Cincuenta años de Psicosis

Lunes, Enero 18th, 2010

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¿Sabían ustedes que este 2010 un clásico del cine de suspense como Psicosis cumple 50 años?

Escribo estas líneas escuchando de fondo la banda sonora del filme firmada por Bernard Hermann, el compositor de las bandas sonoras del mejor Alfred Hitchcock. De hecho, creo que Hitch dejó de ser tan Hitch cuando su fecunda relación profesional se hizo añicos por los caprichos del cineasta.

Confiese que Psicosis es una de esas películas que ocupan un lugar destacado en su disco duro. Y recuerde el impacto que le golpeó cuando la vio por primera vez. Y es que no hay nada cómo descubrir por primera vez una película de este calibre. O ver Psicosis sin saber de que va Psicosis.

Una vez masticada y digerida quiere más. Le atrapa y arrastra al abismo donde –ya lo saben– la imagen que le observa es la de su propio reflejo. Aprende así a remirarla y descubrir cosas nuevas en esa obra redonda y salvaje del maestro.

¿Recuerdan? Psicosis arranca con la atractiva Janet Leigh robando una gran cantidad de dinero en la oficina donde trabaja. Pese a que el público reprueba lo que ha hecho Hitch el perverso hace que te pongas de su lado. Y sufres con ella en una de las mejores escenas de la película, aquella en la que un inquietante policía sospecha y ordena que pare su automóvil. Tú mientras tanto rezas para que no la detenga. Espabilen. A mi no se me va de la cabeza la jeta del polizonte. Sus ojos invisibles tras el cristal de unas aparatosas y chulescas gafas de sol.

Leigh llega más tarde al ya famoso motel que regenta Norman Bates (Anthony Perkins en el papel de su vida). Pide una habitación, se desnuda y va a la ducha… el resto es historia del cine. Cae el agua, vemos la sombra de una mujer tras la cortina empuñando un afilado cuchillo…

Otra jugada maestra de Hitchcok. No ha hecho más que empezar el filme y quien iba a ser la protagonista ¡desaparece!

Psicosis, rodada en blanco y negro según la novela del mismo título de Robert Bloch, el más joven de los discípulos de Lovecraft, da así un brutal giro de ciento ochenta grados. Unos sentimos lástima de Bates, un chico torturado y dominado por su madre, y mucha inquietud cuando aparece un detective privado (Martin Balsam)  haciendo molestas preguntas por el motel.

He aquí otra de las grandes escenas de esta película imitada hasta la saciedad: La misma presunta anciana lo asesina mientras Balsam sube las escaleras…

Y van dos.

Bates los entierra por los alrededores del ya legendario establecimiento.

Tercer y drástico giro en la película: la hermana de Leigh, papel que interpreta Vera Miles, y el novio de la desaparecida entran en el motel… La historia, que ha comenzado siendo un clásico del suspense se desvía ahora por los senderos tenebrosos de lo gótico.

No revelo más aunque sea consciente que casi todo el mundo sabe lo que ocurriá porque “yo sí la he visto”. Añado, sólo, que hay un cuarto digamos capítulo. Un capítulo por muchos innecesario pero para quien les escribe eficaz por la frialdad racional con la que se pretende justificar lo que hemos visto hasta ese entonces en pantalla grande o pequeña.

Psicosis cumple 50 años.

No creo que ninguna película actual sea capaz de celebrar igual aniversario con lozanía tan siniestra.

Atrévanse a verla una vez más. Yo confieso que lo hice ayer. Y me sigue provocando vértigo. Sin sombra de ninguna duda.

Saludos, hitchckorianos, desde este lado del ordenador.

Cosas sobre Minik, Gil, Tom y Hernández

Lunes, Enero 11th, 2010

* En el amplio abanico de exposiciones, música en directo, presentaciones, diálogos y debates que CajaCanarias ha organizado para celebrar su centenario en 2010, se incluye también la película documental Una luz en la isla. Domingo Pérez Minik que se estrenará, probablemente, a mediados de noviembre. El filme, dirigido por Miguel G. Morales y producido por Altagracia Producciones S.L., cuenta con guión del periodista y escritor tinerfeño Juan Cruz, la voz en off del actor José Manuel Cervino y con Jorge Rojas y Fabián Yanes asumiendo la edición y la música. El filme cuenta con testimonios del propio Minik, así como de María Rosa Alonso, Carlos Pinto Grote, Nuria Espert o Pedro González, entre otros.

