Archive for Septiembre, 2020

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife pone al frente del OAC a una mujer sin experiencia en Cultura

Miércoles, Septiembre 23rd, 2020

Adelantamos y subimos la noticia el viernes pasado, 17 de septiembre, y este martes, 22, se confirma lo que habíamos escrito pese a los recelos de los de siempre que son, paradójicamente, los mismos que tacharon de la lista de candidatos a Xerach Gutiérrez para director gerente del Organismo Autónomo de Cultura (OAC) y nombrar en su lugar a Carlota Cobo Hernández pese a que su currículo y su experiencia en Cultura sea inexistente. Bueno, hizo prácticas en una empresa dedicada a estas cosas hace unos años…

Lo cierto es que el sector cultural de la capital tinerfeña está que arde pero como pasa siempre nadie hará nada. Va siendo hora no obstante de perder el miedo y que los candidatos y candidatas con un currículum de mayor peso que el de Cobo Hernández denuncien o griten su contrariedad que para eso Dios le dio boca.

Pero no pasará nada. Eso lo saben en el Ayuntamiento y eso lo saben los que ahora mismo se suben por las paredes. Deberían de ver la cantidad de soflamas incendiarias que me han mandado por guasap. Lamentos desgarrados, la palabra PUCHERAZO escrita con mayúscula… Lo de siempre solo que ahora sí tiene bastante de verdad pero vivo en una capital de provincias dormida. Lo que me inquieta porque cuando despierte, y 2021 será un buen año para que su ciudadanìa abra los ojos cuando no tenga nada en los bolsillos, se cabree porque su existencia –hasta el día de ayer sumida en una plácida ignorancia– se transforme en despiadada pesadilla…

Dicen en el Ayuntamiento que lo que hizo ganar a Carlota Cobo fue su perfil de administradora y no tanto su experiencia en esa cosa tan molesta que es la Cultura por aquello que hace pensar y todo eso… Pero el caso es que si uno lee su currículo no deja de sacudir la cabeza pensando si quienes votaron por ella no estaban drogados y bebidos. Me imagino la escena como los últimos días de Adolf Hitler, encerrado en ese búnker a medida que se acercan las tropas del glorioso ejército rojo, y los oficiales nazis se dedican a dilapidar lo poco que tienen porque todo está perdido. Y sí, todo parece perdido para la Cultura en esta ciudad abandonada de la mano de los dioses pero qué más da, pensará el iluminado.

Con todo, le deseo lo mejor a Carlota Cobo Hernández, no lo va a tener fácil. Tampoco la concejala de Cultura, Gladis de León aunque algo me da en la nariz de que si está al frente del área es para cobrar a fin de mes y no por vocación de sacrificio en unos tiempos que demandan ideas para reforzar la Cultura ante la amenaza de hambre que se avecina. Pero como que no… La agenda cultural irá por otro lado y a mi me suena a que apostará por la música. ¿Qué tipo de música? Eso solo Dios lo sabe.

En fin y para qué voy a encargañarlos, no me sorprende el nombramiento ni que tras el descalabro de Xerach Gutiérrez se haya apostado por una mujer (aunque su currículo pese a que sea mujer no sea el mejor para ocupar esta responsabilidad) pero sí que me preocupa que hayan hecho las cosas con tanta jeta, como si no importara a quién poner al frente del área y despreciar con ese gesto a los 17 candidatos restantes que, conozco a muchos de ellos y ellas, contaban con mayor currículo y experiencia en territorio tan complejo como es el cultural pero, ya se dijo, aquí no pasa nada… no, no pasa nada salvo que el alcalde y su tropita de apandadores continúa tomándole el pelo a la ciudadanía.

En fin, lo de siempre.

Saludos, habrá más, desde este lado del ordenador

Habitar en las cuevas del barranco de Santos

Martes, Septiembre 22nd, 2020

Antes de que se desencadenase la tormenta de la Covid-19 llegó a mis manos y de forma casual un libro, Dos mundos y un volcán, que me demostró la dimensión de lo que literariamente puede dar este archipiélago cuando lo que se quiere es radiografiar su espíritu y al mismo tiempo desentrañar su territorio.

