Archive for Enero, 2014

Noticias, noticias, noticias

Miércoles, Enero 15th, 2014

* Una nueva apuesta editorial surge en Canarias, se trata de Neys Books Ediciones que ha puesto en el mercado sus dos primeros títulos, las novelas La laguna de los olvidados, de Benjamin Barrett y Sándalo y rapsodia, de Juan Jesús Pérez.  Neys Books Ediciones es un proyecto del también escritor Juan Andrés Herrera, de quien leímos el año pasado Cinco mujeres que no subirán al cielo, publicado dentro de la colección G21 Narrativa Canaria Actual.

* Paté de foie, segundo libro de Guillermo Alemán, va camino de su segunda edición. Así lo anuncia el escritor de esta novela policíaca que protagoniza uno de los personajes femeninos más intensos de los últimos años en la literatura escrita en español. Editada por Los 80’pana factura desde este su blog El Escobillón felicitamos al autor como al sello discográfico y literario que ha hecho posible su aparición en el mercado.

* El verano que murió Chavela Vargas (Alba Editorial) es el título de la séptima entrega del detective privado Ricardo Blanco del escritor José Luis Correa, quien en esta ocasión obliga a su peculiar personaje a volver a las andadas cuando se encuentra el cadáver de un extranjero asesinado en un oscuro callejón de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canarias.

* Los ojos del puente, novela Javier Hernández Velázquez, será publicada después del verano por M.A.R. Editor. El nuevo título del autor de El fondo de los charcos (Baile del sol) y Un camino a través del infierno (M.A.R.) recupera a su investigador Mat Fernández y explora en torno a uno de los trabajos literarios más legendarios que se han dado en estas islas abandonada de la mano de los dioses, nos referimos a La lluvia no dice nada de Antonio Bermejo, una novela que desapareció y de la solo nos queda algunos fragmento y su título. La acción de Los ojos del puente transcurre en varios escenarios, Cuba y la ciudad de Los Ángeles en los años sesenta, y la capital tinerfeña en la actualidad, y por lo que nos hemos enterado pretende sacar los colores a la rancia burguesía local, ya que Mat revelará algunos secretos que esconcen celosamente en sus armarios tan delustrada clase social.

* En otoño veremos también publicada una nueva novela de Alexis Ravelo en la editorial Alrevés. El escritor, que se encuentra en estos momentos trabajando en ella, anuncia que se trata de un libro todavía más coral que La estrategia del pequinés, también editada por Al Revés. La acción de su última novela se desarrolla no solo en la capital grancanaria, escenario que se le está quedando pequeño al autor, sino también en otros lugares de la isla. Nosotros sabemos cuál es el título –muy bueno, lo que se dice muy bueno–, también por dónde se moverá la historia pero nos hemos comprometido a guardar el secreto. Así que habrá que esperar hasta otoño.

* Es más que probable que la actriz Lola Herrera presente en la capital grancanaria Me quedo con lo mejor (La Esfera de los Libros), volumen testimonial que ofrece además  consejos y moralejas, en los que la autora “habla de las huellas que han dejado en ella diversos acontecimientos íntimos y las enseñanzas que ha podido sacar, como: valores a transmitir y errores que es mejor dejar atrás”. Se estudia que Lola Herrera promocione también este libro en la capital tinerfeña si recala finalmente en Canarias.

Y CINE ARGENTINO EN TEA

TEA Tenerife Espacio de las Artes y el Consulado de la República Argentina en Tenerife ofrecen del 16 al 19 de enero un ciclo de cine argentino que incluye la exhibición de los largometrajes El último Elvis, de Armando Bo (jueves 16, 20 horas);  El agua del fin del mundo, de Paula Siero (viernes 17, 19 horas) y Extraños en la noche, de Alejandro Montiel (viernes, 17, 21.30 horas); Samurai, de Gaspar Scheuer (sábado 18, 19 horas); De caravana, de Rosendo Ruiz (sábado 18, 21.30 horas) y, el domingo 19 de enero, De caravana y El último Elvis, a las 19 y 21.30 horas, respectivamente.

Saludos, esto, esto es todooo, amigos, desde este lado del ordenador.

