Archive for Septiembre, 2022

Como polvo en las alas de una mariposa

Sábado, Septiembre 24th, 2022

“No te pido que me ames siempre como ahora, pero te pido que recuerdes. En algún lugar dentro de mi siempre estará la persona que soy esta noche”.

Ernest Hemingway, que cuando no estaba dando puñetazos sacaba su alma de poeta, describió el talento de Francis Scott Key Fitzgerald (Saint Paul, Minesota, 24 de septiembre de 1896-Hollywood, California, 21 de diciembre de 1940) como “polvo en las alas de una mariposa” y algo hay de eso en el genio del escritor que fue la voz de una generación, la del jazz, y uno de los más destacados representantes de la generación perdida, término que acuñó en su retiro de país Gertrude Stein, y etiqueta que acompañó a un grupo singular de escritores norteamericanos que no tenían raíces, jugaban con el idioma y escogieron París como la ciudad en la que vivir una juventud que pensaron sería eterna durante una década, la de los años 20, en la que las mujeres comenzaron a darse codazos para decirle al mundo como flappers que ahí estaban ellas, que ya nada iba a ser como antes.

En este escenario, se movió Scott Fitzgerald, un escritor al que el éxito le llegó demasiado pronto con A este lado del paraíso, novela en la que cuenta la iniciación de un aplicado estudiante universitario, Amory Blaine, en la ciencia nunca exacta del amor.

El escritor vivió con Zelda Fitzgerald, una adorable chica del sur que cuando cambiaba de carácter se convertía en un terremoto, los mejores años de “nuestras vidas” y escribió unas cuantas novelas que le abrieron los ojos no solo a los jóvenes de su tiempo sino a los que vendrían después.

Siento aprecio y un profundo agradecimiento por la mayoría de los escritores que formaron parte de esta generación, pero siento especial debilidad por Scott Fitzgerald porque fue una especia de outsider dentro de ese grupo que integraban hombre de pelo en pecho como el autor de El viejo y el mar, o tipos de izquierdas que tras la experiencia de la guerra de España se fueron al otro lado de la balanza sin dejar de ser en ningún momento excelentes narradores como John Dos Pasos, entre otros.

En contra de lo que era natural, me inicié en la literatura de Fitzgerald leyendo Hermosos y malditos, que sigue el curso de un grupo de amigos y amigas universitarios que son, como dicta el título, hermosos, sí, pero también malditos.

Más tarde leí, o mejor, devoré que se escribe así para aquellos cretinos que quieren imponer sus reglas, El gran Gatsby, que sigue siendo no sé si la mejor pero sí que la novela más popular del escritor norteamericano, y que ha sido llevada que ahora recuerde en tres ocasiones al cine con resultados digamos que irregulares, aunque la versión de Jack Clayton con guión de Francis F. Coppola e interpretación como Jay Gatsby de Robert Redford marque un antes y un después en el revival de los años 20 que vivimos unos cuanto a finales de los 80, imitando aquellas fiestas regadas con champán mientras nos hacíamos pasar por filósofos con el corazón roto.

Después vino la lectura de su primera novela, A este lado del paraíso, la inconclusa El último magnate, que cuenta con una versión cinematográfica dirigida por Elia Kazan y que debería ser como un libro a lo Santo Grial para todo cinéfilo que se precie y Suave es la noche, que es su novela más generosa en páginas y me atrevería a decir que triste.

La historia está inspirada en la propia vida del escritor, ese amargo momento en el que tuvo que internar a su esposa, Zelda, en un sanatorio porque se le había ido la pinza.

