Archive for Agosto, 2010

Carta de navegación en pos de un sueño

Viernes, Agosto 13th, 2010

EMPEZAMOS LA TRAVESÍA CON UN GRATO DESCUBRIMIENTO

Saliamos a la mar con un grato descubrimiento. El cineasta tinerfeño Eduardo Gorostiza tiene la generosidad de enviarnos encerrados en una botella dos de sus cortometrajes, Nueve y El efecto K, que nos apresuramos a ver en la intimidad del camarote y a modo de entrantes de un nuevo y siempre rejuvenecedor visionado de El apartamento de Billy Wilder.

Los cortos de Gorostiza son cintas de coste cero. Obras de un independiente con ganas. Y eso se traduce en las imágenes de estas dos pequeñas curiosidades que se dejan ver y que producen cierta conmoción en nuestras ideas.

Tras la aparente sencillez de Nueve y El efecto K creemos atisbar a un cineasta que ya tiene mirada. Una mirada reiterativa sobre el cine como fórmula narrativa. Apreciamos que casi es una obsesión en ambas películas, como si su autor (porque podemos hablar de autor en proceso) indagara en las posibilidades de la imagen proponiendo en Nueve una interesante reflexión con guiño a todo es –afortunadamente– cine o mentira; o bien mostrando un apasionante estudio del conocido Efecto Kuleshov, que más allá de lo inquietante y arriesgado de la propuesta deja descolocado al espectador.

Se tratan, en definitiva, de dos cortometrajes independientes que son una buena carta de presentación para un director y un equipo implicado. Profesionales (porque esta es la palabra) que utilizan el cine como arcilla en manos de un orfebre.

Dos trabajos redondos, concluimos, por la autenticidad de sus propuestas.

Seguimos navegando.

EL FARO DE LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO: GRAN CANARIA

La fuerza del viento nos arrastra hasta la isla de Gran Canaria donde Luis Roca guía nuestro pasos entre afilados arrecifes desde su faro el Observatorio Audiovisual de Canarias, una luz alojada en Facebook a la que animo (ahora que nadie nos lee) a que se sumen.

El faro propone noticias sobre cine rodado en estas latitudes infernales y orienta a todos aquellos que quieran participar en un debate independiente, muy alejado de dirigismos oficiales.  Y eso lo agradece cualquier marinero que se precie en unos momentos como son los actuales.

 A MI LLAMADME ISMAEL…

Me encuentro casualmente en alta mar con la chalupa que dirige Josep Vilageliú, quien cada día me recuerda más a un melviniano capitán Ahab necesitado de grasa, y me informa de navío a navío que ha puesto en marcha su bitácora En pos de la ballena blanca. Título que hace referencia más que al Moby Dick literario al libro que coordinó con el mismo nombre para esa especie de jarea que es hoy el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria.

Los interesados que naveguen por esta nueva propuesta relacionada con el audiovisual hecho en las islas podrán además de leer los post de Josep/Ahab estar al día en el constante trabajo que produce este singular capitán de la cada día más asombrada y asombrosa flotilla de pateras del audiovisual insular.

Y TOCANDO TIERRA

Al tocar tierra nos enteramos al leer La Opinión de Tenerife del rodaje del último cortometraje de Patrick Bencomo, que es uno de los más destacados cineastas independientes a este lado de la mar océana.

El trabajo se titula Entre fogones y es una historia de amor que transcurre en el casi siempre apasionante mundo de la cocina.

Algo extraños al pisar tierra firme tras estos días en la mar,  tranquilizo a la marinería garantizándoles que pronto, muy pronto, volveremos a zarpar…

Saludos, desde la Nostromo, desde este lado del ordenador.

Zzzzzzzzzzzz

Viernes, Agosto 13th, 2010

Veo la película Origen de Cristopher Nolan, que es un cineasta a quien casposillos y postmodernos elevaron a los altares por un mentecato policiaco llamado Memento y dirigir dos del Batman sin que se hubieran enterado de lo que le hizo Frank Miller en los tebeos en su ya célebre Batman Dark Night y su menos conocido pero igual de impactante Batman año I con dibujos del gran Mazzucchelli.