Mujeres en la encrucijada, una novela de Javier Marrero

Martes, Enero 14th, 2014

Aquel trocito de plástico había confirmado sus temores, y sintió el peso de todo el planeta descansar sobre sus hombros. Sola, sentada en el suelo del cuarto de baño, lo miraba, lo apartaba, lo volvía  a mirar y lo volvía  a apartar. Repetía la operación cada cierto tiempo, y comprobaba con pavor cómo el resultado siempre era el mismo.

Indubitado. Firme. Sin opciones.

Estaba embarazada”.

(Mujeres en la encrucijada, Javier Marrero, colección G21: Narrativa Canaria Actual, ediciones Aguere/Idea)

Me parece una curiosidad que varios títulos de la colección G21: Narrativa Canaria Actual cuenten  historias protagonizadas por mujeres pero escritas por hombres.

José Luis Correa recurrió a ellas en Murmullo de hojarasca; Javier Hernández Velázquez también con El sueño de Goslar; Carlos Cruz dio voz a un hombre y a una mujer en No es la noche y Jonathan Allen construyó una peculiar y muy clásica historia de fantasmas con mujeres en Julia y la guillotina. Las mujeres son las protagonistas de Cinco mujeres que no subirán al cielo, de Juan Andrés Herrera y mujeres son los personajes principales de, precisamente, Mujeres en la encrucijada, de Javier Marrero, uno de los últimos títulos de la colección G21 y novela que su autor construye a modo de un delicado rompecabeza cuyas piezas se va uniendo a medida que se avanza en su lectura.

Resultaría interesante que algún experto/a estudiara las razones que motivan a los autores anteriormente mencionados a meterse en la piel de una mujer, a contar historias travestidas. Resultaría, igualmente interesante, que alguien, y en especial una mujer, comentara si el retrato que ofrecen sobre ellas se ajusta a la realidad o cuando menos resulta creíble y no historias que lo mismo podían haber estado protagonizadas por niños, con independencia de su edad, o ancianos también con independencia de su edad.

Al margen de esta digresión que, soy consciente se perderá como lágrimas en la lluvia, Mujeres en la encrucijada de Javier Marrero me parece una novela regularmente armada y con ambiciones. Un libro que, recién iniciado 2014, quizá muestre un cambio en las intenciones y objetivos que se ha marcado el editor de la colección, Ánghel Morales, con respecto a su G21.

Tras leer 9 horas para morir y ahora estas Mujeres en la encrucijada aprecio una voluntad por dotar de solidez y cierto espíritu transgresor a esta colección. Una colección, ya se ha escrito de ello en este su blog, que hoy por hoy continúa siendo el único escaparate que ofrece una visión panorámica de por dónde se está moviendo esa literatura escrita en Canarias cuyas miras va más allá de las fronteras visibles e invisibles que impone la condición de ser editado en islas.

Ya se ha dicho que Mujeres en la encrucijada es una novela puzzle. Una novela puzzle y coral, ya que en ella intervienen varias protagonistas –María Dolores, Julia, Paula, María, Carmela, Rosa, Marianela, doña Elena, Mercedes–, todas ellas con sus historias. En algunos casos de superación y en otros de derrota.

La novela cuenta con un buen arranque y un desarrollo que atrapa. Otra cosa es su conclusión  pero es un parecer muy personal cuando se tejen en este relato tantas vidas y se preocupa por mostrar también tantas sensaciones y experiencias, elementos que hacen que el lector –este al menos fue mi caso– se decante por unas y no le convenza tanto las otras.

Javier Marrero procura narrar un retrato abierto de ese grupo de mujeres, mujeres que construye su obra. En este aspecto, se aprecia mucho trabajo y entusiasmo en la novela, y se agradece el esfuerzo pero también –y aquí falla o al menos tropieza– cierto lío a la hora de contarlo. Este factor repercute en el conjunto final, ya que en ocasiones no termina por cuadrar ni resolver como se debiera. Y eso hiere sus intenciones y despierta la sospecha que se trata de un relato escrito por un hombre sobre un conjunto de mujeres.