* El director y guionista canario Mateo Gil ha sido nominado por partida doble en la  XXIV edición de los Premios Goya. Gil participa en la categoría a Mejor Guión Original por Ágora, coescrita con Alejandro Amenábar; y a Mejor Cortometraje de Ficción por Dime que yo, filme incluido en los programas de distribución de cortometrajes Canarias en Corto y Madrid en corto, informa con exquisita y elogiable puntualidad germana  Objetivo Canarias.

* El periodista y escritor Andrés Chaves hizo referencia el pasado domingo en su columna del periódico El Día al actor Tom Hernández, un portuense que hizo carrera en Hollywood como actor de reparto junto a su hermano Pepe Hern. Para saber más de este singular personaje les invito a que le pregunten al mejor documentalista de esa cosa que llaman cine en Canarias, Alfonso Reyes.

* Despedimos esta batería con el inevitable Vicente Mora y el desaguisado que se está montando en torno al centenario de Miguel Hernández. Se sigue hablando de la “gran producción internacional” que se quiere realizar sobre el poeta. Filme que se rodaría en inglés con estrellas del firmamento hollywoodiense y mundial si es necesario. Mientras tanto, los actos para celebrar a Hernández se encuentran en la cuerda floja. Les animo, si están interesados, a que consulten los enlaces que hemos denominados como mora 1 y mora 2, entre otros muchos. Y es que, ahh, ¡La cebolla es escarcha / cerrada y pobre!

Saludos, masticando chicles de nicotina, desde este lado del ordenador.

Vomitando a los demonios

Domingo, Enero 10th, 2010

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EL EXTRAÑO VIAJE

Mi rechazo a Paco Martínez Soria lo generó un descuidado viaje que realicé en guagua rumbo a Madrid. Como todos los asientos estaban ocupados me colocaron en el supletorio que se encuentra situado al lado del chófer y justo encima de la pantalla de televisión que exhibe películas en vídeo para hacer más soportable el trayecto por esas carreteras de España.

No recuerdo bien desde donde partí en aquel viaje que pronto se convertiría en uno de los más angustiosos de mi vida, pero todavía conservo vivo en mi memoria lo largo que se me hizo. Una anécdota existencial en este pedazo de existencia que, paradójicamente, conservo fresco en mi memoria por las sensaciones que me suscitó. Algo que me suele ocurrir con bastante frecuencia cuando rebobino en el cerebro todos los relatos sufribles que he padecido. Historias que se transforman con el paso del tiempo en experiencias que ocupan a partir de entonces un lugar destacado en ese libro de páginas dispersas que son mis recuerdos.

DUERME, DUERME, CRIATURA

Les contaba:

La guagua inicia el viaje. Observo en primera línea el tramo largísimo de carretera mientras siento que siento los ojos de todos los pasajeros en mi nuca. Comienzan las paradas. Bajas, comes algo en la estación, aprovechas para ir al servicio, haces un poco de tiempo y vuelves a subir al vehículo calentándote las manos.

Atraviesas pueblos que desconoces, miras ríos que probablemente no volverás a ver en tu vida y pierdes el tiempo imaginándote montado a caballo recorriendo las colinas que brotan y desaparecen en cuestión de segundos ante tu mirada. El runrún del motor hace que cierres los ojos.

EL INFIERNO

Cuando los abro ya es de noche y detrás de mí escucho carcajadas sonoras y frases de pasajeros adelantándole la jugada al que lleva al lado de lo que va a ocurrir en la pequeña pantalla encendida y que, me permito recordarles, está instalada justo encima de mi cabeza.

Escucho el diálogo que provoca aquellas risas e intento imaginarme de qué película se trata cuando oigo la voz inconfundible de Paco Martínez Soria. Así que no sé a ustedes, pero pasar como unas dos horas largas aguantando al popular actor cómico español con sus cuchufletas me pone los nervios de punta y hace que me revuelva en el estrecho asiento.

Martínez Soria continúa con su voz de paleto (mago que decimos) aragonés resabiado rompiendo mi ya escasa estabilidad emocional. Estabilidad emocional pendiente de un hilo si le añadimos las carcajadas del resto del pasaje. Una carcajada que en ese momento me suena a terrorífica quizá porque la traduzco en mi confusa cabeza como la risotada fantasmal de un pedazo de la España profunda que existe y que, ya ven, me fascina porque es España.