No dejó, que ahora recuerde, otras novelas pero sí que nos legó un numeroso puñado de cuentos y algún que otro ensayo que los que aún sentimos devoción fitzgeraldiana leemos caigan o no relámpago. Les recomendaría que se leyeran Las historias de Pat Hobby, o las desventuras de un guionista sin demasiada suerte en Hollywood, Flappers y filósofos y Cuentos de la era del jazz, entre otras recopilaciones que muestran el talento que tuvo el escritor para adentrarnos en una época muy cercana, pese a los años que nos separan, de la nuestra…

Tras internar a su esposa en un hospital para chalados e intentar buscarse la vida como guionista en Hollywood con resultados catastróficos, solo aparece acreditado en un largometraje, Tres camaradas, aunque colaboró sin aparecer su nombre, en el libreto de Lo que el viento se llevó, Fitzgerald conoció a una periodista de chismes, Sheilah Graham con la que vivió los últimos años de su vida.

La versión de esos días la reflejó Graham en Días sin vida, que fue llevada al cine con Deborah Kerr, en el papel de la periodista chismosa y Gregory Peck en el del escritor, y en ella se nos describe el ocaso de una estrella que ya no reconoce nadie y su descenso a los infiernos hollywoodienses, donde todo el mundo se cree capaz de cambiar, modificar, lo que escribe aquel vejestorio llamado Scott Fitzgerald.

Esta humillación, el hecho de verse sin una cuenta bancaria que garantizara su estabilidad financiera y el abuso del alcohol fue minando la salud mental como física de un autor que no tuvo que haber tenido el final que se lo llevó al otro barrio. Ese mismo barrio en el que nos encontraremos todos un día de estos.

Pese a los esfuerzos de Sheila Graham, Fitzgerald solo tuvo una mujer en su vida, y esa mujer fue Zelda, con la que además tuvo una hija, Scottie, que fue como un sol en aquella relación que terminó por deteriorarse y que Hemingway ya vaticina su fin en París era una fiesta, que a mi me parece uno de los mejores libros del escritor aunque no sea ni un cuento ni una novela de ficción.

El autor de El gran Gatsb y animó a su esposa Zelda que escribiera. De hecho, no fue una mala escritora una mujer que, antes de que se le fuera la cabeza, era el alma de las fiestas locas, locas y locas de aquella década que tuvo el jazz como banda sonora.

“Puedes acariciar a la gente con palabras” dijo Scott Fitzgerald, también “Ven, bésame y olvidémonos de todo”, que es una solución infalible para evitar malos encuentros, rollos que se deterioran, aventuras que dejan de volar…

Mi aprecio por Scott Fitzgerald es tan gran que sé que es uno de los míos. Y es que resulta, efectivamente, de los míos. Con él aprendí a observar las cosas con otros espejuelos, dándome cuenta la mayor parte de las veces que todas las épocas son igual y que solo el amor las hace soportables porque Fitzgerald, además de ser la voz que hizo eterna a una generación también fue clave para la que pertenezco… Vivimos un tiempo que nos hizo creer que el mundo sería nuestro y nos levantamos tiempo después es un escenario que poco o nada tenía que ver con aquella felicidad que marcó nuestra existencia.

Nadie le dijo a la generación de Scott Fitzgerald como a la que pertenezco que así, con la rapidez de un chasquido, se nos iría tan pronto la juventud, la vida… Y que lo que somos es tan solo un soplo o, como escribió Hemingway, el polvo en las alas de una mariposa.

Saludos, llueve, desde este lado del ordenador

Xavier Valiño: “El rock se influencia y contamina con otros géneros musicales”

Viernes, Septiembre 23rd, 2022

Xavier Valiño, que recuerda su infancia en un pueblo de Lugo encima de un carro que arrastran dos vacas mientras chapurrea en un inglés inventado las canciones que escucha por aquel entonces en la radio, el cine y la televisiòn, presentó el jueves pasado, 22 de septiembre, sus dos últimas obras: Las 100 mejores películas del rock y Los 100 mejores documentales del rock, ambas obras editadas este mismo año por Efe Medio, y libros que gustarán por igual a los más melómanos de la casa com o a los cinéfilos, tribuis que no tienen que ir cada una por su lado cuando hay fuerzas que tienden a que converjan.

