Archive for Abril, 2023

Mararía, la película que pudo ser y no fue

Lunes, Abril 17th, 2023

Este año es el año de Rafael Arozarena (Santa Cruz de Tenerife, 4 de abril de 1923- Santa Cruz de Tenerife, 30 de septiembre de 2009), de quien se conmemora el centenario de su nacimiento pero también el cincuenta aniversario de la publicación de su novela Mararía en 1973 y también el veinticinco aniversario del estreno de la película Mararía (1998), un largometraje dirigido por el cineasta Antonio Betancor.

Casi nadie recordará, sin embargo, que antes de la Mararía cinematográfica que nos presentó Betancor en una adaptación muy libre de la novela de Rafael Arozarena hubo otra cuya semilla comenzó a germinar a finales de los 80 e inicio de la década de los 90.

La historia de la película que pudo ser y no fue centra uno de los capítulos de las Memorias, aún inéditas, del cineasta Josep Vilageliú, quien bajo el título de 1986-1991: Mararía, un proyecto frustrado, recuerda cómo tras cederle el autor de la novela original los derechos para el cine al colectivo Yaiza Borges las cosas comenzaron a rodar al principio gracias a una afortunada serie de casualidades.

La primera fue que por aquellos días se encontrara en las islas la guionista Lola Salvador y que ésta diera con la novela Mararía. El caso es que a la guionista le gustó mucho el libro y sintió que debía convertirlo en un guión de cine cuya película tenía que rodarse en Lanzarote.

La casualidad quiso que Lola Salvador consiguiera el número de teléfono del escritor y que se pusiera en contacto con él aunque quiso también la casualidad que fuera el mismo Rafael Arozarena quien le informara que los derechos para el cine de la novela pertenecían al colectivo Yaiza Borges.

Fuera o no casualidad, aquel proyecto comenzó a caminar y entre noviembre de 1986 y mayo de 1987 se produjeron “varios encuentros en Madrid y Tenerife” entre miembros de Yaiza Borges con gentes del cine. Juntos comenzaron a tomar las primeras decisiones, evoca Vilageliú. Entre otras, a barajarse nombres de posibles directores. Uno que sonó bastante fue el de Alfonso Ungría, que para Yaiza Borges “era el más indicado para dirigir la película”.

El caso es que se hicieron las primeras localizaciones y una de ellas, como recuerda Vilageliú, fue Femés, el pueblo donde se desarrolla parte de la novela de Arozarena pero se descartó para rodar porque obligaba a “construir los frentes de varias casas tradicionales para simular un pueblo en los años 50”.

El primer proyecto de Mararía en el cine contó con una subvención inicial de cuatro millones de pesetas (unos 24.000 euros) para preproducción (guión, localizaciones y un casting con gente de Lanzarote) aunque lo más difícil estaba por venir ya que hubo que buscar “un rostro canario” para dar vida cinematográfica a la protagonista de la novela.

La guionista Lola Salvador había entregado una primera versión del guión pero no convenció demasiado. Y no porque no fuera fiel a la novela sino por su volumen. Se acordó acortarlo aunque más que por casualidad por mala fortuna Alfonso Ungría, anunció que se retiraba del proyecto siendo sustituido por Jaime Chávarri, un cineasta que “me parecía demasiado blando para una historia que precisaba altas cotas de emoción”, en palabra de Vilageliú.

El filme se presupuestó en unos 300 millones de pesetas y tras ponerse en contacto con el productor y también director Gerardo Herrero de Tornasol Films, se estudió la posibilidad de una coproducción con Mandragora Films de Portugal y Pandora Films de Alemania. Otras empresas mostraron interés por entrar en el proyecto pero se necesitaba para comenzar a trabajar una subvención de 100 millones de pesetas, lo que animó a Yaiza Borges a ponerse en contacto con el Gobierno de Canarias.

Como relata Josep Vilageliú: “el 21 de marzo de 1990 entregamos a la Viceconsejería de Cultura la documentación requerida como justificante de la subvención para la preproducción del filme y que incluía el guión definitivo, el tratamiento cinematográfico, las cintas en VHS con los castings y las localizaciones, el presupuesto y el plan de trabajo, mediante un escrito firmado por mí en representación de Yaiza Borges”.