El problema es que sobre el autor de ésta y otra joyita olvidada por el tiempo, La ciudad tiene otra cara, Luis Gálvez Monreal, continúa siendo un perfecto desconocido y un escritor del que apenas se conoce nada. O casi nada es lo que hay sobre él si se trastea en Internet, lo que dificulta la labor de intentar al menos acercarse a la vida de un escritor que fue una rara avis en este archipiélago abandonado de la mano de los dioses ya que se trata de un cronista certero de su cochambrosa realidad.

Mucho más cerca en este sentido de las clases populares que la de una alta sociedad que vive en otro mundo y que está sobrealiementada, la literatura de Gálvez Monreal se decanta por retratar a los parias de la tierra, los indigentes, los que no pueden llevarse nada a la boca.

En este sentido, y si uno quiere aproximarse a la Canarias de los años 50 y tener una visión más o menos objetiva de cómo eran y de cómo éramos en aquellos tiempos es inevitable recurrir a los libros de este escritor porque es uno de los pocos, por no decir el único, literato realista que habitó la isla en aquellos tiempos. Se sabe, no obstante, que Luis Gálvez Monreal no era de Tenerife sino nacido en Tobarra, un pequeño pueblo de Albacete, aunque vino a Tenerife en los años 30 y que aquí se quedó hasta los 60. Ejerció, leo en algún lado, como maestro y colaboró activamente en la prensa local de la época. Dejó escrita, que se sepa, dos novelas: La ciudad tiene otra cara y Dos mundos y un volcán. En la primera ofrece un retrato dickensiano de la vida de una pareja de hermanos que son hijos de la calle. Niños que viven como buenamente pueden en una de las cuevas que horadan el barranco de Santos de la capital tinerfeña. En la segunda, ofrece una visión del sur y del norte de Tenerife de los años 50 a través de un viajero que recuerda a uno de los protagonistas de Guad, novela de Alfonso García Ramos que bebe también de las fuentes de la estupenda Los buscadores de agua de Juan Farias.

Por La ciudad tiene otra cara obtuvo Luis Gálvez Monreal el premio Benito Pérez Armas 1955. Se trata de una novela que merece ser reeditada porque además de desvelar la otra cada de la capital tinerfeña, describe con notable pulso narrativo la vida subterránea que se movía entre sus calles y plazas. La historia se centra en una pareja de hermanos que viven como pueden en una cueva del barranco de Santos, y lo que conocen de la ciudad es ese mismo barranco, desde el que contemplan desde abajo el ajetreo de la capital; los alrededores del mercado donde roban para comer, y la calle de Miraflores, en aquel entonces repleta de mujeres que se dedicaban al oficio más viejo del mundo.

Al cuidado de una vieja desdentada que en su tiempo fue una mujer de vida alegre, seña Antonica, los hermanos que no tienen ningún lazo sanguíneo con la anciana se buscan la vida en una ciudad inhóspita que vive (como en su otra novela) en dos mundos paralelos y opuestos. Hay mucha crítica social cuando el escritor refleja un modo u otro de existencia, y señala críticamente con el dedo para sacar los colores a la apática burguesía chicharrera, en parte culpable del fatal destino que aguarda a sus dos protagonistas: la mendicidad, el robo y la prostitución.

El escritor muestra además cómo funcionaban las cosas bajo este nivel, el de las alcantarillas, al margen de la prostitución, aparece una organización que se dedica al mercado negro y describe a un caballero respetable que convierte a niñas abandonadas en sus amantes por un pedazo de pan… Realidades que, como se ve, si son muy duras ahora cómo lo serían en su tiempo.

La lectura de la novela obliga además a plantearse cómo permitió el régimen franquista su publicación y encima que obtuviera un premio literario.