En estas dos obras, ya de referencia y que han obtenido el premio al mejor libro mnusical del año que concede Pop Eye, el especialista divida por décadas los largometrajes y series que, a su juicio, son las mejores películas y documentales de una expresión que vive en plena evolución y proceso de transformación.

- Se han estrenado varias películas de ficción y documentales sobre el mundo del rock después de la publicación de sus dos libros. ¿Hubiera añadido algunos de estos largometrajes a la lista de los 100?

“La idea en un principio fue la de confeccionar un libro sobre películas de rock pero decidimos hacer dos, uno de ficción y otro de documentales. En documentales, supe de The Beatles: Get Back y una serie sobre Aretha Franklin así que es muy probable que si el libro se publicase hoy habría añadido uno o dos de estos estrenos”.

- En los dos libros además de citar películas de rock también selecciona otras de jazz, blues, country… ¿por qué?

“Entiendo que el pop, el soul, entre otros, nacen y conviven con el rock. Se influencian y contaminan mutuamente. Public Enemy hace hip hop con elementos de rock. Pensamos en Eric Clapton y hace blues y pop rock. Considero que AC/DC hace rock. Era difícil decir no, solo voy a seleccionar películas de rock porque el rock tiene vasos comunicantes y entiendo que desde los medios, cuando se habla de rock, siempre se ha hecho en un sentido amplio. Por eso en los libros hay artistas de otros estilos y de otras latitudes, no solo anglosajones”.

- No aparece ninguna película española.

“Lo dejé para un tercer volumen… Eso si lo hago porque tengo que pensármelo. Cuando empecé a elaborar una lista no llegué a apuntar 100 películas españolas, sumando incluso las de ficción con las documentales que me resultaran interesantes. Si se escribe este libro habría que ver cómo hacerlo… En la página web podría dar salida a unas 30 películas españolas de rock y por eso mismo no me aventuro a hacer un libro, no tiene enjundia si bien hay películas tan atractivas como Un, dos, tres, al escondite inglés pero hacer un libro de películas rock españolas igual a Las 100 mejores películas del rock y Los 100 mejores documentales costaría mucho”.

- Y según usted, ¿qué condiciones debe reunir una buena película de rock?

“Los dos libros son un trabajo subjetivo y entiendo que haya gente que diga que falta una película y otra más en mis 100 pero sí que he tenido un poco en cuenta las películas mejor valoradas por la crítica aunque no me he guiado solo por ahí. Una buena película de rock, a mi juicio, debe de tener primero un buen argumento y una lenguaje cinematográfico interesante, también una buena banda sonora y la mayor parte de las películas que se incluyen en este volumen reúnen estos requisitos”.

- Hay alguna película que le hubiera gustado añadir y que por olvido no incluyó en estos dos libros?

“No, la verdad, en otras entrevistas me han dicho que le gustaban más la película sobre Queen que la que se hizo sobre Elton John pero incluyo la de Elton John porque me gusta más que la de Queen. Lo primero que hice cuando me puse a escribir el libro fue seleccionar 200 películas, 130 volví a verlas de nuevo y muchas no estaban a la altura de lo que recordaba de ellas como Gran Bola de fuego y Purple Rain, de la que guardaba buen recuerdo pero que volví a ver y su guión me pareció ahora muy endeble y las dotes como actor de Prince muy escasas. Tenía mejor recuerdo del biopic de Jerry Lee Lewis y cuando volví a verla me pasó lo mismo que con la de Prince”.

- ¿En ambos libros tuvo claro desde el principio qué película debían de aparecer en los libros?

