Archive for Mayo, 2022

Cuadernos Hispanoamericanos se hace eco de la producción como cuentista de Nicolás Melini

Martes, Mayo 10th, 2022

El escritor Nicolás Melini (Santa Cruz de La Palma, 1969) es uno de los autores que aparecen citados en las páginas de la revista Cuadernos Hispanoamericanos.

Bajo el título del Cuento actual en español: herencia descentrada, que firma Eloy Tizón, se menciona a una serie de narradores que han elevado en los últimos tiempos el relato corto a la categoría, solo en ocasiones, de obras maestras.

Personalmente, lo llamativo de este sobresaliente dossier es que descubro con estupor que he entrevistado a más de la mitad de los escritores y escritoras que aparecen reseñados lo que me da una cierta sensación de angustia, de vejez que se precipita en este tramo de la vida al que he logrado llegar.

Saludos, muchas felicidades, desde este lado del ordenador

Luis Sánchez-Gijón dirige una serie sobre la Casa de Borbón en España

Lunes, Mayo 9th, 2022

El bulldog francés es una miniserie de dieciocho episodios y con una duración aproximada de siete minutos que escribe y dirige Luis Sánchez-Gijón Cañete. La serie propone un paseo por el legado de la Casa de Borbón española, desde sus orígenes en 1700 hasta el Siglo XX, contado “de manera amena y didáctica, con pequeñas dosis de humor y gran rigor histórico”.

La serie plantea una mirada ácida y mordaz sobre la Historia mientras desgrana la personalidad de los sucesivos monarcas y las consecuencias de sus respectivos reinados.

Ya se han realizado los cinco primeros episodios en los que se explica el concepto de monarquía y su desarrollo en España desde los Reyes Católicos hasta el fin de los Habsburgo. El resto estará dedicado a cada uno de los monarcas borbónicos, “aportando pinceladas sobre sus logros, sus errores, sus capacidades e incapacidades, o su psicología. Siempre en el contexto mundial (cultura, ciencia, política…) en que se desarrollaron sus respectivos reinados”.

Luis Sánchez-Gijón Cañete ha iniciado una campaña de crowdfunding en la que se puede colaborar si se pincha el enlace.

Los primeros trabajo audiovisuales de Luis Sánchez Gijón-Cañente los realizó entre los nueve y los diez años en formato Cine Nic, de ahí pasó al Super 8 y fue progresando hasta llegar, de momento, al 4K.

Tras dirigir varios cortometrajes, colaboró como ayudante de dirección en Esposados, de Juan Carlos Fresnadillo. El primer corto español nominado a los Oscar de Hollywood. En 1998 realizó para televisión la seria infantil Historias de Infoville; la serie fue emitida por la cadena autonómica Canal 9 y por Antena 3.

En 2004 realizó la serie de animación 3D Tinguaro, The Sun Lizard. Una coproducción entre España, Canadá e India y ha sido director de segunda unidad y editor de los largometrajes de Elio Quiroga La Hora Fría (2007), No-Do / The Haunting (2009), La estrategia del pequinés, y The Mystery of King of the Kinema (2014), del que es también productor asociado.

Entre 2013 y 2014 produce y dirige una serie divulgativa de 13 episodios sobre curiosidades de la ciencia titulada Science Gossip, estrenada en televisiones y webs de una decena de países.

En 2015 produce y realiza un documental dedicado a la figura de Émilie du Châtelet, con el título de Lady Newton y la Felicidad. Tras varias interrupciones, lo termina en 2018. Entre 2016 y 2017 participa como ayudante de dirección y director de segunda unidad en la serie Conqvistadores: Adventvm, producida por GlobalSet para Movistar 0#, y dirigida por Israel del Santo y en 2020 y 2021 trabaja como ayudante de dirección en las miniseries El palmar de Troya y El corazón del Imperio. Su última colaboración fue como subdirector en la miniserie documental Lola. Todas ellas dirigidas por Israel del Santo para Movistar.

Saludos, ¡colabora!, desde este lado del ordenador

Santa Cruz de Tenerife ‘busca’ un Director/a General de Cultura y Patrimonio Histórico

Viernes, Mayo 6th, 2022

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife busca un Director/a General de Cultura y Patrimonio Histórico, una figura completamente nueva en el organigrama municipal y que dentro de la jerarquía de la concejalía ocuparía el escalón intermedio entre la concejala, en la actualidad Gladys de León, y la gerente del Organismo Autónomo de Cultura, Carlota Cobo Hernández.