Y confieso, oh hermanas cucarachas, que casi me duermo a la media hora de iniciada esta especie de película Bond pero sin Bond. Esta especie de Abre los ojos, Matrix y Olvídate de mi pero sin la paranoica frescura del filme de Amenábar, la acción trapisóndica de la primera entrega que dirigieron los hermanos Wachowski y mucho menos la gamberra implicación intelectual de Michel Gondry.

Sobre todos estos señores vuela con elegancia mayestática sin embargo una obra teatral del siglo de oro español que pide a gritos una reinterpretación para nuestro tiempo como es La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. Un autor que, sin quitarle mérito a otros grandes de su tiempo, continuo considerando como el dramaturgo más marciano de aquel legendario siglo.

En Origen se plantean las mismas preguntas que se plantea don Pedro: ¿Qué es la vida? un frenesí. ¿Qué es la vida?, una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

Sueño fue lo que me provocó Origen. También la realista sensación una vez finalizado el pase, de que me han vuelto a estafar la nada desdeñable cifra de 6,70 euros por ver nada.

Será cosa del sueño dentro de un sueño y de otro sueño donde no hay, he dicho, nada.

Saludos, zzzzzzz, desde este lado del ordenador.

‘Poesía canaria actual (A partir de 1980)’

Jueves, Agosto 12th, 2010

Recién salido del horno aunque en muy mala fecha como es agosto, los interesados ya pueden adquirir un ejemplar de la antología Poesía canaria actual (A partir de 1980), tercera y última de las entregas que el profesor de la Universidad de La Laguna, Miguel Martinón, ha ido publicando con Ediciones Idea tras Poesía canaria moderna (1868-1939) y Poesía canaria contemporánea (1939.1990). Es más que probable que el volumen se presente en septiembre.

 Saludos, hoy muy cortos, desde este lado del ordenador.

Sólo para ‘bondmaníacos’

Miércoles, Agosto 11th, 2010

Me iré a la tumba sin entender muy bien la fascinación que siento por las novelas y películas de James Bond. No me canso de leerlas y verlas, y todo eso sabiéndome la historia de cabo a rabo.

Es tanta esta tonta atracción que creció tras descubrirlo en los filmes.

Las novelas de Bond no es literatura de altura, de esa que tiene que leerse con la cabeza bien despejada, sino literatura popular que es la que tiene lectores hambrientos. Tan hambrientos que como muertos vivientes van buscando cualquier pedazo de carne que les recuerde que una vez fueron vivos.

Y las novelas de Fleming me hacen evocar esta llamada a los salvaje. Grave y honda, que no es otra que la que procede del corazón de las tinieblas.

Con las cinco primeras películas de la serie me pasa algo parecido.

He tenido la oportunidad de verlas con ojos más cansados y cínicos y he redescubierto en ellas a un director británico interesante y con mirada sobre la violencia.

Su nombre es Terence Young. O el hombre que dirigió al mejor Bond cinematográfico. Quien le dio marca cinematográfica.

Les invito a ver sus tres aportaciones al universo 007: Doctor No, Desde Rusia con amor y Operación Trueno. Con especial atención a Desde Rusia con amor.

La mejor película Bond no está firmada por Terence Young pero sí por Peter Hunt, su segunda unidad.

Les animo así, ¡tuertos del mundo, uníos!, a que vean 007 al servicio secreto de su majestad.

No está protagonizada por Sean Connery sino por George Lazenby, un actor que pasará a la historia del cine como pasó Pete Best –el primer batería de The Beatles– a la historia de la música.

Si la ven, descubrirán una película marciana. Un extraño eslabón en la cadena evolutiva de James Bond.

Un filme ¿involuntario? que para todos aquellos que aún beben del espíritu Fleming es sin lugar a dudas la más fiel y no sé si mejor película sobre una de las novelas que las inspiró. 

 Saludos, M, desde este lado del ordenador.

Algo más sobre ‘Intruders’

Miércoles, Agosto 11th, 2010

El diario El País publica en su edición de hoy un amplio reportaje sobre el rodaje de Intruders, del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo, ese cineasta a quien alguien del Plan Audiovisual de Canarias llama como “nuestro director más internacional”.