“Tuve claro cuáles debían de aparecer pero algunas al verla otra vez se quedaron fuera. Decidí, además, ordenar las películas cronológicamente, por décadas, y en cada una destaco la película que considero más importante de esos años. Éstas salieron casi desde el principio. Al final solo hubo uno o dos cambios. El documental de Tom Pettit lo sustituí por Anvill, que trata sobre un grupo de heavy y que es uno de los cuatro mejores documentales que se han hecho en la historia de la música rock. El último vals, de Scorsese está destacadísimo, como Stop Making Sense, el concierto que Jonathan Demme grabó de los Talking Heads, y que a mi juicio son dos de los más destacables documentales de la música. Hay otro sobre Chet Baker pero al ser más jazz ocupa solo dos páginas del libro pero que también, y es mi opinión, es uno de los mejores de la historia de la música”.

- Ha explicado que el libro tiene un orden cronológico… ¿tiene especial debilidad por una década en concreto?

“El orden es cronológico y a mi me gustan las películas y no las décadas. Sí que descubrí a medida que iba escribiendo el libro que en los años 70 se hizo muchas películas de rock porque coincidió que los cineastas americanos de esa década nacieron y vivieron su adolescencia con este tipo de música”.

- ¿Y debilidad por un estilo en especial?

“Me gustan todos los estilos pero puestos a reconocer, aparece un documental sobre Led Zeppelin que a mi no me interesa demasiado pero que tenía que estar en el libro. En este sentido, hay un 10 por ciento de bandas que no sigo tanto o que escucho sus discos pero no me llaman tanto la atención en los dos libros. Es decir, que no se quedaron fuera porque preferí no tirar de mis gustos”.

¿- Recuerda la primera película que vio una película de rock?

“No puedo estar completamente seguro de cuál fue la primera pero a los catorce años vi en un cine Quadrophenia, sobre las luchas entre mods y rockers en la playa de Brighton pero la que lo cambió todo la disfruté en una sala en versión original de unos cines de Madrid: Yesterday, una película polaca de los 80 en las que unos chavales imitan a The Beatles y me supo situar en un mundo en el que me contaban historias personales y de otras latitudes que no eran anglosajonas. Yesterday fue la película que me abrió los ojos y la que me hizo que me dedicara a esto”.

-¿Y desde cuándo lleva en esto?

“Empecé a escribir sobre música con trece años hasta que un día un tipo de la radio vino por el colegio a ver quién quería hacer un programa y levanté la mano. Después escribí de música para periódicos locales y hasta el día de hoy.”

- ¿Está preparando algún nuevo libro?

“Tengo uno en proyecto que no tiene nada que ver con la música y sí con Canarias pero no puedo decir más porque me roban la idea. Es probable que lo publique yo mismo. Por otro lado y con Efe Eme estamos trabajando en otro proyecto”.

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El caso Quevedo

El éxito de una canción (BZRP Music Sessions #52) y la durísima crítica que su intérprete y compositor recibió en un periódico de difusión nacional hizo que de pronto el nombre de su autor, Quevedo, fuera reconocido por casi todos los que siguen la realidad de este país. ¿Qué opina sobre todo esto Xavier Valiño? Para el especialista refleja claramente “un cambio de paradigma” y recuerda que durante la dictadura franquista “se perseguía a los que escuchaban rock”. “Entiendo que mi generación no comprenda la música de Quevedo, que es de ahora mismo, pero tiene validez. Pasará lo mismo cuando los que tienen la misma edad que Quevedo ronden los 30 o 40 años. Entonces serán ellos los que critiquen la música que compondrán los jóvenes de ese momento”.

FIRMA FOTO: Lúa Valiño

Saludos, nubes grises y mucho calor, desde este lado del ordenador

Y para hoy…

Jueves, Septiembre 22nd, 2022

* El Ámbito Cultural de El Corte Inglés acoge hoy, jueves, 22 de septiembre la presentación dos libros que fusionan cine y rock: Las 100 mejores películas del rock y Los 100 mejores documentales de rock, del crítico Xavier Valiño. El acto comenzará a las 19 horas y forma parte de la programación de Docurock, que celebra este año su octava edición.