Si sumamos a esa pesadilla que de tanto en tanto me asalta en las peores noches de mi vida, la voz de la actriz (habitual en el cine de Soria y del carpetovetónico país del que me enorgullezco de formar parte) Isabel Garcés, el cóctel que sacude mis ideas resulta casi perfecto para transformarse en uno molotov. De hecho, la combinación resulta tan idónea que me imagino como uno de esos protagonistas de la serie The Twilight Zone. O un tipo perdido en un universo que no entiende.

Lo peor del caso es que no puedo leer un libro para abstraerme de la insufrible voz de Martínez Soria e Isabel Garcés. Ni de las carcajadas que me suena a esa España profunda que sueltan los pasajeros situados a mis espaldas. Así que los dedos del caos se van adueñando de mi cerebro. Aplastándolo con insólita crueldad.

DEPRISA, DEPRISA

Hago entonces un gesto al conductor de la guagua con el objeto de que frene porque percibo que el malestar comienza a surbirse como una serpiente venenosa por el estómago rumbo a la garganta. Pero el buen hombre tiene la vista fija en la carretera y   no se da cuenta de mi señal de alarma desesperada.

Martínez Soria continúa aleccionando encima de mi cabeza con el apoyo de la Garcés. Las risas del pasaje parecen subir de volumen en un crescendo diabólico. No puedo levantarme de mi asiento y necesito tomar aire. Perderme en la noche oscura, desaparecer en la niebla…

Martínez Soria prosigue con su discurso de hombre de campo, humilde pero honrado, y cuyas palabras me llegan en formas de oleadas huracanadas. Necesito aire fresco. Fresco. Fresco.

Muevo las manos para que los pasajeros embobados con aquel paleto me hagan caso. Pero ni caso. Y entonces, entonces… Sucede lo inevitable.

HUMILLADO Y OFENDIDO

Vomito como un niño todo lo que tengo dentro. El chófer me mira de reojo y suelta un taco grueso. Muy español. Conduce la guagua a un arcén y detiene el vehículo. La gente protesta. El chófer abre las puertas y me dice que salga.

El aire frío me da un guantazo en la cara y logra que calme mi revuelto cuerpo y espíritu. Algunos pasajeros aprovechan para estirar las piernas y más de uno se ríe al verme con el suéter manchado con trozos de pan y chorizo. Cuando el conductor comprueba que me siento mejor, ordena que subamos. Unas señoras aprovechan para darme agua, fruta y galletas. Incluso alguien se presta a ocupar mi asiento pero me niego abochornado.

VEO TODAVÍA SUS CARAS

El final de esta historia, porque lo tiene, es que pasado el tiempo y siempre que recuerdo aquella extraña tortura, veo a todos los que se preocuparon por mi tras el vómito fatal con la cara de ¡¡¡Paco Martínez Soria e Isabel Garcés!!!

Y eso que no soporto a Martínez Soria ni a Isabel Garcés. Pero de alguna manera les doy las gracias a todos aquellos que demostraron espontánea preocupación por mi lamentable estado.

Desde ese día, no obstante, confieso que no puedo ver ninguna película de Martínez Soria. De hecho, basta que escuche la voz del actor para que la piel se me ponga de gallina y huya de donde me encuentre como alma que lleva el diablo.

UN DEMONIO LLAMADO LOUIS DE FUNÈS

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Otro actor que me provoca voluntarias arcadas es Louis de Funès.

Hubo un tiempo en el que estuvo muy de moda y en el que sólo parecía que ponían películas de Funès en los cines de esta ciudad. Entre otras, estaban las de aquella espontosa serie donde protagonizaba a un gendarme. Aparecía también en Fantomas pero como secundario lo que lo hacía soportable y también en La gran juerga.

No saben el castigo que suponía para quien les escribe que le llevaran a ver una de sus películas. Y no por mi padre, que siempre tuvo el buen gusto de detestarlo.

Les juro, y no hace falta para ello que me pongan delante ningún libro sagrado para que la verdad sea verdad, que si fuera francés hubiera exigido que lo guillotinaran por cuestión de salud pública.

En fin.

Saludos, a lo nostalgia a veces no es un error, desde este lado del ordenador.

