Archive for Julio, 2015

No te lo pierdas

Jueves, Julio 9th, 2015

* Esta tarde concluye el ciclo homenaje dedicado al compositor francés François de Roubaix, en el Espacio Cultural Aguere, La Laguna, a las 20.30 horas, con la proyección del documental Les musiciens de la pellicule de Josée Dayan, seguido de dos cortos dirigidos por François de Roubaix, Le Gobbo y Comment ça va, j’m’en fou, que fueron premiados en Francia y del documental François de Roubaix.fan’s, de Patricia de Roubaix, donde la hija se sumerge en el universo de su padre, músico autodidacta que, entre 1961 y 1975 compuso más de cincuenta bandas sonoras de películas, algunas de las cuales han servido de inspiración a otros compositores y artistas. El compositor británico John Barry confesó en una entrevista que la música de François de Roubaix fue la fuente de inspiración para el tema principal de la serie de televisión Los persuasores.

* El Puerto de la Cruz acogerá del 5 al 11 de octubre la tercera edición de Periplo, el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras. Entre los invitados ya han confirmado su asistencia Javier Reverte, Paco Nadal, Boubacar Boris Diop y Antonio Lozano. Periplo contará este año además con la participación de la plataforma ciudadana Co-mando Periplo, que ayuda y colabora en la organización y se trabaja para la creación de una red de Festivales de Viajes y Aventura de toda Europa, por lo que este año se contará con la presencia de varios directores de festivales europeos de temática similar.

Saludos, sol, mucho sol, desde este lado del ordenador.

Con viento en las velas

Miércoles, Julio 8th, 2015

INTRO

La afición viene de atrás y tiene su origen en La isla del tesoro que, si no recuerdo mal, fue la primera novela que leí hace ya mucho tiempo… Piratas, un tesoro, un niño que se esconde en un barril de manzanas y un barco que navega por los siete mares.

No, nunca volví a ser el mismo.

Y eso que uno, que no sabe de del arte de navegar, se enrola como marinero en cualquier tripulación que lo reclame y sin importarle demasiado como es el carácter de su capitán.

A veces, es verdad, la navegación resulta ociosa pero casi siempre se complica. Y no por el furor de la mar, que es muy caprichosa y se pone brava según le sople el viento, sino porque me contagio con esa sensación de peligro que no me deja pensar en otra cosa que ¿volveré a pisar tierra…?  

Mi nombre es Ismael… y las aventuras que presento son películas de barcos y sobre el mar pero también de marinos. Todas ellas transcurren durante las guerras napoleónicas y en todas ellas los hombres son hijos de la Gran Bretaña.

Es probable que falten títulos, pero sabed que mis compañeros y yo hemos acotado este trabajo –divertimento regado con ron– en todas esos largometrajes que me enseñaron, al menos cuando transité por sus aventuras, el arte de navegar cuando el pequeño corso amenazaba con hacerse amo de Europa.

Dicho esto… ¿están preparados para el abordaje?

 

Lady Hamilton (Alexander Korda, 1941).- Aunque el tema naval queda en un muy segundo plano al preocuparse más por la relación como amantes que mantuvieron el almirante Horatio Nelson y Lady Hamilton, el filme de Alexander Korda cuenta con excelentes escenas de acción en alta mar así como con dos actores que, casi siempre, estuvieron a la altura de las circunstancias: Laurence Oliver y Vivian Leigh, más tarde matrimonio en la vida real.

El hidalgo de los mares (Raoul Walsh, 1951).- El escritor C.S. Forester (sí, el mismo de La reina de África) dedicó una serie de novelas a Horatio Hornblower desde que entra como guardia marina en un buque de guerra hasta que llega a capitán de su propio navío. Ningún marinero de agua salada debería de perderse el gozo que proporciona su aleccionadora lectura mientras imagina a Hornblower con la presencia de Gregory Peck. Peck es El hidalgo de los mares. O al menos lo fue gracias a Raoul Walsh. En la película, acompañan a nuestro valeroso capitán Virginia Mayo y el recientemente fallecido Christopher Lee como oficial español. Un título rematadamente imprescindible.