Nicolás Dorta dialogará sobre su libro, Doble cristal (Diegp Pun, 2022) con el periodista y escritor Juan Cruz Ruiz, a las 19,30 horas en la tienda de TEA.

Y se acabó, de momento, estos avisos.

También, por favor, háganme caso y vuelvan todos ustedes mañana.

Saludos, con cien cañones por banda, desde este lado del ordenador

¡¡¡Viva el Rey!!!

Miércoles, Septiembre 21st, 2022

Mi primer encuentro con Stephen Edwin King (Portland, Maine; 21 de septiembre de 1947) fue con La hora del vampiro, editado por Pomaire, a finales de los años 70. Tiempo después descubriría que la novela se trataba de Salem Lot pero, qué quieren que les diga, a mi me parece mil veces mejor La hora del vampiro que el título que le puso King. Eso me pasa sobre todo con algunas películas que en este país ya perdido para siempre tuvo la costumbre de españolizar sus nombres como Centauros del desierto por el original The Searchers y Cuando el destino nos alcance por Soylent Green.

La novela, que cogí digamos que saliendo de la adolescencia, me dio un puñetazo de los gordos en el estómago y por una vez, tras el Drácula de Bram Stoker, sentí miedo cuando leía sus páginas. Por aquel entonces, Stephen King comenzaba a despegar en España como escritor de novelas de miedo, que me parece un término mucho mejor que terror, y Carrie, la película de Brian de Palma que adapta la primera novela de King, era un éxito en los cines aunque yo por edad leí primero el libro y luego vi la película y como pasa con algunas historias del escritor llevadas al cine, el cine mejora el final del libro. Pasa con Carrie y pasa también con La niebla.

La segunda novela que leí de Stephen King fue así Carrie, también en Pomaire. En Pomaire leí Insólito Resplandor, título que me parece mucho mejor que el original, El resplandor. Más tarde vi la película de Stanley Kubrick, y como el escritor me cabreé porque salvo el hotel y los protagonistas, el resto no tenía mucho que ver con la película. He vuelto a ver desde ese entonces varias veces el filme de Kubrick, y la película ha terminado por enloquecerme, lo que no me pasa con la novela. Y no digamos ya de su presunta segunda parte, Doctor Sueño. Sí que reconozco que en su momento el libro me inquietó y que subrayé una frase que reproduzco:

“El mundo no nos quiere pero tampoco nos odia”.

En esta misma editorial leí El umbral de la noche, un libro de cuentos que no he vuelto a leer aunque sí que recuerdo algunas de sus historias. Por ejemplo la que inspira la portada, una mano con cinco ojos en sus dedos…

Desde ese entonces, Stephen King ha escrito no sé cuentas novelas, libros de relatos y hasta ensayos, dos de ellos no buenos sino muy buenos: Mientras escribo y La danza de la muerte. Con esto quiero decir que sigo leyéndolo y que sigo una carrera fecundísima, tanto, que a veces no tengo tiempo para terminar una y comenzar otra.

Es verdad que el escritor cuenta casi siempre la misma historia, pero se mueve muy bien tanto en el territorio de la novela como en el del cuento. Carrie y Cementerio de animales son cortas pero a mi juicio dos de las mejores obras de su carrera. Por cierto, Cementerio de animales cuenta con un final esta vez sí que terrorífico.

Creo que esta semana se publica en español su libro más reciente (Cuento de hadas) ya que con King está prohibido decir el último porque si te atreves a pronunciar la palabra ya han aparecido en el mercado una nueva. Y así hasta el infinito. La espero con el mismo entusiasmo que con sus otras novelas aunque ya conozca digamos que medianamente bien sus constantes y la galería de personajes recurrentes con que puebla sus historias pero es que con todo, aunque el final el tocho no termine de convencerme, es verdad que el resto del camino lo he hecho sin apenas interrupciones, esas que provoca el aburrimiento y te hace pensar en otras cosas cuando lees un libro.

