Raúl Humberto Tola Pedraglio (Lima, 19 de noviembre de 1975) es un periodista y escritor peruano preocupado por la realidad de su país. Cuenta en su bibliografía con, entre otros, tres títulos que a nuestro juicio plantean con la excusa de la Historia situaciones muy actuales, herencia de su ejercicio como periodista los últimos años del gobierno de Fujimori, tema del que trata la última novela que escribe ahora y que cuenta, como las anteriores, con una gran carga autobiográfica.
Raúl Tola que ya estuvo el año pasado en el Festival Hispanoamericano de Escritores, volvió a estar presente en la tercera edición del encuentro que se celebró a a finales de septiembre en Los Llanos de Aridane, en la isla de La Palma.
- Usted vive ahora en Madrid.
“Desde hace siete años”.
- Lo preguntaba porque ¿observa ahora con otra perspectiva la realidad de Perú y latinoamérica.
“No estoy muy seguro que la distancia haga que vea con más intensidad lo que ocurre en mi país. Al vivir lejos de Perú y conocer la vida política española, que es distinta a la nuestra, empleas otros elementos de juicio que no manejas cuando resides exclusivamente en tu país. Hay elementos que te hacen ver a Perú con una visión más crítica pero otros, por el contrario, también más optimista. Vivo atento a los acontecimientos políticos de Perú y de hispanoamérica en general”.
- Y ¿cuál es su visión de Perú?
“Ahora mismo lo observo con mucha preocupación ya que el gobierno de Martín Vizcarra, que ha cometido muchos errores, también cuenta con algunas virtudes al impulsar, por ejemplo, tres procesos de renovación nacional como son la lucha contra la corrupción y las reformas del sistema político y universitario peruano lo que ha hecho que las mafias perjudicadas por estas reformas se hayan unido para pervertirlas y cargarse al Gobierno. Perú está atravesando un trance muy complicado y ahora mira al abismo pero, afortunadamente, las fuerzas democráticas han prevalecido hasta este momento”.
- Sin embargo, sus tres últimas novelas se ambientan en periodos históricos que no tienen nada que ver con el nuestro.
“Y por varias razones, la primera de la tres, Flores amarillas, si bien es una novela histórica, se ambienta durante la dictadura de Manuel Odría que, dicho sea de paso es el momento en el que se sitúa también Conversaciones en la catedral, y cuenta la historia de mi familia. Y sí, es una novela ambientada en una época que no me corresponde pero que tiene un substrato autobiográfico al hablar de los míos lo que la hace muy personal e íntima aunque modifique algunos hechos con las herramientas de la ficción y la imaginación. La noche sin ventanas habla de dos peruanos durante la II Guerra Mundial y la última, La favorita del inca, que es la que parece más alejada de mi tiempo es un policial que se desarrolla en el imperio incaico. Y de acuerdo, estas tres novelas parecen muy remotas en el tiempo pero me sirvieron de pretexto para contar hechos muy actuales. En La noche sin ventanas trato de desarrollar el pensamiento filosófico de aquellos años. Uno de los protagonistas fue uno de los intelectuales peruanos más importantes de aquellos años, Francisco García Calderón, que escribió el primer tratado de análisis de la realidad nacional en el Perú contemporáneo. Te sorprendes cuando estudias los textos de García Calderón y los de su generación porque eran muy conservadores e incluso, diría, que fascistas y descubres que ese pensamiento se repite en algunos sectores de la opinión pública de mi país y cómo muchos de los fenómenos de aquella época se siguen registrando ahora como si no hubiéramos aprendido de las lecciones de la Historia. Este libro se desarrolla durante la II Guerra Mundial y hablo de los operativos de manipulación de la opinión pública que llevó a cabo Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda nazi, y que son el origen de las Fakes News actuales y saco a relucir la polarización de Europa en aquel tiempo tras la revolución soviética y la reacción a esa revolución que fueron los fascismos, y como esa polarización del pasado la estamos viviendo de nuevo”
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- ¿Usted cree?
“Vivimos en una sociedad muy polarizada en parte por las redes sociales. Cuando corregía esta novela no podía dejar de pensar en el presente”.
- ¿Y La favorita del inca?