Motín en el Desafiant (Lewis Gilbert, 1962).- Está dirigida por uno de esos cineastas a los que los pesados de siempre califican como artesano pero es que no quieren aprender. Al grumete que tengo a mi lado las escenas bélicas de esta película le recuerdan a las que vio más tarde en Master and Commander. “De tan bien hechas que están”, dice el grumete al que hay que recordarle que este motín fue más allá. Que el drama emerge en un estrecho universo masculino por un conflicto de gobierno entre su capitán y su primer oficial que no les hace reparar en el descontento que está a punto de estallar entre su tripulación. Fantásticos, y así fue siempre, Alec Guiness, Dirk Bogarde y Anthony Quayle.

La fragata infernal (Peter Ustinov, 1962).- Ni corto ni perezoso, el actor y director Peter Ustinov es el responsable de una notable y marinera adaptación de Billy Budd, de Herman Melville en un relato de iniciación en alta mar que protagonizan Terence Stamp y Robert Ryan, entre otros. El paso del tiempo apenas ha hecho mella a la película, un viejo pero sólido barco que aún proporciona lecturas muy ambiguas.

Master and Commander. Al otro lado del mundo (Peter Weir, 2003).- Cuando todo parecía haber confabulado para olvidarnos, la HMS Surprise, al mando de Peter Weir vino en nuestro rescate. La película se basa en las novelas que Patrick O’Brian dedicó a su capitán Jack Aubrey y continúa navegando por los siete mares porque forma parte de una tradición que a veces, solo a veces, hace tan grande al cine.

Saludos, a toda vela, desde este lado del ordenador.

Atentado, una novela de Mariano Gambín

Martes, Julio 7th, 2015

“Marta giró sobre sí misma. Buscando algún tipo de resplandor. No se veía nada en absoluto. Hizo memoria del lugar donde se encontraba la salida. Con lentitud dio pasos pequeños con los brazos extendidos tratando de llegar al la pared. Desde allí sería capaz de encontrar la puerta y seguir por los pasillos.

Entonces oyó varios golpes. Sonaban lejanos y apagados, como detrás de los muros de la estancia. Fueron cuatro sonidos seguidos y luego una pausa. Parecía como si alguien aporreara un muro con una maza o martillo grueso. Se detuvo a escuchar. Los impactos se repitieron, y en esta ocasión fueron seis. Le pareció que sonaron más próximos.”

(Atentado, Mariano Gambín. Oristán y Gociano S. L., 2015)

La irrupción de Mariano Gambín en la república de las letras con Ira Dei dio que hablar cuando muchos de los que no se habían acercado a la literatura que se escribe en las islas admitían que habían leído y disfrutado con este libro.

Ira Dei continuó con El círculo platónico y La casa Lercaro, novelas en las que se redescubría una ciudad en la que se mezcla lo viejo y lo nuevo como La Laguna, y títulos que reforzaron a Gambín como autor de eficaces y entretenidos thriller y a un escritor que además de escribir sabe vender –y muy bien– lo que escribe.

Con estas tres primeras novelas, Mariano Gambín dio verosimilitud a La Laguna como espacio literario de misterio y acción a través de unas novelas sin pretensiones intelectuales ya que el autor tuvo, desde el principio, la idea luminosa de que sus lectores se lo pasasen bien, que se distrajeran de su realidad inmediata con estas aventuras internacionales que confluían en una ciudad que hoy es Patrimonio de la Humanidad y que están protagonizadas por el mismo quinteto:

Luis Ariosto, un bon vivant.

Olegario, alias Sebastián, chofer y guardaespaldas de Ariosto.

Marta, una entusiasta arqueóloga.

El inspector Antonio Galán, un atractivo policía.

Y Sandra Clavijo, una periodista que casi siempre está en el lugar más inoportuno.

Personajes que en las siguientes novelas, El viento del diablo y Colisión, comenzaron a ausentarse o aparecer esporádicamente al estar protagonizadas por solo uno o dos de ellos.