El texto lo firma el periodista Gregorio Belinchón y uno puede subirse por las paredes devorado por la envidia no ya por lo que cuenta este señor, sino al descubrir que “nuestro director más internacional” vio la final entre España y Holanda del último Mundial de Fútbol junto a Carice van Houten, el último sexy descubrimiento de Paul Verhoeven.

En la entrevista Fresnadillo o “nuestro etc, etc, etc” avanza que la película habla de los miedos infantiles y de un tal Carahueca que igual termina por incorporarse al actual panteón de criaturas terroríficas que puebla el mundo del cine. No creo, sin embargo, que esta sea la intención del director de Intacto y 28 semanas después.

Intruders incluye un plan de rodaje de 12 semanas, ocho en Londres y cuatro en España y probablemente se estrene a finales de este año o inicio del próximo.

Para los interesados en saber algo más del largometraje, les invito a visitar el videoblog que El Mundo digital ha dedicado a esta, todo así lo indica, prometedora película del, insisto, “nuestro cineasta más internacional”.

Saludos, a punto de derretirme, desde este lado del ordenador.

Tipologías del espectador de cine

Martes, Agosto 10th, 2010

ADVERTENCIA

Esta tipología no pretende ser científica aunque sea resultado de largos años de observación y estudio de campo en distintas salas del mundo. Somos conscientes que muchos de estos tipos han involucionado en vez de evolucionar con el paso del tiempo y que el cine como espectáculo ya no es lo que fue ayer. No obstante, hemos descubierto que aún se conservan comportamientos constantes, como si estos quisieran resistirse a morir con el paso del tiempo. El presente trabajo sólo es un anticipo de un estudio mucho más amplio que esperamos finalizar en próximos meses. 

PROFESOR FRANZ DE COPENHAGUE

EL NOSTÁLGICO.-  Aquel que sigue yendo al cine pese a su elevado precio y por norma general pésima oferta. Suele ir sólo o en parejas porque rara vez se le ve en grupo. Cada vez son menos, quizá porque conocieron una forma de cine que ya no se estila. Los cursis llaman ahora a esas salas de pantalla única. El nostálgico siempre las recordará como cines. Para estos individuos salir de casa, ver una película y después tomar una copa se convirtió en un acto casi religioso. Como hoy ya no hay religiones sino fanáticos, muchos de estos nostálgicos se han encerrado en casa donde continúan viendo cine pero en la pequeña pantalla. En la soledad de su casa se han acostumbrado a no descubrir películas sino a ver las que una vez vieron en pantalla grande.
 
EL CINÉFILO.- Los miembros de esta especie, en contra de los nostálgicos, siguen gozando de relativa buena salud. Se los reconoce porque suelen leerse todas las revistas que van de serias sobre cine que hay en el mercado y presumen de paladar refinado. Son capaces de descubrir un mundo mágico y de colores con películas la mayor parte de las veces pretenciosas y se inflan como pavos reales cuando hablan de cine raro. Pero no porque ese cine sea raro de verdad sino porque suele resultar un tostonazo. Si te toca uno al lado, lo mejor es apartarse discretamente, no por peligrosos sino porque resultan, francamente, una panda de diletantes.

EL CINÉFAGO.- Algo así como las cucarachas pero en versión aficionados al cine. Apuntamos lo de las cucarachas porque tienen igual o superior capacidad de resistencia que tan entrañables insectos. Además, y como ellas, devoran cualquier cosa que sea imagen. Les importa un pimiento que la película sea mala o buena ya que lo que buscan es alimentarse con cualquier tipo de imágenes. No es recomendable que se le pregunte a la salida del cine qué les pareció la película porque pondrán los ojos en blanco y se pasearán la lengua por la comisura de los labios.

