la Purga que se le ha metido en el cuerpo a través de los ojos, de la película que hace ya la cuarta entrega de una serie en la que los blancos solían llevar la voz cantante hasta el día de hoy, donde cautivos y desarmados los negros se han hecho con el protagonismo para realizar la que, probablemente, sea la más estrafalaria y radical de todas. Estrafalaria y radical porque propone una delirante guerra entre blancos y negros en un rincón de los Estados Unidos de Norteamérica, State Island que, en la película que dirige el afroamericano Gerard McMurray se convierte en campo de pruebas y también de batalla de este brutal experimento que ya nos contaron a su manera las tres películas anteriores.

La primera purga, la noche de las bestias es un descarado homenaje a las blackexploitation que en los años setenta reivindicaron el poder negro desde las salas de cine. Shaft, Cleopatra Jones, los western ya clásicos que protagonizó el gran Jim Brown, Blácula, entre otros, generaron un atractivo sistema de estrellas entre los que figuraban el ya mencionado Jim Brown, Fred Williamson y Pam Grier, por mencionar solo algunos, y cine que ponía especial atención a la música (mucho soul con algo de blues) y al escenario en el que se desarrollaba la acción: el barrio.

Un barrio amenazado por blancos supremacistas, hijos de la gran puta que no se cortaban un pelo en aniquilar a todo negro que se le cruzara por delante infestando las aguas de la ciudad con un virus que solo afectaba a los de color o exterminándolos de otras maneras porque eran simple y llanamente negros.

Estas películas, que curtieron a toda una generación que, pese al color de su piel, estaba del lado de los negros porque eran los chicos del barrio, se caracterizan por su mensaje plano y violento, así como tremendamente racial donde lo bello es ser negro y lo malo ser blanco. Elementos que se reproducen con bastante algarabía en La primera purga: héroe cachas, novia que le canta las cuarenta al principio para rendirse finalmente a él, macho alfa de la manada mixta que lidera y secundarios entre los que se incluye además del chico adolescente problemático que quiere ganar dinero fácil como camello a una tipa que suelta los chistes necesarios pero sin puñetera gracia para relajar la situación, una situación que progresivamente se va poniendo caliente hasta eclosionar en una orgía de peleas en la que se reparte mucha leña.

Es una pena que el cine de verano de la plaza de toros haya muerto porque esta Purga era idónea para haber sido estrenada en aquel coso donde la pantalla se sacudía si había viento mientras la parroquia no dejaba de meterse con el linterna al tiempo que le gritaban a los protagonistas de la cinta. Aquellas inolvidables píldoras de sabiduría con las que se le recomendaba al héroe, en esta película el negrata, que se dejara de palabras y pasara a la acción.

Algo así como

“métele mano ya, chacho”

O

“cuidado con er nota, flaco”.

Lo curioso, no obstante, de esta recuperación del blackexploitation es que el héroe, el Che Guevara negro que arriesga su pellejo por salvar el barrio, es que es un narcotraficante del… precisamente barrio. Un mafia que toma conciencia no sé si social cuando se produce esta primera purga diseñada para acabar con los pobres –los negros, aunque otras minorías raciales aparecen tímidamente representadas en la película como la oriental pero ni asomo de la hispana– con el objetivo de consolidar la autoridad del nuevo gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica que dirigen nuevos padres fundadores cuya representación recuerda a la que inspiró al maestro John Carpenter en esa declaración de principios en favor de los derechos del individuo que es 1999: rescate en Nueva York.

Estas reflexiones y otras más suscita una película tan pequeña como deliciosamente loca y de barrio como es La primera purga, cine de clase B que parece de los años setenta porque bebe de las fuentes de la blackexploitation para mearse en los blancos y de paso reivindicar que el barrio es nuestro.

La película está trufada así de perturbadoras imágenes sacadas de esa pesadilla que forma parte del imaginario afroamericano frente al blanco: policías de piel rosada a punto de darle una paliza a un hombre de color indefenso; hombres del Klan que recorren en motocicleta y armados hasta los dientes el barrio y un tío Tom drogadicto y por eso mismo malvado al que llaman Skeletor… Por último, un ejército de blancos racistas deja de llevar máscaras (la máscara se emplea como recurso para que el espectador no sepa que se tratan de blancos, así de simple y así de contundente se las gastan en esta barriada cinematográfica) cuando el carnaval deja de ser una fiesta y pasa a convertirse en genocidio de los parias de la tierra que son los negros.

