Sigo con bastante interés la guerra de tartas que se ha organizado en torno al programa cultural Septenio. En rueda de prensa, el viceconsejero de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias (no moja pero empapa) Alberto Delgado, anunció hoy en la capital tinerfeña que esta iniciativa ha respaldado 75 proyectos de diversas disciplinas, con más de 300 convocatorias culturales tanto en las islas como en el exterior, con la contratación directa e indirecta de 1.560 personas y la participación de 455 empresas desde su inicio.
No aclaró no moja pero empapa, o al menos no he leído que lo aclarase en las crónicas que se hacen eco del relumbrante acto informativo, del impacto que han tenido estos actos por esos mundos de Dios ni de las supuestas opacidades denunciadas por algunos artistas canarios cuyos nombres no se encuentran escritos en el paseo de la fama septenional.
Reiterando que, pese a mis críticas, todavía entiendo este programa como una plataforma eficaz para articular y dar a conocer lo que se hace aquí en tierras de allá, lamento una vez más la actitud inmovilista y fuera de todo sentido de un Viceconsejero al que le entra el mal de San Vito cuando desde fuera (¡y desde dentro!) se le reclama que cambie aspectos de un modelo que hoy continúa sin convencer a una amplía mayoría.
Imagino –y es un suponer– que la pretensión de la más conferencia que rueda de prensa organizada hoy por la Viceconsejería de la cosa cultural era la de emitir una cortina de humo en torno a un programa que despierta sospechas porque su máximo responsable no contribuye a despejarlas. ¡Y qué mejor filtro para despistar a la opinión pública que recitar una retahíla de cifras donde se barajan cantidades millonarias como si se aspirase con ello, con los números, a ahuyentar la sombra de la duda que se cierne sobre este programa!
No se ha dado cuenta no moja pero empapa que, precisamente por eso, alimenta más preguntas y dudas al ser incapaz de rebatir con argumentos las denuncias que le han llovido por Septenio desde que éste comenzó a dar sus primeros e inestables pasos. No me vale así que reduzca esta cuestión al comodín: “los artistas que protestan son todos aquellos cuyos proyectos fueron rechazados”.
Detecto por ello que el espectáculo montado hoy por el Viceconsejero suena más a marear la perdiz que a otra cosa. Y en esa línea –como la de repartir presuntas regalías y amenazar veladamente a quien se manifieste en contra, como parece que esta pasando en las áreas de tan sacrificado departamento del Gobierno autónomo (muy castigado en sus presupuestos por la dichosa crisis)– no se deben hacer las cosas.
No señor, no se debe.
Concluyo: señor Delgado: el que respeta, aprecia y el que tolera, desprecia.
Y usted, me parece a mí, poco de lo uno y mucho de lo otro.
MIENTRAS TANTO, EN EL PARLAMENTO DE CANARIAS…
Coincidiendo “casualmente” con la conferencia de prensa del programa Septenio, en esa casa de vagos en la que ha terminado por convertirse el Parlamento de Canarias el diputado socialista Domingo Fuentes Curbelo exigió que se destinen los 20 millones de euros previstos para los próximos cinco años en el programa Septenio a la cultura en el archipiélago.
La consejera de Educación, Milagros Luis Brito (conocida en su círculo como la requeté), le respondió que el programa nació, precisamente, para impulsar la actividad creativa cultural y trasladarla fuera de las islas. Añadió, además, y como si tuviera a su lado el fantasma de no moja pero empapa, que Septenio está superando sus objetivos con la financiación de más de 80 proyectos entre 2008 y 2009.
Nada nuevo bajo el sol.
El socialista contestó (metáfora de la tarta) que el programa “es un fracaso, un derroche, un despilfarro y un descontrol”. Y la requeté –a lo suyo– que “el objetivo estratégico –cómo le gusta a esta gente esta palabra, estrategia, estratégico, estratergoris y todas aquellas declinaciones que ustedes quieran– es dedicar recursos a la cultura de aquí, es impulsar actividad creativa cultural y trasladarla fuera del archipiélago”.
En esta batallita de tartazos también flotó en el aire el Espacio Canarias. Creación y Cultura instalado en pleno centro de Madrid, una iniciativa estimable pero que mucho me temo ha terminado por convertirse en una especie de club social canario en la capital de España; y otras historietas de ayer y hoy bien aderezadas de números, cifras, estadísticas, matemática pura y dura con el fin, obvio, de no coger al toro por los cuernos: Septenio, como todas las áreas del departamento de esta actual Viceconsejería de Cultura del Gobierno canario, necesita de una urgente y radical ITV si no quiere entrar en la UVI.
En cuanto al área que dirige no moja pero empapa se espera que se atreva a despejar de una vez el autista dirigismo que está caracterizando su manera de administrar la cultura, y que asuma de una vez por todas que aún se está a tiempo de corregir el camino y no de meter más la pata.
Con desprecio marrullero no se va a ningún sitio y sí a destruir lo poco bueno que aún nos queda.
Pero esto, tal y como se están llevando las cosas, no lo va a arreglar ni Achamán por tanto guayota metido ahí dentro. Y mucho menos esa especie de talismán al que recurre nuestra Viceconsejería de Cultura como as en la manga cuando se queda sin números, sin cifras que publicitar porque carece de argumentos convincentes, y que denomina como Plan Estratégico de la Cultura en Canarias.
Según la requeté se presentará antes de fin de año.
¿Otra incógnita?
Saludos, a lo apaga y vámonos, desde este lado del ordenador.