José Antonio Marina (Toledo, 1939) ha dedicado su labor de investigador a la elaboración de una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y termina en la ética. Para el pensador español, la función principal de la inteligencia no es conocer sino alcanzar la felicidad y la dignidad. Dentro de este proyecto ha dedicado libros a la creación, los sentimientos, la voluntad, el lenguaje, la ética, la religión y la política y ha sido galardonado con numerosos premios: Anagrama de Ensayo, premio Giner de los Ríos de la innovación Educativa y premio Nacional de Ensayo.
El filósofo y pedagogo fue uno de los invitados de Encarte, el encuentro de Creatividad, Arte y Educación que se desarrolló en julio en TEA Tenerife Espacio de las Artes, donde impartió la conferencia El aprendizaje de la creatividad.
- Parece que España no es país para filósofos…
“Es poco receptivo a la filosofía aunque no se trata de una carencia solo de España. En todo el mundo, en la actualidad, hay una especie de obsesión por la técnica y la matemática que deja de lado, por norma general, a todas las humanidades y en especial a la filosofía. Creo que es un mal general y me parece muy grave pero parte de que la situación esté así la tenemos los propios filósofos porque hemos hecho las cosas muy mal. Tanto, que nos hemos aburrido de convencer a la sociedad de que es necesario una defensa culturalista, que es historia de la filosofía mientras obviamos que la filosofía es lo que le hace falta a la sociedad para saber razonar bien y tener criterios de evaluación tanto en el terreno del conocimiento, el razonamiento y la capacidad de argumentar de manera práctica con ética y cierta noción política para tomar decisiones y eso es para lo que debe capacitar la filosofía. ¿Por qué es tan importante? Porque una sociedad cuando carece de pensamiento crítico se vuelve muy vulnerable por lo que se hace necesario desarrollar corrientes de pensamiento crítico ante las nuevas tecnología que dificultan la capacidad de argumentar. Tenemos que recuperar la capacidad de argumentar”.
- ¿Y cómo se recupera?
“Desde el punto de vista educativo con filosofía pero no con historia de la filosofía que es una ciencia cultural que está al mismo nivel de la música, la literatura y que sirve para situar un poco pero yo me refiero a la filosofía como desarrollo del pensamiento crítico, una asignatura que debería de introducirse desde primaria”.
- ¿Filosofía en primaria?
“La experiencia que tenemos en Francia, donde se ha puesto filosofía para niños, es notable porque ¿van a saber filosofía?, no, van a saber argumentar y al mismo tiempo que se debate hay que escuchar y luego ser capaz de repetir los argumentos del contrario y de decir sí o no o cuales son tus argumentos para defender determinada posición. Y se observa que estos niños en Francia tienen una estructura racional mucho más viva, rigurosa porque entienden las cosas, razonan. Luego, claro está, hay que seguir esta evolución del alumno a lo largo de su trayectoria educativa. Creo que es fundamental este proceso para formar a nuestros alumnos con la idea de que aprendan a tomar buenas decisiones y estimulen sus afectos tanto en el terreno político como profesional y para eso es necesario conocer y comprender cosas, también gestionar las emociones y tener hábitos que refuercen nuestra valentía, tenacidad, paciencia porque a lo largo de la vida el individuo va a tener que tomar decisiones rápidamente y si no tienen esta capacidad alguien las tomará por ellos”.
- Sin embargo, ¿no cree que es necesario conocer y leer a los filósofos clásicos?
“Lo que digo es que la memoria es el órgano del aprendizaje de manera que todo lo que aprendemos, desde jugar hasta inventar técnicas nuevas, como pasa en el mundo del arte, descansa en la memoria. Puede ocurrir que cuando hablamos de la memoria nos referimos solo a la mínima capacidad de ésta cuando se limita a repetir lo aprendido, lo que tiene poco recorrido porque la memoria hace otras cosas. La memoria nos permite proyectar, combinar, comprender y relacionarnos. Toda educación es de hecho la construcción de la memoria. Una de conocimiento y otra de procedimiento… Lo que quiero decir es que aprender la lista de los reyes godos es falsear el asunto”.
- Puestas así las cosas, ¿el futuro de España es convertirse en un país de burros?
“Este país cuenta con excelente profesionales que trabajan fuera de España y no hemos sabido aprovechar a esa minoría sino que la forzamos a que se marche. Respecto a la mayoría vive hoy en condiciones muy vulnerables para los tiempos que corren”.
– ¿En este escenario que papel juega el docente?