EL COTUFERO.- Suele ser el espectador que se pertrecha de toda clase de alimentos con alto contenido en grasa para ver una película. Dudo que le importe el filme en sí pero no el refresco, el cartucho de cotufas, chocolatinas, bolsas de papas fritas o cheetos y gominolas que sea capaz de transportar. Son multitud últimamente y miran de manera asombrada a quien acostumbra a ir al cine sin su correspondiente cátering encima. Ayudan a soportar una película mala porque uno le presta más atención a su succionar y masticar  que al propio filme en sí. La cosa cambia si lo que estás viendo merece la pena. Es probable que entonces se convierta usted en un aprendiz de Norman Bates.

EL CHARLATÁN.- Francamente molestos. Son los que se ponen a hablar por el móvil o con el compañero que tenga al lado sin importarle un pimiento el resto de los espectadores. Normalmente lo que cuenta no tiene nada que ver con la película sino con una amiga que lo dejó colgado, las zapatillas de tenis que espera comprarse un día de estos o las ganas que tiene de coger vacaciones. Deberían de prohibirles la entrada porque además se ponen muy violentos si uno los manda a callar.

EL ENTERADO.- Es aquel que en medio de la película suelta un chiste o grita para que nos enteremos todos que el asesino es el mayordomo. Cuando sueltan chistes y la película no vale un euro hacen gracia. Sobre todo si es original, aunque últimamente no suelo reírme con sus chascarrillos será porque la gente ya no es tan original. El enterado se convirtió en algo así como un objeto de culto en cines de verano tan inolvidables como el de la plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife. Acudir a este cine era como una experiencia alucinógena, no ya por el propio cine, instalado en la arena y con la pantalla agitada por el viento, sino por la peña que perdía el rato haciendo que veía la película (¡eso sí que era cine de barrio, con la copia hecha añicos y un sonido de puta pena!). En la proyección de Lúcifer, recuerdo a un borrachito señalar a la pantalla y exclamar cuando el ángel caído levantaba a los muertos algo así como un ¡¡¡Yo a ti te conozco!!! que todavía me hace estremecer la mandíbula. Y no sé, precisamente, si de la risa. ¡Linterna!

LOS ENAMORADOS.- Parejas que van al cine no sé si a ver una película. Si son primerizos y sus intenciones aún castas, los chicos suelen meterse a ver cualquier cosa. Si no les entretiene sueles oír en voz baja a él o a ella algo así como ¿por qué no nos vamos? Ahora bien, si la cosa funciona, pueden que hasta salgan más enamorados. En mis tiempos esta especie iba al cine sencillamente a meterse mano.

EL PESADO.- O el que se te sienta al lado –independientemente de su sexo– y no para de moverse, consultar el móvil o mover las piernas como si tuviera el mal de San Vito. No hablan, pero también te puede tocar uno de esos. Si es así ¡cuidado! porque es el que llega tarde y te pide que les expliques cuánto se ha perdido de la película. O que quién es ese con la cara quemada…

EL QUE SE QUEDA HASTA EL FINAL.- Normalmente son los cinéfilos, que para ellos esto de ir al cine es como para un católico ir a misa. Cuando acaba el filme se quedan hasta el final y hacen que leen los títulos de crédito. Últimamente, y si se trata de una producción de éxito, ya no son sólo estos los que se quedan sino también todos aquellos que saben que al final hay un par de minutos de película de más.

LOS QUE SALEN NADA MÁS LLEGAR EL FINAL.- Suele ser la mayoría. Cuando acaba la sesión se levantan en tromba y como una avalancha humana se dirigen a la salida sin importarles un pimiento pisarle los callos al que se queda tranquilamente sentado en la butaca. Los más previsores escapan de la sala incluso antes de que aparezca el The End de rigor en pantalla.

EL LISTO.- Son todos aquellos que ocupan la butaca que no le corresponde pese a que la sesión sea numerada. Normalmente te cuentan una milonga para que le dejes tu sitio, como la de explicarte que no se va a llenar la sala y que hay asientos mucho mejor que el que te corresponde. Al final, o llegas a las manos o llamas al linterna (acomodador) para que se vaya a hacer puñetas.

LOS PURISTAS.- Esta especie va un poco más lejos que la de los cinéfilos. Normalmente se colocan en las butacas que estén más próximas a la pantalla y se quedan en la sala hasta que desaparecen los títulos de crédito. Son, generalmente, más hombres que mujeres y suelen ir solos al cine.