Atentado, la nueva aventura que firma Mariano Gambín, los vuelve a reunir en una intriga que resuelve una venganza que tiene su origen  en los años cincuenta en Santa Cruz de Tenerife, capital de una provincia que ya adquiría cierta sustancia en Colisión aunque en Atentado monopoliza el paisaje urbano y, concretamente, el de una de sus calles: la de San Lucas, estrecha vía que cuenta con una caótica estética y en la que destaca el antiguo, y hoy ruinoso, templo masónico y casi enfrente una casa igual de abandonada pero con inquietante y fascinante fachada que el autor denomina como “la del miedo”.

Curiosamente, estos dos edificios son obra de un mismo hombre, Manuel de Cámara y Cruz, arquitecto, pero solo es un apunte ya que Cámara y Cruz no forma parte del elenco de actores principales y secundarios que se diseminan por una novela que cuenta con muchas claves santacruceras aunque éste no es el objetivo de un libro que hay que leerse en clave de entretenimiento pese a que, en esta ocasión, brinde una trama algo más compleja que los anteriores al arañar, pero solo arañar, el pasado que como plaza militar caracteriza la historia de Santa Cruz de Tenerife.

Por esta ciudad aplatanada, como diría Miguel de Unamuno, se ubica además de los personajes conocidos, dos asesinos a sueldo y el insólito descubrimiento de un pasadizo subterráneo que pasa por la calle de San Lucas y en el que se descubren dos cadáveres y símbolos de carácter satánico dibujados en las paredes.

Las claves para resolver el caso hay que buscarlas en el oscuro pasado de la ciudad y en una turbia historia protagonizada por dos generales, un periodista y una mujer atractiva.

Éste quizá sea el relato que más destaca entre los otros relatos que se arman en Atentado. No por estar situado en una época que ha sido tan poco explotada literariamente, sino por el pacto de silencio que parece que apaga toda esperanza de que algún día se fabule sobre ello para entender el carácter de sus habitantes.

Atentado se lee fácil y cuenta con guiños al lector iniciado en las anteriores novelas de Mariano Gambín al hacer referencia a aventuras que ya forman parte del pasado de los protagonistas. También respira saludable ironía y revela –solo un poquito– cómo es la vida privada de los personajes con distanciado respeto, casi como si el escritor no quisiera molestarlos en la intimidad.

Mariano Gambín solo se desprende de este pudor cuando los muestra trabajando y en movimiento. Sin embargo, y como ciclo narrativo, sus protagonistas demandan más entidad y en esta novela parece que la revuelta ya está en marcha lo que hace sospechar una evolución en próximas novelas que podría resultar muy atractiva por humana a sus lectores.

A la espera de la nueva novela de Gambín, y por lo que se sabe se desarrollará durante los carnavales de Río de Janeiro, Atentado es un thriller que inyecta algo de emoción a vivir, aunque sea literariamente hablando, en una capital de provincias que va a resultar que no es tan aplatanada como opinaba Unamuno.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

Todas las personas que mueren de amor, una novela de Víctor Álamo de la Rosa

Lunes, Julio 6th, 2015

“La tristeza no. La tristeza está hecha del dolor que hay detrás del dolor  Cuando ya no se siente. Cuando ya no se siente nada es la tristeza. Atrás de atrás de atrás, trascendido de todo cuanto duele. La tristeza, lo que aparece cuando ya no hay dolor, cuando el arrasamiento. Eso es la tristeza, hecha d amores, desamores, humores y fantasmas,  voluta hinchada, perplejo posicionamiento de la última capa del alma. La tristeza.”

(Todas las personas que mueren de amor, Víctor Álamo de la Rosa, Salto de Página, 2015)

Víctor Álamo de la Rosa cuenta con una trayectoria literaria consolidada. Creador del territorio mítico de Isla Menor, geografía que prácticamente ha monopolizado casi toda su narrativa y que es un trasunto –explica Álamo de la Rosa– de la isla de El Hierro, ha obtenido el último premio Benito Pérez Armas de Novela con Todas las personas que mueren de amor, obra que, curiosamente, no transcurre en Isla Menor sino en una realidad brumosa, que juega caprichosamente con los sueños, para narrar el relato de un desamor.

Estructurada en dos partes y un final en el que se fusiona realidad y fantasía, Todas las personas que mueren de amor es una novela que busca su tono empleando para ello varias voces narrativas, todas ellas en primera persona, pero no termina de cuajar en sus ambiciones.