El mensaje es claro y directo: autodefensa. Y para hacerlo, se insta a actuar primero frente al agresor, el hombre blanco. Es decir, haz como él y olvida el rollo del gospel y el lamento del blues. Ahora lo que prima es cantar rap con una ametralladora aullando entre las manos.

Esto de transformarse en el otro ha dado origen a varias películas afroamericanas que procuraron que cambiara la percepción del blanco hacia la comunidad negra. Recuerdo, entre otras, la estupenda Watermelon Man, un filme de Melvin van Peebles en el que un blanco se despierta una mañana convertido en un negro y el episodio que dirigió John Landis para la películaTwilight Zone que protagonizó Vic Morrow, quien falleció violentamente durante el rodaje o la perturbadora Atrapado (Desmond Nakano, 1995) en la que se proponía un mundo dominado por los negros y en el que los blancos eran sus servidores y que protagonizaba, entre otros, John Travolta y Harry Belafonte.

La primera purga no tiene los objetivos regeneradoras de ninguna de estas cintas. Está más cerca de los filmes de explotación que en los años setenta apostaron por reflejar un black power que cuarenta años después se ha refinado como pasa en la irregular Déjame salir de Jordan Peele o bien se sale del tiesto dentro de unos límites como en La primera purga donde solo hay buenos (los negros) y malos (los blancos) porque el barrio, es una advertencia, es nuestro.

Saludos, black power, desde este lado del ordenador

Platón, una película de Iván López

Martes, Julio 10th, 2018

Dirección y guión: Iván López. Intérpretes: Leandro González, Alba Tonini, Vicente Ayala, Carmen Mª Hernández, Patricia Álvarez, Sofía Privitera, Ken Appledorn, Carlos de León García, Lioba Herrera, Abián Díaz, Javier Mezkia, Domingo de Luis García, Irene Álvarez, Julián Estornell, Aarón Gómez. Ayudantes de dirección: Lamberto Guerra, Jonathan González y Ruth Angielina Fuentes. Producción: JuanMa Villar Betancort. Director de Fotografía: Javier Arias Afonso (JA Doria). Música original: Dan Silva. Dirección de arte: Miriam Cruz Rufino. Duración: 116 minutos.

Platón es una película insólita en el panorama actual del cine que se rueda en Canarias. Insólita porque narra visualmente una historia, historia de y con personajes que se bifurca en otros relatos que complementan al principal, además de contar con una factura técnica y artística estimable.

La película cuenta la historia de un adolescente, Arián, con problemas (qué adolescente no los tiene) que vive con su madre en una modesta casa en la periferia de Santa Cruz de Tenerife. Las relaciones entre los dos son tirantes ya que Arián cree que ella es la responsable de que su padre los abandonara cuando era pequeño. Arián carece así de referentes masculinos y sufre continuas humillaciones de otros jóvenes del barrio.

A Arián le gusta una chica que estudia en la biblioteca y su única amiga es otra chica, Milena, que le muestra rincones desconocidos de la ciudad en la que viven (bunkers, piscinas vacías y en estado de abandono, tanques de petróleo vacíos….) que está secretamente enamorada de él.

La segunda parte de la película se centra en el viaje, ciertamente iniciático, que emprende Arián para conocer a su progenitor, que fue una estrella de rock local y que ahora vive alcoholizado en una caravana que está detenida en un paisaje desértico a orillas del mar.

Platón no cuenta nada nuevo pero es cómo lo expresa cinematográficamente Iván López lo que le da agradecido aroma social a una película que, pese a sus trampas sentimentales, se sigue con atención porque está rodada con el corazón y, como apuntó el cineasta la noche del estreno, resulta “honesta”.

Honesta con sus personajes y honesta con el público que es quien recibe un filme realizado con mucha dignidad y que pese a su presupuesto de risa cuida con gracia la puesta en escena y las interpretaciones de sus protagonistas.

Los actores de Platón son de hecho los que contribuyen a que la película sepa a verdad. Todos ellos asumen con credibilidad a sus personajes, aunque destaquen por su protagonismo la pareja de adolescentes que interpretan Leandro González (Arián) y Alba Tonini (Milena), quienes asumen con desarmante naturalidad gran parte de la responsabilidad de una historia que tiene ecos de redención así como el objetivo de radiografiar el turbulento proceso de hacerse mayor.