Perdónalos porque no saben lo que hacen…

Sábado, Enero 9th, 2010

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A principios de los años noventa del pasado siglo mis ojos visitaron un infierno ajeno y presuntamente ficticio a través de una película que, en castellano, respondía al título de Teniente Corrupto. La firmaba el irregular Abel Ferrara, uno de esos cineastas elevados a los altares por postmodernos de todo pelaje, esos mismos que han colocado en el nuevo panteón pagano de directores norteamericanos recientes a Jim Jarmusch con más pasión que inteligencia. Que lo mismo da, tal y como están las cosas.

Teniente corrupto versión Ferrara es una cinta poderosa. O al menos recuerdo cierto poder en aquellas imágenes de descenso al averno que iniciaba el policía que interpretaba con pasada convicción Harvey Keitel, un actor bronco, pétreo casi, que a lo largo de aquel metraje busca la epifanía mientras se coloca con toda clase de sustancias estupefacientes.

Admito así que me llamó la atención conocer hace un tiempo que mi estimado Werner Herzog había osado dirigir un remake de tan legendario filme. Un filme de culto, de esos que adoran una legión de marginados como si se tratara del libro de las revelaciones. Ayer mismo, saltándome una cita, me metí en una de esas monstruosas multisalas que ponen de manifiesto porque en esta provincia cada vez vamos menos al cine, con la esperanza de sorprenderme con la visión que el cineasta alemán había perpetrado de este único clásico en la filmografía de Ferrara. Y es que soy un devoto del cine de Herzog como ya dejé escrito en este mismo blog. Un devoto lo que se dice devoto. De hecho, considero que se trata del realizador más interesante de aquella especie de milagro del cine alemán donde destacaron intelectuales de pacotilla como Win Wenders, o extravagantes balas perdidas como Fassbinder, quizá el más postmoderno de todos los postmodernos cineastas teutones de aquellos años.

Así que voy al cine con la idea de encontrarme con una película que intelectualizará la redención de su corrupto protagonista corrupto, en esta ocasión interpretado por el siempre excesivo Nicholas Cage, y me sumerjo gozoso (al margen de la polémica que se ha desatado en torno a este remake) en la nueva historia que propone del Teniente corrupto.

Historia que tiene un inicio que atrapa, que casi evoca el espíritu canalla y nihilista del mejor James Ellroy. Y que ilustra con imágenes inquietantes y seductoras. Tan intensas que incluso me parece que el siempre excesivo Nicholas Cage lo hace hasta bien.

Quizá sea porque el discurso hasta ese momento se sustenta en la delgada línea roja que marca el rastro de la corrupción. Y si bien doy por obvias las brutales reacciones del nuevo teniente en su obsesiva batalla por cumplir con su deber pese a que los caminos que tome sean los de la extorsión cual un Harry Callahan del siglo XXI pero sin la sobria seducción reaccionaria que supo imprimirle Clint Eastwood, me gusta lo que veo… Y sobre todas las cosas, me gusta Eva Mendes.

Sin embargo, y a medida que avanza un metraje largo, largo y largo pese a su duración –apenas algo más de hora y media— a mitad del filme noto el inevitable crack y pienso “oh, no, Werner, tú también… Y Teniente corrupto consigue lo que últimamente consigue el último cine americano que observo: que lo que parece rompedor termine rehabilitándose en su the end a ojos del espectador. O lo que es lo mismo, que intuyas que habrá final feliz.

Teniente corrupto versión Herzog se transforma así en un producto convencional, en una patética justificación equivocada con la que se pretende redimir los actos de su presunto corrupto protagonista.

Termina esta lección de un tipo bueno que se hace más malo para acabar con los malos con algunos aplausos espontáneos del público que asiste con quien les escribe a la proyección. Lo que me deja más frío que el caimán agonizante que aparece en la película.

Tiemblo de ira y de indignación. Pero tiemblo sobre todo porque siento que una de mis ya escasas leyendas cinematográficas ha claudicado finalmente. O acatado corromperse tirando la toalla en el ring en el que se ha convertido nuestra existencia.

Saludos, demoledoramente frustrados, desde este lado del ordenador.

Canarias no sería Canarias si no pasaran estas cosas

Jueves, Enero 7th, 2010

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¡CHACHO, CÓMO SE LES OCURRE!

Como ya anunciamos en este mismo blog nos ha parecido muy interesante la iniciativa del Cabildo de Tenerife de organizar el  Encuentro de las industrias culturales audiovisuales en Internet pese a que continuemos lamentando el tono académico que se le han dado a estas dos jornadas que se desarrollarán en TEA del 15 al 16 de enero.