Con esta estructura, la primera propone la versión de un joven profesional que piensa que ha encontrado el amor de su vida, solo que tras sufrir una enfermedad, y mientras espera ser sometido a una complejísima intervención quirúrgica, descubre que no es oro todo lo que reluce.

La novela gira, pero no plantea, la búsqueda del amor del protagonista. Un amor muy particular que en su relato se transforma en fuente de la que emanarán todos los conflictos. El narrador explica su desamor –a veces en clave poética–  en torno a la mujer que pensó era la de su vida.

Planteado así, el argumento de Todas las personas que mueren de amor no deja de tener su atractivo romántico aunque la mirada del protagonista antes-durante-después de la operación que decidirá su vida o su muerte resulta demasiado turbia al estar trufada de reproches contra esa mujer que lo cegó y que le robó el alma.

Para destacar esta actitud, Víctor Álamo de la Rosa presenta a un protagonista inmaduro cuya visión del amor declina hacia el sexo en encendidos encuentros eróticos que describe a lo largo del libro.

En este sentido, le falta a Todas las personas que mueren de amor precisamente amor y le sobra demasiado sexo.

Eso al menos es lo que evoca el protagonista de esa relación, quien dibuja a su novia, Gladys, como una vamp de andar por casa. O lo que es lo mismo, una chica caprichosa a la que le gusta el sexo.  No hay nada más profundo entre los dos, aunque el protagonista bastante ingenuo y egoísta reclama una complicidad que, por lo que explica en la novela, solo se ha dado en almuerzos y cenas; escapadas al mar y sobre todo entre sábanas revueltas.

El protagonista más que amor por Gladys lo que siente es un deseo que se convierte en adicción. Gladys, que pertenece a un mundo radicalmente diferente al suyo, sí que sabe estimularlo para el placer efímero pero no le proporciona –parece que no lo busca tampoco– tranquilidad emocional.

La primera parte de Todas las personas que mueren de amor se trata más que de una confesión de un alegato en el que su protagonista no deja de plantear un desengaño desconcierto entendemos que egoísta:

“¿Cómo después de todo lo que me había pasado, esas mujer no daba el paso de venirse conmigo y cuidarme y amarme sin reservas? Me lo preguntaba a diario, aunque ella me llamara y me enviara SMS amorosos.”

Todas las personas que mueren de amor debe ser leída entonces como una crítica que el autor  emprende contra un chico que no entiende la razón de ¿por qué las cosas le van tan mal? pero sin darse cuenta que quizá sea él el origen de todo ese mal.

El escritor retrata la visión del mundo que tiene su personaje como un territorio muy limitado en el que no asume culpabilidad alguna ante sus acciones. La situación se complica cuando al borde de la muerte ingresa en el hospital para que le extirpen otro mal que tiene la forma de un lagarto.

Mientras tanto, el narrador continúa con su victimismo y cataratas de reproches:

“Mi cabeza no podía admitir ese hecho, había que tener demasiado estómago. Mentir y engañar despiadadamente a su novio enfermo.”

Y líneas más abajo, resaltar:

“Me moría en serio.”

Al margen de la frustrada relación de pareja, lo mejor de la primera parte de esta novela se encuentra en la descripción de la vida cotidiana que desarrolla en el hospital y en cómo acomoda su existencia con la de otros enfermos igual de graves que él a la monotonía de un centro que funciona con un horario espartano y en el que salir a escondidas para fumar un cigarrillo en una habitación olvidada se convierte en algo así como un signo de libertad.

Será también en este hospital donde vea y hable con dos hijas supuestas. Las hijas que pudo tener con Gladys y la necesidad de construir una familia.

Los celos, sin embargo, contribuyen a su desgaste sentimental y minan su alterada conciencia cuando concluye que “Gladys es mala, no puede haber otra explicación.

La segunda parte de Todas las personas que mueren de amor está narrada por Gladys pero su relato es también un reproche en el que más que explicar las razones de porqué actuó así, sirve para manifestar que más que mala es una chiquilla manipuladora. Se resuelve por lo tanto la duda que tiene el protagonista masculino mientras se cincela el carácter igual de inmaduro de ella. A modo de cierre, irrumpe entonces un tercer personaje que no revelaremos pues ofrece otra mirada moral sobre la misma historia.