El anuncio se hace público a poco menos de siete meses que finalice 2022. Hay que recordar además que 2023 es año electoral por lo que no deja de resultar llamativo la publicación de la convocatoria.

Como era de esperar –el cierre de plazo de admisiones es el lunes 9 de mayo– ya han comenzado a circular diversidad de teorías en los mentideros de la ciudad. Noticias a las que se le debe de prestar atención porque, para desespero del Ayuntamientos, Cabildos y Gobierno regional suelen dar en la diana.

De momento se dice que ya se conoce quién será el hombre… o la mujer que ocupe esta responsabilidad y que su perfil es más político que cultureta, una palabra ésta que parece que no gusta mucho al equipo de Gobierno municipal como tampoco gusta demasiado al del Cabildo Insular, institución de la que hablaremos la semana próxima ¡estén atentos!l. Otras voces conciden al afirmar que la creación de esta figura, la de Director/a General, se ha diseñado como un “echadero” para el hombre/mujer que finalmente resulte nombrado.

Las responsabilidades que asumirá el nuevo Director General será, entre otras, la de “tomar decisiones directivas o estratégicas” así como la de planificar y supervisar el trabajo de “grupos multifuncionales” y la dirección de la Subdirección que se encuentra bajo su responsabilidad.

Saludos, y la paloma volaba, volaba, desde este lado del ordenador

Markus Hediger: “Los libros no cambian el mundo pero sí pueden cambiar una vida”

Miércoles, Mayo 4th, 2022

Markus Hediger (Zúrich, 1959) presentó el pasado 16 de abril en el Desván Blanco Espacio Cultural, en Santa Cruz de Tenerife, Dar la vuelta a la piedra. Antología personal, 1981-2021 (Animal Sospechoso, 2021), un libro que cuenta con traducciones de José Aníbal Campos, Sara Cohen, Juan Goldín, Rodolfo Häsler y José Luis Reina Palazón. La edición en español incluye también un prólogo que firma el poeta argentino Edgardo Dobry.

El poeta suizo, que prepara en estos momento un nuevo libro, En el cenicero del tiempo, habla cuatro idiomas y es en uno de ellos, el francés, en los que escribe una poesía que él mismo define como “narrativa”.

- Pandemia, confinamiento, nueva guerra en Europa… ¿De qué sirve la poesía en estos tiempos que vivimos?

“La poesía siempre es necesaria porque puede ayudarnos a superar cosas tan graves como las que menciona. Tal vez no la guerra, porque la guerra es un asunto en el que desaparecen todos los valores pero en los países en los que no hay guerra en general la lectura cambia la vida porque los libros no cambian el mundo pero hay libros que pueden cambiar una vida. Ese fue mi caso, no soy la misma persona después de leer a ciertos autores”.

– ¿Qué autores?

“Gustave Flaubert y la poeta Alfonsina Storni que para mi es una de las grandes de la poesía del siglo XX. Es una autora moderna, urbana, feminista y tiene humor, humor negro en ocasiones”.

- Me cita a un autor francés y a una autora argentina pero no a ningún escritor suizo.

“Fui muy amigo de una poeta que este año hubiera celebrado el centenario de su nacimiento, Erika Burkart, que falleció en 2010, y que tuvo mucha influencia en mi vida. Otros autores suizos me han impactado pero no los considero como mis maestros”.

- En sus biografía destaca que escribe en francés y no en alemán, que es su lengua materna, ¿por qué?

“Porque cuando era muy joven, con 17 o 18 años, me di cuenta que mi madre leía mis manuscritos, entonces escribía teatro, y cuando quise escribir una obra en la que uno de los personajes estaba inspirado en mi madre pensé ‘¿que hago ahora?’ y recurrí al francés porque ella no lo entendía muy bien. Descubrí además que mientras escribía en francés todas las palabras me resultaban nuevas, frescas, sin pasado ya que no tenían relación con mi lengua materna, fue un proceso de conquista que duró varios años, tantos, que todavía dura”.

- ¿Ha escrito poemas en alemán?

“No”.

- ¿Recuerda a que edad escribió su primer poema?

“El primer poema lo escribí con 19 años y fue en francés. Tuve un profesor de esa lengua que me dijo que así no, y fue él quien me inculcó la versificación clásica. De hecho, todavía escribo en versos totalmente clásicos aunque no lo parecen porque no hay rima pero creo que el lector capta que tienen un ritmo”.

- Un trabajo difícil.