“La favorita del inca es una novela que comienza cuando en el patio principal del palacio Coricancha aparece el cuerpo sin vida de la favorita del inca. Es una novela histórica pero me permite hablar de procesos actuales como la violencia contra mujer. Si bien es cierto que estas tres últimas novelas están ambientadas en lugares y tiempos distintos, hablan de temas muy presentes y actuales. Son pretextos perfectos para hablar de la actualidad”.
- La favorita del inca transcurre en el Perú prehispánico, ¿le asaltó algún tipo de prejuicio para ambientarla durante la conquista?
“No, no tengo ninguna clase de prejuicio porque creo que los procesos históricos tienen que analizarse en el momento específico en el que ocurrieron. No podemos analizar la Historia con los ojos del presente”.
- Pero está sucediendo, juzgar la Historia desde la perspectiva de nuestro presente.
“Es un absurdo que se está cometiendo ahora mismo. Se trata de ese revisionismo que derriba tantas estatuas por aplicar conceptos actuales a hechos del pasado. Lo que debería hacerse es no derribar y sí completar la información de esas estatuas porque si no corremos el riesgo de borrar nuestro pasado en nombre de una corrección política que puede deformar la Historia y nuestra compresión de la realidad y eso es muy contraproducente”.
- ¿Maneja algún método?
“Tras Flores amarillas entré en un proceso creativo que fui asumiendo desde la distancia. Yo lo equiparo al método de Quentin Tarantino, que aprovecha los géneros cinematográficos y en muchos de los casos de la serie B para filtrarlos por su sensibilidad con el fin de construir películas que no tienen nada que ver con sus originales y que resultan fantásticas. En mi caso, creo que he hecho algo parecido porque me apropio de géneros literarios como el de la mafia en Flores amarillas; la II Guerra Mundial en La noche sin ventanas y el policial en La favorita del inca para asumirlos y pasarlos por los filtros de mi propio universo solo que dándoles un tono distinto para convertirlos en novelas que tienen algo distintivo”.
- Usted además de escritor es periodista. ¿Ha marcado el periodismo su trayectoria como escritor?
“Sobre todo tiene que ver con el proceso no creativo que es aquel que rodea a la creación como es la investigación y la elección de los temas porque los escojo por olfato periodístico y no solo por la mirada literaria. Estos libros no los habría podido escribir si no hubiese emprendido investigaciones periodísticas muy ambiciosas ya que fui a los lugares donde se desarrollan las historias. Entrevisté a muchas personas y leí muchos libros relacionados con el tema en el que ambientaban estas novelas. Uno de los momentos más placenteros de la creación es cuando me encuentro en el lugar donde se produjeron algunos de los hechos que narro en los libros. Me pasó con el personaje de Madeleine, en La noche sin ventanas, cuando entré en el campo de concentración de Sachsenhausen porque fue allí donde la internaron pero me pasa con todos los lugares donde transcurren mis novelas. Conocí, cuando trabajaba en Flores amarillas, el pueblo italiano de donde procede mi familia materna, Brunate, que domina el lago de Como”.
- Me llama la atención de La noche sin ventanas la visión que ofrece de la II Guerra Mundial desde la perspectiva de unos peruanos que se encontraban en Francia en el peor momento posible.
“Es que a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la II Guerra Mundial siguen habiendo historias que no se han contado. Francisco Calderón, embajador de Perú en Francia, tuvo que emigrar de París a Vichy con todas las legaciones diplomáticas tras el ataque japonés a Pearl Harbor ya que muchos países de América Latina rompieron entonces sus relaciones con las potencias del Eje activando un mecanismo diplomático que se denominó panamericanismo defensivo. A partir de ese momento, y contradiciendo los principios fundamentales de la diplomacia, el Eje detuvo a todos los diplomáticos latinoamericanos y los metió en un tren para trasladarlos a Renania, Alemania, donde vivieron encerrados en un hotel de lujo. Es un hecho que no se ha contado por lo que al tener noticia del mismo quise escribir sobre él. En ese tren iban diplomáticos peruanos, colombianos, mexicanos y brasileños, entre otros. Dos de los cuales, por cierto, fueron declarados Personas Justas entre las Naciones”.
- Y cuenta la historia de Madeleine Truel.