En la tercera parte, por último, interviene el jefe de Neurocirugía del hospital donde ha estado ingresado el joven y las niñas que son productos de la imaginación, o fantasmas según se prefiera.

Con ellos se pone candado a un relato coral que, sospecho, no es de lo último en la producción narrativa de Álamo de la Rosa así que su lectura resulta muy desconcertante y deja la sensación de que necesitaba de paciente revisión para imprimirle el sello que caracteriza su literatura. Esa literatura que en su universo de Isla Menor tanto le debe a lo que se conoce como realismo mágico.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

La estrategia del pequinés ¿al cine? y más cosas

Viernes, Julio 3rd, 2015

* Elio Quiroga espera llevar al cine La estrategia del pequinés, la novela de Alexis Ravelo que obtuvo en 2014 el Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón. En declaraciones a la agencia Europa Press, Quiroga explica que se trata de “una novela negra llena de sorpresas argumentales y presenta, además, una característica fundamental en la obra de Ravelo: tiene el escenario canario como centro de la acción y personaje en la sombra. Siempre se ha dicho que cometer delitos en territorios limitados y de difícil salida como nuestras islas es complicado, pero al mismo tiempo el archipiélago presenta otras ventajas.”

La estrategia del pequinés narra un robo que sale mal. Una historia de perdedores que recorre Gran Canaria, desde su capital hasta la Cruz de Tejeda, pasando por el sur de la isla.

Elio Quiroga busca ahora financiar parcialmente la producción mediante inversiones privadas así como aprovechar los beneficios fiscales con que cuenta Canarias para la producción cinematográfica y el apoyo institucional y financiero de los organismos de las islas.

En estos momentos, Quiroga trabaja en la adaptación del guión, supervisado por Alexis Ravelo, y en el casting de la película.

* Tras el merecido éxito obtenido con La lista, una historia de la Guerra Civil española cuya acción se desarrolla en La Orotava (Tenerife), el escritor Juan Bosco presenta nuevo libro: Esta voz es nuestra. Capaces de hablar.

El autor ha apostado en esta ocasión por las plataformas digitales, así que la obra se puede adquirir en Amazon, exclusivamente en edición digital (de momento) por solo 2,99€.

* Esteban Torres Lana es el autor de Andreea Constantin, una novela que se desarrolla entre otros escenarios en La Palma y Tenerife. Torres Lana es profesor de Psicología del Desarrollo Humano en la Universidad de La Laguna y está especializado en los efectos que los medios audiovisuales tienen en el desarrollo, especialmente en las primeras etapas de la vida y en la adolescencia.

Saludos, eso es todo amigos, desde este lado de ordenador.

Dos divertimentos de Sabas Martín

Miércoles, Julio 1st, 2015

“El mar era su sitio favorito. Ella les indicaba los mejores sitios de la playa, donde el agua se amansaba y no había lajas que les arañaran los pies. Y les llevaba donde anidaban los cangrejos y donde se escondían las estrellas de mar y donde los pulpos y los erizos se enrocaban. Y les enseñaba a flotar boca arriba, quedándose muy quietos mirando al cielo entre el vaivén blando de las olas.”

(La isla anterior, Sabas Martín. Ediciones Idea, 2015)

“- La Iglesia es una institución, con todo un peso simbólico acumulado a lo largo de los siglos. Ciertos temas hay que llevarlos con discreción y cautela para no mermar la fe de los creyentes. No digo que se oculte ni que se perdone, sino que debe ser la propia jerarquía eclesiástica la que se ocupe de ellos y los resuelva como mejor convenga a su misión en la tierra. Por supuesto que las manzanas podridas hay que echarlas fuera del cesto, pero sin dar pábulo a que se menoscabe su autoridad ni su prestigio. No olvidemos lo que significa la Iglesia y todo el bien que ha hecho a lo largo de la Historia. No hay que dar argumentos a los que quieren desacreditarla…”

(Absurdos mueren los ángeles, Sabas Martín. Ediciones Idea, 2015)

Sabas Martín explica que la publicación de las novelas La isla anterior y Absurdos mueren los ángeles son ejercicios de divertimento, literatura que quiere rendir tributo a la de kiosco. Todo surgió, dice, a raíz de una apuesta con unos amigos (¿la sombra de la villa Diodati es alargada?) para comprobar si era capaz de escribir en el plazo de unos seis meses una novela de “género”. Y Sabas Martín, que además es periodista, poeta y ensayista, recogió el testigo y ahora presenta estos dos libros.