Nadie pone en duda que la Red es una ventana con infinitas posibilidades para el audiovisual –más en estos días de recesión– por eso no deja de sorprendernos la ausencia destacada en el programa de profesionales que hoy por hoy están apostando por el medio y sí la de recurrir a un grupo de teóricos universitarios en la materia. Todos ellos muy respetables, sí señor, pero cuyas enseñanzas (tememos) resultarán poco prácticas y útiles para los que estén interesados en trabajar e invertir en la red.

Otra cosa. Preguntamos con humildad a los organizadores ¿por qué tratándose precisamente de un Encuentro de (no con) las industrias culturales audiovisuales e Internet, no se ha elaborado una página web para que los interesados en asistir puedan recabar información suficiente sobre quienes participan en sus conferencias y debates y en la que poder inscribirse sin tener que llamar al tradicional número de teléfono?

No vale como respuesta que estas cosas pasan en Canarias.

Claro que, bien pensado, Canarias no sería Canarias si no pasaran estas cosas.
VAMOS CADA VEZ MENOS AL CINE

La Opinión de Tenerife publica en su edición de hoy, jueves 7 de enero, un artículo que revela un sensible descenso de asistencia de público a las salas cinematográficas tinerfeñas en 2009. Las explicaciones que se facilitan para justificar estas cifras (se han perdido 200.000 espectadores) deberían ser suficientes para que los responsables de las grandes cadenas de exhibición reflexionaran sobre la situación del sector en la provincia de Santa Cruz de Tenerife (no se estudia Las Palmas, aunque sospecho que lo datos deben de ser más o menos los mismos pese que monten en absurda cólera los que avivan a un lado y al otro la sombra del eterno y cansino pleito insular) con el objetivo de recuperar al público perdido a través de acciones novedosas.

El fin de la sala tradicional de cine (esa que los cursis llaman de pantalla única) y el cierre de su última encarnación resistente como fue el Víctor, sumado a la aparición de piratas en la red y la comodidad de ver estrenos en el salón de nuestras casas, entre otras, son elementos que han frenado la asistencia de muchos aficionados a la sala de cine tradicional. Modelo de exhibición que con el paso de los años ha terminado por transformar incluso el viejo rito de ir al cine. Si a esto contamos el notable incremento del precio de entrada y que una misma película ocupe varias salas de una misma multisala y que la oferta de producciones interesantes (al margen del tradicional taquillazo) resulte tarea imposible para todo cinéfilo que se precie, estás claro que alternativas como las 3-D (proyecciones que cuestan más caras que las de 2-D) no están convenciendo al público de las islas. Si a ello añadimos el coste que supone pertrecharse de cotufas y refrescos para disfrutar de la película como si de un piscolabis cualquiera se tratara, está clarísimo que esto de ir al cine no es que sea caro: es carísimo, casi imposible para los bolsillos de una mayoría que aguanta como puede la tormenta de la dichosa crisis.

No es momento ni lugar para sugerir ideas a los responsables de las grandes cadenas de exhibición que casi monopolizan el sector en ésta y en la otra provincia, pero sí la de recomendarles a que estrujen sus cerebros cuando la fórmula comercial que han venido manteniendo hasta el día de hoy se desinfla, como bien apunta Laura Docampo, la periodista que firma el artículo.

VERSIONES DOBLADAS CONTRA VERSIONES ORIGINALES SUBTÍTULADAS
Ningún cine en Canarias, salvo las honrosas proyecciones que promueve TEA y CajaCanarias, cuenta hoy con salas de exhibición de largometrajes en versión original con subítulos en español. Los multicines Monopol intentaron quebrar esta tendencia el año pasado en la capital grancanaria aunque según noticias recientes han decidido volver al redil de la versión doblada suponemos que ante el escaso éxito de público. En Santa Cruz de Tenerife, la inauración de los Renoir significó para algunos la recuperación de películas en VOSE, pero desde sus inicios en estas salas casi siempre se ha optado por proyectar títulos extranjeros doblados. ¿La VOSE no es rentable en este archipélago de cinéfilos y cinéfagos? La conclusión es que debe ser así, si uno mira sin demasiada ira al pasado.

Saludos, musitando ende, desde este lado del ordenador.