“Hace tres años el ministro de Educación me solicitó un diagnóstico en el que afirmaba que la escuela no mejora si no mejoran sus profesores. Propuse una radiografía de cómo deberían ser los profesores que debemos tener pero nadie se ha preocupado hasta la fecha y con seriedad en formar a nuestros docentes. Y eso que contamos con docentes excelentes pero todos son autodidactas y eso no puede ser. Tiene que haber un estándar de formación del profesorado. Además con el vaivén de leyes que hemos tenido en Educación los buenos profesores se han desanimado porque piensan: si las cosas son así, para qué me voy a esforzar. Tenemos que volver a llamar a los grandes profesores que tenemos, valorarlos y respetarlos con la idea de que consigan movilizar al resto pero para eso es necesario organizar bien la formación docente. La formación debe ser práctica y sus profesionales deberían pasar una prueba muy dura y luego una especie de MIR de dos años en escuelas especialmente preparadas para este tipo de enseñanza con profesores muy buenos de los que aprender sus prácticas, prácticas a su vez que se complementarían con las exigencias teóricas que hoy reciben en una universidad. Si no, una persona puede saber mucho pero no sabe compartir sus conocimientos, mantener la disciplina en el aula, que es un trabajo que se debe aprender. En España es complicado porque cerca del 70 por ciento de los profesores son funcionarios y una vez incorporado a la carrera funcionarial es muy difícil controlarlos, evaluarlos, lo que implica que el método de selección de profesores debe ser muy riguroso y completamente necesario porque tenemos que saber que esas personas están en condiciones de ser buenos profesores. Tenemos que cuidar la selección inicial del profesorado, más en un sistema funcionarial como el nuestro”.
– ¿Y qué pasó al plantearse esta propuesta?
“Se planteó antes del pacto educativo donde todos estaban en un principio a favor aunque comenzaron las disidencias en las reuniones posteriores por lo que no se alcanzó, finalmente, ningún acuerdo, así que estamos como al principio esto implica que vamos a contar con una generación de alumnos que cuenta con una ley absolutamente precaria. No se puede andar con parches por lo que se tiene que ejecutar un plan más serio, a ver si nos damos cuenta que tenemos que hacer un proyecto educativo de estabilidad y con un rendimiento de 15 a 20 años”.
– ¿Qué país tiene para usted un modelo educativo digamos que ideal?
“Si nos referimos a formación profesional Alemania y Austria; si es infantil, me gusta el modelo inglés así como el de Finlandia. No me gustan los modelos de los países que en la actualidad están a la cabeza del informe PISA, como son los orientales tipo Singapur y alguna parte de China. Me gusta Polonia porque ha sabido mejorar rápidamente y, personalmente, me gustaría que se recuperara en España el bachillerato francés ya que fue extraordinario aunque hoy esté de capa caída pero conviene recuperarlo porque los grandes liceos eran fantásticos y hay que aprender de los mejores. No me gusta el modelo de primaria y secundaria norteamericano, otra cosa son sus universidades, donde son los mejores. En cuanto al modelo finés lo han hecho muy bien formando a su profesorado, lo mismo que en Inglaterra donde creo, no obstante, que se están pasando por su rigor lo que ha generado que su profesorado esté ahora prácticamente agotado”.
- ¿La conclusión?
“La conclusión es que hay que hacer como en todo porque no se trata de inventar la rueda sino observar lo que funciona. Lo propuse hace cinco años en un libro, Despertar al diplodocus: Una conspiración educativa para transformar la escuela y todo lo demás, y en el que venía a decir que podemos tener un sistema educativo de alto rendimiento invirtiendo solo el cinco por ciento del PIB ya que garantizaría un sistema educativo de alto rendimiento en unos pocos años”.
- Hablemos de su trayectoria como divulgador. Usted es un caso de excepción en España, más con el éxito y el reconocimiento que ha alcanzado con algunas de sus obras.
“Creo que se debe a la manera que tengo de elegir los temas ya que creo que los filósofos y la filosofía deben de estar al servicio del público. En cuanto a mis libros no escojo los temas que me divierten sino que procuro que sean los que preocupan en la calle, como la política, el mundo de los sentimientos. Así que me empapo de ese asunto y cuando sé los suficiente para hacer una tesis doctoral, me pongo a pensar en cómo se lo puedo explicar a la gente de la calle y recurro a los recursos que me da la literatura con el objetivo de que el lector observe la calidad del argumento y las notas que añado de humor con cierto aliento poético para que la lectura no resulte demasiado pesada. Personalmente, me gusta cuando escribo saber siempre donde ubico al lector. De alguna forma, lo que espero cuando escribo cualquiera de mis libros es que el lector piense ¡qué listo soy!, y no el escritor. La idea es ponérselo fácil porque el arte del pedagogo es ése: hacer pensar al otro que ya había pensado eso antes. El mal maestro se apoltrona en su cátedra mientras que el bueno desciende hasta donde se encuentra el alumno”.
- Usted lamenta que los jóvenes esté intoxicados por el bienestar.
“Se ha puesto de moda que los niños sean felices y que no sufran con el fin de que sean felices el resto de sus vidas pero quien razona así no sabe nada de psicología infantil. Estamos intoxicando a los adolescentes de comodidad y si bien todos queramos una vida cómoda, también se debe aspirar a una vida afectiva, a cierto reconocimiento para sentirnos significativos porque hacemos algo, colaboramos en algo importante, somos capaces de seguir pensado”.
- Pero parece que se ha perdido cierta capacidad para la crítica.
“Si educas a la gente joven con muy poca capacidad de resistir las frustraciones porque se lo has evitado previamente para protegerlo no le haces ningún favor porque es inevitable que tengan frustraciones a lo largo de su vida y en estas condiciones no van a estar preparados para afrontarlas”.
Saludos, mientras el tiempo pasa, desde este lado del ordenador