“Sí que lo es porque me pongo muchos obstáculos, pero esos obstáculos me obligan a que los supere. La libertad del verso libre se confronta con la primera idea que te viene a la cabeza pero si aparecen obstáculos te planteas cómo tienes que expresar esa idea y eso a mi me inspira. Es decir, que los obstáculos me inspiran”.

- ¿Ha escrito poesía en otro idioma que no sea el francés?

“No, solo escribo poesía en francés, que es un idioma que conozco y que traduzco al alemán y a veces al italiano y al español pero con estos últimos idiomas nunca en un libro entero. He traducido poemas de algunos amigos y dos de Federico García Lorca que se publicaron en Alemania. El estilo de Lorca me parece de verso moderno aunque no lo sea porque todo en él es clásico y bien contado”.

- Ha traducido entonces más poesía que narrativa.

“Sí, pero en una antología tú escoges los poemas que te parecen traducibles y dejas los que consideras intraducibles porque me resultan muy frustrante en estos últimos casos que pierdan mucho de su espesor original. Por eso escojo los poemas que puedo traducir, conozco mis límites”.

- Y como traductor, ¿es más fácil traducir un ensayo o un poema?

“Depende. Una de las grandes figuras de la literatura suiza, Alicia Rivaz, tiene frases que ocupan de tres a cinco líneas en su última novela por lo que me resultó extremadamente difícil traducirla por su estilo pero hay también otros autores igual de excelentes que no sé traducirlos sobre todo cuando emplean juegos de palabras. No obstante, conozco traductores que lo hacen muy bien pero yo soy incapaz de hacerlo, a lo más que llegó es a traducir cierta ironías pero nunca el virtuosismo verbal”.

- Ha dicho que descubrió Argentina a través de la obra de Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni y Manuel Puig. ¿Se puede descubrir un país a través de sus escritores?

“En mi casos fue un poco así con Argentina aunque a Borges ya lo había leído antes de viajar a ese país, sobre todo su poesía. Después comencé a leer a Storni, que me encantó. Llegué a conocer de memoria catorce de sus poemas y sentí cierta ligazón con ella y con su obra porque nació en Suiza (Sala Capriaca) hasta que marchó con su familia a la Argentina, estableciéndose primero en San Juan. La estancia resultó un fracaso y la familia regresó al completo a Suiza, donde permanecieron unos cuatro o cinco años para trasladarse otra vez y de manera definitiva a Argentina, país en el que tuvo que aprender español porque solo sabía hablaba italiano”.

- ¿Y qué impresiones le quedaron de Argentina?

“Me gusta mucho el sentido del humor de los argentinos, me parece muy parecido al europeo. No es el caso de, por ejemplo, los colombianos, que tienen otro sentido del humor. Es interesante como pasan las cosas”.

- Creo que escribe también ensayos.

“Escribo ensayos, como un texto dedicado al centenario del nacimiento de Erika Burkart y otros en los que reflexiono sobre autores a los que conocí pero lo mío es la poesía, una poesía narrativa en la que intervienen personajes y que cuenta con un lado dramático en el que los protagonistas hablan y desarrollan escenas que recogen mis experiencias como dramaturgo en mi juventud ya que conservan a los personajes de los que hablé cuando tenía 20 años y que fui recuperando a través de la poesía”.

- Ya no escribe prosa.
“No, ya no. Mi vida está un poco apuntando al final así que si escribo otros libros serán uno o dos más de recuerdos, lo que me parece suficiente”.

- ¿Tuvo maestros, personas que lo ayudaron a que se formara como poeta?

“Tuve dos maestros: Erika Burkart y George Schehadé, un poeta nacido en Alejandría, Egipto, a quien conocí en París cuando tenía veinte años y que fue amigo de los surrealistas. Su escritura me parecía muy rara y cómo no la entendía fui a verlo y se lo dije. Me respondió entonces “hay jardines que no tienen país que están solos con el agua”, y volví a insistir en que no lo entendía y me respondió que iba de lo más pequeño a lo más grande y ahí sí comprendí. Comprendí que había que entender con el corazón, sentir, sentir algo. George Schehadé significó para mi una escuela, una escuela genial. Cuando le presenté mis primeros poemas me dijo que lo que escribía era demasiado bueno, que era como el oro, solo que el oro es blando y tenía que ponerle cobre para que aquellos poemas adquirieran solidez. Y esa imagen, la del oro y el cobre me pareció de una fuerza arrolladora. Otro consejo que me dio fue que la fuerza del verso no está en los adjetivos sino en los sustantivos y el verbo. Y me recomendó usar adjetivos muy de vez en cuando y a ser posible que estos resultaran banales como viejo, bello, grande, pequeño. Son consejos que todavía sigo”.