Se agradece, no obstante, que no termine por ganar la batalla la idealización que tiene el autor sobre sus protagonistas. Protagonistas de un relato en el que el autor emplea la primera y la tercera persona del singular, y que no resulta forzado sino casi obligado en los fragmentos de historias que relata. Hay además una agradecida preocupación por dotarlas de humanidad en los diferentes momentos en las que intervienen y en ocasiones interactúan unas con otras.

Mujeres en la encrucijada es así un relato de instantes que, como ya avisa su título, marca un momento decisivo en la existencia de todas sus protagonistas.

(*) Mujeres en la encrucijada, de Javier Marrero, se presenta el 17 de enero a las 19 horas en la sala MAC, Santa Cruz de Tenerife. En el acto intervendrá además del autor, Covi García Fierro, Ana Lima y Ánghel Morales.

Saludos, al final veo la luz, desde este lado del ordenador.

Qué verde era mi valle

Domingo, Enero 12th, 2014

John Ford fue un tipo con mucho carácter y un profesional de eso que llaman cine. Si leen el libro de entrevistas que sostuvo con Peter Bogdanovich uno llega a la conclusión que en sus ratos de ocio le gustaba hacer cualquier cosa menos hablar de su oficio. Creo que eso hace más grande si cabe su figura como artista, como director, como hombre que supo coordinar y trabajar con equipos.

El libro de Bogdanovich resulta en este caso –no tanto el que también le dedicó a Fritz Lang– algo frustrante para descubrir al cineasta, aunque al final sí que se logra un retrato a través de sus declaraciones. Las palabras del hijo menor de trece hermanos de origen irlandés que se presentaba –ya como director de cine– como “Me llamo John Ford y hago películas del oeste”.

Ya conté en una ocasión que durante una época tenía que decir con la boca pequeña que a mi lo que me gustaban eran las películas de John Ford porque por aquel entonces estaba de moda defender otro cine. Un cine, se empeñaban y se empeñan todavía, en calificar de autor.

A mi eso de autor me pone la piel de gallina porque ¿qué es entonces John Ford? ¿Entraría su nombre y su obra en ese debate que habla de alta y baja cultura? Las películas de Ford eran comerciales y contaban historias. Y su cine, quizá sea por eso, todavía me entretiene y conmueve.

Escribo esto porque la noche de un sábado tonto y en el que no tenía nada mejor que hacer vuelvo a ver Qué verde era mi valle, que no se trata precisamente de uno de los western de Ford, y termino con los ojos anegados de lágrimas. Lágrimas en las que se mezclan distintas emociones que van de la alegría a la más sombría tristeza.

Y todo por una familia de mineros de un pueblo perdido de Gales del Sur…

Asumo que últimamente no dejo de ver películas del señor Ford. La legión invencible, Fort Apache, Sargento negro y la noche del sábado al domingo Qué verde era mi valle… Mañana, quizá, repita con Las uvas de la ira.

Leo en el libro de Bogdanovich qué pensaba años después el director de esta película, Qué verde era mi valle, y la respuesta no deja de desconcertarme, sobre todo porque, como ya dije, parece como si al cineasta se la trajera floja su trabajo.

La visión que saco es que Ford fue un profesional que sin falsa modestia hizo películas porque era lo mejor que sabía hacer. Y esa manera de hacer es de John Ford.

Qué verde era mi valle está basada en una novela de Richard Llewellyn, autor que cuenta con una serie de novelas de espionaje protagonizadas por Edmund Trothe que desconocía, y está escrita para la pantalla por Philip Dune.

Peter Bogdanovich: ¿Se improvisó una parte importante de la película en el plató?

John Ford: El guión lo escribió Phil Dune y nos ajustamos bastante a él. Quizá añadiéramos algo, pero para eso está el director. No puede uno limitarse a hacer que la gente se ponga de pie, diga lo que le toca y se vuelva a sentar. Tiene que haber algo de movimiento, algo de acción, cosillas que animen y cosas así”.

“Cosillas así que animen y cosas así”… Si han visto Qué verde era mi valle entenderán que era para Ford “cosillas así”.

¿Las miradas que se cruzan en el templo Maureen O’Hara y Walter Pidgeon?, ¿Donald Crisp, el padre, cabizbajo mientras es observado por los ojos de un Roddy McDowall infante? ¿El rostro de Sara Algood, la madre, mientras su familia se descompone por la falta de trabajo? ¿Cómo refleja que el avance industrial no solo envenena el paisaje sino también la geografía humana de quienes forman parte de él?