El presidente del Gobierno de Canarias, por aquel entonces Lorenzo Olarte, recibió a Aurelio Carnero y Josep Vilageliú para que le contaran el proyecto, pero Olarte no mostró demasiado entusiasmo durante la reunión salvo cuando le dijeron que una productora alemana estaba interesada en participar en la película.

Al finalizar el encuentro, “salimos de allí convencidos de que el presidente de los canarios ni siquiera se había leído la novela”. En mayo, relata, “otros compañeros se entrevistaron con el presidente en funciones del Cabildo de Lanzarote y en el mes de noviembre ya con el Presidente para solicitar ayuda logística en la isla para un rodaje que se preveía a finales del año siguiente”.

En 1991 Gerardo Herrero y Jaime Chávarri se desplazaron a Tenerife y Lanzarote para presentar el proyecto en el Gobierno de Canarias, en el Cabildo de Lanzarote y en el Ayuntamiento de Yaiza. Mararía tenía una nueva versión del guión, un guión consensuado con quien iba a ser su director, Jaime Chávarri, y se trabajó en la construcción del decorado que simularía a Femés antes de su modernización.

Pero entonces… Otras casualidades se confabularon. El proyecto que se estaba armando se desmoronó de la noche a la mañana como un castillo de naipes.

Mararía llegaría a los cines unos cuantos años más tarde bajo la dirección de Antonio Betancor y con Goya Toledo como protagonista. El filme recibió cinco nominaciones a los premios Goya y obtuvo el de mejor Fotografía, un trabajo de Juan Antonio Ruiz Anchia. La película es una adaptación muy libre pero no traiciona el espíritu de la novela original.

* En las imágenes el escritor tinerfeño Rafael Arozarena y los cineastas Alfonso Ungría y Jaime Chávarri

Saludos, ayyyy pena, penita, penaaaa, desde este lado del ordenador

Richard Mascherin presenta la propuesta artística Caer en El Tanque

Jueves, Abril 13th, 2023

Caer en El Tanque es una performance que surge con una acción artística y cae en la danza contemporánea a través de una instalación audiovisual. Una propuesta performática de Richard Mascherin (1992) que acciona y se mueve desde la caída emocional y física con música en directo, que tendrá lugar en el Espacio Cultural el viernes 14 de abril, a las 21:00 horas. Posteriormente, la instalación audiovisual y la huella de la performance se podrán visitar hasta el 28 de mayo.

Se trata de una adaptación de CAER, CAER, CAER, un proyecto dirigido por Richard Mascherin que se ramifica en diferentes formas y propuestas, en las que la vulnerabilidad del cuerpo y la inevitabilidad de la caída son los conceptos fundamentales de esta investigación, vinculando la danza, la performance, el video y la fotografía.

Por medio de la relación con objetos y el espacio metálico, el artista Richard Mascherin «caerá» junto a los músicos Alberto Cernadas y Alejandro Da Rocha, en directo, para dar vida a los visuales del artista Sam Fuentes entre las paredes del Espacio Cultural el Tanque.

Mascherin, es un creador canario enfocado en las artes escénicas contemporáneas y audiovisuales. La inevitabilidad de la caída es el concepto que sigue en su investigación artística: estar entre la danza y la performance, entre el cuerpo y el sonido, entre el realismo y el teatro..

El proyecto se generó en el año 2020, en los alrededores del pueblo Tijoco Bajo en el sur de Tenerife, como propuesta audiovisual, buscando una manera de compartir sus caídas emocionales y físicas para el Fiver Dance Film Festival en el confinamiento.

Desde entonces ha realizado diferentes propuestas escénicas y audiovisuales para festivales de danza, espacios de arte y festivales de cine nacionales. Apoyado por entidades como Konvent Zero, Centro Coreográfico Canal, Cabildo de Tenerife, L’Estruch Fábrica de creació, Fiver Dance Film Festival, Masdanza, Tenerife Espacio de las Artes – TEA, Pie de Base, Graner Centre de Creació, Danseu Festival, Mapas Fest, Centro Coreográfico de la Gomera y Derida Dance Center (Bulgaria).