Y sí, vuelvo a confesar que Stephen King es un escritor al que sigo. Y sé que sigo a un excelente escritor que no solo cuenta historias de miedo sino otras de miedo, pero miedo real. Es tanta su fama y su producción estajanovista, que incluso se tuvo que revelar que un tal Richard Bachman era un pseudónimo utilizado por Stephen King porque no vendía como King. Una vez que se supo la verdad y aunque la novela la firmase el tal Bachman, las obras de Richard han multiplicado sus ventas. El alias le ha dado además un filón en el que explotar historias en las que reflexiona sobre el proceso de creación y la autoría, lástima que sus finales no respondan a lo que uno esperaba con materiales tan imaginativos.

En el campo de la fantasía ha aportado su granito de arena con espíritu renovador. Nos ha sumergido en lagunas que habitan vampiros, muertos vivientes, criaturas lovecraftianas y demonios. Solo que esos demonios son personas de carne y hueso. Sus historias automáticamente se convierten en películas. Muchas de ellas muy malas, y la que se lleva la corona es Maximun Overdrive, que dirige el mismo King con resultados de espanto, pero no un espanto de miedo sino de malo a rabiar, pero también hay otras películas que son buenas o muy buenas como Carrie, El resplandor, La zona muerta, Christine, Cuenta conmigo, La milla verde y la primera Cementerio de animales entra las que ahora recuerdo… Se han hecho series de televisión por lo que existe un mundo King que supera al mismo Stephen King. Gracias a su éxito, este tipo de literatura tuvo un renacer a finales de los 70, y su estela logró que aparecieran nuevos escritores del género tan sobresalientes como Peter Straub, con el que ha colaborado, y recientemente uno de sus hijos, que firma como Joe Hill, que ha hecho que esta literatura se instalara definitivamente en los estantes de las librerías y ocupara los primeros puestos de los libros más vendidos.

Por eso y aprovechando que hoy es el cumpleaños de un tipo que me ha alegrado tanto las noches poniendo fin a tantas pesadilla, mi sincero agradecimiento por tener tan claro eso de que escribo porque me hace feliz. Escribo porque me hace estar vivo.

Viva el rey.

Saludos, un tanto monárquicos, desde este lado del ordenador

Santo barranco, un peculiar documental de los años 70 sobre el barranco de Santos

Martes, Septiembre 20th, 2022

Casi nadie se acuerda de ella pero se ha recuperado precisamente del olvido una película rodada en súper 8mm y en los años 70 gracias a un convenio de digitalización suscrito entre el Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife, La Gomera y El Hierro con el Instituto Canario del Desarrollo Cultural. La copia digitalizada se encuentra en la Filmoteca Canaria.

El documental, porque se trata de un documental, se titula Santo Barranco (1975) y tiene una duración de 18 minutos. Se trata de un trabajo que el citado Colegio encargó con motivo del plan de remodelación de esta quebrada con forma de cicatriz que atraviesa casi por la mitad a la capital tinerfeña.

El filme está dirigido por Fernando Puelles, hermano de Juan, ambos miembros del equipo Neura que por sí solo, los Neura, deberían de protagonizar un libro o un documental para que quede constancia en la Historia de su excéntrica aportación al cine canario.

La peculiaridad de Santo barranco es que si bien el equipo rodó a los arquitectos debatiendo sobre ese plan en la sala de Juntas del Colegio y a las personas que vivían en el barranco (me pregunto si alguna de ellas sigue residiendo en él), en el montaje final se editaron las entrevistas con el sonido alterado. Es decir, que cuando aparecen los arquitectos lo que se escucha es a los que residían por aquel entonces en las cuevas del barranco y cuando se muestra a los que allí vivían, lo que se oye en off es a los arquitectos.