Cosillas así no son tan fáciles de transmitir en pantalla. Y que se mantengan igual de intensas con el paso de los años es un rasgo más de la genialidad de un artista que nunca fue por la vida como tal y que por eso, precisamente, es un artista.

Aunque no creo que al señor Ford le gustara demasiado que lo llamara artista.

¿Él?, ¿un iracundo irlandés?

Recuerdo con bastante exactitud las veces que he visto esta película. Y me sorprende aún que el efecto continúe siendo el mismo. Con Ford, como con otros grandes cineastas de su generación y de la que vino después, tengo la sensación de que te enseña a ser mejor persona. Y esta sensación se repite la vea la cantidad de veces que la vea. Puede ser porque es capaz de comunicarme humanidad sin un asomo de pedantería. Que me sienta afortunado de existir.

El caso es que veo Qué verde era mi valle mientras los ojos se me llenan de lágrimas. Conmovido del poder que a veces tiene eso que llaman cine y que ya no encuentro apenas en el que veo –no miro– en la actualidad, más preocupado quizá por desdibujar la realidad que por mostrárnosla con toda su belleza y crueldad.

Sus películas han mitificado a John Ford, de hecho hoy está por encima del bien y del mal aunque cuente con títulos malos de verdad en su carrera como cineasta, pero qué más da cuando muchas de sus películas continúan siendo las mismas. Como si para ellas no existiera el paso implacable del tiempo.

Puede que la clave, como dijo él mismo, fuera la siguiente: “Yo creo que cuando se hace una película ahí se queda, se pasa a hacer otra cosa y se olvida uno de ella”.

Su nombre, John Ford y no hizo solo películas del oeste.

Saludos, qué verde era mi valle, desde este lado del ordenador.

La torre de los siete jorobados ¿setenta años?

Viernes, Enero 10th, 2014

Edgar Neville fue aristócrata, artista, vividor y un genial humorista. Por ello es una pena que  por ser de derechas y apoyar a la causa rebelde en la Guerra Civil, su nombre no se  haya reivindicado con la justicia que se merece. Ahí queda su obra de todas formas para sacarlo del fango del olvido. Una obra en la que se mezcla una notable producción literaria y una sobresaliente producción cinematográfica.

Neville, IV conde de Berlanga del Duero, cuenta entre otras con una insólita cinta en el panorama del cine español, La torre de los siete jorobados, título del que celebramos los iniciados su setenta aniversario.

La película está basada en la novela del mismo título de Emilio Carrere, escritor al que se asocia a un modernismo decadente y en horas bajas. La novelita que dio origen al filme se publicó en los años veinte aunque el libro que obra en mi poder es una reedeción de los años cincuenta, en Ediciones Dólar, con portada truculenta.

¿Qué no ha visto la versión cinematográfica de Neville no confundir con Melville?

Se puede descargar en la red, circula también en dvd… Así que háganme caso, y tras verla ríndale el homenaje que se merece…

Fue la primera película que vi de Edgar Neville y fue la película que me convenció a que tenía que ver otras películas firmadas por Neville. Cito de memoria: Domingo de Carnaval (1945); La vida en un hilo (1945); El crimen de la calle Bordadores (1946); El último caballo (1950) y Mi calle (1960). Me faltan otros pero estos son los que forman parte de mi caótica videoteca, todos ellos grabados en cintas de VHS.

Hizo amistad con Chaplin, Douglas Fairbanks y Mary Pickford cuando, así lo relata en una entrevista (1), llega a Hollywood “de vacaciones”. El ambiente, explica, lo seduce y pide excedencia como diplomático para conocer de cerca eso del cine.

Algo debió de aprender porque lo más llamativo de Neville, una vez continúa su carrera en España tras finalizar la Guerra Civil, es la de rodar películas muy alejadas de la pompa y circunstancia que en aquellos años caracterizaba al cine español.