- Cree entonces que es necesario contar con uno o varios maestros para escribir poesía.

“En mi caso sí pero pertenezco a otra generación. Tengo la impresión que los jóvenes de hoy se creen que son genios y que no necesitan conocer la técnica. Por ejemplo, mi abuelo fue carpintero y alguien le enseñó esa profesión. Lo mismo ocurre con un poeta o con un pintor. A veces me pregunto si actualmente un compositor sabe escribir una sinfonía a lo Mozart. Lo que quiero decir es que el aprendizaje de una profesión es esencial pero hoy es otra cosa”.

- ¿A que otra cosa se refiere?

“Hay generaciones que tienen sentido de las formas, que para mi son muy importantes. Es como si hubiera una voluntad formal que a veces es circular y que, personalmente, en mi caso es muy importante”.

- Antes dijo que su poesía es narrativa, que cuenta con personajes.

“Son pequeñas escenas. Por ejemplo, ya no aparecen mujeres en la ventana que están tejiendo y que vi siendo niño. Los jóvenes de hoy, quizá hayan visto esa escena en una película pero no cómo yo la vi. Uso palabras que mis alumnos ya no entienden porque han ido desapareciendo. El mundo cambia tan rápido que en los últimos treinta años hay todo un pasado no tan lejano que la gente no entiende y nos les conmueve porque no lo conocen, ya no existe. A veces me da la impresión que los jóvenes no tienen sentido de la historia, que no quieren saber de donde vienen, tienen la percepción de que el mundo nació con ellos, que antes no hubo nada”.

- ¿Qué elementos considera que son recurrentes en su poesía?

“Algunos personajes, como mi abuela, mi tía bisabuela, mi madre o esa persona que tejía asomada a la ventana y que aparece en mi primer libro, en el segundo y ahora en el tercero. Me ha acompañado más de cuarenta años, en 1982, 1998 y el 2021. Hay personajes que a veces me acompañan”.

- Y esas personas, ¿son siempre las mismas?

“Respecto a esa persona se puede conocer un detalle en mi primer libro, personaje que luego se apodera del segundo y pasa a ser otra historia en el tercero”.

- ¿Y por qué recurre a ellos?

“Son impresiones tan fuertes de mi vida que casi me quemaron por dentro.

- ¿Qué tono tienen sus poemas?

“Tengo mucho de elegíaco pero que no hace llorar aunque se traten de momentos muy emocionales. Otro tema es el olvido que quiero recuperar. Por eso me encanta estar en el Desván Blanco porque en mi país es lo que está debajo del techo y en el que se colocan las cosas viejas que no se quieren tirar. El desván es un lugar mágico, una especie de entre mundos en el que poder recuperar cosas para la vida. Es el lugar por excelencia de mi inspiración. En el desván de mis abuelos estaban guardados los recuerdos de mi tía bisabuela, ingresada en un hospital psiquiátrico. De niños solíamos jugar en el desván con los vestidos y los muebles que estaban allí guardados,y colgábamos una cortina en unos hilos para guardar la ropa y hacíamos teatro vistiéndonos con los abrigos negros mi tía bisabuela”.

- ¿Han sido traducidos su libros de poesía al alemán?

“Sí, pero no por mi. Tengo traductores y trabajamos juntos”.

- ¿Se vería capaz de traducir su poesía al español?

“Sí”.

- Pero prefiere un traductor.

“Sí, alguien que me corrija”.

Saludos, danke, desde este lado del ordenador

Manieristas, un libro de ¿Claudio Colina Pontes?

Lunes, Mayo 2nd, 2022

“-Disculpe, caballero –me dirijo al punk de camiseta rajada, collar de perro, muñequera de tornillos roscachapa, rímel churreante y sobaquina veterana–, ¿has visto por aquí unas gafas de montura plateada? Se me cayeron justo ahora, vaya, con este agite…
¡Que no hay gasoil! – repite el cantante”.

(Sopa de partículas, un relato que forma parte del volumen Manieristas, de Claudio Colina Pontes, Ediciones Aguere/Idea, 2022)

Hace unas semanas comentábamos en esta misma página la última novela de Claudio Colina Pontes, pseudónimo tras el que se esconde Gabriel Díaz, que prefiere, como prefieren otros escritores y escritoras firmar con otro nombre su obra literaria. En el caso de Pontes/Díaz, una producción que viene de atrás aunque nosotros tuvimos noticia de su presencia en la república de las letras gracias, precisamente, a esa novela, Ocho, que, como se dijo, ya se reseñó en estas mismas páginas.