Desconozco el impacto de la cinta el día del estreno. Tampoco si llegó a estrenarse pero puedo imaginarme las reacciones, algo así como “¿pero esto que demonios es?, chacho, chacho, chacho, quita eso, haz el favor”.

Es muy posible que se estrene la copia digitalizada que se encuentra en la Filmoteca Canaria pero por lo que sabemos no se sabe dónde será. A un lado de la balanza se encuentra el teatro La Granja y en el otro el salón de actos del Colegio de Arquitectos. A la espera de la decisión, es muy elogiable la labor que está desarrollando la Filmoteca en la recuperación de películas y vídeos sobre Canarias. Recientemente, esta misma entidad dio a conocer las únicas imágenes en color del artista tinerfeño Óscar Domínguez y que formaban parte de un documental que grabó antes de su fallecimiento.

Así que atacado por la neurosis y con ganas de aprender mucho más de un cine que fue posible en los años 70 aunque la mayoría de sus trabajos se quedaran en formato amateur, terminamos este aviso con un larrariano “vuelvan ustedes mañana”.

Saludos, suena una canción, desde este lado del ordenador

Un tinerfeño reproduce en diorama el cuadro ‘Washington cruzando el Delaware’

Jueves, Septiembre 15th, 2022

Una de las pasiones confesas de Enrique Carrasco (Santa Cruz de Tenerife, 1967) es el maquetismo, arte o artesanía a la que ha dedicado muchas horas de su vida. No es extraño por ello, cuando uno conversa con el también profesor de la Universidad Europea de Tenerife que le llegue al olfato rastros de pinturas, el olor del plástico de las figuras que maneja… Ahora, una editorial especializada norteamericana como es Fine Scales Modeler recoge el conocimiento que Carrasco ha volcado en este universo de recreación en un libro titulado Combining Scales for Realistic Dioramas cuya historia de cómo llegó a publicarse podría resumirse en la proverbial cabezonería de su autor, un reconocido aficionado al cine y un seguidor del modelismo, o el arte de reconstruir con piezas distintas objetos y escenarios históricos o ficticios, tanto militares como civiles.

En los dioramas que aparecen en la portada del libro, que Enrique Carrasco espera presentar en noviembre en la Universidad donde ejerce la enseñanza recrea un diorama inspirado en el óleo sobre lienzo del pintor germano-estadounidense Emanuel Gottlieb Leutze, George Washington cruzando el Delaware, que es el primero que se hace de esta escena con esta complejidad y a esa escala y cuyo proceso se describe minuciosamente en el libro. Este cuadro se exhibe en la actualidad en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos.

Es probable que el libro se ponga a la venta a partir del 30 de septiembre con un lanzamiento inicial de unas diez mil copias. El volumen consta de siete proyectos que se siguen paso a paso en más de 140 páginas que incluyen unas 350 fotografías a todo color de los diferentes métodos de modelado, pintura, efectos escénicos, entre otros, con el fin de mostrar “las diferentes posibilidades que ofrecen los dioramas multiescalares, los fondos, los efectos de iluminación y las fotografías realistas”.

Esta no es la primera vez que Enrique Carrasco se pone en contacto con esta editorial estadounidense. Ya lo hizo en 2010 con un libro sobre maquetas navales que, lamentablemente, no salió adelante. El “fracaso” sin embargo no frustró al escritor y cinéfilo tinerfeño, por lo que se puso a pensar en cómo innovar en un mundo donde casi todo ya está inventado. Fue entonces, dice, cuando se le ocurrió escribir sobre la combinación de varias escalas en una misma escena. Una técnica, admite, que no resulta novedosa ya que se utiliza bastante en los belenes de Navidad.

El origen de esta técnica viene de lejos ya que se pueden encontrar en algunos de los maestros de la pintura flamenca. De hecho, cuenta la leyenda que fueron ellos, los artistas flamencos, quienes influyeron en la mirada cinematográfica de Orson Welles.