Fascinado por el paisaje y sus gentes, Luis Gálvez Monreal es un escritor al que le interesa reflejar la realidad de aquellos años de hambre. Y lo consigue por partida doble porque sus historias no han perdido intensidad pese al paso del tiempo. En todo caso han ganado en cuanto a reflejo de una época y de unas gentes, pobres, indigentes, habitantes de cavernas que tuvieron vedado nada más nacer el futuro.

Toda esta enorme tragedia tiene lugar en las calles y plazas de una pequeña capital de provincias enferma de provincianismo. Ciudad en la que se mueve la pareja protagonista, personajes que deambulan a la deriva en un Santa Cruz de Tenerife que palpita cuando cae la noche. La hora en la que abren los garitos en los que se da de beber y comer a la parroquia, una parroquia variopinta en la que se funden mujeres de mala vida con marineros con ganas de sexo.

En estos ambientes donde permanece el humo de los cigarrillos y la peste a fritanga que sale de la cocina, se mueve una niña que señá Antonica quiere “vender” a un hombre con posibles y una fauna urbana que come y bebe para olvidar su miserable existencia. Al fondo y como escenario, una ciudad, Santa Cruz de Tenerife que encontró en Luis Gálvez Monreal uno de sus mejores narradores porque es la capital de la isla la otra gran protagonista de esta tragedia humana que termina como empezó, un cuadro de una época que espera reproducirse cuando el mazazo de la pobreza vuelva de nuevo a golpear nuestro confuso e incierto destino.

Saludos, recuperarlo ya, desde este lado del ordenador

13 años

Lunes, Septiembre 21st, 2020

La Garbo vive

Viernes, Septiembre 18th, 2020

No es que fuera extremadamente bella, de una hermosura que estremeciera la sangre que circula por las venas pero sí que tenía algo, un algo que no definiría como sexual sino divino. La conocimos de hecho como la Divina y divina quedó para siempre en la Historia del Cine que no está plagada como algunos creen de seres del otro mundo y sí de muchas y muchos que no son de este mundo.

Greta Lovisa Gustafsson, conocida como Greta Garbo (Estocolmo, Suecia, 18 de septiembre de 1905-Nueva York, 15 de abril de 1990) es otra cosa. Un punto y aparte, un algo indefinible, una mujer que sin ser especialmente rutilante conquistó tanto a hombres como mujeres en pantalla (grande siempre, por favor) porque era divina, ya se dijo, y seducía a la cámara con sus poderes que no son de este planeta.

Comenzó en el cine sonoro, se marchó a Hollywood del brazo de un cineasta, Mauritz Stiller, que creía que la tenía bajo cuerda y allí se liberó de su pesada influencia para provocar un terremoto en la ciudad de las estrellas.

Siempre seria, con esa mirada casi rasgada que otea el horizonte, la Garbo, porque así también se la conoció, se hizo un espacio en aquel mundo de lujo falso y amistades que no valían ni dos centavos para convertirse en la diosa que todavía hoy nos saluda desde sus películas (porque son sus películas) y carteles que cuelgan en las habitaciones de sus seguidores. Todos gentes que la adoran, que rezan en la oscuridad la salvación de su alma invocando su nombre.

¡La Garbo ríe! Exclamó la publicidad tras el estreno de una de sus mejores películas y de una de las mejores comedias de la Historia del Cine. Ninotchka (Ernest Lubitsch, 1939) que dirige con su mágico toque un berlinés que nos enseñó que la risa puede ser elegante… sobre todo cuando sugiere un encuentro, una habitación que se cierra, un casco de acero del amante que se pone sin darse cuenta el esposo hasta reparar que no encaja en su cabeza… La comedia es además un feroz ataque a la Rusia bolchevique y La Garbo, y casi todo el mundo (salvo unos pocos comunistas sin sentido del humor) se ríe con esa rusa que encandila a quien la conoce en un París recreado en estudio que debe ser el París de verdad porque es el de los sueños.