En este sentido, hay mucho de fantástico en La torre de los siete jorobados y de policíaco en Domingo de Carnaval y El crimen de la calle Bordadores, solo que visto con humor castizo y ligero esperpento. Planea también en estas cintas mucho humor negro aunque esto del humor negro es la manera que tenían entonces los españoles de reírse de las cosas que querían tomarse en serio.

La torre de los siete jorobados transcurre en un Madrid alegre y juvenil de finales del siglo XIX. Una ciudad que parece, y mucho me temo que siempre fue, capital de provincias.

Por sus calles, plazas, corrales y tabernas, apenas iluminados, se mueve un hombre que ve –”es usted un hombre sensible a las sensaciones ultraterrenas“–un espectro con parche en el ojo y sombrero de copa encima de la cabeza. Estamos en un casino, donde el protagonista juega a la ruleta mientras el fantasma de don Robinsón de Mantua le da aviso de los números ganadores a cambio de que proteja a su sobrina y que resuelva un misterio.

¡Misterio!

Debe de proteger a la sobrina y adentrarse en una ciudadela subterránea en la que hace tiempo se refugiaron los judíos que no abandonaron España cuando la expulsión de los Reyes Católicos, y que ahora sirve de guarida para una banda de jorobados que dirige el siniestro doctor Sabatino.

La película de Neville muestra un Madrid pobre y desnudo, cubierto por tinieblas y poblado de personajes excéntricos, aunque tratados con cariñosa ingenuidad, la misma que transmite Carerre en su novelita.

La cámara recorre un Madrid tenebroso con puertas secretas que dan a pasadizos siniestros. No pierde la película en ningún momento su amable tono de comedia, que adobada con elementos fantásticos que dan al largometraje atmósfera expresionista.

Setenta años después, La torre de los siete jorobados continúa siendo un clásico –por raro– del cine español.

Una película que fue a la contra de su tiempo y que todavía hoy continúa yendo a la contra del nuestro.

Nada que ver pues con el cine oficial y oficialista de entonces y mucho menos con ese cine que ha perdido señas de identidad como es el de la actualidad.

Cuenta La torre de los siete jorobados además con una lectura no ya sobre Madrid sino sobre España que aún permanece legible pese al paso de los años y pese a las transformaciones que han modificado el carácter de sus habitantes.

Hay un poco de todo en esta película doblemente fantástica: una crítica a la burguesía y a las clases populares que aún vende, pese a que alguno le pueda resultar anticuado y manido. A mi, personalmente, su crítica amable sobre la cursilería y la doble moral de los que por aquel entonces comenzaban a ser trabajadores de cuello blanco, me vale porque como panolis no hemos cambiado tanto.

La torre de los siete jorobados, la novela y la película, reúne así el encanto de la novela barata –pulp– norteamericana pero en versión española y sin subtítulos. Una versión española que le quita el barniz de tomarse las historias en serio en favor de una ironía que todavía sabe quitarme el sueño.

Deberían tomar nota y perder el poco tiempo que les queda en verla.

Un clásico, digo y redigo, de un cine como es el español tan acostumbrada a viajar a ninguna parte.

(1) Los que pasason por Hollywood, Florentino Hernández Girbal, Verdoux, 1992.

Saludos, vuelvo a visitar La torre de los siete jorobados, desde este lado del ordenador.

El talento de la señora Highsmith

Jueves, Enero 9th, 2014

Me interesa la moral, a condición de que no haya sermones

Apostar por cualquier novela de Patricia Highsmith es como apostar a un purasangre ganador.

Hace tiempo que descubrí a la escritora y desde entonces nuestra relación ha sido provechosa, basada en un no hay engaños que ha forjado y si quieren centuplicado mi interés por su trabajo.

Como muchos otros, llegué a Patricia Highsmith a través de Tom Ripley, y gracias a la versión cinematográfica que René Clement rodó de una de sus novelas con un turbador y ambiguo Alain Delon, quien interpreta al atractivo y amoral estafador y asesino.

Un día, uno de esos días luminosos en los que parece que todo conspira para hacerte feliz, alguien me dijo que Extraños en un tren, de Alfred Hitchcock, estaba basada también en una historia de Highsmith, una escritora que recomendaba –y creo que con sutil sentido del humor– que sus libros no estuvieran disponibles en la biblioteca de una cárcel.