¿Funciona el experimento?

Como novela más fantástica que de ciencia ficción, La isla anterior propone un relato cuanto menos curioso. La acción se desarrolla en un tiempo anterior al que registra la primera Historia de Canarias y en la que confluyen guanches y alienígenas en una sociedad gobernada por mujeres.

No deja de resultar desconcertante la lectura de La isla anterior por las posibilidades que Sabas Martín explota en el relato. El mundo imaginado que propone a ratos es bastante fascinante aunque no termina de cuajar como debiera por al acento solemne que sobrevuela toda la historia. Una historia muy pegada a Canarias aunque podría ubicarse en otras islas que no pertenecieran a este archipiélago tan castigado por las manos de los dioses.

Se mueve, y con comodidad, Sabas Martín por esa geografía en la que quizá algunos encuentren ecos de su Nacaria, territorio mítico que monopoliza prácticamente toda la producción narrativa de su autor, aunque en esta ocasión escora el relato hacia una fantasía primigenia y a ratos juega con la novela de aventuras que más centrada en sus planteamientos y ambiciones hubiera trascendido su carácter de divertimento.

Con Absurdos mueren los ángeles pasa, sin embargo, lo contrario ya que resulta complejo ubicarla. En principio pretende ser una novela policial aunque lo policial ocupa un puesto secundario en un relato escrito a modo de diálogo. El diálogo que cruza una monja, que Sabas Martín define como un cruce entre Rouco Varela y Sherlock Holmes, y su hermano, un secretario judicial.

En las conversaciones que mantienen se cuela algún caso sin resolver de los juzgados que le cuenta su hermano y que la monja, Sor Emérita, resuelve. Se tratan más que de juegos de ingenio de anécdotas criminales porque lo que prima por encima del misterio son las posiciones antagónicas que define a los personajes cuando hablan de política y religión.

Una monja con dotes detectivesca ya aparecía en la obra de teatro Melocotón en almíbar de Miguel Mihura, deliciosa farsa sobre una penosa banda de atracadores a la que desarticula con punzantes preguntas su protagonista, sor María. En la novela de Sabas Martín, su monja, más que preguntar sirve de contrapunto moral e ideológico a su hermano, por lo que se generan situaciones tan absurdas y diálogos bizantinos que hacen sonreír al lector.

Estas dos novelas, entendidas como cuerpos extraños dentro de la producción literaria del escritor destacan por su frescura pese a que pensemos que, ya instalado, Sabas Martín debía de haber puesto más carne en el asador. Capacidad y talento no le falta.

Es probable, en todo caso, que haya pesado más la indiferencia que siente el autor hacia estos géneros, lo que justificaría que los dos divertimentos se muevan –más el segundo que el primero– torpemente por los territorios que tantea: la fantasía, más que la ciencia ficción, y la novela policíaca.

Sería erróneo, en este sentido, invitar a curiosos lectores a descubrir cómo se las gasta Sabas Martín en estas geografías genéricas porque solo sirven de marco a estos relatos. Lo fantástico y lo negro y criminal queda así reflejado más como pasatiempo. Una lectura agradable que en el caso de Absurdos mueren los ángeles demandaba mayor consistencia y furiosa crítica social a la oscura realidad que caracteriza estos tiempos que nos ha tocado vivir.

Invitamos por eso a su autor a que continúe explotando pero en otra clave –y eso sí, sin renunciar al humor– un personaje tan llamativo como Sor Emérita, una monja que podría protagonizar una serie de novelas cuyas aventuras transcurrieran en Tenerife y, si se nos permite, en las demás islas que componen el archipiélago canario.

A su manera, y así se lo hice notar a Sabas Martín cuando me anunció que pronto se publicarían estas dos obras, sor Emérita podría ser la versión femenina y en clave canaria del peculiar y sagaz padre Brown.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.