Consciente o inconscientemente, se detecta la sombra de Guardián entre el centeno de J.D. Salinger en la película, novela en la que su joven protagonista inicia también un viaje, aunque a la ciudad de Nueva York, que no tiene retorno.

No hemos visto además y hasta la fecha una película que haya sabido aprovechar y retratar con tanta sensibilidad los rincones y paisajes de Santa Cruz de Tenerife y otras partes de la isla, paisajes que fotografía Javier Arias Alonso y escenarios que se funden con unos personajes que se encuentran ante la peligrosa prueba de madurar y otros, los adultos, de aceptar su destino.

En este aspecto, resulta llamativo que los adolescentes vivan en un barrio de la ciudad, un Santa Cruz de Tenerife más cinematográfico que nunca y cuyas calles, plazas y canchas de baloncesto se muestren asfixiantes y en otras con tanto aire.

El paisaje sirve también para marcar la geografìa interior de los personajes: se presenta a la madre en su puesto de trabajo y en sus ratos de ocio, hace ejercicio y se relaja en una piscina cubierta; el padre, por otro lado, vive en un paraje desértico a orillas del mar que simboliza la ruina existencial en la que se encuentra.

Con todas sus virtudes y defectos, la ópera prima de Iván López en el largometraje es un eficaz entretenimiento que se sigue con atención: conmueve y encima tiene mensaje. Un mensaje que interpretamos demoledor: inevitablemente vas a crecer, y con la edad a olvidar que una vez fuiste un joven que soñó que sus fantasías podrían convertirse en realidad.

Platón nos convence y hace perdonar los topicazos de algunas de sus escenas por facilones. Afortunadamente, el cineasta no se deja arrastrar por ellos aunque sí que bordea en ocasiones y peligrosamente lo ridículo por cursi. Con todo, mantiene el equilibrio en esta especie de ensayo sobre el amor platónico y la pérdida. La pérdida del padre, del primer amor… La muerte, en definitiva, del Peter Pan que todos llevamos dentro.

Saludos, bravo, desde este lado del ordenador

De Multicines Price a Multicines Price Prime

Lunes, Julio 9th, 2018

Pues parece que sí, que el cine Price, después multicines Price y más tarde Renoir Price abrirá de nuevo sus puertas. Vale, somos conscientes que llevamos anunciando esta apertura desde hace unos cuanto años pero es que esta vez es verdad, luego lo que se había convertido en leyenda urbana y posteriormente en una especie de cuento de la lechera pero en versión chicharrera se hará realidad.

Así nos lo confirma Eladio Fraga, a quien le debemos la recuperación del Cine Víctor –hoy por hoy, el último cine de pantalla única que resiste a este lado del Atlántico– que nos invita a que visitemos las entrañas del Price, un complejo que forma parte de la geografía sentimental que algunos nos hemos configurado de la ciudad que habitamos, esta capital de provincias que, como buena capital de provincias, le sobran las pretensiones…

Es una buena noticia, no obstante, que en un Santa Cruz de Tenerife donde cierran librerías y se abren peluquerías y fruterías Eladio Fraga invierta en una obra que uno no sabe bien si será rentable ya que esto de ir al cine no es lo que fue y la zona urbana donde se ubica tampoco es lo que una vez fue…

Le preguntamos por ello mientras nos invita a que recorramos las instalaciones del Price pero la respuesta queda en el aire y uno, la verdad y preso de la emoción cuando el pasado te da en las mismas narices, se olvida de la cuestión al observar la sala de proyecciones y entrar en las salas de la segunda planta para descender y echar un vistazo a las obras de las cuatro restantes… Por lo descrito, los Multicines Cines Price, que a partir de su inauguración se conocerán como Multicines Price Prime, conservará las seis salas.

Eladio Fraga dice que espera abrir a mediados de agosto ya que los trabajos van a buen ritmo pero no termina de convencernos. Hay que reformar demasiadas cosas aunque las salas aún conservan las 759 butacas originales en las que aún puede leer Renoir Price, leyenda que desaparecerá cuando el cine comience a funcionar oficialmente en, y es una suposición, septiembre y no agosto como quiere el empresario. Ese mes, en septiembre nos informa, los multicines acogerán un importante estreno nacional pero no dice nada más lo que nos deja los dientes más largos si cabe.

Los Multicines Price Prime dedicarán dos de sus salas al visionado de películas en versión original, esa es la idea, asegura Fraga, quien espera estrenar en versión doblada y original con subtítulos en españo Los invencibles 2 pero hasta que no lo veamos como que no se cree aunque Eladio Fraga parece convencido de ello.