Un hecho objetivo es que con Patricia Highsmith la novela criminal trasciende la frontera del género. Será por su honda penetración psicológica y por aquello tan manido del estudio humano que despliega en sus libros. Su empeño en mostrar la doble moral de sus protagonistas, personajes subversivos aunque aparentemente normales y corrientes.

Que en sus obras, digámoslo ya, el asesinato se convierta en algo así como una de las bellas artes. Tanto, tanto…

Los imbéciles encajan la desconcertante producción literaria de la señora Highsmith en ese grupo de mujeres escritoras que algún comercial denominó como damas del crimen, pero no es eso.

No, no es nada de eso.

Ya que si nadie habla de caballeros del crimen ¿por qué vale lo de dama del crimen? Esta catalogación entre damas y caballeros me recuerda más a la división de los aseos públicos en la que unos cartelitos indican a hombres y mujeres donde deben de refugiarse para evacuar sus miserias.

¿Escritora policiaca?

Podría estar de acuerdo en ubicarla en ese ataúd donde terminan casi todos los escritores que cultivan una literatura de género pero no es exacto en el caso de Highsmith. De hecho, creo que falsifica su figura en la república de las letras, república en la que ocupa un capítulo aparte porque fue más allá de la novela de suspense y de la novela negra, senderos que transitan por mismos territorios pero que tienen objetivos bien diferenciados.

Abandonemos así inútiles debates y enfrentémonos a la producción literaria de Highsmith como lo que es: un grandioso cuadro sobre las dobleces humanas. Un estudio apasionado y con vistosos colores naturalistas de ese pobre animal que presume de raciocinio.

Ha tenido suerte Patricia Highsmith en sus adaptaciones al cine, aunque es una lástima que un cineasta con tanto sentido para el suspense como Alfred Hitchcock solo llevara a la pantalla una de sus grandes novelas, Extraños en un tren. Un filme, Extraños en un tren, en cuyo guión trabajó Raymond Chandler, e historia que ha dado origen a otras adaptaciones como No beses a un extraño (Robert Sparr, 1969) e inspirado extravagancias como Tira a mamá del tren (Danny DeVito, 1987).

En cuanto a Tom Ripley, persona al que dio vida en cinco excelentes novelas, lo hemos podido ver con la forma de Alain Delon, a mi juicio el mejor de todos ellos, en A pleno sol (René Clement, 1960); Dennis Hooper en El amigo americano (Win Wenders, 1977); Matt Damon en El talento de Mr. Ripley (Anthony Minghella, 1999), John Malkovich en El juego de Ripley (Liliana Cavanni, 2002) y Barry Pepper en El retorno de Mr. Ripley (Roger Spottiswoode, 2004) que versiona la novela La máscara de Ripley y que no he podido ver…

Novelas de Highsmith que también han sido adaptadas al cine son El cuchillo (Claude Autant-Lara, 1963) y El grito de la lechuza (Claude Chabrol, 1987), entre otras.

Novelas y relatos de la escritora han terminado convirtiéndose también en discretos filmes para televisión y se rumorean versiones que, al momento del cierre de este post, todavía continúan en el limbo de proyectos…

Personalmente, lo mismo me da. Porque lo que interesa de una escritora del tonelaje de Patricia Highsmith es, precisamente, leer su obra. Una obra que está ahí pero con la que su autora no se mostraba demasiado satisfecha. Salvaba, en todo caso, El temblor de la falsificación, novela que mereció los elogios más entusiastas de Graham Greene, un escritor cuyo universo literario mantiene muchos puntos de contacto con el de Highsmith.

Dicen que odiaba a Ernest Hemingway y a la industria del cine de Hollywood, en especial porque esa industria nunca permitió que el asesino –que necesariamente no tiene que ser un malvado– se saliese con la suya.

Nacida en Tejas, Estados Unidos, Patricia Highsmith renunció a su país convirtiéndose en una señora sin patria ni bandera. Falleció en Locarno, Suiza, en 1995, y hasta el último minuto de su vida lo consumió fumando cigarrillos y rodeada de sus mejores y más leales amigos, sus gatos.