EL FRIQUI.- Se han multiplicado. Y gran parte de culpa la tiene la puñetera Guerra de las galaxias. Hoy la película puede ser Batman, Iron Man o las del Harry Potter, y siempre se tratan de segundas, terceras o cuartas entregas. Los localizas porque entran en la sala con los ojos inyectados en sangre y notas su nerviosismo a distancia considerable. Esto de estar nervioso es porque esperan como agua de mayor ver la segunda, tercera o cuarta entrega del éxito de turno. A veces, incluso, van disfrazados de sus personajes favoritos.

LOS ROMÁNTICOS.- Haberlos haylos sólo que ya son pocos. Se refiere a aquellos espectadores que si les gusta la película suelen aplaudir al final. Apenas se les hace caso, pero debo de confesar que una de mis experiencias más placenteras con esta especie me sucedió viendo en Madrid la primera parte de Érase una vez en América y Brazil. Fui de los que aplaudí.

EL CABREADO.- Cuidado con éste. O ésta. Sobre todo si te toca al lado. Se trata de un animal lleno de mala leche y si puede provocará una pelea con el que tiene al lado para amargarle a la víctima la que suponía iban a ser dos horas de relax. Recuerdo todavía como en una sesión suspendieron la función porque uno de estos cabestros se lió a puñetazos con un pobre muchacho. Al final tuvo que intervenir la policía.

LOS SUBIDOS DE TONO.- Probablemente sea una de las experiencias más agradables o desagradables que le puede pasar a uno dentro de un cine. Póngase en situación: está viendo una película y siente como una mano se coloca encima de su pierna o como un pie roza con el suyo. Mira de reojo para descubrir quién es el autor o autora de esta seducción y el chasco puede ser mayúsculo si observa que quien se le insinúa es algo así como el primo/a hermano/a de Quasimodo. Si ánimo despectivo por el tal Quasimodo.

EL DEL SHHH.- Son esos que no paran en mandar a callar. Y no sólo a los que tienen la manía de hablar sino a quien se mueve en su asiento o despega, procurando no hacer ningún ruido para no molestar, el envoltorio de un caramelo. Deben de creerse importantes. Lo mejor es responderles con otro shhh.

LAS CHICAS DE ORO.- O grupo, generalmente de señoras, de la tercera edad que va al cine porque es probable que no tengan nada mejor que hacer. Lamento decir que las que me han tocado suelen ser bastante escandalosas y que ahí he tenido que ser yo quien las llamara al orden con el dichoso shhh. No te hacen puto caso.

LOS NIÑOS.- Creo que fue Alfred Hitchcock quien dijo en cierta ocasión que detestaba rodar con niños. He llegado a la misma conclusión como espectador de cine: detesto ver una película con niños, sobre todo si van acompañados de sus padres, que es cuando los enanos se crecen ante la adversidad de todos esos adultos que también una vez fueron niños. Resulta no obstante un público inevitable si usted se mete en una de dibujos animados.

LOS BEBÉS.- No me considero un Herodes pero nunca he entendido cómo alguien puede llevar a un recién nacido al cine. No pasa nada si el crío duerme plácidamente pero si despierta y se pone a llorar soy de los que se le pone la piel de gallina. Debe ser algo que llevamos dentro, pero el llanto de un niño son de esas cosas que desarman. Ni los del shhh son capaces de decirles shhh

EL GAMBERRO.- El que va al cine a putear. Y putear de muchas formas. Habla, tira cotufas al que tiene enfrente, enciende un cigarrillo, lanza eructos en sensurround, etc, etc…  Obviamente, va al cine no por la película sino para putear. No es un tipo feliz, pero cuidado con él si va en grupo. 

Y LOS DEL GRUPO.- Generalmente son pandillas de adolescentes y hacen del cine una fiesta con sus gemidos. En la actualidad se les puede localizar sobre todo con las películas de la saga Crepúsculo. Personalmente, lo considero como un espectáculo añadido a estos filmes. Hacen hasta obligatorio que veas ésta y otras series similare en un cine.

Saludos, desde Copenhague, desde este lado del ordenador.