En la parte baja de los cines y por la que se accedía a las cuatro salas, se han sustituido las escaleras de antaño por una rampa. Se habilitarán, además, dos ascensores para personas con movilidad reducida. El corazón del cine, que es su servicio de proyección, aún no ha llegado a la isla pero Fraga espera que sea pronto para poner cuanto antes en marcha el negocio.

Como cine de pantalla única, el cine Price se inauguró en 1950 en la calle de Salamanca de la capital tinerfeña por iniciativa del empresario Antonio Saavedra Carballo. Sería reconstruido trece años más tarde hasta su cierre en 1988, aunque reabrió como multicines Price bajo la dirección de Francisco Melo Junior y en 2005 como Renoir Price hasta su cierre “por quiebra técnica” el 25 de noviembre de 2013. En su día, Enrique González Macho lamentó la liquidación no solo del complejo canario sino de otros que estaban repartidos por el territorio peninsular por la falta de una política audiovisual fuerte y la subida del IVA cultural del 8 al 21 por ciento.

Ha llovido mucho desde entonces. Santa Cruz de Tenerife ya no es la misma después de cinco años y a sus habitantes, nos consta, les pasa lo mismo. Con todo, deseamos lo mejor a Eladio Fraga en esta nueva aventura empresarial que inicia y los mayores éxitos con unos cines que para muchos forman parte inolvidable del paisaje de su memoria…

(*) La segunda imagen del post está sacada del facebook de los Cine Renoir Price

Saludos, vuelven los Price, desde este lado del ordenador

Voluntad, una novela de Jeroen Olyslaegers

Viernes, Julio 6th, 2018

Voluntad cuenta la historia de un policía belga que, en plena ocupación nazi, mantiene dos caras. No desea servir a los alemanes pero tampoco llevarse mal con ellos, por lo que las circunstancias lo empujarán a adaptarse al nuevo orden ejerciendo la represión y la tortura.

Firma esta novela Jeroen Olyslaegers, libro en el que no deja muy bien parado a los habitantes de Amberes, incluso hasta los que protegieron a judíos escondiéndolos en sus casas ya que no fue por altruismo y solidaridad sino a cambio de dinero.

El protagonista de la novela Wilfried Wills narra la historia a su bisnieto, un relato en el que intenta justificarse por el papel que jugó durante la ocupación al mismo tiempo que mantiene una ambigua relación con su cuñado, también policía pero dentro de tan especiales circunstancias honesto ante la situación que vive su país y la ciudad en la que vive.

Ciudad que se ha convertido en un nido de víboras en el que los alemanes solo hacen hipócritamente de protectores de los belgas, hombres y mujeres que en su mayoría trabajan para ellos.

Los temas en los que pivotea el libro de Olyslaegers son la culpa y la necesidad de perdón pero sobre todo es un análisis bastante certero sobre la banalidad del mal, ya que la novela plantea preguntas cómo ¿qué hace que personajes normales y corrientes terminen convirtiéndose en torturadores y asesinos…?

El escritor recuerda que estos hechos sucedieron en otro tiempo, “tiempos de ambigüedad y desprecio” pero que esta circunstancia “no difiere de otros tiempos, lo que significa que no es pasado. O que el pasado sigue entre nosotros”, lo que resulta más inquietante si cabe.

El protagonista es poeta además de policía y tras un episodio de coma por una meningitis, pasa a llamarse (y a ser) inconscientemente, Angelo, desdoblamiento de la personalidad que le ayuda a sobrevivir en una sociedad en la que todos llevan máscaras y en la que se desconfía del vecino por miedo.

No, no resulta para nada benévolo Jeroen Olyslaegers con sus personajes y la actitud que adoptó su país durante la ocupación, esa para nada simbólica bajada de pantalones ante un ejército entrenado que contagió de su absurda visión del mundo a un puñado de belgas que, como Barbita Feroz, solo piensa en acabar con los judíos que viven en Bélgica, a los que hace responsable de sus desgracias.