Antes, Greta Garbo había protagonizado Mata Hari, Grand Hotel, Ana Karenina (¿la mejor Karenina?, creo que Tolstói afirmaría con la cabeza mientras se mece su desordenada barba) y una película por la que siento una extraña fascinación: La reina Cristina de Suecia.

Rueda en 1941 La mujer de la dos caras, que parece un título revelador, a las órdenes de George Cukor y de repente, sin avisar, se retira del cine y del mundo y desaparece.

¿Dónde demonios está la Garbo?

La actriz que ya no es actriz y que vuelve a ser mujer se esconde, no quiere que los que la aman vean cómo envejece. Para la Divina no pasan los años. La Divina será eternamente joven gracias al cine.

El mundo no la olvida sin embargo. Y se publican imágenes de la mujer que fue actriz paseando por la calle con gafas oscuras. Los odiosos de siempre la señalan con el dedo y cuestionan su sexualidad en unos tiempos donde se cuestionaban tus gustos de cama y se publica toda clase de basuras, de noticias falsas… Su retiro silencioso genera incluso novelas y películas que se inspiran en ella como Fedora...

Son muchas las anécdotas ciertas y falsas que se han escrito sobre ella. Groucho Marx narra una en sus memorias marxistas, pero la Garbo en aquel entonces era la Garbo con todas sus letras. Otra, un viaje en taxi con Burt Reynolds que no la reconoce hasta que el actor se despide de ella. Claro que entonces la Garbo ya se había convertido en una leyenda de un cine en blanco y negro que ya no volverá, había desaparecido. Volvía a ser la señora Gustafsson hasta su fallecimiento.

Fallecimiento que no acepta su legión de seguidores porque la Divina no puede morir. Vive eterna en sus películas, que son sus películas.

La Garbo ríe, claro que sí, pero sobre todas las cosas La Garbo vive.

Saludos, eternamente a sus pies, desde este lado del ordenador

Carlota Cobo Hernández, gerente del Organismo Autónomo de Cultura

Jueves, Septiembre 17th, 2020

Es probable que el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife anuncie estos días el nombramiento de Carlota Cobo Hernández como gerente del Organismo Autónomo de Cultura (OAC), aunque el gabinete de prensa del Ayuntamiento de la capital tinerfeñan no ha podido confirmarnos aún su nomación.

Se sabe, no obstante, que la Junta Gobierno se reunió este lunes para debatir la designación del director gerente ya que tiene de plazo hasta el 22 de septiembre para resolverlo.

Tras quedar descartado en el proceso Xerach Gutiérrez, a quien desde hace unos meses se señalaba como el favorito para ocupar la plaza, sonó en los mentideros de la capital tinerfeña que la Corporación apostaría por una mujer. Si se confirma el nombramiento de Carlota Cobo Hernández, el Ayuntamiento se decanta por una profesional con un perfil muy bajo en gestión cultural.

Carlota Cobo Hernández es licenciada en Derecho por la Universidad de Granada y en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna. Tiene un un máster en Dirección y Gestión de Empresas Cooperativas y de Crédito por la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila, también conocida como Universidad Católica de Ávila, y fue gerente de la Asociación Española Contra El Cáncer (AECC).

Saludos, a la espera de ampliación, desde este lado del ordenador

Cuarteto de arritmias, visiones desde dentro

Miércoles, Septiembre 16th, 2020

No es habitual encontrarse con un libro como Cuarteto de arritmias (BaraBara, 2020). Y no es habitual porque uno no sabe dónde ni en qué marco ubicarlo. Es una obra colectiva, eso sí que está claro, en la que colaboran cuatro periodistas y escritores que vuelcan en este volumen desde prosa a poesía. Cuenta también con notables imágenes de los propios autores y se aproxima, sin serlo, a una especie de antología quiero entender que de sueños. O de liberaciones.

No hay, en este aspecto, un todo sino un muestrario de creaciones literarias (reflexiones, notas, prosa y poesía) independientes. Y la mayor riqueza que ofrece este libro es, precisamente, su variedad de contenidos, estilos, formas de escritura.