Richard Mascherin (1992). Se gradúa en Madrid en Danza Contemporánea (Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma). Título en Dirección General de Cine (Escuela de Cine y Teatro Metrópolis). Se especializa en Especialista de Cine y TV (Escuela de Especialistas Ángel Plana de Madrid) homologada oficialmente por International Stunts Academy de Moscú (I.S.A.).

Ha pasado por trabajos escénicos con directores y coreógrafos internacionales como Sharon Fridman en las obras Free Fall, Hasta dónde…? y AllWays (2015-2019) girando por Europa, Asia y América del norte, o Marcos Morau en Pasionaria (2019-2021) girando por Europa, entre otros. Siente una gran inspiración e inclinación por el artista conceptual Bas Jan Ader (1942-1975).

Saludos, ese es el camino, desde este lado del ordenador

Maximiliano I de México, escala en Tenerife

Miércoles, Abril 12th, 2023

Leo, tarde me podrá recriminir alguno, Noticias del imperio, de Fernando del Paso. Se trata de una novela que, llámala histórica o de cualquier otra manera, cuenta la trágica historia del efímero imperio mexicano, que fue instaurado en la segunda mitad del siglo XIX. La novela da voz a una ya octogenaria emperatriz, Carlota, viuda de Fernando Maximiliano I de México.

A mi, particularmente, me apasiona este periodo. Periodo que coincide con la Guerra de Secesión en los Estados Unidos. El efímero imperio de Maximiliano ha dado origen además a grandes películas, libros, cuadros… En cine, recuerdo con mucha emoción Veracruz, de Robert Aldrich y con Gary Cooper y Burt Lancaster a la caza de un tesoro que guardan los franceses. Por ahí aparece también una jovencísima Sarita Montiel. Pero no quería hablar de los días contados de un imperio que contó con el apoyo de Napoleón III desde Francia sino que por obra y gracia del libro de Fernando del Paso me entero que Fernando Maximiliano I de México estuvo de visita por Canarias en 1859.

Si les interesa el asunto, la red cuenta con varias entradas donde se informa de esta visita real, que el escritor Fernando del Paso resumen de la siguiente manera:

“a ti, Maximiliano, que de Las Canarias más que su pueblo vivo te interesaron las momias de sus reyes guanches envueltas en pieles de cabra, las rocas volcánicas y el árbol de drago de Tenerife que tenía más de cuatro mil años de vida”.

El imperio de Maximiliano en México no duró demasiado. Los juaristas, partidarios de Benito Juárez, vencieron finalmente a las tropas imperiales y las enviadas por Francia, entre otras las de la legión extranjera que sufrió una derrota en Camerone, Camarón. Hecho preso el emperador, fue condenado a muerte y fusilado en Querétaro en 1867. Su reinado duró apenas dos años…

Saludos, con la Historia hemos topado, desde este lado del ordenador

Carmen J. Nieto: “Al quitar los adjetivos el texto se fue quedando seco como una jarea”

Martes, Abril 11th, 2023

Desde el pasado 13 de marzo se puede adquirir en librerías Sin aditivos (Alrevés, 2023), novela que presentó su autora, Carmen J. Nieto, el pasado 19 de marzo en el Espacio R La Recova, en la capital tinerfeña. Con su anterior novela, 9 Corto, Carmen Nieto irrumpió en el género negro y criminal como una escritora que además de contar una historia muy negra y sembrada de cadáveres, propuso un juego al lector –nueve capítulos en los que cada frase estaba compuesta por nueve palabras– que ahora repite en Sin aditivos (Alrevés, 2023), una historia que no tiene adjetivos.

- En 9 corto y ahora en Sin aditivos apuesta por una literatura con restricciones, ¿por qué?

“Perec dice “me pongo normas para ser libre”. A mí me resulta una forma muy natural para acotar el universo creativo y así me concentro más en la trama, en la historia que quiero contar y no divago tanto. Creo que la restricción o traba también mejora mi estilo, me obliga a buscar otras fórmulas no tan trilladas y aprendo mucho con cada novela. Además, es un desafío. Eso me motiva y me ayuda a concluir el proyecto cuando tengo tentaciones de abandonarlo”.