Encuentro la pasión por la justicia bastante aburrida y artificial, porque ni a la vida ni a la naturaleza les importa que se haga o no justicia”

Saludos, háganse un favor y lean a Patricia Highsmith, desde este lado del ordenador.

Otra vez dando la nota

Miércoles, Enero 8th, 2014

* El editor de este su blog celebra que el XLIV Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez que anualmente concede el periódico El Día haya recaído en el artículo titulado Un pedestal para el olvido, del escritor Daniel María. Las razones de nuestra celebración son varias, pero levanto mi copa –y no sé cuantas llevo tras conocer la noticia– que este artículo, en el que María recuerda a los grandes olvidados de los Premios Canarias de Literatura, se publicara el 6 de octubre del año pasado en El Perseguidor, cuatro páginas que coordina contra viento y marea el responsable de, reiteramos, este su blog El Escobillón en Diario de Avisos.

* Daniel María, que el año pasado obtuvo el galardón de Joven Promesa del Premio Paco Rabal de Periodismo Cultura por el trabajo Voz de la actriz, publicado en la web Revistatarantula.com, espera mientras tanto la publicación de su nueva novela, Un crimen lejos de París en la colección G21 Narrativa Canaria Actual de Ediciones Aguere/Idea, que nada más iniciarse 2014 ha presentado ya dos títulos: Mujeres en la encrucijada y 9 horas para morir, de Javier Marrero y Ángel Vallecillo, respectivamente.

* Terminaba 2013, y ahora en 2014, se está publicando en diferentes medios de comunicación de las islas y peninsulares la noticia de que el rodaje de 50 sombras de Grey podría trasladarse a mediados de febrero a Tenerife. Los despachos informativos reproducen un comunicado de la productora del filme pero desde este su blog sabemos que por el momento nadie se ha puesto en contacto con las productoras que articulan el paisaje audiovisual de la isla ni con la Tenerife Film Comission. De hecho, algunos de los profesionales a los que nos hemos molestado en preguntar no saben de dónde ha salido “este rumor”, así lo califican. Sí se tiene conocimiento, por el contrario, de cuatro proyectos que podrían rodarse en Tenerife este año aunque ninguno de ellos es, precisamente, ese muestrario sadomasoquista para todos los públicos que es 50 sombras de Grey.

* Celebramos además la nominación de Hiroku. Defensores de Gaia a mejor película de Animación en los Goya. El filme está dirigido por Manuel González Mauricio y Saúl Barreto Ramos y tuvimos ocasión de verlo en cine el año pasado. Dos canarios, aunque residentes en Madrid, optan también pero en la categoría de Vestuario a la famosa estatuilla que reproduce el busto del pintor: Tatiana Hernández, por Los amantes pasajeros de Pedro Almodóvar, y Francisco Delgado López por Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia.

* Leo, por otro lado, que Alexis Ravelo –muy cañero últimamente en eso del Facebook y razones no le faltan para todos aquellos que se bajan libros gratuitamente– prepara junto a Juan Manuel Marrero una ópera canaria (la cursiva es nuestra) titulada Clara y las sombras, trabajo que se estrenará el 14 y el 16 de mayo en el teatro Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria gracias a la tercera edición del proyecto formativo-cultural ‘InterArtes Canarias 2013-2014′. No reproduzco de qué va la historia, pero tiene el pálpito de quien sin duda alguna es –y si alguien lo pone en duda que deje de leer inmediatamente este su blog– una de las grandes voces narrativas del archipiélago y más allá… Solo temo que el montaje me haga quedar sin una nueva novela de Alexis Ravelo este año que apenas ha dado sus primeros pasos.

* Y termino invitándote a que visites y te detengas a leer el blog La isla de San Borondón, que administra y escribe Yolanda Delgado Batista. Para quien escribe este su El Escobillón, esta bitácora se ha convertido en cita obligada para orientarme en nuevas y apasionantes lecturas. El último post trata sobre S. o la esperanza de vida, ¿memorias? de Alexandre Diego Gary.

(*) La imagen que ilustra estas líneas corresponde a una de las películas de ciencia ficción más chiripitifláuticas de la historia del cine, Zardoz (John Boorman, 1974)

Saludos, game over, desde este lado del ordenador.