Novela lírica y trágica y con una voz que recurre al monólogo, Voluntad no desdeña situaciones surrealmente cómicas como eróticas en un escenario que ha sido tomado por la corrupción. Wilfrid Wils, que al final de la guerra logra publicar su primer libro de poemas, titulado significativamente como Confesiones de un farsante, intenta justificarse en este largo diálogo interior con su descendiente aunque igual… Por sus ambiciones y tenacidad, por su brutal sinceridad, Voluntad es una de los libros más interesantes que hemos leído este año que ya superó su ecuador, y un título por lo tanto absolutamente recomendable para todos aquellos lectores que no le hagan ascos a una novela densa pero muy bien escrita, con ecos del Céline de Viaje al fin de la noche en clave flamenca, una mirada teñida de ironía que hace más soportable y creíble, por paradójico que resulte, su lectura.

Saludos, lean, lean, criaturas, desde este lado del ordenador

Hollywood, la ciudad de los sueños rotos

Miércoles, Julio 4th, 2018

Hollywood ha dado origen a numerosas novelas y cuentos en los que se intenta contar la verdad de la llamada Meca del Cine.

Escritores como Francis Scott Fitzgerald y Budd Schulberg han contribuido con sus novelas y relatos a engrandecer literariamente una industria en la que arte y negocio se mezclan. También los protagonistas que viven y aman en un territorio que convierte los sueños en celuloide. Eso al menos es lo que ocurría en el pasado, hace años, cuando el cine todavía era cine aunque estuviera encadenado a un sistema de producción en el que sus ejecutivos eran los señores absolutos de una geografía que, tal y como la retrata Schulberg en su novela El desencantado (Acantilado, 2004), fue campo minado para escritores con talento.

La novela relata un hecho real, tal real que le costó a F. Scott Fitzgerald prosperar como guionista en Hollywood tras una borrachera histórica que relata con todo lujo de detalles Aaron Latham en Domingos locos (Anagrama, 1971) y en la que Schulberg fue testigo privilegiado.

Esta tragedia norteamericana le inspiró El desencantado, novela en la que realidad y ficción se mezclan con mano maestra.

El desencantado cuenta la historia de un gran escritor olvidado, Manley Halliday, y un joven guionista que son contratados por un productor para que escriban el guión de una película de ambiente universitario. Pese a las humillaciones y sentirse desubicado en Hollywood, Halliday continúa manteniendo el talento que lo convirtió en una estrella de la literatura en la década de los años veinte. Se ha divorciado de su mujer, el amor de su vida, y ahora vive con una montadora de películas que no le pide demasiado. Manley Halliday confía en volver a ocupar las primeras planas de los periódicos gracias a una novela en la que trabaja aunque por desgracia su dependencia al alcohol, del que lleva varios meses alejado, se convertirá en su maldición.

Retrato feroz de Hollywood, El desencantado tiene otras lecturas que enriquecen una novelas que también habla de la nostalgia, el amor, envejecer sin que uno se dé apenas cuenta, la iniciación y el talento, entre otros temas que Budd Schulberg, hijo de uno de los fundadores de la industria cinematográfica, conocía muy bien.

La novela está narrada en tercera persona y se centra en la relación de camaradería que poco a poco va brotando entre el viejo y joven escritor, así como fragmentos del pasado en los que observamos momentos esplendorosos y no tan brillantes de la vida de Manley Halliday, un hombre que se quedó colgado en una época que ahora resulta incómoda por extravagante y derrochadora.

El retrato que ofrece Schulberg de Halliday, un trasunto de Scott Fitzgerald, es generoso y tierno, aunque no por ello oculta las contradicciones de un escritor con enorme talento que no supo enfrentarse a los nuevos tiempos.

El desencantado es literatura de verdad, una novela que enciende emociones y que a ratos conmueve y en otros enfurece. Los personajes están excelentemente diseñados, tienen cuerpo y resultan reales, y la atmósfera, el glamour de Hollywood se refleja con extraordinario realismo. Detrás de toda esa lluvia de serpentinas y confetis de colores no hay absolutamente nada, la industria del cine la dirigen productores sin alma, gente que no ha leído un libro en su vida y que se permite el lujo de explotar a sus autores, escritores a los que paga generosamente aunque no sean guionistas.

Son muchas las voces que han dado su visión de Hollywood pero no conozco a casi ninguna que tenga la fuerza literaria de Scott Fitzgerald y, naturalmente, Budd Schulberg, autor este último de otra novela sobre Hollywood, la notable ¿Por qué corre Sammy?, una poderosa y descarnada autobiografía y de obras tan sobresalientes como Más dura será la caída, Un rostro en la multitud y La ley del silencio, todas ellas llevadas al cine.

Saludos, cámara y acción, desde este lado del ordenador