- Entiendo que por eso el título de la novela, Sin aditivos es por… ¿Sin adjetivos?

“Jacques Roubaud dice que todo texto escrito bajo una traba habla de la propia traba. Ahí es donde realmente adquiere sentido la restricción en la novela, cuando fondo y forma están conectados. En este caso, el tema que me daba vueltas en la cabeza empieza porque me planteo la diferencia de trato que se da a las personas, a las tragedias humanas dependiendo de si los protagonistas son blancos o no, si son españoles o no, y siempre encontraba adjetivos. También es verdad que de un tiempo a esta parte nos preocupa mucho lo que contienen los alimentos (hay hasta aplicaciones móviles para eso), nos preocupamos por nuestra salud, saber si los alimentos tienen aditivos perjudiciales y me gustó ese juego. Sobre todo, porque no nos preocupa tanto de dónde vienen esos alimentos, y quien dice los alimentos dice otros productos. Además, al escribir género negro se impone una cierta parquedad en el texto. A mí, las novelas negras que me gustan son esas novelas desesperadamente ásperas, y al quitar los adjetivos el texto se fue quedando seco como una jarea. Todo me encajaba, esa novela no podía ser escrita de otra forma”.

- Cuándo se despierta en usted el entusiasmo por escribir. ¿Y por escribir este tipo de novela, novela negra?

“He escrito desde que tengo memoria. Antes se escribían cartas y postales y al estar lejos de una familia o de la otra, en mi casa siempre se escribían cartas. De muy pequeña, alguien me regaló un diario y en vez de escribir mi día a día, escribía historias que se me iban ocurriendo. Tengo muchas “novelas” escritas y agradezco no haber publicado nada cuando tenía veinte años porque hoy me avergonzaría de esos textos. Empiezo a pensar en escribir mejor y de una forma más técnica mucho más tarde, con algo más de cuarenta años. Entonces, me apunto a los cursos de escritura y, por suerte, encontré un gran maestro.

Mi padre leía novela negra. Todas las novelas de Pepe Carvalho (a mi padre no le interesaba Manuel Vázquez Montalbán) estaban en mi casa. También había novelas de Andreu Martín. La verdad es que tenía cierto empacho de novela negra y no entraba en mis planes escribir género negro. Luego, cuando ya soy un poco mayor, hay un auge de la novela negra y se escriben historias muy buenas, también se reeditan algunos clásicos del género. Vuelvo a cogerle el gustillo a esas lecturas y eso, unido al ambiente del taller de escritura, me lleva a meterme con una novela negro criminal y me alegro mucho de haberlo hecho ya que me siento muy cómoda en ese registro”.

- ¿Qué es lo que le interesa del género?

El retrato social, lo que algunos llaman crítica social y yo prefiero llamar retrato o autocrítica porque el escritor también pertenece a la sociedad que pone en el punto de mira. También es un desahogo, el género negro te permite un cierto desquite”.

- Fue alumna de varios de los talleres literarios que dirigió el escritor grancanario Alexis Ravelo, autor también del prólogo de 9 corto ¿cómo lo recuerda y que aprovechó de sus enseñanzas?

“Es difícil en este momento, que todo está tan reciente, ponerse a pensar en la figura de Alexis. Yo soy alumna de Alexis Ravelo. Para mí, está presente porque ya es un clásico, un escritor con mayúsculas, y no sólo dentro de la novela negra. Ravelo pone en valor el género con La estrategia del Pequinés, es un texto que cumple diez años ahora y sigue muy vigente. Haciendo cuentas, estuve desde 2016 hasta 2021 en sus talleres y laboratorios de escritura. He tratado de aprender todo lo que he podido. Es importante la generosidad y la entrega de Alexis en los talleres. Allí no íbamos a pasar el tiempo. Íbamos a trabajar y a aprender. Eso exige un esfuerzo por parte de los alumnos y del profesor. Uno de los aspectos más importantes ha sido la recomendación de lecturas. Tener a alguien que se conoce de memoria el corpus literario mundial (los alumnos del taller solemos bromear con eso) es un lujo, porque para cualquier proyecto que uno quiera acometer es necesario tener unas lecturas en la mochila, y a veces vamos cojos en ese sentido. En los talleres y en el laboratorio siempre nos ha buscado las lecturas que nos iban a sujetar en nuestros proyectos. Ahora tenemos sus obras, y hemos de buscar en ellas esa solidez. También te digo que hemos discutido mucho, con muchísimo cariño y respeto. Sobre nuestros distintos puntos de vista, cómo abordar los trabajos, el tratamiento de los personajes y de los textos. Yo desde mi atrevimiento y él desde su sabiduría y su paciencia”.