Ya comentamos que la lectura de la novela nos había descubierto a un escritor con indudable talento narrativo, lo que nos hizo pensar si esta aparente facilidad para contar historias largas podía traducirse en los textos cortos. Y casi como si leyera nuestro pensamiento, Claudio Colina Pontes (a partir de ahora utilizaremos su pseudónimo como literato) presenta Manieristas. Casisienes, relatos cortos, largos y medianos que coedita Ediciones Aguere/Idea.

Se trata de un volumen ligero de páginas, la narrativa de Colina Pontes no abusa de palabras, no engorda el volumen de un libro, y además de la originalidad de la propuesta, de la razón que da origen a esta obra, además de contener cuentos, podría decirse que se trata también de una novela corta porque los relatos que lo estructuran están protagonizados por los mismos personajes, Bene, una chica parapléjica y un profesor cuyas aventuras y desventuras se desarrollan en conciertos musicales que protagonizan grupos como Ataúd Vacante, Los Diplomáticos, Suede y Los Planetas y Smashing Pumpkins,
entre otros. Es decir, que todos los cuentos que se reúnen en este libro cuentan con su personal banda sonora aunque más que el directo, que de la música que llena el aire, lo que le importa a su autor son describir emociones, mordiscos de realidad con la misma absorbente cualidad con el que nos contó esa huida hacia adelante que narró en Ocho.

Se insiste en la novela porque los relatos que se incluyen en Manieristas revelan a un escritor que sabe narrar aunque se deje llevar por las formas, el virtuosismo, más que por los contenidos. Es decir, que se nota que aprecia más la manera en cómo cuenta lo que nos cuenta que contar una historia. No sé si me explico, lo que se quiere decir es que prefiere cuidar el estilo más que lo que desea contar. Los cuentos que contienen este libro no terminan de hecho, casi parece como si dejara suspendido en el aire un final que no llega. Esto no quiere decir que se traten de relatos con continuará, ni siquiera que dejen puntos suspensivos registrados en el papel, sino que se tratan de finales libres, que su autor deja abiertos para que sea el lector quien le busque sus propias conclusiones.

Claudio Colina Pontes es un escritor al que le gusta experimentar, y experimenta con piezas que intercala en los cuentos entendamos más o menos convencionales, con otros que no superan las noventa y nueve palabras, de ahí lo de Casisienes del título, donde la falta ortográfica resulta, obviamente, deliberada. No se trata, sin embargo, esta apuesta de aspirar a contar en casi cien palabras algo, de lo mejor de Manieristas. Se nota que no le salió demasiado bien el experimento ya que no aportan demasiado al resto de un libro que sí que crece cuando regresa a las aparentemente tranquilas aguas del cuento “convencional”. De la historia en la que además de la muchacha parapléjica y de su acompañante por los distintos conciertos en los que circulan, aparecen también un sacerdote acosado de pederastía y un cándido voluntario católico.

La voz a la que se recurre para contar estos cuentos, breves e intensos, muchos de los cuales no dejan ni tiempo para cortar la respiración, va desde la primera persona a la tercera, lo que da al conjunto final un variado y entretenido son, así con todas sus letras: son, a un libro que bien podría haberse titulado “Historias que tienen lugar en un concierto de música”. O “Historias que tienen lugar en un concierto de rock” aunque también suena al modo del clásico hilo musical, música de ambiente, algo de clásica y disco…

Manieristas incluye al final del libro una Guía para lectores curiosos en la que indica qué grupo o solista actúa en cada uno de estos relatos que, salvo la experiencia fallida de los casisienes, muestran a un escritor no sé si talentoso pero sí con capacidad para llamar mi atención. Y eso me basta para seguir adelante con un librito magro en páginas y con atractivo para todos aquellos que han disfrutado de la experiencia de asistir a un concierto en riguroso vivo y directo y con las historias que, al margen de los musical, vive con otros semejantes que han ido al mismo lugar y con el mismo objetivo.

El libro cuenta con una excelente portada que firma Idafe M. Hernández Plata en la que se muestra la pala de una guitarra eléctrica Fender Stratocaster. Un elemento que resume a modo de símbolo las intenciones de este volumen de cuentos que debería ser leído escuchándose de fondo, y en tono muy bajo para no despistar la lectura, las canciones con las que, sospecho, fueron escritos por el escritor.

Saludos, es lo que hay, desde este lado del ordenador