En cuanto a Combining Scales for Realistic Dioramas, el autor recuerda que en “los últimos años, algunas marcas de maquetas clásicas como Lindberg, Hasegawa o Revell han propuesto sets con piezas y vehículos fabricados en diferentes escalas, sugiriendo la posterior creación de dioramas multiescalares”. De hecho, continúa, “hay algunos fabricantes de modelos que han publicado ejemplos de modelos y dioramas de caja pero nunca libros especializados en combinaciones escalares con ejemplos detallados paso a paso y aclaraciones”.

Enrique Carrasco se muestra contrario a que este sistema sea conocido por algunos como “dioramas de perspectiva forzada”, concepto que discute porque se trata “en realidad de un método más ligado a la fotografía en exteriores”.

El libro incluye información detallada sobre las herramientas utilizadas en todos los proyectos (brochas, minitaladros, lijas, tijeras, aerógrafo…), las técnicas empleadas (pátinas o lavados, toques con crayón pastel…) y los materiales utilizados “para sugerir innovaciones en el acabado de la tierra, el agua…” Por lo que se observa, un texto completo que además de orientar aconseja los mejores pasos a seguir a los aficionados.

Además de textos y fotografías que estudian “las distintas escalas en una misma maqueta”, la obra reúne un total de cuarenta figuras, la más compleja, la que tardó más tiempo en darle el acabado final, es la que representa a George Washington cruzando las aguas del Delaware según el cuadro original de Emanuel Gottlieb Leutze que representa la noche del 25 de diciembre de 1776, cuando George Washington y unos 2500 hombres cruzaron el río Delaware hacia Nueva Jersey —a unos catorce kilómetros de Trenton— para atacar sorpresivamente a los hessianos, en el marco de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

Tres mandamientos

Entre los mandamientos con los que se rige Enrique Carrasco a la hora de abordar cualquier proyecto de estas características se encuentra primero el de ser absolutamente riguroso con la historia y en segundo y tercer lugar ser hábil con el pincel y tener conocimientos de la figura humana.

También, añade, facilidad para transformar las piezas con el fin de adaptarlas a los temas que desarrolla. Algunos de estos temas, esos que les apetece investigar y a los que dedica horas y horas de estudio, son los que representan escenarios de la II Guerra Mundial así como otros que se desarrollan en otras épocas como son los siglos XVII y XVIII.

Más que de tierra, el modelista reconoce que le atraen los temas relacionados con el mar. Le viene de familia, su hermano, que es marino, fue quien le influenció a que se especializara en el maquetismo naval.

El caso es que Enrique Carrasco aporta con este libro su grano de arena a este universo en el que arte y artesanía se mezclan. Un universo que, pese a los adelantos tecnológicos, continúa cosechando nuevos aficionados que trabajan con la imaginación y las manos.

Nos consta que en cada una de estas representaciones se esconde todo un mundo. Un mundo que a veces se inspira en una imagen que descubre en un libro, un cuadro o una película o que inventa. ¿Artista, artesano?

El debate de momento continúa abierto y parece que no lleva camino de cerrarse con el curso de los años.

ESCENAS DE LA VIDA CIVIL Y MILITAR

El libro incluye escenas del comercio hanseático, que produjo la federación comercial y defensiva de comunidades de comerciantes alemanes de 1356 a 1862; una escena naval durante el Imperio Romano y un episodio de la Guerra de los 80 años. También dos episodios de la Historia de los Estados Unidos como el momento en el que Pedro Menéndez de Avilés zarpa hacia la Florida y George Washington cruza con sus tropas el Delaware según el cuadro de Gottlieb Leutze. El libro incluye, finalmente, dos proyectos contextualizados en la II Guerra Mundial: La batalla de las Ardenas.

Saludos, el mundo en sus manos, desde este lado del ordenador