- Me llamó mucho la atención el estilo con el que está escrita Sin aditivos y también la ambigüedad de algunos de los personajes, comenzando por el protagonista.

“El estilo viene dado por el género. Si lo miras bien, cuando decides escribir novela negra, novela histórica, romántica o fantástica, eso ya es una restricción, si escribes género ya tienes acotado un canon y un estilo, al que luego ya te ciñes a tu manera. El protagonista va traspasando la línea entre el bien y el mal, entre lo legal y lo ilegal, lo moral y lo inmoral. Son los personajes que me gustan en la ficción, creo que son más ricos en matices y ayudan a contar la historia. Y al final, en la vida todos somos un poco así, aunque nos llenamos de excusas. En esta novela esa línea se borra y además se borra de manera formal porque al restringir los adjetivos hay muros que desaparecen también y el protagonista los traspasa”.

- Pero si quitamos los adjetivos ¿qué somos?

“Mientras escribía la novela, me di cuenta de que siempre puedes recurrir a un sustantivo. Si me permites el juego de palabras, si nos quitan los adjetivos somos realmente la sustancia de la que estamos hechos”.

- Me llama la atención que tanto en 9 corto y Sin aditivos sus protagonistas no sean, precisamente, ejemplares, ¿por qué esta mirada?
“Me gusta trabajar con personajes que tienen muchas facetas. Reconozco que los conceptos de apariencia, hipocresía, imagen pública se repiten en lo que escribo. Son temas con los que voy trasteando y sobre los que reflexiono mucho y al final se materializan en lo que una escribe, se traspasan a la historia”.

- Supongo que por los retos que se plantea en 9 corto y en Sin aditivos es una escritora que arma muy cuidadosamente sus novelas.

“Cada novela es diferente. Para mí, eso es lo que me engancha a seguir escribiendo: la novedad. De 9 corto yo digo que fue contabilizada antes de ser escrita. Tengo ese cuaderno lleno de números y operaciones matemáticas. Estaba muy obsesionada con que no hubiera ningún descuadre y después escribí la escaleta para que entrara al milímetro en la estructura. En Sin aditivos he aprendido mucha morfología y sintaxis: adjetivos que se nominalizan, participios, etc. En esta novela, yo tenía muy claro de qué quería hablar. Dudé mucho al principio del enfoque, del punto de vista del narrador. Había releído Matar un ruiseñor hacía poco porque sabía que trataba el tema de las diferencias sociales, del racismo, y encontré la frase en la que Aticus dice “si quitas los adjetivos, tendrás los hechos”. Aticus es un abogado y yo ya tenía un personaje creado que era abogado. Me gustó la idea de los adjetivos, empecé a pensar que, a veces, todo lo que nos separa son solo adjetivos. El artículo de David Ojeda en Canarias 7 me hizo pensar que tenía que tratar la historia desde este lado, el lado que aparentemente está a salvo. Así que hice un esquema de inicio, nudo y desenlace y tiré con la escritura. En el proceso fueron apareciendo otros elementos que le fueron dando cuerpo. Me gusta que haya un cierto equilibrio. Si los adjetivos nos separan ¿qué nos une? En este caso, nos une la palabra. De ahí surgió un personaje que trata de hermanar con la palabra a quien quiera escucharlo. Digamos que esta novela se fue armando como juego de construcción: pieza a pieza”.

– ¿Está trabajando en alguna nueva idea?

“Sí, claro. Yo he escrito todos los días de mi vida desde que recuerdo. Está claro que no siempre con la intención de publicar. Ahora tengo en mente una nueva novela, y estoy empezando a hacer pruebas. Tengo un tema que quiero tratar y quiero escribirlo con una restricción pura. Las pruebas que he hecho me hacen pensar que puedo escribir una historia apoyándome en eso y en un par de puntos de apoyo más que estoy buscando”.