Un dejarse arrastrar por la intuición artística para alejarse del corsé realista que implica el oficio de informar. La idea del volumen, entiendo, fue la de proponer a los participantes a que se sumergieran en la especulación, la fantasía, la creación en el sentido más puro de la palabra. Una petición, más que una orden, con la que se pretendió inducir a los colaboradores a un descanso de sus tareas profesionales para que exploraran los territorios que solo están en su imaginación.

Cuarteto de arritmias se convierte así en un libro catalizador, es una especie de ejercicio para espantar los demonios. También de confesiones que brincan entre la prosa poética y la narrativa tradicional. Una obra, ya se dijo, difícil de catalogar pero ahí se encuentra su originalidad.

En el volumen participan Román Delgado (coordinador); Indra Kishinchand López; Fer D. Padilla y Cristina Quirantes Sánchez quienes ofrecen con sus textos experiencias creativas variadas y muy personales. Da la impresión, cuando se está leyendo el libro que la mayoría fueron escritos por sus autores para sí mismos, de ahí un cierto hermetismo y un dejarse arrastrar por la belleza de las palabras que en ocasiones funciona y en otras no aunque apenas afecte a una obra marcadamente diferente. Una diferencia que se debe a las voces que participan en este proyecto.

Es un trabajo que revela además complicidad entre los miembros que integra el cuarteto, autores que para Claudio Colina Pontes son “viajeros” que emprenden juntos una empresa que tiene mucho de aventurera, de no saber cómo terminará tan complejo itinerario literario.

Ruido de cacharro es el título de la primera sección del libro. Lo firma Román Delgado, quien propone sensaciones sobre lo que observa y que describe con melancolía. Puenteando a la muerte da paso a sí a otro ruido de cacharro, Estado de ánimo (o la ida) en el que el tren es sustituido por un avión. El relato mantiene el mismo spleen pero no es tan oscuro como el primero.

¡Tiempazo! (y la vuelta),
que es el tercer relato de esta sección, resulta relativamente humorístico y difumina sin borrar la melancolía que rodea al personaje. La colaboración de Román Delgado mantiene el tono a lo largo de los siguientes episodios que propone (Otoño, Ley de vida, La pila de libros, Dos payasos, Como una vulgar cerilla y Mi verdadero Robinson Crusoe). Relatos a medio camino entre la confesión y la crítica. Una mirada desde la distancia de las calamidades periodísticas.

Inda Kishinchand López firma Cuestión de grises, un puñado de textos (Ausencia en Berlín, Carne de poema, Tardes de mayo, San Lorenzo, 7, Placebo, Maldita valiente, Evidencia cero, Río seco, Infiernos, Futuro ausente) que basculan entre lo poético y lo real. Dan en conjunto una visión que quiere ausentarse del mundo y que mira con mucho recelo y sospecha un incierto futuro.

Fer D. Padilla es el autor de Cartas desde Absurdistán. Dividido en varios segmentos, cada uno de ellos con su título específico: Eritropsia, Bruja (mucho cuidado con las brujas de Wicklow), el más extenso, y un cuento en el sentido estricto de la palabra y escrito con sonoridad cómica, se suma también la poesía con Es,En lo alto de su cama, Barcos en el aire, La casa del ácido, Cinco sentidos, Lo pinto, Setenta y seis con sesenta y Banda sonora de una vida.

Cuarteto de arritmias termina con Lo prometido es duda, de Cristina Quirantes, retrato de sensaciones que desarrolla en Feria, 85 decibelios de paz, Palabras cruzadas, David y las parcas, Ambrosía sabor café y Destino que cierran un volumen atípico y atractivo ya que ofrece cuatro miradas diferentes que, con mejor y en otros casos no tanta fortuna, indagan sin vendas en los ojos sobre sí mismos y lo que los rodea casi como si fuera en color sepia.

Saludos, días extraños, desde este lado del ordenador