“Madeleine Truel nació en Lima y era hija de padres franceses que regresaron a su país tras la muerte del progenitor. En París, se enroló en la Resistencia pero fue capturada y enviada al campo de concentración de Sachsenhausen. Me pareció que su historia era extraordinaria y que era perfecta para encajar con la de Francisco Calderón ya que éste fue un hombre conservador y ella una mujer de ideas más bien progresistas. Sus orígenes, además, eran muy diferentes pero los dos terminaron sufriendo un destino similar marcado por la persecución, la opresión y el encarcelamiento”.
- Una curiosidad, estudia Derecho pero se hace escritor, ¿cómo se produjo el cambio?
“Creo que la pregunta sería qué fue lo que me llevó a estudiar Derecho y no lo que me llevó a la literatura y al periodismo que son mis vocaciones verdaderas. Estando en la facultad, descubrí que todos mis amigos querían ser historiadores, escritores, filósofos. Que todos tenían intereses en las humanidades pero por ese temor a no poder ganarse la vida con su vocación optaron por el Derecho que es una carrera de letras que garantiza un trabajo más o menos estable. Mi vocación por el periodismo y la literatura fue tan fuerte que a pesar de todos mis esfuerzos no pude huir de ellas. Hice todo lo posible por escapar del periodismo y la literatura pero me persiguieron y no me permitieron marchar”.
- ¿Continúa siendo grande y alargada la sombra de Mario Vargas Llosa en las nuevas generaciones de escritores peruanos?
“Pues es demasiado alargada. Lo digo como un peruano que creció en el Perú de los años ochenta en un país devastado por el terrorismo, la hiperinflacción y la corrupción. Con este panorama tan oscuro tuvimos un referente que contradecía las desgracias peruanas en Mario Vargas Llosa, un escritor reconocido internacionalmente y con una postura política con la que podías estar de acuerdo o no pero que provenía de su honestidad intelectual. Incluso para los más parricidas de mi generación es innegable que Vargas Llosa fue un punto de partida y una inspiración. Se trata además de un escritor muy potente y del único Premio Nobel de Literatura peruano y del último Nobel de habla hispana por lo que resulta inevitable que su sombra esté cerca de ti aunque siento, sin negar su influencia, que de lo que se trata es de construir una obra propia. Como hizo él tras sus lecturas de Faulkner, Dos Passos, Joyce… Creo que lo que mi generación trata de hacer es labrarse su propio camino lo que hace que en muchos casos se enfrente a Vargas Llosa pero que en otros se limita a apropiarse de su obra de una manera más o menos consciente porque una cosas es imitar y otra que sea un referente y Vargas Llosa es, sin duda, un referente extraordinario”.
- ¿Nueva novela a la vista?
“Me pareció muy curioso que me preguntase antes por mis tres últimas novelas y que destacase que coincidieran por su carácter histórico ya que la que escribo ahora es profundamente autobiográfica. Escribo desde el yo y cuenta esos años justamente de dudas y transición de mi etapa universitaria y de cómo me hice periodista”.
- ¿Y cómo terminó siendo periodista?
“Comencé en la televisión, en un canal de cable, el Canal N, que comenzó a emitir en 1999. Formé parte de su primera generación de periodistas, una etapa que coincidió con la transición democrática del Perú tras la caída del gobierno de Fujimori”.
- No tuvo que ser fácil trabajar bajo el régimen de Fujimori.
“Fujimori controlaba buena parte de la televisión y la prensa escrita pero hubo grupos de resistencia que no ejercían militancia. En Canal N se hacía básicamente periodismo y tratábamos de ser lo más objetivo posible. Quiero contar en esta novela aquel año 2000, el proceso extremadamente complejo que vivió el Perú con la caída del gobierno de Fujimori a través de los ojos de aquel joven periodista que fui”.
- ¿Y qué vivió aquel joven periodista?
“Estaba en la redacción del Canal N cuando se presentó el vídeo que demostró al Perú y al mundo cómo el gobierno de Fujimori, a través de Vladimir Montesinos, corrompía a un congresista de la oposición. Pero hay muchas más cosas que quiero contar en la novela” .
FIRMA FOTO: Juancho García
Saludos, ay, ay, ay, desde este lado del ordenador