- ¿Una de las señas de su estilo seguirán siendo las restricciones literarias?

“Me gusta escribir así. Sin embargo, yo creo que la novela es argumento. Si la restricción ayuda a que la novela avance y mejore, la usaré como recurso. Hablo de la novela porque me siento cómoda en ese formato. Hace poco me pidieron un relato corto, un cuento, para una antología y me costó mucho. Para mí, terminar con cierta corrección un cuento ya es un desafío en sí mismo, en ese caso no recurrí a las restricciones. El cuento en sí, si lo quieres hacer bien, ya está bastante restringido”.

- ¿Por qué este desafío?

“Tiene que ver con la forma de ser. Yo creo que los desafíos te hacen sentir más viva. Pienso que si yo siento esa emoción cuando escribo, algo se traspasará al texto y a los lectores”.

- ¿Qué autores y autoras considera que han marcado su trayectoria como escritora?

“Alexis Ravelo, indiscutiblemente. Italo Calvino, incluso antes de saber que era oulipiano, En mi juventud me dio por leer a los autores rusos. Los cuentos de Chéjov son lecturas recurrentes. También Cristina Peri Rossi, cuando la leí por primera vez le cogí mucho respeto a eso de escribir”.

- ¿Hasta que punto cree que el escenario es clave en el desarrollo de este tipo de literatura, la novela negra?

“Es importante porque forma parte del mundo que creamos en la ficción. Si además estamos retratando la sociedad, en el espacio físico se reflejan los males y las miserias. A mí no me gusta que la novela sea una guía de viajes, porque para eso ya está la guía michelín. Si el paisaje forma parte de la novela es porque ayuda a contar la historia y a comprenderla mejor”.

Saludos, mañana será otro día, desde este lado del ordenador

Castillos de fuego, una novela de Ignacio Martínez de Pisón

Lunes, Abril 10th, 2023

Ignacio Martínez de Pisón es un escritor de cabecera. En nuestro caso, lo hemos ido siguiendo desde que prácticamente comenzó su carrera literaria pero son sus novelas digamos que de temática histórica las que más nos han convencido de la calidad siempre ascendente de su trayectoria.

Llegamos a sus libros a través de un ensayo novelado titulado Enterrar a los muertos, en el que se investigaba los pasos de José Robles, amigo y traductor al español de la obra del escritor norteamericano John Dos Passos, y que fue asesinado durante la Guerra Civil por orden de una organización política de la que no revelaremos su nombre con la idea de que lo descubra el lector que llegue al libro.

Tras esta apasionante investigación en la que se derrumba mitos y se aniquila con el poder de la verdad muchas leyendas, otros libros del escritor son Dientes de leche y El día de mañana, entre otros. Se tratan de dos obras que si tienen algo en común es el escenario en el que las desarrollan. El marco temporal comienza en la dura postguerra para ir en ascenso con el único fin de narrar cómo el paso del tiempo termina por erosionar nuestras esperanzas y nuestros fines. Aprovecha el autor también para proponer interesantes estudios sobre el mal, al mal en su estado más primario.

Castillos de fuego
es un ambicioso fresco sobre la postguerra española y una novela coral que si tiene algún protagonista es la ciudad de Madrid, donde se mueve un microcosmo de personajes de carne y hueso y en donde no existe, como en la vida misma, ni el bien ni el mal sino personas que por una u otra razón terminaron por abrazar el amor y el odio en tiempos revueltos.

Si tiene algún problema Castillos de fuego este podría ser el de su extensión, casi 700 páginas apretadas en las que se cruzan los personajes que la protagonizan pero es verdad que por una vez el grueso del libro sabe a poco no solo al convencerse de la tarea titánica que emprende Martínez de Pisón para mostrarnos cómo se vivía en aquella España de grises que todavía tenía demasiado abiertas las cicatrices de las Guerra Cilvil, una guerra que no es “la nuestra” como se han empeñados unos y otros, con independencia de signo ideológico, que siga siendo.