Confesiones intelectuales de un burgués venido a menos

Miércoles, Enero 6th, 2010

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* Llega a mis manos una novela de la extraordinaria e injustamente olvidada escritora norteamericana Shirley Jackson, autora a la que descubrí una vez más gracias al cine. La primera versión cinematográfica de The haunting of Hill House la dirigió el siempre permeable y sólido realizador Robert Wise en un poderoso blanco y negro que todavía inquieta, y es una de esas cintas que supo quitarme la respiración al tiempo que revolucionaba mis ideas mientras despertaba el lagarto de la obsesión con la misión de hacerme con cuantos libros me encontrara de Jackson.

Hace tiempo, mucho tiempo, tuve la suerte de conseguir a precio muy barato el volumen de cuentos titulado La lotería, aventuras del amante del diablo, que incluye la escalofriante historia corta La lotería, y la novela de atmósfera gótica Siempre hemos vivido en el castillo. No había querido leer The haunting… hasta que hoy mismo llega a mis manos, como si Jackson desde el más allá se hubiera empeñado en que no me fuera de este mundo sin disfrutar de su más famosa narración espectral.

* Me pregunto todavía sorprendido cómo es que ningún medio local de ésta y la otra costa no se ha hecho todavía eco del número de noviembre de 2009 de la Revista de Occidente. Bajo el título de Islas. La exuberancia del límite, la publicación fundada en el pasado por el honorable José Ortega y Gasset, compila una serie de trabajos firmados por pensadores e investigadores, la mayoría de ellos oriundos de estas ínsulas a la deriva, cuyos artículos contribuyen a clarificar la condición de todos aquellos que vivimos en estos territorios flotantes. Se recuperan textos de Alejandro Cioranescu, pero también de los profesores Marcos Martínez, José Luis Rivero y Andrés Sánchez Robayna, entre otros. Este número podríamos calificar como especial de la Revista de Occidente fue confeccionado con la colaboración  del Gobierno de Canarias a través del programa Septenio, que dedica los contenidos en este 2010 que apenas da sus primeros pasos a las Islas del Mundo.

Y de verdad, que merece la pena navegar por estas páginas. No sé si te hacen más inteligente pero sí al menos más cauto y reflexivo.

* El asunto de moda en esta capital de provincia cada día más provinciana y apagada gira en torno al PGO. Leo artículos firmados por gente fiable que celebra que por fin la ciudadanía chicharrera haya saltado a la calle pero sé que esas mismas firmas fiables se equivocan porque no es toda la ciudadanía chicharrera. También ojeo otros artículos que firman gente igual de fiable donde se critica, precisamente, eso mismo, la manipulación que unos pocos ejercen sobre unos mismos.

Sacudo la cabeza con amargura siniestra porque tengo la sensación que unos y otros opinadores hace ya mucho tiempo que dejaron de escribir con el corazón y sí con la cabeza. Mientras tanto, la crispación casi estalla los termómetros de esta ciudad casi fantasma. Como si se pretendiera que nos enfrentemos unos y otros. Yo mismo participé ayer en esta charada, con los nervios algo rotos porque mi interlocutor se transforma repentinamente en contrincante y no me apetece llegar a las manos por un asunto que no va a arreglar el que cada día me cueste más abonar el alquiler de mi casa.

* Me atrevo a recomendarles algunos libros que considero imprescindibles. El primero de ellos se ha convertido ya en un clásico: En pos de la ballena blanca, un volumen coordinado por el también imprescindible cineasta Josep Vilageliú. No me canso de releer sus artículos como tampoco me canso de llegar a la conclusión de que el cine, el audiovisual en Canarias quizá sea eso, el sueño de esa mítica ballena blanca descrita por Herman Melville. Recordad: “Mi nombre es Ismael”.

* Termino estas tímidas confesiones intelectuales de un burgués venido a menos con dos títulos de un autor al que siempre que leo me hace un poquito más cómoda la existencia. Me refiero al maestro Robert Crumb y su R. Crumb, Recuerdos y opiniones, editado por Global Rhythm Press en España y del mismo y mítico autor su peculiar visión del Génesis (ediciones La Cúpula)  El inconveniente de ambos títulos es su precio desproporcionado, pero merece la pena porque se trata de una excelente inversión cultural.

* Otra sorpresa en este día de huellas de Oriente: dos dvd: Memorias del subdesarrollo y Las minas del rey Salomón. ¿Recuerdan? La misma película cuyos ecos resuenan en Arrebato del recientemente fallecido Iván Zulueta.

Un ligero escalofrío antes de poner punto y final.

Y no sé por qué, pero pienso ahora en eso que definen como eterno retorno.

Saludos, algo descansados, desde este lado del ordenador.