Castillos de fuego está estructurada en cinco partes cronológicas. La primera abarca desde noviembre de 1939 a junio de 1940; la segunda de julio a diciembre de 1941 y las tercera, cuarta y quinta de abril a octubre de 1942, septiembre de 1943 a marzo de 1944 y de febrero a septiembre de 1945. Siguiendo esta línea temporal, el escritor desarrolla la obra en uno de los periodos más duros de la postguerra española, postguerra que coincidió con la II Guerra Mundial. Y es la guerra que se libra en Europa un leiv motiv que parece ruido de fondo en este libro, y que como tal afecta a la vida de unos personajes que son fruto de la imaginación del autor como otros que son reales, con sus nombres y apellidos.

Este arco temporal permite al escritor contar la posición de España ante el conflicto que devastaba las tierras de Europa. Así, durante los primeros años cuarenta, la España de Franco se declara abiertamente pro alemana aunque mantenga la posición de no beligerancia con los países enemigos al III Reich y a la Italia fascista. Esta posición irá ladeándose en favor de los aliados cuando la guerra comienza a torcerse para la hasta ese momento potentísima maquinaria bélica alemana. Este cambio de bando afectará a muchos de los jerarcas y jerarquillas de la Falange que, siendo próximos al pensamiento nacional socialista, comenzaron a ser depurados a medida que la gran batalla en Europa se resolvía en favor de los aliados.

Al margen del peso de la política internacional, que es muy importante en el libro como lo fue en la realidad, Ignacio Martínez de Pisón cuenta la historia también de la resistencia que los miembros del Partido Comunista Español mantuvieron con el nuevo régimen impuesto por Franco y los militares. Estos hombres, que hacen su guerra en el campo y en la ciudad, terminarán siendo aniquilados no solo gracias a la labor que desarrollan inspectores de la brigada político y social de la policía de aquel entonces, y uno de cuyos mejores hombres en la novela, Valentín, fue comunista en su juventud, sino por el propio PCE que fue capaz de terminar con la vida de algunos de sus mejores camaradas cuando los acusó de traidores y de trabajar al servicio de Franco.

Paralelamente, y he aquí lo mejor de este amplio y documentado retrato de la postguerra en Madrid, Ignacio Martínez de Pisó despliega un gran número de protagonistas que viven sus propias historias, unos buscándose la vida en el mercado negro y otros intentando medrar en el nuevo sistema. En esta sección destacan los movimientos y las luchas de poder que se produjeron dentro del movimiento y cómo unos fueron aupados a lo más alto como sucedió con Arrese mientras la II Guerra Mundial parecía decantarse en favor de Alemania y como esos mismos hombres, caso de Arrese, cayeron en desgracia cuando a partir de 1943 se vio claro que Hitler no iba a ganar el conflicto.

Las mejores páginas de Castillos de fuego cuentan, a mi juicio, con el aliento del mejor Zunzunegui de sus novelas madrileñas, muchas de ellas escritas durante la postguerra. Y también mucho del Galdós de Los episodios nacionales. Hay otras referencias que entroncan con la mejor literatura que se ha escrito en este país en un periodo tan doloroso de su historia y pone de manifiesto el gran escritor “realista” que sigue siendo Martínez de Pisón, un escritor que se supera novela tras novela.

Saludos, cómo vuelan las páginas del calendario, desde este lado del ordenador

Teléfono negro, cuentos de Joe Hill

Miércoles, Abril 5th, 2023

Joe Hill es un excelente escritor de cuentos. También de cuentos de terror y raros, esos en los que suceden cosas que no son exactamente las que conocemos. No me resulta tan atractivo en los territorios de la novela, quizá porque las historias que cuenta hubieran quedado muy bien en un relato o en una novela corta pero no es un libro que supera las 400 páginas. Pero es en los cuentos donde Joe Hill es Joe Hill, un tipo que es capaz de sorprender incluso a un veterano seguidor de las novedades que propone el género. De hecho, si se es veterano del género un volumen como Teléfono negro, que ha reeditado este año Nocturna Ediciones y que fue el primer libro de cuentos del escritor, es una noticia que los que no tuvimos la oportunidad de leerlo entonces, lo hagamos ahora y descubramos de nuevo el interés que suele despertar el escritor con sus historias cortas.

Teléfono negro reúne quince relatos y uno más, La máquina de escribir de Sherezade que sirve como un bonus track pero también como una original despedida de un libro homogéneo, que mantiene despierto el interés del lector, y esa uniformidad la consigue el escritor norteamericano presentando relatos buenos, muy buenos y sobresalientes. No cabe en este volumen historias que no funcionen porque sean rematadamente malas.

El primer cuento de Teléfono negro lleva por título El mejor cuento de terror, una historia en la que el protagonista, un mediocre escritor de relatos de miedo, sigue las huellas de otro que sí sabe convertir las pesadillas en materiales narrativos. Le sigue Un fantasma del siglo XX, que gira en torno a un espectro que se aparece en una sala de cine y La ley de la gravedad, que es una pieza surrealista que sabe meterte en los bolsillos.

Teléfono negro contiene varios cuentos que son más extensos que los otros. Uno de ellos es Oirás cantar a la langosta, una especie de traducción a nuestros convulsos tiempos de La metamorfosis de Kafka solo que el protagonista se despierta como una langosta y no un escarabajo como en la historia original del escritor checo. De hecho, en el filtrado que propone Hill, la inspiración de La metamorfosis se queda en eso, una vaga inspiración porque desarrolla una línea narrativa que no tiene nada que ver con Kafka ni con el que sigue siendo uno de sus relatos más famosos.

Hijos de Abraham es también una historia larga que nos revela a un Abraham Van Helsing muy distinto al que conocimos en la novela Drácula, y todo ello sin renunciar a que lo entendamos como lo que es, un fantástico homenaje no solo a la novela del otro Abraham, Bram, Stoker, sino a toda esa fecunda literatura de vampiros que no acaba, afortunadamente.

Teléfono negro, el relato que da título a esta antología, es otro de los más extensos. Hay una película que adapta su esencia, y en la que lo sobrenatural se mezcla con el asesino en serie sin titubeos. Es uno de los mejores, a nuestro juicio, y no por la película que va por otros derroteros dramáticos.

Hay relatos de todas clases y dinámicas en este libro. Los hay raros porque resultan extraños que no de miedo como Mejor quedarse en casa o Carrera final. Y algunos que están inspirado vagamente en Richard Mathenson cuando Richard Mathenson se ponía lúgubremente tierno. Esto mismo hace Joe Hill en La capa y Último aliento. En Madera muerta, de solo dos páginas, insiste en esa poética que deja atrás en El desayuno de la viuda, que se desarrolla durante los años 30 del siglo pasado y habla de los vagabundos que cruzaban a un lado y al otro de Norteamérica como polizones en los vagones de los trenes de mercancías. Otras narraciones son Bobby Conroy regresa de entre los muertos y La máscara de mi padre y Reclusión voluntaria que son muy buenos por sabiamente retorcidos e inquietantes. Teléfono negro se cierra con un bonus track, La máquina de escribir de Sheredaze que deja un grato sabor de boca y que uno se plantee… ¿y si…?

El libro funciona como una unidad. Y sí, hay historias que son mejores que otras porque son originales pero todas, absolutamente, despiertan ciertas señales de inquietud que es una de las cosas que se buscan cuando se leen libros de esta temática.

Que a nadie le sorprenda entonces que Joe Hill forme parte y con justicia del equipo de escritores norteamericanos que juegan en las grandes ligas del género fantástico y terrorífico estadounidense. El escritor tiene ideas, sabe dar la vuelta a la tortilla a relatos tradicionales y sobre todo se nota, se disfruta y se entiende la literatura de Joe Hill porque, como las quince historias más el bonus track que incluye en Teléfono negro, se observa que tiene estilo, capacidad de trasladar su mirada de la realidad en clave, a veces, sobrenatural.

Joe Hill sabe contar historias y se aprecia que conoce a fondo el género que escribe. Sobre todo el de terror, tan denostado por algunos y tan reclamado por otros. En manos de escritores como Hill, la salud que disfrutar el género es de hierro. Así que bendito (o maldito) sea.

Saludos, resistir, desde este lado del ordenador